jueves, 30 de junio de 2011
miércoles, 29 de junio de 2011
Cuando la distorsión es arte...
Cuando la distorsión es arte
Una exposición recorre 25 años de creación alternativa a través de Sonic Youth
Kim Gordon, bajista, guitarrista y cantante del legendario grupo indie Sonic Youth, no siente especial nostalgia por el Nueva York de principios de los ochenta, cuando la banda explotó con la escena downtown de Manhattan, allá donde la ciudad perdió el nombre en una sucia sinfonía de arte, punk rock y decaimiento urbano. "La sentiría por un lugar bonito como California, no por aquel gris agujero de mierda", exclama la madrina de la nación alternativa con una de esas sonrisas suyas que, y la frase es del artista Raymond Pettibon, "te hacen sentir como un millón de pavos".
El caso es que esto no es California, pero lo intenta. Butlins es un resort turístico para hooligans y familias desestructuradas, donde los bungalós se suceden en calles llamadas Muelle del Atardecer o Paseo de los Cocoteros. Un par de veces al año, en temporada bajísima, este Malibú de cartón piedra sirve de sede al festival All Tomorrows Parties en Minehead, lluviosa localidad de la costa occidental inglesa. Y tan improbable escenario fue escogido recientemente por la banda para explicar las razones de Sensational fix: Sonic Youth, etc..., ambiciosa muestra que llegará en febrero al Centro de Arte Dos de Mayo en Móstoles.
La exposición no es sólo el típico recorrido por la historia de una banda que enfila su trigésimo aniversario de rock ruidista, guitarras desafinadas en Re y la inconfundible suma de voces de Gordon y los guitarristas Lee Ranaldo y Thuston Moore, uno de esos tipos que al dar la mano miran su propia mano. La clave está en el etcétera del título, que trata de retratar las circunstancias artísticas de un grupo que se mantiene milagrosamente inalterable desde el principio, no sólo en su formación (Steve Shelley, batería, completa el cuarteto primigenio) sino sobre todo en su apuesta por la creación contemporánea.
En el caso de Sonic Youth la etiqueta art rock trasciende al cliché. "Nos consideramos antes que nada artistas", explicará poco antes del concierto Lee Ranaldo, sentado en el sofá de escay de la cabaña contigua a la que comparten Gordon y Thurston Moore, uno de los matrimonios más estables del rock. "Hacemos música con un ojo puesto en la alta cultura. Jugamos con los conceptos, con la clase de emociones que surgen de la experiencia intelectual".
Su historia de éxito transcurre pareja a la de la escena que los alumbró y dio a conocer a algunos de los nombres más interesantes del último cuarto de siglo. Pesos de pesada cotización como Richard Prince, Tony Oursler, Mike Kelley o Dan Graham (todos, viejos amigos de la banda), forman parte de la nómina de 120 artistas presentes en una muestra que también trata sobre la amistad y fue armada por Roland Groenenboom, comisario holandés. "Muy pocos tienen el poder de Sonic Youth para lograr que artistas de esa talla presten obra", había explicado Groenenboom en el trayecto en coche que separa, por el lado equivocado de la carretera, el aeropuerto de Bristol del festival.
Un 20% de lo expuesto lo aportan los miembros del grupo entre obras propias y ajenas atesoradas a lo largo de los años. Hay fotografías de Richard Kern e instalaciones de Christian Marclay junto a collages del compulsivo coleccionista Thurston Moore, instalaciones de Lee Ranaldo y acuarelas de Kim Gordon. Del mismo modo democrático en que la banda funciona como una suma de individualidades que resulta mejor junta que por separado, sus miembros siempre han mantenido una identidad artística aparte, como en una cuadrilla de superhéroes. "No es fácil que tomen en serio tu trabajo cuando eres una cantante famosa", lamenta Gordon. "Creo que soy un mejor artista que músico. Ése es mi problema". O quizá lo sea la imposibilidad objetiva de destacar en dos disciplinas. Ni siquiera Michael Jordan pudo triunfar en el béisbol. "Es evidente que vienen a tus exposiciones porque conocen tu música", añade Ranaldo. "Aunque quiero creer que la creatividad surge independientemente del medio".
Como el hijo de alguien importante que renuncia a sus influencias por orgullo, la banda nunca ha empleado su proyección en beneficio propio. Es costumbre que las portadas de Sonic Youth corran a cargo de grandes del arte contemporáneo. De Gerhard Richter (la fotografía del esencial Daydream nation) a Raymond Pettibon (esos dibujos sin colorear del álbum Goo). El hábito ha hecho de sus discos un lugar de exposición privilegiado para artistas de medio mundo.
Acaso por esa razón, la muestra es un alarde de la influencia y el prestigio de Sonic Youth. "Lo que nos interesó es que retrata la faceta más underground del arte de los ochenta, que se ha convertido con el tiempo en la más relevante", opinará después Ferran Vanderbilt, director del Dos de Mayo, en un restaurante de Móstoles, destino final de una itinerancia que ha recalado en Francia, Italia, Suecia y Alemania.
martes, 28 de junio de 2011
Futuro...
Aquí en Apple el futuro es la semana que viene.
Paco Lara,Director de comunicación de Apple
lunes, 27 de junio de 2011
domingo, 26 de junio de 2011
Tres en una...
Tres en una: 'software', 'hardware' y servicios
La mayoría de los consumidores no quiere comprar microprocesadores, discos duros y sistemas operativos a diferentes proveedores y luego montar un ordenador que funcione. Prefieren comprar una máquina completa y personalizada a un solo proveedor.
Y cada vez más, los clientes de empresa quieren lo mismo: una tienda única para equipos, programas y servicios. Las empresas más importantes de tecnología están destinando sus inmensas reservas de dinero a realizar adquisiciones que refuercen su capacidad para convertirse en ser ese único proveedor. Esta tendencia ha hecho que Oracle, líder en programas para empresas, anunciara recientemente que invertirá 7.400 millones de dólares en comprar al atribulado Sun Microsystems e introducirse en el negocio de los equipos informáticos. Oracle venció a su rival IBM, que se estaba planteando comprar Sun para mejorar sus ofertas de programas.
"Oracle va a ser la única empresa capaz de diseñar un sistema integrado en el que todas las piezas encajen y funcionen conjuntamente de modo que los clientes no tengan que hacer nada", explicaba hace poco su consejero delegado, Lawrence J. Ellison.
Esa tendencia a la consolidación se lo ha puesto más difícil a empresas independientes, y la caída de un baluarte del sector como Sun subraya la creciente presión que están soportando compañías más pequeñas en los sectores de la informática, el almacenamiento y los programas para encontrar compradores. Hasta las empresas más grandes como EMC y Dell podrían ser vulnerables en opinión de algunos observadores de la industria.
"Creo que estamos en la quinta fase de un proceso de consolidación en nueve fases", señala William T. Coleman III, un ex directivo de Sun y cofundador de BEA Systems, que ahora es consejero delegado de una joven empresa de programas llamada Cassatt. "Esto no se ha terminado y todavía tienen que ocurrir cosas drásticas".
Hace cinco años, Oracle compró PeopleSoft por más de 10.000 millones de dólares y aquello dio pie a una carrera para hacerse con otros fabricantes de programas. Desde entonces, ha comprado otras 40 empresas más y se ha gastado cerca de 15.000 millones de dólares solamente en BEA y Siebel Systems.
Muchas de las empresas que ha comprado Oracle se habían cavado un nicho durante la expansión de Internet, proporcionando funciones únicas en infraestructura. No obstante, después del pinchazo de las punto.com, los clientes empezaron a recelar de las visitas de comerciales de programas que vendían productos aislados. Se desarrolló un modelo más simple, según el cual un puñado de empresas como Oracle, IBM y Hewlett-Packard compraron a docenas de actores más pequeños y luego compitieron por vender la mayor parte de los programas necesarios para llevar un negocio.
Aunque las empresas de software llevaron la voz cantante en la última ronda de consolidación, ahora la industria del hardware parece dispuesta a reinventarse a sí misma. "Creo que hemos llegado a un punto de inflexión", comenta Patricia C. Sueltz, una ex directiva de IBM y de Sun que ahora dirige la joven empresa LogLogic. En la última década, HP ha impulsado gran parte de la consolidación mediante una serie de adquisiciones importantes. Compró Compaq Computer en 2001, que afectó a los mercados tanto del PC como de los servidores, ya que indujo a otras empresas a luchar para crecer e igualar el alcance de HP. Por ejemplo, el fabricante chino de ordenadores Lenovo compró la rama de computadores de IBM, y Acer, con sede en Taiwán, adquirió Gateway, que ya había comprado eMachines. El año pasado, HP adquirió Electronic Data Systems, una de las empresas más importantes en servicios tecnológicos.
Más recientemente, las principales empresas tecnológicas han decidido invadir el ámbito de especialización de las demás. Por ejemplo, HP ha aumentado su inversión en tecnología de red con la esperanza de quitarle mercado a Cisco, y Cisco ha respondido fabricando sus propios productos de servidores. La compra de Sun por parte de Oracle es una incursión mucho más drástica en territorio enemigo, ya que Oracle se verá en la esfera desconocida de la venta de equipos, aunque también se quedará con los preciados activos de software de Sun, como su sistema operativo Solaris, el lenguaje de programación Java y la base de datos abierta MySQL.
Con 34.000 millones de dólares en el bolsillo, Cisco tiene más fondos a su disposición que cualquier otra empresa de tecnología y se dice que es un posible comprador de expertos en almacenamiento como EMC y NetApp. HP también se ha presentado como posible comprador de NetApp. Y Dell ha prometido invertir algunos de sus miles de millones en empresas de servidores, almacenamiento y servicios.
