viernes, 14 de noviembre de 2008
Crecer en público...
¿Vivir de los réditos paternos, negar los orígenes o esconder la cabeza? Muchos hijos de tratan de hacerse un hueco en la industria del espectáculo bajo la alargada sombra de sus progenitores. Preguntamos a Sean Lennon (en la foto), Sophie Auster, Bryce Dallas Howard o Jack Osbourne quién rige sus destinos: ¿ellos, sus padres o la prensa?
"LO más importante que me ha enseñado mi padre es que mi trabajo no es mejor que cualquier otro. Cuando pienso que hay más de mil millones de personas en China que no tienen ni idea de quién soy, desaparece de mí cualquier rastro de petulancia". Así se refería Emilio Estévez, actor (Rebeldes, Freejack), director (Bobby) y hombre ejemplar, a su padre, Martin Sheen, patriarca de una de las más exitosas sagas de la historia reciente de Hollywood. "De niño, mi padre no me enseñó a negociar el éxito, sólo el fracaso. Me instruyó para intentarlo todo una y otra vez, pero no me dijo qué hacer una vez lo había logrado". El que ahora habla es Charlie Sheen, hermano de Estévez, actor (Wall Street, Hot shots) en decadencia y ex adicto a cualquier sustancia ilegal hasta el punto de que una noche, Slash, guitarrista de Guns N' Roses, le sugirió que entrara en rehabilitación. Cuando un miembro de Guns N' Roses te sugiere eso, es que estás realmente jodido.
El número de hijos de famosos presentes en los medios de comunicación durante la última década ha crecido de modo exponencial. Hasta el punto de que, si nadie lo remedia, en una década habrá más hijos de famosos que famosos. "Creo que el momento bueno para todo esto llegará de aquí a 10 años", comenta Álvaro García Bermejo, director de la revista Cuore, "cuando los hijos de Brad y Angelina, o los de Tom y Katie empiecen a aparecer en los medios". Por entonces es posible que Paris Hilton esté enterrada o que se haya convertido en una cristiana renacida, mientras que Sophie Auster (hija de Paul Auster) se encuentre grabando su sexto álbum. La primera seguirá desheredada; la segunda, probablemente, continuará colaborando con el afamado escritor y ahora director de cine. "Mis padres siempre han estado de acuerdo con mi carrera y con las decisiones que he tomado", explica Sophie. "[Paul] Es una persona con la que es muy fácil trabajar. Trata a todo el mundo del mismo modo. La primera vez que trabajamos juntos, yo tenía 16 años. Ahora, con 21, siento mayor independencia, pero eso no quiere decir que no desee volver a trabajar con él en el futuro".
Sophie es actriz y acaba de rodar Circuit, de Xavi Ribera, en Barcelona. Y ahora se dispone a terminar su segundo largo como cantante solista, en el que se incluyen letras de su padre y de su madre, la también escritora Siri Hustvedt. Paris Hilton acaba de presentar un vídeo en el que sale en bañador en una piscina y se postula como aspirante a presidenta de Estados Unidos, porque es guay. "No creo que exista una manera de determinar por qué ciertos hijos de celebridades pueden convertirse en personas que trabajan y otras en simples buscadores de atención", opina García Bermejo. "Algunos hijos de hacen cosas, pero no salen en la prensa; otros, para lograr algo, deben exhibir el apellido de papá. Son muchos los que han empezado en esto del mundo de la farándula creyendo que podrían lograr triunfar sólo con su talento y, al cabo de unos años, han debido tirar de los contactos de papá para hacer algo".
Ejemplar en su devenir y atípico en su realidad es el caso de Bryce Dallas Howard (Mandarlay, La joven del agua), hija del director Ron Howard (Una mente maravillosa, El código Da Vinci) y de Cheryl Howard, actriz y escritora. Los contactos de papá le sirvieron sólo para hacer de documentalista durante unos meses en Vanity Fair y para servir mesas y pasear perros en Hollywood. Se extirpó el apellido popular ?más tarde lo recuperaría, cuando alguien le comentó que Bryce Dallas era también el nombre de una actriz porno? y su padre, de momento, se niega a contar con ella en sus filmes. "Me encantaría trabajar con él. A veces se lo comento. Bueno, casi siempre se lo ruego, pero de momento no me hace mucho caso", comenta la joven del agua.
No es lo mismo crecer en Brooklyn rodeada de libros que en Park Avenue rodeada de peluches y jerséis para perro. No es lo mismo que tu madre sea Demi Moore y crezcas pensando que Striptease es un filme que un día podrías también protagonizar tú, que tu padre sea Tony Perkins, el Norman Bates de Psicosis. "Claro que no", recuerda Elvis Perkins, músico folk indie, creador arrastrado y totalmente alérgico a fama y fortuna. "Podría haber sido actor y podría haber estado cerca de toda esta gente que sale en los realities y en la prensa del corazón, pero jamás me educaron así. Me enseñaron otros valores. Afortunadamente, me muevo en un mundo en el que ser hijo de Anthony Perkins es una curiosidad. Nada más".
