sábado, 29 de noviembre de 2014

viernes, 28 de noviembre de 2014

La tableta da alas al libro 'pirata'...


La tableta da alas al libro 'pirata'

Nuevos dispositivos como el iPad duplican las descargas no autorizadas - Los

Primero fue la música, luego las películas y ahora el libro. El mundo editorial está alarmado. La "piratería" del mercado de libros digitales se ha disparado debido a la aparición de dispositivos como los lectores de libros electrónicos (conocidos como e-reader) y, sobre todo, por las tabletas como el iPad de Apple. Las cifras preliminares apuntan a que, en los seis primeros meses del año, las descargas no autorizadas de libros digitales se han duplicado respecto al último semestre del año anterior y ha pasado de representar el 19% del total del mercado a más del 35%, según informaron en fuentes del sector editorial.

Los editores temen que lo que esperaban que fuera una nueva fuente de ingresos -los contenidos comercializados a través de dispositivos electrónicos- se convierta en un agujero negro. Y es que estiman que, solo por el efecto de la descargas no autorizadas de libros digitales, han dejado de ingresar más de 400 millones de euros de enero a junio de este año, una cifra mayor que la correspondiente a todo el año anterior.

A falta de cifras definitivas, los editores ya han hecho llegar su alarma al Ministerio de Cultura. De hecho, se han confirmado sus peores augurios. La Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) anunció el pasado mes de abril, tras una reunión con la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, que en España la "piratería digital" de libros había superado en 2009 a la causada por las fotocopias ilegales, el tradicional talón de Aquiles de la industria editorial.

El director ejecutivo de la FGEE, Antonio María Ávila, que reconoce que la venta de dispositivos de lectura ha "disparado" la piratería, tiene puestas buena parte de sus esperanzas en la ley antidescargas, la llamada ley Sinde. "No arreglará el problema de un plumazo, pero nos pone en el buen camino, el de países como Irlanda, Reino Unido y Francia, mucho más duros. Además, transmite a los usuarios y a las operadoras que España tiene un problema. El propio presidente del Gobierno reconoció cuando nos reunimos con él que en muchos foros internacionales pasa vergüenza cuando surge el tema porque todos le acusan", añade Ávila.

El problema se puede agravar. Y es que se espera que la venta de tabletas a nivel mundial alcance los 19,5 millones de unidades en 2010, impulsadas por el éxito del iPad, de Apple, y llegue a los 55 millones en 2011, lo que supone un crecimiento del 181%, según las previsiones de la consultora especializada en tecnología Gartner. De hecho, las tabletas están canibalizando a los primeros lectores de libros electrónicos, se pueden convertir en el dispositivo de lectura digital más usado, y para 2012 superar los 150 millones, según la patronal electrónica Aetic.

Los editores emplazaron a la ministra a tener una nueva reunión cuando se conocieran las cifras definitivas de "piratería" del primer semestre, en el segundo informe del Observatorio de Piratería, realizado por la consultora IDC, que tiene carácter semestral. El estudio ha sido encargado por la Coalición de Creadores de Contenidos, el lobby integrado por las sociedades de gestión de derechos y parte de la industria cinematográfica y musical.

Algunos editores ya han hecho pública su preocupación. Entre ellos, el presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara, que ha instado al Gobierno a adoptar urgentemente medidas para atajar la "piratería" antes de que la situación en el libro llegue a ser tan insostenible como la que tiene la música.

Para la FGEE, la solución es la ley: "Si España no sale de la lista negra, sus exportaciones podrían enfrentarse a represalias comerciales. No es cuestión de orgullo nacional. No será por los libros, pero EE UU no se va a quedar parado ante un ataque así a su sector audiovisual", sostiene Ávila, para el que a largo plazo la clave es la educación.

En eso coincide con Arantza Larrauri, directora de Libranda, la plataforma de distribución de libros electrónicos impulsada por Santillana, Planeta y Random House Mondadori y que cuatro meses después de su puesta en marcha agrupa a 90 sellos. Educación aparte, Larrauri afirma que las editoriales se esfuerzan por acelerar el lanzamiento simultáneo de sus novedades en formato digital y en papel para que la oferta legal esté a la altura de la demanda: "Hay que convencer a los autores y a sus agentes". Entre los convencidos ya están Ken Follett, Joyce Carol Oates, Paul Auster, Antonio Muñoz Molina y Ricardo Piglia, pero Libranda esperaba tener una oferta de 8.000 títulos digitalizados a final de año y se va a quedar en la mitad.

Otra batalla es el precio. Un libro digital es el 30% más barato que su equivalente en papel. Para el escritor Lorenzo Silva, el margen es insuficiente porque la clave es "olvidarse" de que el nuevo formato compite con el tradicional: "Hay que explotar simultáneamente los dos negocios. En el digital el precio debería ser casi simbólico, con poco margen porque es una herramienta publicitaria. Se dirá que es poco, pero es que es eso o gratis. En el futuro, de mis 35 libros podría ofrecer los 34 primeros juntos por 10 euros". ¿Y la ley? "Por un lado, los operadores pueden bloquear los contenidos ilegales, pero va contra su negocio; por otro, los juzgados españoles están saturados. Es la triste realidad: vivimos en un país sin ley".

Mercado en alza

- La venta de tabletas en el mundo alcanzará los 19,5 millones este año y se triplicará en 2011. Será el regalo 'estrella' de esta Navidad. Apple, Samsung, Acer y Arco ya tienen modelos, y próximamente se unirán otras marcas como Blackberry y HP.

- En 2009 se editaron 5.960 nuevos libros en formato digital y se comercializaron 10.590 títulos. El número de obras disponibles alcanzó los 17.293.

- El primer informe del Observatorio de Piratería, relativo al segundo semestre de 2009, señalaba que el 19,7% de los contenidos en el mercado del libro digital son 'pirateados', lo que supuso una merma de recaudación de 200,5 millones. La tasa de piratería en la música es del 95,6%, el de las películas del 83,7% y el de videojuegos del 52,3%.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Cuando París no era una Fiesta... 08


Pulso a la vida
En los años cincuenta, París resurgía de los impactos de la guerra. La vida transcurría en las calles, en las plazas del mercado y en el interior de los numerosos burdeles.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

martes, 25 de noviembre de 2014

lunes, 24 de noviembre de 2014

Cuando París no era una Fiesta... 07


Redescubriendo las calles
"No escribí un reportaje ni una novela, era yo redescubriendo sus calles, su vida, después de la ocupación nazi".

sábado, 22 de noviembre de 2014

Malas y buenas noticias...


Malas y buenas noticias

Hagan una prueba: dejen a un puñado de buenos lectores adolescentes un e-book y denles la oportunidad de bajarse obras legalmente de los sitios web donde se comercializan. Al cabo de unos meses comprobarán que han leído vorazmente, pero que las obras no provenían de descargas autorizadas. Sencillamente, han buscado en las fuentes legales los libros que querían leer y no los han encontrado. Y los han localizado "en Internet". Hay muchos libros en la Red. Quien quiera probarlo sólo tiene que escribir en un buscador el título de una obra. Y no se piense que para descargarla hay que entrar en las procelosas aguas de los P2P. Basta llegar a una página web, y hacer clic en un enlace.

Pues bien: en muchos casos estos archivos para e-book no están disponibles si uno trata de comprarlos legalmente. Y en Internet los encontramos: libros torpemente escaneados, o archivos creados ad hoc, ¡a veces con la traducción de obras aún no aparecidas en el mercado hispanohablante! Sí: los fans seguidores de sagas vampíricas no se caracterizan por su paciencia.

La oferta de libros digitales es muy inferior a la demanda que existe. Y ésta seguirá creciendo, porque los dispositivos lectores han ido bajando de precio y han aparecido alternativas como el iPad. Estos son los hechos: acceso a Internet muy extendido; buscadores que encuentran cualquier cosa, y un montón de aparatos lectores para los que falta contenido.

¿Y esta situación puede cambiar? Por ejemplo: supongamos que los editores se apresuran a sacar en versión electrónica los libros más codiciados, ¿dejarían de descargarse ilegalmente? Pero un momento, un momento: ¿a qué precio me han dicho que pondrían la descarga?

Precios bajos, o nuevas fórmulas de negocio: no parece haber otra solución. El año que viene la empresa madrileña 24symbols intentará suministrar libros electrónicos en dos modalidades: gratis con anuncios o pagando una suscripción que permitirá leer los que se quiera. Es la fórmula que en música ha seguido Spotify, pero ¿querrán unirse a ella los editores de las obras que la gente realmente quiere leer? Se pueden pensar otras modalidades: hay empresas que patrocinan ligas de fútbol o ciclos de conciertos: ¿no se animarían a patrocinar líneas editoriales digitales?

¿No será que fallan las alternativas de negocio? Cada vez que hay nuevos cálculos del acceso a obras sin autorización se habla de la "merma de negocio", y no es así (como se ha visto en el caso de la música): no toda obra descargada ilegalmente habría sido comprada, y menos a esos precios...

José Antonio Millán gestiona el observatorio de edición digital librosybitios.com

jueves, 20 de noviembre de 2014

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Dame un móvil inteligente y moveré el mundo...


Dame un móvil inteligente y moveré el mundo

El 'smartphone' es el mayor depredador de la nueva era industrial - Tras 'comerse' agendas, despertadores, radios, MP3 o cámaras, amenaza ahora al GPS, las llaves y la tarjeta de crédito

Arqueólogos y antropólogos de Atapuerca tratan de descifrar en cada huesecito la vida de aquellos homínidos del Pleistoceno. Antropólogos de Nokia rastrean huellas de los homóviles, gente que con su teléfono-herramienta solventa las actividades cotidianas en el siglo XXI. Florentino es carne de antropólogo. Comparte colchón con iPhone. "Es lo último que necesito antes de acostarme y lo primero al levantarme".