"Creo que la gente ha tenido un poco más de miedo, pero sigue circulando un montón de dinero", afirma Peter Falvey, cofundador de Revolution Partners, un banco de inversión centrado en empresas de tecnología.
sábado, 25 de junio de 2011
Flores para los muertos...
viernes, 24 de junio de 2011
jueves, 23 de junio de 2011
¡Qué alegría, qué...
¡Qué alegría, qué tristeza!
Libros con aventuras, intrigas o historias cotidianas que ayudan a los niños a reconocer y manejar sus emociones, mientras los padres reciben claves para mejorar la educación afectiva de sus hijos
No es fácil poner nombre a las emociones a los seis o a los ocho años. ¿Qué siento cuando estoy... contento, furioso o muerto de miedo? ¿Qué me pasa? ¿Cómo saberlo? El adulto no siempre sabe interpretarlo. Como mucho, la pista de una rabieta, o la creciente excitación ante algo que acontece o que va a suceder en unas horas. Pero si los libros explican el mundo, no podían dejar de desentrañar las emociones. Además de historias de ficción pura, los niños cuentan ya con ensayos elementales o relatos en los que se filtra algún mensaje educativo a la carta. Una tendencia a la que se suman cada día más editoriales.
Hace ya cinco años, la editorial SM, una de las pioneras, inauguró la colección Cuentos para Sentir, iniciada por Begoña Ibarrola y destinada a cultivar la inteligencia emocional o la autoestima. La misma editorial cuenta con una colección aún más básica, Cuando me Siento..., para niños menores de 6 años. En los últimos tiempos son muchos los sellos editoriales infantiles que han introducido las emociones y la autoestima en sus textos y catálogos aunque sea de manera transversal, como Kalandraka, Kókinos, Edebé, La Galera y Alfaguara infantil.
Los últimos títulos de Ibarrola que acaban de aparecer y que ocuparán probablemente varios estantes de la Feria del Libro de Madrid son El ladrón de estrellas (sobre el amor) y El oso gruñón (sobre el enfado). Además, los pequeños lectores encontrarán otras novedades en la misma dirección: No te vayas... (sobre las despedidas), de Kókinos; Orejas de mariposa (o de cómo una niña a la que alguien osa llamar orejotas acaba saliendo airosa con autoestima e imaginación), y Cerca, una reflexión poética sobre la incomunicación y las emociones, de Kalandraka; además de Donde viven los monstruos de Alfaguara infantil y El nacimiento del dragón de Faktoría K.
De cualquier modo, son muchos los títulos que sin ser estricta novedad cautivan a niños y libreros infantiles. Cristina López, responsable de la librería Luces, de Málaga, evoca la colección Hada Menta de La Galera; Heinemann, con Librosaurio 3-6 Años, y Bruño, con Mini Miedos. Dentro de esta tendencia, Debolsillo inyecta dosis de autoestima con la serie ¡Eres Genial (tal como eres!) con un doble formato: para niñas y para niños. "Estas colecciones trabajan con bastante acierto la inteligencia afectiva y algunos títulos acaban siendo los más vendidos o solicitados", afirma López.
El creciente interés de padres y maestros por estos temas es notorio, asegura Pilar Pérez, responsable de la librería madrileña El Dragón Lector: "Hay asuntos que interesan a niños y padres, como los celos, las mentiras o la timidez". El abanico de títulos es muy amplio. Uno de los más valorados de SM es ¡Qué emoción? (O cómo saber lo que se lleva dentro), de Cecile Gabriel, a base de un sugerente formato de fotografías y pequeños textos.
"A los niños se les enseña todo tipo de conocimientos, pero no a gestionar sus emociones", reflexiona Elsa Punset, autora de Brújula para navegantes emocionales (Aguilar). Algo que no es tan ajeno al fracaso escolar. "Hasta los 6 y 7 años se aprende a tener confianza o miedo y se adquieren los patrones emocionales básicos", prosigue Punset. El sistema educativo potencia el conocimiento racional, mientras que la inteligencia afectiva se diluye en un conjunto de normas de conducta que tiene su vertiente práctica en los consejos del tutor y las relaciones con los compañeros. Sin embargo, a los menores les cuesta entender que su mejor amigo tiene también otros amigos o que el perro doméstico puede enfermar y morir... Y sentirte triste por ello.
"Muchas veces los padres desconocen qué es lo realmente importante. No hay que limitarse sólo a lo cognitivo", insiste Elsa Punset. Pensando en padres y educadores Oniro publica Inteligencia. Emocional. Con un enfoque solidario; Intermón edita Valores, y ediciones San Pablo, La clase de los peques.
Algunos de estos libros generan debate, a pesar de ser apreciados. Por un lado, hay títulos que más que identificar las emociones se deslizan hacia la autoayuda; por otro, los que abordan conflictos familiares, como el divorcio de los padres, parecen dictar al niño lo que debe sentir. "No hay que darles todo tan digerido", advierte la responsable de la librería madrileña La Mar de Letras, Marta A. Balmaseda. Resulta más eficaz, dice, "una historia que no tenga en apariencia nada que ver con el problema que queremos tratar, para que desde ella el niño pueda hablar de lo que siente. Por ejemplo, para el tema de los celos entre hermanos recomiendo un clásico del álbum ilustrado: Óscar y la gata de medianoche, de Jenny Wagner (Lóguez), que cuenta la historia de una anciana y su perro, y de una gata que se cuela en la casa de ambos, creando un conflicto".
Huir de los libros "poco sutiles y que carecen de calidad literaria", recomienda Balmaseda. "El caso de Begoña Ibarrola es excepcional porque además de escritora es psicóloga y ha conseguido un producto hecho con cabeza y con acierto", prosigue. "Al final de sus textos viene, además, un pequeño esquema para que los padres sepan qué preguntar al niño, o hacia dónde orientar la historia. De ese modo", argumenta Balmaseda, "el pequeño se verá menos manipulado y expresará libremente sus sentimientos, que es lo curativo".
Para niños de finales de Primaria y de ESO el tono didáctico desaparece. La mayoría de los sellos editan pequeños ensayos o novelas en los que subyace la apuesta por los sentimientos o la inteligencia afectiva, pero no de un modo evidente sino transversal.
La responsable de La Mar de Letras valora de modo especial la colección de Edebé Superpreguntas, un conjunto de pequeños libros realizados por el filósofo francés Oscar Brenifier. Analizar sentimientos y cuestiones filosóficas con un método pedagógico muy original que invita al niño a reflexionar e incita su curiosidad. De Oscar Brenifier y Jacques Després es también un hermoso clásico: Ni sí ni no (SM), para entender los grandes contrarios del pensamiento a edades tempranas.
Además de El nacimiento del dragón, Faktoría K cuenta en su catálogo con una serie de títulos de Daniela Kulot que, a través de fábulas donde los animales se comportan como personajes humanizados, se plasman situaciones cotidianas, con títulos como Leopoldo y Casilda sobre familias monoparentales.
Leer, en definitiva, es un placer que además ayuda a crecer. Y quizás a ser feliz. Si se acepta, como indica Elsa Punset, que "uno de los elementos que constituyen la felicidad es la sensación de que tienes el control de tu vida". Ganar en autoestima y aprender a manejar las propias emociones augura esa sensación de seguridad personal que una vez que se adquiere nunca abandona.
- El ladrón de estrellas. Begoña Ibarrola. Ilustraciones de Anne Decis. SM. Madrid, 2009 . 32 páginas. 8,95 euros.
- El oso gruñón. Begoña Ibarrola. Ilustraciones de José Luis Navarro. SM. Madrid, 2009. 32 páginas. 8,95 euros.
- No te vayas ... Grabriela Keselman. Ilustraciones de Gabriela Rubio. Kókinos. Madrid, 2009 . 36 páginas. 14 euros.
- Orejas de mariposa. Luisa Aguilar. Ilustraciones de André Neves. Kalandraka. Pontevedra, 2009. 32 páginas. 13 euros.
- Cerca. Natalia Colombo (obra ganadora del I Premio Internacional Compostela de Álbumes Ilustrados). Kalandraka. Pontevedra, 2009 . 36 páginas. 12 euros.
- Donde viven los monstruos. Textos e ilustraciones de Maurice Sendak. Alfaguara. Madrid, 2008. 40 páginas. 10,90 euros.
-El nacimiento del Dragón. Wang Fei (historia, caligrafía y sellos). Marie Sellier. Ilustraciones de Catherine Louis. Traducción de Pedro A. Almeida. Faktoría K. Vigo, 2009. 32 páginas. 15 euros.
miércoles, 22 de junio de 2011
martes, 21 de junio de 2011
lunes, 20 de junio de 2011
La música, en caída libre...
La música, en caída libre
Las ventas de las discográficas bajan un 17% en 2009 - "España podría convertirse en un páramo", dice el sector
Vender música grabada definitivamente no es un buen negocio. En 2009 los ingresos de este sector en España cayeron un 17% respecto a 2008, según datos presentados ayer en Londres por la Federación Internacional de la Industria Discográfica (IFPI, en sus siglas inglesas). La caída de ventas acumulada desde 2001 es del 71,46%. Una auténtica debacle que los directivos de grandes discográficas achacan a la piratería y a la pasividad para combatirla.
La industria asegura que ya ha adaptado a los nuevos tiempos su modelo de negocio: "No hay ningún otro sector que se haya movido más rápido para responder a las necesidades de los usuarios", afirmó Eric Daugan, de Warner Music. A escala mundial las ventas se han desplomado en torno a un 10% en 2009 (un 30% entre 2004 y 2009). Por primera vez, los formatos digitales representan más de un cuarto (el 27%) del total. El año pasado las ventas en soporte digital crecieron un 12%, hasta casi 30.000 millones.
