sábado, 30 de junio de 2012
viernes, 29 de junio de 2012
Restos de una guerra muy fría
Restos de una guerra muy fría
Cuarteles, aeropuertos, silos nucleares, atalayas, túneles, radares, búnkeres El paisaje de la Europa unida está aún salpicado de lugares abandonados que hablan de su reciente historia bélica y dividida. Reliquias de un tiempo en el que dos sistemas políticos, capitalismo y comunismo, se enfrentaron por el poder. Un fotógrafo holandés los ha retratado.
Durante unas vacaciones, paseaba un día con un amigo por un bosque en la República Federal de Alemania y nos topamos con un muro entre los árboles; no podíamos seguir; no se veía nada al otro lado; sólo se oía la quietud del sonido de los pájaros. Anduvimos en paralelo a la tapia hasta que descubrimos una torre de vigilancia; había un soldado. Yo le hice una foto allí, solo, en lo alto; él la tomó de nosotros. No hablamos". No. Corría 1983. No había nada que hablar. Europa llevaba casi cuatro décadas dividida en dos pedazos; dos ideologías irreconciliables. Eran ciudadanos de dos mundos.
Y esa primera imagen robada del muro de Berlín fue semilla de un gran proyecto futuro en la vida del fotógrafo holandés Martin Roemers. Lo cuenta él ahora para explicar su interés por todos esos objetos arquitectónicos -ya arqueológicos se diría- repartidos por el este y el oeste de Europa, que han sido su obsesión profesional durante 11 años. "Heridas en el paisaje y en sus pobladores", dice, que ha convertido en libro y en hermosa exposición (Relics of the cold war, Reliquias de la guerra fría) en gira desde hace meses.
Roemers siguió la pista a cuarteles, aeropuertos, búnkeres, instalaciones nucleares, túneles, aviones, tanques y montañas de municiones cubiertas por el óxido del olvido. Restos todos de lo que fue la historia tensa de este mundo nuestro a mitad del siglo pasado. Construcciones o edificios que, tal como afirma el crítico Deyan Sudjic en La arquitectura del poder. Cómo los ricos y poderosos dan forma a nuestro mundo (Editorial Ariel), "pueden ser muy reveladores acerca de nuestros miedos y nuestras pasiones, acerca de los símbolos que definen una sociedad y nuestra manera de vivir".
"Yo mismo soy un producto, un hijo de la guerra fría", afirma Roemers. "Nací y crecí con y entre esas tensiones políticas que acabaron con la caída del Muro en 1989. Siempre supe de Europa del Este, aunque no tenía contacto directo con Alemania, sólo iba de vacaciones. Y recuerdo bien que en la escuela organizábamos mesas redondas sobre armamento o el peligro de lo nuclear; estábamos informados, era necesario, vivíamos ahí, pegados a la alambrada".
Su generación, tan vulnerable. "Cuando vi por televisión los actos festivos en Berlín por el aniversario de la caída del Muro el 9 de noviembre de 2009 pasado no puede dejar de pensar: Cuarenta años de historia mundial que se acaban en un sarao. Y entre tanto, una generación ha crecido sin saber qué fue aquello. Si uno teclea en Google las palabras guerra fría, entre las cientos de miles de respuestas encontrará una web que comienza así: ¿Guerra fría? ¿Qué demonios fue eso?", escribe el periodista H. J. A. Hofland en el prólogo del libro de Roemers.
Fue la guerra fría un tiempo marcado en el calendario en 1945, año que indica el final de la Segunda Guerra Mundial. Dicen que en febrero, en Yalta, para ser más exactos, cuando Churchill, Stalin y Roosevelt organizaron el mundo en el Livadia Palace. "Ahí debe estar el ADN de los tres aún pegado a la mesa de la sala de conferencias, cuidadosamente conservada", ironiza Hofland.
Atrás quedaban millones de muertos y mucha huella arquitectónica también de la locura del nazismo. Desde las macroconstrucciones de la sede del partido en Nüremberg hasta las viviendas vacacionales en Prora, isla de Rügen (siete kilómetros de bloques para el veraneo del pueblo a pie de playa que son una alucinación); desde los barracones que servían de campos de concentración hasta el mismísimo laboratorio subterráneo de investigación de los primeros misiles alemanes en Peenemünde (Usedom), que, aun remodelado, no deja frío al visitante.
Todo esto no lo ha fotografiado Roemers. Son vestigios de una guerra caliente que otros antes que él ya documentaron con maestría. Valga el maravilloso empeño de Paul Virilio por seguir la línea del Muro Atlántico, un prodigio de ingeniería militar: 15.000 fortificaciones, de Noruega a España. "Sí, lo conozco, incluso donde yo vivo hay un búnker en la playa, pero es otra historia distinta a la mía", dice Roemers. A él le interesaban sólo las cicatrices de ese combate gélido que mantuvieron las dos hiperpotencias surgidas tras la batalla (rusos por un lado, los demás por otro), con sistemas políticos y económicos opuestos, capitalismo y comunismo. Y dispuestas a darlo todo por ser el número uno en el concurso del poder mundial. Dos bandos y 44 años de paz pendiente de un hilo, repleta de ataques y jugadas disuasorias. Donde más se representó aquel baile fue en el Berlín hecho añicos por las bombas que los bloques se repartieron en 1945, al igual que la Alemania entera. En cada década se vivió mucho momento clave, se ofreció mucha carne para la literatura y el cine en forma de espías, amenazas, invasiones y guerras interesadas con víctimas colaterales en otros territorios.
Valga uno de los muchos incidentes que cortaron la respiración mundial: cuando los tanques rusos y americanos se sitúan cañón frente a cañón en el paso fronterizo de Check Point Charlie de la hoy capital alemana para demostrar quién manda aquí. Dieciocho horas de crispación política y diplomática (sucedió en 1961, hay mucha arqueología impresa, gráfica y radiofónica de aquello) que nunca llegó a nada quizá porque detrás siempre andaba la amenaza del botón de lo nuclear, la activación de esa bomba que tan mortal y estratégicamente hicieron estallar los estadounidenses en Japón y colocaron en el horizonte apocalíptico futuro.
"Al mirar al pasado vemos que una de las grandes ironías de la guerra fría fue la de haber aportado un periodo de estabilidad sin parangón durante el cual los contendientes se disuadieron mutuamente para no pasarse de la raya", concluye en Historia de la guerra Geoffrey Parker, publicado en 2005 en Cambridge y ahora en España (Akal). Y sí, aquello resultó ser una paz congelada que dio, en edificación, para mucho escenario teatral idéntico en los dos lados, en forma de búnker, silo nuclear, radar "Los mismos mecanismos de defensa para el mismo miedo", dice Roemers.
Un miedo permanente y cotidiano de gran impacto. Según Ruiz-Domenec en Europa, las claves de su historia (RBA), la guerra fría operó en tres niveles: "Primero, una contienda entre EE UU y la URSS por el poder; segundo, una lucha ideológica entre la democracia y el totalitarismo; tercero, la eliminación del adversario con purgas ideológicas". Concluye: "La guerra fría fue una situación extrema que requirió la adopción de importantes decisiones por los hombres de cultura". Quedaron ahí otro tipo de heridas, las intelectuales, más difíciles de tasar: el conflicto entre los dos mundos adoptó muchas formas, la más refinada fue el debate intelectual. "La división de Europa en dos bloques se visualizó hacia 1953 en la formación de dos culturas: la occidental, que sabía muchas cosas, pero se sentía culpable hasta el punto de dar argumentos a sus adversarios; la del Este, que sabía una sola cosa, pero para ella era realmente importante: el porvenir es el comunismo. Dos culturas compartiendo los mismos recuerdos del pasado que disentían claramente sobre el futuro".
