lunes, 30 de mayo de 2011

La baja fidelidad vuelve para quedarse...


La baja fidelidad vuelve para quedarse

El 'lo-fi' renace para hacer música barata, rápida y 'sincera'

La mayoría de las tendencias en la historia del pop han tenido que ver con la aparición de nuevas tecnologías. Desde la amplificación de una guitarra hasta el Pro Tools. Paralelamente, la pericia de los músicos y el uso casi político de su talento derivó en momentos de esplendor exhibicionista (rock progresivo), seguido de celebraciones casi catárticas de la falta de conocimiento y, por ende, respeto de las normas básicas de armonía, e incluso convivencia (punk).

Este año viene marcado por la recuperación de lo-fi (baja fidelidad), más que un estilo, una forma de hacer música barata, rápida y supuestamente sincera. Biblias del underground, como la web Pitchfork, celebran la recuperación de esta estética de sonido desaliñado como un desafío más al sistema de grandes sellos y grandes presupuestos. Pero hay quienes se preguntan, como el británico The Quietus, "si el que, a partir de ahora, toda la música suene así de mal sea la falta de recursos de la industria, el desarrollo de tecnologías para grabar en casa o la baja calidad de los formatos en los que se escucha música hoy". Kirk Mastin, especialista en nuevas tecnologías y su uso social, alerta sobre "la justificación del feísmo", es decir, "camuflar la falta de talento con la excusa de la sinceridad. No podemos pensar sólo en los medios, debemos recuperar el contenido como sentido último".

A principios de los noventa, surgió la banda Pavement. Unos tipos mezcla de empollones de universidad rural norteamericana, hippies y listillos que revolucionaron la forma de hacer música. Su pop, deliciosamente inocente, mal grabado y peor arreglado, se convirtió en el sonido de referencia, como respuesta a las grandes producciones que serían los últimos años de vacas gordas de la industria musical. "El lo-fi devuelve la canción al centro de la cuestión, hay mayor conexión emotiva y más espontaneidad. Una estética honesta en plena cultura de la avaricia y la superficialidad", escribía en 1999 Jonathan Maier sobre esa forma casera de hacer música.



Después de 10 años, los Pavement anuncian que vuelven. La ocasión no puede ser más propicia. El estilo posee nuevos paladines, (Wavves, No Age, Vivian Girls o Black Lips), bandas que han crecido en la cultura del hazlo tú mismo y que, aunque musicalmente puedan estar en las antípodas, comparten ese espíritu sucio, maleducado y con cero respeto por la sintaxis musical. "Todo está grabado con Garage Band, un mini Korg y un pedal de distorsión sin nombre", declaró Nathan Williams, más conocido como Wavves, sobre su disco de debut. "El problema de todos estos niñatos es que ahora les empiezan a pagar 30.000 dólares (20.000 euros) por salir a tocar su música y pronto se van a olvidar de dónde vienen", dijo a The Washington Post el líder de Psychodelic Horseshit, una de las bandas incluidas en el especial que emitió la MTV en 2008 sobre el resurgimiento de esta música. Explicó esta reaparición como reacción a "cierta música independiente demasiado educada y limpia, destinada a la formación de una nueva tribu: los indie-yuppies".

- El País -

domingo, 29 de mayo de 2011

Un dolor es...


Un dolor es una ocupación, puedes abandonarte a el sin ningún resentimiento. Es todo lo que tienes que hacer. Perseguir el dolor que viaja entre los nervios hasta el cerebro. Aislarlo ahí y vigilar después cualquier movimiento. Perseguir el efecto de los calmantes también, como la lluvia. Ver que se lleva a su paso y ver que queda.

"Tokio ya no nos quiere" de Ray Loriga

viernes, 27 de mayo de 2011

La memoria del diablo...


La memoria del diablo

Rudolf Höss trazó su autorretrato en 'Yo, comandante de Auschwitz'

El susurro del diablo. Un diablo anodino, desapasionado, funcionarial, gris, pero diablo. El que mantenía encendidas las calderas. Así suenan las memorias del oficial de las SS Rudolf Höss (1900-1947), comandante de Auschwitz desde 1940 hasta finales de 1943, periodo en el que organizó como un macabro proceso industrial la muerte atroz de dos millones y medio de personas en el gran campo de exterminio. Höss, un tipo detestable donde los haya y no sólo por su papel en el mayor crimen de la humanidad sino por su bajeza y mezquindad, que le llevaron, no se lo pierdan, a juzgarse "una inconsciente ruedecilla en la maquinaria del III Reich" y a ¡compadecerse a sí mismo! por la magnitud de la tarea asignada -el asesinato de los judíos y otros considerados enemigos del Reich- , escribió su autobiografía en la prisión de Cracovia mientras esperaba a ser procesado tras su detención en 1946. El ex comandante, puntilloso especialista de la liquidación, fue condenado a muerte y colgado el 7 de abril de 1947 en un patíbulo alzado en el propio campo, en el centro del atormentado paisaje de su maldad.

Excepcional testimonio de uno de los máximos implicados en el genocidio nazi -y el único directo, de su puño y letra, de un comandante de campo de exterminio-, Yo, comandante de Auschwitz (Kommandant in Auschwitz, 1958) se publica en España (Ediciones B) de nuevo tras ser editada hace exactamente treinta años por Mario Muchnik en una edición hace tiempo inencontrable. La traducción es la misma, de Juan Esteban Fassio, pero la nueva publicación, aparte de escribir el nombre como Höss y no Hoess como en la primera (lo que hace más difícil la habitual confusión por homofonía del jefe del campo con el lugarteniente de Hitler, Rudolf Hess), cuenta con una excepcional introducción de Primo Levi, escrita en marzo de 1985 y que ya vale todo el libro (por su interés, su emoción y no digamos su categoría moral).

Levi advierte que el libro está lleno de "infamias contadas con torpeza", que su nivel literario es "mediocre" (y se queda corto) y que el autor se revela "un canalla estúpido y verboso, basto, engreído y por momentos manifiestamente falaz". Y sin embargo, añade, "esta autobiografía es uno de los libros más instructivos que se hayan publicado nunca por cuanto describe con precisión el itinerario de uno de los mayores criminales de la historia".

El relato de Höss, que, pese a su vileza, confirma punto por punto todos los horrores de Auschwitz, ha sido considerado tradicionalmente en medios neonazis y revisionistas una falsificación o al menos una confesión arrancada a la fuerza y por tanto inaceptable, pero en sus memorias, el ex comandante no hace sino ratificar su testimonio en el proceso de Núremberg, donde declaró, con todas las garantías judiciales, como testigo de la defensa llamado por el abogado de Kaltenbrunner, el brutal y caracortada jefe de los servicios de seguridad del Reich (Höss no lo hizo muy bien, o sí, según se vea: a Kaltenbrunner también lo ahorcaron).

Nacido en Baden-Baden en una familia pía que quería hacer de él un sacerdote, Höss, tras algunas dudas, prefirió la vida militar. Con 15 años se alistó y luchó durante la I Guerra Mundial en Oriente Medio junto a los aliados turcos, defendiendo, entre otros lances, el ferrocarril del Hedjaz, por lo que podría haberle pegado un tiro Lawrence de Arabia. Desgraciadamente no fue así. El muchacho se mostró valiente, se convirtió en el suboficial más joven del ejército alemán y ganó la Cruz de Hierro. En 1919 se unió al Freikorps en el Báltico y en 1923 fue a parar a la prisión por un asesinato en el que también estaba implicado Bormann, que le ayudó luego en su carrera. Liberado en 1928, Himmler le invitó en 1934 a unirse a las SS.

Las páginas de Höss, cuajadas de autojustificaciones y teñidas de una falsa sensibilidad que provoca náuseas, incluyen perlas como cuando el SS confiesa que se mostraba tan duro e implacable para que no lo acusaran de débil, pues en el fondo, mira tú que gran ser humano, "experimentaba una gran turbación" ante los castigos corporales y asesinatos de deportados.

Höss inició su carrera de mastín en Dachau y luego pasó a Sachsenhausen, campo del que deja escritas "impresiones variadas y pintorescas", que incluyen palizas y ejecuciones. Pero es Auschwitz, claro, a donde llegó para poner el campo en marcha en todo su horror, lo que más aparece en sus memorias. "El mal ambiente de Auschwitz", dice, "me acabó transformando en otro hombre: me encerré en mí mismo y me hice duro e inaccesible". El SS nos adentra en el infierno del exterminio sin ningún preámbulo. De repente, ya está "liquidando" a los gitanos. "No resultó nada fácil hacerles entrar en la cámara de gas, ninguna ejecución de judíos resultó tan penosa". Asegura que los gitanos eran sus presos favoritos y que de no haber tenido que matarlos, vaya, se habría interesado más en su vida y costumbres. En cuanto a los judíos, asegura que nunca sintió "personalmente" odio hacia ellos.