El informe pinta a España como un país con "una de las mayores tasas de intercambio ilegal de archivos". Y por eso protagonizó buena parte de la presentación. Según Rob Well, vicepresidente de Universal Music, España lleva camino de convertirse en un "páramo cultural" si no se hace algo contra la piratería. Las acusaciones de pasividad e inacción contra el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero fueron suavizadas por el presidente de Promusicae (sección española de IFPI), Antonio Guisasola, quien en un comunicado expresó su deseo de que "el actual Gobierno continúe con el proceso que acaba de iniciar", en referencia a la polémica ley antidescargas de Cultura.
Las 10 canciones más vendidas en formato digital en 2009 son todas de artistas anglosajones. Encabeza la lista Pokerface, de Lady Gaga, adquirida por 9,9 millones de compradores. En segundo lugar se sitúa Boom boom pow, de Black Eyed Peas (8,5 millones de descargas), y en tercer puesto I'm yours, de Jason Mraz (8,1 millones). "En 2010 esperamos que el número 1 sea adquirido por unos 10 millones de compradores", dijo John Kennedy, presidente de IFPI.
El año pasado los españoles se gastaron 211 millones de euros en música grabada, mientras que en 2008 esa cifra fue de 254,4 millones. Los solistas y grupos españoles, según el estudio, han sufrido un recorte de ventas del 65% desde 2004. Aunque los formatos digitales se apuntan un crecimiento del 10,6% (y representan ya el 15,3% del mercado español), el batacazo de los productos físicos es imparable (descenso del 20,6%).
La industria asegura que en 2009, por primera vez, "ninguna figura debutante se hizo hueco entre los 50 títulos más vendidos del año". En 2008, sólo Pitingo figuró como artista revelación y de éxito; en 2003 (en plena eclosión de Operación Triunfo), 10 de los 50 álbumes más vendidos correspondían a artistas noveles.
Los directivos de la IFPI defienden que cuando los Gobiernos ponen en marcha legislaciones para atajar la piratería y se ofrecen servicios atractivos de descarga autorizada (se citaron iTunes y Spotify), las ventas de formatos tradicionales también mejoran. Wells llegó incluso a afirmar que es necesario mejorar "la educación" de los consumidores y practicar con sabiduría la técnica "del palo y la zanahoria".
Corea del Sur y Suecia son los modelos en los que se fija la industria. En el caso coreano, por primera vez en cinco años han subido las ventas de CD: "Un país en el que la mejoría en el ambiente legal, combinado con un abanico de ofertas legítimas, parece haber contribuido a un notable incremento en las ventas legítimas de música", señala el informe. En el caso de Suecia, el mercado musical creció un 10,2% en 2009.
El mercado digital
- Servicios para acceder a música digital con autorización (como iTunes o Spotify): más de 400.
- Catálogo disponible para los usuarios de servicios online: más de 11 millones de canciones.
- Ingresos de la industria en todo el mundo en 2009: 30.000 millones de euros.
- Ingresos del mercado digital en España en 2009: 32,3 millones de euros.
- Incremento de las ventas digitales (entre 2004 y 2009): 940%.
- Un tercio de los internautas europeos consume vídeos musicales en Internet.
- Uno de cada cuatro usuarios de redes p2p (de intercambio de archivos) no gasta nada en música grabada.
domingo, 19 de junio de 2011
Es el recuerdo...
sábado, 18 de junio de 2011
viernes, 17 de junio de 2011
No me llames Dj, por favor...
No me llames Dj, por favor
Alexandra Richards asegura ser modelo pero sus mayores ingresos derivan de sus bolos como dj. Cuando es contratada en locales neoyorquinos, recibe unos 6.700 euros por sesión. Cualquiera podría pensar que Alexandra es un prodigio de los platos, pero resulta que cobra esa cantidad puramente por ser... la hija de Keith Richards.
Un momento, un momento. Algo huele a mofeta: Keith puede tener un vasto conocimiento del reggae, el blues o el country pero no sabíamos que la cultura musical se transmitiera por la vía genética. ¡Qué más da! Alexandra pertenece a la triunfante categoría de los celebrity dj's, famosillos que son contratados en clubes y fiestas por su nombre: el equivalente londinense sería Peaches Geldof, hija de Bob. El caché está relacionado con el morbo mediático. Samantha Ronson es hermana del productor Mark Ronson, pero su cotización depende del estado de su guadaniesca relación con Lindsay Lohan: si la actriz aparece en el club de Los Ángeles donde pincha, Samantha se lleva 17.000 euros; caso contrario, se conforma con 10.000.
Lo de pinchar es metafórico, obviamente. Muchas de estas criaturas traen su música en un par de iPod. Son modelos, actores, diseñadores, hijos de papá que entienden la necesidad de mantener el look y, pobrecitos, sería cruel obligarlos a cargar con una maleta llena de discos. Obviamente, los dj's profesionales vomitan ante semejante intrusismo: tienen ahora menos oportunidades para trabajar. Mucha envidia, además: su remuneración rara vez pasa de los tres dígitos. Hablamos, naturalmente, del ejército de dj's anónimos, los que no aparecen en las revistas.
Esos currantes ya se habían habituado a la competencia de los músicos, que actualmente redondean sus ingresos haciendo los llamados dj sets, que permiten a los promotores anunciar grandes nombres en las cabinas. Debemos reconocer que tiene su punto escuchar lo que programan Peter Hook o Andy Rourke, aunque luego se muestren tacaños y altivos. Pero ahora es el turno de los concursantes de Gran Hermano o el novio de tal. Y no todos se han preocupado de tomar lecciones para aprender los rudimentos del asunto, como hizo Jesús Luz: el actual beau de Madonna ahora puede permitirse exigir 6.700 euros por media hora de house extraído de su portátil.
Quiero pensar que era diferente cuando un servidor empezó a pinchar, allá por los años noventa. Con mi socio de entonces, José A. Castillo, delimitamos nuestra función: en la publicidad, avisábamos de que ejercíamos de "pinchadiscos". Aparte de cierta voluntad didáctica, respetábamos la integridad de los discos que sonaban. Algo muy diferente de la labor del dj, que trocea, acelera, manipula la materia sonora original.
Ya por entonces, se tendía a divinizar al dj. Recuerdo haber leído equiparaciones con los comisarios del mundo artístico; según aquello, cualquier abrevadero nocturno merecía consideración de museo de moderno arte sonoro, con la particularidad de que la exposición se evaporaba según avanzaba la noche. Se leían muchas tonterías.
Aun antes de la irrupción de los celebrity dj's, el oficio se había democratizado, por no decir degradado: si cualquiera puede pinchar, ¿para qué se necesitan especialistas? Hace unas semanas, cuando se empezó a hablar del juego dj Hero, aquello parecía la puntilla: haga usted de dj sin salir de casa. Pero, atención, paren las máquinas: las cifras que llegan desde EE UU revelan que el videojuego no está siendo un pelotazo.
Cuentan que Dj Hero resulta comparativamente caro. Que requiere una coordinación entre manos y orejas no al alcance de cualquiera. Que se centra en la confección de mash-ups ("injertos", decimos por aquí), algo que tiene su atractivo pero que abruma en largas dosis. Aparte, jugar a dj en una habitación no es necesariamente una actividad fascinante: no hay demasiado espectáculo, se presta mal al elemento competitivo. Eso ya lo sabíamos desde los tiempos de los guateques: no había peleas por quedarse junto al tocadiscos. Siempre nos tocaba a los raritos.
jueves, 16 de junio de 2011
miércoles, 15 de junio de 2011
martes, 14 de junio de 2011
Cómo actúa nuestro cerebro...
Cómo actúa nuestro cerebro para hacernos adictos a Google
* El neurotrasmisor llamado dopamina es el que hace que seamos adictos a la búsqueda.
* Nuestros cerebros están hechos para que sea más fácil estimularlos que satisfacerlos.
Búsquedas. No puedes parar de hacerlas. A veces uno siente como si las necesidades básicas de comer y dormir o el deseo sexual hubieran quedado invalidados por una necesidad nueva de gadgets de información electrónica. Nuestra curiosidad es tan insaciable que recabamos información incluso aunque nos pueda traer problemas. Las búsquedas en Google están comenzando a motivar que se declaren juicios nulos porque los jurados, oídas las declaraciones, ignoran las instrucciones de los jueces y se ponen a buscar los hechos por su propia cuenta y riesgo. Buscamos información que ni siquiera nos interesa.
Nina Shen Rastogi escribió la siguiente confesión en un blog de Double X: "Mi novio ha amenazado con dejarme si sigo sacando a toda prisa mi iPhone para buscar al azar anécdotas de famosos cuando salimos a cenar". Hemos llegado al punto de preguntarnos si estamos bien de la cabeza. La periodista Virginia Heffernan aseguró en el New York Times que llegaba a estar tan obsesionada con los posts en Twitter sobre la detención de Henry Louis Gates que se pasaba días "actualizando como una loca con el resultado de mi búsqueda".
En el fondo somos como esas míticas ratas de laboratorio que presionaban una palanca sin parar para procurarse una descarga eléctrica en el cerebro. Mientras tecleamos en nuestros motores de búsqueda, parece que estamos estimulando el mismo sistema cerebral que los científicos descubrieron por casualidad hace más de 50 años al explorar cráneos de rata.
