domingo, 31 de agosto de 2014

La noche que dio luz al mito JFK...


La noche que dio luz al mito JFK

La elección del presidente Kennedy hace 50 años marcó a toda una generación

En la madrugada del 8 de noviembre de 1960, mientras Kennedy seguía con inquietud el escrutinio electoral en la finca familiar de Hyannis Port, un ataque de cansancio, dolor y ansiedad -a consecuencia de una larga campaña y de los numerosos fármacos para paliar sus dolencias óseas crónicas-, le obligó a irse a la cama a las 3.33 horas de la madrugada. En ese momento, el recuento no podía estar más reñido: Pensilvania, Misuri, Illinois, Minnesota y California estaban en una disputa cerrada entre ambos candidatos. Finalmente, Kennedy ganó a Nixon en todos estos Estados exceptuando California, y la diferencia en todo el país fue tan solo de 112.000 votos. Aquella noche de hace cincuenta años, JFK se acostó como candidato a la baja en las previsiones de voto y a las 8.45 de la mañana, cuando lo despertó su inseparable hermano Bobby, se levantó como presidente.

Fue un ajustado triunfo electoral que propició el nacimiento de un mito: el presidente más amado por el pueblo americano -como recuerda Obama en sus discursos-, el que más ha influido en su proceso político; con toda probabilidad, uno de los mayores emblemas de la modernidad en ese país. Los mil días que duró su presidencia fueron suficientes para marcar profundamente la memoria colectiva de un pueblo y de toda una generación mundial que encontró en Kennedy lo que ardientemente necesitaba encontrar: un cambio del sistema de valores tradicionales, una nueva forma de ver y entender la vida.

Haber nacido diez años después de Lyndon B. Johnson, o casi veinte años después de Adlai Stevenson, dos de los líderes significativos del Partido Demócrata, colocaba las raíces de Kennedy en una América más sencilla, más lejana de la vieja escuela de los líderes norteamericanos clásicos. Una vieja escuela de la que se tuvo que valer para poder acceder a la presidencia, pero en la que provocaba un cierto temor porque rompía el clásico perfil de los políticos que habían sido presidentes o vicepresidentes en ese país: de origen irlandés, católico, natural de Nueva Inglaterra, hombre de Harvard, con gran formación histórica, con firmes convicciones respecto a los principios de libertad y los derechos civiles, y también miembro de uno de los clanes económicamente más poderosos de Estados Unidos, pero, por su afán individualista, distante de los principios políticos e ideológicos que representaba su padre.

Kennedy como candidato era, por tanto, difícil de encuadrar en las generalizaciones sociológicas que se suelen realizar del electorado norteamericano. Era un político que estaba fuera de la normalidad, en su origen, en su formación, en su renovado idealismo, distante de otros presidentes como Wilson o Roosevelt, y que también expresaba la desconfianza de la generación de la posguerra por la vieja forma de hacer política: las promesas de grandeza de siempre, la pomposidad en los gestos, la retórica hueca, las palabras encendidas que solo expresaban demagogia, los movimientos de brazos y el signo de victoria, los besos a los niños.

Es evidente que cualquier político que quiera llegar a presidente -y Kennedy lo deseaba- tenía que entrar en unas reglas de juego que suponían aceptar este fingimiento, pero también es cierto que Kennedy tenía clara una serie de cosas que nunca haría en la fase de comercialización en la que entra una persona en su camino a la presidencia de Estados Unidos. Su famoso dibujo dedicado a sus colaboradores en plena campaña, de un hombre agitando los brazos y haciendo la señal de victoria con una frase debajo que decía: "Siempre juré que una cosa que no haría nunca es...", no era fruto de una pose sino de un claro convencimiento de lo que no podía hacer. En ningún caso traicionó ese sentimiento: nunca empezó ninguna frase con un Jackie y yo, nunca gesticulaba con los brazos ni adoptaba poses agresivas, no le gustaba estrechar las manos y detestaba besar a los niños que, en su opinión, tenían cosas más importantes que hacer que besar a políticos presidenciables.

Esta aparente frialdad, que tanto le recriminaban sus asesores y utilizaban sus rivales políticos, se rompía cuando con la apariencia exterior de serenidad y calma expresaba con seguridad sus argumentos, en lo novedoso de su desarrollo, en la capacidad de improvisación, y cuando la emoción contenida se reflejaba en sus ojos y en el ahogo de sus palabras en los momentos cumbres de sus discursos. Fueron estas cualidades de frescura, espontaneidad y sinceridad las que vencieron a un sombrío Nixon, de apretada mandíbula, con antiguo discurso y viejas soluciones, en el debate televisado pocos días antes de las elecciones.

Todas estas cualidades reflejaban una atractiva personalidad y, sobre todo, a un político de nueva hechura y factura, una persona que en su inicial ingenuidad prometía la liberación del idealismo americano, existente muy en el fondo del carácter nacional, pero aprisionado por la astucia y el cálculo de la sociedad americana de los años cincuenta. Ofrecía a los jóvenes la posibilidad de convertirse en algo más que satisfechos accionistas de una nación satisfecha, la necesidad de corresponsabilizarse en el destino de la nación rompiendo la pasividad e incorporándose a las labores colectivas del día a día, en el trabajo, en la universidad, en el barrio, en su ciudad. La responsabilidad colectiva de un pueblo en la solución de los numerosos problemas que acuciaban a una parte importante de la sociedad americana: los problemas económicos, laborales, de formación y asistencia a los desfavorecidos, de lucha por la igualdad y por la defensa de los derechos civiles. Unas promesas que se plasmaran no solo por la voluntad de un presidente y de un Gobierno, sino principalmente por el esfuerzo y sacrificio de toda la nación.

Este era el sugerente mensaje con nuevas formas que ofrecía Kennedy a los ciudadanos estadounidenses, y estos no dudaron en aceptarlo aquella noche de un frío invierno de hace 50 años. El voto popular, uno de los más amplios jamás emitidos, daba la presidencia a la renovación y a la inocente ingenuidad. Una ingenuidad que, en gran parte, se perdió en los primeros días de su gestión presidencial y sobre todo en sus principales decisiones en la política exterior. Un idealismo que tuvo reflejo en determinadas medidas internas para establecer la Nueva Frontera deseada por Kennedy y que suponían una modernización de la sociedad americana, pero también un idealismo que dejó paso al oscuro pragmatismo tradicional, traicionando el espíritu y el fondo de su propio mensaje, cuando tuvo que enfrentarse con episodios de la guerra fría como la consolidación del triunfo de la revolución cubana, Bahía de Cochinos o la Crisis de los Misiles. La difícil solución entre un idealismo convencido y el pragmatismo de la política de gobierno del día a día. Un Kennedy como figura histórica contradictoria.

Aun con todas las incongruencias, que fueron muchas, la figura de Kennedy y su trágico asesinato supusieron para Estados Unidos no solo el principio y fin de una época, sino también el nacimiento de un mito. Un mito que, a pesar de sus grandes debilidades humanas y de poseer, como todos ellos, las manos de oro y los pies de barro, trasciende esos años y le coloca en un lugar destacado de la historia reciente de Estados Unidos. Como señala Ted Sorensen, su persona de mayor confianza, una época hace 50 años en la que un pueblo había perdido la ilusión, y un hombre la encontró.

Gustavo Palomares es profesor de la Escuela Diplomática de España, presidente del Instituto de Altos Estudios Europeos (IAEE) y catedrático en la UNED.

sábado, 30 de agosto de 2014

viernes, 29 de agosto de 2014

La felicidad es...

La felicidad es básicamente la ausencia de miedo, como la belleza es la ausencia de dolor 
 - Eduard Punset - El alma está en el cerebro.

jueves, 28 de agosto de 2014

Al acecho del escurridizo Banksy...