En 1941, escribe como de pasada, "el Reichsführer juzgó necesario proceder al exterminio de todos los judíos, sin excepción". Como en Auschwitz eran conscientes de su destino, su estado psicológico, dice, decayó, lo que, asegura el comandante, "explica en parte la elevada mortandad del colectivo". Leyendo eso uno casi lamenta que se limitaran a ahorcarlo.

Cuando Himmler le mandó en el verano de 1941 preparar Auschwitz para el exterminio en masa, escribe Höss que le pareció que en aquella orden "había algo monstruoso", pero los argumentos le hicieron pensar que las instrucciones quedaban perfectamente justificadas. Lo achaca al adoctrinamiento SS. "No podía reflexionar: tenía que ejecutar la consigna, no podía elaborar un juicio personal". Las "órdenes en nombre del Führer eran sagradas" y él era "un soldado".

Los pasajes en que describe los gaseamientos son de agárrate. Sin embargo, confiesa que se sintió "tranquilizado" al ver que el Zyklon B, el preparado de cianuro usado en las cámaras, era higiénico y mataba bien. "Un breve grito, casi ahogado y todo había terminado". Lo más importante "era mantener una calma lo más completa posible durante la operación de llegada y desnudamiento". Entonces, "hasta los niños entraban jugando en las cámaras de gas". Cuando alguna mujer se alteraba, "había que cogerlas rápido, llevarlas aparte y pegarles un tiro en la nuca".

Höss, que vivía en el campo con su mujer y sus hijos, en plan El niño con el pijama de rayas, tiene momentos de un lirismo repulsivo: "Durante la primavera de 1942, miles encontraron la muerte en las cámaras. Su salud era perfecta; los árboles que rodeaban la instalación estaban en flor. Ese cuadro en que la vida se codeaba con la muerte ha quedado en mi memoria". Todo el asunto del exterminio, asegura, le hizo infeliz en Auschwitz y provocó en él "impresiones imborrables y amplia materia de reflexión". Le ayudaba a vencer los escrúpulos, explica, hablar con Eichmann. O tomar copas con Mengele, que ya es pasatiempo. Es fácil percibir en todo ello un gran ejercicio de cinismo, cuando se le escapan expresiones como: "En Auschwitz no había tiempo para aburrirse". De hecho, entre tanta jeremiada -y perdón por la expresión- uno se queda con la idea de que el mando del campo, su planificación, construcción y administración, fue, para él, su mejor hora.

Al cerrar las memorias, dice que se mantiene fiel a la filosofía nacionalsocialista aunque reconoce que el exterminio de judíos "constituía un error", pero más que nada porque "despertó el odio de todo el mundo contra Alemania" y "permitió a la judería acercarse a su objetivo final".

De todo el libro acaso no hay nada peor que la frase final. Tras reflexionar sobre el hecho de que "el gran público" le considere un sádico y el asesino de millones de seres humanos, anota: "Nunca comprenderán que yo también tenía corazón". Puaf.

'La memoria del diablo' es un reportaje del suplemento 'Domingo'

- EL PAIS -

jueves, 26 de mayo de 2011

Una sola raya...


Una sola raya (de coca) no sirve de casi nada. Te deja como un cristo sujeto de un solo clavo.

"Tokio ya no nos quiere" de Ray Loriga

martes, 24 de mayo de 2011

Rebelión contra el gratis total en la Red...


Rebelión contra el gratis total en la Red
Los medios de comunicación revisan su estrategia y empiezan a cobrar a los usuarios - Google está dispuesta a facilitar pequeños pagos por los artículos - Cine y música exploran nuevas fórmulas
Que los contenidos culturales o informativos no van a seguir ofreciéndose gratis en la Red para siempre lo intuye hasta el gigante Google, el gran beneficiado del modelo de gratuidad para el usuario imperante hasta hoy. Google, enfrentada con los editores de prensa por explotar sus noticias, se rinde a la tendencia y prepara herramientas para facilitar los micropagos a los medios de comunicación. Las industrias de la información se han lanzado a explorar fórmulas para rentabilizar su presencia en la Red más allá de la publicidad, hasta ahora principal y casi única fuente de ingresos. Y el cine o la música, alentados por el éxito de empresas como iTunes, ensayan nuevas fórmulas para cobrar por sus productos mientras crece la presión política contra el libre intercambio de archivos en la Red.

Micropagos por noticias, suscripciones de distintos niveles, radios personalizadas o el pago por visión de películas en alta definición se abren paso en un Internet que, desde su nacimiento, había sido sido sinónimo de gratuidad.

Millones de internautas se han acostumbrado a acceder a artículos, discos o películas sin costes. Pero lo que muchos usuarios consideran un derecho, para las industrias de contenidos se ha convertido en un problema económico y de propiedad intelectual. Las empresas que, como los diarios, creyeron que abriéndose a la Red lograrían un retorno adecuado en forma de publicidad están dando marcha atrás. Los banners no compensan igual que los viejos anuncios de papel y muchos editores han decidido volver al cobro.

Tras las protestas de la industria cinematográfica y musical, el sector mediático empieza a rebelarse contra la gratuidad, en medio de la peor crisis publicitaria de su historia. Rupert Murdoch, propietario de News Corporation, el mayor grupo de medios de comunicación, encabeza la manifestación. En agosto, anunció que cobrará por el acceso a la versión digital de sus diarios -entre ellos, The Wall Street Journal, The Times y The Sun- a partir de 2010. "La revolución digital ha abierto muchos canales de distribución nuevos y baratos, pero eso no convierte el contenido que transmiten en gratuito", aseguró. El magnate australiano argumenta que la calidad no es barata y "una industria que regala su producto está canibalizando su capacidad de hacer buen periodismo". Murdoch ya ha mantenido reuniones con sus principales colegas, entre ellos The New York Times, para crear un gran consorcio que impondría el pago por la lectura de sus contenidos digitales.

Otras voces del sector van por la misma línea y como sostiene el editor del Financial Times, Lionell Barber, "durante los próximos 12 meses la mayor parte de las organizaciones de noticias estarán cobrando por sus contenidos". L. Gordon Crovitz, fundador de Journalism Online, aseguraba en una entrevista con EL PAÍS que los accesos gratis a la información en Internet tienen los días contados -"el modelo de negocio actual de acceso libre al contenido en Internet claramente no funciona"- y apostaba por uno mixto: "El futuro será una combinación de modelos de pago y gratuitos. Los consumidores pagarán directamente y también habrá modelos en los que distribuidores de distinta naturaleza, como los libros digitales, pagarán royalties".

Los últimos movimientos apuntan en este sentido. Siguiendo el ejemplo de Murdoch, The Economist, la revista financiera más prestigiosa del mundo, acaba de anunciar que cerrará su web y dejará de ofrecer noticias gratuitas, como venía haciendo desde septiembre de 2006. En seis meses, organizarán un nuevo modelo que puede estar basado en los micropagos.

El diario francés Libération que, desde su ideología de izquierdas se ha caracterizado por la defensa del "todo gratis" también ha cedido por el mal momento financiero que atraviesa. Desde ayer, ha puesto una parte de su edición electrónica de pago, mediante dos tipos de abonos. El básico -Essentiel, a seis euros mensuales- permite acceder al contenido del diario de papel en formato PDF, a los archivos de los últimos 15 años y otros servicios; el Première, a 12 euros, da acceso a la edición a medida que se van cerrando las páginas en el diario.

El caso de Libération no es aislado en Francia. Le Monde tiene una edición digital especial para abonados -también a seis euros mensuales-, al igual que Le Parisien (ocho euros) y el diario económico Les Échos (15 euros), mientras que Le Figaro y el semanario L'Express también preparan ediciones electrónicas de pago.

En el otro frente está Google. La empresa del buscador es el primer y, en muchos casos, único beneficiario de esa revolución del gratis total. Sus costes por agregar contenidos son casi nulos, y alimenta su negocio publicitario (Adsense y Adwords). El anuncio el pasado mayo de que Google añadirá publicidad a su agregador de noticias, Google News, levantó las iras tanto de las asociaciones de editores europeas y norteamericanas, que acusaron a la multinacional de lucrarse con el trabajo ajeno y sin su permiso.