En España hay más móviles que habitantes, pero la cuestión no es el salto del teléfono fijo al móvil, sino del móvil al smartphone, el teléfono inteligente que va comiéndose a otros aparatos, grandes o pequeños. Primero ocurrió con la agenda electrónica, pero detrás, poco a poco, a medida que mejora la tecnología del teléfono y la confianza del homínido en él, otros aparatos parecen en peligro de extinción.

Los expertos dicen que aún estamos en los primeros peldaños de esta civilización, aunque la velocidad del fenómeno les pilla desprevenidos a ellos mismos. Valgan dos datos para calibrar esta revolución social: en el último trimestre, las ventas de smartphones en el mundo crecieron un 96%; dos, en España la banda ancha del móvil sobrepasa en número a los hogares con esta misma conexión a Internet. El smartphone no es un capricho de ricos, sino, para muchos, una primera necesidad.

"Estoy en mi tienda y me acabo de matricular en la Escuela Massana desde mi móvil. Información, inscripción y transferencia del dinero", cuenta Florentino Vázquez, el joven que duerme siempre con su iPhone, y a veces con su novia.

A sus 33 años, es dueño de las tiendas de ropa Maduixa y, por supuesto, la agenda va en su móvil. "Desde que tengo el smartphone no me olvido de las citas con el médico, la alarma me avisa un día antes". Muy aficionado a la música, ha dejado la radio y hasta el reproductor MP3. "Con Spotify me vale; pago algo y tengo música sin fin". Tampoco tienen cámara de fotos: "Pero sí una aplicación para dar un efecto retro a las fotos que hago con el móvil". La factura mensual de Vázquez asciende a 80 euros, entre llamadas de voz y tráfico de Internet.

Los fines de semana Carlos Melendo prescinde del reloj. "El resto de los días lo llevo por vestimenta, como la corbata". Melendo es director de terminales de Telefónica. Lleva 15 años en el área, vio venir todo, y ve lo que vendrá.

"El reloj fue uno de los primeros aparatos que se comió el móvil. Después llegó el despertador, no a la vez, porque la tecnología no permitía tener apagado el teléfono y que se encendiera con la alarma. El siguiente servicio fue la agenda de contactos, el listín telefónico. Cuando el móvil incorporó una pantalla más grande y a color, facilitó la organización de la semana y con ello eliminó la necesidad de una agenda electrónica. Eso evoluciona hacia la Blackberry", recuerda Melendo. "Incorporó el correo electrónico en cualquier parte y, además, entró en el ordenador de la oficina, coordinando agendas y correos".

Despertador y agenda, primeras víctimas de Telephonosaurius Rex. Siguiente víctima, cámara de fotos. Sus fabricantes vieron caer las ventas de los modelos con menos megapíxeles, y fabricaron con más megapíxeles, pero, en una carrera sin fin, los móviles también mejoraron su calidad fotográfica. "Este año se disparará la grabación de vídeo al incorporarse la alta definición al móvil. No hará falta una videocámara en el cumpleaños de tu hijo. El teléfono tiene memoria y calidad suficientes para salir del paso", dice Melendo.

Nokia, primer fabricante mundial de móviles, tiene un equipo de antropólogos dedicados a investigar y rastrear en lo que el homínido hace con su teléfono. "Trabajan para ayudarnos a entender el comportamiento y las necesidades del consumidor, y sus nuevas conductas", explica Katherine Gough, responsable del equipo de diseño de Nokia. "Luego decidimos si ese comportamiento emergente puede llegar a ser una actividad común o no, para diseñar los móviles en función de ello".

No hay descanso para el trabajo de los antropólogos. "A corto plazo la sustitución más clara es el GPS del coche. Los nuevos smartphones incluyen los mapas, y con la conexión permanente a Internet, es posible guiarte allí donde quieras ir. Google Maps ofrece en Estados Unidos la ruta en función del tráfico del momento y la información que recibe de los automovilistas, y todo eso es gratuito". Ya se notan las dentelladas a los aparatos GPS. En el último año han caído las ventas más del 12%.

En un mundo globalizado no hay muchas diferencias entre lo que sucede en una esquina del mundo y la otra, en Estados Unidos o en España. Incluso allí la penetración del móvil es inferior a la española (82% frente al 113%). "El smartphone y su uso para todo es una tendencia mundial imparable", suscribe Sebastián Muriel, director general del observatorio público Red.es.

Muriel destaca la efervescencia española con el insólito dato de que haya más líneas móviles que habitantes (53,1 millones contra 47), algo que ocurre en muy pocos países.

La popularidad y actividad con el móvil es la que acaba provocando la sustitución de servicios o la extinción de aparatos, siempre con resistencia más o menos numantina. Algunos mueren en la lucha, otros sobreviven, y los hay que renacen. Fue el caso de la telefonía tradicional con el advenimiento del ADSL -Internet rápido por el viejo hilo de cobre-, cuando la gente empezó a darse de baja de la telefonía fija, sobre todo en la segunda residencia. Aún así la línea fija llega al 80% de los hogares españoles, diez puntos menos que en 2002.

La desaparición de la PDA, la agenda electrónica, fue el caso más espectacular de muerte súbita; en cinco años pasó de imprescindible a inútil. "La estrategia de supervivencia de los aparatos que se ven amenazados, como la cámara de fotos y de vídeo, es la conectividad", explica Malengo. "Estamos viendo que las cámaras fotográficas integran wifi y bluetooh, con lo que permiten la impresión de las imágenes directamente en tu impresora o colocarlas en las redes sociales, con lo cual competirán no ya el móvil con la cámara sino la cámara con el móvil".

La sociedad va más rápido que las predicciones de los expertos. En febrero empezará a venderse la Lumix Phone, una cámara de fotos con teléfono, para más descaro del tamaño de un iPhone. La incorporación de la telefonía a la cámara le añade varios pluses: geolocalización automática de la foto -fecha, hora y lugar en que fue tomada- y la descarga en la red social que se prefiera.

En esa tendencia de renovarse o morir, hay relojes-teléfono, MP3 submarinos o marcos de fotos con las cámaras de tráfico de la ruta al trabajo.

¿Pero qué pasará mañana? "La cuestión no es qué es lo próximo que podrá hacer tu móvil, sino qué debería hacer y por qué", se pregunta la diseñadora Katherine Gough.

¿Sustituirá al mando del televisor? "No lo creo, quizás aquí ocurra al revés, que desde el televisor u otro aparato se dirija todo el ocio multimedia del hogar", augura Melendo.

¿Se leerán revistas y periódicos en el teléfono? "Habrá un impulso estas navidades", dice Melendo, "pero más en el iPad que en el móvil. En 2011 o 2012 será más factible leer en el teléfono porque saldrán terminales de pantalla desplegable, como el viejo Communicator de Nokia. Al abrirlo se convierte toda la superficie en una pantalla".

¿Pagos con el móvil? Ya hay pruebas piloto en España por parte de Telefónica con la tecnología NFC. En Japón es el medio de pago común en transporte público y máquinas de vending. Y luego están los pagos por SMS. Quizás en las sociedades desarrolladas sea solo un recurso para cuando no se lleva tarjeta, pero en países sin telefonía fija en zonas rurales y sin oficinas bancarias es una primera necesidad el pago y las transferencias a través de SMS. En Kenia, Zambia, India o Indonesia el mobile payment ha sido un avance fundamental.

"El siguiente paso es la movilidad del datáfono y la tarjeta del cliente", anuncia Melendo. "El sistema NFC también servirá para el acceso físico a tu casa o al trabajo sin necesidad de llaves".

El futurible de Melendo se convirtió hace un año en una realidad para Avel.lí Sanz y su mujer. Sus móviles son un llavero. "Con la conexión bluetooh abro seis puertas: aparcamiento, portal y puerta de mi casa, y aparcamiento, edificio y oficina de mi trabajo en Vic".

Sanz es director de mercadotecnia de BlueKey, una empresa dedicada a abrir y cerrar puertas con el móvil. "Hay muchas aplicaciones, pero útiles no tantas. Ante las novedades, la gente es reacia por principio, pero si demuestras que algo es útil y sencillo, acaba triunfando. Con el smartphone sucede algo singular: es motivo de conversación en cualquier cena o reunión. La gente se ufana de lo último que es capaz de hacer con su móvil. No hay mejor campaña propagandística".

A dos años vista, Melendo predice que el móvil llegará al entorno del hogar, con aplicaciones como la lectura de contadores, que se integrará en el móvil del vecino o en el operario, y recogerá con bluetooh los datos del gas, el agua o la electricidad. También se sustituirán los actuales terminales que llevan los camareros o los agentes de los parkings por el móvil.

Para Muriel, director de Red.es, la explosión del smartphone sería imposible sin las tiendas de aplicaciones, sin las aplis, un fenómeno que también se inventó Apple, hace dos años, y que luego emuló Google con Android Market. "Es la innovación abierta y constante, y además ajena a Apple y Google. Estas aplicaciones de terceras personas son las que facilitan que el smartphone cada vez haga más cosas", dice Muriel. "Los servicios de localización o la realidad aumentada llegan con las aplicaciones y están ahí, a la vuelta de la esquina".

O en el colchón de Florentino: "En mi iPhone llevo unas cuantas aplicaciones, como la del metro, que me va muy bien cuando me olvido de los transbordos; la del bicing, que me dice dónde tengo el aparcamiento más cercano y si está lleno o vacío; y otra aplicación para los cines. Escribo el título de la película y me destaca la sala más cercana donde la ponen y su horario, es más cómodo y rápido que mirar en el periódico o Internet".

