domingo, 28 de febrero de 2010

Campaña "Esto sólo lo arreglamos entre todos"‏

Me llega un email del timo Campaña "Esto sólo lo arreglamos entre todos"‏




http://estosololoarreglamosentretodos.org/



Y sabéis lo que os digo??? que lo arregle su PUTA MADRE!!! en especial los políticos, los banqueros, los constructores, especuladores, empresarios, etc... y demás fauna que ha provocado todo esto en un intento de enriquecerse de los demás!!! que se jodan bien jodidos que se lo merecen!!!
No te engañes mientras no se arreglen los defectos o distorsiones de la economía volverá a suceder una y otra vez!!!

- Charles Smith -


sábado, 27 de febrero de 2010

Joderlo todo...



Sam: "De todas formas, todo lo que estoy diciendo es que hubo un tiempo - puede que fuera un día, puede que unos cuantos, ahora no me acuerdo bien - en que todo parecía cuadrar bien. Y, claro, ya iba siendo hora, pues, de joderlo todo."

- Nick Hornby: Todo por una chica -

jueves, 25 de febrero de 2010

Las 100 canciones que...

Cien músicos hispanoamericanos eligen las 100 canciones que cambiaron su vida

Joyas de rock eternas, canción de autor, 'soul' elegante, flamenco de ley... 'El País Semanal' ha preguntado a 100 músicos españoles y latinoamericanos las 100 canciones que les marcaron para siempre. Éstas son las ganadoras. Un canon sorprendente y apasionado. Una imprescindible banda sonora para viajar del Mediterráneo al Misisipi, para bailar y para llorar. Un programa de lujo con locuciones de cinco artistas de éxito sobre las cinco primeras canciones.

Y al final, la unidad de medida son las canciones. Más aún en tiempos como los presentes, cuando el consumo se ha atomizado y la música se ha trivializado: los nuevos soportes, los actuales hábitos de consumo, minimizan el valor de la obra larga. Ni siquiera vale la coartada de que los álbumes van acompañados por información, letras, fotos: una figura tan de la era moderna como Bebe, participante en este sondeo, invitaba recientemente a descargarse gratis su música, burlándose de los compradores que alardeaban de comprar sus ediciones oficiales.

Así que mandan las canciones. Canciones en su sentido más amplio: en la lista de las 100 canciones mejor puntuadas se han colado esbeltos temas instrumentales, como Almoraima (Paco de Lucía), Sleep walk (Santo & Johnny), Atlantis (The Shadows), Mambo nº 5 (Pérez Prado) o la única muestra de composiciones jazzísticas: la sinuosa Round about midnight, del pianista Thelonious Monk. Por el contrario, no aparece ninguna gema del rock progresivo: se necesitaría una definición de canción muy elástica para que allí cupieran Tubular bells y Atom heart mother.

Las encuestas, obviamente, son reflejo de sus votantes. En términos generales, aquí han participado músicos del pop, por lo que puede justificarse la ausencia de canciones de otros mundos creativos: ni rastros de lieder, arias operísticas o standards estadounidenses (no, ciertamente Strangers in the night no da la talla: hasta hubo que convencer a Frank Sinatra para que la grabara). Tampoco hay muestras de la simpática zarzuela y muy poco de copla: injustamente, muchos ven indeleble caspa franquista en esas músicas, un sambenito del que finalmente se ha librado el flamenco, bien representado en esta lista.

No le den más vueltas: sobre la selección planea la poderosa influencia de los sesenta. La extraordinaria expansión creativa de aquella década hace que muchos músicos tengan allí su alma máter, en el sentido pedagógico. Fueron años vertiginosos, donde los grupos manifestaban una altísima productividad. Debían de ponerles algo en la comida: lanzaban uno o dos elepés al año más varios singles (¡y sin parar de girar!). Hoy se ofrecen como modelos deslumbrantes, que además están plenamente estudiados: libros, documentales, biopics, reediciones exhaustivas. En términos universitarios, son las carreras más atractivas y, aparte, más accesibles.

Entre nuestras cien canciones se pavonea mucho rock de los sesenta: Creedence Clearwater Revival, alzando la bandera del orgullo proletario en Fortunate son; Cream, conteniendo la potencia guitarrera de Eric Clapton en el gozoso Sunshine of your love; Led Zeppelin, orgasmando en Whole lotta love.

Por el contrario, tienen menor eco las músicas creadas en épocas posteriores. Aquí apenas se encuentran unas gotas del bárbaro glam rock: The Sweet, con Ballroom blitz, y Slade, con Cum on feel the noize. Está ausente la banda más influyente del punk rock, The Clash, pero sí aparece la canción-escándalo: el God save the queen, de los Sex Pistols. Los fértiles años ochenta británicos cuentan con The Cure y, muy destacados, The Smiths. El grunge no pasa del megaéxito de Nirvana Smells like teen spirit. Radiohead, el grupo más cool de los últimos años, sólo es recordado por su primer éxito, Creep, una canción autocompasiva de la que -lógicamente- reniegan.

La España mediterránea ha podido ser zona de cultivo para las músicas electrónicas -el bakalao, los balearic beats-, pero éstas no han impactado especialmente entre nuestros encuestados. Aparte de alguna pieza de Bowie (pero, ¿qué música no ha practicado David?), ni siquiera hay representación del techno pop, enormemente popular desde los años ochenta. La revolución del rap sólo cosecha dos canciones, ambas en la zona baja: Funky cold Medina, de Tone Loc, e Infinite, de Eminem.

No, aquí manda indiscutible la década prodigiosa y su máxima encarnación, The Beatles. Entre las diez primeras hay ¡cuatro! canciones suyas; si ampliamos la búsqueda al resto de la lista, se deben sumar otras seis. La beatlefilia es tan abrumadora que destaca en la zona alta una versión, Twist and shout, aunque se podría argumentar que palidece ante la original, de los ilustres Isley Brothers (¿pero quién recuerda aquí a los Isley Brothers?). La mayoría de ellas son obra completa o parcial de John Lennon, que también coloca dos temas editados bajo su nombre. Sir Paul McCartney tiene, evidentemente, un problema de imagen entre los músicos españoles.

Sabemos que los logros de los Beatles resultan tan apabullantes que se entiende su hipervaloración. Por el contrario, asombra el desinterés por los Rolling Stones, sólo recordados por -lo siento- un clásico menor, Tumbling dice. A Jesús Hermida, tan amante de las confrontaciones tipo "Beatles contra Rolling: el dilema de una generación", le costaría aquí y ahora montar un equipo de músicos nacionales dispuestos a defender el honor de Keith Richards y compañía.

No es la única peculiaridad: atruena una canción de The Kinks, pero ninguna de The Who, que siempre alcanzaron mayor proyección comercial. Por cuestión generacional, también están ausentes vocalistas británicos antaño venerados en España, como Eric Burdon (The Animals) o Steve Winwood (Spencer Davis Group, Traffic).

