jueves, 29 de noviembre de 2012

De dios a bufón en un clic...


De dios a bufón en un clic

La reputación 'online' está en alza - La Red bulle de rumores y las empresas contratan a consultoras para limpiar su nombre

El prestigio siempre ha sido algo de lo que preocuparse. Construir una identidad sin mácula era tarea de una vida, incluso de varias. En tiempos medievales bastaba echar una ojeada al escudo de armas, que garantizaba el buen nombre del portador. Yelmos y flores de lis fueron sustituidos por los contactos, gente importante que respaldaba la propia fama. Hoy, Internet se ha apropiado de las herramientas para labrarse una buena reputación. Ni cartas de recomendación ni blasones familiares. El linaje ha sido sustituido por el historial de Google.

La notoriedad nunca fue tan democrática como ahora. Cualquiera puede acceder a la Red y defenderse en ella sin dinero ni intermediarios. Sólo méritos y un público casi ilimitado. Pero al igual que en la Edad Media, los mentideros bullen de rumores que se extienden como la pólvora y que, también de manera democrática, salpican las reputaciones.

"Antes, si crecías en un pueblo, sabías quién era hijo de quién y, si te metías en líos, todos se enteraban. Ahora, ese pueblo es Facebook o Twitter. Si cometes un error, todos lo saben". Andy Beal es uno de los mayores expertos mundiales en reputación online y ha asesorado, entre otros, a Microsoft y Motorola. Asegura que los jefes consultan Google y Facebook para saber más sobre sus empleados: "Al menos una vez al año, supervisarán tu actividad online para encontrar algo que pueda hacerte prescindible. Muchos mánager se hacen amigos tuyos en las redes sociales para vigilarte".

Beal es el creador de Trackur, un programa que busca identidades en Internet para averiguar lo que se está diciendo de ellas. Es una iniciativa semejante a la de Twinfluence, web que utiliza Twitter (portal donde se pueden publicar comentarios de hasta 140 caracteres) para determinar la popularidad de cada usuario, a cuánta gente llegan sus mensajes.

Medir la reputación y mejorarla es tarea de profesionales. En España, despuntan las primeras consultoras especializadas. Estudian la presencia en Internet de la empresa, institución o particular que les contrata y generan contenido positivo sobre ellas (texto, fotos y vídeos sobre lo que hacen y dicen, cuanto más, mejor). Si el daño ya está hecho, solicitan a blogs, foros y webs que retiren los comentarios injuriosos sobre sus clientes.

En Overalia, trabajan sobre todo con pymes. "Las empresas son conscientes de que Google les afecta. Cuando encuentran informaciones sobre ellos creadas por otros, se preocupan", explica Victor Puig, director de contenidos, que ofrece el siguiente ejemplo: "Un señor llega a una compañía y su mala gestión la lleva a la quiebra. La gente le critica en la Red. Si intenta crear otra empresa, tendrá problemas. Al buscarle en Google, su perfil arrastrará esas críticas".

Esto se conoce como "crisis de marca", y es la especialidad de la consultora Customer Hunt. Oriol Gifra, su director, ha trabajado con cantantes, políticos y también con un empresario que perdía hasta 100.000 euros a la semana por un solo insulto anónimo en un foro: "Los proveedores anulaban pedidos, el banco le negaba la ampliación de la póliza de seguros e incluso le costaba que alguien se presentara para una entrevista de trabajo".

¿Existen quitamanchas? "El 90% de las ofensas vienen de los foros. Les pedimos que retiren los comentarios. Muchos se niegan, alegando que no están obligados. Por eso, no prometemos nada. A corto plazo, es muy difícil solucionar algo. Hay clientes que se creen que esto es apretar un botón y ya está", asegura Gifra.

Se puede gestionar la reputación en Internet sin recurrir a expertos. Para hacerlo hay que sumergirse en un sinfín de webs en las que se pone nota a compañeros de trabajo, amigos y hasta a completos desconocidos. Todavía en pruebas, Unvarnished ("sin barniz", en español) permite publicar comentarios sobre jefes y colegas de manera anónima. Se puntúan las diferentes aptitudes (productividad, sociabilidad...) y se ofrece una valoración general (de una a cinco estrellas). Después, se escribe a voluntad: "Nunca consiguió hacer nada. Se dedicó a hacer la pelota y a desperdiciar sus años en la empresa". Es uno de los comentarios que pueden leerse en el perfil de un directivo de Google. Es imposible saber quién fue el rencoroso autor y tampoco puede borrarse.

Esta oportunidad para vengarse ha llevado a The New York Times a calificar a Unvarnished como "la pared de un baño en el que todo el mundo puede entrar". Sin embargo, casi todas las pintadas son positivas. En muchas ocasiones, los que son amigos en Facebook se valoran mutuamente con la máxima puntuación, en una complicidad interesada. Peter Kazanjy, fundador de Unvarnished, explica que la mejor manera de controlar tu reputación es conectar con los demás: "Pedir a personas que te conocen que escriban sobre ti. Agradecer esos mensajes, matizarlos o incluso desmentirlos". Es posible replicar a una crítica y ofrecer argumentos que cuestionen su veracidad, así como invitar a otros compañeros para que te defiendan.

No en todas las webs hay tanto control. Formspring y Jerk se centran en la reputación personal y apuestan porque el círculo de confianza del usuario entre a valorar sus aspectos más íntimos. Preguntas como: "¿Es Mary sensible, es leal, está enamorada?". Abundan las obscenidades y las salidas de tono, también los perfiles falsos, como uno sobre el Papa. El vertedero de la reputación se encuentra en Jerk, donde existe un top 100 de "estúpidos". Gente real que es duramente insultada, a menudo por desconocidos. Hay una sección de pujas en la que se ofrece dinero para que alguien resulte elegido "estúpido del día" (también hay del mes y del año). El que paga más, decide quién será humillado en la plaza pública.

El escarnio de la reputación existe, pero también su monetarización. En The Whuffie Bank quieren sustituir el dólar por el whuffie, una forma de pago virtual. Miden el prestigio basándose en la influencia que tienen los usuarios a través de su cuenta de Twitter, y en breve esperan dar el salto a Facebook. No intentan responder a "quién tiene más reputación que quién", sino determinar la especialización de cada uno. Si alguien demuestra que es un líder de opinión en un tema, le otorgan el título y una buena cantidad de moneda virtual. ¿Para qué sirve? "El día de mañana podrás saber qué 10 personas saben más de fútbol en tu ciudad o quién sabe más de Los Simpson en tu barrio. Si alguien tiene muchos whuffies en Barcelona sobre Messi, podrá canjear su moneda por un descuento en Adidas", afirma Santiago Siri, uno de los fundadores. ¿El resultado? Una economía de reputación con forma de sofocracia o gobierno de sabios a la que todo el mundo tenga acceso. "Una que cumpla la máxima de Marx: 'de cada uno según sus capacidades, a cada uno de acuerdo con sus necesidades".

Existe también una versión ONG, promovida por Amnistía Internacional. Tyrannybook es un Facebook para criticar a "los líderes que no respetan los derechos humanos". Los amigos se llaman "aliados" y se unen en grupos como "los 20 peores dictadores que siguen con vida", en una clasificación encabezada por el norcoreano Kim Jong-il y en la que aparecen también Ahmadineyad (Irán) o Hu Jintao, presidente de China.

Eduardo Press, psicólogo especializado en conflictos laborales, recomienda separar la herramienta del uso que se hace de ella ("con un martillo puedo clavar un clavo o romperte la cabeza"), pero se centra en los riesgos: "Al carecer de reglas, todo queda ligado a la responsabilidad, que se diluye con el anonimato. El riesgo es el linchamiento. Destruir una reputación siempre es más fácil y lleva menos tiempo que construirla".

La mayoría de los expertos minimizan los riesgos y se sienten molestos por la distorsión mediática: "El miedo vende", dice Neus Arqués, de la consultora Manfatta. "Antes, para llegar a grandes audiencias, hacía falta dinero para pagar a un responsable de comunicación. Ahora, cualquiera, incluso un autónomo, puede llegar más allá de su barrio".

No todos los rumores son infundados. "Hay gente que merece su mala fama", afirma Victor Puig, de Overalia. Pero incluso estos, señala Oriol Gifra, de Customer Hunt, tienen derecho a limpiar su reputación: "Esto es como si van a un abogado: yo les defenderé, sean inocentes o no".

¿Cómo hacer para no perder el buen nombre en el lodazal de insultos anónimos que puede ser la Red? Jeremiah Owyang se presenta como "estratega web" y es columnista de Forbes: "Debes apropiarte de tu nombre en Internet antes de que otro lo haga". Blindarse ante posibles ataques,tal y como hace la Casa del Rey, que ha ido comprando y cerrando los dominios web con el nombre de los hijos del Príncipe y las Infantas a medida que estos nacían. Pero ni siquiera esto es suficiente. La mujer del hombre más poderoso del planeta, Michelle Obama, tuvo que soportar hace meses cómo una foto suya se asociaba en Google a la palabra monkey (mono) y a un montaje fotográfico de un simio con su rostro.

En el medievo, bastaba un mal lance en batalla para perder la vida. Si el caballero no había dejado descendencia, desaparecía su nombre. Hoy, quien deja huella en Internet lo hace para siempre. Borrarse de las redes sociales no garantiza nada, la información sigue ahí. ¿Hay esperanza si la losa de la reputación resulta demasiado pesada? En la web Seppukoo (cuyo nombre hace referencia a una modalidad de haraquiri) ofrecen suicidios virtuales gratuitos. Un clic y el perfil de Facebook se convierte en un epitafio. Pero también después de muerto, los demás opinarán sobre el difunto y dejarán sus condolencias. En este cementerio ya hay 20.000 lápidas.

Improperios 'made in' Google

- El buscador Google ofrece la opción de autocompletar los términos de la búsqueda, basándose en las consultas más frecuentes. Así, al introducir los nombres de algunos personajes públicos, no faltan las sorpresas. ¿Es esto un atentado contra la reputación o solo el resultado de un algoritmo?

- José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno. Google lo asocia con "Mr. Bean", "Pinocho" y "masón".

- Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular. El buscador propone "homosexual" al teclear su nombre.

- Benedicto XVI. Entre las sugerencias destacan "nazi" y "Opus Dei".

- Mahmud Ahmadineyad, presidente de Irán, es un "judío" y Benjamín Netanyahu, su homólogo israelí, está vinculado con la palabra "inquisición".