La directiva de Nokia insiste en que "el enfoque de lo que se debería hacer, en lugar de lo que se podría, es lo que asegura que cuando se proponen nuevos servicios estén respaldados por una profunda comprensión de las necesidades y el comportamiento del consumidor".

De momento, quizás Vázquez cambie de novia, pero no de iPhone. "No soy un apasionado de la tecnología, pero no volveré a tener un móvil; con un smartphone gano mucho tiempo al día". En el caso de Sanz, seguirá trabajando por un mundo sin llaves, "porque el smartphone aún está infrautilizado". Vázquez y Sanz, dos buenos ejemplos de homóviles universalis para los antropólogos de Nokia.

Un fenómeno sin límites

- En España son más los móviles con banda ancha (32%) que los hogares con la misma conexión (21%), diez puntos más que la media europea, según Red.es.

- Al 19% de los españoles le gustaría tener un móvil de última generación, solo el 8% desea un nuevo televisor y casi nadie un iPod (2%) o un libro electrónico (1%), según Nokia.

- Uno de cada tres españoles ha cambiado su terminal en el último año; uno de cada cuatro tiene un móvil con dos años de antigüedad.

- Hace un año, el 15% de los españoles entre 15 y 35 años accedía con su móvil a Internet, hoy es el 30%, y solo un 5% tenía un terminal con pantalla táctil, hoy ya es el 29%.

- Los mayores de 60 años realizan 1,2 funciones de media con su móvil (llamar y SMS); los jóvenes, más de siete. Grabar vídeos y colocarlos en las redes sociales, la tendencia que más ha subido en 2010.

- La venta de teléfonos en España creció el pasado año solo un 1%. Sin embargo, la de smartphones subió el 25%, pese a la crisis. En el último trimestre, la venta mundial de estos terminales ha subido el 96%.

martes, 18 de noviembre de 2014

Cuando París no era una Fiesta... 05


Escenas cotidianas
Patrice Molinard ilustró los años terribles de la posguerra de un París con enormes ganas de vivir que se transformaba rápidamente en otra ciudad.

lunes, 17 de noviembre de 2014

domingo, 16 de noviembre de 2014

Manual de urbanidad...


Manual de urbanidad para los ciberamigos

Como en todas las sociedades, en Internet existen unas normas tácitas de comportamiento que permiten mantener la paz o, al menos, discutir mejor. Casi tan antiguas como la Red (el documento más famoso de netiqueta es de 1995), dicen cosas como “No envíes correos con copia visible a 100 personas, que les molesta” o “Si copias y pegas el texto de alguien, por lo menos cítalo”. El crecimiento de las redes sociales y la llegada de generaciones enteras de nuevos usuarios han ampliado las normas de la buena educación internauta y ya se habla de netiqueta 2.0. Estas son algunas de sus leyes:

– Antes de entrar en una nueva red, obsérvala. Al menos a partir de cierta edad. “Hay dos diferencias en el uso de las redes entre los jóvenes y los adultos. La primera es emocional, ellos no tienen miedo de nada. La segunda es cognitiva, enseguida se hacen un mapa mental del asunto. Los adultos empezamos con miedo, poco a poco”, dice Adolfo Sánchez-Burón, vicerrector de la Camilo José Cela. Hay que darse tiempo para comprender el nuevo entorno.

– Cuida tu imagen, la de tus amigos y la de tu familia. Ahora puede que no veas mayores consecuencias a tus actos, pero la vida es larga y nunca se sabe. Que se lo digan a la mujer de Sir John Sawers, que iba a ser el siguiente jefe del servicio británico de inteligencia del MI6… hasta que el año pasado se descubrió que había publicado sin filtros de privacidad fotos y detalles de su casa y su familia en Facebook.

– No te enfades si nadie te responde. Poner un mensaje público en una red social no es igual que mandar un correo electrónico, que compromete a una respuesta. No hay que creerse el centro del mundo. A cambio, no se está obligado a contestar a todos los amigos. Otra cosa son los mensajes privados o personales, que sí se devuelven y muchas veces a mayor velocidad que un mail. El concepto de amistad también varía de Tuenti a Twitter, por ejemplo.

– Configura bien las opciones de privacidad. Pero, por si acaso, es mejor actuar como si todo el mundo viera todo. A veces las medidas de protección fallan, pero el principal peligro suele ser el error humano. No serías el primero que recuerda que aceptó la solicitud de amistad de su jefe en Facebook mientras escribe: “Hoy tampoco he hecho nada en el trabajo”. Una vieja norma aún útil dicta no decir nada que no se diría en un ascensor rodeado de desconocidos.

– Vigila los malentendidos. Como dicen en Gran Hermano, “aquí dentro todo se magnifica”. Las ironías se comprenden mal en Internet y es difícil manejar el lenguaje escrito (por eso suelen utilizarse emoticones, caritas sonrientes o tristes que refuerzan el mensaje). Siempre debe tenerse en mente que detrás de las fotos de perfil hay personas y que un disgusto o una alegría ocurridos en una red social son un disgusto o una alegría reales.

– No seas pesado. Las redes sociales han multiplicado las formas de serlo: haciendo demasiados test o juegos en Facebook, mandando publicidad demasiado a menudo a los contactos, actualizando mucho, enviando continuamente mensajes sin interés, contestando a todos los mensajes de una misma persona, usando mal los programas automáticos que sirven para actualizar a la vez todas las redes en las que se está dado de alta. Es el nuevo spam social.

– Dedica un instante a pensar qué foto eliges como icono. Será la forma en la que te imaginen conocidos y desconocidos. Medita sobre la imagen que deseas dar, pero todo es mejor que mantener ese espacio en blanco. Queremos ver a los demás. Hace unos años se decía que “en Internet, nadie sabe que eres un perro”. Hoy, todo el mundo sabe que lo eres.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Cuando París no era una Fiesta... 04


Solo para iniciados
"Es una ciudad reservada para los iniciados y los poetas en la que es imposible morir de sueño".

jueves, 13 de noviembre de 2014

Y ahora, ¿qué?...


Y ahora, ¿qué?

Las últimas tropas de combate de EE UU pondrán fin el martes a siete años de ocupación. Atrás dejan un Estado empobrecido, inseguro y corrupto, donde amplias zonas del país carecen de agua y luz. La reconstrucción ha sido una entelequia.

Hay quien habla de la época dorada de Irak, cuando el general Abdel Karim Kassem derrocó al rey Faisal II en 1958 y durante un lustro se emprendieron reformas agrícolas aplaudidas por los campesinos, se fundaron sindicatos profesionales y se autorizaron los partidos políticos. Hubo cierta estabilidad, pero desde el asesinato de Kassem en 1963 y tras la llegada del partido Baaz al poder todo ha ido a peor. Durante el régimen fascista de Sadam Husein, o eras del Baaz o no había nada que hacer", sentencia el profesor de lengua árabe Hadi Atia. "Sentí una gran felicidad cuando Sadam fue ejecutado". A sus 70 años, Atia, de confesión chií, no distingue periodos mejores en la dramática historia reciente de Irak. "Desde que nací quizá he tenido una hora de felicidad: cuando vi derribar la estatua de Sadam. Después ya sabemos lo que vino".

Primero, la anarquía. Los saqueos fueron contemplados con desidia por las tropas norteamericanas. Edificios oficiales y cuarteles que no habían sido bombardeados fueron desvalijados, incendiados; el Museo de Arqueología, expoliado; muchas universidades, arrasadas. "En la de Nasiriya, excavaron hasta alcanzar los cimientos para llevarse el cemento", comenta Hasan Hadi, profesor de la Universidad de Bagdad. Washington decidió en aquellos días de 2003 desmantelar de un plumazo el Ejército iraquí, expulsar a los funcionarios sospechosos de pertenencia al Baaz, al que declaró ilegal, y fomentó el retorno de una élite política exiliada que se ha revelado nefasta.

"Deberíamos estar avergonzados de cómo hemos dirigido el país. Irak puede dirigirse hacia un sistema totalitario, lo queramos o no", admitía días atrás el vicepresidente Adel Abdul Mahdi, uno de esos expatriados a los que la Administración de George Bush ayudó en su retorno. Muchos iraquíes no creen que fuera un error. Opinan que Irak, donde hoy se palpan la venganza, la corrupción, el desasosiego y el desgobierno -cinco meses y medio después de las elecciones, los partidos son incapaces de pactar un Ejecutivo-, fue arrasado deliberadamente. Así que resulta difícil discernir a quién odia más la población. ¿A Estados Unidos o a los líderes políticos nacionales? Pero sobre todo, diez días después de que las unidades de combate estadounidenses abandonaran el país, se respira una angustiosa incertidumbre y una esquizofrenia paradójica. Por mucho que aborrezcan a "los americanos", muy pocos desean que se marchen. Se temen lo peor. Lo que ya sufrieron en 2006 y 2007, cuando los chiíes -aplastados sin piedad por el sátrapa Sadam durante un cuarto de siglo- y suníes se embarcaron en una guerra canalla después de la explosión que destruyó, en febrero de 2006, un importante mausoleo chií en Samarra, un centenar de kilómetros al norte de la capital.


Son ya tres décadas de desastre en desastre. La devastadora guerra contra Irán (1980-1988) dio pasó a la invasión de Kuwait (1990) y a la guerra del Golfo (1991). Después, 12 años de embargo económico decretado por Naciones Unidas sumió al país en una profunda depresión. Y tras siete años y medio de invasión angloamericana, Irak es un país insufrible que ahora está solo. Las grandes ONG tampoco trabajan en el aquí. "Hablar de progreso en Irak es una broma. Quienes se marchan dejan el país sumido en el caos. La idea de que ha terminado la ocupación y que los 50.000 soldados de Estados Unidos son un cuerpo de asesores es ridícula. Además, hay 11.000 agentes de seguridad extranjeros para proteger los intereses estadounidenses", critica la ONG británica Stop the War.