A Google no le conviene el enfrentamiento directo contra toda la prensa mundial. Por eso, ha iniciado en los últimos meses un movimiento de acercamiento. La empresa podría estar preparando un sistema de pago online que permitirá que los periódicos puedan cobrar a sus lectores por acceder a sus artículos, según ha señalado el centro de reflexión sobre los medios de comunicación de la Universidad de Harvard. Google habría presentado el proyecto a la Asociación de Periódicos de EE UU (Newspaper Association of America), después de que la compañía fuera requerida sobre la viabilidad del sistema. En la presentación de su proyecto enviado a la NAA, Google vaticina que "la publicidad seguirá siendo probablemente la fuente de ingresos más importante de las empresas de medios de información", pero que "hacer pagar a los usuarios podrá proporcionar un suplemento de ingresos nada despreciable".

Otro sector que ya ha sufrido una profunda transformación ha sido la industria musical. Tras presentar numerosas demandas contra portales y programas que facilitaban descargas gratuitas, ha empezado a consolidar estrategias adaptadas a conciliar las posibilidades que ofrece Internet y con la rentabilidad económica, tras años en los que la descarga gratuita de música hizo tambalear los cimientos del sector discográfico. Páginas de venta de música por Internet como Amazon y iTunes, que incluso ha superado en ventas a la cadena de tiendas Wall Mart, han experimentado un crecimiento notable y han dado lugar a nuevas modalidades de venta, distribución y consumo de contenidos musicales que impulsan a las discográficas a replantearse sus estrategias comerciales. Tras la caída de las ventas de CD en las tiendas, la tendencia dominante es la aportación de servicios añadidos y la fragmentación de contenidos: las ventas de canciones sueltas se imponen a las ventas de álbumes completos. La compra en tiendas virtuales se impone a la venta física de CD.

Durante 2008, se comercializaron 1.400 millones de temas por la Red, el 24% más que en 2007. Desde ese año, el crecimiento ha sido espectacular. Hace dos años la venta de música en Internet sólo representaba el 20% de todo el mercado. Y un estudio de la prestigiosa consultora NPD indica que las ventas de música a través de portales como iTunes o AmazonMP3 sobrepasarán las de los compactos en 2010.

Pero el mercado no deja de evolucionar y las descargas han dejado paso al streaming, la reproducción de contenidos en web sin necesidad de descargarlos. El éxito de servicios de reproducción online como Last Fm, Yes.fm o la sueca Spotify han revolucionado el mercado y han hecho que el streaming se consolide como la opción preferida de los consumidores. Spotify es un radio adaptada a Internet, que nació del acuerdo entre sus creadores y las grandes discográficas. Ofrece una modalidad gratuita, con breves cuñas publicitarias, que incluye una amplia biblioteca musical y permite al usuario confeccionar listas con sus temas preferidos. Cuenta también con una opción de pago sin publicidad y una colección más extensa de canciones. "Los jóvenes piensan en YouTube y MySpace como los lugares donde oír música al instante, y los nuevos dispositivos son capaces de ofrecer acceso a lugares como Pandora o Last.fm, que funcionan como radios personalizadas", aseguraba Eliot Van Burskik, de Wired.

Otra de las últimas iniciativas surgidas en el sector en los últimos meses, ha sido la presentada Virgin Media, que planea un servicio de descargas que "por el precio de un par de discos al mes" permite al usuario acceder a todo el catálogo disponible, sin ningún tipo de límites. Los temas ofrecidos por la empresa del magnate Richard Branson, que ha sellado un acuerdo con el mayor proveedor de música en el mundo, Universal, no estarán protegidos con DRM (Digital Rights Management), el sistema anticopia.

El éxito de estas iniciativas, incluso entre una audiencia que se estaba acostumbrando a no pagar por tener las últimas novedades antes de que salieran al mercado, parece que marcará la pauta del futuro de la industria, y no sólo de la discográfica. Daniel Ek, fundador de Spotify, sostiene que ese futuro está en "en el acceso no en la propiedad". "En el futuro a los consumidores les dará igual tener o descargarse canciones. Lo que quiere es acceder a ellas".

Las discográficas llevan años ensayando los sistemas de pago pero hay otros sectores que se han mostrado menos activos. La industria audiovisual observa como las redes P2P, como Torrent o Emule, el streaming y las descargas directas, que proporcionan páginas como Rapidshare o Megaupload, son cada vez más utilizadas. Las descargas por esta vía se han duplicado por segundo año consecutivo, según un informe publicado por Big Champagne.

El sector cinematográfico no quiere quedarse atrás y en las últimas semanas se ha hecho pública la alianza entre Paramount, Lions Gate y Metro Goldwyn Mayer para lanzar al mercado Epix, un servicio de películas de alta definición en streaming que ofrecería los últimos estrenos de cine bajo suscripción en un paso más de la integración del cine en la Red. El sistema se comercializará al mismo tiempo que el pay-per-view y antes que la edición en DVD. En España, empiezan a ver la luz los primeros proyectos de pago similares como Filmotech.

Youtube, el portal gratuito que revolucionó la forma de ver vídeos en la Red, también ensaya fórmulas de pago y negocia con algunos de los grandes estudios de Hollywood la distribución de películas bajo la fórmula de alquiler similar a la que ya emplea iTunes, a un precio de 3,99 dólares, según recoge The Wall Street Journal.

El fenómeno no es ajeno a los intentos de frenar las descargas gratuitas. Reino Unido ha planteado la posibilidad de cortar la conexión a los usuarios que descarguen contenidos protegidos con copyright y Francia, tras intensos debates en el Parlamento, ha aprobado una ley para imponer multas de entre 1.500 y 3.750 euros a los usuarios. En España, donde la descarga de archivos por programas P2P no se considera delito, cualquier medida debe surgir del acuerdo entre operadores, industria cultural y Gobierno, hasta ahora sin resultados. En vez de esperar, los proveedores de contenidos ya están cambiando el paso.

Manifiesto sobre el nuevo periodismo

- Un grupo de periodistas y bloggers alemanes ha lanzado un manifiesto sobre el periodismo en Internet, que ha generado un intenso debate en la profesión. Éstos son sus postulados:

1) Internet es diferente. Los medios deben adaptar sus métodos de trabajo a la realidad tecnológica en lugar de ignorarla o cuestionarla.

2) Es un imperio mediático tamaño bolsillo. La web reorganiza las estructuras mediáticas trascendiendo antiguas fronteras y oligopolios. La publicación y distribución de los contenidos ya no está vinculada a fuertes inversiones.

3) Internet es nuestra sociedad y nuestra sociedad es Internet. Si las compañías mediáticas quieren sobrevivir, tienen que entender el mundo de los usuarios y asumir sus formas de comunicación.

4) La libertad de Internet es inviolable. Bloquear el acceso a Internet corrompe nuestro derecho fundamental a acceder a un determinado nivel de información.

5) Es la victoria de la información. Los ciudadanos pueden informarse ahora mejor que nunca.

6) Los cambios de Internet mejoran el periodismo. Ahora puede cumplir su vocación socioeducativa de una nueva forma. Quienes quieran sobrevivir necesitan nuevos ideales, nuevas ideas y ganas de explotar este potencial.

7) La Red requiere trabajo en red.

8) Hay que recompensar por links o por ser citado.

9) Internet es el nuevo lugar para el discurso político.

10) La libertad de la prensa significa libertad de opinión.

11) Más es más. No hay nada mejor que demasiada información.

12) La tradición no es un modelo de negocio. Los contenidos periodísticos en la Red pueden ser rentables, pero deben adaptar sus estructuras. El periodismo precisa competir abiertamente para lograr buenas vías de refinanciación en la Red, además de coraje para invertir en la puesta en marcha de esas soluciones.

13) El copyright se ha convertido en un deber cívico en Internet. Es el eje de la organización de la información en la Red. No se debe usar como excusa para salvaguardar mecanismos de suministro obsoletos y cerrar nuevas vías de distribución o licencias. Pero la propiedad implica obligaciones.

14) Internet tiene muchas monedas. Los servicios periodísticos on line financiados a través de anuncios ofrecen contenidos con un efecto multiplicador.

15) Lo que aparece en la Red permanece en ella.

16) La calidad es la cualidad más importante. Los usuarios se han vuelto muy exigentes en este sentido. 17) Todos para todos. La generación Wikipedia sabe valorar la credibilidad de una fuente. No busca al periodista que lo sabe todo, sino que comunique e investigue.