- Kim Jong-il, dictador de Corea del Norte, ve su nombre acompañado de la combinación "sangre de vírgenes".

- Lady Gaga, diva del pop, "es un hombre" y Michael Jackson, fallecido en junio de 2009, "está vivo".

miércoles, 28 de noviembre de 2012

lunes, 26 de noviembre de 2012

Los extraterrestres nunca pararon en el Área 51...


Los extraterrestres nunca pararon en el Área 51

Ni ovnis ni alienígenas. Los documentos desclasificados y testigos revelan que lo extraño de la base militar eran los aviones en prueba

Decir Área 51 es decir misterio. Misterio del gordo. La legendaria base militar secreta de EE UU en el desierto de Nevada, junto al lago Groom y protegida por montañas, ha sido durante décadas el epicentro de teorías conspiratorias, ufología, tecnoocultismo, expedientes X y seudociencia hasta convertirse en un icono de la cultura popular y escenario en películas como Independence Day o las de Indiana Jones En busca del arca perdida y El templo de la calavera de cristal. Según la extendida leyenda, en Área 51 el Gobierno de EE UU -o alguna de sus agencias secretas- guarda nada menos que los restos de la supuesta nave extraterrestre estrellada en 1947 en Roswell (y de sus tripulantes) y allí experimenta con tecnología alienígena.

La verdad, como puede suponerse es, ¡ay Scully!, más prosaica y la desclasificación de documentos y el testimonio de personas que trabajaron en la base por fin está sacándola a la luz. Un libro recién aparecido de gran eco en EE UU -Area 51, An uncensored history of America's top secret base, de Annie Jacobsen (Little, Brown and Company, 2011)- y un documental -Los secretos del Área 51, de National Geographic Channel, que se emite hoy a las 21.30 (Digital+ Imagenio, ONO y otras redes de cable)- arrojan nueva e interesantísima información sobre la base, entreabriendo la puerta de su misterio.

La realidad de Área 51 es que desde 1955 ha servido como lugar de desarrollo y campo de pruebas de los más avanzados -y a menudo extravagantes- prototipos de aviones militares de espionaje de EE UU, especialmente durante la guerra fría. Los U-2 fueron ensayados allí, como lo fueron los muy marcianos (y valga la expresión) diseños del programa OXCART de la CIA en los sesenta, que condujo al A-12 y al famoso SR-71 Blackbird y todas sus variantes, y, en los setenta, a los cazabombarderos F-117 Nighthawk. En todos los casos se trataba de conseguir aviones furtivos, silenciosos al radar, pájaros capaces de llevar a cabo penetraciones en las defensas enemigas sin ser detectados. Es imaginable el secretismo con el que se llevaron a cabo el desarrollo y las pruebas de estos aparatos, a menudo de extrañísima configuración, lo que provocó la natural alarma de los que observaron por azar sus vuelos -¡más de 2.850 el A-12!- sin saber qué diablos eran. Ni tan siquiera los presidentes estadounidenses, escribe Jacobsen, tuvieron conocimiento completo de lo que se hacía en Área 51. El libro de la conocida periodista, con entrevistas a pilotos e ingenieros, está lleno de interesantísimos detalles sobre la historia de la base. Recalca que de ovnis, nanay, aunque al Gobierno estadounidense le fue de perlas todo el fenómeno de los platillos volantes para despistar y disponer de una tapadera de lo que verdaderamente estaban haciendo en la base.

Jacobsen, sin embargo, en un giro espectacular, lanza la hipótesis de que lo que se estrelló en Roswell, Nuevo México, no fue un ovni ni un globo meteorológico como sostuvo el Gobierno, sino, agárrense, una aeronave soviética secreta basada en un prototipo nazi -el Horten Ho 229 o Gotha, un ala voladora- y ¡tripulado por adolescentes monstruosamente manipulados por Mengele (sí, el médico de Auschwitz) para parecer extraterrestres! Se habría tratado, dice, de una operación de Stalin para causar pánico en EE UU inspirada en el efecto de la retransmisión radiofónica de La guerra de los mundos por Orson Wells en 1938. La historia -casi parece más fácil creer en hombrecitos verdes- se la relató a Jacobsen un ingeniero del Área 51. Algunos de los chicos deformados, le relató, estaban aún vivos cuando los encontraron...

"Totalmente falso", afirma sin poder dejar escapar una risotada, el especialista en vuelo hipersónico Thornton D. Barnes, veterano del Área 51, donde trabajó en los años sesenta. "Toda la historia es una fantasía, los rusos no tenían aviones así". Barnes es uno de los personajes que ofrecen su testimonio en el documental de NGC. En una conversación telefónica con este diario recalcó que lo que hacían en la base, entre medidas de seguridad tremendas (se llegó a interrogar a los propios pilotos con pentotal), era desarrollar y probar aviones de tecnología stealth, furtiva.

¿Trabajaron como se ha sugerido con armas secretas de la Alemania nazi, aviones y prototipos obtenidos por EE UU en la operación Paperclip al final de la II Guerra Mundial? ¿Acaso chocantes Wunderwaffen como la legendaria Die Glocke o los supuestos platillos volantes nazis de Schriever-Habermohl que ahora va a recuperar la película Iron Sky? "No, Dios mío, jamás vi en la base nada de eso", se alarma el experto. "No teníamos platillos volantes de ninguna clase". Pero tenían aviones muy raros. "Sí, muy extraños. Probablemente el que más, el Tacit Blue, que parecía una caja". ¿Algún aparato redondo?, se ha dicho que el Vought V-173/XF5U-1 Flapjack se probó en Área 51... "No, nunca nada redondo, se lo aseguro, la gente le ha echado mucha imaginación a lo que pasaba en la base, lo que había era mucho trabajo, muy duro, y mucho secreto, que sin duda alimentó la paranoia exterior". Barnes recuerda el estrés de suspender los experimentos cada vez que pasaba sobre la base un satélite ruso. Construían señuelos para confundir al enemigo. Entre los pájaros del Área 51 destaca el rutilante A-12, de titanio, para cuya construcción hubo que desarrollar nuevas herramientas que permitieran trabajar ese material. "No es raro que los que por casualidad lo vieran ascender brillando pensaran que era algo venido del espacio".

Barnes parece desconcertado cuando le pregunto si cree en extraterrestres. "Verá, soy una persona de mente abierta, algo debe haber allá afuera, ¿pero ovnis?, me parece que no". "Sin embargo", añade, "déjeme decirle algo: en realidad sí tuvimos en la base aparatos que no eran de nuestro mundo, aeronaves de otra tecnología: reactores Mig 17 y Mig-21 capturados a los rusos para estudiarlos".

Así pues, ¿se acabó el misterio del Área 51? "No crea", ríe el viejo especialista. "Nunca lo sabrán todo".

domingo, 25 de noviembre de 2012

viernes, 23 de noviembre de 2012

¿Para qué crear? Versiona


¿Para qué crear? Versiona

Músicos consagrados compiten con recopilaciones de éxitos ajenos - ¿Homenaje a los grandes o crisis de creatividad? - La industria agradece el camino fácil

Es casi epidémico. En los últimos meses grupos de todos los estilos, muchos de ellos considerados clásicos, han publicado discos con canciones de otros. No hay datos concretos, pero se multiplican. Es una avalancha de veteranos revisionistas. Por citar unos cuantos: Peter Gabriel, Santana, Eric Clapton, Phil Collins, Marc Anthony, Liza Minnelli, Rod Stewart, Tom Jones, Cyndi Lauper, Brian Wilson, Herbie Hanckock o Robert Wyatt. "Cuando hablamos de discos de versiones rápidamente me vienen a la cabeza cuatro motivos por los que un artista se quiere enfrentar a tal reto: la vagancia, la falta de creatividad, la búsqueda del dinero rápido o el auténtico y sentido homenaje", dice Leopoldo Alcaraz, jefe de producto musical de FNAC España.

Sea lo que sea, funciona. Una mirada rápida a la lista de los discos más vendidos en España esta semana permite ver que en el tercer puesto está Going back, el doble álbum de Phil Collins de versiones de soul de los sesenta. En el cinco, el de Eric Clapton. Santana, tocando trillados temas de guitarra, está también entre los 20 primeros.

"Phil Collins tuvo un éxito brutal hace muchos años con una versión de Supremes, supongo que algún espabilado le ha dicho que haga un disco entero así", especula Javier Liñán, director de la discográfica independiente El Volcán, y la persona que ha coordinado Viaje satélite alrededor de Carlos Berlanga , un álbum en el que 22 artistas nacionales reinterpretan canciones del fallecido músico español. Un respetuoso tributo que ha entrado en el puesto 35 de la lista. "Los casos que mencionas suelen ser estrategias de mercadotecnia, no sinceros homenajes la mayoría de las veces. Es gente que no vende un disco de canciones originales hace mucho tiempo. Muchos de ellos ni siquiera son autores. Necesitan girar, y facturar. Por eso hacen este tipo de proyectos conceptuales basados en repertorios de demostrado éxito. Cada caso se merece un análisis aislado, pero en general siempre obedece a estrategias para revitalizar carreras apoyadas en repertorios de éxito demostrado", dice.

Con la industria discográfica sufriendo una larga agonía, los nuevos lanzamientos han pasado a un segundo plano de relevancia comercial. Eso permite por un lado que los artistas valientes corran más riesgos, pero también crea una especie de desgana que hace que los músicos con contratos que les obligan a entregar discos se los quiten de encima con lo primero que se les ocurre: un directo, el enésimo recopilatorio... o versiones. Pero tampoco es justo apuntar solo a los veteranos. The Baseballs, un trío alemán de rockabilly vocal formado en 2007 por tres veinteañeros lleva 400.000 copias colocadas en toda Europa de Strike back!, su disco de presentación. Su baza son las versiones al estilo del rock and roll de los cincuenta de éxitos recientes del pop como Umbrella, de Rihanna , o Poker face, de Lady Gaga . "No es una invención nuestra, ni es nueva. Así surgió el rock and roll. Tocamos las canciones que nos gustan en el estilo que nos gusta. Lo mismo que hacían Elvis o Jerry Lee Lewis. Cuando escuchas rock and roll, es tan importante lo que les pasa a tus oídos como lo que les ocurre a tus pies. Es escuchar música como si fueras niño. No piensas en el mensaje de las canciones. Simplemente sientes que te hacen feliz", dice Basti (Sebastian Raetzel), miembro del grupo.

