martes, 30 de septiembre de 2014

lunes, 29 de septiembre de 2014

domingo, 28 de septiembre de 2014

Encontrar la calma en la ciudad...


Encontrar la calma en la ciudad

No es necesario encerrarse en un monasterio para gozar de la espiritualidad. También el estrés de la ciudad nos procura oportunidades para crecer y cultivar la paz interior.

Existe la creencia estereotipada de que la espiritualidad solo puede encontrarse en medio del campo, en una casa aislada frente al mar o entre los muros de un monasterio. Lo cierto es que la inmensa mayoría vivimos y trabajamos en medio del bullicio, por lo que si aspiramos a la armonía tendremos que aprender a hallar la serenidad en medio del caos.

Lo que podría llamarse el zen del asfalto es una invitación a buscar la paz y la lucidez, en medio de una metrópoli ruidosa o de un suburbio gris. Supone el reto de mantener el propio centro mientras los vecinos se pelean, el jefe nos convoca para una reunión absurda o nos encontramos atrapados en un atasco mientras dan malas noticias por la radio.

Antes de abordar cómo cultivar la calma, revisemos algunos tópicos sobre la espiritualidad.

El tópico de Oriente: “No puedes vivir en el reino de Dios por mucho tiempo. No hay restaurantes ni lavabos” (Suzuki Roshi)
En su hilarante libro de memorias El espejo vacío, el escritor de novelas policiacas Janwillem van de Wetering explicaba sus peripecias y calamidades en un monasterio zen japonés de la década de los sesenta, donde este holandés permaneció año y medio.

Lo que tenía que ser una experiencia serena e iluminadora se convierte en una tortura, porque el discípulo se ve obligado a unos madrugones de órdago, a interminables horas de incómoda y tediosa meditación, mientras se ve enfrentado a los enigmáticos koans, las preguntas disparatadas con las que el maestro de zen tortura a sus alumnos. Hacia el final de su relato, Janwillem acaba huyendo del monasterio y se interroga sobre la espiritualidad con una cerveza en la mano. El autor holandés ironiza sobre esta cuestión a través de una pequeña fábula: un hombre cada mañana antes de desayunar saca a su perro al patio delantero, lo coge por el rabo y le da unas cuantas vueltas en volandas. Un vecino le pregunta por qué trata a su perro con tanta crueldad, a lo que el dueño responde: “No tiene ni idea de lo contento que se pone el perro cuando lo dejo en el suelo”.

La pregunta es: ¿no hay otros caminos a la espiritualidad? ¿Cómo podemos purificar la mente en medio del caos?

Un profesor de yoga de Los Ángeles, Arthur Jeon, aborda este tema en su manual Dharma urbano, que se centra en los desafíos de la vida cosmopolita para los que aspiran a la espiritualidad.

Este autor plantea estrategias para mantener la calma sin sucumbir a las tensiones diarias o a las continuas fricciones que supone moverse por una ciudad, tener vecinos y relacionarse con jefes y compañeros de trabajo:

No hay ninguna duda sobre el hecho de que la mayor parte de las dificultades de la vida, excepto la enfermedad, vienen causadas por las relaciones entre la gente. Asumimos que la gente es la causa de nuestra tristeza, la fuente de nuestro “infierno”. Cuando miramos a nuestro alrededor existen muchas razones para pensar así. Los demás nos vuelven locos e infelices. Tendemos a pensar: no soy una persona enfadada; ellos me hacen enfadar”. A lo largo de su libro, Arthur Jeon da numerosos consejos para sobrevivir espiritualmente a nuestra jungla de personas y problemas:

• Observe sus pensamientos con distancia y no los confunda con la realidad. Así será capaz de distinguir lo neurótico de lo útil.

• Sea consciente de que cualquier cosa que suceda, buena o mala, cambiará.

• Evite atribuir la culpa de su infelicidad a los demás. Pensamientos como “mi vida es horrible” o “si fuera rico, mis problemas desaparecerían” son solo falacias para no tomar el mando de nuestra vida.

• En lugar de impacientarse, lea o escuche música mientras espera el tren o el autobús.

• Trate de sonreír a la gente irritada que encuentre. Nunca menosprecie a los demás.

• Tómese los contratiempos con sentido del humor.

• No alimente lo que le irrita, ni le dé más importancia de la que tiene.

• Huya de la idea de que, en la ciudad, vive amenazado por las personas y las situaciones. Jamás se autocompadezca.

Puesto que la serenidad es un estado mental, este autor californiano sostiene que podemos alcanzar una relajación plena cuando queramos, sea en la cima de una montaña o en Times Square. El sufrimiento no lo generan las personas que nos rodean ni el lugar en el que nos encontramos, sino la lectura que hacemos de lo que nos sucede.

Otra fuente de padecimiento, vivamos en la ciudad o en el campo, es nuestra adicción a proyectarnos al pasado (traumas) o al futuro (miedos). Para practicar el zen del asfalto hay que tomar conciencia del momento presente, aprendiendo y disfrutando de lo que nos brinda cada instante.

Por ejemplo, el transporte público es un desafío porque borra las fronteras entre los demás y uno mismo. En medio del atasco, en lugar de maldecir el tráfico, podemos convertir la cabina de nuestro vehículo en un zendo minúsculo donde escuchar nuestra música favorita, relajarnos a través de la respiración o pasar revista a los aspectos positivos de nuestra vida, dejando fuera las prisas.

‘Zensaciones’: “Llama experiencias a tus dificultades y recuerda que cada una de ellas te ayuda a madurar” (Henry Miller)

Es innegable que en la rutina diaria nos enfrentamos a situaciones monótonas o desagradables que nos ponen a prueba, pero todas ellas son oportunidades de crecimiento personal. Veamos cómo convertir algunos episodios estresantes en zensaciones equiparables al trabajo que realizaríamos en un monasterio:

• Zensación 1. Tenemos un encontronazo con un conductor colérico. Ejercicio: no nos contagiamos por su furia y guardamos el noble silencio del que hablaba Buda y compadecemos a esta persona que está teniendo un mal día.

• Zensación 2. Un vecino nos increpa porque hemos faltado a una obligación. Ejercicio: le agradecemos que nos lo recuerde y cambiamos su discurso preguntándole por algún aspecto agradable de su vida personal.

• Zensación 3. Se han iniciado unas obras al lado de casa que hacen un ruido ensordecedor. Ejercicio: nos fijamos el reto de meditar, utilizando el estruendo como centro de atención para vaciar nuestra mente.

• Zensación 4. Nuestro trabajo ha llegado a unas cotas de monotonía que nos resulta insufrible. Ejercicio: para motivarnos, nos centramos en operaciones muy pequeñas y nos proponemos alcanzar la excelencia en esa actividad como prueba espiritual.

• Zensación 5. Las noticias informan de más robos y violencia en nuestro barrio. Ejercicio: decidimos compensar la oleada de negatividad con más empatía hacia los demás y más implicación en la felicidad de nuestra comunidad.

Si practicamos de esta manera, entenderemos que un entorno urbano es perfectamente válido para ir más allá de nuestros horizontes mentales, con la ventaja de que contiene tantos mundos y situaciones diferentes que hay mil ocasiones para mejorar.

Terminaremos con la respuesta que dio el maestro Soyen Shaku a su discípulo Senzaki cuando este le consultó sobre los peligros de trasladarse a una cosmópolis. La respuesta fue: “Simplemente, enfréntate a la gran ciudad y comprueba si ella te conquista o si tú la conquistas a ella”.

ILUMINARSE EN LA CIUDAD

1. Libros
– ‘Dharma urbano’, de Arthur Jeon (Ediciones B).
– ‘El espejo vacío’, de Janwillem van de Wetering (Kairós).

2. Películas
– ‘Sabiduría garantizada’, de Doris Dörrie (Cameo).

3. Discos
– ‘Everything and nothing’, de David Sylvian (Virgin).
– ‘The long journey of wolves’, de Nikosia (Warner).

viernes, 26 de septiembre de 2014

jueves, 25 de septiembre de 2014

Vivir sin máscaras...


Vivir sin máscaras

Estamos tan condicionados para pensar y comportarnos de una determinada manera que en la sociedad actual ser auténtico es un acto casi revolucionario.

Se cuenta que un reconocido y anciano catedrático de psicología llevaba décadas investigando acerca de la epidemia de vacío existencial y de sinsentido vital que padecían la mayoría de seres humanos. Si bien solía proyectar ante los demás una imagen de seriedad y seguridad, en soledad reconocía sentirse triste y confundido. No acababa de comprender por qué, a pesar de seguir al pie de la letra todo lo que el sistema le decía que tenía que hacer para lograr éxitos y riquezas materiales, en el fondo de su corazón se sentía tan pobre y vacío.

Y así siguió hasta que una mañana entró en una concurrida cafetería y pidió una manzanilla. Seguidamente, la joven camarera cogió una bolsita prefabricada con una mano y un cuenco lleno de ramitas y hojas secas con la otra. Y muy amablemente le preguntó: "¿Cómo la quiere: normal o natural?".

Sorprendido, el catedrático señaló el cuenco con hojas secas. Y mientras se estaba tomando la infusión, obtuvo la revelación que llevaba décadas buscando. Se abalanzó sobre la camarera y le dio un sonoro beso de agradecimiento. Entusiasmado, le dijo: "¡En esta sociedad lo normal no tiene nada que ver con lo natural!". Y salió con una sonrisa de oreja a oreja, como si hubiera encontrado un tesoro.

