martes, 29 de noviembre de 2011

El trabajo no es para el mejor...


El trabajo no es para el mejor, es para el que paga

Las agencias de colocación en la Red tratan de cobrar por destacar los currículos - Cuando no mandan los méritos sino abonar una cuota, ¿se está pervirtiendo la selección laboral?

El terreno principal de la búsqueda de empleo es, hoy, Internet. La red es el entorno perfecto para agencias de intermediación laboral, donde mejor pueden casar las ofertas con los perfiles de los aspirantes a un puesto de trabajo. Pero lo nuevo es cobrar a los clientes para que su currículo destaque entre los millones que circulan, que sea más visible para quien busca un empleado. Algo habitual en la Red, como la publicidad de Google, pero aplicado al mundo laboral. Entonces, ante una oferta de empleo, ¿se propone al mejor candidato o al que ha pagado la cuota? El debate sobre si esto desvirtúa el proceso de selección laboral se ha abierto.

Veinte personas han sido convocadas para una entrevista de trabajo. Están sentados, nerviosos, mirando al suelo, esperando su turno. Entonces, alguien de recursos humanos aparece y les dice que sólo quien pague 20 euros podrá seguir adelante. Esto todavía no pasa en las oficinas convencionales, pero sí en la Red. Algunas de las webs de búsqueda de empleo más importantes cobran a los usuarios por ciertos servicios extra bajo la promesa de colar el currículo por delante del de los aspirantes que no abonan cuota. Lo llaman visibilidad y cuesta entre 10 y 20 euros al mes. ¿Es esto pagar para poder trabajar, un abuso que saca provecho de la crisis, o se trata simplemente de una módica tarifa a cambio de atención? Este modelo genera dudas sobre su eficacia: nada avala que las empresas contraten al mejor de los candidatos ni que pagar una cuota solucione el futuro del desempleado.

¿Qué se ofrece a cambio de la suscripción? Para el que busca trabajo, estar mejor posicionado en la vorágine de currículos que llegan a las empresas. Además, hay otras ventajas: poder ver los méritos de las personas que compiten por el mismo puesto, acceso directo a los contactos inscritos en la base de datos de la web o incluso conseguir un certificado online de inglés. Son maneras de diferenciarse en un universo colapsado por el exceso de aspirantes y la escasez de ofertas.

Las empresas del pagar por trabajar se mueven en un mercado suculento, una de las joyas de negocio que la Red ha arrebatado a los medios tradicionales. Los periódicos de papel se lamentan por haber dejado escapar este trozo de la tarta, hasta hace no mucho parte importante de sus ingresos a través de los anuncios clasificados. En España, ya son más de cinco millones los internautas que usan la Red para buscar empleo, según datos de la consultora Nielsen Online. La web Infojobs domina de manera aplastante (2,9 millones de usuarios mensuales, frente al millón de Infoempleo, su inmediato perseguidor). Infojobs oferta hasta 80.000 trabajos y apuesta por las opciones de pago. Juan Antonio Esteban, su director general, asegura que consiguen empleo a unas 680.000 personas al año.

¿Pero cómo enganchan estas webs a los buscadores de empleo, cuál es su reclamo? Después de un contacto inicial -describir el trabajo soñado, dejar algunos datos con la esperanza de recibir la llamada de una empresa importante-, los usuarios de estas páginas reciben cada semana correos electrónicos que les preguntan: "¿Llevas mucho tiempo sin recibir ofertas? El pack premium multiplica tus opciones de conseguir trabajo". Sin embargo, aún son minoría los que hacen clic y dan sus datos bancarios. En Laboris, portal con 840.000 usuarios mensuales, Anna Maria González, directora de negocio, afirma que contrataron servicios de pago "entre el 10% y el 20% de los candidatos". En Infojobs reconocen que su uso es incluso menor.

Hay quien teme que esta tendencia incipiente se generalice y afecte a todo el mercado. Lirios Alos, antropóloga del Trabajo, cree que dentro de poco "a nadie le sorprenderá" la existencia de las opciones premium. "Será condición sine qua non para acceder a un buen empleo". Enrique Dans, profesor del Instituto de Empresa, plantea que el mercado laboral es un tipo más de mercado. "No tiene por qué ser democrático. La publicidad no lo es. El que más paga es el que más aparece, y no posee necesariamente el mejor producto". La profesora Alos remata: "El que más tiene es el que más puede". Si no se marcan límites, quién sabe cuánto se llegará a pagar para poder trabajar y cómo se protegerá a los más pobres.

La crisis reduce el número de empresas que se anuncian, el negocio naufraga y es necesario echarle imaginación para conseguir dinero. ¿Por qué no darle la vuelta al modelo y empezar a cobrar a los que buscan trabajo? Aun así, no todos se han subido al carro de los paquetes premium. Fernando Palacios-Pelletier, director en España de Monster, empresa pionera en la búsqueda de empleo por Internet, que ni tiene ni ha tenido servicios de pago, opina que "probablemente muchos están apostando por esa vía ante la caída de ingresos en el mercado del reclutamiento online". Enrique Dans considera que, antes de decidir si esta tendencia ha llegado para quedarse, hay que definir dónde está el negocio: "¿Quiénes son los clientes, los buscadores de empleo o las empresas que se anuncian? Parece lógico pensar que el portal busque satisfacer a su cliente, pero no puede aprovecharse de ambos. Si el cliente es la empresa, cobrar a los usuarios no tiene sentido porque al final la empresa no recibe a los mejores candidatos, sino a los que más pagan. El proceso de selección se desvirtúa y no se obtiene el servicio más eficaz".