El mayor vestigio tangible de aquel tiempo fue, claro, el Muro mismo que (hay que decirlo, al otro lado se llamaba muralla antifascista) los rusos levantaron para no perder poder ni público, dado que los alemanes del Este tenían la manía de querer irse hacía Occidente. Lo mantendrían bien cuidado y vigilado durante décadas. "Y cuando cayó, yo era estudiante, conduje a través de Alemania del Este, pasé por cuarteles rusos, me moría por verlos por dentro, pero la respuesta siempre fue: Njet. Cuando ellos se marcharon quedaron abandonados, están por todas partes. Fue el final de la guerra fría, pero también el de la URSS, el de aquella supuesta revolución. En Alemania está desperdigada por todas partes su historia, tan difícil, tan complicada. Me parece fascinante eso". Fascinantes fueron muchas escenas del fin de esa era. Como aquella panorámica de 1991 con la hilera interminable de tanques soviéticos abandonando la Alemania ya unida camino de la URSS, cargados en los barcos del puerto de Rostock.
El poder de la imagen. Roemers tuvo cámara desde niño. Y retrataba y retrata al estilo de Bernd y Hilla Becher, pareja empeñada en rescatar del olvido -en blanco y negro, y como si de una lección de anatomía se tratara- los edificios industriales cuando quedan vacíos, sin función. "Pero mi gran maestro es Auguste Sander", confiesa. Siempre supo que su obra sería documental. Aunque ha producido grandes historias, en estilos distintos, ha sido reportero en conflictos, Afganistán, los Balcanes Pero se inclina ya más por la slowfotografie. "Me interesa mostrar lo que la guerra puede hacer en el hombre, el paisaje, la arquitectura. La guerra produce tantas víctimas. Hice una serie sobre veteranos y ahora preparo otra sobre ciegos en la Segunda Guerra Mundial".
Su primera foto fue del Muro. La última de este trabajo la tomó Roemers en Moscú. "Son dos túneles. Coincidió que estaba allí al cumplirse los 20 años del fin de la guerra fría y me pareció un símbolo: era ese el país más activo en esa contienda política y armamentística. Moscú, centro de la historia". Simbólica es también la única imagen con personas que ha incluido: dos niños pintan en la boca de un silo nuclear en Polonia. "Otra generación dibuja en un lugar antaño prohibido".
¿Qué pasará con todas estas reliquias del pasado? "Muchas están abiertas para visitas, pero la mayoría se cierran y ocultan. Estuve el último día en el búnker de Hönecker, al norte de Berlín. Pero ya nadie lo podrá ver más. Lo han tapiado. Otros esperarán hasta la próxima guerra para ser usados. Sí. Uno en Chequia, ya existía en la Primera Guerra Mundial. Y no quiero decir que crea que va a haber otra guerra, no. No soy pesimista, creo que hoy estamos mejor que nunca. Naturalmente tenemos problemas, Afganistán, Irak�, pero Europa, uff, años luz. Esa tensión es agua pasada". Y confiesa que hay objetos que no ha conseguido: "En Kaliningrado me detuvieron un día y perdí la película, y aquí en Holanda, al lado de casa, hay un búnker en un edificio oficial; lo he intentado todo para entrar, y nada. Secreto de Estado".
Relics of the cold war, editado por Hatje Cantz Verlag. www.martinroemers.com. Algunas de sus fotos son parte de la colección del Rijksmuseum de Ámsterdam.
jueves, 28 de junio de 2012
Los animales...
miércoles, 27 de junio de 2012
martes, 26 de junio de 2012
La copulación electrónica...
Primera cuestión: la costumbre de instalar un televisor en el dormitorio forma parte de un repertorio que si, en algún momento, fue signo de estatus, hoy es una cierta señal del peor tino. Podría deducirse tanto la formación cultural, la sensibilidad y el gusto a través de la funesta prueba que conlleva un televisor frente a la cama. Solo los inválidos, los enfermos, los solitarios o los rancios quedan como personajes que mezclan la cama con la pantalla.
Pero, paralelamente a este supuesto, bullen también las atenciones a móviles o correos, consultas o mensajes, todas ellas intempestivas. Su naturaleza se aparta de la naturaleza del sueño, su presencia es tan inoportuna como impertinente y, por derivación, el usuario será centro del desorden. Mal amante o mal room mate, pobre sujeto para la conversación, y el intercambio emocional casero. Todo lo que se realiza a través de estos listos aparatos es un simulacro de la afinada comunicación que puede propiciar la alcoba. Desperdiciar esta ocasión prolongando el uso compulsivo del artefacto no solo perjudica el sueño físico, deshace casi toda otra clase de sueños.
Hasta el siglo XIX, la sociedad sabía poco de la intimidad. En el mismo cuarto dormían familias enteras, vestidas o desnudas, mayores y niños, visitantes y primos y primas y fámulas o lacayos. En ese barullo, mucho más complejo que el iPhone, el grupo dormía, sin embargo, a coro. La situación no favorecía las confidencias pero, en general, los verbos asociados con los secretos de la vida íntima se usaban poco.
Entre vida pública y vida privada apenas hubo barreras en la Edad Media. La casa era tanto un refugio como un lugar de operaciones mercantiles y quirúrgicas, un recinto tanto para seres humanos como para bestias, cuya tibia respiración servía de estabilidad y estufa.
La burguesía más constituida fue escindiendo el espacio público y el privado. Una cosa era el ruido exterior y otra, el silencio del dormitorio. Cuatrocientos años fueron precisos, desde la Edad Media, para lograr la intimidad pero, como se ve, la intimidad ha pasado a ser la materia prima del espectáculo en nuestro tiempo. Espectacularizada la vida política, espectacularizada la religión, espectacularizado el deporte, la intimidad quedaría como un viejo cantón excluido del rendimiento productivo.
Hoy esa intimidad preservada hasta mediados del siglo XX ha saltado por los aires y no solo por la liviandad de los medios, sino por la voluntad general de contar cualquier secreto de sí mismo para sentirse (espectacularmente) uno mismo.
Las redes sociales son la muestra más significativa de este vuelco hacia el exterior. ¿Dormir? Hace años que el mundo globalizado no duerme y las cotizaciones, las comunicaciones, las relaciones, los vendings son de 24 horas sobre 24.
En este escenario de continua actividad la pausa llega cuando menos se la espera y no precisamente en el antiguo lugar donde se la incluía. La palabra retrete significaba retiro y la palabra alcoba proviene del árabe "cúpula". Ni una ni otra habitación conservan la significación de origen. Ahora el retrete ha pasado a ser un cuarto de baño en el que incluso se camufla la taza empotrándola en la pared y la alcoba es la sede de la cópula entre otros muchos lugares plurifuncionales donde se desconecta el móvil y el ordenador va a hibernar. Como consecuencia, dormimos, hibernamos, cerramos los ojos y soñamos al compás de utensilios electrónicos, que van integrándose, como órganos, en nuestra vida de acción y de amor.
lunes, 25 de junio de 2012
En la era de la web semántica...
En la era de la web semántica, los buscadores ya no son motores, son asistentes de búsquedas.
domingo, 24 de junio de 2012
sábado, 23 de junio de 2012
Las orgías del vecino de al lado...
Las orgías del vecino de al lado
Se reedita "America Swings", la colección de imágenes de la fotógrafa Naomi Harris, en una edición asequible a todos los públicos. Hablamos con su autora
Matrimonios de mediana edad que disfrutan del sexo más que sus hijos. En los rincones más insospechados de los Estados Unidos el intercambio de parejas puede llegar a ser tan natural como la misa de domingo. Así lo muestra America Swings, la colección de reveladoras imágenes de la fotógrafa Naomi Harris, que Taschen reedita por vez primera en una edición asequible a todos los públicos (30 euros) y de la que ofrecemos una fotogalería.
Tan sólo una cámara y un par de zapatos sirvieron a Naomi Harris (Toronto, 1973) para retratar las bajas pasiones de la realidad más conservadora del país. Desnuda es como se ganó la confianza de los asistentes de algunas de las casi cuarenta fiestas a las que acudió como fotógrafa, aunque a la primera de ellas lo hiciera como invitada.
Fue en una playa nudista de Miami donde recibió la primera propuesta para convertirse en "swinger" y ayudar así a su amigo setentón a acceder a una de ellas, obligado a asistir con pareja. Su interés, "meramente documental", le llevó a un almacén abandonado de Fort Lauderdale, repleto de gente vestida con camisetas brillantes y zapatos a rayas. Después del buffet de carne y patatas llegó el sexo en camas que parecían salir de un basurero. "No fue lo más sexy que he visto en mi vida, pero sí de lo más divertido", recuerda Harris, siempre fascinada por aquello que "está a un paso entre lo ridículo y lo magistral".