Al acecho del escurridizo Banksy

Lo único palpable de Banksy es que su obra, si no ha sido destruida por los servicios de limpieza, como ocurrió en San Sebastián hace un par de semanas, puede ser admirada en las paredes y lugares públicos de medio mundo. Le seguimos de Londres a Australia

Su verdadera identidad es un misterio. Todo lo que sabemos de Banksy son conjeturas enmarcadas entre la realidad y la leyenda. Se ha dicho de este artista urbano que es blanco y mulato, calvo y rastafari, enano y de complexión media, uno y colectivo... omnipresente sin presencia. Una vez se creyó haberle fotografiado en Nueva York mientras hacía una de sus incursiones nocturnas en un museo para dejar su huella, pero ¿era realmente él?


Inicios en Bristol

Los primeros grafitis de Banksy empezaron a aparecer en la ciudad inglesa de Bristol en el año 93, quizás porque fuese su lugar de nacimiento o simplemente porque así lo decidió él y fue la ciudad portuaria la que decidió apropiarse por ello de su origen. No habiendo cumplido los veinte años, con su formación como carnicero terminada, necesitaba expresar su visión de la sociedad de la única forma que sabía hacer: con un spray en la mano y ganas de revolución, de llamar la atención y provocar, a veces con humor y muchas otras con transgresiones de lo políticamente correcto. Viendo su obra se ve al autor, sea quien sea. De las numerosas muestras de arte callejero que ha dejado en Bristol y que aún persisten nos quedamos con 'Desnudo', esta obra estuvo a punto de ser borrada, al final se consiguió salvarla y es que la representación de un hombre desnudo colgado de la ventana de su amante en la pared del edificio de una clínica sexual en Park Street no fue del gusto de todos los paseantes ni de las autoridades.


La huella cambiante en Londres

Sin cruzar el Canal de la Mancha, en Londres, podemos encontrar la huella de Banksy en muchos de sus barrios. Hay que tener la suerte de verlos cuando se visita la ciudad, al día siguiente pueden haber desaparecido. El mural de Old Street Tube Station ha cambiado en los últimos años varias veces, en un principio Banksy rindió un homenaje a Pulp Fiction con Travolta y Jackson embutidos en una piel de plátano (en el original que había sido borrado por el Ayuntamiento lo que hacían los personajes era empuñar la fruta en lugar de la pistola), pero poco después el grafitero Ozone decidió cubrir a Vincent y Jules con una pintada con su nombre y una crítica. Esta historia no terminó ahí, el joven Ozone falleció en un trágico accidente y, en honor a él, Banksy pintó lo que hoy se puede observar: un angelote con un chaleco antibalas. En su web reconoció que era una pena haber perdido a un gran crítico de arte.


Banksy 'Dandee'

Desde sus inicios Banksy utilizó plantillas para sus obras, pero no fue hasta principios del siglo XXI cuando empezó a hacerlas mucho más elaboradas. Antes de que su fama llegase a cada esquina del mapamundi, en 2003, el artista pasó una temporada en Australia, donde la tradición de arte callejero de este país le acogió con los brazos abiertos. En Melbourne dejó numerosas muestras de su paso, aún se pueden contemplar en los espacios libres para desarrollar esta modalidad artística. No todas. En primavera de 2010 el servicio de limpieza del ayuntamiento cometió el gran error de 'limpiar' una de sus obras, la de una simpática rata que saluda mientras bajaba en paracaídas. Una pena ya que esta obra era la única que quedaba de su primera época en tierra de marsupiales. La protesta de los grafiteros de la ciudad australiana no se hizo esperar, inundaron de ratas de colores en paracaídas las paredes de Hosier Lane, donde se había borrado al roedor original. Ningún flautista de Hamelin del ayuntamiento ha podido lustrar los muros ante esta invasión.


De la calle a las galerías pasando por Gaza

La fama llamó a la puerta con su primera exposición, fue en Londres en 2003, aquí dejó a todos los críticos de la escena artística impresionados con su particular visión del lienzo de Monet 'Nenúfares'. Este año también llegó a todo el mundo con la portada del álbum 'Think Tank' del grupo de pop británico 'Blur'. Otra de sus muestras más imponentes fue en Los Ángeles, en la exposición "Barely Legal" donde presentó, entre otros, el espacio "Un elefante en una habitación", aquí Tai, un elefante auténtico de 38 años pintado como un tapiz, ejercía de símbolo de la pobreza.

Desde entonces su trabajo salta de las calles de medio mundo (Boston, Nueva York, Viena, París, Israel, Los Ángeles, Barcelona... )a las galerías de arte. Banksy pinta sobre lienzos y los vende muy bien. La famosa casa de subastas Sotherby's se encarga de poner sus obras en manos de particulares, a muy buen precio, y las celebrities de Hollywood ansían tener un Banksy en las paredes de ladrillo visto de su salón. Su faceta más comercial no ha repercutido en seguir dejando su impronta donde cree que es necesario. Unos de los murales que más ampollas levantaron, en su línea de compromiso político, fueron los que realizó en el muro que separa Palestina de Israel. El denominador común de estas pinturas suele ser un cielo muy azul que rompe con el gris de la fortificación.

Uno de sus múltiples actos contestatarios ha pasado por Springfield. Su satírica crítica de la sociedad ha llegado a 'Los Simpsons'. En la presentación inicial del capítulo 'Money Bart' de la temporada 22, Banksy muestra un tétrico escenario donde empleados surcoreanos trabajan en una fábrica de productos de merchandising de los Simpsons, un unicornio moribundo y un oso panda completan la escena. La emisión de este capítulo se retrasó, aunque finalmente decidió emitirse.


¿En tierras españolas?

Las interrogantes acompañan a Banksy en todas y cada una de sus famosas 'pintadas'. No se sabe a ciencia cierta si son suyas, aunque en nuestras fronteras sí que se ha llegado a defender su autoría en más de una sobre todo en Barcelona. La más reciente fue el pasado mes de septiembre cuando justo un día después de presentarse su documental 'Exit through the gift shop' en el festival de Cine de San Sebastián aparecía en la calle Gaztelubide, de dicha ciudad, una pintura que no tardó en atribuírsele. Por si acaso el Ayuntamiento decidió no borrarla, lo que no se hizo esperar, fuese o no un original del escurridizo artista, es haberse llenado ese grafiti de pintadas poco estéticas. Al fin y al cabo también se trataba de arte ¿no? Al ver esto, el Ayuntamiento dio marcha atrás y hace un par de semanas limpió la pared. Ahora sólo puede intuirse de la obra un translúcido marco que ya no es incomparable.

martes, 26 de agosto de 2014

lunes, 25 de agosto de 2014

La Dislexia de grandes autores...


La Dislexia de grandes autores

La dislexia de grandes autores, en las últimas décadas, el estudio del orígen y el cómo mejorar las condiciones de aprendizaje de los niños que padecen dislexia, ha dado un gran avance, lo que resulta en la adaptación de quienes han sido diagnosticados con este problema cuyo origen aunque se conocen muchos que podrían serlo, no son definitivos. La dislexia es una dificultad de la lectura que impide su perfecta comprensión, es para los expertos en el tema, una discrepancia entre el potencial de aprendizaje y el nivel de rendimiento, de quien no tiene problemas motores, sensoriales o educativos.

Durante mucho tiempo los niños que padecían tal problema, fueron considerados inadaptados al medio escolar e insuficientes intelectualmente para aprender, un diagnóstico totalmente errado que se ha corregido en estos últimos años. Y aún así nunca está de más admirar las mentes brillantes que hubieron de enfrentarse mucho tiempo atrás, a diagnósticos sombríos como retardo mental, aprendizaje lento, discapacidad de lectura y tantos otros y que con el tiempo sortearon en alguna medida el problema y con sus libros se convierten también en una inspiración para los que sufren de dislexia hoy en día, que deben hacer más esfuerzo que el resto para superar esta condición, pero sobretodo para los que se ven la vida como algo tedioso, y no están dispuestos a hacer un esfuerzo más.