En 1954, el psicólogo James Olds y su equipo estaban estudiando el proceso de aprendizaje de las ratas en un laboratorio de la Universidad Internacional McGill de Quebec (Canadá). Adherían un electrodo al cerebro de las ratas y, cuando la rata se dirigía a un rincón determinado de su jaula, le proporcionaban una pequeña descarga eléctrica y observaban su reacción. Un día insertaron sin saberlo la sonda en el lugar equivocado y cuando Old sometía a la rata a sus pruebas, ésta volvía una y otra vez al rincón donde había recibido la descarga. Acabó descubriendo que si la sonda se colocaba en el área hipotalámica lateral del cerebro y se permitía a las ratas presionar una palanca y estimular sus propios electrodos, presionarían hasta sufrir un colapso.
Olds, y todos los demás, dieron por sentado que había descubierto el centro cerebral del placer (algunos científicos aún lo creen). Experimentos posteriores practicados en humanos confirmaron que las personas descuidarían casi todo —su higiene personal, sus obligaciones familiares— con tal de seguir alcanzando esa euforia.
Pero para el neurólogo Jaak Panksepp, de la Washington State University, este supuesto placer no parecía serlo tanto. Esas ratas que se estimulaban a sí mismas, y más tarde esos humanos, no mostraban la misma satisfacción eufórica que criaturas comiendo galletas rellenas Oreo o que las que disfrutaban de repetidos orgasmos. Los animales, escribe en 'Affective Neuroscience: The Foundations of Human and Animal Emotions' ('Neurociencia afectiva: los fundamentos de las emociones humanas y animales'), estaban "excesivamente excitados, incluso enloquecidos". Las ratas no paraban de olfatear y rebuscar. Algunas personas relataron que sintieron excitación sexual pero que no llegaron a experimentar el orgasmo. Los mamíferos a los que estimulaban el área hipotalámica lateral parecían estar atrapados en un círculo vicioso "donde cada estímulo provocaba una estrategia de búsqueda vigorizante", escribe Panksepp, (y no se estaba refiriendo a Bing —el buscador de Microsoft—).
La excitación se llamaba búsqueda
Es un estado emocional al que Panksepp tuvo que dar muchas vueltas para poder denominarlo: curiosidad, interés, búsqueda, anticipación, ansia, expectación. Finalmente, se decidió por 'búsqueda'. El neurólogo ha pasado décadas trazando el mapa de los sistemas emocionales del cerebro que considera que comparten todos los mamíferos, y sostiene que "la búsqueda es el abuelo de todos los sistemas". Es el motor motivacional del mamífero que cada día nos saca de la cama, o la guarida, o del agujero, y nos adentra en el mundo. Por eso, como escribe el biólogo Temple Grandin en 'Animals Make Us Human' ('Los animales nos hacen humanos'), hay experimentos que demuestran que los animales en cautividad preferirían tener que buscar su comida a que se la dieran.
Para los seres humanos, este deseo de búsqueda no va solo de satisfacer necesidades físicas. Panksepp dice que los humanos pueden alcanzar la misma excitación con recompensas abstractas que con las tangibles. Asegura que cuando nos asalta una intensa sensación de placer o excitación relacionada con el mundo de las ideas, con establecer conexiones intelectuales, con descubrir significado, son los circuitos de búsqueda los que se están disparando.
El elixir que alimenta el sistema de búsqueda es un neurotransmisor llamado dopamina. Los circuitos de dopamina "promueven estados de anhelo e intencionalidad orientada", escribe Panksepp. Es un estado que a los seres humanos les encanta. Nos hace sentirnos tan bien que buscamos actividades o sustancias que mantengan este sistema despierto —la cocaína y las anfetaminas, drogas estimulantes por excelencia, lo avivan de forma especialmente eficaz—.
¿Nunca os habéis encontrado ante el ordenador con la intención de invertir tan sólo unos segundos en averiguar en qué otra película actuaba una determinada actriz y acabáis dándoos cuenta de que esa búsqueda inicial os ha llevado a googlear durante una hora? Agradecédselo a la dopamina. Se cree que nuestro sistema dopaminérgico controla nuestra impresión del tiempo. Las personas con trastornos de hiperactividad tienen carencia de dopamina y un estudio reciente sugiere que ése puede ser el origen del problema. A los hiperactivos, incluso períodos cortos de tiempo se les hacen eternos. Un artículo del año pasado en The Atlantic titulado '¿Nos estará volviendo idiotas Google?', Nicholas Carr especula sobre la idea de que nuestra forma de navegar por internet está remodelando nuestros procesos mentales hasta hacer que sea casi imposible para nosotros prestar atención a un texto largo de forma prolongada. A la manera de las ratas de laboratorio, no dejamos de pulsar la tecla 'Intro' para conseguir nuestro próximo 'chute'..
El profesor de psicología de la universidad de Michigan Kent Berridge ha dedicado más de dos décadas a tratar de entender cómo el cerebro experimenta placer. Él, como Panksepp, también ha llegado a la conclusión de que lo que las ratas de James Olds estaban estimulando no era su centro cerebral de recompensa. En una serie de experimentos, él y otros investigadores han sido capaces de determinar que los cerebros de los mamíferos disponen de sistemas separados para lo que Berridge denomina "querer algo" y "que algo guste".
Querer y gustar, cosas diferentes
'Querer algo' es el equivalente en Berridge del sistema de búsqueda de Panksepp. El sistema que rige lo que nos gusta es lo que Berridge considera el centro del mecanismo cerebral de recompensa. Cuando experimentamos placer, es nuestro propio sistema opioide, más que nuestro sistema dopaminérgico, el que está siendo estimulado. De ahí que los opiáceos induzcan una especie de gozoso estupor tan distinto del efecto estimulante de la cocaína y las anfetaminas. Querer algo y que algo guste son complementarios. El primero favorece y acelera que pasemos a la acción; el segundo nos lleva a una pausa satisfactoria. La búsqueda ha de detenerse, aunque sólo sea durante unos momentos, para que el sistema no entre en un círculo vicioso sin fin. Cuando conseguimos el objeto de nuestro deseo (ya sea un bollo Twinkie o una pareja sexual), nos entregamos a actos consumistas que Panksepp asegura que reducen la excitación cerebral y, al menos, de forma pasajera, inhiben las ganas imperiosas de buscar.
Pero nuestros cerebros están hechos para que sea más fácil estimularlos que satisfacerlos. "El cerebro parece ser más mezquino con los mecanismos de placer que con los de deseo", ha llegado a afirmar Berridge. Esto tiene sentido desde el punto de vista evolutivo. Las criaturas con falta motivación, que encuentran fácil caer en un éxtasis inconsciente, es probable que vivan poco tiempo (y acaso sean felices). Así que la naturaleza nos imbuyó de un insaciable afán de descubrir, de explorar. El neurólogo de la universidad de Stanford Brian Knutson ha estado poniendo a individuos ante escáneres de imágenes por resonancia magnética y observando sus cerebros mientras se entretienen jugando a invertir de forma ficticia. Su experimento ha arrojado resultados constantes y coherentes de que las imágenes en nuestro cráneo muestran que la posibilidad de obtener beneficios es mucho más estimulante que conseguirlos realmente.
Experimentos con animales muestran cuán potente (y distinto) es querer algo comparado con que algo guste. Berridge escribe que hay estudios que ponen de manifiesto que las ratas cuyas neuronas productoras de dopamina han sido destruidas conservan la capacidad de andar, mascar y tragar pero morirán de hambre aunque tengan comida delante de las narices porque han perdido la voluntad de obtenerla. En cambio, Berridge descubrió que las ratas con una mutación que inunda sus cerebros de dopamina aprendían a conseguir su comida antes que las ratas normales. Pero, una vez la habían obtenido, no encontraban la comida más placentera que las otras ratas.
¿Eres un adicto a Google?
El estudio tiene repercusiones en el tratamiento de la adicción a las drogas y otros comportamientos compulsivos. Berridge ha sugerido que en algunas adicciones el cerebro se va haciendo más sensible al ciclo de querer una determinada recompensa. Así que los adictos se vuelven obsesivamente obligados a buscar la recompensa, incluso aunque la recompensa en sí deje de ser progresivamente tan reconfortante una vez se ha obtenido. "El sistema dopaminérgico no incorpora la saciedad", explica Berridge. "Y bajo ciertas condiciones puede llevarnos a tener necesidades irracionales, excesivas, que haríamos mejor en renunciar a ellas". Así que nos encontramos con que dejamos que una búsqueda en Google nos conduzca hacia otra, a menudo sintiendo que la información no es vital y a sabiendas de que deberíamos parar. "Mientras permanezcas ahí sentado, el consumo renueva el deseo", explica.
En realidad, todos nuestros dispositivos electrónicos de comunicación están alimentando el mismo deseo imperioso que nuestras búsquedas. Como somos criaturas inquietas e impacientes y nos aburrimos con facilidad, nuestros gadgets nos proporcionan en abundancia atractivos que nuestro sistema de búsqueda/querencia encuentra especialmente excitante. Uno de ellos es que constituye una novedad. Panksepp asegura que el sistema dopaminérgico se activa al encontrar algo inesperado o al anticipar algo nuevo. Si las recompensas se vuelven imprevisibles —como los mensajes de correo electrónico y los de texto— nos dejamos llevar más aún por el entusiasmo. No es de extrañar que denominemos ‘CrackBerry’ a esta dependencia.