Los portales de empleo se han venido financiando hasta ahora con lo que pagan las empresas, ya sea por cada oferta publicada (300 euros como promedio en Infojobs, 100 en Laboris) o por permitirles el acceso a los currículos de los candidatos (400 euros por consultar 15 en Infojobs, 10 euros por cada currículo en Laboris). En los paquetes premium, este último coste lo asume el usuario. La empresa queda exenta y le sale gratis consultar el expediente de quien ha pagado. Andrés Álvarez, director de Infoempleo, pone como ejemplo lo que ocurre en Brasil o Colombia, donde "el recurso más escaso es el empleo y lo normal es que las webs se financien cobrando a los usuarios, sin que las empresas tengan que pagar nada".

Los servicios de pago nacieron con los primeros síntomas de crisis económica, en 2008. En los últimos meses y pese a la cultura de lo gratuito que domina Internet, ha dejado de verse como una excentricidad pagar por ciertos contenidos. Chris Anderson, editor de la revista tecnológica Wired, es de los que más utilizan el término freemium: sobre una base gratuita (free), se desarrollan servicios adicionales por los que hay que pagar (premium). En los periódicos online comienza a plantearse este modelo: los titulares gratis, el análisis de pago. Así, los defensores del premium en la búsqueda de empleo por Internet garantizan que seguirá existiendo una vía gratuita para los que no quieran pagar. Y los 10 o 20 euros por un currículo más visible son una cuota razonable, comparable a lo que puede costar un capricho en la página de subastas Ebay. Con la inversión publicitaria bajo mínimos, el futuro en la Red -y fuera de ella- está en conseguir un cliente fiel que no se escandalice por pagar una cuota moderada a cambio de un trato preferencial.

Pero, ¿merece la pena pagar? El director de Infojobs cree que sí: "Los servicios adicionales incrementan las posibilidades y, si el candidato quisiera conseguir lo mismo

[visibilidad de su currículo] en otro medio, pagaría más dinero y llegaría a menos empresas". Aunque desde Infoempleo, Andrés Álvarez insiste en el problema de la saturación: "Hay demasiados candidatos por oferta, si tenemos 1.500 por puesto, ¿qué puedes hacer? ¿Y si pagan los 1.500?, ¿dónde estaría entonces la ventaja?". Una forma podría ser pujar por el primer puesto, con más y más dinero, lo que sería extraordinariamente rentable para los portales de empleo. Los departamentos de recursos humanos tampoco creen que este modelo sea la panacea. Nadie garantiza la valía del candidato mejor posicionado. Tener más dinero no es sinónimo de mayores capacidades. Elisa López, consultora de recursos humanos y orientadora laboral desde hace 20 años, cree que "al final, el éxito sigue dependiendo del perfil del aspirante". No será igual de fácil encontrar un trabajo para un ejecutivo que para un carpintero, porque en la Red se encuentran pocas ofertas de oficios. Lo que predominan son contratos temporales para administrativos y comerciales.

Desde su creación, estas webs, que se presentan como "intermediadores laborales", provocan recelo en algunos sectores. Alfonso Alcántara gestiona la página Yoriento.com, que se centra en la atención personalizada frente a la masificación de los grandes portales: "La búsqueda de empleo en Internet es más un efecto placebo que otra cosa. Es imposible cotejar los datos de ofertas disponibles, no hay ningún organismo ni estadística que compruebe la veracidad de lo publicado. Si fuesen más transparentes, tendrían más éxito. Es como cuando uno sale a ligar y va a la discoteca. Sabes que hay pocas chicas disponibles, pero sigues yendo porque las estás viendo en la pista de baile. En la vida tenemos pocas posibilidades para todo, pero estamos más motivados si podemos ver el premio".

El problema es que el premio (el trabajo), por muy visible que sea, no siempre llega. La saturación se ha convertido en un lastre para las webs. Luis Enrique Alonso, catedrático de Sociología del Empleo en la Universidad Autónoma de Madrid, ha estudiado el fenómeno: "Antes de la crisis, trabajadores precarios usaban estos portales para buscar empleos un poco menos malos. Ahora no se arriesgan ni siquiera a eso". Sin embargo, en sus investigaciones le ha llamado la atención la cantidad de empresas y particulares que hacen uso de estos portales, muchos de ellos desde el trabajo. El 52 % de los que buscan empleo por Internet se dedican a apuntarse a ofertas mientras están en la oficina, según Nielsen Online.

Tanto las grandes empresas como la mayoría de las pymes recurren a los portales de Internet para contratar personal. Compañías como El Corte Inglés echan mano de las webs de empleo, sobre todo cuando abren nuevos centros. El 75% de las ofertas de la firma de ropa Mango son online. Sin embargo, una cadena de hostelería como VIPS sólo cubre el 15% de sus puestos por esta vía. A pesar del éxito de la opción web, los anuncios en prensa o el boca a boca siguen siendo fórmulas muy utilizadas para buscar trabajo, y no hay que olvidar que, aunque el primer paso sea desde el teclado, al final del proceso sigue siendo necesario enfrentarse a una entrevista personal.