Hans Christian Andersen, en una época en que no se conocía el problema en sí y viviendo en la pobreza lo que abría evita su tratamiento, se superó al punto de convertirse en el creador de historias infantiles que es hoy el más grande en literatura infantil. Así como otros autores de fama internacional, que superaron la dislexia para convertirse en eso mismo, referentes literarios: John Irving y la gran dama de la literatura de suspenso: Agatha Christie.

sábado, 23 de agosto de 2014

viernes, 22 de agosto de 2014

La defenestración del director de 'Abc'...


La defenestración del director de 'Abc'

Crónica de la caída de un periodista promovida por parte de la derecha política y mediática. José Antonio Zarzalejos lo cuenta en un libro que entra también en los errores en la conducción de la radio episcopal o la vinculación de prensa y política. Anticipamos un extracto

Mi destitución la conocía previamente, con todo lujo de detalles, Esperanza Aguirre, que había acumulado contra mí un arsenal de agravios. Isabel Gallego, responsable de la relación con los medios de comunicación de la Comunidad de Madrid, llamó a la redacción de Abc para comunicar a uno de sus responsables -el jefe de área, que cruzó conmigo una mirada de advertencia que no supe interpretar- mi inmediato cese y el nombramiento de Ángel Expósito. La llamada telefónica de Gallego -redactora en excedencia de Abc, que trabajó a mis órdenes un tiempo- se produjo a las 16.40, esto es, 25 minutos antes de que yo mismo conociera mi expulsión. La colaboradora de Aguirre y, especialmente, del vicepresidente autonómico, Ignacio González, además de congratularse por el episodio mostraba un conocimiento exacto de cómo transcurrirían los hechos. Porque mi destitución formaba parte de un pacto con la presidenta de la comunidad autónoma.

Mi distanciamiento de Esperanza Aguirre tuvo que ver con mi cercanía a Alberto Ruiz-Gallardón -que a ella le resultaba insoportable-, con mi repelencia hacia los comportamientos de algunos de sus más estrechos colaboradores, con mi negativa rotunda a entrar en la coral que admiraba las políticas rotundas y tantas veces toscas y desafiantes de la presidenta de la Comunidad de Madrid y con su complicidad con Federico Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez. Ella pretendía -así lo confesó- que su magnífica e interesada relación con aquéllos fuera compatible con otra similar con Abc. Y si no lo logró por las buenas, tampoco lo consiguió por las malas, aunque yo hice todos los intentos para mantener una relación cordial con ella. Aguirre, además, nunca entendió que la relación de Ruiz-Gallardón con Abc tenía raíces muy profundas. Venía de la estrecha amistad entre su padre, José María Ruiz-Gallardón -gran abogado y mejor articulista y editorialista del periódico- y Guillermo Luca de Tena. Ambos fueron compañeros de fatigas, de éxitos y de fracasos. El alcalde de Madrid se dirige al presidente de honor de Abc llamándole "tío Guillermo" y para él, Catalina (Luca de Tena) y Soledad (Luca de Tena) son referencias de una infancia y una juventud comunes.

Esperanza Aguirre sabía, en cambio -y lo sabían José Manuel Vargas, Diego del Alcázar y Emilio Ybarra , aunque éste deseaba mi destitución por motivos diferentes-, que en ningún caso Abc, bajo mi dirección, favorecería su liderazgo en el PP si Mariano Rajoy fracasaba, como así sucedió, en las elecciones generales de marzo de 2008; y tenía información de que había puesto en marcha una investigación bien encaminada -como se ha podido comprobar luego con el llamado caso Correa- que comenzaba a dar frutos y que afectaba a su entorno. La presidenta, además, había perdido los nervios en conversaciones que le retrataban poco amablemente y cuyo pormenor prefiero evitar porque resulta excesivamente pedestre. Ella recordará las cartas que cruzamos en mayo de 2007, inmediatamente después de las elecciones municipales.

El carácter interventor e impositivo de Aguirre había ido a más en los últimos años. Resultaban excesivas su locuacidad desinhibida -que fue capaz de trasladar a un libro, La Presidenta-, su desmedida ambición política y su suficiencia al perseguir sus objetivos de dominación de los medios de comunicación. Aguirre no se paraba en barras -el episodio del 11 de octubre de 2007 con el Rey a propósito de Federico Jiménez Losantos la define- y comenzó a exigir mi destitución meses antes de que se produjera. Lo hacía, incluso, a través de los para ella imprescindibles mensajes telefónicos, con expresiones a veces impropias. Lo cierto es que a la presidenta se le abrieron los cielos cuando el 15 de enero (de 2008) Mariano Rajoy se negó a incorporar a Alberto Ruiz-Gallardón a la lista electoral al Congreso de los Diputados por la circunscripción de Madrid. Esa misma noche fui consciente de que mi fragilidad en la dirección de Abc era mayor que apenas unas horas antes. El apoyo que Abc y yo prestamos al alcalde de Madrid -el único solidario con el periódico y con mi persona- no respondía a arbitrariedades o subjetivismos, sino a la convicción de que Ruiz-Gallardón era y es un político con capacidad, en combinación con otros, Mariano Rajoy entre ellos, de coadyuvar decisivamente a una victoria electoral sobre el PSOE. Aguirre tiene muchos méritos contraídos, pero su perfil, su discurso y su posicionamiento, le guste o no, la recluyen en las lindes -muy grandes pero no nacionales- de la Comunidad de Madrid.

Vargas y Aguirre se habían librado de mí del modo expeditivo que pretendían, justo a un mes de las elecciones generales en las que -de fracasar Rajoy, como sucedió- la presidenta daría la batalla por el liderazgo. Necesitaba que en el frente mediático que le acompañase en el asalto al poder en Génova no faltase el diario Abc, con El Mundo y la Cope, ambos entusiasmados con la sola idea de ver despeñarse a Rajoy y, de paso, a Alberto Ruiz-Gallardón. De nuevo el centenario periódico era imprescindible en una gran operación política de la derecha -en este caso, la más dura en el seno del PP-. Aunque la maniobra le salió mal a Aguirre, a punto estuvo de prosperar, pero bajo el liderazgo mediático de El Mundo y la Cope, porque tampoco desde el nuevo Abc se demostraron demasiadas agallas en la defensa de la que con tanta generosidad promocional trató al diario nada más salir el que esto escribe de su dirección.

Ahí calculó mal la lideresa, que luego ha concatenado un rosario de errores. Desde el Congreso de Valencia hasta el caso Gürtel, pasando por nuevos desafíos al presidente del PP y a su ejecutiva nacional, como, por ejemplo, el que le llevó a la derrota de su candidato para la presidencia de Caja Madrid, el todopoderoso Ignacio González, o, en fin, el cuestionamiento de su consejero de Interior y Justicia, (Francisco Granados) preocupado, al parecer en exceso, por contravigilar a compañeros de partido, errores de los que se le deduce un mal pronóstico, más aún cuando ya no suena ni tan fuerte ni tan alta la voz de Federico Jiménez Losantos y El Mundo de Pedro J. Ramírez ha de atender a las exigencias de una crisis que no permite ya las licencias editoriales de otras épocas.

No sé cuándo Esperanza Aguirre desarrolló esas potencialidades políticas un tanto depredadoras, pero sí alcancé a percibir que fue una vez antes del llamado tamayazo de la primavera de 2003 -cuando dos tránsfugas socialistas, Tamayo y Sáez, arrebataron a Rafael Simancas la presidencia de la Comunidad-, y otra después de ese episodio, todavía sin esclarecer. Fue entonces cuando también destapó una especie de fobia insuperable hacia Ruiz-Gallardón, al que lancea verbalmente sin recato, amparándose en que "yo soy muy espontánea, muy sincera". A mí me pareció que su deriva desdibujaba sus verdaderas virtudes y aptitudes, y juzgué su forma implacable de tratar a las personas -antes amigas o siempre enemigas- como una muestra de una cierta inferioridad intelectual que ella ha suplido con un entorno inmediato que cuida con especial esmero esa endeblez que tantos disgustos le procuró cuando fue ministra de Cultura en el primer Gobierno de Aznar.