El País

sábado, 21 de mayo de 2011

Memorias de un perrito pop


Memorias de un perrito pop

Un libro sobre Snoopy fija la enorme influencia de la serie de Charles Schulz

"¡Te lo juro por Snoopy!" fue el grito de guerra de toda una generación pija, que utilizó al simpático perro que dormía sobre su caseta e hizo de él algo más que un símbolo para convertirlo en el icono de un modelo de sociedad consumista basada en marcas y logotipos como identificadores de clase. Una asimilación no exenta de lógica: respondía a la omnipresencia de los personajes de Carlitos y Snoopy en ese aire que respiramos compuesto de oxígeno y publicidad, protagonistas de miles de campañas y representados en objetos de todo tipo, desde el más minúsculo al más grande, desde el más absurdo al más cotidiano.

Ese éxito planetario fagocitó en buena medida toda lectura o análisis posterior de la serie que durante 50 años dibujó puntualmente Charles Schulz. Diez años después del fallecimiento de su creador, la aparición de Schulz, Carlitos y Snoopy: una biografía, de David Michaelis (EsPop Ediciones) permite una aproximación a la serie creada en 1950 gracias a un triple enfoque: en primer lugar, la crónica biográfica exhaustiva y minuciosa, que narra la vida del creador con una apabullante avalancha de datos. Un relato que aborda desde los detalles más superficiales hasta aquellos más personales, componiendo un perfecto retrato del hijo de un barbero inmigrante que crecería como un hombre tímido de fuertes principios religiosos pero con una vocación artística determinada y firme que terminaría siendo ejemplo perfecto del sueño americano.

En segundo lugar, la propia cronología de la evolución de una serie que ya nació de forma atípica: los personajes de Schulz se alejaban de las habituales series protagonizadas por niños que aparecían en la prensa de la época, herederas del modelo de gamberretes descarados impuesto por Yellow Kid o The Kantzejammers Kids (los antecedentes de nuestros Zipi y Zape), para abordar problemas de adultos con un planteamiento introspectivo, casi existencialista, inédito para una tira diaria. Una nueva forma de entender la historieta que Michaelis va relacionando con acierto con la propia vida de su autor, intentando completar ese rompecabezas nunca resuelto de la verdadera personalidad de Charlie Brown, pero también explicando las razones que han hecho de la serie una inspiración y ejemplo a seguir para autores tan dispares como Quino, Bill Watterson, Chris Ware o Matt Groening.



Y en tercer lugar, con un escrupuloso análisis de las razones que convirtieron la serie y sus personajes en un fenómeno mediático y sociocultural sin precedentes. Desde esa serie que se iniciaba con poca confianza, relegada a un formato minúsculo para aprovechar espacios en blanco de las páginas de los periódicos (el tamaño de "cuatro sellos de correos", según el autor) y bautizada con un nombre poco afortunado que el autor rechazaba como ridículo, Peanuts (cacahuetes), hasta tener millones y millones de lectores que la llevaron a ser la serie de prensa con más éxito de la historia, iniciadora del concepto moderno del merchandising.

Una triple vía de análisis, desarrollada en paralelo, que aporta una nueva perspectiva a la obra de Schulz, permitiendo que el lector cuantifique la importancia de la obra mucho más allá de sus logros económicos y entender las razones que llevaron a la serie a convertirse en un icono de la cultura de masas, capaz incluso de lograr que su primera incursión en los dibujos animados sustituyera al ¡Qué bello es vivir! de Capra como sinónimo de fechas navideñas a la vez que sus tiras protagonizaban sesudos debates en las universidades y eran objeto de tesis doctorales.

EL PAIS

viernes, 20 de mayo de 2011

Morritos...



El mamífero con la boca más grande es el ornitorrinco, pero yo siempre respondo que Steve Tyler en el Trivial.

Maldíaparadejardefumar

miércoles, 18 de mayo de 2011

Érase otra vez...


Érase otra vez...

La literatura infantil se renueva, pero los superventas son los clásicos de siempre, como 'Caperucita' - El miedo atávico a la soledad, el abandono o la violación no tiene sustituto

Érase una vez y otra y otra que Caperucita llegó a casa de su abuelita y... La literatura infantil se renueva con grandes ilustradores, pero los superventas siguen siendo los cuentos de siempre en múltiples versiones. ¿Los niños eligen los clásicos o son los padres los que transmiten cuentos que ya les narraron sus abuelos?

España es uno de los países europeos que más literatura infantil editan, aunque en los quioscos siguen ocupando lugar preferente los cuentos troquelados de La ratita presumida. Los clásicos, muchos de ellos de tradición oral y recopilados por los grandes maestros, como Hans Christian Andersen, los hermanos Grimm o Charles Perrault, conviven con una amplia producción contemporánea de calidad nacional e internacional.

"Todos vivimos al margen de la literatura infantil hasta que tenemos un niño cerca, y entonces se recurre a las referencias del pasado, pero si das un paso descubres los cuentos actuales", dice Pep Molist, crítico literario. El relato infantil vive un buen momento, resurge la figura del cuentacuentos y se crean novedades. Sin embargo, nada ni nadie puede superar al lobo, la bruja y la madrastra. Son representaciones del conflicto, y sin conflicto no hay cuento.

"Los cuentos tradicionales son un buen instrumento para conducir los conflictos inconscientes. El niño se encontrará, cuando lee Pulgarcito, con los sentimientos de pequeñez e impotencia; con el sentimiento de abandono en Hansel y Gretel, con la envidia en Blancanieves, con los celos en Cenicienta...", explica la psicóloga clínica Beatriz Azagra.

Los padres cada vez tienen menos tiempo para contar y menos tiempo para la imaginación. "La sociedad actual requiere dedicación al trabajo, a las compras, al ocio... y realmente el momento para disfrutar con los hijos es muy poquito, aunque es cierto que hay una nueva generación de madres muy preocupadas que ya buscan el cuento antes de tener a su bebé", explica Numancia Rojas, experta en el arte de contar y enseñar a contar. "La crisis tiene algo bueno: vamos a tener que recurrir a lo ancestral, a la conversación en familia".

En la casa de la ilustradora Roser Capdevila hay mucha luz y detalles de las famosas trillizas de su creación en cada rincón. Cuando no se trata de dibujos, son fotos de sus hijas, las reales. "Los clásicos son patrimonio de la humanidad", reivindica. "No son de un autor concreto". La prueba de que los cuentos populares no entienden de fronteras la tiene en su propia experiencia. "Hace años me invitaron a Japón y expliqué un cuento en una de las escuelas. Son niños muy receptivos. Mediante dibujos les conté el cuento de Pulgarcito, y resultó que ellos lo conocían exactamente igual. A Pulgarcito se lo comía un buey".

Los clásicos se reeditan continuamente. Las editoriales apuestan por las nuevas creaciones, pero también juegan con la nostalgia. Una de las últimas colecciones son los Cuentos inolvidables, de Ferrándiz, con títulos como Mari Pili en biscúter y El Urbano Ramón.

"Desde el punto de vista comercial funciona la nostalgia del pasado. Los compran los que eran niños hace 30 o 40 años, o los abuelos y abuelas", explica Virgilio Ortega, director editorial de Planeta DeAgostini.

Ortega defiende también la creación de nuevas historias. "En estos momentos estoy en Bolonia -la mayor feria mundial de literatura infantil- y salgo de una exposición de ilustradores infantiles. Son auténticos artistas. Enmarcaría esos dibujos y los pondría en mi casa. Y no están llegando tanto como se merece", exclama desde el otro lado del teléfono. "Se están creando libros muy buenos, pero no todos se están promocionando", lamenta Ortega.

La facturación anual del sector de literatura infantil y juvenil fue de 330 millones de euros en 2008, lo que supone un crecimiento en los últimos cuatro años del 21%.

Thule es una de las editoriales que tratan de innovar. José Díaz, su editor, se queja de que el mercado "es un tanto conservador". Ellos apuestan por los cuentos de nueva creación, aunque también se apuntan a los clásicos versionados. Tienen un cuento que se llama La boca del lobo, la historia explicada desde el punto de vista del lobo de Caperucita, que reconoce apenado que todo fue un accidente. "No está mal que se cuenten de nuevo los clásicos, pero nosotros buscamos otra cosa. España está en un primer nivel mundial en ilustración, pero en cuanto a la letra existe la creencia de que el texto para niños es un texto para tontos", remarca Díaz.