Al otro lado del Atlántico pasan cosas parecidas. La serie estadounidense de televisión Glee es un musical dirigido al público juvenil; un fenómeno que esta semana ha superado a los Beatles en el número de canciones en el top 100. A los de Liverpool les costó cinco años incluir 75 canciones en lista. El reparto de Glee lo ha logrado en 14 meses. Su discográfica, Sony, cuelga las canciones en Internet inmediatamente después de la emisión de cada capítulo. Y del último han entrado seis: cinco versiones de Britney Spears y una de Paramore , grupo que se hizo famoso por participar en la banda sonora de Crepúsculo.

Es algo parecido a lo que hizo Operación Triunfo en sus primeras ediciones cuando los discos de los triunfitos eran cada semana los discos más vendidos despertando airadas reacciones de músicos como Manolo Garcia. "No dudo que OT tenga permiso legal para utilizar mi canción, pero desde luego no cuenta con mi aprobación. Y me hubiera gustado que se me preguntara si quería formar parte de este -perdonen pero es lo que a mí me parece- circo. Una cosa es que la ley permita publicar discos con nuevas versiones sin mi autorización y otra muy diferente, creo yo, es que sin yo quererlo me vea incluido en un programa de televisión con cuya filosofía y valores no comulgo en absoluto", escribía en 2002.

Porque legalmente hay una diferencia entre interpretar una canción ajena y hacer una obra derivada. "Si la cantas igual que la original, o con modificaciones menores en la instrumentación, simplemente hay que pagar los derechos correspondientes al autor o sus herederos legales. Pero si modificas el tema, es el caso de un cambio en la letra o una traducción, hay además que pedir permiso", explica Paloma Llaneza, abogada especializada en derechos de autor y nuevas tecnologías. El problema a veces es saber cuándo se pasa esa frontera. "Si se reconoce por parte del intérprete se llega a un acuerdo. Si no, se entra en temas judiciales. Es básicamente un mecanismo de prueba".

En un mundo desmemoriado, a veces de lo que se trata es de recuperar un tema olvidado pero reconocible. "Una canción de éxito, si no está muy trillada, la vuelves a grabar y es un éxito otra vez. Hay que saber pillar el pulso de los tiempos y de las tendencias y elegir la canción adecuada en el momento adecuado", dice Liñán. De lo que se trata en ocasiones es de llevarla de un público a otro, como han hecho The Baseballs: "Hay gente que piensa que los temas son nuestros. Generalmente el público de otras generaciones, que no está al tanto de las listas de éxitos. Y, al revés, hay jóvenes que creen que se trata de temas de Elvis. Versión es un término muy amplio. A menudo la gente piensa que es solo cantar canciones que otros cantaron antes. Pero no es tan sencillo. No se trata de hacer karaoke, sino de arreglarla en una nueva manera. De deconstruir la original y reconstruirla. A veces funciona, otras veces la nueva versión no es tan diferente de la original. Pero si funciona, el efecto puede ser muy grande. Si hacer versiones fuera tan poco creativo Hound dog sería aún un blues lento, That's all right mama no te haría bailar y Whole lotta shakin' goin' on solo la conocería un puñado de personas".

Pero cada caso es un mundo. "No tiene nada que ver Rod Stewart, que lleva no sé cuántos Songsbooks y que se ha convertido casi en un artista que solo hace temas de otros, con el de Tom Jones, que es un disco de música religiosa, muy ambicioso. ¿Todos están cogiendo el camino fácil? No. Hace 40 años que se hacen discos de covers y los ha habido de todos los colores", explica Paul Reidy, jefe de producto de la discográfica Universal.

Es verdad. El mundo del jazz lleva décadas revisando los mismos estándares y nadie se atrevería a cuestionar la creatividad de Miles Davis ni cuando tocaba Time after time , de Cindy Lauper. Quizás uno de los problemas al analizar estos fenómenos es la idea de que si varias cosas similares coinciden en el mismo lugar, al mismo tiempo, se trata de un contagio y, según Reidy, esto no tiene por qué ser así. "Hay dos cosas diferentes. Por un lado yo creo que es casualidad que todos estos artistas hayan hecho estos álbumes. Lo que no creo que sea tan aleatorio es que todos se hayan publicado en el último trimestre del año. Muchos están destinados a ser producto navideño. No requiere tanto esfuerzo por parte del oyente. Cuando presentamos una versión a la radio son más receptivos. Es un pelín más fácil que un repertorio desconocido".

Vista la dramática situación del mercado, que en España es aún peor (las ventas han caído en el primer semestre de 2010 casi un 13%, encadenando nueve años de descenso), cuando un músico conocido llega con un proyecto así la firma debe respirar. "Si aparece Metallica diciendo que va a hacer un disco orquestal de folk irlandés del siglo XVII te da un poco de yuyu. Pero, si te proponen un disco que se corresponde con sus influencias, que sabes que van a interpretar con dignidad y criterio, nadie se pone nervioso", reconoce Reidy. O, como explica Liñán: "No es que se venda más que con temas originales, pero el hacer un disco con canciones nuevas y que funcione es muy difícil".

Es un mundo complicado para jóvenes y veteranos por igual. En septiembre Music Week, la biblia de la industria musical británica, dedicaba su portada a la desaparición del rock y el indie de las listas de ventas del país. "El resurgimiento del pop y la urban music está enviando al rock a los libros de historia", afirmaba. Si tenemos en cuenta que el tema de rock que más se ha vendido en Reino Unido en 2010 es Don't stop believin', de Journey , editado originalmente en 1982, parece lógico que los músicos miren para atrás.

Si esta moda es circunstancial, una retirada a los cuarteles de invierno esperando a que el tiempo mejore, mal. Pero si se trata de una crisis de creatividad, de una rendición al constatar que ya no hay nada que hacer, la situación entonces roza lo dramático. El primer disco español de versiones que aparece en la lista de los más vendidos es Introversiones, de Celtas Cortos . Los vallisoletanos han decidido adaptar canciones que les han influido. "Surgió de forma furtiva. El próximo disco de canciones propias estaba lejos. En principio, era plasmar la gratitud a artistas que nos han dejado huella. Es cierto que cuando publicas un disco nuevo de partida ya cuentas con el fracaso, o con el no-éxito al menos. Desde luego es una manera de darte aire a ti mismo y de tomar un poco de perspectiva y tomar tiempo para lo que puedas hacer después", dice Alberto García, violinista del grupo vallisoletano. "Te lo puedes tomar, si quieres, como una falta de ideas. Pero yo lo veo como probar de otro plato. Se le puede dar la razón o quitar al que lo diga dependiendo de lo que venga detrás".

jueves, 22 de noviembre de 2012

Mamarracho...


Tout hussard qui n'est pas mort à 30 ans est un Jean-Foutre!"
("¡Todo húsar que no haya muerto a los 30 años es un mamarracho!")
Antoine Charles Louis Lasallehttp://www.blogger.com/img/blank.gif

martes, 20 de noviembre de 2012

Palabras sobre la Red...


Palabras sobre la Red

Siguen apareciendo publicaciones que responden desde el mundo del libro a cuestiones suscitadas por las tecnologías digitales (Internet, pero también el móvil). Aunque la velocidad de las transformaciones casa mal con el lento tempo editorial, estas novedades reflejan las preocupaciones que se suscitan y los distintos modos de abordarlas. Ontología de la distancia es una recopilación de catorce ensayos filosóficos, originados en un congreso, que abordan el teléfono móvil y otras virtualidades (Maurizio Ferraris, también presente en el volumen: publicó en 2005 ¿Dónde estás? Ontología del teléfono móvil; edición española Marbot, 2008). No sorprenderá que sus autores, procedentes de diversas escuelas y geografías, ofrezcan todo un abanico de aproximaciones: desde el rigor de Peter Sloterdijk al seductor análisis de Ángel Gabilondo, que parte de las fórmulas de responder al teléfono: el imperativo "dígame" o el dubitante "¿sí?". Temas recurrentes en el volumen son el estatuto del cuerpo, de sus prótesis y la ausencia. El filólogo francés Milad Doueihi quiere en La gran conversión digital aportar al debate digital una voz del campo de las humanidades, aunque, la verdad sea dicha, tampoco escasean. Analiza fenómenos como los blogs, asimilándolos a alguno de los modelos del pasado: la ciudad griega o la romana, o analizándolos en clave religiosa: ortodoxia/heterodoxia. Lo más interesante del libro es la dilucidación de la "alfabetización digital" a lo largo de muy distintas plataformas, aunque, como suele ocurrir, la necesidad de explicar cómo funcionan a un público que no las conoce consume parte de las energías del autor. Max Otte, alemán activo en Estados Unidos, publicó acertadamente en 2006 ¡Que viene la crisis! En El crash de la información analiza, en el sector financiero y del consumo, las maniobras para desinformar a los ciudadanos: a través del "etiquetado falso", pero sobre todo mediante la sobreabundancia informativa (como la variedad de tarifas telefónicas). ¿Será la Red un aliado de los consumidores? Parece que no: los sitios que se ofrecen para clarificar, sea inversiones en Bolsa o tarifas eléctricas, acaban siendo juguetes en manos de las compañías. Las tecnologías digitales están posibilitando el contacto directo con el cliente (sea con cajeros automáticos o webs de venta de billetes), lo que permite ahorro de personal... e indefensión del comprador ante cualquier eventualidad. Por su postura crítica y la información que maneja, este libro para lectores no especialistas es claramente recomendable. Guerra en la Red, escrito por Richard Clarke, responsable de seguridad de cuatro presidentes americanos, expone lo que realmente es un "nuevo campo de batalla": los ciberataques, que pueden afectar a la industria, la energía o las comunicaciones de un país ("en estos días los aviones... son todos un manojo de software que por casualidad vuelan por el aire. Líate con el software y el avión deja de volar"). La obra compara adecuadamente la situación actual de ataques digitales y desarrollo de contramedidas con la ocurrida durante la guerra fría, con lo que finalmente se expone la implicación geopolítica de una Red teóricamente sin fronteras. Socialnets, del especialista en e-learning José Antonio Redondo, es una obra práctica dirigida a un lector ya activo en la Red (al que tutea). La primera parte expone con claridad la historia de las redes sociales, que se remonta a 1997, abordando tanto las generales (Facebook) como profesionales (Linkedin). Se analiza la tipología de los usuarios, desde los pasivos a los que más intervienen, para acabar con las aplicaciones (aprendizaje, gestión del yo como marca), y unas páginas de consejos prácticos. Siguiendo la ideología imperante, la actitud general es a priori a favor del uso de las redes en el aprendizaje y los negocios, aunque se señalan algunos de los problemas del medio (privacidad, ruido).