Pero el plan de Vargas no se agotaba en mi destitución y en el nombramiento de Ángel Expósito. Su audacia le permitía llegar más lejos. Y fue tan lejos como pudo. Durante finales del mes de enero y en los primeros días de febrero no sólo urdió mi destitución, sino que también ideó un procedimiento muy poco ortodoxo para infligir a La Razón lo que él pensó podía ser un golpe definitivo a su viabilidad. Concertado con el director del rotativo de Planeta, José Alejandro Vara, éste, con dos subdirectores, Pablo Planas y José Antonio Navas, y un columnista de los que Guillermo Luca de Tena me pidió que nunca regresasen a Abc, Tomás Cuesta, Vargas anunció en una cena con la plana mayor del periódico, el domingo posterior al miércoles de mi destitución, el 10 de febrero de 2008, celebrada en Casa Gerardo, en la madrileña calle de don Ramón de la Cruz, que al día siguiente, lunes, aterrizarían en Abc todos ellos con mando en plaza. Asistían al extraño ágape en la noche dominical el director general de Abc, José Luis Romero, el director adjunto del periódico, Eduardo San Martín, los subdirectores Alberto Pérez Jiménez, Alberto Aguirre de Cárcer, José Miguel Santiago Castelo y Fernando Rodríguez Lafuente, y el adjunto al director, Ramón Pérez Maura, todos ellos nombrados durante mis dos mandatos en Abc, con la excepción de Santiago Castelo.

José Alejandro Vara asumiría la dirección general de Medios Nacionales -esa a la que yo no estaba dispuesto a reportar-; Planas se haría cargo de la subdirección del área política, y José Antonio Navas -que llegaría a desempeñar las funciones de director adjunto- se encargaría, también como subdirector, del área económica. Los tres habían trabajado conmigo en puestos de responsabilidad y tanto a Planas como a Navas los promocioné, al primero como jefe de área de España y al segundo como adjunto al director. Tomás Cuesta escribiría tres veces a la semana en el mejor espacio de las páginas de Opinión de Abc.

La reacción de los que hasta hacía sólo unos días habían sido mis colaboradores fue de estupor. Más aún cuando José Manuel Vargas les anunció que para "celebrar" el golpe a La Razón, los "fichajes" aparecerían en el restaurante para brindar juntos por el futuro prometedor que el nuevo consejero delegado les diseñaba sobre el mantel de Casa Gerardo. El reencuentro -los cuatro volvían cual hijos pródigos a la casa paterna- provocó escenas dignas de un relato del género de la astracanada. Hubo quien elogió, con poca sutileza, la visión estratégica de Vargas, comparando su operación con las que ejecutaban Los Soprano, y algún otro se encontró en aparente cordial cara a cara con quien desde las páginas de La Razón le había zaherido gravemente; pero la perplejidad pudo más que la impostura. De madrugada, uno de los asistentes me relató los hechos sin dar crédito a la cena que acababa de concluir con el anuncio del inminente desembarco en Abc de algunos de los que bien recientemente se habían comportado como sus más fieros enemigos.

Sin embargo, la maniobra no pudo ser todo lo contundente que José Manuel Vargas deseó. Porque la requisa de recursos humanos en La Razón se pensó con aún más ambición. Vara trató -y con él, aunque más discretamente, los otros dos subdirectores- de que en el viaje de vuelta a Abc les acompañasen al menos una decena de redactores, que se negaron a traicionar a Mauricio Casals, presidente de La Razón, que se enteró del atropello el lunes en el aeropuerto de Barcelona, cuando se disponía a tomar un vuelo a Madrid. La segunda llamada que recibió el presidente de La Razón fue la de Emilio Ybarra, con el que le unía una buena amistad. El copropietario de Vocento aducía no saber nada de nada de la fuga del director de La Razón a Abc.

Esa misma mañana, un burofax de los cuatro tránsfugas dirigido a La Razón daba cuenta de la mudanza sin despedida. En el periódico de Planeta se descorcharon botellas de cava en un nada sentido adiós a José Alejandro Vara y en un reconfortado recibimiento a Francisco Marhuenda, nuevo director del rotativo. La realidad era que Vara estaba al borde del cese y Casals lo preparaba a corto plazo adosándole a Marhuenda, subdirector de La Razón, con sede en Barcelona y que de forma inminente se iba a trasladar a Madrid para ser director adjunto del diario. Antes de que le despidiesen, el actual director editorial de Medios Nacionales de Vocento se puso en manos de José Manuel Vargas, llegando todos los implicados en mi destitución a la conclusión de que era de interés común precipitarla como, además, pedía insistentemente Esperanza Aguirre. Y así se hizo.

(...) Vara aún no ha accedido a la dirección de Abc. Ángel Expósito sigue sometido, después de encajar un expediente de regulación de empleo (ERE) que mermó la plantilla en casi un 50%, a nuevos recortes en una redacción ya diezmada; Pablo Planas se trasladó a Barcelona a los pocos meses como delegado allí del periódico; José Antonio Navas, primero subdirector y luego director adjunto, ha dejado la redacción de Abc y ocupa el cargo de adjunto al director general del diario, y Tomás Cuesta escribe en las páginas de Opinión, salvo cuando le alcanza el cierre sin haber redactado su texto. (...) El tiempo dirá qué depara esta sísmica en Abc, que ha introducido al periódico en una dinámica ajena a su trayectoria histórica, bajo un control que ya no está vinculado a la familia Luca de Tena ni, mucho menos, al de las otras familias propietarias.

La destitución. Historia de un periodismo imposible, de José Antonio Zarzalejos. Editorial Península. Fecha de publicación: 6 de mayo. Precio: 19,90 euros.

miércoles, 20 de agosto de 2014

martes, 19 de agosto de 2014

Jackson, canciones desde el más allá...


Jackson, canciones desde el más allá

'MICHAEL' es el disco póstumo del artista - Los herederos avanzaron ayer en la Red un tema autobiográfico - El cantante ha generado más de 64 millones tras su muerte

Al conocerse la muerte de Elvis Presley, alguien supo ver más allá de la tragedia: "Esto es bueno para su carrera". La frase se ha atribuido a John Lennon y otros cínicos ilustres, pero fue la reacción a quemarropa de un humorista, Michael O'Donoghue, guionista principal de Saturday night live y, por cierto, gran fan de Elvis. El pronóstico ha resultado altamente visionario. Igual que ocurría con Elvis, Michael Jackson hace caja desde el más allá. Los herederos publicaron ayer en la web oficial del artista (www.michaeljackson.com ) la canción Breaking news . Es el adelanto de un disco (MICHAEL) de temas inéditos que Sony, su discográfica, publicará convenientemente antes de Navidad. No se conocen muchos detalles sobre su génesis, aparte del dato de que se registró en Nueva Jersey hace tres años. Algunos miembros del clan Jackson han expresado sus dudas sobre la grabación, negando incluso la participación de Michael. Por su parte, will i. am, cabecilla de Black Eyed Peas, ha entrado en la refriega, insistiendo que "no es respetuoso" publicar algo que el artista no ha aprobado, un argumento que aplaudirían escritores como Kafka.

Jackson era una pesadilla económica en vida. Gastaba más de lo que ingresaba, se había malacostumbrado a tratar las facturas con displicencia, realizaba acrobacias financieras para evitar la bancarrota y las demandas. Hasta cabría afirmar que su deceso fue el resultado de la inmensa presión que sentía ante la inminencia de un bestial compromiso, esos 50 conciertos en Londres que, supuestamente, le alejarían de la ruina y demostrarían que todavía era relevante.

La brusca muerte de Jackson, el 25 de junio de 2009, fue seguida por un huracán de disparates, protagonizados por bastantes miembros de su disfuncional familia. Y tampoco la industria estuvo muy fina. Hubo un patinazo sonrojante, cuando se estrenó una supuesta canción inédita, This is it, que resultó que ya se había publicado -había sido grabada en 1991, bajo el título de I never heard, por la cantante puertorriqueña Sa-Fire- y que en realidad era una composición hecha a medias con el indestructible Paul Anka.