Otro de los cuentos editados por Thule se llama El libro inclinado, de Peter Newell (EE UU, 1912). Es la historia del carrito de un bebé que se le escapa a su madre y va atropellando a todo el mundo. "Es curioso ver cómo una historia de entonces es tan moderna". Se lo pueden preguntar a Caperucita Roja, tantos años repetida.

Numancia Rojas defiende esta primera versión de la historia: "En la época de Luis XIV se produjeron una serie de violaciones en los campos de las poblaciones cercanas a París. Las víctimas eran adolescentes. Alguien inventó a Caperucita Roja para asustar a esas jóvenes y evitar así que fueran al bosque. Si realmente querían inventar un cuento maravilloso, ¿por qué el lobo espera a Caperucita en la cama y no se la come en el bosque? El rojo de su vestido simboliza la adolescencia, cuando llega la menstruación".

Otro, Antonio Rodríguez Almodóvar, ha publicado La verdadera historia de Caperucita, en la que el leñador no salva a nadie, sino que la niña se da cuenta de que quien está en la cama es el lobo. En esta historia no existe la figura del macho-salvador de ninfas inocentes.

Cada país tiene sus preferencias. En España, los favoritos son Caperucita Roja, Cenicienta, Las siete cabritillas, Los tres cerditos, Blancanieves, La ratita presumida, Hansel y Gretel y La Bella Durmiente, enumera Teresa Tellechea, editora de SM. En Reino Unido, uno de los más solicitados es Ricitos de Oro y los tres osos; en Francia, La princesa y el guisante, mientras que en Alemania gusta Hansel y Gretel.

Las editoriales se repiten con los títulos, pero no más que los niños. ¿Por qué el niño se obsesiona con el mismo cuento? Lo pide uno y otra vez, semana tras semana. Los padres buscan distraer su atención, le ofrecen otros títulos, van juntos a la librería, pero no hay remedio. El niño quiere ese cuento.

"Hay niños que se enganchan con determinados cuentos o con determinadas películas. No hay que preocuparse. Les tranquiliza escuchar o ver siempre lo mismo. Al niño la incertidumbre no le gusta, le inquieta. Como ya sabe que va a acabar bien, tiene un control sobre esa angustia", explica Arancha Fernández, psicóloga clínica del hospital madrileño La Paz.

Al memorizar el cuento, el niño puede construir un primer andamiaje mental, algo así como formatear el disco duro. Es importante contarles siempre de la misma forma la historia para su seguridad mental, por eso protestan cuando se les varía una coma.

Los cuentos de hadas, según Azagra, permiten al niño disociar los sentimientos y manejar la ambivalencia. Existen las hadas y la madrastra, el príncipe y el lobo, pueden disociar en personajes buenos y malos y manejarse con ellos, de la misma forma que deberá hacer con sus sentimientos.

El estilo políticamente correcto también influye en el cuento. No todo el mundo sabe que la madrastra intentó matar a Blancanieves tres veces. Antes de la manzana envenenada, lo había probado con una púa de peine envenenada; tras su fracaso la quiso estrangular con un lazo rojo. Ésa es la verdad verdadera, pero la versión de Disney lo ha dejado en sólo dos intentos. Y la cosa no acabó con beso en la versión popular. Los enanitos llevaban a Blancanieves en una caja de cristal, y uno de ellos tropezó. Con el golpe, Blancanieves expulsó el trozo de manzana y despertó.

"Explicamos siempre los mismos cuentos, y en versiones apócrifas. La educación exige que todo sea políticamente correcto, pero a pesar de todo no puedes evitar que los niños se enamoren de los Simpson y de Shin Chan. Puedes crecer en un mundo de algodón, pero te aburres. Ha habido dos épocas políticamente correctas, la época victoriana y ahora, que vivimos una época en que los cuentos son políticamente correctos", explica la profesora universitaria Teresa Durán.

La profesora de edición de literatura infantil Estrella Borrego considera que los cuentos pueden hablar de todo, "también de la crueldad". "El secreto está en el cómo y, eso sí, el final siempre tiene que ser positivo, esperanzador. En cualquier caso, la censura la ejerce el propio lector. Los niños saben muy bien lo que les gusta y por qué. Y odian las mentiras", afirma.

Los padres y los maestros son los que tienen que elegir. Ellos tienen la responsabilidad. "Echo de menos que la literatura infantil no sea una asignatura obligatoria en Ciencias de la Educación", dice Carme Gil, escritora de relatos para los más pequeños. La semana pasada publicó su quincuagésimo noveno libro, El tesoro de la laguna. Su cuento favorito, sin embargo, es La ratita presumida, porque siempre se lo contaba su madre.

Los padres pueden confiar en el librero para abordar la nueva literatura infantil. "El problema está en seleccionar entre todo lo que se edita. Generalmente no se elige el mejor producto, sino el que más se publicita", añade Gil. Y aquí es donde entra el poderoso y omnipresente mundo de Disney, capaz de cautivar al niño. "Disney hace su labor. Las ilustraciones son fantásticas, pero los textos son ñoños. Los niños conocen los clásicos por Disney, y es una versión parcial y generalmente censurada. El problema de la literatura infantil es que se considera a los niños tontos y sufre censura por parte de las editoriales y también por parte de los padres", explica Gil.

En Disney aseguran que su mundo es igual a fantasía. "No se trata de endulzar o no, sino de hacer que los niños también disfruten de la imaginación, donde todo puede pasar", dice una portavoz.

El clásico de animación La Bella Durmiente ha celebrado este año el 50º aniversario convertido en un icono del imperio que montó Walt Disney. La historia de la princesa Aurora es uno de los grandes éxitos de los estudios estadounidenses. Prueba de que Aurora emociona son sus seguidores en la red social Facebook, donde esta princesa cuenta con más de 13.000 fans, dos mil más que Blancanieves, que también habita en Internet.

La ilustradora alemana Stefanie Pfeil defiende las historias del pasado. Ella nació muy cerca de Kassel, donde crecieron los Grimm. "Eran tan brillantes que vale la pena que se conozcan".

Cada vez más se recurre al cuentacuentos, una figura que siempre ha existido, pero que ahora se profesionaliza. Diego Magdaleno lleva 12 años en ello. Curiosamente, no cuenta las mismas historias a su hija que a su público. "Es necesario que haya un personaje malo, algo que se tiende a evitar, pero eso no es bueno. En la vida hay lobos. Los personajes malos no pueden desaparecer". Su hija Candela siempre le pide Caperucita Roja. Él prefiere otro, el cuento de Paco, un ratón que viaja a la Luna y allí descubre que no es un queso y colorín colorado este cuento se ha acabado.

El País

martes, 17 de mayo de 2011

domingo, 15 de mayo de 2011

La errática juventud del 'e-book'


La errática juventud del 'e-book'
El regalo estrella de estas navidades seguramente transforme el modo en el que consumimos literatura, pero aún comete errores de principiante: los títulos para libros electrónicos pueden ser más caros que los de papel, llegar más tarde o, incluso, desaparecer un día de tu biblioteca.

Virginia Woolf no inventó el e-book, obviamente, pero en 1927 propuso en un debate radiofónico de la BBC imprimir los libros en un papel que al cabo de tres meses se redujera a polvo. Si la obra era buena, habría que imprimirla de nuevo. Así, "la mayoría de libros tendría una muerte natural en meses", afirmó. "Ningún espacio sería malgastado, ninguna basura recolectada". Faltaba más de una década para que se fabricase algo parecido a un ordenador, pero Woolf ya barruntaba la posibilidad de que las obras literarias no justificasen todo el papel que ocupan. Seguramente el e-book no le hubiese gustado un pelo como solución intelectual, pero desde luego solventa su criba físicamente.

Los libros son el último bastión de un viejo modelo de negocio en el que lo digital ha arrasado con el resto de los medios y ha cambiado la forma en que los consumimos. Tras estas navidades, en las que el libro electrónico promete ser el regalo estrella, aumentará notablemente el número de los que miden sus bibliotecas contando megas y no ejemplares. Algunos creen en un futuro en el que papel y bytes coexistirán pacíficamente. Christine Hoeger, del gigante americano Amazon.com, no. "No creo que puedan convivir. Con el tiempo, la lectura analógica, sean libros, revistas o periódicos, será reemplazada por lo digital". Y remata con una frase que repetirá más tarde: "Eso sí, es nuestra responsabilidad perfeccionarla". Amazon comercializa desde hace un tiempo el Kindle, que la prestigiosa revista de los tecnófilos Wired eligió como el mejor del mercado en una reciente comparativa. El Corte Inglés ha creado su equivalente en España al lanzar su propio e-book, el Inves Book 600, que, bien por cuestiones sentimentales o por la inexistencia todavía de un catálogo consistente, no se comercializa a través del departamento de libros, sino de electrónica.