Ontología de la distancia
G. Aranzueque (coordinador). Abada.
Madrid, 2010.
400 páginas. 19 euros.

La gran conversión digital
Milad Doueihi
Fondo de Cultura Económica
Buenos Aires, 2010
232 páginas , 17 euros

El crash de la información
Max Otte
Ariel. Barcelona, 2010.
348 páginas. 21 euros.

Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?
Nicholas Carr.
Traducción de Pedro Cifuentes.
Taurus. Madrid, 2011.
344 páginas. 19,50 euros.

lunes, 19 de noviembre de 2012

sábado, 17 de noviembre de 2012

Valor de soldado...


Valor de soldado

Sebastian Junger narra todos los detalles de la vida en el frente: tensión, aburrimiento, compañerismo, miedo. "Objetividad y honradez no son sinónimos", afirma el escritor, que vivió empotrado con el Ejército de EE UU en Afganistán. Después escribió Guerra

Desde pequeño le gustaba la acción. "¿Pero a quién no?", pregunta Sebastian Junger (Massachusetts, 1962) sentado en un sofá de cuero negro, con las botas sobre una mesa baja, en una de las salas del Half King, el pub de Chelsea en Nueva York, del que es copropietario junto al también periodista Scott Anderson. Viste vaqueros y una camisa azul, se muestra relajado y cortés y aunque tiene un considerable catarro no ha querido posponer la cita.

A mediados de los noventa, Junger se convirtió en todo un fenómeno editorial con su primer libro, La tormenta perfecta, en el que reconstruía la historia de la tripulación del Andrea Gail, el pesquero de Albacora que quedó atrapado en la tempestad que azotó la Costa Este de Estados Unidos en 1991. La crítica le señaló entonces como un nuevo Hemingway y Hollywood adaptó el relato en el año 2000 en un filme dirigido por Wolfang Petersen y protagonizado por George Clooney y Mark Wahlberg. Con A Death in Belmont, investigó el crimen y la violación de Bessie Goldberg ocurridos en los sesenta en el barrio de Boston donde se crió, y en Fuego recopiló una serie de reportajes realizados en zonas de conflicto, que incluían una entrevista con el líder talibán Massoud. Pero quizá uno de los viajes literarios y personales más osado de cuantos ha emprendido este periodista ha sido el que le ha llevado desde la primera línea del frente de Afganistán a la lista de libros más vendidos de The New York Times con Guerra (Crítica) y, más allá, hasta la alfombra roja de los Oscar con el documental Restrepo, que ha codirigido y está basado en la misma historia.

En 2007, Junger aterrizó en el valle de Korengal, en las montañas afganas próximas a la frontera de Pakistán, para realizar un reportaje de Vanity Fair, junto al fotógrafo británico Tim Hetherington. Después de cinco viajes a la zona y pasar cerca de medio año empotrado con una compañía del Ejército estadounidense, Junger escribió Guerra en apenas seis meses y pasó casi un año editando, junto a Hetherington, el metraje que habían rodado, y con el que elaboraron su documental nominado a los premios de la Academia. "La idea del libro fue evolucionando poco a poco. En mi segundo viaje a la zona comprendí cómo de importante y tremendamente adictivo es el vínculo que se establece entre los soldados que se encuentran en el frente. Cualquier historia de las muchas que se han escrito sobre la guerra en esencia trata de eso", recuerda. "Los soldados suelen echar mucho de menos ese vínculo tan peculiar cuando regresan a sus casas y esto a los civiles les cuesta mucho entenderlo".

El tema central fue cuajando: una disección periodística del combate. "La objetividad pura no resulta ni remotamente posible y menos en medio de una guerra; establecer lazos afectivos con los hombres que te rodean es el menor de los problemas. Objetividad y honradez no son sinónimos", escribe en Guerra. Junger, licenciado en Antropología, se propuso elaborar una anatomía del valor y atacar este asunto desde múltiples perspectivas con la experiencia directa de los soldados como cuerpo central de la historia. El resultado resulta intenso. En el libro reconstruye sin tapujos cada detalle de la vida en el frente: la tensión, el tedio, la agresividad, el compañerismo y el miedo. "He intentado averiguar cómo alguien llega hasta el punto de arriesgar su vida por otra persona. Cuando se entra en combate el individuo se subyuga al grupo porque esa es la única manera de sobrevivir", explica. "Los civiles básicamente saben de la guerra a través de Hollywood, así que no entienden lo confuso que resulta todo, la mecánica del combate, el procedimiento. Allí no sientes que quienes te disparan te odian. Un ataque de artillería es como un problema de álgebra y no puedes dejar que la ira se interponga. Las emociones afloran después, cuando ya no estás luchando". Junger derriba con prosa clara y contundente tabúes e ideas preconcebidas sin omitir rivalidades, envidias, ni escenas poco gloriosas. "Tengo mucho respeto por los soldados, si hablo de cosas que me hicieron sentir incómodo y las pongo en contexto no pasa nada. Todo el mundo en una circunstancia determinada puede hacer o decir cosas y eso no significa que seas así. Estos tipos matan a gente y pensar que no hacen otras cosas es descabellado, no tratar todo esto sería poco honesto", asegura.

Los cientos de soldados y veteranos que se le han acercado en las muchas lecturas y presentaciones públicas en las que ha participado desde que se publicó el libro han acabado de convencerle: "Muchos me dicen que les he ayudado a entenderse a sí mismos".

Fuera de las cerca de 250 páginas ha dejado los detalles biográficos de los soldados de la compañía Batallay el análisis geopolítico del conflicto. "He tratado esos otros temas en artículos y reportajes sobre Afganistán. En este caso yo quería escribir lo que se siente siendo un soldado que está luchando", afirma el periodista, que también cubrió la guerra de Bosnia, el conflicto en Liberia y la guerra de los talibanes en los noventa. Esta vez la discusión política escapaba los márgenes de su proyecto. "Los soldados no hablaban de eso. En Irak o Vietnam había más discusión en las tropas, pero en este caso se han alistado voluntariamente y la justificación moral de la guerra no está basada en mentiras", afirma. Las consecuencias de estar expuesto al combate, sin embargo, parecen ser las mismas, antes y ahora. El llamado síndrome de estrés postraumático y los problemas de adaptación que sufren los jóvenes que regresan del frente yacen bajo las crudas descripciones de Guerra. "En el frente el problema es que esto anula tu capacidad para luchar", explica. "Este tipo de trauma es ancestral y los humanos responden así a estas situaciones. Se trata de cicatrices que permanecen siempre: la guerra mental nunca se termina. Cuando has perdido a tus mejores amigos y han caído delante de ti cubiertos en sangre, la idea de una recuperación total es demasiado".

Junger conocía el trabajo de Herr y su Despachos de guerra, de Hemingway o de Tim O'Brian, pero en Korengal leyó Johnny cogió su fusil, de Dalton Trumbo. "Es, probablemente, el libro más doloroso que jamás he leído", asegura. Con Guerra, decidió estructurar su relato en tres apartados (temer, matar y amar) y no seguir un orden cronológico. "La narración lineal no iba a funcionar porque no había al final una batalla culminante. Durante los cinco primeros meses ocurrieron las cosas más llamativas, luego los soldados aprendieron a combatir y empezaron a matar al enemigo de forma contundente. Al final estaban dando patadas al reloj, listos para irse. Opté por ir más al fondo y hablar de las emociones primarias que se experimentan en la guerra, y explicar así la psicología, la neurología y la antropología del valor". Tampoco quiso incluir Afganistán en el título. "Las experiencias que retrato son eminentemente universales".

www.sebastianjunger.com / www.laguerradehoy.com / restrepothemovie.com

viernes, 16 de noviembre de 2012

Principiantes...

Principiantes, Porque me da la impresión de que, en el amor, no somos más que completos principiantes
- Raymond Carver (1939-1988)-

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Destruyendo a Manning...


Destruyendo a Manning

Activista gay y sometido a acoso en el Ejército, el soldado acusado de filtrar los documentos a WikiLeaks sufrió problemas de salud mental que sus superiores despreciaron

De joven inadaptado a enardecido patriota. Soldado a la fuerza y aspirante a hacker. Activista gay. Defensor del derecho a la libre información. Maltratado en las filas del ejército. Aislado en Irak. Bradley Manning, de 23 años, se pasó su joven vida buscando causas antes de ser arrestado por el Ejército norteamericano en Irak, hace ahora un año, acusado de sustraer y filtrar a WikiLeaks cientos de miles de documentos secretos del Gobierno, por los que se enfrenta a una posible cadena perpetua en una prisión militar. El Ejército tenía evidencias, antes de destinarle a Irak, de que su salud mental pasaba por frecuentes momentos de inestabilidad, según ha podido saber EL PAÍS. Aun así, se le consideró apto para el frente de guerra y se le destinó a una base militar, cerca de Bagdad, desde la que se produjo la mayor filtración de documentos secretos de la historia de Estados Unidos.

Manning nació en 1987 en Crescent City, una diminuta localidad de Oklahoma, de padre norteamericano, veterano de la Marina, y madre británica. Allí pasó su infancia y adolescencia, en una parte del país a la que se conoce como "el cinturón de la Biblia", por su devoción, puritana y protestante. Dos hechos ocurridos en 2000 marcaron su personalidad, según aquellos que le conocen: el divorcio de sus padres y su identificación pública como homosexual, en un lugar y una época en que la visibilidad y la aceptación eran todavía una lejana posibilidad. Manning maduró temprano y a la fuerza: a los 13 años tuvo que convertirse en el hombre de su casa, a cargo de su madre, después de la boda de su hermana, 11 años mayor.

Aquellos fueron años convulsos, dentro y fuera de su hogar. Su padre se casó con otra mujer y trajo a casa a un hermanastro, Dustin, a quien Manning aborrecía. Bradley se refugió en la informática y en juegos de guerra y estrategia en un mundo virtual. El derrumbe de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, plantó en él cierta semilla de patriotismo, acrecentado por una breve vida inadaptada fuera de América. Dos meses después del atentado se mudó con su madre a Harverdforwest (Gales, Reino Unido). Allí acabó la secundaria sin ningún momento memorable. El joven Manning regresó pronto a Oklahoma, en 2005.