Bagdad es un laberinto de muros de hormigón que cercan todos los edificios oficiales, los mercados y algunos barrios especialmente conflictivos. Centenares de calles han sido cortadas por bloques de cemento. Alcanzar una dirección en coche, aunque se halle a 300 metros, exige a menudo un rodeo de tres kilómetros sorteando algunos de los cientos de controles policiales -a veces del Ejército- que salpican la capital y provocan un sinfín de atascos. Bajo toldos sujetados por cuatro barras de hierro o madera, los uniformados manejan unos artilugios que valen 6.000 euros y que presuntamente detectan explosivos o armas. Simplemente, no funcionan. Nada funciona. Casi nada se ha reconstruido. El diplomático estadounidense Paul Bremer, director de la Autoridad Provisional de la Coalición en 2003, proclamaba que la reparación de la red eléctrica era una prioridad. No escasean lugareños que recuerdan con sorna esas palabras.

En el polvoriento horno iraquí -50 o más grados centígrados, 35 por la noche- los ciudadanos disponen de energía eléctrica cuatro horas al día, en el mejor de los casos. En la periferia del país es mucho peor. En cada visita de este periodista, a poco que se prolongue más de media hora, indefectiblemente la luz se apaga. Hay que ingeniárselas. Infinidad de hogares disponen de un pequeño generador que permite encender bombillas y ventiladores. Gruesas marañas de cables sobrevuelan las calles sin asfaltar, y muchos barrios disponen de generadores más potentes instalados por ciudadanos que, a su aire, suplen a un Estado ausente. Tampoco es extraño que alguna de la pléyade de milicias controle a su antojo el generador.

Una sonrisa irónica emerge en los rostros de muchos iraquíes cuando se pronuncia la palabra reconstrucción. Y también de algunos occidentales. Habla una persona que conoce al dedillo la Zona Verde, el reducto fortificado de 11 kilómetros cuadrados, sede de los palacios del dictador ahorcado en diciembre de 2006: "El discurso oficial dice que todo va bien. Y una mierda. Un alto porcentaje de las ayudas a la cooperación se dedica a formar militares y policías. Hay 47 compañías privadas de seguridad. Ya no importan los pozos o los hospitales. Se destinan los fondos a rehabilitar un hospital, pero los supervisores estadounidenses no van a comprobarlo. Los intermediarios dicen que todo va bien, pero no se hace nada o casi nada". Se embolsan el dinero.

La inversión en seguridad es ingente. Y aunque la situación ha mejorado respecto a 2007, cunden las dudas sobre el futuro inmediato. El primer ministro, el chií Nuri al Maliki, afirmó el 12 de agosto que el Ejército y la policía de Irak serán capaces de proteger la seguridad después de la retirada total -mucha gente duda de que se lleve a cabo- de los militares estadounidenses en 2011. No lo cree así el jefe del Estado Mayor, Babakir Zebar: "El Ejército no estará consolidado y no será capaz de garantizar la seguridad hasta 2020. EE UU debería mantener tropas en Irak hasta entonces". El preso Tarek Aziz, ex ministro de Exteriores de Sadam y nada sospechoso de albergar simpatías por EE UU, afirmaba recientemente al diario The Guardian: "Con la retirada de las tropas de combate, Barack Obama ha entregado el país a los lobos. Somos víctimas de Estados Unidos y del Reino Unido. Mataron a nuestro país de muchas formas". Nadie las tiene todas consigo. "Las tropas de combate volverían a Irak si el Ejército iraquí fracasara completamente", apuntaba el general al mando de las tropas estadounidenses, Ray Odierno. Sin que desaparezcan los coches bomba y los asesinatos de policías y jueces, perpetrados a menudo con pistolas con silenciador, será imposible mejorar el desolador panorama para los 25 millones de iraquíes (alguna organización habla de 33 millones). Unas pinceladas.

El desempleo, según Naciones Unidas, se sitúa en el 30%, aunque hasta hace poco aseguraba que era del 50%. Nadie puede fiarse demasiado de las cifras oficiales, sobre todo porque en Irak no hay censo. Pero de la población activa, el 80% o 90% trabaja en el Ejército, la Policía, la Administración o en la industria del petróleo. Solo el Ministerio del Interior emplea a 600.000 personas. Los demás se buscan la vida y aguardan a comprobar si se afianzan las promesas -castillos en el aire, de momento- que se pregonan.


El Banco Central acaba de reducir el nivel de reservas que se exige a los bancos, del 20% al 15%, para fomentar la inversión. Pero el crédito al sector privado apenas existe. Entre otros motivos porque hablar de sector privado es pura fantasía en un país donde la economía subterránea domina el panorama y donde el Estado recauda el 95% de sus ingresos de la exportación de más de dos millones de barriles de petróleo al día, muy por debajo de lo que se vendía al exterior allá por 1979.

Millón y medio de iraquíes han abandonado sus hogares -paulatinamente comienzan a regresar-, desplazados por la orgía de violencia sectaria que acarreó la muerte de 3.000 civiles cada mes durante 2007. Entonces, apenas se podía salir de casa. Eran tiempos en que se secuestraba a grupos de personas que eran entregados a una milicia de otra confesión. Acababan en vertederos. Con la cabeza seccionada. Incluso había que pagar dinero por recuperar los cadáveres de la morgue. Ahora son unas 300 las víctimas cada mes. 100.000 civiles han perecido desde el 20 de marzo de 2003, día del inicio de la invasión. Más de un millón de refugiados residen en el extranjero. Algunas fuentes calculan que son tres los millones de huidos.

Más de 300.000 chavales entre 10 y 18 años no han pisado nunca una escuela y el 65% de los iraquíes no sabe manejar un ordenador. Hay un millón de viudas y tres millones de huérfanos. El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas precisa que un millón de iraquíes bordea el hambre. Y eso que el 90% de la población recibe cierta cantidad de alimentos cada mes. Fuera de Bagdad, donde en los años ochenta las escaleras mecánicas que cruzaban las autopistas sorprendían a los visitantes foráneos, menos del 70% de la población dispone de agua potable, y en las zonas rurales, menos de la mitad. "Hoy tengo que poner un filtro en el grifo. Antes no era necesario en Bagdad", comenta Abu Sattar, un comerciante de especias del mercado de Shorja. Ni siquiera el 10% de los hogares está conectado a la red de alcantarillado fuera de la capital.

Abu Sattar tiene 49 años mal llevados, tal vez por sus 12 de servicio en el Ejército durante la guerra contra Irán y tras la invasión de Kuwait. "Me alegro de que capturaran a Sadam. Perdí a un hermano en la guerra y 12 años de mi vida en filas", se arranca. "Antes de 2003 no podíamos vender casi nada por el embargo. Si veíamos a alguien comer un plátano, ya sabíamos que era rico. Después hubo una revolución en la importación", cuenta el mercader. Más bien se trató del desmadre en el control de las fronteras. "Antes de 2003 había poco género, pero era más barato y la gente tenía algo de dinero. Ahora, los productos son más caros y la gente tiene menos dinero. La situación ha empeorado. Yo gano la mitad que antes de 2003".

Y es que la situación del sector agrícola es catastrófica. Cuatro años de severa sequía y el alistamiento de miles de campesinos en el Ejército y la Policía han dejado al campo sin labriegos. Se aprecia, dicen los comerciantes, en el suministro. Abu Yusef, bagdadí de 49 años, inquilino de las cárceles de Mosul, Basora y Abu Ghraib durante cuatro años e indultado en 2008, trabaja en una tienda de frutas y hortalizas en el céntrico barrio de Karrada. "Mi situación económica antes de 2003 era mejor. Tenía una granja y hacía trabajos de jardinería". Lo perdió todo y ahora no comprende la incompetencia de unos funcionarios cuya falta de cualificación produce estupor a diplomáticos extranjeros. "Antes importábamos muchas verduras. Pero ahora el Gobierno lo ha prohibido para fomentar la agricultura local, aunque no hay fertilizantes, agua ni trabajadores. Durante el Ramadán nos han autorizado a importar. No sabemos qué sucederá cuando termine". Difícil será promover la agricultura cuando los organismos oficiales son casi la única fuente formal de empleo. Buena parte de los nuevos soldados y reclutas son campesinos que se aferran al Ejército -un oficial puede ganar alrededor de 600 euros- como escapatoria a sus penurias. "América es culpable de lo que sucede. Son los poderosos", asevera Abu Yusef, aunque se apresura a precisar: "El Ejército y la Policía iraquí no están preparados. Tampoco el Gobierno. Preferiría que los americanos se quedaran y gobernaran Irak. Si quisieran, podrían hacerlo. Los políticos iraquíes solo complican las cosas. Solo se preocupan por el dinero y cómo sacarlo del país".

Abu Ghasan, 50 años, nacido en Kut, al sur de Bagdad, regenta un almacén de dulces. Lo tiene claro. "Todo ha empeorado desde 2003. Es muy sencillo: no hay empleo. Durante el Gobierno de Sadam, muchísimos iraquíes trabajaban para el Gobierno o el Ejército, y hoy se practica la misma política. El único cambio a mejor es que hoy puedes despotricar sobre el primer ministro. Pero creo que incluso esto será temporal. No soy optimista. Los países vecinos tampoco dejarán de meter las manos en nuestro país".