La sociedad contemporánea se ha convertido en un gran teatro. Al haber sido educados para comportarnos y actuar de una determinada manera, en vez de mostrarnos auténticos, honestos y libres -siendo coherentes con lo que en realidad somos y sentimos-, solemos llevar una máscara puesta y con ella interpretamos a un personaje que es del agrado de los demás. Si bien vivir bajo una careta nos permite sentirnos más cómodos y seguros, con el tiempo conlleva un precio muy alto: la desconexión de nuestra verdadera esencia. Y en algunos casos, de tanto llevar una máscara puesta, nos olvidamos de quiénes éramos antes de ponérnosla.

Lo cierto es que algunos sociólogos coinciden en que en nuestra sociedad ha triunfado el denominado "pensamiento único". Es decir, "la manera normal y común que tenemos la mayoría de pensar, comportarnos y relacionarnos". Así, al entrar en la edad adulta solemos ser víctimas de "la patología de la normalidad". Esta sutil enfermedad -descrita por el psicoterapeuta alemán Erich Fromm- consiste en creer que lo que la sociedad considera "normal" es lo "bueno" y lo "correcto" para cada uno de nosotros, por más que vaya en contra de nuestra verdadera naturaleza.

LA ELOCUENCIA DE LA VANIDAD: Dime de qué presumes y te diré de qué careces" (refrán popular)
A pesar del malestar generalizado, solemos priorizar el "cómo nos ven" al "cómo nos sentimos". Tanto es así que para muchos la pregunta de cortesía "¿cómo estás?" supone todo un incordio. La mayoría nos limitamos a contestar mecánicamente: "Bien, gracias". Y en caso de no poder escaquearnos, enseguida redirigimos la conversación hacia cualquier "charla banal". Es decir, la utilizamos para fingir que nos estamos comunicando, cuando en realidad lo único que estamos haciendo es llenar con palabras un potencial silencio incómodo.

En este contexto social, algunos individuos ocultan sus miserias y frustraciones tras una fachada artificial que seduzca e impresione a los demás. La paradoja es que cuanto más intentamos aparentar y deslumbrar, más revelamos nuestras carencias, inseguridades y complejos ocultos. De hecho, la vanidad no es más que una capa falsa que utilizamos para proyectar una imagen de triunfo y de éxito. Es decir, la máscara con la que en ocasiones cubrimos nuestra sensación de fracaso y vacío. Si lo pensamos detenidamente, ¿qué es la "respetabilidad"? ¿Qué es el "prestigio"? ¿Qué es el "estatus"? ¿Qué tipo de personas lo necesitan? En el fondo no son más que etiquetas con las que cubrir la desnudez que sentimos cuando no nos valoramos por lo que somos.

En este sentido, ¿qué más da lo que piense la gente? De hecho, ¿quién es la gente? Nuestra red de relaciones es en realidad un espejismo. En cada ser humano vemos reflejada nuestra propia humanidad. Por eso se dice que los demás no nos dan ni nos quitan nada; son espejos que nos muestran lo que tenemos y lo que nos falta. La gente no nos ve tal y como somos, sino como la gente es. O como dijo el filósofo Immanuel Kant, "no vemos a los demás como son, sino como somos nosotros". De ahí que la opinión de otras personas solo tiene importancia si nosotros se la concedemos.

DEJAR DE FINGIR: "La verdad que nos libera suele ser la que menos queremos escuchar" (Anthony de Mello)
Un leoncito apenas recién nacido se quedó rezagado y se perdió, pero un grupo de ovejas se cruzó en su camino y le adoptó como un miembro más de su rebaño. El animal creció convencido de que era una oveja, aunque, por más que tratara de balar, solo lograba emitir débiles y extraños rugidos; y por más que se alimentara de hierba, cada vez que veía a otros animales sentía el deseo de devorar su carne. Y por ello, a diferencia del resto de ovejas, que pastaban plácidamente, el felino solía estar angustiado y triste.

Los años pasaron y el animal se convirtió en un león corpulento y fiero. Y una mañana, mientras el rebaño descansaba a orillas de un lago, apareció un león adulto. Todas las ovejas huyeron despavoridas. Y lo mismo hizo el león que creía ser una oveja, que enseguida quedó a merced del león adulto. Nada más verlo, el león cazador no pudo evitar su sorpresa al reconocer a uno de los suyos. Y sorprendido, le preguntó: "¿Qué haces tú aquí?". Y el otro, aterrorizado, le contestó: "Por favor, ten piedad de mí. No me comas, te lo suplico. Solo soy una simple oveja". "¿Una oveja? Pero ¿qué dices?". El león adulto arrastró a su camarada a orillas del lago y le dijo: "¡Mira!". El león que creía ser una oveja miró, y por primera vez en toda su vida se vio a sí mismo tal como era. Sus ojos se empaparon en lágrimas y soltó un poderoso rugido. Acababa de comprender quién era verdaderamente. Y nunca más volvió a sentirse triste.

SEGUIR NUESTRA VOZ INTERIOR: "No dejéis que el ruido ahogue vuestra propia voz interior. Ella ya sabe lo que vosotros realmente queréis ser" (Steve Jobs)
No importa quiénes seamos, qué decisiones tomemos o cómo nos comportemos. Hagamos lo que hagamos con nuestra vida, siempre tendremos admiradores, detractores y gente a quien resultemos indiferentes. Pero entonces, si nuestras relaciones se sustentan sobre este juego de espejos y proyecciones, ¿por qué fingimos? Seguramente por nuestra falta de confianza y autoestima.

Para cultivar una sana relación de amistad con nosotros mismos, lo único que necesitamos es modificar la manera en la que nos comunicamos con nosotros a través de nuestros pensamientos. Solo así podremos aceptarnos, respetarnos y amarnos por el ser humano que somos, con nuestras cualidades, virtudes, defectos y debilidades. Lo demás son comentarios, ruido que hace la gente para no escuchar su propio vacío. Lo que está en juego es nuestra libertad para ser "auténticos"; convertirnos en quienes verdaderamente somos, siguiendo los dictados de nuestra propia voz interior. Eso sí, debido a las múltiples capas de cebolla con las que hemos sido condicionados, hoy día ser uno mismo es un acto revolucionario.


Para llegar a ser natural

1. LIBRO
'El retrato de Dorian Gray', de Oscar Wilde (Alianza). Un novela provocadora que cuestiona y desenmascara la hipocresía inherente en nuestras relaciones, poniendo de manifiesto -tal como afirmó el filósofo alemán Friedrich Nietzsche- que "la mentira más común es la que nos contamos a nosotros mismos".

2. PELÍCULA
'American beauty', de Sam Mendes. Protagonizada por Kevin Spacey y Annette Bening, esta película muestra la importancia que la sociedad occidental concede a la imagen, el estatus y el éxito, lo que a su vez genera la construcción de identidades falsas y relaciones distorsionadas, marcadas por el conflicto, la lucha y el sufrimiento.

3. CANCIÓN
'Firework', de Katy Perry. Esta canción es una invitación a descubrir y reconectar con "la luz, la autenticidad y la grandeza" que anidan en nuestro interior, de manera que nos atrevamos a desplegar todo nuestro potencial.
EL PAIS

miércoles, 24 de septiembre de 2014

martes, 23 de septiembre de 2014

Cuando era alumno...

Cuando era alumno, me echaron del colegio por copiar en la prueba de Metafísica. Miré en el alma de mi compañero de pupitre. 
 - Woody Allen

lunes, 22 de septiembre de 2014

¿Indignado o resignado?


¿Indignado o resignado?

Romain Monnery no tiene pasaporte. Su DNI caducó hace ya tiempo, pero no cayó hasta hace un par de días, cuando fue a coger el avión a Barcelona desde París con el fin de promocionar su debut dietario, Libre, solo y sin pasta (Grijalbo/Rosa dels Vents). No podía salir de su país por avión y tuvo que coger el tren. Al llegar, y sintiéndose culpable por los problemas que le causó a su editorial, se ofreció a sufragarse él mismo el billete de vuelta. Con toda la buena voluntad del mundo, el escritor, de 31 años, sacó la cartera para pagar el tique. Solo llevaba cinco euros. "En Francia me presentaban como una cobaya, un espécimen", comenta el autor de esta hilarante mezcla de libro de denuncia pasiva y comedia posadolescente protagonizada por Trasto, un joven que, terminada la carrera universitaria, es arrollado por el sistema sin apenas oponer resistencia. "Un día, los del telediario se plantaron en mi casa con la cámara. Querían mostrar mi precariedad, la que se retrata en el libro. El cámara hizo un barrido del minipiso, mostrando mis calcetines secándose y culminando en un primer plano de mi gesto abatido. Abrieron la nevera, vieron que estaba vacía y me preguntaron: 'Está vacía porque no tienes dinero, ¿verdad?'. En horario de máxima audiencia, ante millones de espectadores. Es un recuerdo doloroso. En Francia estaban obsesionados por el libro como manifiesto. La prensa se decepcionó mucho al saber que era una novela".

Si en su país la historia de Trasto ha sido entendida como el retrato de una generación fabricada por un sistema que, cuando ya la ha perfilado, decide que no le sirve para nada, Monnery está descubriendo estos días que en España el interés se centra en otros aspectos. "Aquí os interesa qué parte de mí hay en el protagonista. Compartimos la tendencia a la vagancia y cierto desengaño. Hay aspectos de mí en el protagonista y en Bruno, su amigo", explica. En el libro, los chicos son vagos y descastados; las chicas son activas y están, más o menos, integradas, tanto la guapa como la fea. Monnery es democrático. Como Trasto y Bruno, el escritor estudió periodismo y fue becario puteado. Intentó sin demasiada insistencia introducirse en el sistema y, con una mezcla de resignación y alivio, cayó en las manos artríticas del Estado de bienestar. "En Francia, mucha gente aprovecha ese año de paro que te dan para escribir un libro. Yo escribí para probarme que podía terminar algo, aunque me costó. Solo puedo escribir en la cama. Lo he intentado en un escritorio e incluso fui un día a una biblioteca, pero no hay manera. Solo funciono en cama y solo tras haber perdido el tiempo durante horas en Internet", comenta el autor. En la actualidad, Monnery solo trabaja los fines de semana. Con el sueldo cubre sus necesidades mínimas.