La experta en recursos humanos Elisa López opina que reclutar personal a través de la Red es una opción rentable: "Los portales de empleo han permitido a los departamentos de recursos humanos reducir costes en un 85% y se ha pasado de 45 a 10 días de media para el proceso de selección". López no duda al afirmar que, si uno está buscando trabajo, es imprescindible inscribirse en una o varias de estas páginas: "Funcionan bien, pero si quiero encontrar trabajo, deberé ir a webs especializadas en mi profesión". Sin embargo, esta orientadora ve innecesario pagar: "Quien debe cargar con los costes es siempre la empresa. Sólo habría una excepción: si uno es un alto directivo, entonces sí es conveniente estar en determinadas bases de datos de pago. Pero en general, no es necesario pagar para encontrar un trabajo. Nunca lo recomendaría".

Para el sociólogo Luis Enrique Alonso, los servicios de pago demuestran cómo "en los momentos difíciles, las empresas intentan sacar rentabilidad de situaciones críticas. Cuando hay necesidad, la gente hace lo que sea". Le preocupa especialmente que, aunque sean servicios "todavía muy residuales", puedan verse legitimados con el tiempo: "Cualquier cosa que sean nuevas tecnologías parece que va a ser positivo. Seguimos teniendo el mito del progreso tecnológico, pero hemos perdido el mito del progreso social. No confiamos en nadie, pero nunca como ahora confiamos en las tecnologías".

Queda la esperanza de que tanta crisis no sea en vano. Miguel Portillo, de la firma Michael Page, que lleva casi 40 años buscando empleo para todo tipo de candidatos, afirma que "ahora las empresas prefieren asegurar más el tiro con un candidato que haya vivido crisis fuertes y que haya conseguido salir adelante. Los que provienen de entornos muy competitivos, agresivos y difíciles tienen un punto más de brillo que aquellos que han vivido en entornos más felices". Falta saber si ya hemos llegado al tope de agresividad y competitividad o si todavía estamos dispuestos a ir un punto más allá y poner nuestros empleos a subasta. ¿Cuánta gente pagará los 20 euros para poder ser entrevistado?

EL PAIS

lunes, 28 de noviembre de 2011

sábado, 26 de noviembre de 2011

El suicidio legal a partir de los 70...


Holanda debate el suicidio legal a partir de los 70

La iniciativa suma más de 125.000 firmas para llegar al Parlamento

"La vida es un derecho, no un deber. Y la ayuda al suicidio debe legalizarse, a partir de los 70 años, para las personas sanas que no deseen seguir viviendo". La que así se expresa es Marie José Grotenhuis, de 62 años, una holandesa con una larga carrera en el mundo de la gerencia (desde colegios a ministerios) que se ha convertido en portavoz de un grupo singular. Reunido en torno al lema Por voluntad propia, está formado en su mayoría por intelectuales, políticos y escritores unidos por un mismo objetivo: despenalizar el suicidio asistido para los ancianos cansados de vivir. O mejor, para los que consideren "su vida ya completada".

Con una Ley de Eutanasia vigente desde 2002, necesitaban 40.000 firmas para solicitar un debate parlamentario sobre el particular. Ya han superado las 125.000 y el apoyo sigue creciendo. Ahora esperan que los políticos discutan su propuesta, una vez formado el nuevo Parlamento tras las elecciones legislativas del próximo 9 de junio.

Según la portavoz de Por voluntad propia, los septuagenarios holandeses crecieron después de la II Guerra Mundial en un ambiente de libertad y auge del movimiento feminista. "Han llevado vidas independientes y responsables y consideran lógico decidir sobre su muerte". Según estos activistas, la sociedad actual no presta suficiente atención a la idea de la muerte. "El suicidio se demoniza, y sin embargo, cada año unos 400 ancianos se quitan la vida de forma violenta en Holanda. No se trata de enfermos terminales o desesperados, porque existe la eutanasia. Son personas mayores que sienten que la muerte ha pasado de largo, olvidándoles", añade Grotenhuis.

Los promotores de la iniciativa tienen también una fórmula clara para evitar abusos. Solicitan, en primer lugar, que se cree un cuerpo de especialistas adiestrados en el suicidio asistido. Formado por psicólogos, enfermeras o incluso guías espirituales o religiosos, se encargarían de comprobar la firmeza del deseo de morir del anciano y descartar presiones en el entorno del candidato que le animen a quitarse de en medio para no ser una carga. O bien por motivos económicos o de herencia. El título que obtendrían los nuevos sanitarios sería una especie de "certificado de vida vivida". Un documento que ayudará a mantener la ética, y sobre todo, la no violencia del proceso. Llegado el momento, suministrarían la mezcla letal. Al no tratarse de enfermos o discapacitados, la persona misma puede tomarla. Si finalmente se regula esta práctica, ninguno de los implicados sería perseguido por las autoridades.

"Si sientes en tu fuero interno que ya no te queda más vida, debes poder actuar", dice Dick Swaab, de 65 años y director gerente del Instituto de Neurociencia de Amsterdam, al dar su apoyo a la iniciativa. Tanto él como Hedy D'Ancona, antigua ministra de Cultura, de 72 años, o bien Eugène Sutorius, de 63, y abogado, piden libertad de abordar la propia muerte. Grotenhuis resume: "Morir debe ser un acto digno. Y no nos confundamos. En la clínica suiza Dignitas convencen a la mitad de los que acuden para que no se suiciden. También nosotros descartamos depresiones o soledades que lleven a buscar una escapatoria. Pero debe aceptarse que gente sana y cuerda no quiera sufrir por hacerse mayor".