El sistema también se activa por un determinado tipo de indicador de que la recompensa está en camino. Para que ésta tenga el máximo efecto, los indicadores han de ser pequeños, discretos y específicos —como el timbre que hacía sonar Pavlov con sus perros—. Panksepp sostiene que una forma de llevar a los animales hasta el frenesí es darles tan sólo pequeños trozos de comida: esta provocación estimulante e insatisfactoria a la vez conduce al sistema de búsqueda hacia la hiperactividad. Berridge dice que el 'ring' que anuncia un nuevo mensaje de correo electrónico o la vibración que avisa de que tenemos un nuevo mensajes en el móvil funciona para nosotros como indicador de recompensa. Y cuando respondemos a éste, obtenemos algo de información nueva que nos hace querer más aún. Este apetitoso bocado de información puede ser tan incomparablemente potente para los humanos como unos cereales azucarados de sabores para una rata. Cuando se le proporciona a una rata una dosis minúscula de azúcar, desarrolla un apetito desaforado, sostiene Berridge: un estado muy intenso y no necesariamente placentero.
Si los humanos somos máquinas de buscar, hemos creado los artefactos perfectos para permitirnos buscar sin cesar. Tal vez esto debería volvernos cautelosos. En su libro 'Animals in Translation',Temple Grandin describe cómo volver locos a dos gatos domésticos moviendo rápidamente el puntero de un láser por la habitación. No paraban de acechar y abalanzarse sobre ese punto de luz inatrapable —su sistema dopaminérgico bombeando—. Asegura que ningún gato salvaje caería en un comportamiento tan inútil: "Un gato quiere atrapar al ratón, no perseguirlo en círculos para siempre." Asegura que la 'búsqueda ciega' vuelve menos probable que un animal satisfaga sus necesidades reales "dado que cortocircuita su conducta de acechar de forma inteligente". A medida que seguimos persiguiendo fragmentos parpadeantes de información, late una saludable advertencia.
*Artículo originalmente publicado en el medio digital estadounidense Slate (Traducción: Carola Paredes)
lunes, 13 de junio de 2011
Lo que no es un informático
Soy informático, pero no voy a programarte el vídeo.
TriQui en "El mundo de deckerix"
domingo, 12 de junio de 2011
sábado, 11 de junio de 2011
Cómo vender café a tres euros...
Cómo vender café a tres euros en época de crisis
Starbucks España, ahora en manos del Grupo Vips, reforma tiendas y refina sus 'rasgos' locales para retener clientes
Dicen que el secreto de Starbucks está en que ofrece 87.000 formas posibles para tomarse un café. Pero en un país de pincho de tortilla y café con leche no puede mantenerse una cadena de 76 establecimientos sólo a base de combinaciones cafeteras. El grupo Vips, ahora propietario del ciento por ciento de la cadena en España, lo sabe. Por eso trabaja en otros frentes. Acaba de reformar uno de sus locales más emblemático en España y ha incluido azulejos catalanes y cuero de Toledo en la decoración. Ha añadido a su carta desayunos con tostadas y promete ser cada día más verde. Todo con tal de mantener la clientela para un producto un poco caro si se compara con la competencia.
Álvaro Salafranca, director general de Starbucks España, llega preparado para la pregunta del millón. ¿Un café por casi tres euros no es demasiado? Antes de terminar de oírla, salta de la silla. "¿De verdad es caro? Estamos ofreciendo el mejor café del mundo, preparado exactamente al gusto, servido por la gente más amable del mundo, en el ambiente ideal, que te permite trabajar, oír música o leer... Y todo eso, por unos euros, ¿es caro?". Lo cierto es que sea o no caro, la cadena, nacida en 1971 en Seattle (Estados Unidos) y con cerca de 10.000 locales en el mundo, tiene éxito en España, donde abrieron hace nueve años. "En España hay menos prejuicios de los que imagina la gente", defiende el directivo.
Muchos dudaban de que aquí nadie estuviera dispuesto a gastar tres euros en un café en un vaso de papel. Pero el cliente, justifica, ha adaptado las cafeterías a sus posibilidades. "Hay quien viene todos los días, otros que vienen todos los días varias veces y hay quien sólo viene el fin de semana. Y hay quien pasa toda la tarde con un solo café". Aun así, dice Salafranca, no se plantean limitar nunca las estancias. "Un cliente satisfecho es un cliente rentable", defiende. "Puede que pase la tarde entera sólo con un café, pero si sale contento, volverá", razona.
"Starbucks tiene éxito en un país como éste, de taberna y pincho de tortilla, al fin y al cabo lo que el cliente necesita es ser querido, y aquí ofrecemos conexión emocional", insiste. Por eso, y porque ofrece conexión a Internet gratuita, no se puede fumar, hay sillones... La cuestión es que ya no son los únicos con todos esos alicientes. Para empezar, la ley antitabaco igualará presumiblemente a todos los locales en el sentido del humo. Internet es cada vez más omnipresente, y lo de los sofás, ya no es exclusivo de esta cadena. ¿Cómo retener pues a los clientes?
El directivo español apunta varias estrategias. La primera, la de adaptar productos. "Nos pidieron el café con leche clásico, y ahí está. También ofertas de desayuno. Y bocadillos", repasa. Además, se han apuntado a lo glocal. En el local que la cadena de cafeterías tiene en la plaza de Cánovas del Castillo de Madrid, frente a la fuente de Neptuno, los azulejos que cubren las mesas son catalanes. Las sillas son de cuero traído de Toledo. Vigas de madera, mesas antiguas restauradas... Todo mezclado con toques de la decoración Starbucks más estándar. Una extraña combinación entre lo local y la globalización pura que piensan llevar a más locales. "Los nuevos diseños irán más a la comunidad, la materia prima, poco impacto medioambiental... y a ese punto local", explica.
La marcha de la marca en el mundo se ha utilizado en los últimos años como termómetro de la marcha de la economía mundial. Creció muy deprisa y en 2008 se vio obligada a cerrar 600 tiendas en Estados Unidos. Y en 2009 todos esperaban lo peor. Pero no. Sorpresa. Los resultados publicados en diciembre eran mucho mejores de lo esperado, y ganaron 262 millones de euros en el ejercicio. Han recortado costes y buscan nuevos mercados, como el del café soluble. Llevan años buscando la fórmula, y ahora que están cerca, están probando el producto en los vuelos de Easyjet.
En España la empresa no cotiza en Bolsa, así que la información que ofrece es algo escasa. "En este país es rentable. Ahora mismo cumple su plan de crecimiento y sus previsiones. Si no, ¿por qué se lo iba a quedar el Grupo Vips". A Salafranca le encanta salpicar las conversaciones de preguntas retóricas. Después de insistir deja caer que los resultados son buenos. "Y en 2010 prevemos mejorarlos más", admite.
Las relaciones entre la madre Vips y el hijo adoptivo americano, dice, son excelentes. "Vips da soporte a Starbucks en las decisiones que Starbucks quiere tomar. No toma las decisiones por ella ni viceversa", comenta. Asegura que a la cadena, ahora presente en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y el aeropuerto de Gran Canaria, aún le queda recorrido. Starbucks, asegura, tiene vocación nacional, pero no tiene ansiedad de conquistar. Abrirán algunos locales pronto, en más ciudades y se expandirán donde ya están. Pero todo "con calma".
Empleados, aseguran, no han despedido a ninguno con la crisis. "Lo único que hemos hecho es recolocar a algunos partners". Para Salafranca la palabra empleado no existe. Sólo partner. Algo así como colaborador, pero en inglés. Una de sus colaboradoras le sirve una degustación de café. Es el tercero del día. Antes de que finalice la jornada, cuenta, se tomará al menos otras tres tazas. -
viernes, 10 de junio de 2011
Y dicen las canciones que...
jueves, 9 de junio de 2011
miércoles, 8 de junio de 2011
Diez cosas que debes hacer...
Diez cosas que debes hacer si quieres ser famoso
Después de dos años y medio y miles de posts, en Poprosa estamos en disposición de compartir contigo amigo/a poprosero/a las claves para convertirte en toda una celebrity y dejar de poner comentarios en los posts para convertirte en protagonista de los mismos. Son diez pasos que debes seguir para alcanzar tu objetivo (son los mismos seas chico o chica). Ya lo decían en ‘Fama’ (la serie, no el programa de Cuatro), la fama cuesta. ¿Estas preparado/a? Pues adelante.
1. Hazte un twitter
Los famosos siempre van a la moda y ahora mismo no hay nada más de moda que Twitter, el servicio de microblogging que te permite, en forma de mensajes de hasta 140 caracteres, contarle al mundo lo guay, cool y awesome que eres. Además necesitarás una cuenta asociada en Twitpic para subir al instante las fotos tomadas desde tu iPhone. No importa que sean estrellas de Hollywood, jugadores de la NBA, pornstars o simples vividores, todos están en Twitter… y tu debes estar allí con ellos.
2. Se extravagante
Las personas normales rara vez llegan a ser famosas. Tienes que ser extravagante, no importa que sea vistiendo raro, comiendo placenta o adoptando un cerdo como mascota, tienes que salirte de lo establecido, te tienes que diferenciar del pueblo llano para que el pueblo llano quiera ser como tu.
3. Se ambiguo
Antes te aplicaban la ley de vagos y maleantes y te enviaban a la carcel si no lo eras pero en los tiempos que corren, ser heterosexual es aburrido, no vende. Ahora lo que se lleva es la bisexualidad, hincarle el diente tanto a la carne como al pescado… o por lo menos insinuarlo. Ojo, no estamos hablando de que te conviertas en un ser ridículamente andrógino como el cantante de Tokio Hotel sino de ser ambiguo en cuanto a tu sexualidad de cara al resto del planeta, que todos, tanto el camionero como la ama de casa, sueñen que tienen posibilidades contigo.