Los buscadores de paradojas tienen mucho margen con esta lista... como con cualquier otra. Uno se topa con cuatro canciones de Bob Dylan, pero con ninguna de Leonard Cohen o Neil Young. Lo de este último puede resultar sangrante, si advertimos la presencia de una imitación de su primera época, el A horse with no name del grupo America. ¿Y qué fue de creadores tan prestigiosos como Tom Waits, Nick Cave o Elvis Costello?

Se romperán vestiduras al comprobar que ese continente musical llamado Brasil sólo cuenta aquí con ¡una canción de Roberto Carlos! Pero, caramba, los músicos brasileños son hasta intimidantes. De la misma manera, Cuba queda reducida al Ojalá, de Silvio Rodríguez (y el citado mambo de Pérez Prado, grabado en México). Óigame bien, compañero: no se lo van a tomar bien en La Habana, tan sensible ante las ofensas.

En realidad, estas listas no tienen pretensión canónica y constituyen una excusa perfecta para discusiones, descalificaciones y airadas cartas al director. No faltará quien se indigne al encontrar el enorme tesoro del tango reducido a Volver, de Carlos Gardel. La presencia de votantes rockeros argentinos explica que Luis Alberto Spinetta, un desconocido en España, haya colocado dos canciones: se trata de un músico arrogante que siempre ha mantenido un alto nivel de exigencia desde sus inicios en 1968, con el grupo Almendra, responsable de Muchacha (ojos de papel).

Por el contrario, las circunstancias impidieron incluir a votantes mexicanos, y eso explica la anomalía de que el máximo autor de aquella república, José Alfredo Jiménez, esté representado por una canción carente de resonancia colectiva, como El jinete. No se me enfade, don José Alfredo: peor lo tiene su competidor, el maravilloso cursi Agustín Lara, que hasta dedicó memorables canciones a ciudades españolas, pero que no se ha hecho hueco en la lista. Vaya: tampoco hay huellas de países tan musicales como Perú, Uruguay, Colombia, Chile, Santo Domingo o Puerto Rico.

La música afroaestadounidense mantiene una modesta presencia, aunque en su expresión más satinada: algo de sonido Motown (Marvin Gaye, los Jackson 5, los gloriosos Four Tops) y nada del visceral sonido Memphis. También brillan por su ausencia fieras como James Brown, Ray Charles o Aretha Franklin. Sí está presente el precursor del soul, Sam Cooke, con su profético A change is gonna come: el efecto Obama, no lo duden.

En general, pocos artistas negros han pasado la prueba del algodón. Ni siquiera hay rastros de Su Majestad Púrpura, el artista a veces conocido como Prince, o de su maestro, Jimi Hendrix. El rock and roll de los cincuenta está encarnado por Elvis Presley, que gana por goleada (tres canciones) a Chuck Berry o Little Richard. En algún punto de la lista puede detectarse un leve aroma de reggae, pero, ay, no hallarán un solo artista jamaicano. Igualmente, hay más blues blanco que blues negro, aunque la presencia de Elmore James (Dust my broom) añada un notable punto de autenticidad.

De todos modos, nadie debería tomarse esta clasificación como una ofensa personal. Tiene mucho de casualidad: si las circunstancias hubieran determinado que se preguntara a otros artistas, habría salido una lista radicalmente diferente (con mucho Beatles, eso sí). Con toda seguridad, también destacarían los votantes con ganas de epatar, dispuestos a jurar que Torrebruno fue esencial para su vida.

Sin embargo, urge resaltar que, en la música nacional, los participantes se inclinan decididamente por la música con cierta gravedad. Durante los años de la movida proliferaron las canciones frívolas, pero aquí se ha destacado a los grupos serios en la parte más madura de su repertorio: Radio Futura (con tres canciones), Golpes Bajos (dos), Gabinete Caligari (una) o Ronaldos (otra). Se ha evaporado la Chica de ayer (Nacha Pop) -se nos gastó de tanto usarla-, pero sí está Antonio Vega, con la confesional El sitio de mi recreo. La ubicuidad de Mecano, con su musical, explica que se haya prescindido de su cancionero.

No ha sedimentado nada de la ingente actividad indie de los últimos quince años, ni siquiera Los Planetas. Que no sufran: tampoco están presentes Los Brincos, el más respetado de los conjuntos de los sesenta, pero sí cotizan al alza Los Bravos (Black is black) y Los Canarios (Get on your knees). Este último grupo merece ser reivindicado o simplemente presentado a las nuevas generaciones: millones de españoles sencillamente no pueden creer que su ogro favorito, Teddy Bautista, hoy presidente del Consejo de Dirección de la SGAE, fue en el siglo pasado un imperioso vocalista de voz negroide y sudor en el alma.

En cantautores, domina Joan Manuel Serrat con ese himno intergeneracional llamado Mediterráneo y una pieza menos difundida, ese tour de force narrativo que es Romance de Curro el Palmo. Joaquín Sabina coloca su Princesa y, ay, nada de lo que ha hecho en los veinticinco años siguientes.

Maestro de Serrat fue el cantautor belga Jacques Brel, que se sitúa en lo alto de este particular podio con Ne me quitte pas, una canción tan patética que su propio autor pretendió luego minimizar, asegurando que era una parodia del enamorado agonizante. Nadie le creyó, por lo que parece. Igual que a Brian Wilson, cabecilla de los Beach Boys. Aquellos pijos californianos, de camisas rayadas y pantalones planchados, no estaban predestinados a hacer canciones tan celestiales como God only knows. Ignorada en su país, igual que su elepé matriz (Pet sounds, 1966), ambos fueron rescatados del olvido por la devoción de los británicos, incluyendo a los boquiabiertos Beatles. Aunque vaya en contra de todo lo que nos inculca la experiencia, podemos afirmar que sí, que a veces se hace justicia.