EL PAIS

viernes, 25 de noviembre de 2011

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Internet, una novela por escribir...08


Respuestas de Kirmen Uribe

1. A mí lo que me interesa es lo que queda de lo experimental. Cómo esas insurgencias hacen que el género vaya cambiando poco a poco, cómo asimila la tradición los cambios consustanciales a cada época. Un escritor debe buscar su propio estilo, su mirada es la que tiene que prevalecer sobre cualquier ejercicio de estilo. Me interesa muchísimo más la manera que asimila las vanguardias García Lorca que el surrealismo de André Bretón. Bretón es muy frío. Lorca no. Lorca emociona con su Poeta en Nueva York. Yo cuando escribo pienso más en Lorca que en Bretón. En cómo llegar a ese equilibrio entre innovación y tradición. En escribir también algo que reconozca el lector. Es curioso, pero los lectores de Bilbao-New York-Bilbao no se detienen a pensar en la ingeniería del texto, sobre si es fragmentario o no. Lo leen de manera natural, sobre todo los más jóvenes y se quedan con lo que les transmite el libro. Cuando uno mira el "Guernica" no piensa en el cubismo, piensa en la atrocidad de la guerra.

2. Las nuevas tecnologías tienen una gran influencia en mi obra. La estructura en red, la utilización de la primera persona, que los subcapítulos tengan la longitud de una pantalla de ordenador, que sean autónomos... Incluso reproduzco las nuevas tecnologías de manera explícita: reproducción de correos electrónicos, entradas de Wikipedia, búsquedas de Google...

3. De todas maneras, creo que los cambios en la narrativa no solo vendrán por la influencia de las nuevas tecnologías. Aunque esta sea muy importante. Lo definitivo es lo que percibe el escritor en la sociedad. Es imprescindible, aunque parezca una obviedad, que el escritor lea lo que se escribe también por ahí, salir de la propia tradición, leer ficción, pero también teoría. Incluso lo que se está haciendo en otras disciplinas como el arte. Todo eso y la intuición del escritor son lo que acarrean cambios en la narrativa. Y escribir lo que no se ha hecho, lo que a uno le apetece. Italo Calvino escribió El barón rampante en una época en la que no se hacía literatura fantástica, cuando estaba de moda el existencialismo y la literatura comprometida. Lo tomaron como un bicho raro. Pero él estaba aburrido de todo eso. No se sentía capaz de escribir como sus coetáneos. Pensaba que era mal escritor. Pero luego escribió aquellas obras maestras...

4. El lenguaje audiovisual me ha ayudado mucho a la hora de "montar" la novela, de establecer nexos de unión entre las diferentes unidades narrativas. La estructura de la novela tiene mucho que ver con el montaje de cine. La influencia del audiovisual se ve también en la narración mediante imágenes: la escena del cineasta grabando a las dos niñas cazando mariposas, una senegalesa y la otra vasca, es muy cinematográfica. O la escena de la bomba en la guerra civil que libera a cientos de pájaros cantores que de repente empiezan a cantar al unísono. Eso es puro cine. Y luego está la reflexión sobre la película de Laurent Cantet, la cita de Meryl Streep en el Zinemaldia, las pantallas de los asientos... El medio audiovisual está muy presente en la novela.

5. El viaje es fundamental en mi novela. El viaje en avión. Situar la novela en un no-lugar. Pero en un no-lugar en movimiento. Me interesaba el movimiento. Porque la memoria no es fija, se mueve, como la identidad, tanto la colectiva como la individual. No situar la novela en un topos concreto como Bilbao, Ondarroa o Nueva York. Ni siquiera en un territorio mítico. El vuelo era lo que me interesaba. El devenir de un personaje que, aunque de procedencia vasca, está ahora en Estonia, ahora en Nueva York. El mundo como red de lugares.

6. La novela tiene un gran futuro como género, tiene muchísimas posibilidades. Yo soy muy optimista respecto a ello. Se va a abrir mucho en pocos años. Y va a tomar muchas formas. Estará la novela de género, estará la novela llamada convencional y la novela fragmentaria. Creo, además, que son complementarias, que las novelas más clasicistas y las experimentales pueden convivir. Incluso se alimentan entre sí. Yo creo en la libertad del creador, y la reivindico. No hay porqué pensar que hay un solo camino. Que hay un camino verdadero y los demás son falsos. Me dan miedo esos planteamientos. Ese tiempo ya ha pasado.

7. Me interesa renovar la tradición novelesca, pero respetando esa tradición y teniendo en cuenta que la aportación que uno hace es una más en una tradición de cientos de años. El cine, el periodismo, renovaron el género novelesco y lo enriquecieron. También lo pueden hacer las nuevas tecnologías, pero siempre respetando esa tradición. Creo más en el cambio que en la ruptura.

EL PAIS

martes, 22 de noviembre de 2011

El inevitable mañana...

Estas vacaciones he comido y bebido como si no hubiera un mañana. Lo malo es que había un mañana.

– Manmen -

domingo, 20 de noviembre de 2011

Internet, una novela por escribir...07


Respuestas de Isaac Rosa

Es cierto que para nuestra generación las tecnologías de la información tienen más peso que para las anteriores. Pero en realidad nos relacionamos con ellas de forma muy similar a nuestros hermanos mayores y padres: todavía como algo excepcional, con asombro, sin naturalidad. Está extendido el malentendido de que somos la primera generación de Internet, pero no es cierto: todos tenemos memoria personal de un cercano ancien régime en que no había Internet ni móviles, a diferencia de la generación de mis hijas, que no han conocido otra cosa. Por eso en la literatura de mis coetáneos la tecnología tiene más presencia que influencia, y la tiene todavía de manera forzada, anacrónica ya en su nacimiento. Me enternece la creencia de quien piensa que es moderno por meter correos electrónicos, chats o hipervínculos en sus novelas. Qué mal envejecerán esos libros, qué risa darán a los lectores de dentro de treinta años.