Se ha habituado a la desesperación Alaa Taha Omram, madre de dos hijos, licenciada en lengua persa y nacida en Al Duri, en la provincia de Saladino, patria chica de Sadam Husein. No esconde su nostalgia por los tiempos pasados esta mujer que camina sin hiyab por las calles. "No soy religiosa", enfatiza, aunque porte la etiqueta de suní. Trabajaba en el cuartel general del Partido Baaz. "Tenía una vida estable. Iba donde quería incluso a medianoche. Ya es imposible. Antes podía dar mi nombre y dirección sin problemas, pero ahora tengo miedo a darlo en los organismos oficiales para no ser controlada. Trabajo en una empresa de importación y exportación, algo que no se corresponde con mi cualificación, y mi salario es más alto, pero los precios han subido más que los sueldos". Especialmente la gasolina, que cuesta 10 veces más que en 2003.

No es que niegue las carnicerías perpetradas por Sadam, pero Alaa expone un argumento cuando menos peculiar. "Claro que la gente moría, es cierto, pero esas muertes se escondían. No se veían los cadáveres". "Me encantaría", prosigue, "que hubiera democracia, pero no estamos preparados. Los políticos hablan de democracia, como los americanos hablan de reconstrucción, pero no se ha hecho nada. ¿No lo ves?". Con todo, añade: "No es momento para que los soldados de Estados Unidos se retiren. Estallará el caos. Ellos son capaces de controlar a los partidos políticos. Alguien tiene que poner orden. Aunque detesto a los norteamericanos es mejor un poco de maldad que la maldad absoluta. Deben permanecer no para patrullar las calles, sino para meter en cintura al Gobierno. Temo que el país pueda ser desmembrado. Los kurdos por un lado; los chiíes, por otro, y los suníes, sin nada".


Camino de Sadeq -un pueblo agrícola con muchos cultivos ahora abandonados, en la provincia de Diyala-, los controles militares se encadenan cada pocos kilómetros. Allí vive Kassem Kadhim, que recuerda las perrerías que Al Qaeda y la milicia chií del clérigo Muqtada al Sader cometieron en el aciago bienio. Kassem, un radiólogo de 34 años, explica lo que sucede en los hospitales. "Antes de la caída del régimen trabajaba en el hospital de Baquba. Ganaba 15 dólares (12 euros) al mes, una miseria. Tomábamos dinero de los pacientes, unos pocos dinares que servían para hacerse con un par de dólares al día. Desde 2003 todo cambió. Ahora gano 550 euros, pero el equipo del que disponemos es el mismo que el de hace una década. Solo se han pintado las paredes del hospital, el dinero destinado a comprar equipos médicos se lo embolsó la red corrupta de contratistas iraquíes". Desde hace un par de años acude a diario a otro hospital, el de Sadeq. "Voy muy temprano, ficho y después de consultar mis páginas web preferidas me largo. El equipo de rayos X no funciona y no prestamos servicio a los pacientes. Me siento inútil. Al menos en Baquba, durante la guerra civil entre suníes y chiíes, acababa la jornada cubierto de sangre, pero hacía mi trabajo". El estado del sistema sanitario es deplorable. Los bagdadíes se quejan de que las clínicas no disponen de muchos medicamentos, otros están caducados o son fármacos de pésima calidad. El Ministerio de Sanidad asegura que Irak dispone de 35.000 camas en hospitales cuando son necesarias 90.000. "Para cualquier petición profesional tienes que sobornar al funcionario para luego no conseguir nada. Todo apesta a corrupción. El Gobierno no se preocupa de la gente, nos compra con los salarios. Esto es la jungla. Los chiíes nunca han tenido el poder ni el dinero, y ahora están ansiosos", se indigna Kassem, él mismo chií. Transparencia Internacional afirma que Irak es el quinto país más corrupto del mundo. Tampoco se priva el radiólogo de mostrar su rechazo a los americanos. Pero al igual que a gran parte de los iraquíes le produce más temor sus dirigentes que el invasor.

Ex militar reconvertido en electricista, Hashem Kadhim, hermano de Kassem, explica que "hay que pagar sobornos a todos". "Necesitamos", agrega, "empresas extranjeras para la reconstrucción. Aquí son todos como los ladrones del cuento de Alí Babá. Mira las carreteras. Deben tener 20 centímetros de grosor de asfalto, y acaban teniendo 7. Trabajé en la Zona Verde un año. Vi cómo los políticos se apropiaban de viviendas que no eran suyas, cómo se hacían con coches blindados y contaban con decenas de agentes de seguridad a su servicio. He visto cómo algún ministro se largaba de Irak después de desfalcar millones. He visto cómo los contratistas iraquíes se quedaban con la mitad del salario de los empleados, cómo se pagaban por bloques de hormigón diez veces el precio real". Hassem acompaña a su huésped en un paseo por el pueblo. Junto a las casas de ladrillo o adobe, algunas viviendas se ven espaciosas, varias plantas construidas con buenos materiales. "No creas que pertenecen a prósperos comerciantes. Son de suboficiales de rango menor que han robado todo lo que han podido", comenta indignado.

El escritor Amin Maaluf describe en su libro Las cruzadas vistas por los árabes cómo se las gastaban los crueles invasores cristianos, pero también las eternas reyertas, intrigas palaciegas, asesinatos e incluso alianzas con los jefes cristianos orquestadas por los emires musulmanes. Casi un milenio después, los líderes iraquíes parecen seguir la misma pauta, después de que el ocupante organizara el sistema político en torno a las diferentes sectas y etnias, seguramente como estas deseaban. "¡Pero si nos peleamos por los Madrid-Barcelona!", ríe Kassem, el radiólogo. "Ya he perdido la esperanza de que esto pueda mejorar. Muchos de mis compañeros fueron asesinados o partieron al exilio. Si pudiera, quemaría Irak para luego marcharme. Odio este país", lamenta Alaa, la baazista laica. "Solo el odio a los estadounidenses une a chiíes y suníes. Hay optimistas que dicen que es posible la reconciliación entre ambas sectas. Te digo la verdad: no es posible", afirma un hombre que prefiere ocultar su identidad.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Cuando París no era una Fiesta... 03


Vagabundos en las calles de París
"Los vagabundos de aquel París no eran unos parias, unos excluidos de la sociedad como los de hoy".

martes, 11 de noviembre de 2014

He aprendido que... 12


He aprendido que las personas olvidarán lo que dijiste, olvidarán lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo las hiciste sentir.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Windows ya tiene 25 años...


Windows ya tiene 25 años

El sistema operativo de Microsoft domina en ordenadores personales

Hoy hace 25 años, Microsoft lanzaba su sistema operativo Windows. La gran novedad sería un interfaz que permitía una relación más amigable del propietario del ordenador con su máquina. El éxito no fue inmediato. Sin embargo, transcurridos estos años, Windows domina el mercado de los ordenadores personales, ya que está en el 90% de ellos. En el planeta de los móviles, el apellido Windows no disfruta de la misma acogida. Y en la llamada computación en la nube de Internet tiene retos y competidores poderosos.

El nacimiento ya estuvo envuelto en polémica. Microsoft no fue el primero en proponer ventanas para gestionar los ordenadores. Este mérito, y el del invento del ratón, se atribuye a Xerox. También Apple lo incorporó anticipadamente. La empresa de Steve Jobs, sin embargo, perdió un pleito en 1993 contra Microsoft en el que la acusaba de violar derechos de autor.

El gran acierto de Microsoft frente a Apple fue que no vinculó su sistema operativo exclusivamente a sus máquinas, como hizo Apple. Microsoft no era fabricante de hardware y licenció el sistema a quien lo quisiera. Ello le permitió una expansión que no tuvo el sistema de Apple.

Aunque nació en 1985, no empezó a hablarse popularmente de Windows hasta 1988 cuando salió la tercera versión. Pero, fue Windows 95 la que trajo el verdadero cambio. Permitía la incorporación fácil de periféricos y la administración de archivos audiovisuales. Prácticamente prescindió del sistema MS-DOS. Fue Windows 95 quien incorporó gratuitamente el navegador de la compañía, Internet Explorer. Esta oferta supuso la defunción del navegador imperante, Netscape, y desató la preocupación por las implicaciones del éxito de Windows.

El aprovechamiento de la implantación de Windows para promocionar otros productos de la casa, como la suite ofimática, ha perseguido a Microsoft desde entonces. La Administración de Estados Unidos le acusó de ello. La empresa de Bill Gates alegó que tenía el derecho de mejorar Windows en beneficio del consumidor. Finalmente, la empresa pactó unas normas de conductas comerciales con la Administración que evitaron la amenaza de una partición forzosa de la compañía. Este tipo de problemas se han reproducido en la Unión Europea. Al final Microsoft aceptó ofrecer en Windows una ventana donde se presentan los navegadores para que el cliente elija. Frente a sistemas propietarios como este, se postulan los beneficios de los programas con código abierto y desarrollo comunitario como Linux.

Todas estas peripecias no han mermado el éxito del sistema operativo. En el último trimestre, Microsoft ganó 5.214 millones de euros; de ellos, 2.489 millones correspondieron a Office y 2.416 millones a Windows.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Cuando París no era una Fiesta... 02


Tascas y vinos
Las pequeñas tascas, los 'bistrots' donde se bebe Beaujolais a buen precio, calles inhóspitas.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Retazos de genio...


Retazos de genio

Convirtió a Batman en un héroe crepuscular. Marcó época con la estética negra de ‘Sin City’. Su salto del cómic al cine fue polémico. Frank Miller ultima una novela gráfica y prepara otro guión: ningún tropiezo agota sus ganas de experimentar.

Para llevar toda la vida dibujando superhéroes, a Frank Miller (Olney, 1957) no se le ha pegado mucho de ellos. Espigado y enclenque, camina a pasos cortos. La piel cuarteada en el entrecejo, la nariz aguileña, la sonrisa amarillenta más propia de sus villanos. Inevitable fijarse en él —ropa negra, sombrero de ala ancha— en la fiesta de lujo que ha organizado Gucci, marca para la que ha dirigido un anuncio, en Roma.