Las 100 canciones

01. 'Ne me quitte pas' Jacques Brel
02. 'God only knows' The Beach Boys
03. 'Help!' The Beatles
04. 'Como el agua' Camarón de la Isla
05. 'Mediterráneo' Joan Manuel Serrat
06. 'A hard day's night' The Beatles
07. 'There is a light that never goes out' The Smiths
08. 'A day in a life' The Beatles
09. 'Strawberry Fields Forever' The Beatles
10. 'La leyenda del tiempo' Camarón de la Isla
11. 'Like A Rolling Stone' Bob Dylan
12. 'What's Going On?' Marvin Gaye
13. 'Twist And Shout' The Beatles
14. 'Smells Like Teen Spirit' Nirvana
15. 'Volver' Carlos Gardel
16. 'A Change Is Gonna Come' Sam Cooke
17. 'California Dreamin' The Mamas & The Papas
18. 'Ojalá' Silvio Rodríguez
19. 'Cum On Feel The Noize' Slade
20. 'In my life' The Beatles
21. 'King Creole' Elvis Presley
22. 'Whole lotta love' Led Zeppelin
23. 'Malos tiempos para la lírica' Golpes Bajos
24. 'Rain' The Beatles
25. 'Tumbling Dice' The Rolling Stones
26. 'Yesterday' The Beatles
27. 'Almoraima' Paco de Lucía
28. 'Ballroom blitz' Sweet
29. 'La Estatua del jardín botánico' Radio Futura
30. 'La Foule' Edith Piaf
31. 'Romance de curro El Palmo' Joan Manuel Serrat
32. 'Space Oddity' David Bowie
33. 'Trouble' Elvis Presley
34. 'Blowin' in the wind' Bob Dylan
35. 'Don't Think Twice, It's Alright' Bob Dylan
36. 'Get On Your Knees' Los Canarios
37. 'I want you back' Jackson 5
38. 'Imagine' John Lennon
39. 'Laura va' Luis Alberto Spinetta
40. 'Spanish Stroll' Mink DeVille
41. 'Black Is Black' Los Bravos
42. 'Free Bird' Lynyrd Skynyrd
43. 'Lo bueno y lo malo' Ray Heredia
44. 'Sleep Walk' Santo & Johnny
45. 'Strangers In The Night' Frank Sinatra
46. 'Suspiros de España' Concha Piquer
47. 'Bridge Over Troubled Water' Simon & Garfunkel
48. 'Creep' Radiohead
49. 'El sitio de mi recreo' Antonio Vega
50. 'Escuela de calor' Radio Futura
51. 'Fever' Elvis Presley
52. 'Fortunate Son' Creedence Clearwater Revival
53. 'Highway to hell' AC/DC
54. 'Muchacha (ojos de papel)' Luis Alberto Spinetta
55. 'Round About Midnight' Thelonious Monk
56. 'Sunshine Of Your Love' Cream
57. 'Cuatro Rosas' Gabinete Caligari
58. 'In Between Days' The Cure
59. 'Semilla negra' Radio Futura
60. 'Thunder Road' Bruce Springsteen
61. 'Volando voy' Camarón de Isla
62. 'Pasa la vida' Pata Negra
63. 'Crazy' Seal
64. 'God save the queen' Sex Pistols
65. 'Mambo nº 5' Pérez Prado
66. 'Starman' David Bowie
67. 'Sweet Jane' The Velvet Underground
68. '(Can you tell me how to GET to) Sesame Street?' Joe Raposo
69. '(Just like) Starting Over' John Lennon
70. 'Eu quero ter um milhão de amigos' Roberto Carlos
71. 'A Horse With No Name' America
72. 'All Day And All Of The Night' The Kinks
73. 'Aquellos duros antiguos' Tanguillo de Cádiz
74. 'Ashes To Ashes' David Bowie
75. 'Atlantis' The Shadows
76. 'Bailar pegados', Sergio Dalma
77. 'Ballade a Sylvie' Leny Escudero
78. 'Before We Begin' Broadcast
79. 'Bolawari' Nana
80. 'Canastera' Camarón de la Isla
81. 'Cena recalentada' Golpes Bajos
82. 'Coco guagua' Enrique y Ana
83. 'Dusty Broom' Elmore James
84. 'El emigrante' Juanito Valderrama
85. 'El jinete' José Alfredo Jiménez
86. 'El reino del revés' María Helena Walsh
87. 'Jesucristo García' Extremoduro
88. 'Friday I'm In Love' The Cure
89. 'Funky Cold Medina' Tone Loc
90. 'Guárdalo' Los Ronaldos
91. 'Hasta Que Me Olvides' Luis Miguel
92. 'Helter Skelter' The Beatles
93. 'I Can't Help Myself' The Four Tops
94. 'I Saw her Standing There' The Beatles
95. 'Il cielo in una stanza' Gino Paoli
96. 'Infinite' Eminem
97. 'It's the End of the World as We Know it' R.E.M.
98. 'Itsasoan Doanian' León, Fasio eta Maurizia
99. 'Knocking on heaven's door' Bob Dylan
100. 'La estrella' Enrique Morente


- El País -

miércoles, 24 de febrero de 2010

Quiero...



"Quiero que me devuelvan el dinero. No me he enterado de nada" - D.D.Comix -


- "Muerte de un superheroe" de Anthony McCarten -

lunes, 22 de febrero de 2010

Bandera, orgullo y prejuicio



Bandera, orgullo y prejuicio

Cinco meses de Obama bastan para que la cultura pop recupere con fervor su icono favorito. Reivindicativos, reflexivos u oportunistas, la moda, el arte y la publicidad abrazan la iconografía estadounidense.

En 1984 se celebró en Dallas la convención republicana. Las protestas en la calle contra la Administración Reagan fueron tremendamente violentas y Gregory Lee Johnson, un estudiante de filiaciones maoístas, fue arrestado por quemar la bandera. Cinco años más tarde, un juez de la mayoría republicana absolvía a Johnson. “Si hay un principio de base en la Primera Enmienda es que el Gobierno no puede prohibir la expresión de una idea simplemente porque la sociedad encuentra esa idea en sí misma ofensiva o desagradable”, rezaba la sentencia. Tras 25 años y varias Administraciones republicanas, nadie ha logrado derogar esa sentencia y condenar la quema de la bandera, aunque algunos sí han logrado prenderle fuego a lo que representa. Tras la era neocon llega el momento de recoger las cenizas de las banderas de barras y estrellas y hacerse un biquini con ellas.

Durante la primera guerra de Iraq (hablar de esto ya es casi como hablar de las guerras púnicas), el entonces embajador estadounidense en nuestro país emitió un comunicado destinado a sus conciudadanos residentes en España. Se les pedía que en su indumentaria no hicieran demasiado obvio su origen, pero esa advertencia llegaba con medio siglo de desajuste sociocultural: en 1990, todo el mundo iba vestido como un ciudadano estadounidense. Casi 20 años después, tras el 11-S, el derrocamiento de Sadam Husein, el eje del mal, Guantánamo y el fin de la Administración Bush, las cosas pasaron a ser un poco distintas. “Veía a Green Day diciéndole al mundo que los americanos somos idiotas y sentía vergüenza ajena”, nos comentaba Brandon Flowers (The Killers) en 2006, en plena fiebre antineocon; “esta idea de que los estadounidenses debemos ir por Europa pidiendo perdón por lo que somos me parece ridícula”.