En el resto de citas tampoco se encontró con mansiones lujosas ni cuerpos perfectos como en las orgías que Stanley Kubrik mostró en Eyes wide shut ante el asombro de Hollywwod. "Nunca vi algo así. No en un país en que la tercera parte de su población es obesa".
Además de documentar una práctica "que ya tenía lugar durante la Segunda Guerra Mundial y que se popularizó con la revolución sexual de los 70", el libro incide en los puentes y en los abismos sociológicos del país. "En Texas, los swingers llevaban sombreros y botas de cowboy, en Florida estaban bronceados de un modo dramático y en California nadie descuidaba su físico. Aunque, allá donde fueras, las mejores fiestas ocurrían en vacaciones. No te podías perder Acción de Gracias, Navidades, Año Nuevo... ni mucho menos el 4 de Julio o el domingo de la Superbowl".
"No hay hipocresía en lo que hacen. Muchos de ellos no llevarían una doble vida si no es porque la moral puritana estadounidense aún les obliga a permanecer en el armario o, de lo contrario, arriesgarse a perder su trabajo o la custodia de sus hijos", asegura la canadiense, que ya prepara un largo viaje en carretera para desbaratar con su cámara "los misterios y malentendidos" en torno a su país.
viernes, 22 de junio de 2012
Google no es un buscador...
Google no es un buscador, sino un perfecto instrumento de mercadeo con el que la firma Mountain View pretende conquistar el mundo de la publicidad...
jueves, 21 de junio de 2012
miércoles, 20 de junio de 2012
Como en una canción de The Clash...
Como en una canción de The Clash
Los disturbios y el desencanto de Londres traen a la memoria la conciencia social del 'punk' de la banda británica
No deja de ser paradójico: el Gobierno británico había elegido hace unos días London Calling como canción oficial para la campaña publicitaria de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Nada tenía que ver ese himno del punk rock con la pompa del mayor evento deportivo (y comercial) del mundo. Hoy, las imágenes de la capital británica ardiendo copan las portadas de los periódicos y las imágenes de televisión. Como zafándose de una camisa de fuerza, la canción ha cobrado por sí misma todo su significado original en la calle, donde la rabia y el desencanto social se han transformado en violencia y disturbios.
Seguramente, muchos de los jóvenes encapuchados que saquean y asaltan comercios en Londres y otras ciudades del país no hayan escuchado nunca a The Clash, aunque es difícil imaginar que no hayan recibido alguna resonancia de London Calling, uno de los discos más mentados por los músicos de toda condición y que aparece periódicamente en las listas de "lo mejor de...". Y con todo, de alguna manera, es como si los textos de Joe Strummer cobrasen vida más de 30 años después de que London Calling encumbrase a The Clash no solo como un grupo con un radar musical deslumbrante, sino también como un referente ideológico. Si los Sex Pistols eran provocación por encima de todo, Strummer, Mick Jones y compañía dieron al punk madurez y conciencia social. Su aparente nihilismo conocía el peso de la realidad y de la historia, sus letras buscaban la acción en una sociedad británica sumida en la depresión económica.
"Londres llamando a los pueblos lejanos / ahora que se ha declarado la guerra, / y la batalla se acerca / Londres llamando al infierno / salid del armario, chicos y chicas". Con sus guitarrazos cortantes, así arranca la letra de London Calling, que muchos en Internet han querido hacer ya el himno oficial de estas protestas. De aquel doble álbum, casi todas las composiciones encajan por su indignación con estas revueltas británicas. Hateful, Guns of Brixton, Death or Glory o Train in vain son el sonido del desencanto rabioso. Y, a decir verdad, el paisaje de 1979 se parece mucho al del 2011.
Aunque se tiende a decir que el punk británico, con los Pistols y The Clash a la cabeza, nació como respuesta al conservadurismo de Margaret Thatcher, conviene recordar que el brutal Never Mind the Bollocks, Here's the Sex Pistols salió en 1977 y los Clash ya llevaban tres trabajos a sus espaldas (con canciones tan polémicas y escandalosas para el pensamiento de bien como White Riot o Tommy Gun) antes de que la Dama de hierro llegase al poder en mayo de 1979. Como hoy, una buena parte de la sociedad se hallaba fuertemente golpeada por la crisis económica dentro de un ambiente de marginación y discriminación.
El punk de The Clash era fruto del llamado Invierno del descontento. Con la resaca mundial que dejó la crisis del petróleo de 1973, el primer ministro británico, el laborista James Callaghan, tuvo que dimitir en 1979 cuando el país llevaba años cayendo en picado y se encontraba para entonces en una parálisis permanente entre huelgas generales y un desempleo e inflación descontrolados. Antes, como ahora, el laborismo no supo dar respuesta a la depresión económica y los conservadores llegaron al 10 de Downing Street con un programa de recortes sociales. La tensión ciudadana aumentó hasta saltar la chispa de la revuelta. Fue Thatcher, como ahora Cameron, quien no ofreció garantías, sino que pidió más sacrificios a millones de personas en una situación penosa. La violencia callejera y racial en los barrios más pobres se sucedió en varios episodios en los primeros ochenta como hoy brotan en distintos puntos de Reino Unido. Tanto Thatcher como Cameron, tal vez, dinamitaron el factor psicológico de esos insurgentes urbanos a los que cantaban con urgencia y sin cortapisas los Clash, y que ellos mismos representaban en su condición de forajidos del rock.
"Estoy perdido en el supermercado / Ya no puedo comprar feliz / vine buscando una oferta / una atención garantizada / yo no nací, yo me caí / nadie se fijaba en mí". Cuando una canción como Lost in the supermarket se refiere a cómo pudo ser la infancia de Mick Jones en el marginado barrio de Brixton, tal vez se puede hallar en ella semejanzas a la realidad de ahora en esas mismas calles. La crítica al consumismo que guarda esta composición parece haber explotado en un sarcasmo del destino mientras el mundo entero contempla cómo las turbas, lejos de buscar una transformación social o cambio de las reglas del juego político-social, se llevan televisores, electrodomésticos, teléfonos móviles o ropa. Es vandalismo puro y duro que alguno asociara a las ideas de anarquismo y antiimperialismo promulgadas por The Clash.
Posiblemente, The Clash y lo que representaba su música nunca se han ido. London Calling se cierra con Train in vain, la canción de un tren en vano que representa el sentimiento de pérdida y de abandono. Tal vez es uno de los sentimientos que mueven a la revuelta actual. Aun cuando The Clash nada haya influido en los protagonistas de estos disturbios, que andarán escuchando electrónica o rap, seguramente, si Joe Strummer levantase la cabeza, tendría una buena razón para coger una guitarra y, sin pararse a pensar en los Juegos Olímpicos, componer una nueva canción.
martes, 19 de junio de 2012
El aumento de los niveles de infelicidad...
lunes, 18 de junio de 2012
domingo, 17 de junio de 2012
Wikileaks, una voz contra la censura...
Wikileaks, una voz contra la censura
El portal promueve las filtraciones de documentos silenciados como modo de lucha contra las falsas versiones oficiales
Desde diciembre de 2006, las mordazas de los poderes públicos y económicos cuentan con un incómodo altavoz en la Red. Con el ánimo de hacer públicos para el ciudadano comprometidos documentos que los Gobiernos o las empresas intentan en vano silenciar, el portal ciudadano Wikileaks (también en Twitter y en Facebook) se erige en la era de Internet como una alternativa real que pueda servir de contrapeso al silencio impuesto por lo que el grupo denomina los "regímenes opresivos".
Con más de un millón de documentos o informes en su haber en algo más de tres años de existencia, Wikileaks (wikifiltraciones, en castellano), ofrece a cualquier usuario la posibilidad de alojar anónimamente mediante una conexión cifrada textos, audios o vídeos confidenciales cuya autenticidad el portal se encarga posteriormente de verificar. El sitio, creado por periodistas y activistas anónimos al modo de la enciclopedia participativa Wikipedia, se alimenta de las donaciones y, según asegura, no acepta publicidad ni ayudas públicas. Una falta de financiación que hace algo más de un mes le obligó a cerrar temporalmente.
