miércoles, 23 de julio de 2008

Quema marcas



BOORMAN, NEIL - NO MARCAS: DIARIO DE UN ANTICONSUMISTA

editorial: EDICIONES TEMAS DE HOY
lugar de edición: MADRID
año de edición: 2008
formato: RÚSTICA
páginas: 320
ISBN: 978-84-8460-701-4

“Hoy, quemar algo de marca es como quemar una Biblia” Neil Boorman



Edad: 33 años.
Periodista de moda: colaboró con Sony, Adidas, Diesel... Hasta la ruptura.
Su blog: da pistas para vivir como él en bonfireofthebrands.com.

En la cola para pagar piensen: ¿necesito esto? Si la respuesta es no, no lo compren.

El 17 de septiembre de 2006, un treintañero británico llamado Neil Boorman hizo una gran hoguera en una plaza del centro de Londres. El fuego consumió unos 20.000 euros en ropa de marca. Con un mazo, Boorman destruyó otros 10.000 en tecnología. Eran todos sus bienes. Ahora cuenta su experiencia en No marcas (Bonfire of the Brands, en inglés), que en España edita Temas de Hoy.

Un día le prendió fuego a sus cosas. ¿Es usted un radical, un pirómano o un provocador?
Las tres cosas. Yo era radical con las marcas, era como un alcohólico, que tiene que tirar toda la bebida que tiene para romper con todo. Pero también quería provocar reacciones, llamar la atención de los medios. Y, bueno, tengo un pasado como pirómano: cuando era más joven creé un magazine de moda. En el acto fundacional quemamos una foto de Victoria Beckham.

¿Por qué Victoria Beckham?
Era la Spice pija y la odiaba. Sin embargo, si pienso en como era yo antes, sería el personaje público con el que más me identificaría. Esa mujer tiene montañas de dinero, está comprando constantemente y nunca sonríe.

O sea, que usted, antes de hacer la hoguera, no era precisamente un hippy.
¿Un hippy? Mis amigos y yo le hubiéramos pegado una buena paliza a cualquier hippy si llegamos a ver uno… [Risas] Era todo lo contrario. Cuando no estaba pensando en sexo, estaba pensando en marcas.

Exagera...
No exagero. Escribía sobre moda y, si no estaba trabajando, estaba de compras. Pensaba cada mañana qué marca de polo me iba a poner para cada cita del día y miraba a la gente de arriba abajo para clasificarla según lo que llevara puesto.

Así que decidió quemarlo todo... ¿Qué fue lo más duro de echar a la hoguera?
Bueno, quemar todas mis cosas fue como quemar mi propia identidad, pero, si tuviera que escoger un objeto, sería mi bolsa Louis Vouitton. La compré con mi primer sueldo y ese mes casi no comí para pagarla…También mi Blackberry. Era completamente adicto a ella. Me hacía sentir como un hombre de negocios, un hombre de éxito.

Pidió a la gente que quemara con usted sus cosas de marca. ¿Alguien se animó?
¡No! Ocurrió todo lo contrario. Una masa rugía enfurecida detrás de las vallas. Cuando el equipo pirotécnico apagó el fuego, la gente se abalanzó sobre las cosas que no habían ardido del todo. Más tarde entré en un pub cercano y vi a varias personas llevando piezas de mi vestuario. Un tipo había cazado mi jersey de Ralph Lauren. Sólo tenía los puños un poco quemados.

¿Tan enamorados estamos de las marcas?
La hoguera no habría acaparado ninguna atención si las cosas no hubieran sido de marca. Pero, hoy, esos logos de las compañías se han convertido en símbolos de lujo y felicidad. Hoy quemar algo de marca es como quemar una Biblia.

¿Por qué?
Después de la Segunda Guerra Mundial las empresas se dieron cuenta de que podían producir más de lo que podían vender. Así surgieron las marcas, donde el objetivo es que la persona compre el objeto no por su funcionalidad sino por cómo le hace sentir: más sexy o más sofisticado, más joven o más elegante.

Pero ¿realmente es posible vivir sin marcas?, ¿ni siquiera las marcas blancas de los supermercados?
En Reino Unido es casi imposible. Una de cada cuatro libras se gastan en las grandes cadenas. Pero si uno busca mucho, se pueden encontrar sitios alternativos. Al final, ir de compras es más divertido cuando uno conoce al frutero.

¿Y la ropa?
Consigo la ropa en comercios de segunda mano, en tiendas de Internet de cosas sin marca... Y parte de la ropa me la hacen.

¡Pero eso es muy caro!
¡No! Una camiseta sin marca cuesta un 95% menos que una de Yves Saint Laurent. Con lo que me ahorro en ese tipo de cosas, compensa.

¿Y no hay nada que eche de menos?
La pasta de dientes. La cosmética hecha en casa es más natural y no lleva sustancias químicas, pero no es tan efectiva… También el papel higiénico. Al comprar uno sin marca sólo puedo conseguirlo de proveedores industriales y, bueno, ¿conoce ese papel áspero que parece que lleva una capa de cera?

¿Está pensando en claudicar?
Quizás en ese terreno... Sí. Pero que quede entre nosotros.

¿Hay algo que pensó que echaría de menos y no ha sido así?
Mi gran televisor con pantalla plana LCD. Uno se siente mejor cuando no está constantemente viendo imágenes de gente que parece más feliz que uno. Y… la vida sexual mejora. Después de la hoguera, mi mujer y yo concebimos un hijo.

¿Y qué hará cuando el niño crezca y pida marcas?
Intentaré explicárselo y le daré el dinero justo para comprar cosas sin marca, si quiere llevar un logo, tendrá que pagárselo él… Pero supongo que me odiará, como yo odié a mis padres.

¿Cree que todos deberíamos quemar nuestras cosas?
¡No! Basta con que, cada vez que estén en la cola de caja para pagar, se planteen: “¿Realmente necesito esto?”. Y si la respuesta es no, no lo compren.

- El Metro -

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