El mundo cambió, y los norteamericanos, tal vez desacostumbrados, se sorprendieron diciendo demasiadas veces lo siento. El cambio de paradigma no había sido sólo político; también era cultural y, por tanto, con consecuencias económicas. Para el profesor de la Universidad de Texas Richard Pells, autor de varios ensayos sobre la universalización de la cultura yanqui, “ésta jamás volverá a ser la preeminente. Y no debemos preocuparnos por eso. Tal vez estaremos mejor en un mundo multicultural”. Y si hay un icono de esa preeminencia, ése es su bandera. Después de que, en 2000, la diseñadora de moda francesa Catherine Malandrino y los holandeses Viktor & Rolf utilizaran las barras y estrellas como motivo principal en sus colecciones, llegó el apogeo del plan Cheney de dominación mundial, y no fue hasta el verano de 2008, con la vista puesta en los Juegos Olímpicos y las elecciones presidenciales, que el emblema tricolor volvió a asomarse como icono positivo, fuente de orgullo y de, sobre todo, inspiración estética. “Aunque mi bandera sea la japonesa y la británica sigue siendo, en términos de diseño, imbatible, debo decir que la más atractiva es la americana”, declaraba Rei Kawakubo, de Comme des Garçons, tras presentar una línea de bañadores que creó para Speedo y que lucieron los nadadores del equipo nacional norteamericano en Pekín. Converse relanzaba el modelo Chuck Taylor (el diseño es de John Varvatos) con el motivo de las barras y estrellas, Pamela Anderson aparecía en la portada de la revista Radar en compañía de un biquini con la bandera yanqui y Jennifer Aniston hacía lo propio con una corbata tricolor en la portada del GQ estadounidense. “La bandera ha sido y será siempre importante, forma parte del ADN de la marca”, comenta Giovanni Peracin, country manager para España y Portugal de Wrangler, otro icono del estilo de vida yanqui que en su nueva reencarnación se ha abandonado sin pudor a las barras y las estrellas. “Son los orígenes y la herencia de la firma. Es más, nuestra colección actual se llama Flag [bandera, en inglés]”. El mismo nombre que recibió el vestido de Malandrino consagrado a la enseña y cuya reedición arrasa, nueve años después, al precio de 450 dólares en su tienda online. Tommy Hilfiger, cuyo logo no es más que una conceptualización de la bandera, presenta hoy bañadores en rojo y azul, y el mundo se congratula de la cantidad de obras de arte inspiradas por Obama y la iconografía yanqui aparecidas desde que la posibilidad de su llegada a la Casa Blanca dejó de ser algo que sólo podía ocurrir en un guión de Aaron Sorkin.



“El valor de la bandera ha sido el valor de EE UU cultural (cine, música, intelectualidad, arte, deporte, ciencia) y político (poder, despotismo, libertad, opresión, potencia, agresión, paz, opulencia). Esta variedad de connotaciones es rica para cualquier artista porque ofrece un sinfín de posibilidades, y cualquier analogía que se busque con su uso se parodia en sí misma”, comenta el artista cubano-neoyorquino afincado en Barcelona Jorge Rodríguez Gerada, responsable de aquella enorme efigie de Obama construida con arena en la playa del Fòrum y del simpático diseño de la camiseta de Democrats Abroad Spain en las pasadas elecciones. Alana Moceri, presidenta de este ente, asesora política y bloguera, recuerda que tal acumulación de simbologías en un pedazo de tela resulta a la postre “algo muy emocional para nosotros (los norteamericanos)”.



- El País -

domingo, 21 de febrero de 2010

viernes, 19 de febrero de 2010

Las teorías conspirativas...



Las teorías conspirativas

Muchas personas creen en fabulaciones, hipótesis descabelladas o interpretaciones sin pruebas para explicarse diferentes acontecimientos históricos. José María Martínez Selva, catedrático de Psicobiología, estudia algunas de ellas en 'La gran mentira', del que se reproduce un fragmento

Las teorías conspirativas han florecido sobre los tristes sucesos del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Ambos atentados terroristas han sido actos de guerra en tiempo de paz que han sobrecogido a la mayoría de la humanidad. Han acentuado la eterna sensación de desamparo del ser humano, de falta de control sobre lo que ocurre a su alrededor.

Alrededor de los atentados la cosecha conspirativa es fecunda. Casi la mitad de los habitantes de la ciudad de Nueva York cree que altos cargos de la Administración de Bush conocían los ataques terroristas con antelación y que deliberadamente no reaccionaron ante ellos. Para estudiar lo que ocurrió y evitar posibles atentados se constituyó una comisión independiente, formada por republicanos y demócratas, por decisión del Congreso de Estados Unidos. Su informe se hizo público en julio de 2004. Sin embargo, sólo un tercio de los estadounidenses considera que la comisión oficial respondió adecuadamente a todas las cuestiones relevantes acerca de los trágicos sucesos. Una encuesta de agosto de 2004 reveló que el 66% de los neoyorquinos quería una investigación independiente, a cargo del Congreso y del fiscal general de Nueva York, sobre las preguntas sin responder acerca del atentado. La desconfianza hacia el trabajo de la comisión oficial que investigó los atentados es notoria.

Los principales argumentos que defienden las teorías conspirativas (11-S) son que el terrorismo musulmán no fue el culpable y que, si fue realmente así, la actuación del Gobierno estadounidense facilitó la ejecución de los atentados. Entre otras cosas (consúltese por ejemplo www.911truth.org) se asegura lo siguiente:

-No está explicado el hundimiento de las Torres Gemelas del World Trade Center. Se asegura, sin pruebas, que se debió a una demolición controlada. (...)

-El edificio número 7 del complejo del World Trade Center se derrumbó sin que ningún avión hubiera impactado en él. El hecho de que algunas agencias federales (incluyendo al parecer al FBI, la CIA y la agencia de la recaudación de impuestos) tuvieran oficinas en él, acentúa el carácter sospechoso del derrumbe. (...)

-El avión que impactó en el Pentágono parecía más bien un misil. La teoría dice que el Pentágono se disparó a sí mismo. La verdad es que el vídeo oficial emitido en televisión no ayuda mucho a entender qué pasó. (...)

-Existencia de fallos de seguridad, ya que ningún caza salió a interceptar los aviones secuestrados. En realidad, sí salieron pero no sabían adónde dirigirse ni recibieron órdenes concretas de interceptación. (...)

(...) Una creencia muy extendida en Estados Unidos y en el resto del mundo, principalmente entre personas de ideología izquierdista, es que el presidente Bush conocía de antemano los ataques del 11-S. (...) Otro de los argumentos relaciona a Bush con un hermano de Osama Bin Laden. La relación procede de los negocios petroleros de G. W Bush, propietario de la empresa Arbusto Energía, que fue absorbida por Harten Energy, que contaba entre sus socios a Saled Bin Laden, uno de los numerosos hermanos de Osama.

(...) Se produjeron transacciones financieras sospechosas días antes de los atentados que afectaban a compañías aéreas implicadas o a empresas con sede en las torres. La comisión oficial concluyó que estas transacciones no eran relevantes.

Es llamativa la teoría antisemita que defiende, por supuesto sin pruebas, que el servicio secreto israelí, el Mosad, fue el autor de los atentados. Se asegura que miles de trabajadores judíos de las torres se ausentaron ese día del trabajo. El hecho es que no menos de cuatrocientos judíos perecieron en el atentado y la proporción de israelitas fallecidos era la que corresponde a la de la ciudad de Nueva York. Otra versión es que el Mosad investigó a los terroristas y pasó la información a los estadounidenses, pero éstos no hicieron nada. La comisión oficial afirmó que el Gobierno no había recibido buena información ni asesoramiento adecuado por parte de la CIA y del FBI, lo que se añade a la ya larga lista de fracasos de la CIA.