El portal, que en los últimos meses ya había difundido las comunicaciones realizadas desde el World Trade Center durante los atentados del 11-S, las identidades de los miembros de un partido de ideología xenófoba en Reino Unido o un informe medioambiental sobre las acciones emprendidas por una multinacional en Costa de Marfil, hizo ayer público un controvertido vídeo grabado en Bagdad desde un helicóptero militar estadounidense.
Las polémicas imágenes, confirmadas como auténticas por un portavoz del Ejército de EE UU, contradicen, en este caso, la versión oficial del Pentágono sobre la muerte "en defensa propia" de 11 personas en Irak en 2007, entre ellos un periodista de la agencia Reuters. Su empresa ya había argumentado, sin éxito, su derecho a obtenerlas.
sábado, 16 de junio de 2012
Saber escuchar y oír...
Pero hazme un favor: escucha y no ignores lo que oyes...
Las chorradas de mi padre de Justin Halpern
viernes, 15 de junio de 2012
jueves, 14 de junio de 2012
He visto el lado oculto de Reino Unido...
He visto el lado oculto de Reino Unido
El estallido del lado oculto violento de los barrios marginales de Reino Unido no resulta sorprendente. Lo he visto de primera mano a lo largo de los dos últimos años, cuando me uní a unas unidades policiales de primera línea en zonas marginales de Londres, Manchester y Glasgow. Niños cada vez más jóvenes se ven arrastrados a la delincuencia callejera menor y a las actividades de las bandas, de ahí que los saqueos sean más de lo mismo. Vi el muro de silencio, los ceños fruncidos y las comunidades cerradas. Hablé con un miembro de una banda de 19 años en Manchester que le acababa de propinar un cabezazo a un policía, y con un chico de 15 años en Glasgow que estaba a la espera de un juicio por desfigurar para siempre a otro adolescente con un palo de golf. Ninguno de los dos tenía padre y trataban de ser "el hombre de la casa" según un código callejero ultramachista y distorsionado.
En un barrio de viviendas de protección oficial crónicamente desfavorecido, una madre le regaló por su cumpleaños a su hijo de 13 años un machete para protegerse. Pasé algún tiempo en Southall con un niño de 14 años, un antiguo niño soldado de Somalia, que había llegado a una urbanización de viviendas subvencionadas de una zona marginal de Londres y comprobó que su experiencia con las armas de fuego estaba muy solicitada entre los chicos locales. Su contratación y la explotación por dinero era la misma que en la capital somalí, Mogadiscio, destrozada por la guerra.
Me senté en la parte de atrás de coches de gran cilindrada y de aspecto exterior sencillo con detectives mal pagados, desbordados de trabajo, exhaustos y frustrados por el papeleo, la burocracia y los formularios que tienen que rellenar. Un policía de 48 años se había desgarrado un tendón al perseguir a un miembro de una banda, de unos 20 años y futbolista semiprofesional. A otro policía le había pasado por encima de la pierna el coche que un pandillero empleó en su huida. A un detective que trabajaba en turnos consecutivos hasta las tres de la madrugada y con dos divorcios a sus espaldas, le pagaban diez veces menos de lo que ganaba el capo de la droga de 31 años al que estaba persiguiendo. Le estuvo pisando los talones durante años. El juicio en el que le condenaron duró seis meses, se presentaron 8.000 pruebas y costó más de 5,5 millones de euros. La política contra las drogas no ha cambiado en 30 años y necesita abrirse mucho más a ideas nuevas y experimentales. El hombre condenado era persuasivo, carismático y emprendedor. ¿Habría usado esas capacidades de forma diferente si hubiese nacido en el seno de una familia de tres generaciones de corredores de Bolsa, como el primer ministro David Cameron, en vez de en un callejón sin salida de una zona desfavorecida de Manchester?
Hablé con una chica adolescente que se había afeitado la cabeza y que se vestía como un chico para poder traficar con drogas y de ese modo arreglarse los zapatos y presentarse a las audiciones. Nos sentamos en la cocina de su centro de rehabilitación y me dijo, con una pulsera electrónica alrededor de su pierna, que quería ser actriz, no camello. Trabajaba mucho traficando con drogas, pero al final los chicos le robaban a punta de navaja lo que había ganado. Al tercer día, apuñaló a uno en el brazo y la dejaron en paz para que se ganara la vida.
Reino Unido es desde hace algún tiempo dos países. Está el que todo el mundo conoce, el de la próspera economía de clase media. Y luego están los barrios céntricos pobres de los que nadie habla o informa, como su fueran un país del Tercer Mundo o una zona de guerra. Económicamente hablando, el declive puede relacionarse con el hundimiento del sector industrial durante el Gobierno de Margaret Thatcher y su política del derecho a una comprar casa que impulsó a las familias de la clase trabajadora con aspiraciones a marcharse de las urbanizaciones de viviendas subvencionadas. Los recortes en el presupuesto para viviendas de protección oficial conllevaron una reducción del total de casas. Diez años de crecimiento económico con el Partido Laborista no han resuelto los problemas de los barrios marginales por culpa de la falta de una visión a largo plazo. Como consecuencia de ello, estas zonas necesitadas han experimentado una proliferación de bandas de adolescentes, un aumento de los crímenes con arma blanca y una grave violencia juvenil.
Niños pertenecientes al distrito del diputado por Nottingham Norte Graham Allen acuden a la escuela primaria "incapaces de resolver sus diferencias sin violencia". Desde una edad muy temprana, a los críos se les dice que no llegarán a nada en la vida. Empiezan a creerlo, se quedan rezagados en el colegio, hacen novillos, caen en las garras de la delincuencia y finalmente acaban en un correccional de menores que cuesta por interno 230.000 libras esterlinas (261.855 euros) al año. Y el ciclo continúa. El 25% de los delincuentes juveniles ya son padres. Patrick Regan, de una organización benéfica en uno de estos barrios marginales llamada XLP, afirma que el 63% de los padres violentos tienen hijos que acaban infringiendo la ley.
En Glasgow, los jóvenes aburridos y desafectos participan en peleas de bandas con espadas y machetes durante el fin de semana. No hay trabajo. Los astilleros de Clyde y los altos hornos de Parkhead han quebrado y han sido sustituidos por enormes centros comerciales. Pero los antiguos soldadores y chapistas de clase obrera no son capaces de adaptarse a este cambio a una economía basada en los servicios. Conocí a un antiguo miembro de una banda que había conseguido un empleo estable trabajando en los probadores de la cadena de ropa T-K Max, pero era una excepción.
Salí con la División B de la policía de Strathclyde, cuya comisaría está en Shettleston, una de las zonas más deprimidas de Reino Unido. Allí, la expectativa de vida de los hombres es de 63 años, 14 años menos que la media nacional, cercana a la de Irak o los territorios palestinos. Mientras los policías se metían en la furgoneta, pasaron ante un contenedor con armas confiscadas: hachas, espadas, postes de andamios. La Unidad de Reducción de la Violencia de la policía de Strathclyde trata ahora la violencia como una enfermedad infecciosa, transmitida por los padres o los amigos. Los fondos para hacerle frente provienen del presupuesto de Sanidad. Cada vez más, el mensaje más importante que hay que transmitir en estas comunidades fracturadas es que uno es capaz de una violencia extrema. Esto aporta respeto, categoría. Los demás le dejan a uno tranquilo.
La entrada de drogas es otro factor. Southall es uno de los sitios más baratos donde comprar heroína en Reino Unido. El tráfico de drogas, por valor de 1.000 millones de libras, es el negocio más dinámico y emprendedor de las barriadas marginales. En todos los barrios deprimidos de Londres, los chicos mayores holgazanean a la entrada de los institutos, alardeando de los músculos conseguidos en la cárcel y del tiempo que han pasado encerrados como de una condecoración. Están decididos a reclutar pequeños hombres de acero para sus pandillas. Más eficaces y persuasivos que cualquier servicio de asesoramiento profesional, los preparan, les regalan zapatillas de deporte nuevas o les dan 50 libras para atraerlos. Se calcula que los ingresos provenientes de las drogas pueden ser de nada menos que 130.000 libras anuales en el caso de los grandes traficantes. Los trabajos con salarios bajos, como el de enyesador o cajero de un supermercado Tesco no pueden competir con eso. El tráfico de drogas da paso a la violencia. Un chico del barrio de South Acton se negó a traficar y lo metieron dentro de un ascensor desnudo con un pitbull y lo mandaron al piso 15. Los chicos mayores somalíes de Southall condujeron a otros chicos reacios al parque local y les azotaron la espalda desnuda con fustas. Si uno crece en una zona de guerra, se convierte en un guerrero.