Por otro lado, no soy ni tecnófilo ni tecnófobo, pero no participo del optimismo tecnológico de muchos. En realidad no creo que Internet sea tan decisivo para la literatura, porque no es tan decisivo para nuestras vidas aunque nos parezca que ya no podríamos vivir sin la Red. Como decía antes, se nos olvida que hace poco más de una década que convivimos con correo y buscadores, y mucho menos de las redes sociales o los blogs.

Pienso que estas tecnologías nos aportan mucho, nos enriquecen en muchos sentidos, pero también pueden influir negativamente en nuestras creaciones. Somos víctimas, también los escritores, de ciertas formas de economía intelectual, que son muy útiles para manejar las nuevas herramientas de comunicación pero que pueden ser nefastas para la literatura. El copy-paste como técnica constructiva, la googlelización del conocimiento, la brevedad expositiva, el espíritu multimedia que acaba en picoteo superficial... Son formas válidas para el ocio, el consumo o el trabajo, pero más bien empobrecedoras de la literatura. Y ya se notan en muchas novelas.

EL PAIS

sábado, 19 de noviembre de 2011

jueves, 17 de noviembre de 2011

Internet, una novela por escribir...06


Respuestas de Vicente Luis Mora

1.Cómo están afectándole a tu literatura la avalancha de nuevas tecnologías que aporta Internet
Internet está enriqueciendo los formatos de comunicación, y es normal (como ya pasó con el teléfono, la radio o la televisión) que se vaya incorporando gradualmente a la literatura. En mi caso me proporciona soportes (correo electrónico, blog) que permiten la expresión escrita de los personajes y su respuesta en tiempo real, frente a la lentitud de la correspondencia postal. También es un modo de continuar la novela por otros medios, o por más medios.

2.Cómo sigue manifestándose la vida tal como la conocemos (la que hace sangre, por decirlo así)
La vida también pasa ahora por la técnica; las conversaciones a través de la red son tan reales como las telefónicas. Puedo decir sin ambages que Skype mantuvo mi matrimonio intacto los largos meses en que mi mujer y yo vivíamos en continentes distintos. Hablar con alguien viéndole el rostro y los gestos es algo muy importante, y sólo difiere de la conversación normal por la ausencia de contacto físico, imposible de todas formas a 10.000 km de distancia.

3.Cómo ves que están afectando las nuevas tecnologías a la literatura de tu tiempo (o generación)
De una forma muy profunda, del mismo modo que la rueda o la imprenta transformaron la sociedad cuando eran técnicas recientes. Más, mejor y mayor información al instante, diversas formas de comunicación, herramientas de escritura, lectura y diseño... Hay errores y peligros, por supuesto, pero también los periódicos tradicionales se equivocan a veces, ¿no es cierto? Lo que hay que crear ahora son "defensores del internauta".

4.¿Cómo ves la batalla entre el papel y la pantalla?
No veo ninguna lucha, creo que hay muchas posibilidades de convivencia pacífica y de aprovechar uno las ventajas de la otra, y viceversa. Una de los tipos de literatura que más me interesa ahora es la llamada textovisual, que considera al texto con toda libertad, y que cree en el escritor como artista visual y en la página como un territorio expresivo sin límites. Es cierto que Mallarmé o Sterne hicieron cosas en este sentido, pero ahora las posibilidades son infinitas.

EL PAIS

lunes, 14 de noviembre de 2011

Internet, una novela por escribir...05


Respuestas de Irene Zoe Alameda

1. CÓMO LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS HAN AFECTADO A TU LITERATURA

Sin las nuevas tecnologías todo lo que he escrito sería diferente, y en mi caso esto es mucho más cierto que en otros autores. Quien eche un simple vistazo a mis textos lo verá. La imaginación y sus contenidos, y los

medios de los que se vale para expresarse, están interrelacionados. Por otra parte, el universo referencial del escritor de hoy ha incorporado como tercer universo el virtual, que se une a los antiguos (el rural y el urbano). Esto es un hecho. Mientras que para muchos escritores un ordenador es una máquina de

escribir más útil, mi modo de trabajar depende de los gadgets de última generación del mercado: todos se me quedan cortos porque la creatividad se vuelve más potente cuanto mayor es tu capacidad para recogerla y gestionarla.

2. MANIFESTACIÓN DE LA VIDA NO TECNOLÓGICA A TRAVÉS DE ESA NUEVA LITERATURA

La vida pre tecnológica se manifiesta en la literatura de la misma forma que antes, la aproximación verbal sólo ha cambiado para referirse al campo virtual porque para ese campo había que inventar un nuevo lenguaje. Ahora

los "viejos temas" parecen no estar muy de moda, pero estoy segura de que, pasada esta oleada de novedad y creación de vocabulario y estilos, se redescubrirán formas clásicas, las cuales serán reformuladas. Pero para eso falta algo de tiempo porque ahora estamos abriendo nuevos campos literarios.