"Lo que menos le gustó a mi madre del libro es la importancia que se le da a la masturbación. Ella cree que no hacía falta, pero para mí es bueno y gratuito. Pero en los libros de Zola nadie se la casca. En la época en que está situado el libro, la masturbación es de lo mejor que había en mi vida", recuerda Monnery. Piensa el autor que la inclusión de situaciones cotidianas puede ayudar a que muchos jóvenes se acerquen a la lectura de una novela generacional que teme que solo están leyendo los padres. "Así se enteran de qué hacen sus hijos. Me siento un chivato". Además de la masturbación, otro aspecto determinante en el desarrollo personal del autor han sido los mundiales de fútbol. Monnery se sirve de la derrota de Francia en la final del Mundial de 2006 y la escenificación del final de la carrera de Zidane con el cabezazo al villano Materazzi como ejemplo de ese momento en la vida en que te das cuenta de que las cosas deben cambiar. "Tu crecimiento personal se desarrolla en etapas de cuatro años que coinciden con la disputa de los mundiales de fútbol. Vivimos nuestra vida a través de la carrera de nuestros héroes, en este caso futbolistas. La derrota de Francia en esa final posee un efecto catártico en Bruno, el amigo de Trasto. Cuando el héroe admirado cae, Bruno ve cómo acaba su adolescencia. Deja de compartir piso, se muda y empieza a buscar trabajo", recuerda el autor. "¿Sabes qué otro elemento diferencia a franceses y españoles con respecto a la forma de entender el libro", pregunta Monnery. "Aquí me preguntáis mucho por el movimiento de los indignados. Me parece muy interesante y siento cierta envidia. En Francia no sucede porque vamos cada uno muy a lo nuestro". ¿Se uniría Trasto? "No nos pasemos... Digamos que se sentiría feliz y acompañado".

domingo, 21 de septiembre de 2014

sábado, 20 de septiembre de 2014

viernes, 19 de septiembre de 2014

Perelman, el genio recluso de las matemáticas...


Perelman, el genio recluso de las matemáticas, premiado con un millón de dólares

El Instituto Clay concede su primer galardón Problemas del Milenio, por la conjetura de Poincaré

Grigory Perelman, matemático ruso de 43 años, es un caso único. En 2006 le fue concedida la medalla Fields, uno de los mayores premios de la especialidad, en el Congreso Internacional de Matemáticos (ICM) celebrado en Madrid, por la resolución de la conjetura de Poincaré. Perelman se negó a asistir y todavía no ha recogido la medalla, aunque tampoco ha rechazado su concesión. Ahora, el Instituto de Matemáticas Clay le premia por lo mismo, ya que la conjetura de Poincaré, planteada en 1904, es uno de los siete Problemas del Milenio, la lista de enigmas matemáticos por resolver que estableció esta institución en 2000. Nadie sabe si Perelman aceptará el galardón, dotado con un millón de dólares (0,73 millones de euros), porque, casi cuatro años después, sigue rehuyendo el contacto con sus antiguos colegas y se cree que ha abandonado totalmente las matemáticas.

El Instituto Clay, con sede en Estados Unidos, lanzó los siete Problemas del Milenio en 2000 en conmemoración de los famosos 23 problemas enunciados por David Hilbert en el ICM de París de 1900. Estos premios se conceden por trabajos publicados en revistas científicas y que han superado una revisión por otros especialistas. Los artículos de Perelman han superado dicho escrutinio, pero sólo han sido publicados electrónicamente. Aún así, un comité formado por Simon Donaldson, David Gabai, Mikhail Gromov, Terence Tao -también medalla Fields en Madrid en 2006- y Andrew Wiles -que demostró el último teorema de Fermat-, propuso a Perelman como receptor del premio. La fundación anunció ayer su concesión, el primer Premio del Milenio que concede. James Carlson, presidente del Instituto Clay, ha dicho: "La resolución de la conjetura de Poincaré por Grigory Perelman cierra un siglo de investigaciones. Es uno de los mayores logros en la historia de las matemáticas".También ha anunciado que, junto con el Institut Henri Poincaré, organizará un congreso para celebrar la resolución de la conjetura los días 8 y 9 de junio en París.

Perelman se ha abstenido de hacer declaraciones públicas desde 2006, cuando transmitió, de forma no muy clara, que el bajo nivel de los estándares éticos en el mundo de las matemáticas le había hecho dejarlas, especialmente al saber que podían darle la medalla Fields y se convertiría en una figura pública. Parecía referirse a los esfuerzos del matemático chino Shing-Tung Yau por promocionar el trabajo de dos discípulos suyos en el mismo tema, en detrimento del de Perelman . "No son los que incumplen los estándares éticos los que son considerados marcianos. Es la gente como yo la que queda aislada", dijo entonces el matemático ruso. Cuando le preguntaron si aceptaría el premio que ahora le han dado, con su elevada cuantía económica (la medalla Fields está dotada con apenas 7.000 euros) dijo que esperaría a que se lo concedieran para decidirlo.

"La concesión de la medalla Fields a Perelman convirtió el congreso de Madrid en áquel en que se resuelve uno de los problemas más importantes en la historia de las matemáticas", comenta Manuel de León, uno de los organizadores del ICM2006. "Además, el halo de enigma que envolvió a Perelman hizo que durante unos días todo el mundo hablara de matemáticas, algo completamente insólito. Desde luego fue uno de los mayores acontecimientos en el mundo matemático".

Sir John Ball, entonces presidente de la Unión Matemática Internacional (IMU) -el organismo que concede las medallas Fields-, dedicó mucho esfuerzo a convencer a Perelman de que fuera a Madrid, sin éxito. La medalla se concedió igualmente, y su anuncio ante los 4.000 asistentes al acto inaugural del ICM en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid fue recibido con un gran aplauso. La medalla Fields de Perelman sigue guardada y esperando a su dueño. Este año, en agosto, se celebra el siguiente ICM en Hyderabad (India) , y de nuevo la IMU tratará de convencer a Perelman de que asista y recoja su medalla.

"Es un nuevo espaldarazo al impresionante trabajo de Perelman", señala De León. "La concesión de este premio tenía un escollo difícil de resolver, relacionado con las bases de la convocatoria, que exigían la publicación previa de los resultados en las revistas especializadas. Perelman había colgado sus artículos en el servidor de preprints arXiv. Es una gran noticia que este obstáculo haya sido resuelto".



La conjetura de Poincaré

Henri Poincaré, al estudiar la estabilidad del Sistema Solar, puso los cimientos de la disciplina matemática denominada Topología. Su conjetura dice, más o menos, que un espacio que tiene las mismas propiedades topológicas que una esfera debe ser una esfera.

La conjetura fue enunciada en 1904, y se probó para todas las dimensiones, excepto en la dimensión 3. Los intentos para probarla también en este caso han sido muchísimos, usando técnicas variadas. En 1982, Richard Hamilton abrió una nueva línea de ataque, usando el llamado flujo de Ricci, basada en la ecuación del calor de Joseph Fourier. El trabajo de Hamilton no fue capaz de superar una serie de problemas ligados a la aparición de singularidades, y ésta ha sido la aportación genial de Perelman.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

No estoy de acuerdo con lo que dices...

No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo 
 - Voltaire

martes, 16 de septiembre de 2014

San Valentín infartado...


San Valentín infartado

Cada vez más gente acude al psicólogo por rupturas sentimentales. Para ellos, un corazón roto en sentido figurado duele tanto como si lo estuviera literalmente. El de amores es un mal real con un tratamiento real

El ya-no-me-quiere es una mala noticia que puede llegar a alterar la salud, en especial de la persona rechazada si no está preparada para ese adiós. El desamor es un tema recurrente en las consultas psicológicas en los últimos años. Algunos estudios han encontrado que el 40% de personas dejadas desarrollaron depresión clínica, y el 12%, depresión moderada o severa. En España, tan solo en el ámbito matrimonial se produjeron 106.000 disoluciones en el año 2009, en su mayoría definitivas. Las rupturas descendieron un 10,7% respecto a 2008, según datos del Instituto Nacional de Estadística.

Cuando se pone punto final a una relación, lo mejor es aprender a perder, aunque duela, y retirarse dignamente, dice el psicólogo clínico Walter Riso, especializado en terapias afectivas y autor de numerosos libros, como Manual para no morir de amor, que editará próximamente Planeta/Zenith.

Cuando se profundiza, detrás del desengaño está la soledad. El dolor es básicamente la pérdida de la persona amada; en algunos casos, no sentirse una persona "querible" y tener que enfrentarse a la vida solo. La gente que empieza a sufrir depresión por el abandono puede llegar a descuidarse, sufrir accidentes absurdos, ver disminuido su sistema inmunológico y, en algunos casos, tener problemas de drogodependencia.

No todo el mundo es igual de vulnerable frente al desamor. Las primeras relaciones afectivas son clave. Tener buenos apegos durante la infancia, con unos padres consistentes y sistemáticos en el afecto, y unas primeras relaciones afectivas tranquilas en la adolescencia favorecen la inmunidad del individuo, afirma Walter Riso.

La ciencia investiga el cerebro de las personas enamoradas, pero existen pocos trabajos sobre el rechazo romántico. ¿Cómo es posible aferrarse a un amor perdido y mantener el deseo vivo durante tanto tiempo? Podría ser un adicto al amor, sugiere un estudio publicado en julio del año pasado en Journal of Neurophysiology porHelen Fisher, conocida como la antropóloga del amor, de la Universidad de Rutgers.