Tenemos que interesarnos a largo plazo por los jóvenes de nuestros barrios deprimidos. Cuando nadie se preocupa por uno, es menos probable que a uno le preocupe destrozar un escaparate.
Gavin Knight es autor del libro Hood Rat, que Summa de Letras publicará en España próximamente Traducción: News Clips
miércoles, 13 de junio de 2012
La felicidad es...
martes, 12 de junio de 2012
lunes, 11 de junio de 2012
Seguir jodiendo a estas autoridades...
Un pene erecto frente al KGB
Voina es el colectivo ruso que busca desenmascarar "el terrorismo de Estado" de su país. No les busques en Arco.
La noche del 14 de junio de 2010, coincidiendo con el cumpleaños del Che Guevara, un gigantesco pene de 65 metros de alto se alzó frente a la antigua sede del KGB, que hoy alberga las oficinas del Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa. Podía verse desde todo San Petersburgo. Bastaron 23 segundos para empinarlo. Los miembros del colectivo artístico Voina lo dibujaron un minuto antes de que el puente de Liteiny se levantara, corriendo perseguidos a patadas por los guardas de seguridad mientras esparcían los cubos de pintura. Pretendían, en palabras de uno de sus ideólogos, Alexei Plutser-Sarno, "enviar un monumental '¡que os jodan!' a las corruptas autoridades rusas".
Más allá de la dudosa legalidad de algunos de los métodos con que llevan a cabo sus acciones, este mensaje podría trasladarse a casi todo lo que hace Voina, una comunidad de artistas rusos en activo desde 2007 cuyo propósito es realizar protesta política desde la calle. "Estamos contra el revanchismo de la derecha radical y la aniquilación de la libertad de expresión", explica Plutser-Sarno. "Voina [guerra, en ruso] ha trazado una línea divisoria en la sociedad rusa: hemos construido una barricada simbólica entre los conformistas y la gente dispuesta a protestar. Bajo las autoridades actuales, Rusia no tiene ningún futuro, ni económico ni político. El país está volviendo a la pesadilla del oscurantismo medieval".
En el próximo Arco, la feria de arte que se celebra del 16 al 20 de febrero en Madrid, Rusia es el país invitado. Pero no busquen a Voina ahí. "La selección para algo así la hace nuestro ministerio de cultura, que está lleno de burócratas corruptos. Y nosotros no tratamos con instituciones sobornables y mafiosas", desestiman.
El último capítulo de Voina ha trascendido fronteras gracias al apoyo de Banksy. El pasado 16 de septiembre, coincidiendo con la víspera del día del juicio final según la Biblia, Voina volcó siete coches de policía al grito de "¡arrepentíos de vuestros pecados, sucios polis corruptos!". Un mes después, dos de sus líderes, Oleg Vorotnikov y Leonid Nikolayev, eran arrestados por el Centro de Prevención Contra el Extremismo en Moscú y trasladados a una prisión de San Petersburgo.
El eco de su denuncia llegó hasta Banksy, que ofreció las ganancias íntegras de una de sus obras ?la serie de pósters Choose your weapon? para pagar la fianza de dos millones de rublos (unos 100.000 euros). A mediados de enero, la jueza desestimó ese dinero aduciendo que provenía de "una persona desconocida" ?recordemos que Banksy trabaja desde el anonimato. Hoy, ambos permanecen pendientes de fecha de juicio y detenidos bajo la acusación de "vandalismo e incitación al odio hacia un grupo social".
Plutser-Sarno y la esposa de Vorotnikov, Natalia Sokol, los otros dos únicos miembros identificados de Voina, están en busca y captura. Sokol asegura, vía e-mail, que los captores de su esposo le arrebataron su documento de identidad y el de su hijo durante la redada. "Algo que supone la muerte civil para mí y mi pequeño; no puedo acceder a ningún tratamiento médico". Aun así, subraya que no piensan cejar en su batalla. "¿Nuestros proyectos de futuro? Seguir jodiendo a estas autoridades mientras sigan existiendo".
http://en.free-voina.org/help
domingo, 10 de junio de 2012
sábado, 9 de junio de 2012
viernes, 8 de junio de 2012
Presión judicial a Google...
Presión judicial a Google para que revele el secreto de sus búsquedas
El fiscal de Tejas y la Cámara de Representantes abren sendas investigaciones
Es tan fácil como instantáneo. Con solo un golpe de ratón, Google, el mayor buscador de la Red, organiza las páginas que existen en la gran maraña de Internet. Hasta la fecha, los algoritmos que utiliza para ello son uno de los secretos comerciales mejor guardados del mundo. Se sabe que incluyen más de 500 variables y 2.000 millones de términos de búsqueda. Y poco más. Pero ese secretismo puede estar llegando a su fin. Ante reiteradas acusaciones de la competencia, respaldadas por empresas de la envergadura de Microsoft, el Estado de Tejas y la Cámara de Representantes han iniciado sendas investigaciones para analizar si Google abusa de su poder en un mercado, las búsquedas en EE UU, que controla al 65%.
Durante año y medio se consideró en Washington la posibilidad de que el Gobierno federal, a través del Departamento de Justicia, iniciara una investigación sobre las posibles prácticas monopolísticas de Google. El presidente, Barack Obama, reveló tras su toma de posesión que había instado a los abogados del Estado a que examinaran con más rigurosidad posibles casos de abuso de poder mercantil. El presidente contrató a la abogada Christine Varney como asistente en legislación antimonopolista de la fiscalía general.
Previamente, Varney era asesora legal en políticas de Internet. En los años noventa representó a Netscape ante el Gobierno de Bill Clinton, consiguiendo que este presentara una demanda contra Microsoft por monopolizar el mercado de los sistemas operativos y navegadores. "Microsoft es algo del siglo pasado. No es un problema. Creo que el posible problema lo supone Google, que creo que ha alcanzado la posición de monopolio en la venta de publicidad en Internet", dijo en un debate en 2008.
Finalmente, Tejas se ha adelantado a Washington. El pasado día 3, Google reveló que el fiscal general tejano, Greg Abbott, había iniciado una investigación antimonopolista contra la empresa. "Se nos pregunta sobre la imparcialidad de nuestro motor de búsqueda. ¿Por qué algunos sitios web aparecen en mejores posiciones que los demás?", explica Don Harrison, asistente del abogado general de la empresa, en su blog oficial.
La demanda la han interpuesto algunos viejos conocidos de Google en los tribunales: el buscador de precios británico Foundem, miembro de la Iniciativa por un Mercado Online Competitivo, financiada en parte por Microsoft; el motor de búsqueda empresarial Source Tool, y el comparador comercial myTriggers. A los dos últimos los representan abogados que en el pasado trabajaron para Microsoft. Los tres demandantes aseguran que Google les relega a puestos bajos en su clasificación de búsquedas porque son, también, buscadores: parte de la competencia. Una demanda de Foundem ya provocó el inicio de una investigación similar en la Unión Europea en febrero.
Esta semana, el consejero delegado de Google, Steve Schmidt, explicó en una conferencia en Arizona que la empresa no promete, en ningún caso, una neutralidad total en los resultados de sus búsquedas: "Lo que prometemos es el mejor resultado, siempre basado en el juicio del usuario", dijo. "No hay un favoritismo deliberado desde el punto de vista empresarial. Hay favoritismo en cuanto a lo que los usuarios prefieren, y eso siempre debe ser un factor a tener en cuenta para nosotros".
El Congreso federal ha iniciado también sus propias investigaciones. Un subcomité en materia de competitividad de la Cámara de Representantes sometió a la empresa a escrutinio el jueves. Diversos testigos aseguraron que Google ostenta una predominancia en el mercado de búsquedas que daña efectivamente a la competencia. Scott Cleland, analista y autor del blog crítico GoogleMonitor, calificó la situación de "googlepolio": "Google es una amenaza monopolística más seria de lo que Microsoft lo fue jamás".
jueves, 7 de junio de 2012
La belleza es...
miércoles, 6 de junio de 2012
Fotógrafos en combate...