Uno de los aspectos que la comisión dejó claro, y el que más debería avergonzar al Gobierno estadounidense y a sus servicios de seguridad, es que sí hubo numerosos avisos previos de la posibilidad de atentados, haciendo referencia específica al uso de aviones, así como al entrenamiento de terroristas como pilotos. Las explicaciones no parecen suficientes ni políticamente aceptables. Por ejemplo, el argumento de la existencia de miles de alarmas semejantes y la descoordinación entre los servicios de seguridad e inteligencia. La falta de respuesta facilitó la comisión de los atentados. No es menos cierto que es difícil responder a múltiples alarmas. La respuesta exagerada molesta a la población, como se vio después cuando en los años siguientes a los atentados el Gobierno estadounidense lanzó una serie de alarmas sobre posibles ataques terroristas inminentes, que terminaron en nada y causaron muchas molestias a la población. Estas alertas, afortunadamente fallidas, fueron seguidas de una buena cantidad de chistes y burlas hacia las autoridades antiterroristas por parte del establishment liberal. Es fácil hablar a posteriori sobre las decisiones de otros. El rechazo a las medidas preventivas (por supuesto, cuando no pasa nada) puede deberse a lo impreciso de la amenaza. A las personas no les gusta que las avisen de un peligro, del que desconocen su naturaleza. No estamos preparados ni biológica ni psicológicamente para amenazas desconocidas. (...)

Una refutación punto por punto, hecha por reconocidos especialistas, de los principales argumentos defendidos por las teorías de la conspiración del 11-S puede consultarse en www.popularmechanics.com.

(...) El trágico atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid fue un mazazo a toda la sociedad española y tuvo como repercusión la derrota del Partido Popular (PP) en las elecciones que se celebraron varios días después. Algunos medios de comunicación, en particular el diario El Mundo, y parte del PP alimentaron durante años la existencia de una conspiración que incluía como participantes en los hechos a la banda terrorista vasca ETA y, posiblemente, a los servicios secretos marroquíes. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), principal beneficiario político, habría actuado para encubrir estos hechos en connivencia con algunos policías.

Esta teoría conspirativa se ha alimentado, como muchas otras, de datos reales pero insuficientes: errores, coincidencias, aspectos no aclarados y la aparente incompatibilidad de todo ello con la explicación y versión oficiales. Los elementos principales de la teoría conspirativa del 11-M eran los siguientes:

-La organización terrorista ETA, los servicios secretos marroquíes o ambos estaban detrás de los atentados. Se trataría de una confluencia de intereses entre terroristas y servicios secretos. (...)

-El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que ganó las elecciones en buena medida por el atentado y la actuación del Gobierno del Partido Popular, sabía lo que ocurría de verdad y obstaculizó la investigación, que podía haber ido más allá indagando "otras" vías. (...)

-Miembros de la policía colaboraron en el encubrimiento de los verdaderos culpables, destruyeron u ocultaron pruebas importantes e incluso fabricaron pruebas falsas (como una mochila o la aparición extemporánea de un coche presuntamente utilizado por los terroristas). (...)

-La policía y los servicios de información sabían que se estaba preparando algo. La mayor parte de los imputados eran confidentes policiales, al menos en asuntos de drogas. (...)

-No se sabe quién planificó y organizó los atentados. No parece que fueran los autores ni los procesados ni quienes se inmolaron semanas después del atentado, cuando fueron descubiertos y cercados por la policía. (...)

La investigación policial, más que mejorable, no pudo responder a todas las preguntas. Los autores materiales estaban relacionados con Al Qaeda, pero sin que pudiera establecerse un nexo contundente con dicha organización. Ningún dato implicaba o apuntaba al terrorismo nacionalista vasco.

La sentencia judicial redujo prácticamente a la nada la teoría conspirativa. A lo más, arrojó dudas sobre las actuaciones policiales. Los indicios, algunos de ellos circunstanciales, simples coincidencias, incongruencias menores entre las declaraciones policiales, explicables por el ajetreo del momento. La sentencia destaca la ausencia de una prueba contundente, el llamado smoking gun o cañón humeante, que pudiera llevar a otra avenida de investigación. La coincidencia más importante entre la sentencia y la teoría conspirativa era que no se sabe a ciencia cierta quién planificó y organizó los atentados. (...)

(...) Puede establecerse un paralelismo estructural entre las teorías conspirativas de ambos atentados a partir de su tratamiento por la prensa. Por una parte, tenemos las hipótesis de los periodistas del Proyecto Censurado, conocidos por su profesionalidad, sus ideas izquierdistas y su oposición tanto al Gobierno de Bush como a los grandes grupos de comunicación que defienden la versión oficial. Por otra, los periodistas del diario El Mundo, conocidos por su desconfianza hacia la versión oficial y sus posiciones más cerca de la derecha y opuestas al Gobierno socialista.

En ambos casos se rechaza la versión oficial. En el caso del 11-S se asegura que posiblemente se trata de una tapadera del fracaso en prevenir los atentados: "La existencia de todas estas advertencias sugiere, por lo menos, que las autoridades del Gobierno de Estados Unidos sabían que los atentados se iban a producir y permitieron deliberadamente que sucedieran" (Philips y Project Censored, 2005, página 146).

En la versión estadounidense, los periodistas de Censurado no llevan a cabo ninguna indagación propia sino que reclaman una investigación independiente. En España, los periodistas investigaron, pero no pidieron ninguna comisión independiente, posiblemente por falta de confianza en las instituciones.

En ambos casos se asegura que el Gobierno conocía los atentados con anterioridad, incluso que podría haberlos facilitado y que no se actuó. Debe apuntarse que en el caso español el ataque no va contra el Gobierno, sino contra el partido socialista, entonces en la oposición, que habría tapado los hechos cuando llegó al poder.

En ambos casos había anuncios previos de que algo podía ocurrir. En el atentado contra las Torres Gemelas existe abundante documentación de los avisos previos procedentes de los propios servicios de inteligencia y de otros países acerca de la posibilidad de atentados terroristas. En España existían previamente amenazas directas y explícitas por parte de Osama Bin Laden, incluyendo los atentados previos de Casablanca. (...)

En ambos casos se quejan de la destrucción precipitada de pruebas que habría impedido avanzar más en la investigación. Lo que tampoco es prueba directa de nada y acusa, en cambio, a los técnicos policiales.

(...) El aspecto instrumental hermana las dos teorías: atacar al Gobierno y a las poderosas agencias de seguridad (11-S), lo que atrae la simpatía hacia la mentira del débil, y atacar a la oposición ideológica y política (11-M) que alcanzó el poder, en parte gracias al atentado y a la gestión de la comunicación del Gobierno en ese momento. En ambos casos, la fuerza motriz de la teoría conspirativa era tanto descubrir la verdad como utilizarla para atacar al Gobierno. (...)

En general, los periodistas coinciden en que el Gobierno estaba al tanto y no lo impidió y ocultan la verdad sobre lo que pasó. Pero, pruebas, lo que se dice pruebas, muy pocas o más bien ninguna. Viene al caso señalar la distinción entre "indicio" y "prueba". El indicio señala una posible línea de investigación, apunta a un posible autor o descarta la participación de alguien. Se deben explorar hasta donde sea razonable. La prueba, por su parte, es clara, inequívoca y señala sin duda al autor, cómplice, o aspecto relevante del crimen sin la más mínima duda. Un juez, y hasta cierto punto un periodista, es un arqueólogo de la verdad que debe establecer, a partir de las pruebas disponibles, qué sucedió. La sentencia judicial es siempre razonada y se basa en lo probado, en la legislación y la jurisprudencia. (...)