Sin embargo, pronto quedó claro que los gestores de la herencia del difunto sabían lo que hacían. Increíblemente, cuatro meses después del fallecimiento se estrenaba This is it, un documental sobre los ensayos previos a la temporada de Londres. Se trataba de una reveladora mirada sobre la mecánica interna de un megaespectáculo y la rama cinematográfica de Sony pagó 60 millones de dólares (42,66 millones de euros), a repartir entre promotores y familia.

En ese momento, ya se sabía que la muerte había redimido a Michael Jackson. El artista que había caído en picado, por un empacho de extravagancias y deplorables problemas legales, volvía a vender. En situaciones de trauma colectivo, comprar una recopilación viene a ser una manera de honrar al desaparecido y oficializar el dolor. Informa la revista Forbes que se han despachado desde entonces unos 11 millones de álbumes (otras fuentes multiplican por tres esa cifra). En Estados Unidos, la antología Number ones fue el disco más vendido durante 2009. Y estamos hablando de alguien cuya reputación estaba tan hundida que ni tenía contrato discográfico.

Ahora sí que lo tiene, y notablemente generoso: Sony Music pagará 250 millones de dólares (177 millones de euros) por 10 nuevas referencias, con material inédito y piezas ya publicadas. Tiene su lógica, y no veamos allí nada perverso: resulta infinitamente más cómodo manejar a un artista extinto que a una superestrella en activo. Las fenomenales ventas póstumas de los Beatles y Elvis lo confirman: se trata de explotar juiciosamente el catálogo y generar producto fresco.

En el caso de Michael, existe un mínimo de 50 canciones que fueron desechadas y que ahora se pueden recuperar. Conviene recordar que, tras romper con Quincy Jones, el cantante buscó desesperadamente la varita mágica de numerosos productores de moda. Gastó decenas de millones de dólares en encargos y colaboraciones: discos como Invencible nunca fueron rentabilizados pero los descartes pueden ser ahora la base de lanzamientos como MICHAEL, que llega a las tiendas el 10 de diciembre.

Según calcula Forbes, los legatarios de Michael Jackson ya han ingresado unos 90 millones de dólares (64 millones de euros). Hay que asumir que la explotación de la leyenda solo acaba de empezar. Se ha puesto en marcha una campaña de merchandising con todo tipo de objetos. También se ha montado una exposición de objetos relacionados con Jackson, que recalará en Londres (¡entradas a 25 libras (29 euros)!) y pretende viajar a otras capitales. Ya con fecha, se anuncia un videojuego y un montaje de Le Cirque du Soleil. En cartera, un largometraje que ampliará la historia de Thriller y mil proyectos más. Todo con la bendición de la madre, Katherine, que controla la fortuna, ante la irritación no disimulada del resto de la familia.

Por el contrario, la pieza más codiciada del patrimonio de Michael no se ha visto afectada por su óbito. Durante sus tiempos más aciagos estuvo a punto de perder su editorial musical, Sony/ATV, de la que poseía el 50%. Hizo lo posible por preservarlo: mientras se mantengan las actuales leyes de propiedad intelectual, se trata de una máquina de imprimir dinero, gracias al cancionero de los Beatles. En 1985, Jackson desembolsó 47 millones y medio de dólares (33,4 millones de euros) por la editorial, superando la oferta de Paul McCartney (y dañando su amistad). Hoy, Sony/ATV vale 20 veces esa cantidad.

Noticias frescas de 'Jacko'

- Michael Jackson murió el 25 de junio de 2009. El material sonoro y visual inédito que dejó pasó a ser su obra más ansiada.

- MICHAEL, álbum de temas inéditos, saldrá a la venta en diciembre de 2010, coincidiendo con la campaña de Navidad.

- La primera canción, Breaking news, de tintes autobiográficos se grabó en 2007. Se publicó ayer en la web del artista y permanecerá alojada para su escucha gratuita esta semana.

- La imagen de la portada de MICHAEL es obra del pintor Kadir Nelson. Repasa diferentes épocas de la vida del artista.

domingo, 17 de agosto de 2014

El mal (la ignorancia) es como una sombra - carece de materia, es simplemente falta de luz; no puedes hacer que una sombra desaparezca tratando de luchar contra ella, de pisotearla, de quejarte amargamente de ella, o utilizando cualquier otra forma de resistencia emocional o física. Para provocar que una sombra desaparezca, debes poner luz en ella. 
 - Shakti Gawain

sábado, 16 de agosto de 2014

Cuando pinché para un discapacitado auditivo...


Cuando pinché para un discapacitado auditivo

Recuerdo una historia, quizás de las más bonitas que me han pasado en la cabina de una discoteca, cuando pinché para un discapacitado auditivo. Supongo que alguno de vosotros no cree lo que digo, pero intentaré transmitir lo que pasó a la perfección.

En Wikipedia podemos leer:

La sordera es la dificultad o la imposibilidad de usar el sentido del oído debido a una pérdida de la capacidad auditiva parcial (hipoacusia) o total (cofosis), y unilateral o bilateral. Así pues, una persona sorda será incapaz o tendrá problemas para escuchar.

Pinchaba en una discoteca de Málaga, era un viernes y la discoteca empezaba a llenarse. Era las dos de la madrugada, y la gente empezaba a entrar en hordas. Desde la cabina divisé un grupo de personas que no se movían a ritmo de la música, al principio me pareció raro ya que la mayoría de la gente lo hacía.

Una persona de ese grupo, quizás la que más se “movía” con la música, subió a hablar conmigo y me comentó que venía con una escuela de lenguaje de signos. Le acompañaban compañeros y profesores de esa escuela. La mayoría eran alumnos y un par de personas eran profesores. La chica que subió me comentó si uno de sus profesores se podía poner mis cascos; quedé perplejo. Me pregunté: ¿para qué? Dicha pregunta estaba hecha desde el desconocimiento más profundo.

Trasladé mi pregunta a la chica, a lo que ella me respondió: las personas sordas no pueden oír, claro está, pero si pueden sentir la vibración. Pueden interpretar cada bit y comprender las ondas del sonido como nosotros; la diferencia es que nosotros las oímos y ellos las interpretan. Así de sencillo.

Encantado dejé mis cascos a aquel señor, se los puso y me indicó que le diera el máximo volumen para sentir la vibración en su cabeza. El tema que le puse era el que sonaba en el club; el señor empezó a moverse de manera tímida a ritmo de la música como si fuera uno más. Exactamente igual que el resto de la discoteca.

Aquel acto me pareció algo realmente bonito. Después de estar unos segundos bailando me preguntaron si se podían poner cerca de los altavoces de la discoteca para sentir las ondas de sonido chocar en sus cuerpos y sentir la vibración bajo sus pies; a lo que accedí encantado. Durante toda la sesión pinché exclusivamente para ellos; nadie me pidió un tema, ni un estilo, pero sus energías me hacían ver que era posible trasmitir sonido sin oírlo.

Fue una experiencia inolvidable. Sentir que personas sin la posibilidad de escuchar tu trabajo lo sienten es algo realmente maravilloso. Es un ejemplo más que muestra que el DJ no debe usar máquinas, debe trasmitir su energía y la debe compartir con los que desean entenderla. No existen idiomas, ni aduanas en el entendimiento de la música; este es un ejemplo de ello. Ah, el de la imagen soy yo, aquel día… que tiempos.

jueves, 14 de agosto de 2014

miércoles, 13 de agosto de 2014

Necesitamos Contacto...

Necesitamos Contacto

El bienestar también depende de las redes de relaciones que tejemos y de la capacidad para derrumbar los muros supuestamente defensivos que construimos a nuestro alrededor.