4. Peleate con los paparazzis
Te encanta la fama y quieres con locura que los paparazzis te sigan a todos lados pero a la gente normal y corriente no les gustan los attention whores (los todo por la fama, para que nos entendamos) por lo que tienes que hacerte el ofendido y pelearte con ellos ya sea a puñetazos, a paraguazos o a escupitajos. Luego, cuando dejen de grabar o hacer fotos, los invitas a unas cañas… y que paguen ellos porque un famoso nunca paga. ¡Que no se te olvide nunca!
5. Consigue una ficha policial
Los chicos buenos y las santas no venden, es un hecho científico probado por un estudio de la Universidad de Toronto en colaboración con el Instituto de la Fama de Lepe. Tienes que ser malote o malota y nada mejor para demostrarlo que una ficha policial con los dos típicas fotos de frente y de perfil… y que esa ficha (DUI en nuestro argot) llegue misteriosamente a los medios. Desde Isabel Pantoja a Britney Spears han recurrido a este infalible método cuando su popularidad no estaba en lo más alto y si ellas lo han hecho tu no debes ser menos.
6. Da siempre tu opinión
No importa que sea sobre la ley del aborto, el Madrid – Barça o el último ligue de Ana Obregón, si ves un micrófono abierto tu debes dar tu opinión y cuanto más incendiaria y menos informada sea, mejor (buscar Belén Esteban en Youtube para clase práctica de este paso). Además, si vuelven a preguntarte sobre el tema (que lo harán), contradicete a ti mismo, así conseguirás que te vuelvan a preguntar de nuevo. Es lo que se llama pescadilla que se muerde la cola o círculo famoso. No suele fallar.
7. Ve a todos los saraos
En tu casa no te vas a hacer famoso viendo ‘El Diario de Patricia’ y ‘Gran Hermano’ con el pijama puesto. Tienes que salir, ponerte tus galas más estrafalarias y buscar cualquier alfombra roja que veas. Allí habrá cámaras y copas, la combinación perfecta para saltar al estrellato. Por supuesto, si no te han invitado a la fiesta…. mejor.
8. Casate y divorciate… varias veces
Pocas cosas venden más que una boda y entre ellas está un divorcio. Así que ya sabes, a casarte y descasarte cuantas más veces mejor, como si intentaras batir el record de Elizabeth Taylor, y a cobrar exclusivas por un tubo. Eso si no olvides que tu conyuge tiene que ser más famoso que tu. Y si no eres muy de formalismos, juntarse y desjuntarse también es válido aunque un poco menos lucrativo, por lo que lo tendrás que hacer más veces.
9. Ponle a tus hijos nombres raros
Los hijos de las personas normales y los hijos de los famosos se diferencian en una sola cosa: el nombre. Si eres famoso no le puedes poner a tu hija María porque no te va a comprar la exclusiva ni el Pronto. Necesitas un nombre con gancho: una fruta (Apple), una ciudad (Paris, Brooklyn), un superheroe (Kalel), en spanglish (Stella del Carmen, Kevin José), en vulcaniano, con carácteres cirílicos… Eso si, si el nombre es compuesto no puede pasar de una longitud de tres palabras porque a partir de ahí son nombres monárquicos y eso ya no mola, que las transfusiones de sangre azul son carísimas.
10. Haz un vídeo porno amateur
¿Nada de lo anterior ha dado resultado? ¿Tu efímera fama se ha evaporado cual droga en la puerta de la casa de Amy Winehouse? Siempre podrás recurrir a grabar las guarradas que haces con tu pareja y que la cinta llegue misteriosamente a manos de TMZ o webs similares. Eso si, ve manteniendo el suspense como si de un blockbuster de Hollywood se tratara: primero unas fotos, luego un teaser trailer, luega una denuncia en el juzgado, unos lloros por los platós y finalmente la cinta al completo. Para mayor información contactar con Pamela Anderson, Paris Hilton o Eric Dane.
Y hasta aquí esta Guía hacia el estrellato en diez cómodos pasos con la garantía certificada de Poprosa. Si no consigue usted el resultado esperado le devolveremos gustosos el dinero. Es una oferta que no encontrará en tiendas. Llame ahora y le regalaremos un libro de buen gusto en el vestir prologado por Lady Gaga y un cede con los grandes éxitos de Los Pecos, el mejor duo femenino del pop español.
Pd: si siguiendo estos consejos consigues saltar a la fama no te olvides de tus amigos de Poprosa y danos las exclusivas a nosotros… aunque con un buen primer plano de un ordenador (Apple a poder ser) con nuestro blog bien visible en tu vídeo porno amateur también nos conformamos.
martes, 7 de junio de 2011
lunes, 6 de junio de 2011
domingo, 5 de junio de 2011
Tus datos íntimos son...
Tus datos íntimos son una mina
- La digitalización de la vida cotidiana genera miles de registros
- La 'minería de datos' sirve para la investigación médica o la lucha contra el terror
- Las cifras anticipan nuestros actos
En nuestro quehacer cotidiano, cada vez más digitalizado, generamos constantemente datos sobre nuestros hábitos. Dejamos pistas en todas partes. Al comprar en el supermercado pasamos la tarjeta de fidelidad y, clic, quedamos registrados: cada semana, por ejemplo, junto a la carne, la verdura y los huevos, solemos comprar una cuña de parmesano y, sólo una vez al mes, un cartón de helado de vainilla. Luego enviamos SMS con el móvil y, clic, nuestro registro indica con cuánta gente nos relacionamos y si somos un usuario frecuente. Quizá después, en la oficina, navegamos un rato; leemos un par de periódicos, mandamos tres e-mails y compramos un billete de tren; clic, clic, clic...
Las bases de datos aumentan masivamente hasta convertirse en un pandemonio de millones de entradas. De ese caos, sin embargo, es posible desentrañar pautas sobre nuestro comportamiento para elaborar modelos predictivos y aplicarlos a la publicidad y al marketing, claro, pero también a la medicina, la gestión empresarial, los procesos electorales y la lucha contra el terrorismo. A la búsqueda de esas pautas se dedican los expertos en data mining (explotación o minería de datos), básicamente especialistas en estadística, matemáticos e ingenieros informáticos, encargados de desbrozar semejantes junglas de archivos en busca de patrones de comportamiento que ayuden a anticipar nuestras decisiones.
"El floreciente mundo de los datos es un laboratorio gigante sobre el comportamiento humano. Es una mesa de operaciones para las ciencias sociales, el comportamiento económico y la psicología", escribe Stephen Baker, periodista de BusinessWeek, en el ensayo The Numerati. How they'll get my number and yours (Jonathan Cape). En su libro, Baker aborda el prometedor futuro de la minería de datos: "En la década que viene, cada uno de nosotros dará lugar, a menudo, sin advertirlo, a modelos propios en casi cada aspecto de la vida. Seremos modelados como trabajadores, pacientes, soldados, amantes, clientes y votantes", escribe. Su vaticinio es ambicioso: sumadas todas estas facetas, veremos la "modelación matemática de la humanidad".
Una empresa habituada a trabajar con enormes bases de datos, el buscador Google, ya está aplicando el data mining en la gestión de los recursos humanos de su propia plantilla. Ante la marcha de algunos cargos estratégicos (ingenieros, diseñadores y ejecutivos de ventas), la compañía está desarrollando una herramienta que le permitiría conocer el estado de ánimo de sus trabajadores y averiguar cuáles se plantean marcharse, según publicó recientemente The Wall Street Journal. Consiste en un algoritmo (una fórmula matemática) elaborado a partir de un gran volumen de datos (entrevistas, registros de nóminas y ascensos y evaluaciones de compañeros, etcétera) de sus 20.000 trabajadores. Google no da muchos detalles más, pero el funcionamiento de una herramienta así es conocido. "Se trata de crear un modelo de predicción del comportamiento", señala Lluís Belanche, profesor titular del Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad Politécnica de Cataluña.
"Se toma como referencia a los empleados que se fueron de la empresa porque no se sentían valorados. Cuando se tiene una muestra amplia, de miles, se analiza cómo se comportaron poco antes de marcharse". ¿Quizá mandaban menos e-mails a tan sólo un reducido grupo de amigos? ¿Pasaban más tiempo visitando páginas web o leyendo la sección de deportes?, se pregunta Baker, desde Nueva Jersey. "Si existe alguna pauta común entre estas personas insatisfechas, puedes enseñar a una máquina a buscar entre las pautas de la plantilla actual, y localizar a los empleados que encajan en ese perfil". Se trata de proyecciones y no garantizan una fiabilidad del cien por cien, advierte Belanche, "pero cuantos más registros se tienen, más confianza merece la predicción".
Las técnicas no son nuevas, pero por primera vez se empiezan a aplicar a gran escala a la gestión de los recursos humanos, la investigación médica y la lucha contra el terrorismo. "El data mining de Google no es tan diferente de otros análisis que hacen las empresas en sus intentos de anticipar nuestro comportamiento", señala Baker. "Las compañías de móviles, por ejemplo, examinan los patrones de nuestras llamadas en un intento de predecir quién es más probable que se cambie a otra operadora", añade. "Si tus llamadas siguen ese patrón es muy probable que recibas una oferta especial tentadora para que renueves tu contrato".
Las herramientas que procesan tal volumen de datos "son algoritmos de aprendizaje que proceden del campo de la inteligencia artificial", sostiene Fernando Corbacho, socio de operaciones de la compañía CognoData, especializada en la aplicación de la minería de datos en el sector empresarial. "Analizan las bases de datos y aprenden a distinguir entre los clientes que se han ido y los que no. Elaboran un perfil del cliente que se ha ido y luego lo aplica a cada empleado y dice si encaja en el perfil de fuga".