El equipo de Fisher escaneó el cerebro de varios hombres y mujeres mediante resonancia magnética funcional. Al mirar fotografías de sus ex cuatro meses después del rechazo, se activó la región tegmental ventral, asociada a las recompensas y con estar locamente enamorado; también se activó el núcleo accumbens y la corteza orbitofrontal/prefrontal, relacionados con la adicción intensa a la cocaína y al tabaco. Aumentó la actividad de la corteza insular y el cingulado anterior, asociados al dolor físico y el estrés intenso. "El amor romántico es una adicción maravillosa cuando los cosas van bien, pero horrible cuando van mal", afirma Helen Fisher.

Los investigadores parecen refrendar el popular dicho de que el tiempo lo cura todo. Cuanto más tiempo había pasado desde la ruptura, menor era la activación de la región cerebral asociada con el vínculo. Las áreas del cerebro implicadas en la regulación, la toma de decisiones y la evaluación de la emoción también se vieron activadas al ver las fotos.

Mara Dierssen, neurocientífica del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, advierte de que las relaciones humanas son muy complejas y estos estudios biológicos tienen sus limitaciones. "Existen muchos factores que influyen en la incidencia del rechazo romántico, desde las experiencias previas hasta los modelos familiares", precisa la investigadora.

La decepción amorosa se cura: ¿quién sufre al recordar aquel amor adolescente? "Lo ideal es rodearse de personas que te quieran, de buenos mentirosos que te digan que no tienes la culpa de nada, porque en ese momento la objetividad no existe", dice Walter Riso. No conviene encerrarse en casa ni obsesionarse con lo que pudo ser y no es, evitar en todo lo posible ver a los ex y apartar todos sus recuerdos. Y ni en sueños tratar de hacerse amigo de la persona que se ama y no corresponde, previene el psicólogo. El insomnio prolongado, la pérdida de peso o pensar que la vida no tiene sentido son síntomas para buscar ayuda terapéutica.

El duelo por el amor perdido, según el entorno cultural, dura entre seis meses y un año. Mediante una técnica cognitivo-conductual se pueden atacar las creencias irracionales del paciente frente a la relación, traerlo al realismo total, incrementar su capacidad de hacerse cargo de sí mismo y que aprenda a procesar el dolor de otra manera más realista (si no me quieren, no puedo hacer nada para cambiarlo), concluye Riso. Y tratar, si fuera el caso, la depresión con medicación.

lunes, 15 de septiembre de 2014

domingo, 14 de septiembre de 2014

sábado, 13 de septiembre de 2014

El talento para quien se lo trabaja....





El talento para quien se lo trabaja.


Podemos pensar que si no tenemos el gen del talento no hay nada que hacer o ponernos manos a la obra. Sin duda, el trabajo y la constancia son las mejores formas de provocarlo.

Flaubert me enseñó que el talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia", escribió Mario Vargas Llosa en el discurso de aceptación del Nobel de Literatura. Un año antes, en Cartagena de Indias, había explicado que Flaubert empezó siendo un mal escritor, un mero imitador, y que para ser el genio que fue se impuso una disciplina de galeote. "Yo llegué a la conclusión", dijo el escritor peruano, "de que si uno no lo tenía se lo podía provocar a base de trabajo". El protagonista de la novela de Javier Cercas La velocidad de la luz (Tusquets), Rodney Falk, opina lo mismo: "El talento no se tiene, sino que se conquista". Lo contrario de lo que afirmó Oscar Wilde, quien quizá afirmó demasiadas cosas: "Lo que no te dé la naturaleza, no se puede aprender".

¿Qué dicen los expertos? Dan Coyle, que ha investigado dónde y cómo florece el genio en el mundo, sostiene en el libro Las claves del talento (Zenith) que este no tiene tanto que ver como creíamos con los genes. Según él, se cultiva. En cambio, Malcolm Gladwell, periodista de The Washington Post y The New Yorker que también ha investigado sobre el tema -Fueras de serie (Taurus)-, se pregunta: ¿Existe de forma innata? Y él mismo dice: "La respuesta obvia es que sí". Gladwell, muy americano, investiga también el éxito, y afirma: "El éxito es talento más preparación. Pero cuanto más miran los psicólogos las carreras de los mejor dotados, menor les parece el papel del talento innato. Y mayor el que desempeña la preparación".

Pero ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de esta aptitud? Según el filósofo y pedagogo José Antonio Marina, talento es "la inteligencia triunfante". Es, pues, la inteligencia "que resuelve los problemas y avanza con resolución", explica Marina en su último libro, La educación del talento (Ariel). Puesto que hay muchas inteligencias diferentes, según Marina, también hay muchos genios distintos: musicales, científicos, financieros, atléticos, etcétera, cada uno de los cuales supone un especial tipo de destreza. "No todos valemos para todo".

Resolver y avanzar: "La excelencia es un hábito"(Aristóteles)

El científico Robert J. Sternberg, uno de los más reputados expertos actuales en temas de inteligencia, denomina "inteligencia exitosa" a lo que Marina llama talento. Es decir, la inteligencia que se emplea para lograr objetivos importantes. Más amplia que lo que miden los tests de inteligencia porque incluye la gestión de las emociones, la tenacidad, el esfuerzo o la resistencia a la frustración. Las personas que poseen esa aptitud básica no dependen demasiado de las motivaciones externas, sino que saben automotivarse; aprenden a controlar sus impulsos; saben cuándo perseverar y cuándo cambiar de objetivo; saben sacar el máximo provecho de sus capacidades; completan las tareas, tienen iniciativa, no dejan las cosas para otro día...

¿Qué papel desempeña el trabajo duro en la consecución del talento? Prácticamente lo es todo. Aunque desde Darwin la forma tradicional de considerarlo, según Dan Coyle, ha sido esta: los genes (la naturaleza) y el entorno (la educación) se combinan para convertirnos en lo que somos. "Es un método popular", afirma Coyle, "pero cuando se trata de explicar el talento humano, es un modelo vago". Según el escritor, pensar que esta cualidad procede de los genes y el entorno es como pensar que las galletas proceden del azúcar, la harina y la mantequilla: es bastante cierto, pero inútil.

La regla de las 10.000 horas: "Salvo los tontos, los hombres no se diferencian mucho en cuanto a intelecto; solo en ahínco y trabajo duro" (Charles Darwin)

Investigadores como Anders Ericsson, Herbert Simon y Bill Chase sostienen que las grandes habilidades en cualquier campo -violín, matemáticas, ajedrez, etcétera- requieren aproximadamente de una década de práctica intensa. Incluso Boby Fischer, prodigio del ajedrez, necesitó practicar con ahínco durante nueve años para lograr, a los 17 años, el título de gran maestro. La regla de los 10 años, o de las 10.000 horas, implica que todas las habilidades se crean utilizando el mismo mecanismo fundamental. "No hay ningún tipo de célula que posean los genios y no tengamos el resto", sostiene Ericsson.

Junto con dos colegas de la Academia de Música de Berlín, Ericsson realizó, a principios de los años noventa, un estudio de referencia. Dividieron a los violinistas en tres grupos. En el primero estaban los estudiantes con un mayor potencial. En el segundo, aquellos juzgados simplemente como buenos. En el tercero, los estudiantes que tenían pocas probabilidades de llegar a tocar profesionalmente y pretendían ser profesores del sistema escolar público. A todos les preguntaron: ¿en el curso de toda su carrera, cuántas horas ha practicado en total? Todos habían empezado a tocar aproximadamente a la misma edad, alrededor de los cinco años; en aquella fase temprana, aproximadamente la misma cantidad de horas, unas dos o tres por semana. Las diferencias surgían a partir de los ocho años. Los estudiantes que terminaban como los mejores de su clase empezaban por practicar más que todos los demás, y a los veinte practicaban por encima de las 30 horas semanales. Los intérpretes de élite habían acumulado 10.000 horas de práctica cada uno. En contraste, los estudiantes buenos a secas habían sumado 8.000 horas. Y los futuros profesores de música, poco más de 4.000.

El mismo patrón se repitió con pianistas profesionales. Lo más llamativo del estudio de Ericson, según cuenta Gladwell en Fueras de serie, es que no encontró músicos natos que flotaran sin esfuerzo hasta la cima practicando una fracción del tiempo que necesitaban sus pares. "Tampoco encontraron obreros romos a los que, trabajando más que nadie, lisa y llanamente les faltara el talento necesario para hacerse un lugar en la cumbre. Una vez que un músico ha demostrado capacidad suficiente para ingresar en una academia superior de música, lo que distingue a un intérprete virtuoso de otro mediocre es el esfuerzo que cada uno dedica a practicar. Y eso no es todo", concluye Gladwell; "los que están en la misma cumbre trabajan mucho, mucho más que todos los demás".

Vayamos al cerebro. Y, por una vez, no relacionemos las famosas neuronas y talento. Cada vez son más los neurólogos que consideran a la mielina -mucho menos estudiada que las neuronas- como la clave de la adquisición de habilidades. Toda habilidad humana, ya sea jugar al fútbol, pintar o interpretar a Bach, proviene de una cadena de fibras nerviosas que transmiten un diminuto impulso eléctrico. La mielina rodea las fibras nerviosas. Permite que la señal sea más veloz y fuerte porque impide que se escapen del circuito los impulsos eléctricos. Cuando practicamos, esta lipoproteína responde cubriendo el circuito neural y añadiendo, en cada nueva capa, habilidad y velocidad. Es como conseguir una especie de línea de banda ancha: se multiplica por 3.000 la capacidad de procesamiento de la información.