La tensión con la familia de su padre fue insostenible desde el primer día de su regreso. Estalló finalmente en marzo de 2006. La policía de Oklahoma ha filtrado la grabación de una llamada de la madrastra de Manning en la que se la oye gritar: "Necesito un agente en mi casa. Y lo necesito inmediatamente. El hijo de mi marido, que tiene 18 años, está fuera de control y me acaba de amenazar con un cuchillo. Y su padre, que acaba de ser operado, está en el suelo. ¡Apártate de él!". A pesar de la llamada y los gritos, no se presentaron cargos. Manning se fue de casa, para no volver.

Vagó por EE UU, de Oklahoma a Chicago -donde, sin hogar ni empleo, durmió en su coche-, y de allí a la zona metropolitana de Washington, donde vivió con su tía, Debra van Alstyne, mientras trabajaba en una tienda de ropa y una cafetería. Cuando su tía pensaba que Manning estaba encaminado a ingresar en la universidad, éste le anunció que, ante la insistencia de su padre, se había alistado en el Ejército de Tierra. Era la única forma, le dijo, de obtener una educación decente y de forma gratuita. Se presentó para el entrenamiento básico en Fort Leonard Wood, en Misuri, en octubre de 2007. Pronto se interesó por el análisis de inteligencia y solicitó entrenamiento en ese ámbito. Lo recibió en Fort Huachuca, en Arizona, de donde se licenció como soldado de la Segunda Brigada de la 10ª División de Montaña, con base en Fort Drum, Nueva York.

Inesperadamente, el Ejército y Fort Drum expusieron al soldado a una libertad que antes no había conocido. En su página de Facebook, Manning comenzó, a mediados de 2008, a apoyar enfáticamente la causa del matrimonio homosexual. El 17 de noviembre, la adolescente Phim Her, estudiante en un instituto de Syracuse, en el Estado de Nueva York, cerca de la base donde estaba destinado Manning, se encontró con el joven soldado en una manifestación contra la prohibición a los gais de servir en las fuerzas armadas: "Al principio creí que estaba bromeando cuando me dijo que era un soldado de Fort Drum, pero me di cuenta de que no era así cuando comenzó a contarme las muchas veces que había sufrido injusticias por su sexualidad".

"Se me echó de casa y una vez perdí un trabajo", le dijo Manning. "El mundo no se mueve con la suficiente rapidez en nuestras casas, en el puesto de trabajo o en el campo de batalla". Confesó que se sentía como un ciudadano de segunda clase: "He estado viviendo una doble vida... No puedo expresarme". En la red social de Facebook manifestó la misma frustración. El 6 de febrero de 2009, Manning diría estar "harto de tener que esconder asuntos personales como un criminal". Cuatro días después se sentiría "ignorado por la sociedad".

Justo en los días en que se manifestó en Syracuse, el soldado comenzó una relación sentimental con Tyler Watkins, un estudiante de comunicación en la Universidad de Brandeis, en Boston. Watkins se define como un experto en comunicaciones y en la comunidad gay. A una manifestación nacional a favor de las uniones homosexuales celebrada en Washington en 2009 acudió con un cartel en el que se leía: "esposa del ejército". Hablaba de Manning siempre sin revelar expresamente su nombre. El 29 de mayo de 2009, en la red de Twitter, dijo estar "muy orgulloso del homo de su novio por acabar su caminata de 25 millas... con todo el equipo militar". Debido a las investigaciones e interrogatorios del FBI en la zona de Boston, Watkins y otros conocidos de Manning han decidido no hablar abiertamente sobre el soldado.

En sus días de permiso, Manning acudía regularmente a Boston, a 400 kilómetros de Fort Drum, para pasar el tiempo con Watkins. Allí frecuentó lo que se conoce en inglés como hackerspaces, lugares de uso común en los que informáticos y activistas se reúnen para socializar, programar y navegar por la Red. Aquellas visitas fueron la llave al mundo del activismo informático, a la cultura conocida como hacker, de la cual WikiLeaks es un baluarte. Estuvo, por ejemplo, en Pika House, una casa habitada por estudiantes del Massachusetts Institute of Technology, donde conoció a Danny J. Clark, programador y empleado hoy por la Fundación de Software Libre.

Posteriormente, cuando Manning fue arrestado, diversos investigadores federales interrogaron a todas las personas que entraron en contacto con el soldado durante esos días. Desde el mes pasado, muchos de ellos han acudido a la zona de Washington a testificar ante un gran jurado, que dirime si procede presentar cargos civiles contra las personas y organizaciones relacionadas con la filtración de documentos de WikiLeaks por supuesto espionaje.

El Ejército tuvo muestras de que la salud emocional de Manning no pasaba por buenos momentos días antes de ser destinado a Irak. Un conocido de Washington que prefiere mantener el anonimato debido a la investigación judicial ha revelado a este diario que en aquellos meses el soldado tuvo diversos encontronazos con otros miembros de las tropas, a los que acusó de homófobos. Al joven Manning se le sometió a un acoso constante en los barracones militares, hasta el punto de que fue agredido y, consecuencia de ello, se orinó en sus pantalones. Sus superiores le sometieron a una evaluación psiquiátrica. Simultáneamente, él buscó tratamiento fuera de la base, dado que la ley le prohibía hablar de su homosexualidad dentro del Ejército. A pesar de las muchas señales de la inestabilidad de Manning, sus superiores decidieron reciclarle y enviarle a Irak. Él aceptó sin expresar dudas.

En octubre fue trasladado a la base de operaciones Hammer, al este de Bagdad. Inmediatamente, desde su mesa de analista de inteligencia, utilizó los ordenadores militares para actualizar su estado en Facebook: "Estoy en Irak, tengo Internet de alta velocidad". En su aislamiento, la frustración solo creció y así lo refleja su perfil. En pleno desierto dijo sentirse "emocionalmente herido" y "mental y físicamente exhausto". El 4 de noviembre escribió: "De nuevo traicionado". El tono es el de alguien angustiado. Ocho días después le ascendieron de soldado raso a especialista de inteligencia. Sus fotos en Facebook revelan una considerable pérdida de peso y muestran a una persona con mirada distraída y expresión melancólica. Menos de un mes después aseguró sentirse "olvidado, tan pronto".

Sus superiores le concedieron un permiso de dos semanas el 21 de enero de 2010. Regresó a Washington y a Boston, donde se reencontró con Watkins, aunque su relación con él estaba ya acabada. En esa visita conoció a David House, un informático que regentaba el hackerspace BUILDS, en la Universidad de Boston. House se define como un "defensor de la transparencia gubernamental". Fue la única persona que visitó a Manning en prisión, aparte de su familia y su abogado, cuando este se hallaba en prisión preventiva en Virginia, antes de ser trasladado a Kansas. "Conocí a Bradley en enero de 2010, en un acto con bastante gente en el que debatimos sobre software libre. Se notaba ya que era una persona con ideas interesantes", asegura.

Su asociación con Manning le ha costado a House un control exhaustivo por parte del FBI. Según ha denunciado, unos agentes de ese cuerpo policial le retuvieron en el aeropuerto de Chicago en noviembre de 2010 para registrar y copiar el disco duro de su ordenador. "Nos ha sucedido a todos los que conocimos a Bradley en Boston, nos han sometido a un elevado grado de control", explica a EL PAÍS.

En la primera tanda de cargos que se presentaron oficialmente contra el soldado se asegura que la sustracción de documentos y su filtración a WikiLeaks se produjeron entre el 19 de noviembre de 2009 y el 27 de mayo de 2010. Según fuentes de la investigación contactadas por EL PAÍS, los investigadores dicen tener indicios a través de conexiones cifradas a WikiLeaks que demostrarían que alguien con un nombre idéntico al de Manning se conectó al servidor de esa organización el 29 de enero de 2010, desde Boston, usando una cuenta de correo de gmail.

Al regreso a Irak, el 11 de febrero, Manning escribió en su muro de Facebook algo que recoge su decepción tras la ruptura con su novio y probablemente sus impresiones sobre los documentos secretos a los que, según las investigaciones militares, habría accedido: "Cuando las cosas acaban, por lo menos hay algo de paz en este mundo podrido". "No tengo nada que esconder", añadió. "Solo me queda el sentimiento de que ya no me queda nada". Fue arrestado el 26 de mayo. Desde prisión llamó a su tía, Debra van Alstyne. Le dio la contraseña de su cuenta de Facebook y le ordenó dejar un mensaje a sus amigos: "Algunos habréis oído que se me ha arrestado por revelar información clasificada a personas no autorizadas". Adjuntó un enlace a uno de los vídeos por cuya filtración se le ha procesado, en el que se ve un ataque indiscriminado de soldados estadounidenses en Bagdad, en 2007, en el que murieron 12 civiles.

Manning pasó nueve meses en una prisión preventiva en la base de los Marines de Quantico. A principios de año se le puso brevemente en régimen de prevención de suicidio, lo que le obligaba a dormir desnudo y sin sus gafas, aislado en su celda de seis metros cuadrados 23 de las 24 horas del día. En abril se le trasladó a una cárcel de seguridad media de Fort Leavenworth, en Kansas, donde comparte módulo con otros tres presos. El juicio se llevará a cabo en los próximos meses.

martes, 13 de noviembre de 2012

El miedo...

No hay nada que temer salvo el miedo. Cada vez me conozco menos, cada vez conozco menos a los demás
El amigo americano

domingo, 11 de noviembre de 2012

Superchica también escribe


Superchica también escribe

Laura Fernández, autora de la delirante Wendolin Kramer, defiende a ultranza el humor y los artefactos culturales del siglo pasado.

'Girls just wanna have fun rezaba la máxima ochentera encarnada en un esperpéntico videoclip de Cindy Lauper. En este y otros artefactos culturales del siglo pasado, como su idolatrado Kirk Cameron -el niño de Los problemas crecen, antes de conocer a Dios-, parece haber encontrado su cantera la fértil, la imaginativa, la guapa, la chica soñada de cualquier feligrés de tienda de cómics, Laura Fernández. ¿Qué es lo que hace especial a Laura? Antes que nada, si no han leído Wendolin Kramer (Seix Barral, 2011), háganlo. Si no han leído Bienvenidos a Welcome (su anterior novela), lo siento, pero no pueden hacerlo. El libro está agotadísimo y en franco camino de volverse objeto de culto. Lo que convierte a esta catalana nacida hace 30 años en un producto tan original es tan simple como esto: sentido del humor. ¿Una escritora española con sentido del humor, de esos de partirse? Vaya bicho raro. "Bueno, un poco sí", admite. "Tengo la sensación de que los escritores españoles no escriben para divertirse, sino para exprimirse las entrañas". Quizá por eso, sus referentes sean norteamericanos: gente como Vonnegut y Brautigan. Pero también como Robert Coover, Douglas Adams, Philip K. Dick y Robert Sheckley. ¿Y en España?, le insisto. "En el instituto leí Tres sombreros de copa, de Miguel Mihura, y descubrí que había otro tipo de literatura en este país, solo que estaba demasiado escondida".