Fotógrafos en combate
Se juegan el pellejo en cada disparo. Nos enseñan lo que no queremos ver. Tim Hetherington y Chris Hondros, dos grandes del oficio, han muerto recientemente en Libia. Destacados fotoperiodistas han seleccionado para 'El País Semanal' una de sus imágenes más icónicas. A partir de ellas reflexionan sobre los desastres de la guerra.
Con 17 conflictos armados en la retina y una exitosa trayectoria, la estadounidense Corinne Dufka dejó para siempre el fotoperiodismo en 1998. El 7 de agosto de ese año subió a un avión desde Nairobi (Kenia) para viajar hasta las entrañas de la segunda guerra de Congo. Al poco de iniciar el vuelo, una bomba estallaba junto a la embajada estadounidense en la capital keniana. El brutal atentado, atribuido a Al Qaeda, provocó la muerte de más de 200 personas. Miles resultaron heridas. Dufka aterrizó en Congo y al conocer la noticia hizo todo lo posible por regresar a Nairobi. Pero llegó 12 horas más tarde del suceso. Perdió la historia. No pudo mandar una sola foto a la agencia para la que trabajaba. Estaba tan frustrada que se descubrió a sí misma incapaz de manifestar sentimiento piadoso alguno hacia las víctimas de la matanza. Enfilaba una senda peligrosa. Había perdido el control. Su mirada llevaba demasiado tiempo sobreexpuesta a la sangre humana. Unos días más tarde, la roca se desmoronó. Rompió a llorar mientras veía por televisión un reportaje sobre personas que quedaron ciegas por el impacto de cristales en sus ojos a causa de la explosión. Y se dijo: "Me salgo. Punto y final".
Jugarse el pellejo no es el único peaje que abonan quienes se dedican a retratar el horror. Hay que estar dispuesto a mirar. Y asumir las consecuencias. El alma paga un precio. Un reportero en zona de conflicto sabe lo que busca, pero nunca está preparado del todo para lo que va a presenciar. De todos los testigos de la cruda realidad belicosa, el fotógrafo -y el camarógrafo televisivo, pero esa es otra apasionante historia- es el único que no puede mirar hacia otro lado en ningún momento. Son nuestros ojos sobre el terreno. Nos enseñan lo que no queremos ver. La prueba irrefutable de los estragos de la violencia. Concentran su mirada en el pequeño visor de la cámara mientras llueven las balas. Prestan a veces más atención al encuadre que a su propia seguridad.
Al miedo físico hay que añadir los fantasmas de la memoria. El cordobés Gervasio Sánchez -premio, entre otros, Nacional de Fotografía y Ortega y Gasset de Periodismo- asegura que nunca necesitó ir a un psicólogo. Ha documentado conflictos armados en medio mundo y emplea como bálsamo espiritual una simple receta: "Reencontrarme con los que un día fotografié en momentos y lugares de guerra. Saber que han sobrevivido, volver a verles y comprobar que las historias perduran más allá de las imágenes".
Poco han cambiado las reglas de este oficio desde que André Friedmann, más conocido como Robert Capa para mayor gloria del fotoperiodismo, proclamase la archiconocida necesidad de estar cerca de las historias para poder atrapar instantáneas suficientemente buenas. A pesar de considerar a Capa el primer gran fotógrafo de guerra de la era moderna, los historiadores coinciden en catalogar como pionero en la materia al británico Roger Fenton por su cobertura de la guerra de Crimea a comienzos de 1855. Como argumentaba Susan Sontag en su ensayo Ante el dolor de los demás (Alfaguara), "desde que se inventaron las cámaras en 1839, la fotografía ha acompañado a la muerte".
Muchos de los mejores del gremio detestan el apelativo "fotógrafo de guerra". Es el caso de una vaca sagrada llamada Don McCullin (Reino Unido, 1935), hoy retirado. A Gervasio Sánchez tampoco le hace mucha gracia: "No me considero como tal por respeto a mis compañeros muertos cuando hacían periodismo puro, alejado de la basura de intereses políticos y económicos. Simplemente, vamos a lugares donde suceden grandes tragedias. No necesitamos que se nos considere especiales". Una leyenda viva como James Nachtwey asume, en cambio, la etiqueta. Desde Afganistán explica por qué: "Cuando tomé la decisión de dedicarme a la fotografía fue para ser fotógrafo de guerra".
Como quiera que se llamen los integrantes de esta tribu indomable, la única certeza es su permanente contacto con la muerte. Un roce demasiado intenso. Recientemente vimos correr ríos de tinta en la prensa occidental tras los fallecimientos en Libia del británico Tim Hetherington, de 40 años, y el estadounidense Chris Hondros, de 41. Fotorreporteros de reconocido prestigio, ambos han pasado a engrosar la veintena de periodistas caídos en el ejercicio de su profesión en lo que va de año, según el Committee to Protect Journalists (www.cpj.org). Nada nuevo bajo el sol. Seguirá ocurriendo mientras exista alguien dispuesto a testimoniar las contiendas y sus consecuencias. ¿Pero son capaces de provocar este tipo de imágenes algún cambio en el devenir de la humanidad? Don McCullin está convencido de lo contrario. Al teléfono desde su retiro en Somerset (Reino Unido), aclara: "Desde niño he visto este tipo de fotos, y nada ha cambiado en 60 años respecto a la guerra". James Nachtwey prefiere, sin embargo, mostrar más optimismo: "La fotografía de guerra tiene la posibilidad no solo de documentar la historia, sino de cambiar el curso de la historia. Es una herramienta para analizar la sociedad críticamente, un elemento importante en el factor de cambio".
En una era de sobresaturación de imágenes, todos los protagonistas de estas páginas coinciden en destacar la supremacía del impacto visual que la fotografía mantiene respecto al vídeo. Benjamin Lowy, curtido en la guerra de Irak, asegura que "nuestra memoria no procesa vídeos, sino imágenes congeladas". Y elige dos iconos del desastre armado para rematar su argumento: "Tenemos grabada la instantánea de la muchacha corriendo desnuda achicharrada por el napalm en Vietnam. O la foto que Chris Hondros tomó a la niña iraquí de seis años empapada en la sangre de sus padres tras ser ejecutados por soldados estadounidenses". Aquí se plantea otro dilema: ¿hasta dónde enseñar?, ¿dónde está el límite de nuestra capacidad de mirar?
"Hay que mostrarlo todo, pero con un lenguaje más sofisticado", propone y predica con el ejemplo el jerezano Emilio Morenatti, miembro de la agencia Associated Press. "La foto del niño rodeado de moscas... Ya estamos anestesiados al respecto. Esas imágenes ya no llegan". Morenatti resultó herido en Afganistán por la explosión de una mina antitanque en 2009 mientras patrullaba empotrado con una unidad del Ejército estadounidense. Sufrió la amputación de la pierna izquierda por debajo de la rodilla, pero sigue considerando un privilegio poder contar la guerra, "lo peor del ser humano". "Aunque en lugar de estar en el frente, preferiría ir a la segunda línea. Y que el tipo de foto que he elegido para este reportaje sea la prioridad: buscar una imagen más icónica de la tragedia".
El trabajo de Morenatti puede verse ahora junto al de otros destacados compatriotas en la recopilación elaborada por Rafael Moreno y Alfonso Bauluz para la editorial Turner bajo el título de Fotoperiodistas de guerra españoles. Un libro que recupera obras de pioneros como Enrique Facio y analiza la obra de los más actuales Enrique Meneses, Javier Bauluz, Santiago Lyon, Enric Martí o Sandra Balcells, además de rendir merecido homenaje a algunos de los caídos: Juantxu Rodríguez, reportero de EL PAÍS abatido en 1989 durante la invasión de Panamá; Jordi Pujol, del diario Avui, muerto en 1992, a los 25 años, en Sarajevo; y Luis Valtueña, fallecido en 1997, a los 33 años, cerca de la ciudad ruandesa de Ruhengeri.