Práctica y Mielina: "El talento es algo bastante corriente. No escasea la inteligencia, sino la constancia" (Doris Lessing)

En 2005 se escaneó el cerebro de varios concertistas de piano y se descubrió una relación directamente proporcional entre las horas de práctica y esta materia blanca. Cuanto más se activa el nervio, mayor es la cantidad de esta lipoproteína que lo envuelve. Pero, como sostiene Dan Coyle, no se forma para responder a ideas vagas, a información que nos lava como una ducha caliente. Se crea para responder a acciones concretas. Es necesaria la práctica intensa. Teniendo en cuenta una aparente paradoja: aquellas experiencias en las que al principio cometemos más errores, errores que nos obligan a ir más despacio, son las que nos hacen más talentosos.

"Las cosas que hoy parecen ser obstáculos se convierten a la larga en aconsejables", sostiene Robert Bjork, catedrático de psicología de la Universidad de California. De él es el siguiente ejemplo: pongamos que por enésima vez viajamos en avión y observamos a la azafata mientras nos enseña cómo ponernos el chaleco salvavidas. Parece un disco rayado. Pero ¿sabríamos hacerlo en un momento de urgencia?

Bjork sostiene que lo ideal sería, en vez de observar a la azafata, ponernos directamente el chaleco y practicar (menudo espectáculo se organizaría en el avión). Practicar. Aprender. Cometer errores. Así se logra el talento. Volviéndolo a intentar. Fracasando otra vez. Fracasando mejor.

viernes, 12 de septiembre de 2014

jueves, 11 de septiembre de 2014

Reconozcamos nuestros males

Errar es humano… Pero echarle la culpa a otro, es más humano todavía. 
 - Les Luthiers

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Consejos para leer mejor...


Consejos para leer mejor

Consejos para leer mejor, ciertamente que todo mundo sabe leer, y eso es uno de los logros mayores de la humanidad, haber superado, aunque aún falta mucho por hacer, las grandes multitudes que hasta mediados del siglo XX ignoraban lo que era la lectura y lógicamente la escritura, pero aunque muchas personas saben leer, son pocos los que saben leer bien. No les digo nada del otro mundo, lo constatamos en el día a día, cuando al leer muchos ignoran las pausas derivadas de los signos de puntuación. Se entregan a la lectura con un desespero, por decirlo así, que no logramos enterarnos, por lo lento o por lo rápido, de qué es lo que nos están leyendo.

Leer es importante como ya les hemos dicho, y no lo decimos solo nosotros en este espacio, la experiencia de la humanidad ha demostrado que la lectura fomenta la curiosidad intelectual, motiva la inteligencia, amplia la concepción de las cosas, personas y vida de los que leen asiduamente. Pero también es cierto que leer es algo que debe ser como todo en la vida, realizado con aprovechamiento, pues a la falta de algunas reglas para aprovechar la lectura, muchos se alejan de ella, otros tantos no se enteran de lo que leen y algunos más se encontrarán presionados por ella.

El fin de la lectura es para los que amamos leer, disfrutar historias, conmovernos con poesías, enterarnos de cosas interesantes, ilustrarnos sobre variados temas, pero independientemente de que nos guste o no bastante leer, hay algunas reglas que ayudan a aprovecharlo mejor, a sentirnos mejor con respecto del agradable ejercicio mental de leer y a leer con propiedad. Dejaremos de lado el aspecto de leer sin hacer casi pausa alguna, sin darle a la lectura las entonaciones que el texto demanda y nos centraremos en esos consejos para leer mejor que nos mantienen interesados en la literatura y que nos motivan a leer más.

Leer cuanto puedas y disfrutarlo siempre…imponerse lecturas por cumplir una cierta meta personal, puede ser algo motivador e interesante pero igual puede resultar en una presión que lejos de acercarte te aleje de la lectura, por ello…lee todo cuanto puedas pero mientras lo disfrutas. Cuando un libro no te resulte del todo interesante, no te empeñes en insistir en él, dejarlo de lado algún tiempo resulta más beneficioso que leerlo con desgano hasta el final sin disfrutarlo…así que dejarlo por un tiempo y retomarlo más adelante, te permitirá verlo en otra manera y quizá hasta encontrarlo ahora sí, interesante.

Leer de todo cuánto puedas, aún cuando de entrada no te parezca interesante…ésta es una fabulosa manera de ejercitarse en la lectura. Personalmente me decanto por la novela histórica y la romántica, algo de poesía aquí, algo de ensayos por allá, y otros géneros quizá no me resulten tan atractivos como los que más disfruto, pero eso no quita la posibilidad de encontrarlos interesantes y ampliar nuestra cultura disfrutando más estilos y géneros…resultado de ello me he ido aprovechando de leer lo que de entrada no me apetecía, ciencia ficción, literatura de viajes, y hasta gastronomía, pasando por la literatura científica que sorpresivamente he encontrado para mi, ¡fascinante!

Sé optimista respecto de cada obra que lees, aún los grandes bestsellers no lo resultan para algunos, y ciertamente habrá historias que http://www.blogger.com/img/blank.gifcarezcan de total interés para nosotros, pero cuando leemos un libro y le imponemos expectativas sobre la opinión que alguien más ha tenido de él, es como cuando asumimos prejuiciosamente opiniones sobre alguien que no conocemos…darle la oportunidad de contarnos esa historia, puede resultar en un libro que nos habran recomendado mal, pero que a nosotros nos ha parecido encantador.

Lee calidad y no cantidad, imponerse leer a grandes cantidades y con prisa, convierte la lectura en algo mecánico y poco reflexivo…hay que aprovechar los momentos muertos para disfrutar un libro, lo hacemos, encontramos tiempo aquí y tiempo allá, para terminar esa historia que nos encanta, pero no nos impogamos leer cientos de libros porque no los disfrutaremos y leemos más allá de su beneficio para…disfrutar.

martes, 9 de septiembre de 2014

domingo, 7 de septiembre de 2014

¡Y a mí qué me importa Tiananmen!


¡Y a mí qué me importa Tiananmen!

Egoísta, transgresora y violenta. La generación china de los hijos únicos alarma a un Gobierno que se plantea abolir las restricciones a la natalidad.

Es el pixelado típico de un vídeo tomado con un teléfono móvil. Está oscuro y la cámara se mueve con brusquedad. No obstante, se percibe la silueta de una chica desnuda con las piernas en alto. Se oyen risas, tanto masculinas como femeninas, y alguien enciende la luz. Se disipan las dudas. Un chaval se deshace del preservativo con una amplia sonrisa, mientras un grupo de adolescentes insulta a la colegiala de 17 años que acaba de ser violada en la habitación de un hotel.

La humillación no acaba ahí. Ellas obligan a levantarse a la víctima y le propician una paliza. En un momento dado, ella misma se golpea. Los cuatro chicos que la han violado a petición de las chicas asisten divertidos al espectáculo. El vídeo no tarda en saltar de los teléfonos 3G a Internet, y pronto la víctima trata de suicidarse.

La historia no llega ni de EE UU ni de Europa. Es el incidente de Kaiping, la chispa que hace un par de años encendió un agitado debate sobre la demonizada generación de los noventa en China. "Son chavales producto de la política del hijo único, que ha dado un exceso de permisividad, y el neoliberalismo que se ha apoderado del país y ha provocado una crisis de valores", explica el sociólogo Xu Anqi, de la Universidad de Fudan.

No vivieron la Revolución Cultural de Mao ni la masacre de Tiananmen, y han crecido con un móvil en el bolsillo y el chat de QQ en el ordenador. Los tachan de egoístas, materialistas y propensos a la violencia. Les da igual. No temen al sexo, razón por la que muchas universidades han comenzado a prohibirlo en las zonas públicas de los campus, y la política no les interesa.

"¡Y a mí que me importa lo que pasó en Tiananmen!", dice Hu Yuan cuando se le pregunta por aquellos estudiantes que estuvieron en las mismas aulas que ella ocupa ahora. Lo suyo es el dinero. Para conseguirlo, el sexo es una vía más. No está sola. Existen incluso listados con estudiantes de secundaria y de universitarias que venden su cuerpo. "No creo que haya nada de malo. Con el dinero que saco a cambio de sexo me he comprado el iPhone 4, y ahora quiero un iPad", añade Hu.

En China hay ya más de cien millones de hijos únicos, producto de la política de natalidad introducida en los años ochenta que el Gobierno considera un éxito. Según datos oficiales, esta medida ha impedido el nacimiento de unos 400 millones de chinos. Pero ahora el Partido Comunista se plantea la abolición de la ley. China quiere hermanos que sirvan para mantener a los progenitores en un país en el que los servicios que proporciona el Estado son casi nulos. Y, de paso, la generación de los pequeños emperadores quedará como una anomalía social.

Para eso, tendrá que mejorar también la interacción entre padres e hijos, que es mínima. Un reciente estudio revela que la mitad de los estudiantes no tienen nada de qué hablar con sus padres excepto por las calificaciones escolares. Además de una elevada tasa de suicidios, esa presión también ha dado un buen número de adolescentes genios en casi todas las especialidades, razón por la que China tiene siempre algún joven que sobresale entre sus competidores mundiales. Pero el 89% de los progenitores reconocen que no les interesa nada más de sus descendientes que las notas. Un hecho que provoca el 60% de los problemas mentales de la generación posnoventa.

"Los adolescentes chinos se sienten solos e incomprendidos. La violencia crece y el sexo es una válvula de escape", asegura Xu Anqi. Muchos buscan el escándalo. Como una pareja que se dejó grabar tirada en el suelo del abarrotado metro de Shanghái mientras él la masturbaba a ella. Es uno de los vídeos divertidos. Los de bullying se cuentan ya entre los más brutales y dan la vuelta al mundo.

Mientras tanto, el Gobierno da palos de ciego. Hace unos meses prohibió el uso de lenguaje sexual en los SMS, una medida que ya ha dado pie a un nuevo diccionario. "Nos reímos de los dirigentes", reconoce Hu Yuan. "Si no podemos escribir 'follar', o 'mamada' lo haremos con otras palabras". El partido no sabe cómo actuar. Es más fácil sacar al ejército a la calle. Claro que, como asegura Ai Weiwei, uno de los principales disidentes políticos todavía en libertad en China, "la anestesia de la juventud elimina el peligro de revueltas sociales".