¿Qué hay en Wendolin Kramer? Pues es como una novela hard boiled -ese subgénero de la novela negra lleno de polis que lo resuelven todo a hostias escrita por una niña loca. Habla de asesinatos por encargo, de detectives que follan con muñecas hinchables, de perros que necesitan ir a terapia porque no ganaron un concurso de belleza, y de chicas que, como Wendolin, se creen Superchica y están dispuestas a salvar al mundo. Hay pulp, ciencia-ficción ("soy de irme a una tienda y comprar nueve novelas de tipos que ni conozco"), algo de Kick-Ass, un toque (subliminal) de Mujeres desesperadas y un sinfín de guiños a películas y teleseries de los ochenta. Conclusión: ha escrito una de las novelas españolas más imaginativas y delirantes de las últimas décadas.


Wendolin, dice Fernández, representa "a esos chicos ingenuos que nacieron y crecieron en los ochenta y que nunca se convirtieron en el chico mayor del patio del colegio". De esa época se declara fan de Superlópez y Rompetechos, y luego de todo lo indie, como el dibujante de cómics Peter Bagge, autor de Odio. "A los superhéroes llegué a través de Jordi, mi pareja. Nos pasamos noches enteras hablando de Henry Pym, el Hombre Hormiga, y su relación con la Mujer Avispa. Él se queda con las guerras, y yo, con las relaciones entre unos y otros. Mola". ¿Ya os dije, frikis, que era "la chica de ensueño"? Además, no trabaja: "En mi escritura no hay curro puro y duro. Escribo para divertirme, y sí, es muy de llamar la atención todo el rato, en plan: 'Mira esto y ahora lo vas a flipar". ¿Qué lleva a alguien a escribir de extraterrestres de tres cabezas? Laura cree que pasó demasiado tiempo sola cuando era niña. Cuando dejó de jugar con sus muñecas, empezó a escribir y siguió jugando. "Luego está que no salgo demasiado", reflexiona, "y que siempre estoy leyendo, mientras cocino o veo una película". Fernández es madre de familia. Y periodista. Y cuando tiene tiempo para ella, para nosotros, la chica, gracias a Dios, solo quiere divertirse. That's all she really wants.

sábado, 10 de noviembre de 2012

jueves, 8 de noviembre de 2012

Cuando el negocio es cobrar la deuda de otros...


Cuando el negocio es cobrar la deuda de otros

El 40% de las compañías españolas ha externalizado la gestión de sus deudas. 800 empresas se dedican a ello a cambio de un porcentaje de lo recuperado. Así funciona un sector hermético y competitivo que carece de un marco legal

La crisis ha disparado la morosidad. Todo un sector muy heterogéneo ha florecido al cobijo de las deudas ajenas. EL PAÍS dedica una serie de reportajes a un negocio opaco cuya actividad no está regulada en España. Mañana: Triquiñuelas para cobrar y la Ley de Protección de datos.

Agapito Rodríguez es cobrador de deudas. Dirige a 40 personas que trabajan en dos turnos en Espand abogados, un bufete que hace diez años decidió explorar esta nueva fuente de ingresos. La oficina está en la sexta planta de un edificio de la zona noble de Madrid y se les ha quedado pequeña. A las 11.00 de un martes de febrero, Agapito -cuarentaytantos, alianza en el anular, aire bonachón- pega la nariz a la pantalla del ordenador. Coge el teléfono, su herramienta de trabajo, y marca el primer número de un listado.
La crisis ha multiplicado la morosidad, disparando el número de personas y empresas que le deben algo a alguien. Los empresarios se han percatado de los efectos que una gestión eficiente del recobro de sus deudas tiene en sus balances: un 40% de las empresas españolas ha externalizado esta desagradable tarea, según un estudio de Crédito y caución, la aseguradora de cobros que domina el mercado español. Otro 33% piensa hacerlo en el futuro para ahorrar personal y abaratar costes. Financieras, entidades bancarias, empresas de telecomunicaciones y de suministros, y también aseguradoras, tiendas, agencias de viaje, centros de estética, gimnasios...

Al calor de esta realidad ha florecido un sector opaco en el que uno encuentra desde detectives a multinacionales de origen escandinavo, fondos de inversión a la búsqueda de altas rentabilidades, 'call centers' con cientos de empleados y al cobrador del frac y compañía (su rostro más visible, aunque minoritario).

El duelo

- Buenas tardes, ¿con María López? (nombre figurado)- empieza Agapito adoptando un tono firme-. Le llamo por una deuda de 3.000 euros que mantiene con una entidad bancaria. ¿Cuándo va a pagar?

- Es que en estos momentos no podemos...- empieza tímidamente la persona al otro lado del teléfono.

- Precisamente por eso la estoy llamando- interviene Agapito veloz. - Para ayudarle a que el problema no sea aún peor. ¿Cuánto puede usted pagar, María?

Cuando un cobrador y un moroso se encuentran (telefónicamente) frente a frente, se produce un duelo en el que uno intenta terminar la conversación cuanto antes y el otro lucha por obtener un compromiso de pago. Cada día se producen miles de duelos como este. Algunas personas cuelgan, otras exponen angustiadas sus problemas de solvencia, se enfadan hartas del acoso o porque no están de acuerdo con la cantidad reclamada, dan evasivas...

Unas 800 empresas se han especializado en esta tarea. Se desconoce la cifra exacta porque no hay un registro oficial. José María de Gregorio, gerente de la Asociación Nacional de Entidades de Gestión de Cobros (ANGECO), que aglutina a 50 empresas (Espand abogados entre ellas), explica que se estima que en estos momentos el sector intenta recuperar 61.000 millones de euros de los 105.000 millones en créditos morosos que hay en España.

Las deudas llegan a manos de estas empresas carterizadas, es decir, organizadas en función del tipo de deuda (facturas telefónicas, créditos, préstamos al consumo...) y del tiempo de impago (de un mes a varios años). Hay carteras con decenas de expedientes y otras con cientos de miles. A veces, estas gestoras compran las deudas ajenas -En 2005, la sueca Intrum Justitia compró 250.000 expedientes de deuda fallida del Banco Santander con un valor nominal de 1.400 millones de euros por 50 millones-, pero la mayoría de las veces las gestionan por un tiempo limitado a cambio de un porcentaje de lo recobrado. Y si el deudor no paga, no cobran.

La puja

Cuando una compañía quiere externalizar la gestión de una cartera de deuda, organiza una puja y elige a la empresa de recobro que se ofrezca a hacerlo por la comisión más convincente. La clave del éxito de estas empresas radica en atinar la posibilidad de recobro de cada cartera, que varía mucho. Un ejemplo: cuando una persona lleva un mes sin pagar la cuota de un préstamo, se calcula que hay un 80% de posibilidades de que pague. Pasado un año, la cobrabilidad cae al 20%. En el caso de una tarjeta de consumo, la cobrabilidad pasa del 75% el primer mes al 5% al año.

Los acuerdos entre ambas empresas son muy variados. Hay compañías que exigen que se recupere un mínimo de las deudas (y si no llegan, las penalizan, y si lo superan, las premian). El principal cliente de Espand abogados es una entidad bancaria que todas las semanas pende una espada de Damocles sobre las cinco empresas de recobro con las que trabaja simultáneamente (para diversificar riesgos): les envía una tabla con los porcentajes de éxito de cada una de ellas. Si alguna se descuelga de la media, mala cosa. Agapito posa el dedo sobre un número. Todo va bien: esta semana están dos cómodas décimas por encima de la media.

Un 'boom' ficticio

La crisis, que tanto trabajo ha dado a este sector, también le ha complicado la vida. "El parón económico es de tal envergadura que las posibilidades de cobrar han caído en picado.", indica De Gregorio (ANGECO). "No es que la gente no quiera pagar, es que no puede". La cuota de la hipoteca, el crédito más importante de la economía hogareña, es la prioridad de las familias, que no quieren perder sus casas (y a pesar de ello, el año pasado se ejecutaron 93.622 embargos, cuatro veces más que en 2007). El crédito del coche, el descubierto de la cuenta corriente, el préstamo rápido... pasan a un segundo término, complicando su recobro.

"Hace unos años las deudas que nunca se recobraban eran prácticamente cero; el 0,05% de estafas, errores, fallecimientos...", explica Alejandro Lucero, presidente de la multinacional española Multigestión Iberia. "Ahora tenemos entre un 5% y un 10% de cobrabilidad cero. Hay que tener en cuenta que muchos inmigrantes con deudas han regresado a sus países, donde es más difícil dar con ellos. Y parte del éxito pasa por identificar pronto a quienes no van a pagar, asumirlo y no echarle más coste". Lucero también subraya los problemas que a largo plazo tendrá su sector, dada la actual constricción del crédito a los hogares (que en un año se ha desplomado un 43%).

Rapidez, presión y localización

La rapidez de reacción, el grado de presión que se ejerza sobre el moroso y su localización son los otros factores clave del recobro. De ellos dependen los beneficios de unas empresas que trabajan a comisión, lo que da lugar a todo tipo de abusos: envíos de fax al trabajo del deudor, llamadas a primera hora del día o por la noche, conversaciones subidas de tono, mensajes a los vecinos, a los familiares, amenazas falsas...

En España no existe una normativa que marque las reglas de juego, lo que convierte al sector en una especie de salvaje oeste en el que casi todo vale a no ser que el deudor denuncie. "Somos junto con Portugal el único país europeo donde no existe un marco legal que regule la actividad", se queja el secretario de ANGECO, cuyos socios se comprometen a cumplir voluntariamente un código ético. "En otros países para poder dedicarse a esto se exige una titulación, una autorización gubernamental, estar auditado, disponer de una cuenta bancaria específica, estar afiliado a una asociación profesional, tener un pasado limpio...", dice Pere Brachfield, "morosólogo" , portavoz de la Asociación Española Profesional de Gestores de Cobro y autor de una decena de libros sobre el tema. "En España cualquiera monta una empresa y ¡hala!".