Al presentarlo, los anfitriones subrayan que Miller es director de cine. Una de dos: o desconocen su obra gráfica o no saben apreciar cómo elevó a Daredevil a la categoría de héroe popular; cómo reinventó a Batman en los ochenta; cómo acaparó premios con la rompedora serie negra Sin City. Inconfundible por sus trazos angulosos y sus contrastes de color, introdujo en las historietas tramas oscuras, diálogos secos, personajes atormentados. Y, sin embargo, su única película como realizador le ha dado más popularidad que 30 años de cómics. ¿No se suponía que el noveno arte ya se había sacudido los complejos? El propio Miller enciende el debate: "Siento que pertenezco más a la cultura pop que al arte. El arte responde a un juicio que se hace después de siglos; yo quiero divertirme", zanja.

Nadie le enseñó a pintar. Siempre ha huido de academias. Pero Miller, quinto de siete hijos de una familia católica irlandesa, ya devoraba tebeos de niño ("son mi refugio"). Debajo del uniforme del colegio llevaba un traje de Superman. Y le impresionó tanto una portada de X-Men que se propuso emular a su autor: Neal Adams, a la postre uno de sus maestros junto a su íntimo amigo Will Eisner.

Se mudó de Vermont a Nueva York en 1976. Al principio, cuando solo dibujaba, no despuntó. "En Daredevil, su primer trabajo de peso, presionaba mucho el lápiz en la página y se le notaba inseguro", explica el entintador de aquella serie, Klaus Janson, en conversación telefónica. "Pronto exigió encargarse también del guión, y dio un gran salto. Fue desarrollando un estilo narrativo muy particular. Es su mayor fortaleza. No dibuja caras bellas, pero sabe contar". Janson atribuye a Denny O'Neil, el primer editor de Miller en Marvel, parte de la responsabilidad de su aprendizaje. O'Neil recuerda: "Solíamos caminar por Greenwich Village, donde ambos vivíamos: observábamos los rascacielos y hablábamos de todas las cosas que podrían tener lugar en los tejados, en los callejones...". En la oscuridad. En los rincones escondidos de la ciudad, siempre presentes en su obra.

Esas enseñanzas se plasmaron en El retorno del caballero oscuro (1986). Su Batman, cincuentón y crepuscular, en una corrupta Gotham City, influyó en las películas de Tim Burton, y más aún en las de Christopher Nolan. La miniserie sorprendió por sus escorzos y composiciones de página. Marcó una época, como recuerda Janson, que entonces aún colaboraba con él: "Nadie esperaba tanto éxito… inició una corriente nihilista donde se echa de menos al héroe de verdad: el que se sacrifica por el bien común, el admirable".

Cierto: los protagonistas de Miller caminan sobre el alambre de la moral, se llamen Elektra (una asesina a sueldo) o Ronin (un samurái deshonrado). Para O'Neil la explicación es sencilla: "Frank creció con la sombra de la bomba atómica. Temía la guerra total. Por eso su visión del mundo es oscura".

La crítica le acusó de maniqueo por 300, que recreaba (en un formato apaisado espectacular) la batalla de las Termópilas. Para algunos, su exaltación del soldado rozaba el fascismo. Miller responde: "Eso es ridículo. Mis personajes no hablan por mí. Además, se juzgó con el rasero del 11-S, cuando la escribí en 1998". La considera su mayor logro. "He estudiado al héroe toda mi carrera. Es el sujeto de mi arte. Y no hay historia heroica más pura que la de los 300 espartanos. No creo que nadie deba ofenderse por unos hechos de hace 3.000 años".

–Pero usted apoyó la guerra de Irak. Y ahora escoge como enemigo a Al Qaeda.

–Me gusta como villano sediento de sangre…es una historia como las que se hicieron contra Hitler en los años treinta.

–No me diga que cree en el cómic como propaganda.

–Sí, es una de las cosas que se pueden hacer en un medio de comunicación de masas como cualquier otro. Aunque el contexto ha cambiado respecto a los años cuarenta. Ahora la gente es cauta. Era más fácil odiar a los nazis.

–¿Qué le parece la situación actual de su país?

–Hum… no quiero hablar de política.

Miller, hoy, no se moja. ¡Pero sí todo el mundo conoce su pasión por debatir! Con su jefa de prensa al quite, se muestra tan comedido que parece otra persona. A Janson no le extraña la pose: "Frank es un buen promotor de sí mismo. Muy calculador. Ha creado cuidadosamente su propia marca". El representante de dibujantes David Macho había aconsejado: "Invítale a una cerveza, se sentirá muy cómodo". Mala suerte: pide un té.

Al fin y al cabo es una estrella. Se le considera como tal ya desde los noventa. Desde Sin City, su homenaje a la novela negra. Personajes violentos y amorales. Una estructura fragmentada. Poderosos claroscuros en blanco y negro. "Es un realizador que utiliza papel en vez de una cámara", analizó el cineasta Robert Rodríguez en este diario.


Precisamente Rodríguez fue quien abrió a Miller las puertas del cine. Durante décadas, el dibujante se había mostrado reacio (aunque escribió, con más pena que gloria, el guión de Robocop 2). "No creía que mi forma de narrar pudiese filmarse. Robert me lo demostró". ¿Cómo? Con una pantalla de croma y tecnología digital. Sin City (2005) es una adaptación literal: cada plano, una viñeta. "La colisión entre cine y cómic es dramática", ahonda Miller. "Admite muchas fórmulas, y los resultados son diversos. Me gusta Watchmen, por su valentía, pero también Iron Man, que captó el espíritu del cómic".

Este artista total (también actúa) detalla al máximo los storyboards. Quiere controlarlo todo. En su ópera prima como director, The Spirit (2008), Paz Vega estuvo a sus órdenes. "Susurra, te mete en la atmósfera con su misterio", relata por teléfono. "Creo que tiene un actor dentro, y a cada personaje intenta ponerle voz". Pero por aquella película le llovieron los palos. Dijeron que su formalismo había desnaturalizado la obra maestra de Eisner. Miller saca pecho: "Es duro… estoy aprendiendo mucho. Esto me mantiene fresco".

Con sus limitaciones, la estética de Miller es única. Gucci lo fichó para que rodara un spot reconocible (a cambio de una remuneración que ni él ni la compañía revelan). El autor se lo tomó como un reto. Le encantan: "En su arte, el factor más importante es la voluntad de experimentar", escribió el prestigioso Alan Moore. "Me motiva contar una historia en 60 segundos", prosigue Miller. "Lo primero es establecer el personaje y su conflicto. Ese principio sirve para Ben Hur y para este spot". Que solo podría ser suyo: ese juego entre blanco y negro y color, esa ciudad futurista, ese Jaguar de 1953 que derrapa fuego

Treinta minutos con Frank Miller saben a poco. Enseguida regresa a Nueva York, donde vive con su novia. Se entregará a su nueva novela gráfica, Xerxes, en jornadas maratonianas de 9.00 a 21.00. Para ella ha leído decenas de libros, viajó a la antigua Persia, abocetó cientos de personajes. Pero lo más complicado llega ahora: "Tendrá la misma extensión que 300, unas 80 páginas. Aquella narraba tres días de batalla, esta representa una década. El esfuerzo está en condensar".

Un reto más. En una carrera repleta de ellos. Cuando acabe, le gustaría volver al set para Sin City 2 (ha estado trabajando el guión). Suele alternar cine y cómic: "Las películas involucran a un gran número de personas, pero también me gusta estar solo, en silencio, dibujando". Es su parte favorita: "Mover el pincel. Arriba y abajo", ilustra con un gesto.

El calor romano aprieta. Se quita la americana. En camiseta, muestra unos brazos rosados y escuálidos, tal como lo describía Paz Vega: "Frágil… da la sensación de que se puede romper. Pero guarda una bomba de relojería: su cabeza va muy rápido". Se hace de rogar hasta la despedida, cuando lanza uno de sus dardos, un retazo de Frank Miller, por fin:

-Es muy acertado elegir una palabra tan vinculada al catolicismo como guilty (culpable) para un producto presentado en Roma.
Joven y valiente

Una heroína rubia vestida de cuero (Evan Rachel Wood) surca una ciudad futurista. De repente, frena y recuerda con detalle un romance de bar. El spot de Gucci Guilty se dirige a una joven “valiente, arquitecta de su destino”, en palabras de Frida Giannini, directora creativa de la marca. Para el perfumista Will Andrews, “su olor responde a la idea del placer culpable”. El perfume atrae la atención con la pimienta rosa y la mandarina como notas de salida. La calidez de las flores de lila y el melocotón anticipa el fondo: pachulí, la insignia de Gucci.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

El sexo, la violencia, la enfermedad o las drogas...

“El sexo, la violencia, la enfermedad o las drogas causan al lector una sensación física” 
 - Chuck Palahniuk

martes, 4 de noviembre de 2014

Un novelista sin fe en la ficción...


Un novelista sin fe en la ficción

Los clásicos rusos vuelven con algunos inéditos y nuevas traducciones directas. Dostoievski, Chéjov, Pasternak o Aksiónov invitan a ser leídos otra vez. Y hoy se conmemora el centenario de la muerte de Tolstói, quien se debatió entre el arte y la moral, sobre todo cuando escribió Hadjí Murat. Además, el próximo 2011 se celebrará el Año de Rusia y España.