Porque esta generación puede ser transgresora en el sexo o http://www.blogger.com/img/blank.gifviolenta entre semejantes, pero nunca organizará una protesta como la que salpicó de sangre Tiananmen en 1989. "¿Para qué me voy a jugar la vida por un ideal en el que no creo si tengo todo lo que necesito?", se pregunta entre risas Wu Ming, una joven de último año de secundaria de la provincia maldita de Cantón.

sábado, 6 de septiembre de 2014

jueves, 4 de septiembre de 2014

Reclaman sus derechos de autor...


Los herederos del cocreador de X-Men y Hulk reclaman sus derechos de autor

Los hijos del ilustrador Jack Kirby exigen a la editorial Marvel y a las productoras que compartan la autoría de los personajes

Buena parte de los rentables superhéroes que dominan hoy las taquillas deben su origen al cincuenta por ciento a un pequeño y temperamental dibujante que fue la mano derecha del guionista Stan Lee, factótum de la editorial Marvel. El neoyorquino Jack Kirby (1917-1994) , dueño de un estilo innovador y espectacular, creó la imagen de personajes como X-Men, Los Cuatro Fantásticos y el Increíble Hulk, que han dado miles de millones de ingresos a productoras como Disney (propietaria de Marvel), Sony (Spider-Man) y Fox (X-Men). Pero por aquel entonces, en los años cincuenta y sesenta, Kirby no era más que un ilustrador. La pequeña editorial para la que trabajaba (Timely, luego Marvel) se quedó con los derechos. Ahora los herederos de Kirby han acudido a los tribunales para reclamar que las productoras los compartan. De conseguirlo, los Kirby podrían autorizar películas rivales de las grandes productoras sobre un mismo personaje.

Los cuatro hijos de Kirby han interpuesto una demanda en un tribunal de Los Ángeles, según informa The Hollywood Reporter, para que se determinen oficialmente los derechos de los personajes en los que trabajó su padre entre 1958 y 1963, los años dorados de Marvel. La familia del dibujante solicita también que se establezcan las cuestiones de los beneficios y la finalización de los derechos de autor actuales. La editorial alega que las creaciones de Kirby fueron "encargos" y que Marvel es la "autora" real de tales obras, según lo estipulado en la ley de derechos de autor de 1909. Los Kirby rechazan tal interpretación y van a pelear.

La demanda especifica que Kirby "ampliamente considerado como uno de los dibujantes/autores de cómics más dotados y prolíficos de todos los tiempos" fue el "creador o co-creador", principalmente junto a Stan Lee, de numerosos personajes, como "Los Cuatro Fantásticos, X-Men, Iron Man, Spider-Man, El Increíble Hulk, Thor, Los Vengadores, Nick Furia y El Hombre Horminga", entre otros. En calidad de coautor de muchas de tales creaciones, los herederos aspiran a compartir los derechos de autor con Marvel, comprada por la productora Disney por 4.000 millones de dólares (3.000 millones de euros) .

La demanda reza: "Respecto a las obras de Kirby sometidas a copropiedad, así como las respectivas fechas de finalización [de los derechos de autor vigentes], los demandados compartirán los derechos de autor de tales obras durante los términos de renovación: tanto demandantes como demandados tendrán el derecho no exclusivo de explotar tales derechos de autor compartidos". De salir adelante la demanda (incluida la finalización de los derechos de autor vigentes), la aplicación práctica sería que los herederos de Kirby podrían autorizar que otras productoras rodaran versiones rivales de Spider-Man (Sony), X-Men (Fox) e Iron Man (Paramount). Además, exigen una compensación por la falta de reconocimiento de Kirby en las películas El Increíble Hulk (2008) y Lobezno (2009).

Las productoras pueden responder con toda su artillería pesada en los tribunales, pero los Kirby cuentan con un ilustre precedente. Los herederos de Jerry Siegel, cocreador de Superman junto a Joe Shuster, demandaron a la editorial DC comics, propiedad de Warner Bros. y el año pasado lograron recuperar su 50% de derechos de autor sobre el Hombre de Acero.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Instantáneamente... 00


Instantáneamente

El museo Westlicht de viena ha salvado de la dispersión la colección Internacional Polaroid: miles de obras de artistas, conocidos o no, que son la mejor prueba del tirón que tuvo y tiene la marca.

Miles de instantes Polaroid (4.400, para ser exactos) guardados en la llamada Colección Europea han sido salvados de la dispersión por el Museo Westlicht de Viena. ¿Cómo han llegado hasta allí? Gracias a la obsesión por la magia y la luz de muchas personas de este y del pasado siglo. El primero y más importante: Edwin Land (1909-1991). "Todo lo que se necesita para tomar una buena fotografía es tomar una buena fotografía", decía este hombre polifacético, químico, atípico, apasionado, inventor de la Polaroid allá por 1947. Su objetivo era hacer real lo que parecía sueño. "Si algo merece la pena, debe hacerse hasta la saciedad", este era su lema, siempre remangado y dispuesto a resolver problemas.

Un año después presentaba su cámara Polaroid. La revolución. Disparabas... y ahí estaba, instantáneamente, en las manos, un minuto: soplar, secar... El tiempo de espera convertido en ritual: era como si unas palabras mágicas fueran pronunciadas en el corazón de la máquina (la fórmula hoy es irreproducible, ya no se fabrican algunos de sus ingredientes). Una poderosa herramienta creada de la conjunción química-arte cuya mejora fue para Land un reto: realizó constantes inversiones de tiempo y dinero para ir más allá, se pasaba noches en el laboratorio probando: parecía creer que la fotografía instantánea total era inalcanzable.

Pero ahí estaba: la mano amiga de todo fotógrafo a partir de los años cincuenta y sesenta fue la Polaroid. Millones se vendieron. Preguntes a quien preguntes entre los fotógrafos (algunos de los que publican en estas páginas, por ejemplo), han tenido su tiempo y su tempo Polaroid. Sus historias instantáneas. "Permitía ver la luz", dice Alfredo Cáliz, un fan; "además de su uso amateur, que era alto, tenía una demanda elevada entre profesionales, porque era muy útil, te daba seguridad en el resultado". La prueba de luz, de encuadre, de movimiento. Una realidad instantánea, pero también imperfecta y, por tanto, doblemente única. Y valiosa: "pinturas de luz" llaman algunos a estas obras. "El presente del pasado", así definen la pieza Polaroid en el libro From Polaroid to impossible, de la editorial Hatje Cantz, que se acaba de publicar al hilo de la exposición homónima en Viena con piezas de cientos de artistas muy conocidos y no tanto, incluso contemporáneos y recién llegados. Piezas-objeto preciosas. Y para algunos también obsesivas. Para Isabel Muñoz, por ejemplo. "Yo he tirado cientos, algunas he vendido incluso. Son piezas irrepetibles, tengo cajas y cajas llenas... Las usaba mucho para regalar a los fotografiados, les encantaba. Fue una gran compañera de viaje la Polaroid, me compré la primera con 16 años, me hice adicta. Pero con el tiempo llegué a preferir no verlas, porque... mira, recuerdo dos casos. El de una bailarina del Ballet Nacional de Cuba, tomamos un día la imagen con la Polaroid y su tutú al moverse formó una mariposa perfecta... y ya no pude parar hasta conseguirla de nuevo. Y no salía. Dos día tardamos". Y lo mismo le ocurrió con un bailarín flamenco... "Le hacíamos bailar hasta verle la suela del zapato, yo quería eso... surgía en las Polaroid y se esfumaba luego... terrible".

Alrededor de las Polaroid fluye la vida. La conservan intacta se diría (son emulsiones muy estables). Incluso hay quien construyó con ella historias de principio a fin. Quizá de las más increíbles sea la de Jamie Livingston (1956-1997), quien tomó una instantánea cada día de su vida desde el 31 de marzo de 1979 hasta su muerte de cáncer: desde la felicidad hasta el dolor (ver http://photooftheday.hughcrawford.com).

El invento de Land influyó en la fotografía y el arte. Ansel Adams, otro visionario como él, capturó ya en 1949 la belleza y la luz del valle de Yosemite (EE UU), sepia e instantáneo. Fue el primero en caer rendido: le siguieron otros artistas. Polaroid creó lo que llamaban Artist Support Program, apoyaban a jóvenes, daban cámaras y películas a cambio de obra... Land, junto a Adams y otros, fue armando una colección propia que llegó a tener 16.000 obras. Se invitaba a los creadores a aportar piezas, y lo hacían encantados.

Barbara P. Hitchcock, que trabajó tres décadas en la Clarence Kennedy Gallery (montaron 94 muestras de polaroids hasta que cerraron en 1990), lo cuenta en el libro: "No se podía ser convencional con ellos, la norma era innovar, inventar, hacer lo imposible". Surgieron también desde la casa Polaroid modelos de cámaras variadas: la SX-70, por ejemplo, tan querida por artistas de todo tipo, diseñadores, arquitectos, que Charles y Ray Eames produjeron un documental de 11 minutos en 1972 para explicar su producción y su funcionamiento, como si de una criatura viva se tratara), o la gigantesca 20×24 que viajaba a París o Londres para fotografiar a bailarines o Japón para retratar a la Yakuza.