La memoria de los muertos en acto de servicio aviva las ansias de los que quieren seguir mirando por todos nosotros a través de las cámaras. El veterano Don McCullin muestra preocupación desde su retiro por lo que considera uno de los males de este oficio en la actualidad: "Los ejércitos controlan mucho a los medios. Y por otra parte, los periódicos parecen hoy más interesados por las celebridades y el fútbol. Están vendiendo su integridad, desdibujando su naturaleza como espacio donde encontrar la auténtica verdad". Menos apocalíptico, dispuesto a seguir retratando el horror pase lo que pase, Benjamin Lowy asegura haber aprendido algo en el frente: "Los seres humanos nunca han dejado de batallar. Siempre lo harán. Por eso es importante documentar la guerra. Para saber lo que el hombre es capaz de hacer en nombre de cosas como el dinero, por ejemplo".
martes, 5 de junio de 2012
Ojo al tirar de tarjeta...
Ojo al tirar de tarjeta
Las compras con 'dinero de plástico' sostienen el consumo de los ciudadanos en plena crisis - La clase media mileurista recurre al crédito en la segunda mitad del mes. Las operaciones de pago aplazado pueden costar hasta un 20%
"Durante un tiempo compré a crédito con tarjeta. Me ha ido bien para ir tirando. Aplazaba los pagos y amortizaba una cantidad con las pagas extra y así funcionaba. Pero a veces no dejas de pensar que la deuda va creciendo y eso llega a preocuparte". P. R. no ha tenido mala experiencia con el uso de su tarjeta de crédito. Pero recomienda prudencia: "Mi banco no me ha cobrado muchos intereses por fraccionar los pagos, pero la carga de la deuda puede llegar a pesar".
En plena crisis y con el paro disparado al 20%, son muchos los que llegan a final de mes gracias al dinero de plástico. Para esos consumidores, sus tarjetas de crédito no se cargan precisamente de polvo sobre el escritorio, o en la mesita de noche sino de deudas. Hay algo que se repite a partir de mitad de mes: "A muchas familias se les cargan los gastos mensuales en su cuenta bancaria, se quedan sin liquidez y tiran de la tarjeta", dice Carles Torrecilla, profesor de Mercadotecnia de la escuela de negocios Esade. Para estos usuarios, los días se ponen cuesta arriba hasta llegar a cobrar a fin de mes y es ahí donde aparecen Santa Visa, Santa Mastercard o cualquier otro aliado en forma de dinero de plástico.
Aún faltan datos de consumo sobre las compras en la recién estrenada Navidad, pero las compras con tarjeta con pago aplazado resisten en plena crisis. Con la economía así de débil, Visa preveía batir ayer jueves -el día punta de las compras navideñas en Europa- el récord de gasto, con 38 millones de transacciones que sumarían 2.000 millones de euros en el Viejo Continente.
El año 2010 está siendo el año de las llamadas tarjetas revolving, que permiten diferir una parte de los pagos hasta el siguiente mes y así sucesivamente. Varias asociaciones de consumidores recomiendan prudencia con estas operaciones, especialmente en plena campaña de consumo en Navidad y piden tener en cuenta que muchas veces hay que pagar un tipo de interés elevado, que puede subir hasta el 20% o más, según calcula la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
En 2009 ya aumentaron los usuarios de las tarjetas con pago aplazado, pero este año han subido más. El 22,1% de los tenedores de esas tarjetas han usado el pago diferido, muy por encima del 16,4% del año pasado, según un estudio hecho entre abril y julio de este año en Epaña por la sociedad emisora de tarjetas Mastercard, una de los mayores empresas de tarjetas de crédito. Es el nivel más alto de pagos aplazados desde que esta empresa tiene datos en España en 2004. Los datos de esta compañía, recogidos en el Barometro anual 2010 se basan en encuestas a 12.000 usuarios de poblaciones de más de 2.000 habitantes de toda España.
Según datos del Banco de España, el número de operaciones con tarjeta a crédito o con pago aplazado ha aguantado la crisis. Muchos usuarios siguen comprando a crédito con sus tarjetas. Se han hecho 57.000 millones de euros en pagos en 2009 con tarjetas de crédito frente a 59.800 el año anterior. Los 57.000 millones de 2009 están por encima de las cantidades de los últimos años, que se habían situado entre los 42.000 y los 56.000 millones de euros.
La companía Visa no proporciona datos sobre el uso de las tarjetas revolving. Un portavoz afirma: "Notamos que crece más el pago a débito (contado) que a crédito (a plazo). Hasta hace dos años era al revés". Esto se debe a que las entidades financieras "han reducido el riesgo y el crédito en general y también el de las tarjetas para muchos clientes".
Visa, la mayor compañía del sector, dice que se mantiene la actividad de las compras a crédito con este sistema de pago, con una pequeña bajada. La empresa afirma que el número de sus tarjetas en España se mantuvo estable en 47,6 millones el año pasado. Pero detecta que la compra media, en este caso solo en comercios, cayó a 52,2 euros el año pasado, un 6,8% menos debido a que los consumidores contienen el gasto "y a una cierta moderación de los precios", dice la compañía. El número total de operaciones con Visa creció un 3,7% hasta los 1.300 millones.
Las asociaciones de consumidores previenen contra el mal uso de las tarjetas de crédito, sobre todo, las de pago diferido. Ileana Izverniceanu, portavoz de Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), dice: "Nuestro consejo es que no se utilicen las tarjetas de crédito en pago diferido. Lo mejor es liquidar los pagos a final de mes con coste cero. De lo contrario, podemos vernos inmersos en un sobreendeudamiento, del que es difícil salir".
Otros expertos y organizaciones de consumidores dicen que la tarjeta con pago diferido no es ni buena ni mala en sí misma, depende del uso que se haga. Para Fernando Móner, presidente de la Confederación Española de Consumidores y Usuarios (CECU), "usar la tarjeta de crédito con o sin pago diferido no es malo si se sabe donde están los límites. Comprar a crédito es aceptable, si alguien quiere seguir manteniendo el nivel de vida y mide bien sus ingresos fijos y su límite. También puede serlo aplazar algunos pagos a no demasiado plazo". De cara a la Navidad, si se quiere tener dinero extra, Móner recomienda: "Hay que elegir bien cómo se gasta: con un anticipo de nómina, con tarjeta o a través de créditos rápidos pero lo que no debe hacerse es hacer caso siempre del método que más se publicita sino informarse de todo".
No es fácil, a veces, olvidarse de la tarjeta, sobre todo cuando no se puede llegar a fin de mes. Torrecilla recalca que son muchos los consumidores que se ven obligados a tirar de ella a partir de mitad de mes. "Lo que yo llamo la clase media consumista vive de su sueldo mensual que ronda los 1.000 euros netos de media, y su mentalidad de consumo es mensual. Son consumidores que podríamos decir que viven al mes", remacha Torrecilla.
"A final de mes a estos consumidores les cargan en su cuenta la hipoteca, el colegio, el recibo del coche y los gastos de casa. El resto de los gastos los hacen a crédito", recalca este experto que ha publicado este año el libro ¿En efectivo o con tarjeta?
"Estas familias tienen de media entre 300 y 500 euros de crédito mensual en su tarjeta de crédito y gracias a él compran. Suelen ser familias o consumidores que no pueden ahorrar cada mes y su forma de ahorrro es la casa que están pagando con la hipoteca. No pueden pasarse porque su banco o caja les da una cantidad de crédito mensual en la tarjeta y no más y por eso lo pueden asumirlo, aunque con dificultades, a veces", añade este experto.
Miguel Ángel Fraile, secretario general de la Confederación Española de Comercio, recalca: "La ropa, la gasolina y los electrodomésticos se pagan entre el 70% y el 80% con tarjetas tanto a crédito como a débito. En la alimentación el pago con tarjeta está en torno al 20%", dice el secretario general de la Confederación Española de Comercio, que agrupa a 450.000 comercios en toda España. "De cara a la Navidad, notamos que las ventas se están mantiendo e incluso animando respecto al año anterior, lo que no está mal teniendo en cuenta que algunos precios no han subido por la crisis o incluso han bajado como ocurre con los electrodomésticos, la ropa o los juguetes", dice el secretario general de la Confederación de Comercio.