Una mañana del pasado julio, Internet tembló cuando cientos de usuarios del Kindle denunciaron que un par de títulos habían desaparecido repentinamente de sus aparatos. Amazon descubrió que un error legal les había hecho estar vendiendo, sin poseer derecho a ello, 1984 y Rebelión en la granja, de George Orwell (irónicamente, azote del totalitarismo intelectual), y los retiró de todos los Kindle. "¡Es como si el dueño de la librería se hubiese colado en mi casa y se hubiese llevado un ejemplar de mi mesilla!", chilla un usuario en un foro de Amazon. Desde un despacho de propiedad intelectual explican que Amazon está en su derecho de hacer eso. "Es normal que entre millones de libros haya controversia con los derechos de uno. Si se retira y se indemniza a los consumidores con el precio, no hay perjuicio. ¡Normalmente se retiran productos del mercado y no se paga nada a nadie!". Amazon se disculpó, devolvió a los clientes los 99 centavos que habían pagado y aclaró que era "improbable" que esta situación se volviese a repetir. Pero la diferencia entre poseer el e-book —o sea, el soporte— y la obra literaria que contiene es algo que sigue creando confusión entre posibles compradores. "Por esto no me he comprado el Kindle", respondía otro usuario del mismo foro. "Quiero que un e-book sea de mi propiedad, con todos los derechos que eso implica".

En cualquier caso, la consolidación del e-book llega en una época inmejorable en la que llueven best seller: Stephen King vuelve tras años sin publicar una novela, John Grisham lo hace con un libro de cuentos y Sarah Palin ofrece sus memorias, por las que le han pagado 1,25 millones de dólares sólo de adelanto. La mayoría ha salido a la luz en EE UU a comienzos de noviembre... pero sólo en papel. Sus ediciones digitales, han anunciado las editoriales, no lo harán hasta finales de diciembre, una vez pasada la campaña navideña. Otro motivo de enfado para los usuarios del e-book. Lo que hace el asunto aún más confuso es que los grandes establecimientos americanos han comenzado a la vez una batalla de precios que los ha reducido hasta el paroxismo: algunos de estos libros sobrepasan en formato físico los 30 dólares, pero Wal Mart los rebajó a 10 a finales de octubre, Amazon lo hizo a 9, Target.com bajó un centavo y Wal Mart, días después, otro. Resultado: las ediciones en papel se están vendiendo a 8,98 dólares cuando sus equivalentes digitales rondarán los 10. ¿Cómo es posible que obras que esperan millones de personas lleguen a los e-books no sólo más tarde, sino más caras? Como única y críptica respuesta, en Amazon copian y pegan una frase que ya han dicho antes y parece cambiar de sentido: "Aún tenemos que perfeccionar el mercado digital". En literatura, esa figura se llama retruécano.

EL PAIS

sábado, 14 de mayo de 2011

Viejo dicho serbio...


Viejo dicho serbio: "Nosotros hacemos como que trabajamos, vosotros hacéis como que nos pagáis."

Daniel Davies: La isla de los perros

jueves, 12 de mayo de 2011

Mi Hermanito de la Luna...

Mi Hermanito de la Luna, vivir con un autista


Entrañable vídeo en el que una niña de cinco años cuenta como es vivir con su hermano autista...

miércoles, 11 de mayo de 2011

Reprimir la pulsión sexual es más difícil...


Safran Foer: "Reprimir la pulsión sexual es más difícil que la de comer carne"

El escritor neoyorquino promociona en Madrid su última obra, un alegato literario contra la ingesta de animales

Todo estalló cuando su mujer, la también escritora Nicole Krauss, se quedó embarazada. Jonathan Safran Foer (Washington, 1977) empezó a pensar en el mundo en el que viviría su hijo: en la situación política, social, medioambiental... y en la comida. Él, que había sido un vegetariano intermitente, aún no había conseguido responder la gran pregunta: "¿Es éticamente correcto comer animales". Y para hacerlo escribió 430 páginas fruto de dos años de investigación y varias visitas furtivas a granjas industriales. Comer animales, que ahora edita Seix Barral en España, reflexiona sobre las consecuencias que la industria alimentaria tiene sobre el medio ambiente, la salud humana y la economía, además de ahondar en la forma en que los animales viven y son sacrificados. A medio camino entre el informe y las memorias (gastronómicas) personales, recopila una cantidad ingente de datos y estudios que harán al lector mirar al sushi de otra forma. Foer llega a la entrevista con zapatos de piel -"todos tenemos nuestras hipocresías"- y pide horchata. Quizá un recuerdo de los dos años que vivió en España, entre Cadaqués y Barcelona. "Volví a Nueva York dos días antes del atentado de las Torres Gemelas". Un episodio que inspiró su segundo libro Tan fuerte, tan cerca (2005), que junto a Todo está iluminado (2002), Tree of codes (2010) y ahora Comer animales completan su currículo.

Pregunta. ¿Qué fue lo que más le impactó de todo lo que descubrió en su investigación?

Respuesta. Una pareja de amigos leyó el libro en la cama, antes de dormir, y me contaban que se interrumpían constantemente para decirse "¡Oh, Dios mío! No puedo creerme esto". Y esa es exactamente la sensación que tuve durante todo el proceso: no me puedo creer que la industria alimentaria sea la que más gases de efecto invernadero emite a la atmósfera, muchos más que la industria aeronáutica; que para capturar medio kilo de gambas en Indonesia, se maten y luego se devuelvan al mar once kilos de otros animales marinos; o que hay una bacteria (MRSA) relacionada con las granjas de cerdos intensivas que mata a más gente en Estados Unidos que el sida. Lo peor es que esto no sucede por accidente. Es que se hace a propósito. Sabemos o intuimos que no tratan bien a los animales que comemos y sabemos o intuimos la repercusión que esto puede tener para nuestra salud y aún así elegimos este tipo de consumo.

P. Según su libro, lo más equilibrado y sano, después de dejar de comer animales, serían las granjas y los sistemas de pesca tradicional. Pero entonces habría muchos menos productos cárnicos y pescado, y su precio se multiplicaría exponencialmente. Pasarían a ser un lujo solo para ricos. Y la gente normal no podría acceder a ellos y no por una decisión moral.

R. Es que el pescado y la carne deberían ser caros. Son caros, de hecho. Hace dos meses se publicó un estudio que cuantificaba en 200 dólares (139 euros) el coste real de producir las hamburguesas que se venden a un euro. Todo el proceso de crianza, sacrificio, transporte... influye en el aumento del nivel del mar, en el crecimiento de emisiones de CO2. Y todo eso nosotros lo pagamos, no al comprar la hamburguesa, pero sí con nuestros impuestos que pagan las subvenciones que da el gobierno a la industria. Y también pagamos las consecuencias, claro.

P. ¿No hay término intermedio? ¿O hamburguesas a un euro o panceta a 500?

R. Si hiciesen pagar a las grandes compañías para limpiar los daños medioambientales que causan y los costes sanitarios, todo cambiaría. Pero eso nunca va a pasar.

P. Dice que no le gusta que le califiquen como vegetariano, ¿por qué?

R. Porque supone que estás de un lado o de otro. Si tú me dices que comes carne porque quieres, me parece bien. Si me dices que es porque no puedes dejar de hacerlo, ya me parece una esclavitud, casi una adicción. Los gestos pequeños son útiles también. En EE UU han hecho un estudio sobre la cantidad de CO2 que dejas de emitir cuando dejas de comer carne un día. Es un pequeño sacrificio y se puede intentar.

P. ¿No echa de menos un buen chuletón? ¿No siente la tentación?

R.Claro, pero simplemente la someto. Reprimir la pulsión sexual es más difícil que la de comer carne, más dura de domar, y no vamos por la calle acostándonos con todo el mundo. Siempre pongo el mismo ejemplo: si un músico grabase un disco con el sonido que emite un animal al ser descuartizado no lo compraríamos; si un artista grabase un vídeo con su sacrificio, diríamos no; pero sí podemos comernos el animal sin pestañear, ¿es que el gusto es un sentido más importante que la vista o el oído? ¿somos más impunes por comerlo en vez de por verlo o oírlo?