Otros gigantes del sector informático ya estudian cómo optimizar el rendimiento de sus trabajadores. La multinacional IBM se ha fijado en sus especialistas en tecnología. El proyecto consiste en reunir exhaustivos inventarios de las habilidades de cada uno de ellos y luego calcular matemáticamente la mejor manera de utilizarlos, según escribe Baker. Uno de los cerebros de la idea es el matemático Samer Takriti, investigador del Thomas J. Watson Research Center de IBM, en Nueva York, que se ha rodeado de un equipo de especialistas, desde data miners y estadísticos hasta psicólogos y antropólogos.
La empresa tiene vedados los archivos de personal, con evaluaciones anuales, pero prácticamente todo el resto de información está a su disposición. Y necesitan mucha. Cuanta más, mejor. Escudriñando currículos y registros de proyectos, el equipo puede construir un perfil de las habilidades y experiencia de cada trabajador. Puede saber cómo usan su tiempo y con quién se reúnen a partir de los calendarios online.
Además, en los registros de llamadas y los correos electrónicos están grabadas las redes sociales de cada técnico. "¿A quién envían copias adjuntas de sus e-mails? ¿Mandan copias ocultas a alguien? Estos mensajes ocultos podrían apuntar al crecimiento de redes informales dentro de la compañía", incide Baker. "Podrían mostrar que un cargo medio lidera en silencio a un importante equipo de colegas y que su jefe está fuera del circuito. Quizá ambos deberían intercambiar sus puestos". Proyectos como los de Google e IBM están aún en fase inicial, pero dejan entrever su alcance potencial.
En Estados Unidos la privacidad de los empleados está claramente definida: "El empresario es propietario de cada golpe de tecla y cada clic del ratón y de cada llamada del móvil de la empresa", subraya Baker. "Además pueden estudiar calendarios electrónicos, registros laborales y currículos". En España, una sentencia del Tribunal Supremo de 2007 concluyó que los empresarios pueden rastrear toda esa información pero tienen la obligación de avisar antes a los empleados de cualquier supervisión de sus comunicaciones a través de Internet, y deben establecer protocolos.
"Fue una sentencia algo ecléctica", señala el director de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), Artemi Rallo. "Se proclamó que el tipo de servicios que se ponen a disposición de los empleados son dignos de protección, pero en la misma sentencia se recoge que si el empresario avisa de que podrá acceder o accederá a e-mails e historiales y se protocoliza, la práctica sería legal". En cualquier caso -añade Rallo-, son situaciones nuevas, sobre las que existe escasa jurisprudencia, y la cobertura legal va avanzando para adaptarse.
Los nuevos expertos en gigantescas bases de datos, los numerati -como los ha bautizado Baker- juegan ya una función crucial en las empresas. "Por múltiples razones", observa Javier Arias, ingeniero de alianzas estratégicas de Google en España. "Para algunas es una herramienta para encontrar nuevas fuentes de beneficios (¿qué producto tengo que desarrollar/crear), para otras, el data mining es parte de su investigación y desarrollo (¿qué moléculas tienen más probabilidades de funcionar contra un cáncer específico?)". Y añade que las entidades bancarias pueden emplear la técnica para "detectar que una operación con tarjeta de crédito es fraudulenta porque no se corresponde con el patrón de uso normal".
Los usos comerciales del data mining son abundantes. "Los supermercados y las grandes cadenas, como Wal-Mart o Ikea, crean grandes bases de datos en los que cada entrada es, por ejemplo, un tique", indica Belanche. "Saben qué has comprado y, si tienes tarjeta de fidelidad, incluso tienen tus datos personales". Es información fundamental para determinar los patrones de compra y poder estimular las ventas. "Localizan por ejemplo dos productos que siempre se compran juntos y los colocan en dos pasillos separados para que tengas que pasar por un tercero y compres otros que no tenías previsto adquirir".
En la elaboración de los modelos de predicción se emplean desde la estadística tradicional hasta las reglas de asociación ("si este producto se compra junto a un segundo y un tercero, entonces es probable que se compre este cuarto"), indica Belanche. "También los bancos suelen invertir en el desarrollo de sistemas de predicción de impagos de préstamos", prosigue. "Las líneas aéreas en Internet cuentan con un registro de millones de entradas. Si se analiza el registro de clics se puede saber, por ejemplo, en qué momento un cliente ha dejado de comprar un billete y por qué; quizá porque ha recibido un cargo sorpresivo, por ejemplo. A las empresas les interesa saberlo".
E incluso se están estudiando aplicaciones en los procesos electorales: conocer el patrón de voto de los electores para poder personalizar el mensaje del candidato. En su ensayo, Baker describe el proyecto de la empresa Spotlight Analysis, dirigida por Josh Gotbaum, ex funcionario de las Administraciones de Carter y Clinton. Se propone localizar a los decisivos swing voters (el voto indeciso que puede resultar determinante en unos comicios) para poder afinar los mensajes electorales. ¿La técnica? En primer lugar, toman las colosales bases de datos de empresas como ChoicePoint o Acxiom, que acumulan registros sobre sentencias judiciales, transacciones inmobiliarias y de impuestos, y sobre hábitos de consumo (suscripciones a revistas, compra de libros, viajes, etcétera). Son compañías que "compran cada pequeño dato sobre nosotros que está en venta", advierte Baker, "y luego venden selecciones de esos datos a cualquiera que quiera perfilarnos para dirigirnos una campaña". Luego se cruzan esos registros con los análisis sobre las preocupaciones de los consumidores, suministrados por empresas como Yankelovich (que recoge lo que piensan 175 millones de consumidores sobre el éxito profesional, la vida familiar o su comunidad, entre otros valores). A todo ello se añade una serie de encuestas telefónicas. El resultado permite segmentar a los votantes de una manera muy útil para el diseño de las campañas electorales. "El tipo de análisis estadístico que discutimos aquí", precisa Baker, "tanto si se trata de predecir nuestro comportamiento como cazadores de casas o como consumidores de vino, es por naturaleza aproximado. Se basa en la probabilidad". Logran su objetivo "si consiguen respuestas mejores, más rápidas o más baratas que las habituales".
El uso de la minería de datos en medicina es incipiente pero prometedor. Baker enumera algunos proyectos de instalación de sensores en el domicilio de personas de edad avanzada. Recogerán las pautas de comportamiento y avisarán de cualquier irregularidad, como un descenso de peso o un cambio del ritmo de los pasos. Otros estudios investigarán durante las próximas décadas el desarrollo de nanosensores instalados en el organismo para examinar la sangre y poder alertar a tiempo del crecimiento de un tumor. "Para que funcionen, los numerati tendrán que desarrollar normas estadísticas para cientos de nuestras pautas biológicas".
Con todo, el campo de la minería de datos que plantea mayores conflictos sobre la invasión de la privacidad es el de la lucha contra el terrorismo. Tras los atentados del 11-S de 2001, Washington empleó más de mil millones de dólares para unir las ingentes bases de datos de la CIA y el FBI y ofrecer así una única fuente a los data miners, según explica Baker. Y, además, -enumera el periodista- rastrearon datos de consumo y demografía, revisaron registros de líneas aéreas y recibos de hotel, junto a millones de vídeos y horas de llamadas telefónicas y tráfico de internet recopilados por la National Security Agency (NSA). E incluso, según publicaron varios medios en 2006, las grandes compañías telefónicas entregaron al Gobierno el registro de millones de llamadas.
En esa batalla contra el terror se incluyó el software NORA, un sistema para identificar relaciones no evidentes entre tramposos de casinos, según detalla Baker. El programa fue ideado para rastrear las bases de datos internas de los casinos en busca de vínculos entre nombres, direcciones y números de teléfonos.
Tras el 11-S se utilizó NORA para cribar las identidades y movimientos de terroristas. Su creador, Jeff Jonas, es un científico de IBM que aboga por la defensa de los derechos de privacidad. "Necesitaremos tecnología que proteja nuestra identidad y políticas que salvaguarden nuestros derechos", advierte en The Numerati. "Vamos a necesitar mucha gente inteligente en política". Sin una profunda regulación -añade Baker- es probable que recibamos lo peor de ambos mundos, una sociedad de la vigilancia que aun así es incapaz de mantenernos seguros.
En cualquier caso, Baker pronostica un inmenso nuevo territorio para la ciencia. "Promete ser uno de los grandes logros del siglo XXI. Su alcance crecerá hasta incluir la mayoría del mundo físico a medida que los matemáticos metan mano en nuevos flujos de datos, desde constelaciones de sensores atmosféricos hasta la señal de millones de cámaras de seguridad", vaticina Baker. "Es un mundo paralelo que está tomando forma; un laboratorio para la investigación y el descubrimiento compuesto de números, vectores y algoritmos".
Aplicaciones del 'data mining'
- Comercio. Conocer el patrón de compras del cliente para, por ejemplo, diseñar mejores campañas de publicidad y aumentar las ventas.
- Empleo. Cuantificar las habilidades de los trabajadores para aprovecharlas al máximo. Localizar trabajadores descontentos.
- Elecciones. Cotejar grandes bases de datos sobre hábitos de consumo y encuestas para conocer con detalle las inquietudes y los intereses del votante y así perfilar mejores campañas.
- Medicina. Reunir grandes bases de datos biológicos para emplearlas en la detección a tiempo de tumores, demencias o alzhéimer.
- Lucha contra el terrorismo. Localización de relaciones, transacciones económicas y movimientos de sospechosos.
sábado, 4 de junio de 2011
Que alguien conozca...
viernes, 3 de junio de 2011
jueves, 2 de junio de 2011
Cuando la distorsión es arte...