3. EL PAPEL COMO REMINISCENCIA ARQUEOLÓGICA. BATALLA PAPEL Y PANTALLA

Desde luego, la Sostenibilidad, como ideología de este comienzo de milenio impone un recorte drástico a todos los productos que puedan ser sustituidos por soportes más económicos y menos lesivos para el planeta. El papel es arqueología, como de hecho lo es un periódico impreso al final del día: tan obsoleto está el papel ya. En realidad, el papel durará lo que duremos quienes hemos crecido leyendo libros impresos: le queda un siglo de vida. Desaparecidos nosotros, ya nadie lo echará de menos en su vida diaria y los libros pasarán a ser un objeto especial, de adoración melancólica.

EL PAIS

domingo, 13 de noviembre de 2011

viernes, 11 de noviembre de 2011

Internet, una novela por escribir...04


Respuestas de Unai Elorriaga

1. Para mí, que estudié la carrera y comencé a trabajar de profesor y traductor sin Internet ni correo electrónico, la llegada de ambas fueron como una bendición. Como escritor, es evidente, me aportan muchísimo. Internet me da la oportunidad de acceder a mucha información en muy poco tiempo. Seguramente esa información únicamente sirve para iniciar una investigación que después continúa en los libros, pero aporta datos inesperados que sería imposible hallar de otra forma. El correo electrónico (y todas sus variantes), por su parte, es indispensable, además de inmediato, para la comunicación a larga distancia. Yo tengo mi agente literario en Alemania, me comunico con mi editora estadounidense en un segundo y continuamente, me llegan correos de Argentina o Polonia comentándome mi obra, sé lo que piensan mis lectores alemanes o un profesor de la universidad de Boston.

2. Es evidente que detrás de todas estas nuevas tecnologías hay seres humanos, en la información que atraviesa Internet se habla sobre seres humanos y los que hablan a través del Messenger son seres humanos sobre problemas de seres humanos. Claro está que algunos seres humanos seguirán llamándose Pol Pot o Himler o Idi Amin y otros elegirán como nombre Nelson Mandela o José Arrizabalaga, un tío mío que estuvo en la guerra, primero de gudari y después de preso desactivando bombas y que cuando yo lo conocí no se enfadaba jamás.

3. Imagino que la gente maneja tanta información que los escritores no podemos seguir escribiendo como se escribía en el siglo XIX o en gran parte del XX. Es decir, probablemente el escritor del futuro escribirá como vuela por Internet, con rapidez, saltando de un tema a otro, no deteniéndose demasiado en detalles perezosos (me refiero a lectura de las obras no a la concepción). O no. Quizá lo que quiera el lector que se para ante un libro sea todo lo contrario al estrés de Internet. Imagino que, como siempre, se seguirán vías muy diferentes.

4. El futuro del libro lo imagino como el pasado y como el presente: en manos de una minoría. Los lectores siempre hemos sido minoría a pesar de que pretendamos lo contrario. En ocasiones minorías más grandes, en ocasiones prácticamente nulas, pero minorías siempre. Es probable, por otro lado, que poco a poco se imponga el libro electrónico cosa que me parecería mucho más justa en muchos aspectos. Otro cosa será cómo administrar ese paso del papel al libro electrónico. Dice mi mujer que se deberían dejar bajar los libros gratis y que una vez leídos sea el lector el que decida si pagar o no al autor y, lo que es más atractivo, cuánto pagar. Creo que el libro de papel se debería mantener, pero con tiradas mucho más limitadas y casi como artículo de coleccionista. Imagino que solamente deberíamos comprar aquellos libros que verdaderamente supongan algo muy importante para nosotros y que nuestra biblioteca fuese mucho más reducida.

EL PAIS

martes, 8 de noviembre de 2011

Internet, una novela por escribir...03


Respuestas de Bruno Galindo

¿Cómo se evidencian los nuevos soportes en mi obra?

Claramente. En el caso del cine, la influencia es ineludible. Está en el ritmo, en la manera de ensamblar las situaciones, en la concepción del narrador casi como cámara. Los medios de comunicación están en casi todo lo que he escrito. Encuentro imposible hablar de temas actuales y obviar todos estos factores.

¿Cómo se evidencian los nuevos soportes en la obra de otros?

La influencia del cine contemporáneo es notoria. Nos define de un modo que la literatura aún no ha logrado. El cine es actual. La literatura, salvo excepciones, aún no nos define. Ni en los temas que ofrece ni en la manera en que nos los presenta. Los medios de comunicación son ahora más importantes que la Literatura, del mismo raro modo en que hoy Las Vegas es más influyente que París.

¿Los nuevos soportes, perturban la lectura o la mejoran?

La mejoran. La impronta de Internet trae consigo que las historias se abrevien y se vaya más al grano. Existe una identificación inexacta pero real entre el soporte digital y nuestra creciente falta de tiempo.

¿Los nuevos soportes, estimulan, retienen o desafían la imaginación?

Estimulan y retienen a partes iguales. En Internet, los hipervínculos funcionan del mismo modo en que nuestro cerebro pasa de una idea a otra. Sinápticamente. Por otro lado cada vez que queremos saber cualquier cosa lo primero que se nos ocurre es mirar en Google, lo que no es muy creativo porque todos leemos las mismas diez entradas.

Parece que todos estamos consumiendo la misma información. Todos hablamos de la misma temporada de Lost o del mismo episodio de The Wire: la cacofonía de imágenes crea un feedback y obliga a emigrar si uno quiere hablar de otro tema. Esto no perturba la lectura, pero tal vez homogeneiza los discursos de quienes la escriben. Parece que a todos nos gusta exactamente lo mismo, y eso no pasaba en la era pre-informática. Google es la panacea de la documentación, pero para escribir historias hay que tener una vida física.