Una enfermera me contaba hace poco que durante la noche, cuando la oscuridad y la quietud reinan en el hospital, algunos pacientes demandan atención de manera repetida. Aducen diferentes tipos de malestar o necesidades que ella, como las demás enfermeras, procura resolver. Sin embargo, su experiencia le dice que detrás de esos síntomas se esconde más bien la necesidad de contacto. La soledad de la noche favorece que emerjan temores e inquietudes. Entonces, una caricia, una mirada atenta, coger la mano o acercarse a la cabecera de la cama a escuchar surten un efecto calmante inmediato.

Generalmente le damos poca importancia a estas “medicinas” gratuitas, pero establecer un contacto cercano y cálido con otra persona depara grandes beneficios tanto para la salud física como mental. Diversos estudios demuestran que la ternura y el tacto ayudan a disminuir el estrés, la ansiedad y el dolor. Bien conocido es el efecto analgésico que puede tener para un niño el beso de su madre. Desde el momento del nacimiento se busca instintivamente ese calor humano. Sin alimento, un bebé no podría sobrevivir, pero sin afecto tampoco. Ya de adultos, además de satisfacer unas necesidades fisiológicas básicas, existe una necesidad igualmente importante: sentir proximidad afectiva.

Es posible conectar con otra persona a través de la mirada, la palabra y la escucha, el tacto e incluso el gusto y el olfato. Los sentidos abren una puerta que favorece la comunicación. No obstante, a pesar de necesitarlo y desearlo tanto, el contacto profundo y genuino no abunda.

Bienestar compartido “Todos nacemos del amor. Es el principio de la existencia y su único fin” (Benjamin Disraeli)

Virginia Satir, pionera de la terapia familiar, repetía a menudo: “El contacto afectivo es a las relaciones como la respiración al mantenimiento de la vida”. Cualquier tipo de contacto supone un acto de comunicación. Esta capacidad de conectarse para enviar y recibir mensajes –con o sin palabras– da forma a nuestras relaciones.

Los neurólogos insisten en que los seres humanos, igual que las neuronas, necesitan estar conectados, y que su bienestar depende de las redes de relaciones en las que están integrados. Por eso se recomienda mantener intereses compartidos y establecer contacto afectivo con otras personas. Mientras que el aislamiento social se asocia con una mayor incidencia de problemas cardiovasculares, depresión, dolores musculares y deterioro de la memoria, estudios recientes con pacientes de cáncer han demostrado que las relaciones afectivas protegen a la hora de afrontar la enfermedad.

El precio del cariño: “La única anormalidad es la incapacidad de amar” (Anaïs Nin)

Una tragedia de nuestra sociedad es la cantidad de personas que están solas o se sienten solas sin haberlo elegido. Podemos estar conectados con millones de individuos a la vez, pero escasea el contacto real y cercano. En la era de la comunicación faltan herramientas para establecer relaciones en las que se conecte íntimamente con el otro. A menudo, en la familia se comparte un mismo techo, pero en la práctica se vive de manera separada, sintiéndose aislado incluso en compañía. Gran parte de los conflictos conyugales se debe a una desconexión entre los miembros de la pareja. Y hay personas que, a pesar de desearlo, no consiguen salvar la distancia que las aleja de los demás.

Una carencia crónica de cercanía emocional puede desembocar en relaciones en las que se acepta cualquier precio a cambio de cariño. Otras veces, el hambre de afecto se intenta compensar con sustitutos: compras compulsivas, comida, sexo… Una investigación revela que a menudo la mayor motivación para mantener relaciones sexuales es lograr un contacto afectivo.

Al contrario de otras necesidades humanas, la necesidad de contacto precisa de la participación de otra persona. Pero además existen barreras personales que pueden dificultar esa conexión. Por un lado, los prejuicios sociales limitan y vetan la comunicación, especialmente en lo que concierne al tacto y la proximidad física. Y otro tanto sucede con las propias defensas que a menudo aparecen ante el temor que genera la intimidad.

Una frontera permeable: “Tengo miedo de decirte quién soy. Porque si te digo quién soy, puede que no te guste cómo soy, y eso es todo lo que tengo”(John Powell, músico)


Puede resultar sorprendente: lo que más se desea, en este caso la proximidad afectiva, también atemoriza. Inconscientemente, existe la impresión de que quien se muestra demasiado abierto corre el riesgo de ser invadido. Es lógico. Al entrar en contacto con otra persona nos mezclamos, aunque solo sea ligeramente. Quizá podemos sentir la pena, el dolor o la alegría que está sintiendo el otro, o algunos de sus pensamientos pueden infiltrarse.

Al entablar contacto es posible sentirse desnudo o vulnerable. Se desvela una parte interna de la personalidad, y existe el temor a la burla o a que el otro utilice la información para controlar o lastimar. Esta tendencia a defender el espacio personal es saludable, salvo cuando se convierte en una barrera que impide conectar con los demás. Pero el riesgo también implica una ganancia. Solo cuando alguien puede mostrarse como es puede conectar realmente con otra persona y enriquecerse de la relación. Aunque las fronteras personales deben existir, conviene que no sean rígidas e inamovibles, sino permeables según las circunstancias.

Bálsamo emocional: “Tu misión no es buscar el amor, sino descubrir todas las barreras que has creado en tu interior para no verlo” (Jalal ad-din Rumi)

Algunas personas necesitan el contacto. Lo manifiestan en una demanda continua de afecto y en que prefieren estar en compañía. Una exacerbada necesidad puede estar asociada a un pasado de carencias afectivas que han dejado un hueco difícil de llenar. Puede ser consecuencia de unos primeros vínculos distantes o ambivalentes con las personas más cercanas. O, por el contrario, quizá una dedicación excesiva provocó que se creciera centrado en las propias necesidades. Como personas precisamos el placer del contacto sin amenaza de intrusión o abandono a fin de adquirir una sensación de seguridad en las futuras relaciones. Sin embargo, apunta Boris Cyrulnik en su libro El amor que nos cura, ciertas relaciones adultas pueden sanar esas heridas emocionales.

No hemos de olvidar que elaboramos una imagen de nosotros mismos a través de la interacción con los otros seres humanos. Por eso, recibir cariño, atención y aprecio ayuda a sentir que se es merecedor del interés y el amor de los demás.

El contacto que transforma: “El encuentro entre dos personalidades es como el contacto entre dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman” (Carl G. Jung)

Todos disponemos de las herramientas necesarias para establecer un buen contacto: las expresiones faciales, la mirada, los gestos, el cuerpo, la voz… La cuestión estriba en cómo las utilizamos. Para establecer un buen contacto es muy importante la congruencia. Significa que las palabras reflejan lo que sentimos y pensamos, y las expresiones corporales y faciales también. Desde esta autenticidad es posible ganar proximidad con los demás. Al abrirnos se produce una reacción expansiva que se mide tanto en el cuerpo como en la sensación de relajación y calor. Mientras que los sentimientos de hostilidad producen una retracción.

El beneficio del contacto es simétrico. Si se da una atención afectuosa, procura placer tanto tocar como ser tocado, escuchar como ser escuchado, mirar como ser mirado. Cuando fluye este calor humano, las defensas se aflojan y las personas se sienten más libres. Resulta asombroso, por ejemplo, el efecto que puede tener en una pareja dejar a un lado las pugnas para conectar realmente con el otro.

Tenemos a nuestro alcance un recurso económico a la par que efectivo: el contacto humano. Las caricias, las palabras, las miradas… no solo aportan consuelo, alivio, ternura, atención, afecto, sino que tienen la capacidad de transformarnos, haciéndonos sentir mejor y enriqueciéndonos como personas.

lunes, 11 de agosto de 2014

Desde luego el cerebro no busca...

Desde luego el cerebro no busca la felicidad, prefiere la tranquilidad y el sosiego. 
 - Carlos Mateo

domingo, 10 de agosto de 2014

Cien años sin Estado...