Cuando una empresa de recobro recibe una nueva cartera de deudas, lo primero que hace es contactar con los titulares por teléfono, por carta u SMS (o todo a la vez). Espand abogados lo hace por carta. Tienen cuatro modelos, cuyo envío está programado, y que van subiendo el nivel de presión en función del tiempo de impago. La primera carta que llega a los buzones de los deudores hace una exposición de la deuda que se le reclama. En la segunda, se adjunta la demanda que se enviará al juzgado si no se llega a un acuerdo. Es sólo un ejemplo, pero parece real. E impone. En la tercera, se informa de las consecuencias de no pagar: embargo de nómina, bienes, inclusión en un listado de morosos... En la cuarta carta, se exponen las consecuencias se estar en uno de estos listados: el deudor no podrá pedir más préstamos, hipotecarse, tener tarjetas de crédito... En todas sus cartas, Espand añade un toque de esperanza: Usted puede evitar todo esto. Llámenos. Pague.

Los ficheros públicos de morosos son la herramienta de presión más efectiva para cobrar deudas. En España están RAI, Experian, y el más importante, ASNEF , de la multinacional estadounidense Equifax. Este listado incluye datos de 4 millones de morosos por valor de 70.000 millones de euros (ocho veces más que en 2006). Las entidades financieras y las empresas han tomado nota de su utilidad y han aumentado el número de consultas que hacen a este archivo, explica Salvador Molina, director de la revista Ecofin y secretario de la Asociación de Gerentes de Crédito. "No lo hacen sólo para decidir si conceden o no un crédito a alguien, sino para hacer seguimiento de los casos dudosos". En 2008, las empresas y entidades españolas hacían una media de 60.000 consultas mensuales a este archivo. A principios de 2009, 170.000. La crisis le ha sentado bien a Equifax España, que tiene su sede en la planta 31 del edificio Torre Espacio, uno de los rascacielos que corona la Castellana (esta periodista intentó sin éxito entrevistarles).

Lluvia de llamadas

Paralelamente a la lluvia de cartas o SMS, los gestores - teledirigidos por centralitas informatizadas que por un coste de entre 15.000 y 60.000 euros triplican la efectividad y el ritmo de trabajo- empiezan a llamar a los deudores e intentan llegar a acuerdos con ellos. "Ahora más que nunca es fundamental negociar", dice Alejandro Lucero, de Multigestion. "El que sea más imaginativo cobrará antes. Hay todo un universo de posibilidades: pagos aplazados, la devolución del producto, la condonación de parte de la deuda... Y si no hay solución, iremos a un juez".

El año pasado, Espand abogados (una empresa pequeña dentro del sector) gestionó 83.000 expedientes (de 254 millones de euros), envió 400.000 cartas e inició 5.600 procedimientos judiciales. A los juzgados, pues, sólo llega un 6% de los casos. La mayoría comienza con un proceso monitorio (juicios rápidos y gratuitos permitidos para expedientes hasta 250.000 euros), pero si el titular niega la deuda o no se presenta, el monitorio se convierte en un proceso formal, lento y caro. Las empresas eligen muy bien los casos que llevan a los tribunales: aquellos de titulares medianamente solventes en los que vean opciones de éxito. Para ello, los gestores de cobro intentar obtener información de los deudores. "Purgan hasta quedarse con el cogollito", en palabras de Molina. "¿Está usted trabajando?", "¿cuándo le ingresan el subsidio?" son preguntas trampa.

Volvamos junto a Agapito. En una hora habla con diez personas: con un pequeño empresario que no puede ni pagar la hipoteca, menos aun el crédito que le requiere. También con una mujer que se compromete a hacer pequeños pagos porque no quiere figurar en un listado de morosos. Con un desempleado que ingresa menos del sueldo mínimo interprofesional y cuya mujer se acaba de quedar sin la prestación de 426 euros y que dice que sí, que pagará... pero cuesta creerle. Agapito les pide a todos gestos de buena voluntad, que ingresen "lo que puedan", que hagan un esfuerzo... Ahora está haciendo otra llamada, pregunta por Manolo López (nombre figurado). "No, no está", responde una mujer. "Ha salido un momento, soy una compañera de trabajo". Agapito se despide educado, pero toma nota: está trabajando. Y si está trabajando, hay esperanza.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

lunes, 5 de noviembre de 2012

Liszt sí sabía lo que eran los fans...


Liszt sí sabía lo que eran los fans

El genio arrebatador del pianista y compositor húngaro, que desataba la locura en los escenarios, sigue vigente en el 200º aniversario de su nacimiento

Los cortocircuitos que produce la música en las hormonas no son asunto nuevo. No vienen de los Beatles o los Back Street Boys. Ya los castratti en el siglo XVIII provocaban desmayos. Pero pocos músicos en la historia han desatado sobre el escenario la locura de Franz Liszt. Si a las estrellas de rock sus fans les tiran la ropa interior a la cara, a este pianista y compositor húngaro, en vez de los ramos de flores que se estilaban en las salas europeas, le arrojaban joyas. Y si dejaba los restos de un puro junto al pedal, alguna mujer llegaba a metérselos en el escote y llevarlos ahí hasta el día de su muerte.

Hay leyendas que no son comparables a nada. Sobrepasan los límites. Franz Liszt lo fue, lo es y este año se le recuerda en el segundo centenario de su nacimiento (el 22 de octubre de 1811) en Raiding, entonces Hungría, ahora Austria. Los programas de los recitales de grandes figuras están plagados de homenajes con sus piezas. Pero no se esperan reacciones histéricas, ni delirios.

Lo que sí podremos comprobar es la vigencia de una obra que perdura. Aunque quizá no como a él le hubiese gustado. A la hora de juzgar a Liszt se imponen dos caras. La del intérprete brillante y revolucionario y la del compositor. Esta última respondía a las reglas del ejecutante pero, pese a abrir caminos en el pianismo, no alcanzó las cotas rupturistas y geniales del otro referente absoluto de su época: Federico Chopin.

El genio pianístico ideal quizá resida en la mezcla de ambos. Si Chopin envidiaba a Liszt por su destreza enérgica ante el público -su delicada salud no le permitía lograrlo-, la obra del polaco está más vigente -con su invención de nuevas formas- que la del húngaro de poderes diabólicos.

En lo que sí rompió moldes Liszt fue en su interpretación. Aunque algunos críticos sostuvieran que pagaba a las mujeres para que pelearan tras sus conciertos, no había fortuna capaz de resistir tantos incidentes. Y es que Liszt producía un arrebato electrizante, cuenta el crítico Harold Shonberg en The great pianists.

Se presentaba con su media melena y su ceremonia. No besaba la mano a las mujeres. Ellas debían besárselas a él. Fue soberbio y efectista. Se colgaba las medallas que recibía por cada corte para que produjeran un rítmico chasquido en los conciertos. Suspiraba, tarareaba en alto, gritaba. Hoy, los contrariados públicos de los auditorios clásicos le abuchearían hasta quitarle esos hábitos.

Una vez superó sus complejos se convirtió en una fuerza de la naturaleza. Porque según su maestro Carl Czerny, con ocho años, Liszt era un niño pálido que se movía en el taburete como si estuviera borracho. En cualquier momento parecía que se fuera a desmayar. Aún así, el estudiante fue prodigio y dicen que llegó a tocar delante de Beethoven. El maestro, cuentan, aunque hay dudas, le besó la frente. Si fuera cierto, la anécdota data de 1823. Así que Beethoven lo vería, pero escucharlo es otro cantar porque por entonces su sordera parecía severa y acudía a pocos recitales.

El niño haría historia. Se empeñó en ampliar las sonoridades del instrumento de manera orquestal y para ello se dejó influir por dos referentes: el inmenso abanico de tonalidades de Paganini, cuyos efectos con el violín quiso trasladar al piano, y esa mezcla de delicadeza y bravura que persiguió Chopin toda su vida.

Su estilo como compositor bailaba entre el romanticismo y el manierismo, como sostiene Piero Rattalino en Historia del piano. De joven se dejó seducir por la revolución y se volcó en un nuevo virtuosismo trasladado a las partituras que con la influencia de Paganini alcanzó el aspecto demoníaco. Es algo que se observa en sus transcripciones sinfónicas u operísticas para el piano.

Pero su viaje fue mermando el entusiasmo hasta llegar a la decepción que se refleja en la música de su época al servicio del duque de Weimar: más introvertida, más mística, como en los Funérailles. Entonces ya albergaba la ilusión de llegar a ser el renovador de la música sacra católica bajo la protección del papa Pío IX.

Su creciente pena fue paliada por la cantidad de mujeres que amó o sedujo. Entre ellas estuvieron Marie Duplessis -la mujer en la que Verdi se inspiró para La Traviata-, Lola Montez, Maria Pawlowna, duquesa de Sajonia... Aunque su gran amor fue la impenitente fumadora de puros Carolyne Sayn-Wittgestein, quien, para vivir con el pianista, abandonó a su marido y a los 30 criados que la servían en su palacio.

Sus relaciones fueron turbulentas, con amenazas de muerte por medio e intentos de suicidio. El exceso romántico condujo su vida. En el amor, en la música, allá por donde pasaba dejaba huella y delirio. Fue Franz Liszt, el mago ardiente del piano.

domingo, 4 de noviembre de 2012

viernes, 2 de noviembre de 2012

La ira nos esclaviza...

La ira nos esclaviza

El daño que nos hacen otros provoca rencor o deseos de venganza. Pero sin perdón y olvido, el resentimiento controla nuestras vidas.

Cuando estuve hace unos años en El Salvador, impartí una conferencia en la que dije: "Si no perdonas, no puedes olvidar. Si no olvidas, no vives en paz. Y sin paz, tu amor no fluye". Al terminar se acercó una señora ¡tan agradecida! Me contó que hacía más de diez años alguien de la guerrilla había matado a su hijo. No vivía tranquila desde entonces. Guardaba rencor alimentando su ira de querer hacérselas pagar a "ese" que mató a su hijo. Ese rencor no solucionaba la situación, lo único que hacía era incrementar su dolor. Entendió que no había perdonado.