El futuro del libro

Larga y afortunada convivencia del papel y el libro electrónico, supongo.

Los libros clásicos serán objetos "de buen gusto", como ahora los discos de vinilo.

Los libros electrónicos posibilitarán experiencias fabulosas. Ya lo hacen. Libros que se puedan conectar a la web a través de wifi y derivar sus historias a hipervínculos de ficción. Libros que incorporarán a sus lectores de un modo que ahora sólo empezamos a entender.

Respecto al escritor, creo que deberá tener una doble estrategia: digital y presencial. Por un lado tendrá que ser multimedia (como los periodistas) y funcionar bajo una lógica digital prodigándose más en redes sociales, blogs y blablabla. Por otro, será clave lo presencial: deberá volverse escénico. Leer, recitar, contarle a la gente in situ. El spoken Word y el storytelling ya están marcando el camino. Veremos cada vez más escritores con músicos, con videoartistas, artistas plásticos... escritores con. Yo lo llamo perfoliteratura.

Bruno Galindo (Buenos Aires, 1968*) es escritor y periodista. Ha publicado poesía, relatos y libros periodísticos. Su último libro es Diarios de Corea (Debate, 2008) y su primera novela, El público. * pero español desde los tres años.

EL PAIS

sábado, 5 de noviembre de 2011

Internet, una novela por escribir...02


Respuestas de Elvira Navarro

1.- Sobre el papel de las nuevas tecnologías en la literatura:
Desde el punto de vista de la promoción y la difusión, el papel de las nuevas tecnologías es notable. Los libros ya no sólo se dan a conocer a través de los suplementos literarios y de las revistas especializadas, sino también por medio de blogs y de páginas webs que, en según que casos, son a veces más importantes que las plataformas tradicionales. Internet permite además una presencia fuerte de criterios divergentes, y eso siempre es un acicate contra ciertas tentaciones acomodaticias, amén de que hace posible un debate inmediato entre el autor, el crítico y el lector. Ahora bien, hay que tener en cuenta que estos factores dependen de que detrás haya alguien con criterio. Los blogs y etc. no son más que herramientas.

Desde el punto de vista creativo, la incorporación temática de las nuevas tecnologías es inevitable, y eso no entraña novedad alguna, más allá de que antes los personajes no tenían móviles ni portátiles, y ahora, por lo general, sí. La incorporación estructural ya es harina de otro costal. Las nuevas tecnologías pueden ser, y de hecho están siendo en algunos casos, una vía para salirse de la norma y explorar. Dicho esto, hay que tener en cuenta que no es esa la única vía, y que la literatura, desde mi punto de vista, sigue jugándose en lo pequeño, en el hallazgo, que no depende de ajustarse a ningún formato, se pretenda éste, o lo presenten, como viejo o nuevo. Las nuevas tecnologías pueden abrir vías que aún no sabemos si serán decisivas o anecdóticas, pero la apuesta radical por ellas, como si eso a lo que llamamos "arte" sólo pudiera hacerse desde ahí, me parece un error, pues, por un lado, supone introducir en la creación el "debe", la preceptiva, y por otro, se está apostando por una visión sesgada de las cosas. Hay muchas maneras de estar a la altura de nuestro tiempo, y algunas de esas maneras pasan, oh paradoja, por las formas tradicionales. En lo único en lo que yo creo es que es la obra la que genera su propia norma, y el autor debe estar atento a lo que ésta precisa para ser eficaz.

2-. Sobre el papel de las nuevas tecnologías en mi obra:
Me adscribo a un realismo consciente de ser tan ficticio como la ciencia ficción, y que está abierto a cualquier cosa, pero siempre y cuando la obra lo requiera. Es decir: que no voy a meter con calzador ningún procedimiento que la obra no demande. Por otra parte, pasar buena parte del día frente a una pantalla, visitando blogs, webs, redes sociales y etc. tal vez esté jugando un papel importante no en lo grande, sino en lo pequeño, es decir, en el "aire" que transmito a mi obra. Creo que ni yo ni nadie escapamos a eso. Quizá ahí se encuentre lo decisivo.

3.- ¿Leeremos todos en una pantallita o el papel seguirá persistiendo como soporte para leer? ¿Tú qué prefieres?
La verdad es que soy poco amiga de jugar a ser Rappel. Yo por el momento prefiero el papel para los libros, aunque el libro electrónico me parece una buena herramienta para quienes tengan que trajinar con manuscritos, como los editores.

EL PAIS

viernes, 4 de noviembre de 2011

A veces podemos...

A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Internet, una novela por escribir...01


Respuestas de Ricardo Menéndez Salmón

Mi relación con la Red, que podría considerarse metáfora y síntoma por excelencia del tiempo actual, es cotidiana y muy grata. Soy un convencido de la Red como generadora de opinión, discurso, información, conocimiento, expectativas e incluso falacias, las seis facetas. Dicho esto, reconozco también ser un fetichista del libro en su formato clásico. El libro, como objeto, se me antoja insustituible. Desde luego, el libro sin papel aún no se ha instalado en mi conciencia, y la blogosfera, por lo general, me parece una reconstrucción más o menos certera de las formas canónicas de comunicación impresa. Al planeta ciborg lo observo con simpatía, pero sin entusiasmo. Me siento cómodo en él, pero no lo reconozco como mi país natal. Hay una comparación de Manguel que me parece bastante atinada respecto a este statu quo que las nuevas tecnologías proyectan sobre el universo del libro. Dice Manguel que si la biblioteca de Alejandría aspiraba a simbolizar la omnisciencia humana, la biblioteca de la Red aspira a simbolizar nuestra omnipresencia. El matiz decisivo es que, mientras aquélla se proyectaba como la biblioteca que lo contenía todo, ésta se dibuja como la biblioteca que contiene cualquier cosa. Mi miedo o, mejor dicho, mi prevención es que, en nombre de las nuevas tecnologías digitales, ese «cualquier cosa» encuentre acomodo en el cuerpo de la literatura.