La escritura, en particular la literaria, es francamente nociva para mí desde un punto de vista moral", escribe Tolstói en su (alarmante) diario de vejez. En la misma entrada confiesa haber sucumbido a un deseo de gloria mientras escribía Amo y criado; por suerte, añade enseguida, ya ha "comenzado a despertar moralmente". Era el 18 de marzo de 1895. A Tolstói le quedaban quince largos años de vida durante los cuales siguió despertando moralmente, lo cual equivalía a escribir menos ficción y a despreciarla -y despreciarse- cada vez que la escribía. Tiene que ser una de las grandes paradojas del arte que en esos años de descreimiento artístico, de total escepticismo sobre el poder de la ficción, saliera de su pluma una de las grandes ficciones de todos los tiempos: Hadjí Murat.

El origen de la novela consta en otra entrada del diario, la del 19 de julio de 1896. Tolstói caminaba por un campo de tierra negra en Pirogovo, más bien lejos de su residencia de Yásnaia Poliana, cuando se topó con una mata de cardo con tres retoños. En la traducción de Selma Ancira: "Uno estaba roto y de él colgaba una sucia flor de color blanco; otro también estaba roto y salpicado de barro, negro, el tallo partido y sucio; el tercer retoño brotaba transversalmente, también estaba negro de polvo, pero todavía vivía, y hacia la mitad tenía un color rojizo. Me hizo pensar en Hadjí Murat. Me gustaría escribir al respecto. Defiende su vida hasta el final y, solo, en medio del vasto campo, como puede, logra defenderla victoriosamente".

El adverbio me parece un exceso: es difícil decir de alguien que defendió su vida victoriosamente cuando su cabeza degollada acabó recorriendo todos los pueblos del Cáucaso como ejemplo para otros guerrilleros, o más bien como disuasión. Pero es cierto que Hadjí Murat -aquel rebelde musulmán que fue uno de los más temidos resistentes al afán expansionista de Nicolás I- murió con heroísmo, y sobre todo es cierto que el final de su vida, en 1852, sirvió de materia prima a una maravilla literaria. "El mejor relato del mundo", exageró famosamente Harold Bloom. Yo acabo de volver a leerlo, y lo he hecho con tanta fascinación (y mucho más entendimiento) como la primera vez, hace once años, cuando el estallido de la segunda guerra de Chechenia convirtió esta novela de un siglo de edad en un documento más actual que cualquier diario.

Hadjí Murat, esa extraordinaria metáfora de la resistencia, fue el último relato de envergadura que escribió Tolstói. Sus ciento cincuenta páginas le tomaron ocho años; supongo que es lícito preguntarse por qué un hombre capaz de escribir las mil páginas de Guerra y Paz en seis años necesita dos más para escribir ochocientas cincuenta menos. La respuesta es: si ser novelista es difícil, es más difícil ser santo. Y eso era Tolstói, un santo en la Tierra, una iglesia de un solo hombre. Como toda iglesia, había llegado a detestar el sexo, que le parecía un obstáculo para el amor; como toda iglesia, había llegado a la conclusión de que no hay vida posible fuera de la fe ("sin la conciencia de Dios", escribe en su diario, "no puede haber una concepción razonable del mundo"); como toda iglesia, había llegado a considerar la desgracia personal como una bendición. Las páginas que siguen a la muerte de su hijo Vaniéchka son espeluznantes: "Enterramos a Vaniéchka. Terrible. No, terrible no, un gran acontecimiento espiritual. Te doy las gracias, padre. Te doy las gracias". Finalmente: como toda iglesia, había llegado a desconfiar de la literatura de ficción.

Así que los lectores de Hadjí Murat tenemos que lidiar antes que nada con esta contradicción molesta: aquella puesta en escena de la lucha del hombre contra las fuerzas colectivas, sin duda uno de los más altos elogios del individuo jamás escritos, fue escrita por un hombre que había dejado de creer en el individuo y, correlato necesario, en esa emanación de la individualidad que es el arte. Durante sus últimos años Tolstói llegó a despotricar contra Beethoven, culpándolo de la decadencia de la música contemporánea, y llegó a escribir un pequeño volumen demostrando que Shakespeare era un elaborado fraude, y todos los que durante siglos lo habían admirado, meros ingenuos; todo eso, claro, al mismo tiempo que creaba uno de los únicos personajes genuinamente shakespeareanos de la literatura no inglesa. ¿Cómo es eso posible? Respuesta: en Tolstói, como en Shakespeare, el ego del moralista nunca suprimió el instinto del artista. O mejor: el artista resistió a cada embate del moralista. Quizás es esto lo que queremos decir cuando decimos que las mejores novelas son siempre más inteligentes que sus autores. El asesinato de la vieja usurera por Raskolnikov nos horroriza a todos, pero ningún lector de Crimen y castigo ha dejado de sentir por un breve instante que entiende al estudiante, que sabe por qué la ha matado. Así todas las grandes ficciones. Así, por supuesto, las grandes ficciones de Tolstói. Así Hadjí Murat.

Pasear por su diario de esos años, los años de la escritura de Hadjí Murat, es asistir a un pulso librado entre el artista y el moralista, una especie de combate cuerpo a cuerpo donde sólo uno de los dos puede quedar de pie. Tomemos el año de 1896, cuando Tolstói comienza a escribir la novela. El 23 de enero anota: "Una verdadera obra de arte -la que transmite- sólo es posible cuando el artista busca, intenta". Ésta es la moral del novelista genuino, para quien la novela es un instrumento de inquisición, de averiguación. Pero un mes después, con la moral del líder-del-rebaño, con la moral del puritano o del predicador, escribe: "Sólo existe un arte y consiste en aumentar las alegrías inocentes de todos, accesibles a todos, el bienestar del hombre. Un edificio bello, un cuadro festivo, un canto, un cuento brindan una felicidad menor; la incitación a un sentimiento religioso de amor por el bien que produce un drama, un cuadro, un canto, brinda una felicidad mayor".

Sigamos. El 17 de mayo Tolstói escribe: "El objetivo principal del arte, si existe el arte y si tiene un objetivo, es manifestar, expresar la verdad sobre el alma humana, expresar aquellos secretos que la palabra sencilla no puede expresar". Pero el 30 de julio parece otro el que escribe: "El placer estético es un placer de orden inferior. Y por esto aun el mayor placer estético nos deja insatisfechos. E incluso, mientras mayor sea el placer estético, mayor es la insatisfacción que nos deja. Solo el bienestar moral puede producir una satisfacción plena".

Las entradas de esos días están plagadas de referencias a la obligación de accesibilidad del arte: es arte lo que es comprensible a todos, dice Tolstói, y no es arte lo que no queda inmediatamente claro. Pero yo los reto a ustedes a encontrar en Hadjí Murat una conclusión nítida y precisa sobre cualquier cosa. No la hay: a Tolstói, como quería Flaubert, se le siente en todas partes pero no se le ve en ninguna. En algún momento comparó sus intenciones con un invento inglés que acababa de descubrir: el peep-show, un lente por donde pasan distintas imágenes parciales de un mismo objeto. Lo mismo quería hacer con Hadjí Murat: presentarlo como marido, como fanático, como guerrero. El hombre que tiene esas miras, que actúa con neutralidad cervantina frente a su criatura, no puede ser el mismo que condena las obras de arte como mero divertimento para gente acomodada, o que escribe a comienzos de 1897: "El daño que hace el arte, el daño principal, es que ocupa el tiempo e impide a los hombres ver su ociosidad".

Se trata de una verdadera esquizofrenia literaria. Al mismo tiempo que Tolstói compone Hadjí Murat, quejándose de que no encuentra el tono, imaginando las posibilidades de su criatura, desprecia la actividad de la creación y elogia a la clase trabajadora por no haber caído en el engaño de la creación estética. El 14 de octubre de 1897 anota, con paciencia de artesano, algunos detalles que se le han ocurrido para Hadjí Murat: la sombra de un águila que corre por el flanco de una montaña, las huellas sobre la arena de fieras, caballos y hombres, el resoplido de los caballos al entrar en el bosque, un macho cabrío que aparece de un salto desde detrás de una mata de aliaderna. Son los detalles que traen la historia a la vida, y dan fe de que el talento de Tolstói para la evocación de un mundo físico vívido y potente no había desaparecido. ¿Cómo reconciliar a este hombre con el que escribe que Boccaccio es el comienzo del arte inmoral, o que lee La dama del perrito, el cuento de Chéjov que hoy nos parece una de las cimas del género, y despotrica contra él porque considera que no ha elaborado una concepción del mundo "capaz de distinguir el bien del mal"?

Sea como sea, el resultado está ahí: la historia de Hadjí Murat sobrevivió, ha seguido sobreviviendo. Tolstói la terminó sin entusiasmo mientras escribía, con entrega total, otras cosas: su pequeño tratado sobre el arte, su Confesión -un verdadero ajuste de cuentas con la Iglesia rusa ortodoxa, que lo excomulgó después y hasta el día de hoy no lo ha recibido de nuevo en su seno-, y también la novela Resurrección, que es una gran obra literaria pero que no le llega a los tobillos a la historia del rebelde musulmán. Mientras tanto seguía dividido: por un lado, agobiado por ideas fijas sobre la religión y su papel en ella, sobre los defectos de la mujer (la culpaba de todos los desastres del mundo contemporáneo), sobre la cultura (que sólo florece, decía, cuando no hay moral); por el otro, lleno de dudas. Pues bien: la duda es la provincia del novelista. El 19 de diciembre de 1900 Tolstói escribe: "El artista, para poder influir en los demás, debe buscar; su obra ha de ser una búsqueda. Si ya lo ha encontrado todo, si lo sabe todo y adoctrina o se divierte deliberadamente, no ejerce ninguna influencia. Sólo si busca, el espectador, el oyente, el lector se unirán a él en su búsqueda".