P. ¿Piensa en un cerdo agonizante cuando ve una pizza de salami?

R. Una de las personas que aparecen en el libro me hizo una pregunta que aún no he sido capaz de responder: ¿Por qué alguien cuando está cachondo no tiene derecho a violar un animal y sí cuando está hambriento a matarlo, descuartizarlo y comérselo?

P. Puede que sea cruel comer animales pero también otras cosas, como llevar ropa hecha por personas, o niños, que trabajan en condiciones deplorables ¿Podría ser un buen tema para otro libro?

R. Sí, pero no lo haré. Hay gente que piensa que para ser feliz en esta vida hay que saber lo menos posible. Yo creo que hay que saber lo más posible, pero también saber que uno no puede hacerlo todo. Prefiero ser un hipócrita que un ignorante o decir que no me preocupan. Lo hacen. Tanto que he escrito un libro. Pero no soy perfecto, hay cosas hipócritas en mí. Llevo estos zapatos de piel, por ejemplo. Ya no compro cosas de piel, pero los tenía y me los pongo. Solo trato de mejorar poco a poco las cosas.

P. Así que su próximo libro no va a seguir por este camino.

R. No, entre otras cosas, este me ha dado muchas ganas de volver a la ficción.

P. Su último trabajo en este género, Tan fuerte, tan cerca, abordaba las secuelas del 11-S. Si lo escribiese ahora, una vez muerto Osama bin Laden, ¿sería distinto?

R. No, pero sucede algo curioso. Se está rodando una película basada en él y el otro día me llamó el director y me dijo que ahora la gente va a ver la película de una forma radicalmente distinta, sin taparse la cara con aprensión. Porque Estados Unidos no se ha recuperado del 11-S y la muerte de Bin Laden es como una catarsis. Ahora este episodio puede ser historia. Un capítulo del pasado.

EL PAIS

Tener fantasías...


Tener fantasías está chupado. Hacerlas realidad ya es otra cosa.

Daniel Davies: La isla de los perros

lunes, 9 de mayo de 2011

Curiosity...


El Mars Science Laboratory se llamará Curiosity

El próximo rover marciano de la NASA, hasta ahora conocido como Mars Science Laboratory, se llamará a partir de ahora Curiosity, un nombre propuesto por Clara Ma, una niña de 12 años de Kansas, que ha resultado la ganadora del concurso para ponerle nombre.

Del ensayo en el que Clara proponía el nombre:

La curiosidad es una llama eterna que arde en la mente de todo el mundo. Hace que quiera salir de cama por la mañana y que me pregunte que sorpresas me deparará la vida ese día. La curiosidad es increíblemente fuerte. Sin ella, no seríamos lo que somos hoy. La curiosidad es la pasión que nos lleva a través de nuestras vidas. Nos hemos convertido en exploradores y científicos con nuestra necesidad de hacer preguntas y ser curiosos.

Amén.

Curiosity, con más de cinco veces el peso de Spirit y Opportunity, y con diez veces el peso en instrumentos científicos que llevan estos, será la más potente de las sondas enviadas nunca a la superficie de Marte.

Los objetivos de la misión, con una duración inicial prevista de un año marciano (dos años terrestres), son ambiciosos, e incluyen el determinar si alguna vez hubo vida en Marte, estudiar su clima, su geología, y recopilar datos para una futura exploración humana del planeta.

Microsiervos

domingo, 8 de mayo de 2011

Cuando el cielo se oscureció...


Cuando el cielo se oscureció y aunque no eran más que nubes, tuve la sensación de que todo se terminaba y la sensación de haber sentido lo mismo un millón de veces antes.

"Tokio ya no nos quiere" de Ray Loriga

viernes, 6 de mayo de 2011

El derecho al olvido en Internet...

El derecho al olvido en Internet

La capacidad para acumular información de los buscadores que operan en la red de Internet (Google, Yahoo!, Firefox) puede llegar a ser muy agresiva con los derechos de la persona. Pero a la vez la red es una extraordinaria plataforma de información y expresión (los blogs y redes sociales como Facebook, MySpace) por la que circulan millones de datos de acceso universal, que objetivamente amplían el espectro informativo. Sin embargo, la acumulación de valoraciones y noticias que el motor de un buscador genera a través de millones de páginas web esparcidas en la red digital puede llegar a resultar, según los casos, una hipoteca para el honor o la intimidad.

Es evidente que una información de hace años contenida en la prensa escrita no puede ser excluida de las hemerotecas, pero también lo es que el acceso a su contenido es más difícil que el que ofrece la red digital. Ahora bien, en este contexto, ¿se puede borrar el pasado que aparece en la red?; ¿es lícito reclamar el derecho al olvido cuando algo molesta?

La casuística es muy variada, pero parece razonable afirmar que -por ejemplo- no tienen la misma entidad informativa el caso de aquella persona que reclama que no sean tratados sus datos personales relativos a una infracción administrativa de tráfico y publicados en el Boletín Oficial de la Provincia, que aquel otro en el que la infracción de tráfico sea delito; o el que protagonice un periodista por un delito de injurias y después sea indultado por el Gobierno.

La pretensión de borrar de la red estos datos es razonable en el primer caso, pero en absoluto lo es en los otros dos. La justificación jurídica se fundamenta en la veracidad y el interés público de la información que aparece en la red. Porque lo que fue de interés público en un momento determinado -la comisión de un delito- no puede desaparecer de la historia. De lo contrario estaríamos ante una falsedad.

Resultaría paradójico que una información de interés público y obtenida con escrupuloso respeto al canon de la diligencia profesional se pueda consultar en la hemeroteca de la edición escrita de un diario y, por el contrario, haya de desaparecer de la edición digital.

Claro que no hay que obviar que también el cúmulo de datos obtenidos sobre una persona a través de los buscadores supone un riesgo para su reputación e intimidad, al proporcionar una información a la que se accede carente del más mínimo interés general.

Y que en el criterio de algunos buscadores de Internet prima más la morbosidad informativa que no otros factores más objetivos.

Los instrumentos de defensa jurídica de la persona ante unos datos de su pasado que carecen de interés público pero que le pueden afectar en su trayectoria personal y profesional (por ejemplo, para acceder a un puesto de trabajo) se encuentran sobre todo en la acción de las agencias de protección de datos, como autoridades administrativas reguladoras de la llamada autodeterminación informativa ante el uso abusivo de la informática.

Y, si cabe, finalmente, a través de los tribunales. Aunque esta última -y no es ninguna novedad- sea una vía lenta.

A fin de proteger los derechos de la persona, la experiencia que cabe extraer en España de las resoluciones de estas autoridades reguladoras pone de relieve la importancia que tiene el cumplimiento de algunos criterios adicionales a los ya apuntados de la veracidad y el interés público del dato. Por ejemplo, la necesidad de que los medios de comunicación ponderen la relevancia de publicar la identidad de las personas implicadas en una noticia, instando en su caso a difundir únicamente las iniciales.

En especial, cuando una sentencia no es firme. Asimismo, la sugerencia de que las administraciones de las webs (webmaster) se doten de las adecuadas medidas informáticas que permitan evitar la indexación de la noticia. Se trata de los robots.txt, unos archivos con capacidad técnica para ocultar determinadas páginas de una web a fin de impedir el acceso de los principales buscadores.

Ello, sin perjuicio de las soluciones privadas que aportan incipientes iniciativas empresariales que ofrecen al cliente la protección online del historial de una persona, facilitando el borrado de lo que no le interese.

Pero en la sociedad de la información no es fácil escapar al pasado aunque sea perfectamente legítimo pretenderlo. Por otra parte, la cultura de preservar lo pretérito es diversa, según las diferentes tradiciones culturales.

La red es un campo abierto que no conoce fronteras estatales pero que está sometida a límites. Obviamente, Internet no puede quedar al margen de una cierta regulación.

Por ello se hace preciso el establecimiento de un marco jurídico o estándar común que permita asegurar la intimidad y la reputación de las personas, pero asumiendo que el derecho al olvido no es absoluto y que lo que en su momento fue una información veraz y de interés público no puede hacerse desaparecer de la red.

Marc Carrillo es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Pompeu Fabra.

- EL PAIS -

jueves, 5 de mayo de 2011

Y llueve...


Y llueve y se hace tarde y toda la tristeza del mundo no cambia nada.

"Tokio ya no nos quiere" de Ray Loriga

martes, 3 de mayo de 2011

Una Habitación (Roja) con vistas...