Al respecto de si el universo digital puede alterar o ha alterado ya nuestras forma de contar, recuerdo una frase de Comte en el Discurso sobre el espíritu positivo: "Nos guste o no, todos somos hijos de nuestro siglo", así que, por descontado, la inmersión en una era digital de algún modo ha de trasladarse a la escritura. Mi sospecha es que, en realidad, lo que hacemos es mudar de una pantalla a otra. Del tipo que pintaba uros en Tito Bustillo a mí mandándote este rollo desde un iMac hay un par o tres de rubicones mentales que cruzar, pero las certidumbres y los miedos no son muy distintos, así que los temas que compondrán el fondo de armario seguramente se repetirán. Recuerdo una entrevista que El País realizó hace muchos años, quizá veinte o veinticinco, a Doris Lessing, en la que ella pronosticaba que, en un futuro inminente, el libro solo, despojado de afeites, "ya no bastaría". Y aunque el tiempo, en cierta medida, ha venido a darle la razón, yo matizaría el pronóstico. Es obvio que se puede escribir como si la Red no existiera (yo, por ejemplo, lo hago: en mis libros, hasta la fecha, la Red ni siquiera existe como clima), pero se me antoja difícil concebir la existencia del libro al margen de la Red, aunque sólo sea porque la mayoría de escritores «visibles» publicamos en editoriales cuyo objetivo y razón de ser es llegar al mayor número posible de gente.

Dicho esto, en qué lugar queda la palabra en un contexto de preponderancia de lenguajes visuales y sonoros. Bien, yo creo que ese poder permanece indemne. Yo soy un enamorado de la modernidad, la que plasmaron en sus textos Poe, Baudelaire o Rimbaud. No creo que ni el sonido ni la imagen hayan logrado jamás ser tan poderosamente evocadores como las palabras de La narración de Arthur Gordon Pym o los poemas de Las flores del mal y las Iluminaciones. Lo que a mí me apasiona, en realidad, y lo que intento plasmar en mis textos, es la capacidad de la imaginación lingüística, entendida como el empleo de un lenguaje lo suficientemente resonante como para poder competir con lo icónico y con lo sonoro. Aunque pueda parecer paradójico, hoy el escritor, para derrocar la dictadura de la imagen y del sonido, debe crear imágenes más poderosas que aquellas captadas por nuestros ojos y oídos y por sus prótesis tecnológicas. Y eso es lo que logran ese puñado de escritores que para mí son cumbre de nuestro tiempo: Michon, DeLillo, Coetzee o el fallecido Sebald, un autor que, por cierto, supo conjugar con enorme talento un medio ajeno a la literatura (la fotografía) para multiplicar la resonancia y profundidad de su escritura.

Respecto al debate acerca del libro multimedia (un libro discoteca, un libro fonoteca, un libro cinemateca, un libro hemeroteca, un libro blogoteca), estoy a favor de su existencia si estas extensiones contribuyen a lo que se desea contar; si se emplean como un signo de los tiempos, me parecen una boutade. ¿Y por qué? Porque al final, como siempre, todo dependerá del texto matriz. El making off y la banda sonora de un texto de Rafael Chirbes o de Enrique Vila-Matas pueden ser fascinantes; el contexto multimedia de una novela de Juan Manuel de Prada prefiero ignorarlo. Y si doy nombres es porque las propuestas estéticas (y éticas, claro) de estos escritores ya conforman el corazón de su obra, lo esencial de ella, independientemente de los tentáculos que la rodeen.

Por último, respecto a las cautelas y prevenciones, redundaría en lo dicho. No le tengo miedo a un futuro que es ya presente; lo único que me aterra son los malos escritores. Lamento ser tan poco original, pero odio la hipertrofia teórica que nos rodea. Hoy parece que cada escritor joven ha de defender una teoría complejísima para luego plasmarla en novelas que a menudo son un pestiño, cuando hasta ahora siempre había sucedido al revés: los escritores redactaban novelas en las que ya subyacía su teoría literaria, su visión del mundo. No me imagino a Hermann Broch escribiendo una justificación teórica de La muerte de Virgilio. Al contrario, La muerte de Virgilio es el monumento práctico con el que Hermann Broch nos trasladó su visión de la literatura, del mundo y del hombre dentro de él. Siempre habrá buena y mala literatura, independientemente del soporte que la sostenga, y siempre habrá advenedizos y gente que trabaja en silencio, sin hacer ruido. Escribir contra la tradición me parece tan ridículo como escribir contra la vanguardia. Pobre del escritor que escribe contra un statu quo tecnológico o contra un statu quo intelectual. Yo sólo escribo para mí. Y punto. Mis miedos derivan de mi falta de talento o de mi falta de ambición, no de otro lado.

EL PAIS

martes, 1 de noviembre de 2011