El periodista que defiende una teoría conspirativa actúa contra natura: está enfrentado consigo mismo. Los avances en su investigación, en el mejor de los casos, proporcionan datos, hechos o información relevante que destruyen la ocultación y el misterio encerrado en la teoría conspirativa. La analogía del mito revela que el papel natural del periodista es más bien otro: descubrir y divulgar la verdad. Por ello, al tiempo que destruye el mito, se convierte en actor o protagonista de otro: la gesta de desvelar lo oculto, lo misterioso y lejano, y de su difusión. (...) La labor del periodista avezado es en sí misma un mitema. En cambio, el periodista creador o propalador de conspiraciones se acerca al fabulador, al mal literato que vende la ficción como realidad, con la salvedad expuesta antes de que lo haga en el empeño de descubrir la verdad. Pero la tentación es muy grande. ¿Quién querrá escribir una noticia efímera, que se olvida en días, meses (raramente) o años (como mucho), cuando existe la posibilidad de crear un mito que acompañará a generaciones tras generaciones, que se convertirá en tradición oral y que a todos les gusta narrar o escenificar?

La gran mentira. José María Martínez Selva. Editorial Paidós. Sale a la venta el 14 de mayo. Precio: 25 euros.


- El País -

jueves, 18 de febrero de 2010

El problema de poder ver el futuro...

Os diré una cosa sobre el futuro. Cada vez que lo ves… cambia… por el hecho de haberlo visto.

– Frank Cadillac: Next (2007) -

martes, 16 de febrero de 2010

El decálogo del comercio electrónico...


El decálogo del comercio electrónico de Óptica Directa

En estos días de discusiones sobre la conveniencia de la manipulación de imágenes de los anuncios publicitarios, me entero, vía Javier Varela, de que Óptica Directa ha lanzado un decálogo en el que recogen su visión de cómo debe ser el comercio electrónico. Lo he leído y, aunque pueda sonar alguna cláusula demasiado obvia, me ha parecido bastante interesante.

Como están buscando otros pequeños negocios que lo secunden, ahí va nuestra aportación para que la causa prospere. Si te gusta el decálogo, puedes contactar con Sergio Monge y el equipo de Óptica Directa para formar esa red de buenas prácticas del comercio electrónico que ellos persiguen:

1) No venderás nada que tú no comprarías: Honestidad ante todo.

2) Tratarás a cada cliente como si fuera el único: El servicio es fundamental también en cualquier comercio online. Según el volumen de ventas de la tienda, eso supondrá contratar a personal a tiempo completo exactamente igual que una tienda física tiene dependientes. Lo que sea necesario para que las dudas/consultas de los clientes sean atendidas correctamente.

3) Ofrecerás la mayor garantía posible: Si es posible, les devolverás íntegramente el dinero cuando no queden satisfechos. Le ofrecerás periodos de prueba. Un cliente debe sentirse seguro de que vamos a responder si ocurre algún problema.

4) No confundirás al cliente con el proceso de compra: El sistema de compra debe ser lo más sencillo e intuitivo posible. El cliente debe mantener el control en todo momento de todas las opciones de su compra.

5) No confundirás al cliente con los gastos de envío: En todo momento debe quedar claro cuanto pagará el cliente para tener el producto en su casa.

6) No pedirás más datos que los estrictamente necesarios: El nombre, los datos para la factura, la dirección de envío y quizá una dirección de email o teléfono para mantenerle al corriente del estado de su pedido. ¿De verdad necesitas más?

7) No utilizarás los datos de tu cliente en vano: El cliente nos da sus datos con un propósito: completar su pedido. Si quieres enviarle más información de tus productos, pídele permiso antes. Bajo ningún concepto entregarás sus datos a terceras personas.

8) Establecerás mecanismos de pago seguro: Tu cliente debe estar seguro de que sus datos bancarios son manejados de la manera más segura. No almacenes nada que no debas.

9) Describirás tu producto lo mejor posible: Te preocuparás de redactar descripciones claras y significativas de tus productos. Ofrecerás varias fotografías del mismo producto siempre que sea posible. Darás todas las opciones (probador virtual).

10) No dejarás de buscar nuevas formas de sorprender al cliente: Rediseñar el sitio, ofrecer más servicios, lanzar promociones, traer nuevos productos… cualquier cosas para mantener el interés.

lunes, 15 de febrero de 2010

sábado, 13 de febrero de 2010

Mujeres que han pasado...



Mujeres que han pasado a la historia de la informática

Las mujeres que han pasado a la historia de la informática pueden contarse con los dedos de una mano. Muy pocas practicarían el hacking como Lisbeth. La palabra tiene diversas acepciones y la mayoría practica la menos agresiva: ser excelentes programadoras.

Ada Byron. Nació y murió en Londres (1815-1852). Hija del poeta Lord Byron. Es considerada la primera programadora y madre de la programación informática. Autodidacta. Trabajó con Charles Babbage, padre de los ordenadores por su invento de la máquina analítica.

ENIAC. Fue el primer ordenador electrónico (1946). Lo programaron seis mujeres, especialistas en matemáticas: Betty Snyder Holberton, Jean Jennings Bartik, Kathleen McNulty Mauchly Antonelli, Marlyn Wescoff Meltzer, Ruth Lichterman Teitelbaum y Frances Bilas Spence. Habían trabajado juntas calculando manualmente las trayectorias de las bombas en la II Guerra Mundial.

Grace Murray Hopper. Murray (1906-1996) fue una de las tres personas que diseñó un programa para el primer ordenador electromagnético, el Mark I. Participó en la creación de los primeros ordenadores comerciales, Binac i UNIVAC I. Supervisó el departamento que desarrolló el primer compilador y el primer lenguaje de programación de alto nivel orientado a la gestión, en el que se inspiraría COBOL. Previó la inteligencia artificial, los procesadores paralelos y el uso cotidiano de los ordenadores.

Evelyn Berezin. Nacida en 1925, inventó en 1953 el ordenador de oficina cuando trabajaba en Underwood. Desarrolló el primer sistema de reserva de vuelos. Es conocida como la madre de los procesadores de texto desde que en 1968 desarrolló la idea de un programa que permitiese almacenar y editar textos.

Lynn Conway. Nacida en 1938. Pionera en el campo de la arquitectura de computadores y la microelectrónica. Gran parte de la evolución en el diseño de chips de sicilio se basa en su trabajo. En 1965 participó en el primer ordenador superescalar.

Jude Milhon. Es la madre (1939-2003) del ciberpunk, programadora, escritora, rebelde, defensora de los ciberderechos.

Frances E. Allen. Nacida en 1932, fue la primera mujer que, en 2007, recibió el premio Turing, equivalente al Nobel de Informática. Es investigadora de IBM y pionera en la automatización de tareas paralelas.