Pero desde los noventa lo digital se hizo carne y se adueñó del mundo. "El ascenso y la caída de la imagen analógica duró un siglo, víctima de la velocidad, la misma que ella había contribuido a reducir". Pero aún hoy hay quien se plantea si la fotografía para ser tal no debería ser analógica, libre de energía adicional, software... "El instante Polaroid no es el instante digital". La obra analógica y la digital distan. Y sigue habiendo adictos. Se calcula que hay 300 millones de cámaras Polaroid activas en el mundo. Los aires del mercado y la cesión por parte de Edwin Land de la empresa (que aún existe, pero se limitan al nombre) a sus herederos tumbó esa factoría perfecta que fue un día de diseño, marketing, ventas... Caída y dispersión. La colección del fundador cayó en parte en manos de marchantes y se subastó en 2010 en Sotheby's. Otra parte, la llamada Colección Europea, se guardó en el Museo l'Elysée de Lausana (Francia).

Mientras, empleados de Polaroid relanzaron en 2009 la idea y filosofía bajo el nombre The Impossible Project (TIP). Tenían ilusión, recuperaron la fábrica en Holanda y han conseguido producir películas en blanco y negro y en color para las cámaras 600, SX-70 e Images/Expectra 1200, con 31 ingredientes nuevos. Se han asegurado la idea y continuidad del producto. "De hecho, desde que se produce película de color para la 600 se vive un boom", afirman en la tienda Chandal de Barcelona, distribuidor oficial de la marca TIP en España (los productos se comercializan a través de ellos en tiendas de museos: Reina Sofía, Caixa Forum, Macba o CCCB).

Y se preocuparon hasta la obsesión de la colección (como haría el propio Land). Así, al fin, la parte europea la ha comprado el Westlicht por 755.000 dólares gracias al empeño de Peter Coeln, director de este museo especializado. Y al empuje de Florian Kaps, la mano que mece la cuna en TIP. "Nosotros desempeñamos el papel de agitadores analógicos... Estábamos desesperados viendo difuminarse las obras. Y dado que somos expertos en sueños imposibles...", decía en mayo en Photo. Juntos quieren protegerla, mostrarla y ampliarla. De nuevo la magia.

From Polaroid to Impossible...', editado por Hatje Cantz. Exposición hasta el 21 de agosto en Viena. www.westlicht.com, www.hatjecantz.de

martes, 2 de septiembre de 2014

lunes, 1 de septiembre de 2014

El semillero del mundo...


El semillero del mundo

Hay un lugar en Inglaterra que podría ‘salvarnos’ a todos. Una caja fuerte de la biodiversidad vegetal. El Banco de Semillas del Milenio almacena simientes secas a -20º C para que duren miles de años.

Uno se siente allí como al final de un vuelo transoceánico: ha ido bajando la temperatura en cabina mientras dormía, y se revuelve en el asiento ligeramente incómodo. Los dedos y la punta de la nariz se le han quedado fríos, el oxígeno entra raspando en las fosas nasales y valora la posibilidad de pedir otra manta a la azafata. O quizá un vaso de agua. Agua, eso es. Nota la piel tensa, y las uñas dejan un rastro blanco en la epidermis. Lo que le ocurre es que ha empezado a desecarse. Hay que atravesar dos puertas herméticas para entrar en la estancia de unos 40 metros cuadrados. Dieciséis grados. Quince por ciento de humedad. Como en cabina. Cestas. Sacos. Bolsas. Apilados con estricto orden británico junto a las paredes y formando una isleta en el centro. El ambiente seco y fresco adormece miles de semillas a un tiempo. Les extrae casi toda el agua. Paraliza sus moléculas. Detiene su metabolismo. Ya sólo despertarán en condiciones favorables, cuando vuelvan a beber y a sentir la noche y el día y el paso de las estaciones.

Se les ha frenado artificialmente la vida, su reloj biológico, con una simple regla de tres que manejan los botánicos: por cada 10% que se disminuya su humedad, se duplica la longevidad. Es el principio del almacenamiento. La primera fase en esta caja fuerte de la biodiversidad, el proyecto más ambicioso de conservación de la flora mundial. El Banco de Semillas del Milenio. Cuando nació, en el año 2000, se fijó como objetivo reunir una décima parte de las especies silvestres del planeta en 10 años. Entonces se conocían 240.000 especies. Hoy, el número que manejan los biólogos, sin ser exacto, ronda las 300.000. Y en el banco guardan cerca de 26.000. Yacen bajo tierra, en botes transparentes. Sellados. En una cámara acorazada, a -20º C. En estas condiciones, las semillas podrían aguantar cientos, incluso miles de años. Para 2020, se han propuesto almacenar un cuarto de las especies conocidas. El futuro encapsulado en miniatura.

Llovizna sobre Wakehurst Place, la sede del proyecto, en el condado de Sussex. Algunos jirones de niebla se enredan entre las colinas inglesas. La humedad relativa debe de rondar el 80%, quizá más, y Roger D. Smith, el ideólogo del banco, un biólogo ya jubilado a los 65, oficial del Imperio Británico, trata de explicar que tiene bastante sentido acumular semillas. Por lo que pueda venir. Por puro egoísmo. Porque todo lo que perdamos se habrá ido para siempre. Él comenzó a almacenarlas en los setenta, cuando no era más que un prometedor naturalista en los Reales Jardines Botánicos de Kew, a las afueras de Londres. En las reuniones de líderes mundiales se empezaban a emplear términos como "biodiversidad" y "especies amenazadas", y él trabajaba para uno de los jardines más completos y mejor conservados del planeta. El reflejo de un pasado de grandeza colonial, con invernaderos victorianos y especies vivas traídas de los siete mares. Pero muy pocos botánicos se habían tomado la molestia de preservar la simiente. Y menos de plantas silvestres. ¿Quién querría conservar un cardo? El primero fue César Gómez-Campo; en 1966 comenzó a reunir semillas silvestres en un banco de la Universidad Politécnica de Madrid. Smith, junto a un pequeño equipo de Kew, trasladó su visión lejos de la contaminación londinense, a este lugar llamado Wakehurst, entonces un viejo caserón isabelino rodeado de praderas. Empezó por las especies británicas, como una división más del Real Jardín Botánico. Dos décadas después, con esta colección a medias, le tocó el gordo: el fondo de la Lotería Nacional financiaría gran parte de su sueño. El Arca de Smith comenzó a construirse en 1998. Un semillero para un planeta en quiebra.

"Resilience", pronuncia el biólogo con su inglés exquisito. Flexibilidad. Si uno quiere entender la importancia del proyecto, ha de imaginar el mundo como una red, un entramado de organismos interdependientes. Como un panel de caucho del tamaño de un folio: "Si uno ejerce presión sobre él, en el centro, enseguida vuelve a su estado original. Ahora imaginemos que recortamos pequeños círculos de ese panel de caucho. Uno, y otro, y otro. Si volvemos a ejercer presión sobre la superficie agujereada, lo más probable es que la traspasemos y no vuelva nunca más a su estado original". Cultivos, extracciones, perforaciones. El ser humano. Desde 1950, la población se ha más que duplicado. Las especies se desvanecen a un ritmo nunca visto, entre 50 y 100 veces superior al natural. El 45% de los bosques de la Tierra han desaparecido; 34.000 especies vegetales están abocadas a la extinción; un tercio de la flora se encuentra amenazada. Un mundo resiliente exigiría que todos viviéramos con los estándares de Burkina Faso. Vamos agujereando el panel de caucho. Evaporando el contexto del que surgió el hombre.

"Todas las especies están aquí por algo", sostiene Smith. "Supieron adaptarse, compitieron mejor que otras. Cada una de ellas tiene valor. Si existen es porque debe ser así". El destino de la flora. Lo suyo, cuenta el biólogo, sería poder conservarla en su hábitat. Pero si se asume que nadie está dispuesto a ceder un palmo en su tren de vida, entonces el almacenamiento ex situ entra en juego. Los bancos de semillas son una copia de seguridad de la biodiversidad. Millones de organismos vivos en su unidad primigenia. Ultrasecos, congelados, en estado latente. Un segundo óptimo –ya que el primero es inalcanzable– para poder devolver al mundo a su estado original, si fuera necesario. Para no resbalar por entre los agujeros del panel de caucho.

Hasta los setenta, los botánicos se iban pasando de unos a otros semillas de las mismas plantas de los mismos jardines botánicos. Pero asegurar el despliegue de toda la diversidad genética de una especie requiere unas 10.000 unidades. No es fácil conseguirlas. Los botánicos del Banco del Milenio no se pasean por el mundo extirpando muestras de flora amenazada en nombre de la madre naturaleza. Los tiempos han cambiado. La acción comienza entre oficinas. Hay negociaciones y mucho papeleo, convenios y tratados que respetar. Aduanas. Hasta la fecha, el equipo ha fijado acuerdos con 50 Estados y un centenar de instituciones. Trabajan en colaboración con botánicos y biólogos locales, y los pactos suelen incluir la puesta en marcha de un banco de semillas en el país de origen, si no existe aún, y cláusulas para compartir el conocimiento y la formación de equipos. Cualquier beneficio o innovación derivados de la planta ha de revertir sobre quienes cedieron un pedacito de su flora.

Las partidas llegan al condado de Sussex por correo. O las trae alguno de los biólogos a la vuelta de una expedición. Lo primero que buscan en el interior del paquete es un espécimen de la planta, prensado entre hojas de periódico. Muy pocos sabrían identificar a simple vista una semilla. Esta tarea requiere el cotejo minucioso del tallo, la flor y las hojas de la muestra. Han de asegurarse de que guardan lo que corresponde, de que no duplican, de que realmente se trata de la especie que buscaban. El ejemplar desecado se manda al herbario de los jardines de Kew, la biblioteca taxonómica más completa del mundo. Siete millones de plantas secas ordenadas con rigor por familia, género, especie y localización geográfica, en cuatro salas de tres plantas, llenas de archivos y capetas que aún desprenden perfume. En un silencio sepulcral, botánicos encanecidos desempolvan muestras de hace siglos, comparan con las que les envían desde el Banco del Milenio y dan su aprobado.