Cuando la distorsión es arte
Una exposición recorre 25 años de creación alternativa a través de Sonic Youth
Kim Gordon, bajista, guitarrista y cantante del legendario grupo indie Sonic Youth, no siente especial nostalgia por el Nueva York de principios de los ochenta, cuando la banda explotó con la escena downtown de Manhattan, allá donde la ciudad perdió el nombre en una sucia sinfonía de arte, punk rock y decaimiento urbano. "La sentiría por un lugar bonito como California, no por aquel gris agujero de mierda", exclama la madrina de la nación alternativa con una de esas sonrisas suyas que, y la frase es del artista Raymond Pettibon, "te hacen sentir como un millón de pavos".
El caso es que esto no es California, pero lo intenta. Butlins es un resort turístico para hooligans y familias desestructuradas, donde los bungalós se suceden en calles llamadas Muelle del Atardecer o Paseo de los Cocoteros. Un par de veces al año, en temporada bajísima, este Malibú de cartón piedra sirve de sede al festival All Tomorrows Parties en Minehead, lluviosa localidad de la costa occidental inglesa. Y tan improbable escenario fue escogido recientemente por la banda para explicar las razones de Sensational fix: Sonic Youth, etc..., ambiciosa muestra que llegará en febrero al Centro de Arte Dos de Mayo en Móstoles.
La exposición no es sólo el típico recorrido por la historia de una banda que enfila su trigésimo aniversario de rock ruidista, guitarras desafinadas en Re y la inconfundible suma de voces de Gordon y los guitarristas Lee Ranaldo y Thuston Moore, uno de esos tipos que al dar la mano miran su propia mano. La clave está en el etcétera del título, que trata de retratar las circunstancias artísticas de un grupo que se mantiene milagrosamente inalterable desde el principio, no sólo en su formación (Steve Shelley, batería, completa el cuarteto primigenio) sino sobre todo en su apuesta por la creación contemporánea.
En el caso de Sonic Youth la etiqueta art rock trasciende al cliché. "Nos consideramos antes que nada artistas", explicará poco antes del concierto Lee Ranaldo, sentado en el sofá de escay de la cabaña contigua a la que comparten Gordon y Thurston Moore, uno de los matrimonios más estables del rock. "Hacemos música con un ojo puesto en la alta cultura. Jugamos con los conceptos, con la clase de emociones que surgen de la experiencia intelectual".
Su historia de éxito transcurre pareja a la de la escena que los alumbró y dio a conocer a algunos de los nombres más interesantes del último cuarto de siglo. Pesos de pesada cotización como Richard Prince, Tony Oursler, Mike Kelley o Dan Graham (todos, viejos amigos de la banda), forman parte de la nómina de 120 artistas presentes en una muestra que también trata sobre la amistad y fue armada por Roland Groenenboom, comisario holandés. "Muy pocos tienen el poder de Sonic Youth para lograr que artistas de esa talla presten obra", había explicado Groenenboom en el trayecto en coche que separa, por el lado equivocado de la carretera, el aeropuerto de Bristol del festival.
Un 20% de lo expuesto lo aportan los miembros del grupo entre obras propias y ajenas atesoradas a lo largo de los años. Hay fotografías de Richard Kern e instalaciones de Christian Marclay junto a collages del compulsivo coleccionista Thurston Moore, instalaciones de Lee Ranaldo y acuarelas de Kim Gordon. Del mismo modo democrático en que la banda funciona como una suma de individualidades que resulta mejor junta que por separado, sus miembros siempre han mantenido una identidad artística aparte, como en una cuadrilla de superhéroes. "No es fácil que tomen en serio tu trabajo cuando eres una cantante famosa", lamenta Gordon. "Creo que soy un mejor artista que músico. Ése es mi problema". O quizá lo sea la imposibilidad objetiva de destacar en dos disciplinas. Ni siquiera Michael Jordan pudo triunfar en el béisbol. "Es evidente que vienen a tus exposiciones porque conocen tu música", añade Ranaldo. "Aunque quiero creer que la creatividad surge independientemente del medio".
Como el hijo de alguien importante que renuncia a sus influencias por orgullo, la banda nunca ha empleado su proyección en beneficio propio. Es costumbre que las portadas de Sonic Youth corran a cargo de grandes del arte contemporáneo. De Gerhard Richter (la fotografía del esencial Daydream nation) a Raymond Pettibon (esos dibujos sin colorear del álbum Goo). El hábito ha hecho de sus discos un lugar de exposición privilegiado para artistas de medio mundo.
Acaso por esa razón, la muestra es un alarde de la influencia y el prestigio de Sonic Youth. "Lo que nos interesó es que retrata la faceta más underground del arte de los ochenta, que se ha convertido con el tiempo en la más relevante", opinará después Ferran Vanderbilt, director del Dos de Mayo, en un restaurante de Móstoles, destino final de una itinerancia que ha recalado en Francia, Italia, Suecia y Alemania.
Una exposición recorre 25 años de creación alternativa a través de Sonic Youth
Kim Gordon, bajista, guitarrista y cantante del legendario grupo indie Sonic Youth, no siente especial nostalgia por el Nueva York de principios de los ochenta, cuando la banda explotó con la escena downtown de Manhattan, allá donde la ciudad perdió el nombre en una sucia sinfonía de arte, punk rock y decaimiento urbano. "La sentiría por un lugar bonito como California, no por aquel gris agujero de mierda", exclama la madrina de la nación alternativa con una de esas sonrisas suyas que, y la frase es del artista Raymond Pettibon, "te hacen sentir como un millón de pavos".
El caso es que esto no es California, pero lo intenta. Butlins es un resort turístico para hooligans y familias desestructuradas, donde los bungalós se suceden en calles llamadas Muelle del Atardecer o Paseo de los Cocoteros. Un par de veces al año, en temporada bajísima, este Malibú de cartón piedra sirve de sede al festival All Tomorrows Parties en Minehead, lluviosa localidad de la costa occidental inglesa. Y tan improbable escenario fue escogido recientemente por la banda para explicar las razones de Sensational fix: Sonic Youth, etc..., ambiciosa muestra que llegará en febrero al Centro de Arte Dos de Mayo en Móstoles.
La exposición no es sólo el típico recorrido por la historia de una banda que enfila su trigésimo aniversario de rock ruidista, guitarras desafinadas en Re y la inconfundible suma de voces de Gordon y los guitarristas Lee Ranaldo y Thuston Moore, uno de esos tipos que al dar la mano miran su propia mano. La clave está en el etcétera del título, que trata de retratar las circunstancias artísticas de un grupo que se mantiene milagrosamente inalterable desde el principio, no sólo en su formación (Steve Shelley, batería, completa el cuarteto primigenio) sino sobre todo en su apuesta por la creación contemporánea.
En el caso de Sonic Youth la etiqueta art rock trasciende al cliché. "Nos consideramos antes que nada artistas", explicará poco antes del concierto Lee Ranaldo, sentado en el sofá de escay de la cabaña contigua a la que comparten Gordon y Thurston Moore, uno de los matrimonios más estables del rock. "Hacemos música con un ojo puesto en la alta cultura. Jugamos con los conceptos, con la clase de emociones que surgen de la experiencia intelectual".
Su historia de éxito transcurre pareja a la de la escena que los alumbró y dio a conocer a algunos de los nombres más interesantes del último cuarto de siglo. Pesos de pesada cotización como Richard Prince, Tony Oursler, Mike Kelley o Dan Graham (todos, viejos amigos de la banda), forman parte de la nómina de 120 artistas presentes en una muestra que también trata sobre la amistad y fue armada por Roland Groenenboom, comisario holandés. "Muy pocos tienen el poder de Sonic Youth para lograr que artistas de esa talla presten obra", había explicado Groenenboom en el trayecto en coche que separa, por el lado equivocado de la carretera, el aeropuerto de Bristol del festival.
Un 20% de lo expuesto lo aportan los miembros del grupo entre obras propias y ajenas atesoradas a lo largo de los años. Hay fotografías de Richard Kern e instalaciones de Christian Marclay junto a collages del compulsivo coleccionista Thurston Moore, instalaciones de Lee Ranaldo y acuarelas de Kim Gordon. Del mismo modo democrático en que la banda funciona como una suma de individualidades que resulta mejor junta que por separado, sus miembros siempre han mantenido una identidad artística aparte, como en una cuadrilla de superhéroes. "No es fácil que tomen en serio tu trabajo cuando eres una cantante famosa", lamenta Gordon. "Creo que soy un mejor artista que músico. Ése es mi problema". O quizá lo sea la imposibilidad objetiva de destacar en dos disciplinas. Ni siquiera Michael Jordan pudo triunfar en el béisbol. "Es evidente que vienen a tus exposiciones porque conocen tu música", añade Ranaldo. "Aunque quiero creer que la creatividad surge independientemente del medio".
Como el hijo de alguien importante que renuncia a sus influencias por orgullo, la banda nunca ha empleado su proyección en beneficio propio. Es costumbre que las portadas de Sonic Youth corran a cargo de grandes del arte contemporáneo. De Gerhard Richter (la fotografía del esencial Daydream nation) a Raymond Pettibon (esos dibujos sin colorear del álbum Goo). El hábito ha hecho de sus discos un lugar de exposición privilegiado para artistas de medio mundo.
Acaso por esa razón, la muestra es un alarde de la influencia y el prestigio de Sonic Youth. "Lo que nos interesó es que retrata la faceta más underground del arte de los ochenta, que se ha convertido con el tiempo en la más relevante", opinará después Ferran Vanderbilt, director del Dos de Mayo, en un restaurante de Móstoles, destino final de una itinerancia que ha recalado en Francia, Italia, Suecia y Alemania.
miércoles, 1 de junio de 2011
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