BLACKHOLD: http://blackhold.blogspot.com
AMAYA RODRIGO: http://amayita.livejournal.com
JOANNA RUTKOWSKA: http://theinvisiblethings.blogspot.com
LAS HACKERS DEL ENIAC: http://eniacprogrammers.org
DEBIAN WOMEN: http://women.debian.org
LINUXCHIX: http://www.linuxchix.org
SYSTERS: http://anitaborg.org/initiatives/systers
ADA LOVELACE: http://es.wikipedia.org/wiki/Ada_Lovelace


- El País -

viernes, 12 de febrero de 2010

miércoles, 10 de febrero de 2010

El cine que no amaba a las mujeres hacker...



El cine que no amaba a las mujeres hacker

Andróginas, solitarias, duras, anoréxicas, así pinta el celuloide a las mujeres que se dedican a la informártica

"Qué tía más rara", exclama Blackhold nada más salir de ver la película Los hombres que no amaban a las mujeres, basada en la novela del mismo nombre y cuya protagonista es una joven hacker. Blackhold, informática de 26 años de edad, se mueve en ambientes underground donde coincide con mujeres hacker que, asegura, no son exactamente como en las películas.

Primero fue la brillante Sandra Bullock de La red; después vinieron la agresiva Angelina Jolie de Hackers y la glacial Trinity de Matrix. Lisbeth Salander, protagonista de Los hombres que no amaban a las mujeres, es el rizo del estereotipo de la mujer hacker, una mezcla de todas las anteriores con una novedosa carga psicológica: muy mental y masculina, siniestra hasta la crueldad, la perfecta víctima de una familia disfuncional.

Como ya hicieron la literatura y el cine con sus compañeros, las mujeres hacker contemplan cómo se las presenta al gran público embutidas en un saco de tópicos. Así lo cree Blackhold: "Las chicas que conozco relacionadas con la informática no llevan piercings y tatuajes como Lisbeth, o por lo menos no tantos. Son chicas normales y más abiertas".

La bella y legendaria Barbara Thoens, del grupo alemán de hackers Chaos Computer Club, o la polaca experta en virus Joanna Rutkowska, que no sale de viaje sin una plancha y su kit de maquillaje, posiblemente gritarían ante el desaliño y masculinidad de Lisbeth. Y la corpulenta Binaria, integrante en los años 90 del grupo español La Vieja Guardia, debe desternillarse ante tanta hacker anoréxica de película.

Tampoco nada tiene que ver con el tópico cinemtográfico de la mujer hacker, Amaya Rodrigo, la dulce amante de los animales, la primera mujer programadora de Debian (una distribución de GNU/Linux) en Europa.

Fundadora de Debian Women y defensora de los derechos de las mujeres en la red, la estética de Rodrigo se parece más bien poco a la ciberpunk Lisbeth. Blackhold añade: "No son mujeres agresivas, como se ve en la película, pero sí muy activas, impulsivas, que no pierden el tiempo".

Blackhold trabaja como administradora de sistemas en Barcelona. A los tres años de edad jugaba con un Commodore, y a los cuatro cargaba ella sola los juegos. "Aprendí a escribir a máquina antes que a mano", explica.

No ha habido tinglado hacktivista en los últimos años donde no estuviera esta joven. En 2008, organizó el primer encuentro técnico Summer Camp Garrotxa, que este año a mediados de julio, se repite en Girona.

Blackhold asegura no sentirse identificada con la protagonista de la película, pero sí comparte algunos rasgos psicológicos, aunque con algo menos de intensidad, como la sintonía con las ideas ciberpunk o la relación con los temas llamados femeninos: "Muchas cosas que se atribuyen a las mujeres, como maquillarse o hablar de vestidos, me aburren. Prefiero mil veces hablar de cualquier tema técnico".

Blackhold considera que la timidez y caracter solitario de Lisbeth son comunes a muchos y muchas hackers, causa y consecuencia de pasar tantas horas ante un ordenador, hasta convertirlo en un arte. Pero es una soledad física y emocional, que no mental: "Gracias a la informática he conocido a muchísima gente y he podido hacer cosas de las que no habría sido capaz si no estuviese en un mundo tan activo".

Para Blackhold, el gran fallo de la ficción, tanto en Los hombres que no amaban a las mujeres como en películas anteriores, reside en que pintan a las mujeres hacker como simples remedos de sus alter egos hombres: "Lisbeth intenta reunir todos los tópicos de cómo debería ser un hacker masculino y eso hace que tenga un carácter agresivo, frío y vengativo".

No se puede culpar al novelista sueco Stieg Larsson, autor del libro, por su poco conocimiento de las mujeres hacker. Son tan pocas y suelen esconderse tanto de la luz pública, más que sus compañeros, que el trabajo de campo era difícil. Hay apenas unos pocos estudios serios. El más reciente, de 2006, de la Universidad de Cambridge, afirmaba que en las comunidades de software libre, donde se suelen iniciar los hackers, sólo el 1,5% son mujeres.

Posiblemente, Larsson se inspiró en las películas ya citadas o en los libros ciberpunk de William Gibson, donde la mayoría de mujeres son calcadas a Lisbeth. Mientras, en el mundo real, las hackers son menos siniestras, pero tanto o más listas.

¿Una 'hacker' de verdad actuaría como en la película?

El trabajo de Lisbeth Salander consiste en investigar a otras personas, accediendo a sus ordenadores y a las bases de datos donde haya información sobre ellas. Es una hacker profesional y este oficio, aunque minoritario, es real. También se acercan mucho a la realidad los detalles informáticos que muestra la película.

Aún así, Blackhold detecta algunos fallos: "Lisbeth entra en el ordenador del periodista protagonista y espía sus documentos, pero me extraña cómo puede abrir y cerrar los ficheros, en entorno gráfico, sin que él se dé cuenta". La forma correcta sería "conectarse en modo invisible y, una vez dentro del portátil, transferir los ficheros al suyo".

También es erróneo, asegura Blackhold, que Lisbeth introduzca en su portátil la tarjeta de memoria de su cámara digital: "Los MacBook Pro, como el de Lisbeth, no tienen lector de esas tarjetas". Además y desde una óptica hispana, pocos hackers usan ordenadores Apple, pero Blackhold aclara: "De Alemania para arriba, hay gente muy buena con un Mac".

En cuanto a los aciertos de la película, Lisbeth pide a su tutor 20.000 coronas suecas (1.800 euros) para comprar un portátil: exactamente lo que cuesta un MacBook Pro de 15". También vemos una terminal con directorios reales del sistema operativo Mac OS X. E incluso, se regocija Blackhold, "la hacker hace un find". El comando find sirve para buscar cosas.

Queda a la discreción de cada hacker si haría lo que Lisbeth: para ayudar al periodista en su investigación, acaba revelándole que está espiando su ordenador. La opinión de Blackhold: "Un hacker se interesa y arriesga por algo si se le presenta realmente como un reto. Los hackers aman los retos".

BLACKHOLD: http://blackhold.blogspot.com
AMAYA RODRIGO: http://amayita.livejournal.com
JOANNA RUTKOWSKA: http://theinvisiblethings.blogspot.com
LAS HACKERS DEL ENIAC: http://eniacprogrammers.org
DEBIAN WOMEN: http://women.debian.org
LINUXCHIX: http://www.linuxchix.org
SYSTERS: http://anitaborg.org/initiatives/systers
ADA LOVELACE: http://es.wikipedia.org/wiki/Ada_Lovelace

- El País -

domingo, 7 de febrero de 2010

Un nuevo logo para...