Cien años sin Estado

La brutal colonización italiana de Libia a principios del siglo XX impidió que surgieran instituciones y clase dirigente

Este año se cumple un siglo del desembarco de las primeras tropas italianas en las costas de Tripolitania. En estos 100 años, los pueblos del territorio hoy conocido como Libia han recorrido un turbulento periplo político: remota y descuidada provincia otomana; torturada colonia de la Italia liberal, primero, y fascista, después; apática y frágil monarquía; régimen de Muamar el Gadafi. Tan dispares experiencias -entrecortadas por un periodo de Administración británica (1943-1951)- comparten grosso modo un denominador común que sigue marcando la Libia actual: el hostigamiento a toda forma de vida institucional y al nacimiento de una clase dirigente local.

La etapa italiana (1911-1943) constituye sin duda una experiencia decisiva en la formación de la Libia actual. Hasta la unificación decidida por Roma en 1934, el territorio permanecía dividido en las provincias de Tripolitania (oeste), Cirenaica (este) y Fezzan (sur). "Cuando los italianos desembarcan en octubre de 1911, la Tripolitania es una provincia otomana bastante descuidada en la que sin embargo se detectan algunos brotes de progreso, avances en la instrucción, algo de prensa y hasta, en algunos ambientes, un incipiente deseo de unificación con la Cirenaica. La llegada de los italianos, que aplican el clásico divide et impera, rompe ese proceso y congela la sociedad local. Libia se queda atrás", explica Nicola Labanca, profesor de la Universidad de Siena especializado en historia colonial italiana.

Los italianos encuentran una resistencia que les obligará a luchar hasta 1934, a menudo con gran brutalidad, para pacificar el territorio libio. "Italia teme rebeliones y opta por dos políticas muy duras y repletas de consecuencias", argumenta Labanca. "Por un lado, una represión brutal. Pocos saben que entre 1930 y 1933 la potencia colonial, que tenía dificultades para vencer la resistencia, constituye una red de 16 campos de concentración en Cirenaica. La mitad de la población de la zona interior de la región es deportada a esos campos. Pero ya en 1911, tras el primer revés militar, los italianos habían deportado a 3.000 de los 30.000 habitantes de Trípoli". Los historiadores debaten sobre el volumen real de las masacres y deportaciones, pero no hay duda de que fueron de gran escala.

"Por otra parte", prosigue Labanca, "los italianos optan por no extender la educación. Optan por disgregar la clase dirigente local en formación. Italia no instituirá nunca una universidad en Libia. Las potencias coloniales liberales lo hicieron, y fomentaron que los hijos de la clase dirigente local estudiaran en la metrópolis. No fue este el caso de Italia en Libia. Hay que tener presente que el colonialismo italiano, a diferencia del británico o francés, es fundamentalmente un colonialismo fascista, con una profunda ideología racista". Benito Mussolini conquistó el poder en 1922.

Federico Cresti, historiador de la Universidad de Catania y autor de No desees la tierra de otros. La colonización italiana en Libia, aporta un dato esclarecedor: "Un informe de 1950 señala que había en Libia 10 licenciados en universidades italianas. Hay documentos en los que se dice explícitamente que para la población local es suficiente la instrucción primaria. Al menos hasta 1934, la política fascista es punitiva".

Italia reprime, evita educar y no siembra ninguna semilla de vida institucional. Marcadas las debidas distancias, hay cierto continuismo en estas políticas con la monarquía del rey Idris y, sobre todo, el régimen de Gadafi, que no cuenta con un Parlamento y mantiene a las universidades en un estado de asfixia letal.

Frente a los italianos se yergue sobre todo el movimiento de resistencia cirenaico, impulsado por la cofradía musulmana de los senusos, y liderado por Omar el Mojtar. Gadafi ha intentado construir un sentimiento nacionalista alrededor de esa figura y de la resistencia. El coronel se presentó a una cumbre con Silvio Berlusconi con una foto del héroe colgada como una medalla en el pecho. El Mojtar fue capturado y ajusticiado por los italianos en 1931.

Pacificados los territorios, los italianos los unen en 1934. "Es importante notar que se trata de regiones históricamente separadas", dice Cresti. "En los años veinte hubo incluso enfrentamientos entre ellas. Clanes de Tripolitania veían mal el ascenso de la cofradía islámica de los senusos".

Una vez pacificada y unificada, bajo el liderazgo de Italo Balbo, los italianos se lanzan a una política de construcción de infraestructuras. Terminan la carretera que une Trípoli y Bengasi. Hay cierto avance económico. "Pero esto no puede de ninguna manera compensar la destrucción causada", zanja Cresti.

jueves, 7 de agosto de 2014

La vida ligera...


La vida ligera

La crisis termina con una era centrada en la propiedad y el acopio, obsesionada por comprar pisos y acumular títulos universitarios. Las nuevas tecnologías nos enseñan a vivir en la levedad y el presente

Ese personaje que en medio de la calle, o en una carretera, nos pregunta que cómo puede llegar a tal sitio, está en vías de extinción. El GPS, con su pantalla a colores, sus instrucciones verbales y su precisión milimétrica, empieza a convertir a este personaje en una pieza histórica, del calibre de aquel otro que hace más de un siglo encendía con una pértiga, una por una, las farolas de la calle.

Ese personaje será tan raro como la cabina telefónica, que ha sido arrasada por el móvil, y como los CD, esos objetos dispendiosos, que ocupan demasiado sitio y exigen que su dueño busque en una estantería, saque el disco del estuche, lo coloque en la bandeja del reproductor, y luego le dé sucesivas veces a un botón hasta llegar a la canción que quiere oír. Un engorro que hoy se resuelve moviendo un sensor con el dedo pulgar.

La vida va a una velocidad de vértigo, si oyes una canción que te gusta puedes comprarla inmediatamente por el ordenador, y lo mismo pasa con los libros. Bastan unos minutos para tener casi cualquier película y en un minuto podemos estar contemplando, en la pantalla de nuestro ordenador, que está en Barcelona, un papiro que se encuentra físicamente en el British Museum, en Londres, o, si se prefiere, en ese mismo minuto podemos comprar en la red un martillo hidráulico, un pastor alemán o un piano.

Lo mismo pasa con la información, que va a toda velocidad por la Red; el diario de papel que se vende en la mañana, ya tiene poco que ver, dos horas más tarde, con su versión en Internet, y al final del día ya es radicalmente distinto.

En todos estos ejemplos lo que impera es la velocidad, pero también la ligereza: ya no hace falta tener una pared llena de estanterías con discos, o con libros, o con DVD, para poseer una gran colección de música, una enorme biblioteca o una cinemateca deslumbrante; todo cabe en un ligero cacharro electrónico que puede usted echarse en el bolsillo. Y esas toneladas de información que corren por la Red bajan, con una ligereza asombrosa, a la pantalla de su teléfono móvil, otro cacharro sumamente ligero.

Este cambio de rumbo hacia la ligereza, que han ido implementando las nuevas tecnologías, empieza a tener consecuencias palpables que han afectado a los diarios, a la industria cinematográfica, musical y editorial; la crisis que atraviesan estas industrias no es un fenómeno pasajero, es el final de una época, o el principio de la que viene, y más allá de esta crisis empieza a operar un cambio, mucho más profundo, que ya ha comenzado a poner el mundo patas arriba. Que los nuevos millonarios sean muchachos de 20 años que inventan cosas en la Red es un signo que nos indica lo mucho que han cambiado las cosas. Recurramos al cliché, que es una simpleza que ilustra: el orondo millonario vestido de traje caro, que va en un coche con chófer adusto, empieza a ser sustituido por el muchacho de sudadera y Adidas que llega a su oficina en bicicleta; la ligereza del segundo va más acorde con el nuevo milenio que la pesada parafernalia que arrastra el primero.

La crisis económica mundial, que se ha encariñado especialmente con España, y la velocidad, y la ligereza, que han introducido las nuevas tecnologías en nuestra vida, son elementos del mismo relato. La crisis, desde luego, fue provocada por los cuatro gordos que, entre Cohiba y Cohiba, disponen de la economía del planeta; pero sus efectos en la vida del ciudadano normal son los cimientos del porvenir, la primera piedra del futuro inmediato, parte imprescindible de ese desmesurado golpe de timón que ha dado esa nave repleta de locos que se llama La Humanidad.