En España había hasta el tercer trimestre de este año 43,5 millones de tarjetas de crédito en circulación, según el Banco de España. Pese a la crisis, la cantidad de tarjetas es prácticamente igual que a final de 2009 cuando eran 43,7 millones. Contando las tarjetas a débito o contado, el total de las emitidas hasta septiembre es de 73,1 millones, igual que el año anterior
El 50,4% de las de crédito se usan también en los cajeros para retirar dinero, según Mastercard. Se ha producido un ligero descenso de quienes retiran efectico a crédito, ya que el año anterior fueron el 53,3% de los usuarios encuestados por Mastercard quienes usaron los cajeros para tener dinero.
Para la mayor parte de los usuarios, los intereses del pago de las tarjetas de pago aplazado van del 7%-8% al 17%-18%. Hay clientes que los tienen más bajos y otros más altos, según su solvencia y nivel de ingresos.
¿Qué carga mensual es asumible? "Dar consejos sobre el nivel de endeudamiento es difícil. Si tienes una hipoteca que es el 30% o el 40% de tus ingresos cualquier otro crédito puede suponer mucho. Pero, si no tienes gasto, un crédito al 15% con tarjeta puede ser asumible, aunque yo creo que de forma temporal", señala el asesor jurídico de la asociación de consumidores Facua, Jordi Castillo.
Este asesor jurídico también cree que "lo que puede acarrear problemas es no saber sus características. Se puede cambiar la cuota a pagar. Si llega un mes en que no se pueden pagar 100 euros de cuota se puede pagar más o menos y cambiar a otro plazo. Muchos lo hacen, pero a veces no se toma conciencia de lo que eso supone en intereses".
Hay una parte de consumidores que están abocados al pago con tarjeta. "Son consumidores que no ahorran en líquido cada mes pero sí a través de la compra de la casa que pagan con la hipoteca", dice Torrecilla. Y hay algunas estratagemas para llegar mejor a fin de mes. Son ayudas como por ejemplo que "algunas entidades financieras cierran el mes el día 20 en vez de el 30 a efectos de la tarjeta. Eso quiere decir que a partir del 20 lo que se compra no se carga a final de mes sino al mes siguiente", añade Torrecilla. Precisamente, según este experto, quienes pueden tener más problemas para asumir las compras a crédito son quienes tienen asignados miles de euros para gastar a crédito. Y además "si piden que se lo amplien se le amplian. Eso no pasa con la clase media. Tienen una cantidad y con ella pasan el mes".
Las quejas vienen muchas veces cuando el usuario cambia las cuotas o los pazos de la tarjeta y se pierde. "En estos casos no es fácil calcular bien los intereses", dice el asesor de Facua. Pero muchas no suelen prosperar. "Más que quejas formales, los usuarios se lamentan de las altas comisiones pero como han firmado esas comisiones, el contrato les vincula", apunta la portavoz de la OCU.
lunes, 4 de junio de 2012
domingo, 3 de junio de 2012
Lady Gaga y los soldados homosexuales...
Lady Gaga y los soldados homosexuales
No solo canta sino que también es capaz de pronunciar discursos y sumarse a causas como la defensa de los derechos de los homosexuales en EE UU. Ante 2.000 personas la cantante (ataviada como un candidato de la vieja escuela) asistió a un acto el lunes en Maine en el que señaló que estos hombres son "héroes" que le inspiran. "Creo en ellos", dijo.
sábado, 2 de junio de 2012
Nada será como antes
El futuro del movimiento 15-M
Nada será como antes. Sobre el movimiento 15-M - Carlos Taibo
No es tarea sencilla la de pronunciarse sobre el futuro del movimiento 15-M. Lo más probable es que, conforme a la voluntad mayoritaria, se disuelvan antes o después las acampadas --es preferible cerrar racional y jocosamente esta etapa-- y se proceda a trasladar la actividad a barrios y pueblos. Todo ello en el buen entendido de que la posibilidad de restaurar el esquema inicial de concentraciones con poderoso eco mediático no quedará en modo alguno cancelada y de que, claro, el ritmo de los hechos puede ser diferente en los distintos lugares.
El tránsito del recinto del espectáculo mediático al más modesto de la acción local, aunque en modo alguno obliga a cancelar posibles iniciativas --campañas, manifestaciones-- de carácter general, parece deslizar el movimiento hacia una tarea más difícil y menos vistosa, al tiempo que, en sentido contrario, reduce los riesgos de burocratización y los intentos de coparlo desde fuera. No está de más que agregue una observación sobre la singularidad propia de la época del año en la que nos encontramos: la proximidad del verano tanto puede ser un inconveniente insoslayable --las iniciativas y las movilizaciones por fuerza se reducen en la mayoría de los lugares-- como una excelente oportunidad para recobrar fuerzas y plantear una ofensiva en toda regla a partir de septiembre. También hay que tomar en consideración el hecho, interesante, de que el movimiento ha visto la luz en un momento marcado por el final del curso en universidades e institutos, algo que a buen seguro ha reducido sus posibilidades de despliegue en unas y otros. La planificación al respecto de estas cuestiones --que invita a pensar inevitablemente en el medio plazo-- es, en cualquier caso, una tarea vital en el momento presente, tanto más si se convocan elecciones generales para el otoño.
Si se me pide un pronóstico sobre lo que entiendo va a suceder con el movimiento --y no sin antes avisar que en el camino penden varias incógnitas, y entre ellas los efectos previsibles de los intentos de moderar el discurso, por un lado, y de la violencia que el 15-M padecerá, por el otro--, me limitaré a plantear cuatro horizontes posibles. El primero no es otro que el vinculado con un rápido e imparable declive; me parece que semejante perspectiva es harto improbable habida cuenta de la vitalidad presente de las iniciativas y de la general voluntad de ir a más. El segundo nos habla de un eventual intento de colocar al movimiento en la arena política, a través de la gestación de una nueva formación o de la incorporación a alguna ya existente. Creo firmemente que las posibilidades de esta opción son muy reducidas, en la medida en que la mayoría de los integrantes del 15-M no parecen siquiera contemplarla. No puede descartarse por completo, sin embargo, una mecánica de divisiones y escisiones, en un grado u otro vinculable con este segundo horizonte.
Una tercera perspectiva nos dice que el movimiento podría dar pie a una suerte de extensión general, más bien vaga, dispersa y anómica, de formas de desobediencia civil frente a la lógica del sistema que padecemos. No descarto en modo alguno esa posibilidad, que sería una suerte de manifestación abortada de lo que me gustaría que cobrase cuerpo realmente: hablo del cuarto, y último, horizonte, articulado en torno a una fuerza social, que desde perspectivas orgullosamente asamblearias y anticapitalistas, antipatriarcales, antiproductivistas e internacionalistas, apostase por la autogestión generalizada e inevitablemente se abriese a las aportaciones que deben llegar de sectores de la sociedad que todavía no han despertado. Esa fuerza, que habría de acoger en su seno, claro, al movimiento obrero que todavía planta cara al sistema y se enfrenta a los sindicatos mayoritarios, provocaría el alejamiento de una parte de quienes en inicio se han incorporado a manifestaciones y acampadas.
Sólo se me ocurre aducir dos argumentos en provecho de la materialización del último horizonte mencionado: si, por un lado, en muchas de las asambleas realizadas en las acampadas se han revelado por igual una sorprendente madurez y una más que razonable radicalidad en los enfoques --se ha pasado a menudo de la contestación de la epidermis que suponen la corrupción y la precariedad a la del corazón del capitalismo y la explotación--, por el otro debemos dar por descontado que nuestros gobernantes van a seguir en sus trece, esto es, no van a modificar un ápice el guión de sus políticas. El hecho de que hayan decidido morir al servicio del capital mueve audazmente, en otras palabras, nuestro carro.http://www.blogger.com/img/blank.gif
TITULO: Nada será como antes. Sobre el movimiento 15-M.
AUTOR: Carlos Taibo.
PRECIO: 8 euros (IVA incluido).
PÁGINAS: 88 páginas.
FORMATO: 13,5x21 cm.
ISBN: 978-84-8319-604-5.
viernes, 1 de junio de 2012
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