Las semillas, para entonces, ya están casi secas en Sussex. Fase dos del proceso. La tarea requiere buena vista, "y mucha paciencia", dice la anciana en bata blanca. Parece a punto de enhebrar una aguja. Un chorro de luz sobre las manos. Sus gafas de concha en la punta de la nariz. En la estancia contigua a la habitación secadora, un equipo de voluntarios limpia y desecha. Las semillas han estado perdiendo humedad durante tres meses. El equipo de limpieza aplica un lavado creativo, según lo que llegue. Una de las voluntarias acaba de abrir un paquete búlgaro. Un cardo cuyas semillas se encuentran en la base de la flor, formada por mechones blancos. La especie se propaga con el viento; la diáspora asegura la supervivencia. La mujer separa con los dedos los filamentos y los frota contra una superficie rugosa. Cientos de semillas oscuras se desprenden como juanolas de su paracaídas. Luego son contadas y sometidas a una prueba de rayos X. La simiente muerta resulta hueca y transparente a los ojos de la máquina. Una viva es energía concentrada. Alimento para el embrión. Azúcares, proteínas, aceites. Una masa densa de tejidos en la que el tiempo se ha detenido.

Una semilla está preparada para durar. Busca perpetuarse. Puede llegar a vivir de cinco a 25 años en condiciones normales. Espera a que llegue su momento, y se autorregula gestionando su concentración de agua. A partir del 40% de humedad empieza a moverse. Metaboliza. Por debajo, las moléculas renquean. Es como si respirara hondo para bajar el ritmo de las pulsaciones. La más antigua jamás germinada se encontró en unas excavaciones en Israel. Una palmera que se creía extinguida. Tenía unos 2.000 años, según reveló la prueba de carbono 14. Los pasó enterrada, en condiciones frías y secas. Durmiendo. La segunda regla de tres que manejan los biólogos es tan simple como la primera: por cada cinco grados menos de temperatura, se duplica la longevidad de una semilla. El frío frena un poco más su metabolismo, inhibe la aparición de hongos, insectos y bacterias. No mata la vida. La detiene. Un paso crítico. Sólo se puede cruzar el umbral de congelación si una muestra ha sido previamente desecada. Serán almacenadas a -20º C. Si contuvieran demasiada agua, podría cristalizar, desgarrando los tejidos internos. Crac. Reventarían por dentro.

El Banco del Milenio fue concebido con tres patas. Por un lado, el almacén de seguridad; luego estarían las salas de procesamiento y los laboratorios donde insuflar la vida, y harían un museo para costear parte de los gastos y difundir su labor. Todo bajo el mismo edificio de una altura, del arquitecto Stanton Williams. Funcional, ondulante, integrado en una colina. Los visitantes acceden desde el exterior a una sala central desde la que se puede observar el movimiento de las 70 personas del equipo. El ala izquierda corresponde a las tareas de secado y limpieza. A la derecha, los científicos ponen a prueba su creatividad. Bajo la estancia central queda la cámara frigorífica, acorazada, inaccesible para el ciudadano.

La puerta es de acero, de unos cuarenta centímetros de grosor. Doble llave. Luego, un pasillo estrecho, dos metros, y una puerta hermética. Entramos en la antesala. Un nuevo cuarto con el ambiente regulado. Dieciséis grados. Quince por ciento de humedad. Otra vez en cabina. Las semillas son sometidas a nuevo secado de dos meses. Un protocolo de seguridad. Son organismos vivos. Aprovechan cualquier contacto con el ambiente para reabsorber agua y volver a latir. No puede haber errores. Los operarios revisan su humedad con higrómetros, antes de introducirlas en recipientes transparentes. Poco glamour hi-tech en la tarea. Entre las semillas dejan caer un sobrecito con gel de sílice, bolitas doradas de un compuesto sintético y absorbente como una esponja. Cualquier brote de humedad será atajado. Un fallo en el sellado hermético, y las bolas se vuelven azules. Es la señal de alarma.

Cuando se abre la puerta de la cámara frigorífica, la visión resulta aséptica. El protocolo exige cubrirse con un abrigo polar. Pero no hay hielo, ni culebras de vaho. El ambiente parece hecho de alfileres. Una hilera de estanterías grises contiene los tarros con el número de colección. Semillas con la vida desecada. Da la sensación de que uno podría pulverizarlas con dos dedos. Se desharían en la mano como si fueran de arena. Hay tres cámaras como esta en el semillero del mundo. Están creando una nueva para las almacenadas en nitrógeno líquido, a -196º C. Podría ser el futuro para conservar las semillas que no sobreviven al secado. "Nos encontramos en el lugar del planeta con mayor biodiversidad por metro cuadrado", dice Robin Probert, jefe de conservación y tecnología. Un escocés experto en la humedad y sus consecuencias.



Al poco de entrar en fase de congelación, su equipo toma una pequeña muestra de semillas. Examen de germinación. Igual de importante que dormirlas es saber reanimarlas. La prueba la repiten a los diez años, para comprobar su viabilidad. Cada especie necesita su tiempo, sus horas de luz y calor. Hay semillas corrientes, semillas complicadas, y un selecto grupo extremadamente caprichoso que sólo nace a plena oscuridad o después de sentir dos inviernos, por ejemplo. Pero también hay trucos. Se sabe que las más pequeñas requieren más luz. Es un mecanismo de supervivencia: su tamaño indica que poseen menos energía almacenada. Suelen crecer próximas a la superficie, para que el brote encuentre el exterior enseguida. Para las semillas del desierto, lo importante es la oscuridad: de esa forma se aseguran permanecer enterradas cerca del agua. Las hay que nunca crecerían a la sombra, para cerciorarse de que no nacen rodeadas de competidores. Puro instinto. Siglos de evolución.

El doctor Probert y su gente funcionan como detectives. Ensayo y error hasta que descubren la llave que abre la puerta del letargo. Un brote verde en las placas petri indica el camino. Tienen cientos en el interior de las incubadoras. Replican condiciones ambientales: agua, nutrientes, un termostato regulable y un número de horas de luz. El principio de la vida. Hasta el momento han confirmado la germinación del 40% de las especies guardadas. La información es de un valor incalculable, y se hace pública. Por muchas semillas que uno tenga, no sería posible reproducir una especie a menos que se posea también la llave. Unas 420 colecciones del banco ya han sido empleadas para la propagación de variedades amenazadas. En un vivero contiguo al edificio principal crece estos días una veintena de leucadendron. Ejemplares nacidos de semillas almacenadas. Sólo quedan dos poblaciones de esta especie en Suráfrica. Los propágulos serán devueltos al hábitat del que surgieron. "La tecnología es tan sencilla que sería absurdo no tomarse la molestia de conservarlas. No sabemos qué nos podrá ofrecer cada especie en el futuro", dice Robin Probert.

Las plantas son como libros. De algunas hemos leído la edición entera, o al menos varios pasajes. De la mayoría no conocemos ni siquiera el alfabeto en que fueron escritas. A la Ramosmania rodriguesii la llamaban "el muerto viviente", porque era la última de su especie. Permanecía siempre en flor, como si emitiera un grito de vida, un último suspiro: no daba semillas. Podía ser multiplicada mediante esquejes. Pero se obtenía un clon, incapaz de fructificar, como el original. Carlos Magdalena, uno de los pocos españoles empleados en los jardines de Kew, y que suele trabajar en consonancia con sus compañeros del Banco del Milenio, se obsesionó con ella nada más entrar como voluntario. La planta que tenía en su vivero venía a su vez de un esqueje del último ejemplar conocido de esta especie endémica de Isla Rodríguez (Mauricio). Había nacido para enfrentarse a miles de tortugas, pero no estaba lista para miles de cerdos y ovejas.

Magdalena probó de todo con ella. Cortó un estigma, polinizó el estilo. Forzó a un macho a ser hembra. Y al poco le apareció un saco rojizo plagado de semillas. El ovetense rompió la maldición, sin saber muy bien cómo. Releyó sus pasos y notó dos cosas: aquel verano había sido uno de los más calurosos de Inglaterra, y uno de los paneles que cubrían el vivero había fallado. Más calor y más sombra. Obtuvo otro saco rojizo, y otro. La planta comenzó a soltar toda la diversidad genética que contenía. Nacieron hembras y frutos en progresión exponencial. Hasta hoy. "Mañana marcho a Mauricio", contaba el español hace un par de semanas. Estos días se encuentra en mitad del Índico, donde es una leyenda. El salvador de la Ramosmania ha viajado con una veintena de propágulos y una maleta llena de simiente. "Una de las primeras partidas la enviamos al Banco del Milenio. Ellos guardan la copia de seguridad". Sonríe el horticultor en su vivero y dice: "Las plantas son como libros. Pero muchos los estamos perdiendo sin haberlos leído".

Guardarlas en un banco quizá no sea la mejor solución. Pero habrá semillas en el futuro y podrán ser germinadas. Roger Smith contaba que él solía ver aquel lugar como un cinturón de seguridad: una solución barata y no demasiado molesta que podría salvarnos la vida. Pero ha cambiado de opinión. Su Arca, cree ahora, se parece más a una paleta con pigmentos: serán otros quienes tomen de allí lo necesario y lo conviertan en una obra de arte. "Estamos legando algo al ingenio humano", dijo. Sonó algo oscuro y añadió que de aquí a 40 años estaremos obligados a que la modificación genética de las especies sea aceptada socialmente, la única solución al crecimiento de población y la sequía. "Al final, la única pregunta que realmente importa es si habrá agua y comida para mis hijos". Si llegara el momento, en Sussex, el ser humano encontraría aún intacto todo lo que podría necesitar. Bajo tierra. Seco. A -20º C. P