Una Habitación (Roja) con vistas

El grupo que impulsó el indie español reedita sus cuatro primeros álbumes con los discos originales más abundante material: temas inéditos, rarezas, maquetas y tomas alternativas

La Habitación Roja es un grupo de pop-rock indie español, originario de la localidad valenciana de La Eliana. Su andadura comenzó allá por 1995, con Jorge Martí, voz y guitarra; Pau Roca, guitarra; Mark Greenwood, bajo, y José Marco, batería. Por eso, por provenir de aquellos tiempos de cambio, son también testigos privilegiados de una década en la que el pop español cambió los oropeles de los gastados ochenta por un nuevo pelaje alternativo que iba a adornar a toda una escuela de bandas que tomaron el relevo.

Estamos en el Madrid de 2009 y toca celebrar junto a Pau Roca, el guitarrista, el hecho de que su compañía discográfica, la peña Mushroom Pillow, se haya decidido a reeditar los cuatro primeros álbumes del grupo: La Habitación Roja (1998), Largometraje (1999), Radio (2001) y 4 (2003). Estas reediciones incluyen, aparte de los discos originales, temas inéditos, rarezas, maquetas y tomas alternativas. Para el grupo implican el curioso orgullo de revisar el pasado sin dejarse llevar por alocadas y equívocas pasiones: "En su día salieron pocas copias y encima están todos descatalogados. Así, ya que lo hacíamos para reeditarlo todo, por lo que también hemos rescatado CD de cajones, nos hemos echado unas risas con las fotos

... Cada uno tiene su opinión, su anécdota... Por eso nos dijimos: 'Vamos a ponerlo todo y que la gente elija lo que quiera escuchar'. También ha habido un replanteamiento de las portadas, dado que no tenían nada ver unas con otras". Todo un trabajo de chinos podría saldarse con esa frase tantas veces escuchada a los grupos de rock: "Me gustan mucho las maquetas. A veces, más que el disco definitivo".

Pau Roca aprovecha esta reedición para reflexionar acerca de una carrera musical que ha ocupado la mitad de sus vidas: "Marc tiene 26 años y cuando entró en el grupo tenía 17. Jorge y José tienen 37 y yo 35". Catorce años juntos desde que el gusto por el pop les juntara en La Eliana: "Es un sitio pequeño, el típico pueblo que no era ni pueblo y que en los sesenta se hizo ciudad de chalés". Comenzaron en un garaje, aunque una anécdota explica cómo se encontraron: "Mi hermano y yo estábamos tocando con un batería que habíamos encontrado por un anuncio en el periódico y hacíamos versiones de los Smiths y los Feelies. Entonces Jorge alucinó porque el 90% de los locales de ensayo en este país -no sé por qué- suenan a una mezcla entre Rosendo y AC/DC. Nos escuchó y dijo: '¡Hostia! ¿Qué hace alguien aquí tocando los Smiths y los Feelies?'. Y hasta ahora".

Hay que recordar que en 1995 se había desinflado el globo del grunge y empezaban a ponerse de moda grupos noise al estilo Superchunk o Pavement. La nueva banda también sucumbió a aquel concepto ruidoso: "Nos gustaba mucho la filosofía de no glamour en el mal sentido; ese glamour demasiado prefabricado que tienen estos grupos, sobre todo americanos. Esa pose de tocar con camisas de cuadros quedaba guay, pero también nos llamaban la atención sus melodías bonitas. Eso nos influyó mucho también, obviando ya que en la base somos totalmente ochenteros". Tanto, que desde sus inicios La Habitación Roja no sucumbió a la pertinaz tentación de sus compañeros de generación de cantar en inglés: "Recuerdo tocar en festivales de veinte grupos y éramos los únicos que cantábamos en castellano". No obstante, el cambio de década se produjo inevitablemente a nivel estético y eso quedó suficientemente patente. "El principio de acción-reacción es muy bueno para la música, pero a veces te pasas de frenada. Muchos grupos que empezaron antes que nosotros se fueron al lado opuesto de los ochenta, con tanto sintetizador. Pero, con ese rollo de ser distintos, rechazaron cosas que a mí me parecían muy válidas. Entonces se consideraba que Gabinete Caligari era una horterada y ahora de repente está guay otra vez. Pero para nosotros siempre han estado bien. En nuestra furgoneta nunca han faltado Paraíso o Radio Futura". Aquel cambio al indie o el rock alternativo trajo excesiva mímesis con el underground neoyorquino. "Por un lado estaba bien, porque daba mucha frescura, pero por otro se rechazaba una base que había aquí muy fresca y muy chula".

En las palabras de Roca, en su visión desapasionada de un pasado cercano que les hizo como músicos, hay un poco de entonar cierto mea culpa por los errores generacionales cometidos. "Siempre he dicho que a la música española de los noventa le faltó humor y sexo tal y como lo hacían los Beatles o los Stones o los Kinks. En los ochenta se hablaba con más espontaneidad. Por ejemplo, un grupo como La Frontera hacía canciones del Oeste, un medio que les era ajeno. Parálisis Permanente hacía canciones de sado-maso. Esa visión lejana, ese añorar determinadas historias se perdió".

Su idea es que también influyó un cierto componente amateur en las bandas que arrancaron en aquella época. "Si hemos sido amateurs alguna vez, fue por no saber tocar, pero nunca aposta. Nunca le he visto la gracia a tocar mal adrede y no es que nosotros hayamos ido de virtuosos, pero cuando escuchaba a los Smiths o a The Cure, les veía tocar de puta madre. Creo que para expresarte por escrito está bien saber escribir, ¿no?". Aquel hacer la vista gorda al sonar mal fue también una moda: "Había momentos que daba un poco de vergüenza ir a un concierto con un amigo tuyo profano y decirle 'entiendo que no te guste, porque están desafinando, tocan fatal y suena fatal'. También hay que tener en cuenta que hubo un boom mediático y muchos grupos no estaban preparados para tanta atención". Las letras de La Habitación Roja, plagadas de cotidianidad y vida cercana, han sido también un hecho diferencial del grupo desde sus inicios: "Somos muy fans de artistas como Morrissey, ese tipo de letra costumbrista que funciona a distintas edades y aunque vayas cambiando tu vida, creemos está muy bien. Además Jorge, el cantante y letrista, es mejor escribiendo letras cotidianas que poesía en abstracto, y nosotros le obligamos a ello".

Pese a ser autores de seis grandes discos, cuyas ventas, sin ser disparadas, han forjado un sólido presente, Roca reconoce la vocación de La Habitación Roja como banda de directo: "Nos gusta mucho el estudio, pero es como sacar canciones guays para luego tocarlas en vivo. Además nos gusta viajar, comer... Somos como trovadores yendo por las ciudades y nuestra mejor forma de promoción, al no gozar casi nunca de grandes campañas, es el boca a boca". También han pasado el sarampión de los grandes festivales, otro rasgo definitorio de la música juvenil de las últimas décadas: "A mí me gusta mucho ir como artista, pero, como público, a lo mejor estoy mayor para una tienda de campaña. Supongo que si tuviera 18 años iría a ver mis grupos favoritos en la playa, lo haría encantado. Pero ahora, en lo personal, me empacha un poco. Es como cuando vas al Louvre y sabes que, para disfrutarlo, has de volver al día siguiente y al siguiente y al siguiente... Sí, los carteles son bastante buenos, pero normalmente a las once de la noche yo ya estoy desfondao". De aquellos polvos reina ahora el lodo de que la música joven en vivo está exiliada de las grandes ciudades: "Me fastidia porque, si un grupo va a tal festival, ya no van a las salas. Y nada sustituye a un concierto en una sala. El festival, con 30.000 personas es más el jolgorio y la tontería". Para finalizar este balance vital y artístico, Roca admite estar viviendo un excelente momento como músico y como parte de La Habitación Roja: "Vivimos separados, nos mandamos canciones y nos juntamos cuando lo requiere el grupo. Ahora vamos a grabar un disco y estamos muy a gusto con él, la verdad". ¿Se ve dentro de diez años tocando con La Habitación Roja: "Si, por qué no. Ves grupos de carreras largas como Wilco, que ya tienen su edad y están mejor que nunca en el escenario. Creo que yo empiezo a saber hacer cosas ahora". -

La Habitación Roja, Largometraje, Radio (2001), 4. Mushroom Pillow.

El País

lunes, 2 de mayo de 2011

Cuando uno barre...


Cuando uno barre las hojas muertas del jardín, es el jardín lo que importa.

"Tokio ya no nos quiere" de Ray Loriga