Un nuevo logo para Firefox 3.5

La próxima actualización de Firefox va a contener cambios dignos de una versión mayor, hasta en los más pequeños detalles. El logo de Firefox, creado en 2003 y retocado en 2005 para la versión 1.5, va a ser revitalizado tal y como se ve en la imagen superior. Según Mozilla, la motivación para el cambio es precisamente remarcar el trabajo que se ha realizado desde entonces y lo evolucionado que se encuentra respecto a 2005.

La idea original es la misma, los dos únicos cambios notables son un degradado más suave en el pelo del panda rojo y unas llamas redondeadas. Estos cambios están basados en la propuesta de John Hicks en 2007, el diseñador original del logo.

¿Qué os parecen los cambios? ¿Preferís el logo original o el nuevo logo? Dado que es un trabajo en curso, podéis comentarle al encargado del logo, Alex Faaborg, vuestras impresiones sobre el mismo. De hecho está publicando todos los días en su blog una nueva iteración del logo, así que podemos seguir su interesante desarrollo visual.

- genbeta.com -

jueves, 4 de febrero de 2010

El peor enemigo de la mujer soldado...



El peor enemigo de la mujer soldado, su camarada

Un libro publicado en EE UU revela violaciones y acosos en Irak y Afganistán

La soldado estadounidense Mickiela Montoya no llevaba un puñal amarrado a su pierna para defenderse del enemigo, al menos no del enemigo iraquí. Lo llevaba para protegerse de sus compañeros. "¿Sabes qué? Podría violarte ahora mismo y nadie te oiría gritar, nadie sabría lo que ha pasado", le dijo un soldado una noche tras acabar su turno de guardia. "¿Qué harías?", le preguntó desafiante el soldado a Montoya. "Apuñalarte", respondió ella sin dudarlo. "No tienes un cuchillo", prosiguió la conversación el compañero. "Sí que lo tengo", dijo tajante la soldado.

Mickiela Montoya no tenía un puñal aquella noche. Pero lo tuvo y lo llevó pegado a su cuerpo todas y cada una de las siguientes jornadas de los 11 meses que vivió en Irak. "Llevaba el cuchillo para protegerme de los míos".

"Para los soldados una mujer es sólo una de estas tres cosas: un bicho, una puta o una lesbiana", explica Montoya. "Los hombres no nos quieren aquí". Uno de los militares que sirvió con Montoya le explicó la razón por la que había mujeres en el Ejército: "Envían chicas sólo para alegrarnos la vista", le dijo. La teoría es que en Vietnam había prostitutas, pero no las hay en Irak, así que esa función la suplen las soldados. "Ésa es la razón por la que hay mujeres en el Ejército", le dijo.

En Irak han luchado y han muerto más mujeres estadounidenses que en ningún otro conflicto desde la II Guerra Mundial. Más de 206.000 mujeres han servido en Oriente Próximo desde el inicio de la guerra en 2003. Este número representa cinco veces más mujeres que en la guerra del Golfo y 26 más que en Vietnam. Más de 600 han sido heridas y 104 han muerto en Irak.

Pero a pesar de crecer en presencia, las mujeres en Irak siguen muy solas: son una de cada 10 dentro de las tropas. En ocasiones, están solas en un batallón.

Cuarenta mujeres han relatado sus experiencias a la profesora de periodismo de la Universidad de Columbia Helen Benedict en el libro El soldado solitario: La guerra privada de las mujeres sirviendo en Irak. De esas 40, 28 fueron violadas, agredidas sexualmente o acosadas. No fueron una excepción. Diferentes estudios basados en cifras del Departamento de Veteranos de Guerra dicen que el 30% de las mujeres han sido violadas mientras servían en el Ejército por sus propios compañeros, el 71% han sido agredidas sexualmente y el 90% acosadas.

El Departamento de Defensa sabe del problema y en su informe anual de 2009 sobre agresiones sexuales reconoce que el 90% de los ataques nunca son denunciados. Y cuando lo son, las denuncias no suelen llegar a buen puerto. Bien lo sabe Marti Ribeiro, tercera generación en la familia que pertenece (o pertenecía) a la Fuerza Aérea. La historia que Ribeiro relata en el libro incluye una violación y varios ataques en Afganistán. Fue violada por un soldado mientras guardaba una posición, lugar que no abandonó hasta que acabó su turno para ir, sin ducharse (para no borrar las pruebas de la agresión) a presentar una denuncia. Entonces le dijeron que si la presentaba le podían acusar de haber dejado su arma abandonada (¡durante la violación!). "Dejé el Ejército. Soñaba con convertirme algún día en oficial, como mi padre y mi abuelo, pero debido a que soy mujer ese sueño nunca se hará realidad".

Terrible debe ser el acoso cuando una mujer declara lo siguiente: "Me daban menos miedo los morteros que caían a diario que los hombres con los que compartía mi comida". Ésa es la experiencia de Chantelle Henneberry, quien sufrió un intento de violación por parte de un compañero en Irak. Cuenta Henneberry en un capítulo del libro que a partir de media tarde nunca bebía nada, a pesar de que hubiera 40 grados de temperatura y se desmayara por deshidratación. "Tenía pánico de ir a las letrinas sola". Sabía lo que le esperaba.

- El País -

lunes, 1 de febrero de 2010

36 metros de...



36 metros de arrolladora melancolía

Jack Kerouac escribió En el camino en un rollo de papel que se utilizaba para proyectos de arquitectura. Lo encontró en su apartamento de Manhattan y sobre él echó a andar una de las novelas más emblemáticas del siglo XX. El manuscrito, más de 36 metros dactilografiados, alcanzó un récord de venta cuando se subastó en 2001 en Nueva York. James Irsay, dueño del equipo de fútbol americano Indianapolis Colts, pagó 2,8 millones de euros por la pieza.

Sólo en EE UU se venden una media de 100.000 copias anuales. En España, Anagrama lo edita desde 1986 y desde entonces cada año lo reedita. Para la versión del rollo original, han contado con una nueva traducción, de Jesús Zulaika. Coppola, dueño de los derechos para el cine, lo puso en 2006 en manos de Walter Salles.

Y es que pocos libros han conservado tan intacto su poder de contagio como En el camino. Un libro convertido en el símbolo de la identidad de millones de hombres que encontraron en Kerouac la arrolladora respuesta a su melancolía. Escrita en 1951 y publicada en 1957, En el camino sigue siendo la Biblia de tantos que buscaban -y siguen buscando- la ruta de "los locos, los locos por vivir, los locos por hablar, los locos de ser salvados y deseosos de todo al mismo tiempo, los que nunca bostezan o dicen un lugar común y que arden, arden, arden...".Se veía más cerca de Scott Fitzgerald que de todo ese cuento de la contracultura Esta edición es una oportunidad para la literatura y una derrota para la moda.

- El País -