Encuadremos el asunto desde la perspectiva inmobiliaria. Hasta hace muy poco, lo que se esperaba de un adulto productivo eran los logros añejos que habían conseguido, o cuando menos intentado conseguir, sus padres y sus abuelos: tener una casa propia y unos ahorros en el banco; además de ser una persona respetable y de casarse con una mujer de buena familia para criar hijos hermosos etcétera, etcétera. En España, vivir en una casa de alquiler equivalía, socialmente, a tirar el dinero, parecía una locura porque cualquier banco te hacía un préstamo para comprártela.

En aquel nada lejano periodo de ilusoria Jauja, donde prácticamente cualquiera podía ser propietario de su casa, la mujer que nos ayudaba a meter en orden el caos que invadía nuestro piso de alquiler, era una señora ecuatoriana encantadora que se estaba pagando, por medio de una hipoteca, su propio piso. Pongo a esta señora como ejemplo porque me parece que su maniobra económica ilustra perfectamente la situación: vivía en un piso de alquiler mucho más grande, y pagando menos dinero al mes, que el piso al que se mudó, que era más pequeño y tenía una hipoteca que tendría que arrastrar 40 años, si todo salía bien. El motivo de este despropósito era que el piso era suyo; era más pequeño, más caro, más feo y estaba peor situado que el piso que alquilaba, pero era suyo. Si algo será tuyo dentro de 40 años, ¿es tuyo?

La histeria nacional por tener una vivienda propia, sumada a la facilidad con que los bancos concedían hipotecas, además de complicarnos aquí la crisis mundial, empieza a verse ahora como el final de una era, de una era basada en la posesión y en el acopio, la posesión de propiedades, máquinas, objetos y el acopio de dinero, el ahorro que prometía un futuro sin sobresaltos económicos.

Ahora que la crisis económica nos ha enseñado lo indefensos que estamos y que las nuevas tecnologías empiezan a señalarnos el camino hacia el nuevo mundo, es el momento de empezar a deshacernos del lastre mental que nos heredaron los propietarios del Medioevo, y de abrazar la vida ligera, la levedad a la que tendremos que montarnos de ahora en adelante. Las instituciones, digamos, clásicas, comienzan a hacer agua; ante el universitario lleno de posgrados, que carga el pesado bagaje que ha adquirido con años de educación tradicional, se planta el muchacho listo que con un ordenador y mucho ingenio, dos herramientas verdaderamente ligeras, consigue un éxito planetario en alguna de las parcelas del ciberespacio. La crisis ha puesto en entredicho el valor del ahorro, y el de la casa con hipoteca, dos esfuerzos en los que inviertes toda tu vida y que, como ha quedado plenamente demostrado, pueden evaporarse con la siguiente maniobra de los cuatro gordos del Cohiba. Y también ha puesto en entredicho a instituciones como la banca, que como se sabe te presta un paraguas cuando hace sol y te pide que lo devuelvas cuando empieza a llover; o el Estado, una institución incapaz de contener la crisis que no responde por sus ciudadanos que han sido víctimas de esa incapacidad; o instituciones como la Iglesia, cuyos valores son la antítesis de la vida ligera: las nuevas generaciones no creerán en Dios, porque no podrán encontrarlo en Google.

La gran enseñanza de esta crisis es que nos ha hecho conscientes de nuestra fragilidad, nos ha enseñado que las posesiones materiales y el acopio son elementos de otra época y que la idea de la casa propia en realidad es lo contrario de la vida, que es propiamente de alquiler. Ahora lo que se impone es imaginar un mundo distinto, todo ha cambiado ya y no queda más remedio: seguir el rumbo que marcan las nuevas tecnologías, vivir de alquiler para poder irse a otra ciudad o a otro país cuando sea preciso, disfrutar el dinero en lugar de guardarlo y vivir la vida en tiempo presente, vivirla hoy, porque el vivir para mañana ya es cosa del ayer.

Jordi Soler es escritor. Su último libro es La fiesta del oso (Mondadori).

martes, 5 de agosto de 2014

El cerebro no busca la felicidad...

El cerebro no busca la felicidad, simplemente se ocupa de regular y gestionar los sucesos y las emociones.  
 - Daniel Gilbert

lunes, 4 de agosto de 2014

Manifiesto de economistas aterrados...


Manifiesto de economistas aterrados

Manifiesto de economistas aterradosCuatro economistas franceses —Philippe Askenazy, Thomas Coutrot, André Orléan y Henri Sterdiniak— han redactado este Manifiesto que pretende recoger y señalar las mentiras sobre las que se asienta el presente sistema económico. La crisis actual presenta la peculiaridad de que no ha supuesto un replanteamiento de las políticas económicas que se viene aplicando en los últimos treinta años, y cuyo fracaso parece evidente a la luz de los acontecimientos. Sin embargo, lejos de considerarlas fracasadas, sus postulados sirven para promover programas de reformas y ajustes que ya han demostrado su capacidad de incrementar la inestabilidad y las desigualdades.

¿Cómo es posible que economistas y políticos se obstinen en defender y promulgar esquemas y programas que no funcionan ni han de funcionar, y que la población los secunde? Porque se nos miente. Lo que estos cuatro economistas —y con ellos los más de tres mil que se han unido a este Manifiesto— pretenden subrayar es la serie de falsedades sobre las que se asienta nuestro sistema económico. Falsedades que se repiten en los medios de comunicación y que, a fuerza de ser repetidas, calan entre la población, justificando así el mantenimiento de ciertas políticas económicas que sólo han demostrado su eficacia en una cosa: favorecer a los más ricos a costa de las clases medias y de quienes menos tienen.

El Manifiesto de economistas aterrados recoge diez de estas falsas evidencias que se nos repiten sin cesar. Y junto a ellas proponen para su debate veintidós medidas factibles con que hacerles frente y plantear otra estrategia económica y social. El Manifiesto pues no se dirige únicamente a los economistas, sino que pretende servir de herramienta para los ciudadanos que están siendo expoliados, proponiéndoles conceptos que contribuyan a demostrarles que existen otras opciones a parte de las que interesadamente se insiste en repetirles.

Estas son las diez falsas evidencias que los cuatro economistas núcleo de este Manifiesto desmontan: los mercados financieros son eficientes. Los mercados financieros favorecen el crecimiento económico. Los mercados son buenos jueces de la solvencia de los Estados. El alza excesiva de la deuda pública es consecuencia de un exceso de gasto. Hay que reducir los gastos para reducir la deuda pública. La deuda pública traslada el peso de nuestros excesos a nuestros nietos. Hay que tranquilizar a los mercados financieros para financiar la deuda pública. La Unión Europea defiende el modelo social europeo. El euro es un escudo contra la crisis. La crisis griega ha permitido por fin avanzar hacia un gobierno económico y una verdadera solidaridad europea.

Mientras que en los periódicos, radios y televisiones les cuentan las mentiras de siempre, las que defienden los interese de unos pocos por medio de economistas voceros de un sistema que se ha demostrado fallido, en pocos lugares tendrán la oportunidad de oír la voz de estos otros economistas. Provenientes de horizontes teóricos muy distintos no se resignan a la consagración de la ortodoxia neoliberal (casi una cuestión de fe) y consideran necesario cambiar el paradigma dominante de las políticas económicas.

En poco más de cincuenta páginas el Manifiesto de economistas aterrados analiza de manera sencilla y comprensible las mentiras más recurrentes que desde las más altas instancias se están utilizando para desmontar el Estado del Bienestar y propiciar una redistribución de la riqueza hacia arriba (de los trabajadores hacia los poseedores de grandes fortunas). Este libelo recoge sus ideas y, lo que tiene más valor, sus propuestas. Lean el Manifiesto, sopesen las medidas que propone. En definitiva, escuchen voces alternativas aunque suene débiles entre los gritos vocingleros de quienes defienden sus bolsillos llenos.