A veces no es posible olvidar, pero sí que podemos lograr que ya no nos afecte lo que ocurrió. El problema surge cuando consideramos lo ocurrido como inaceptable, entonces somos incapaces de perdonar. Podemos considerar inaceptables ciertas situaciones vividas que se dan porque se han traicionado unos acuerdos, unos principios, no se han cumplido nuestras expectativas o no se han respetado ciertos valores. Sea cual sea la razón de lo "inaceptable", podemos aferrarnos a ella y quedarnos clavados ahí. Por mucho que no estemos de acuerdo con lo ocurrido, tenemos que aceptar los hechos. Aceptar no significa estar de acuerdo. En el mundo hay mucha rabia en contra de las injusticias. La rabia no soluciona las injusticias, sino que crea más dolor e incluso más injusticias.

El profesor Robert Enright, de la Universidad de Wisconsin, uno de los pioneros de la terapia del perdón, afirma que "cuando algo nos ha dañado, tendemos a hablar de justicia mucho más a menudo que de perdón". Cuando alguien nos ha defraudado, herido o traicionado, sentimos que tenemos que hacérselo pagar. Creemos que así haremos justicia. Consideramos inaceptable lo que ha hecho y esa rabia nos mantiene atados a la situación y a la persona que nos ofendió. En vez de perdonarla y soltarla, nos atamos más a ella, nutriendo el resentimiento.

Y al hacerlo, somos injustos con nosotros mismos: nos mantenemos en el infierno de nuestro fuego interior. El odio afecta a nuestra salud, "envenena" nuestro corazón, mata nuestra paz interior, nos seca de amor y felicidad. El odio es una emoción "incendiaria", destruye la concentración y mata la capacidad de actuar con dignidad y excelencia. Unas sabias palabras dicen: "¿Quieres ser feliz un momento? Véngate. ¿Quieres ser feliz siempre? Perdona".

Pensamientos intoxicantes: "Una persona resentida se intoxica a sí misma" (Maz Scheler, filósofo)

En una ocasión, un hombre se aprovechó de mí, me engañó y me estafó. Cuando me di cuenta, no podía creer mi ingenuidad. ¿Cómo permití que ese hombre me hubiera mentido así? ¿Cómo me lo creí y confié? ¿Tan tonta soy? Estos pensamientos me torturaban. Hasta que me di cuenta de que tenía que perdonarme. Aprender la lección, pero no seguir martirizándome por la experiencia vivida. El perdonarme me liberó. Cuando al cabo de un tiempo me encontré casualmente con él, pude mirarle a los ojos.

Toda experiencia vivida, aunque usted no quisiera experimentarla y ni siquiera la buscara, la sintió porque se permitió vivirla. Muchas veces, el problema está en no saber poner los límites cuando nos entregamos a las experiencias. Cuando salen mal, buscamos culpables, y aunque los encontremos y les perdonemos, eso no nos alivia del todo hasta que nos perdonemos a nosotros mismos. Se trata de perdonarse a sí mismo por haberse permitido entrar en esa experiencia.

Si estamos resentidos, la vía de salida pasa por aceptar y perdonar. Aceptar lo que ha ocurrido. Lo cual puede implicar aceptar la pérdida, aceptar que le engañaron, aceptar su error y/o el del otro, aceptar que le hirieron o aceptar que mataron a un ser querido.

La neuróloga María Gudín afirma que superar las ofensas es una tarea sumamente importante, porque el odio y la venganza envenenan la vida. Perdonarse y perdonar abrirá las vías para sanar el corazón dolido.

Para conseguirlo debemos recuperar la soberanía sobre nuestra mente y nuestros pensamientos. Algunas personas creen que perdonar es un acto de debilidad. Sin embargo, es todo lo contrario; perdonar muestra que nos hacemos dueños de nuestro bienestar y dejamos de ser víctimas del otro. Perdonar nos permite recuperar nuestro poder interior. Sin ese dominio, nuestra mente irá una y otra vez hacia ese lugar de sufrimiento, repetirá el ¿por qué a mí? ¿Cómo se atrevió? Los pensamientos serán como un martilleo constante, y no controlará los sentimientos de rabia, frustración y tristeza. Como la carcoma, sus propios pensamientos agujerearán las entrañas de su ser y se quedará agotado, sin energía. En ese momento se ha olvidado del primer principio de autoliderazgo: nadie crea sus pensamientos ni sus sentimientos excepto usted mismo.

Debemos cambiar la perspectiva y concienciarnos de que lo que pensamos al respecto de lo ocurrido es lo que alimenta nuestro malestar. Para lograrlo nos ayudará ser conscientes de que quien nos ha hecho daño es también un ser humano con sus debilidades y que, por la razón que sea, se ha comportado injustamente víctima de su ignorancia, sus creencias, sus neuras, sus impulsos o su propia rabia. La rabia no se vence con más rabia. Cada persona tiene un valor intrínseco por lo que es, no tanto por lo que ha hecho. No permitamos que nuestro resentimiento nos nuble la visión global.

Para llegar a perdonar plenamente debe ser consciente de lo que lleva dentro. Darse cuenta de lo que le está pasando es la base para iniciar cualquier cambio positivo. Cuando sienta rechazo, inseguridad, vergüenza, envidia, rabia, miedo, desaprobación, permítase aceptar lo que siente y afrontarlo. Imagínese cómo se sentiría si no se resistiera a estos sentimientos, sino que los aceptara plenamente. Pruébelo.

La situación que provocó el sentimiento quizá ya pasó, pero si se agarra al sentimiento y lo rechaza, lo esconde o huye de él, lo mantiene y crece en su interior como las malas hierbas. Crece hasta que uno estalla o enferma. Es más sano permitirse sentirlos y soltarlos escribiéndolos, hablándolo con un amigo de confianza, expresándolos con movimiento corporal o pintándolos. Si tiene práctica, o está dispuesto a conseguirla, puede ayudarle mucho la meditación, ya que le facilita trascender los sentimientos hasta que estos se disuelven.

Piense en positivo: sea consciente de que usted es el creador de lo que piensa. Cambie el foco de atención. Medite. Perdone y suelte. Mire hacia delante. Cuando se libere de esos sentimientos, vivirá en paz interior. Dejará de martirizarse y asumirá la responsabilidad. Al asumirla permitirá que todo su potencial permanezca despierto.

Pasar página: "Para soltar el pasado debemos estar dispuestos a perdonar" (Louise L. Hay)

A veces, alguien le dice algo en tres minutos que le sienta fatal. Después de cuarenta y ocho horas aún lo recuerda. Lo recrea repitiéndolo en su mente y en sus palabras: ¡qué se ha creído!, ¡qué se ha pensado! Con esto fortalece esa experiencia en su registro, de manera que al cabo de años se acuerda de aquello que le dijeron, y su rabia, resentimiento o tristeza han crecido. El otro se descargó al decirlo y lo olvidó. Como el que tira la basura y se olvida. Alguien suelta cuatro palabras y se olvida, se queda tan tranquilo, pero usted no lo olvida, sino que las repite en su mente hasta tal punto que a veces ni siquiera puede dormir.

El problema no es tanto lo que el agresor hizo, sino toda la interpretación y la historia que nos hemos ido contando desde que ocurrieron los hechos. Para salir de este estado, debemos impedir que nuestros recuerdos nos invadan. Debemos ponerlos en su sitio: en el pasado. El pasado ya se fue y ahora lo que tiene es este momento presente. No lo pierda alimentando sus resentimientos de lo que habría podido ser y no fue o de lo que fue y no tendría que haber sido.

Perdonar nos ayuda a decir: lo que fue ya pasó. Ya no es. Ya no está excepto en su propia mente. Practique el lema: "Lo que ha sucedido ya es pasado". No necesita pensar en ello tantas veces. No permita que su mente lo reviva. Valore su tiempo. Valore su creación: los pensamientos. Es necesario darse cuenta de que cuando proyectamos en los demás y les culpamos de nuestra ira, nos permitimos ser esclavos y víctimas de ellos. Aferrarse es nocivo. El aceptar nos libera. Para conseguirlo se requiere del poder mental que permite detener los pensamientos repetitivos que provocan malestar. Con afirmaciones puede fortalecer su mente. Louise Hay sugiere esta: "Te perdono por no ser de la forma que yo quería que fueras. Te perdono y te libero".

Gozar del presente: "Si no perdonas por amor, perdona al menos por egoísmo" (Dalai Lama)

Al darse cuenta de que el cambio depende de usted, es capaz de perdonar y seguir adelante con su vida sin cargar por más tiempo el dolor que le hace vivir en el pasado y no le permite gozar del presente. Esta es la base para restablecer el poder de su corazón y su capacidad de amar. Esto le permitirá acercarse al centro de su ser. Reencontrará su estado de paz, brotará de usted el amor y la felicidad. Reconectará con su verdadero corazón capaz de abrazar sin rencor, capaz de amar sin poner condiciones limitadoras. Es una práctica que puede empezar ahora. Sentirá Ágape, el amor desinteresado que no busca retorno y está relacionado con la capacidad de perdonar. Cuando perdona, ama.

EL PASADO, EN EL SITIO JUSTO

Bill Clinton telefoneó a Nelson Mandela dos horas después de que saliera de la prisión, tras muchos años encarcelado por difundir los derechos humanos, y le preguntó cómo pudo perdonarles con esa facilidad. Mandela respondió que si les odiara, seguirían controlándole. Si no perdonamos, nos mantenemos atados a las personas que nos han ofendido. Perdemos libertad, lo cual bloquea nuestra creatividad y alimenta nuestra frustración. Esto nos provoca violencia. Hay mucha rabia y violencia en el mundo, y esta energía nos destruye. Desde la rabia no crearemos un mundo mejor.Al preguntarle a Ela Gandhi qué había aprendido de su padre, dijo, entre muchas otras cosas: "Si quieres vencer a tu enemigo, ámalo". En ese amor hay compasión. En la compasión hay perdón. No guarda rencor. Acepta y se mantiene abierto. Ha puesto el contador a cero, ha soltado prejuicios, imágenes del pasado y sentimientos de culpa.

PARA SABER MÁS

1. LIBROS
- 'Usted puede sanar su vida', de Louise L. Hay.- 'Felicidad flexible. Atrévete a romper tus propios esquemas', de Jenny Moix.
- 'Una llamada al amor', de Anthony de Mello.
- 'Forgiveness is a choice', de Enright. R. D.

2. PELÍCULA
- 'Invictus', de Clint Eastwood.