Hace un par de meses, Scarlet Page se paseó por Barcelona haciendo las fotos promocionales de la banda británica The Fratellis. Al final del periplo, los del grupo le dijeron que Page era un apellido la mar de molón, que se podría hacer pasar por la hija del guitarrista de Led Zeppelin. "Jimmy Page es mi padre", respondió ella. Y cogió un taxi rumbo al aeropuerto.
"Todo el mundo sabe quién es mi padre y casi todos parecen pensar que es idiota, pero no es cierto", así de contundente se mostraba Jack Osbourne, retoño de Ozzy y uno de los hijos de más publicitados del siglo XXI. Ahora, Jack quiere producir un documental sobre su progenitor para lograr cambiar la imagen de viejo senil que se forjó en The Osbournes, el reality que sigue siendo las sagradas escrituras de todo esto. Jack se manifestó como un verdadero zopenco, pero se hizo famoso, que es, al final de todo, lo que importa. "El caso de los Osbourne, tanto de Jack como de Kelly [la hermana cantante], es el de niñatos malcriados que no tienen más mérito que ser hijos de y que han superado incluso la fama de sus padres. En cantidad, claro, jamás en calidad. Lo mismo que Lindsay Lohan, cuya madre es una actriz en decadencia que ahora puede volver a trabajar un poco y a recibir algo de atención. Eso sí, tampoco nos equivoquemos: no hay muchos casos de hijos que salven la carrera decadente de sus padres", recuerda García Bermejo, quien reconoce el ejemplo de Miley Cyrus (Hannah Montana) como criatura que ha superado con creces la fama de su progenitor, el cantante country apocalíptico Billy Ray Cyrus.
"Sé que puede sonar algo mal, pero lo cierto es que, para alguien como yo, es realmente importante tener muchos amigos que sean parecidos a mí, con padres conocidos y que forman parte de la industria del entretenimiento. La vida es extraña cuando eres alguien cuyo álbum de fotos familiar ha sido publicado en todas las revistas". Así explica Sean Lennon el hecho de que en estos momentos sea una de las personas mejores conectadas de Nueva York. Y es que, ya sea por elitismo o por seguridad, la mayoría de esta gente tiende a rodearse de otros como ellos, hasta el punto de terminar creando alianzas contra natura, como el sonado romance entre Lizzie Jagger (hija de Mick Jagger) y el propio Sean.
"Mi padre es un tipo algo conservador, y en muchas ocasiones no se ha sentido muy a gusto con mis decisiones", recordaba Lizzie en una entrevista concedida durante aquel romance y coincidiendo con su visita a España para promocionar una firma de ropa. "Creo que hay algo de protector en su generación. No sé si es que no desean que cometamos los errores que ellos cometieron, pero lo cierto es que ser hija de un rockero muchas veces no es tan guay como puede parecer. Tal vez por eso, muchas veces necesitas hablar y relacionarte con otras personas que han tenido una infancia similar a la tuya". En términos parecidos se manifiesta Bryce Dallas Howard, quien tiene en Natalie Portman a una de sus mejores amigas. "Tener amigos en el negocio es bueno para compartir experiencias, pero puede alejarte demasiado de la realidad. Mis padres siempre quisieron que estuviera conectada a ella. Ser normal es raro en Hollywood".
Hay gente que sostiene que el talento sí puede trasladarse de padres a hijos. Que hay algo en los genes que predispone a replicar las actividades de los padres. Pero lo cierto es que esta teoría, si se analizan los logros de casi todos los hijos de famosos, posee un componente apocalípitico. Estamos negando la evolución de las especies si creemos que Theodora Richards, ahora diseñadora de vaqueros, puede alcanzar la cotas creativas de su padre, Keith, o que los hijos de Rod Steward, cuando logren salir de la cárcel y de la MTV, podrán escribir algo como Maggie May.
"Es muy duro competir con los estándares de un tipo que fue el Mozart del pop", recuerda Sean Lennon, en una de sus excusas favoritas para explicar su limitado éxito comercial. "Yo vendo pocos discos, pero creo que eso sucede porque a la gente le gusta pensar que no tengo el talento de mi padre. Lo que pasa es que tampoco tengo el dinero para grandes producciones". Menos mal que el pobre Sean es amigo de The Strokes, Lenny Kravitz, Bijou Phillips, Irina Lazareanu o Lindsay Lohan, quienes siempre están dispuestos a echarle una mano. "Creo que terminas dedicándote a cosas creativas por el ambiente en que creciste, no por ningún tema genético", apunta la siempre un poco más lúcida Sophie Auster. "Siempre estaba rodeada de gente de las artes, y eso, sin duda, influyó en mí. Pero no debemos olvidar que ni mi padre ni mi madre cantan o actúan, y ésas son las dos actividades que desarrollo yo. Aunque lo cierto es que me podría dedicar a cualquier cosa y la gente seguiría tratándome como la hija de. Es lo que hay".
¿Somos lo que somos o somos lo que hacemos? Sea lo que sea, lo que está claro es que nosotros no somos lo mismo que nuestros progenitores, por mucho que nos parezcamos. "La gente está fascinada conmigo, pero yo no hice nada. Entiendo que los fanáticos de Nirvana deseen conocerme, pero deben comprender que yo no soy mi padre", explicaba elocuentemente Francis Bean Cobain, hija del grunge, a Harper's Bazaar, en una sesión de fotos disfrazada de Evita Perón.
- El Pais -
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