Tenía razón. Aquí estamos nosotros, más de cien años después, buscando con Tolstói. Algunas cosas hemos encontrado, muchas felicidades nos ha dado el hecho mismo de buscar. Y cuando nos sentimos confundidos, desorientados, sacamos Guerra y paz, sacamos Ana Karenina, sacamos La muerte de Iván Ilych, sacamos Hadjí Murat, y esas ficciones son lo más cerca que estamos, o que estoy yo, del sentimiento que otros llaman religioso, porque siguen enriqueciendo mi noción de la humanidad y mi respeto por esta vida inmensamente varia que nos ha tocado en suerte, esta vida tan múltiple y compleja que no la podríamos entender sin la ayuda de quienes la han contado.


Tolstói con mano propia y ajena

- Hadjí Murat León Tolstói. Traducción de Irene y Laura Andresco Kuraitis. La otra orilla. Barcelona, 2010. 240 páginas. 15 euros.

- Anna Karénina. Traducción de Víctor Gallego. Alba. Barcelona, 2010. 1.008 páginas. 44 euros.

- Guerra y paz. Traducción de Lydia Kúper. El Aleph / Del Taller de Mario Muchnik. Barcelona, 2010 1.900 páginas. 39,90 euros.

- Memorias. Infancia / Memorias. Adolescencia / Memorias. Juventud. Tomo 1. Planeta. Barcelona, 2010. 21 euros.

- Diarios (1847-1894) / Diarios (1895-1910). Edición y traducción de Selma Ancira. Acantilado. Barcelona, 2010. 508 / 584 páginas. 27 / 33 euros.

- La tormenta de nieve. Traducción de Selma Ancira. Acantilado. 75 páginas. 10 euros.

- El reino de Dios está en vosotros (incluye la correspondencia entre Tolstói y Gandhi). Traducción de Joaquín Fernández Valdés Roig-Gironella. Kairós. Barcelona. 430 páginas.

- Relatos de Yásnaia Poliana (Cuentos para niños y el prisionero de Cáucaso). Traducción de Sara Rodríguez. Rey Lear. 149 páginas. 10,95 euros.

- Diarios (1862-1919). Sofía Tolstói. Selección, traducción y notas de Fernando Otero Macías y José Ignacio López Fernández. Alba. 650 páginas. 32 euros.

- Sobre mi padre. (1928) Tatiana Tolstói. Traducción de Julia Escobar. Nortesur. Barcelona, 2010. 125 páginas. 13 euros.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Cuando París no era una Fiesta... 00


Cuando París no era una Fiesta

Una ciudad herida, oculta a los ojos de los visitantes tras la ocupación nazi y descubierta a través de un vagabundo poeta. Un París insólito apenas visto.

Por debajo del Pont Neuf de París, donde el Sena discurre plácido, Jean-Paul Clébert, un joven de 25 años, sin oficio ni beneficio, se adentra en una ciudad que aún se lame las heridas tras la invasión nazi y la II Guerra Mundial. Era 1950 y las ruinas físicas sepultaban "la humillación más amarga de toda la historia francesa". En la Francia donde pocos años antes las mujeres habían conquistado su derecho al voto y una joven Simone de Beauvoir había dado voz a El segundo sexo, el París liberado se convirtió en el destino favorito de escritores como Ernest Hemingway o John Steinbeck. Sylvia Beach, la propietaria de la célebre librería Shakespeare and Co, había sobrevivido a los campos de concentración alemanes y su local era de nuevo el centro de reunión de intelectuales. Picasso, Cocteau y Éluard volvieron con renovadas fuerzas y Sartre se convirtió en el filósofo del existencialismo. "París, año cero", iluminaba de nuevo al mundo.

Para entonces, Jean-Paul Clébert (París, 1926), enrolado desde los 16 años en la Resistencia, se enfrentaba, una vez acabada la guerra, a una existencia sin emoción. Debía reinventarse. En un corto periodo de tiempo ejerció innumerables oficios: pintor de barcos en Cherburgo, criado en un castillo, vendedor ambulante de periódicos... Culo de mal asiento, de todo se hartó. Con el petate al hombro volvió al lugar de sus mejores recuerdos. En el arranque de su viaje por un París insólito escribía en trozos de papel sus visiones de una ciudad ahora desconocida, un puzzle de sensaciones, observaciones, un fresco insólito. Dos de sus amigos, el fotógrafo que inmortalizó el beso más famoso de la historia, Robert Doisneau, y el escritor y librero Robert Giraud, descubrieron aquel tesoro y así surgió la crónica del mundo de los clochards escrita por uno de los suyos, el poeta-vagabundo Jean-Paul Clébert.

El libro, editado por Denoël, la casa de Curzio Malaparte, Blaise Cendrars y Malcolm Lowry, y dedicado a sus dos compañeros de deriva (Doisneau y Giraud), fue publicado por primera vez en 1952. Tuvo un éxito fulminante; tras sesenta años ha sido reeditado en Francia, y ahora llega a España ilustrado con las fotografías de Patrice Molinard (editorial Seix Barral).

Clébert es hoy un encantador anciano de 85 años, retirado en el sur de Francia desde 1956, en un pueblo del macizo de Luberon, en la Provenza, muy cerca del Mont Sainte-Victoire que pintó tantas veces Cézanne. Al otro lado del teléfono, su voz suena débil. "Vivo perdido en una montaña, en una casa aislada", dice mientras recuerda cómo surgió el libro de sus vagabundeos bohemios. "No escribí un reportaje ni una novela, era yo en las calles de París redescubriendo la ciudad después de la ocupación nazi. En los años cincuenta se salía a duras penas de la guerra, era un París oculto que yo había aprendido a conocer en la clandestinidad, y eso me permitió descubrir lugares increíbles donde vivían los desfavorecidos".

El libro no describe París limpio y bello, sino sucio, sórdido, lleno de prostitutas y vagabundos. Es la cara oculta, el reverso de una ciudad misteriosa, desconocida. Un mapa de los barrios bajos, de tugurios, el reflejo de un "conocimiento de París que adquirí a través de las mujeres y de uno de los contados oficios a los que me dediqué", asegura Clébert. Entre esos trabajos, quizá el más hilarante fuera el de medidor de pisos. Sí, han leído bien, un nuevo oficio de posguerra para otorgar a los planos perdidos de las viviendas sus medidas reales. Con él descubrió criaderos de champiñones, habitaciones miserables, serpientes como mascotas, pero "lo que llamaba mi atención de mirón no eran tanto las casas como los habitantes, tipos extravagantes, curiosos, inesperados...".

"Empecé a sumergirme en la literatura cuando la ocupación", recuerda Clébert, "y cuando llegó la liberación recobré la libertad y me zambullí en la escritura, en las calles de París que conocía muy bien porque había estado allí durante la Resistencia. Fui correo, serví de enlace entre unos y otros. Llevaba mensajes a los suburbios desde París, y así descubrí calles, pequeños rincones que normalmente nadie atravesaba. Me apasioné por aquella ciudad y cuando todo acabó me encontré sin nada, con las manos en los bolsillos, y quise escribir sobre una ciudad que se transformaba rápidamente. Quería recordar los pequeños bistrots miserables, los barrios de París en los que aún había vacas. Fue una etapa feliz".

En su 'París insólito' (editorial Seix Barral), el escritor vagabundo describe la vida en el Marais, el barrio judío -"Cada vez que me aventuro por allí lamento no hablar yidish"-, y en Les Halles, el mercado central desaparecido, donde hoy se alza el moderno Centro Pompidou. "Amén de las ollas populares, de los comedores de beneficencia, de los hospitales, de los albergues, cada barrio de París oculta, para quien sabe dar con ellas, diversas y suficientes tascas donde puede uno darse un atracón por menos de cien francos". Cuenta Clébert en esta "novela aleatoria" cómo aunque los parisienses aman su ciudad, no la conocen porque la verdadera vida está vedada al público, "reservada para los iniciados, para los contadísimos poetas, para los numerosísimos vagabundos". En el libro se toman caldos ("mis padres eran de ascendencia campesina, y eso fue lo que me infundió el amor apasionado y el gran respeto a la sopa"), algún buen entrecot, se bebe mucho Beaujolais y se visitan bistrots con encanto, pero sin agua corriente. En uno de ellos, en Saint-Germain-des-Prés, encontró al que sería su amigo, Robert Giraud, el periodista librero; "compartíamos el gusto por los personajes pintorescos", dice.

París es una ciudad literaria y no hay nada más novelesco que el hambre y el frío. Clébert traza un retrato neorrealista y tras su vigilia de doscientas noches con sus días, el poeta vagabundo concluye con un axioma: "París es inagotable. Tras recorrerlo en todas direcciones, sentirlo por sus poros y sus vísceras, solo es posible conocer su exterior, su rostro de diario".

Habla de París como el paraíso de los clochards, donde es imposible "morir de sueño". Describe refugios, toperas, cuchitriles para dormir y amar. "Antes de la guerra existía en el barrio de Saint-Paul, en la Rue de Fourcy, el más sorprendente de los lugares públicos, un burdel para vagabundos", o el de Maubert en el distrito 5º, en el corazón del Barrio Latino, en la orilla izquierda del Sena, "el feudo indiscutible de los diez mil sin techo de París". Fue en uno de estos lugares, una antigua casa de prostitutas que frecuentaba el pintor Toulouse Lautrec, donde encontró al fotógrafo Patrice Molinard, el autor de las 115 fotografías que ilustran París insólito.

Cuando su experimento acabó, Clébert vivió algunos años más en París. Intimó con los surrealistas, frecuentó los cafés de Saint-Germain-des-Prés, se hartó y se refugió en la Provenza. Recuerda a sus amigos los clochards y los compara con los actuales. "Ellos no eran unos parias, unos excluidos como los de hoy".