sábado, 12 de diciembre de 2009

El placer de...


El placer de dibujar con lápiz y pincel

Siempre se ha dicho que dibujar tebeos es una ocupación casi monacal, que obliga al autor a un retiro en silencio absoluto, sólo acompañado de su lápiz y papel. Un retrato que en estos tiempos de photoshops, internetes, ratones y tabletas gráficas es más una foto del pasado jubilada por la realidad: los jóvenes creadores de historietas se lanzan hoy -con bastante lógica- a disfrutar de las grandes ventajas otorgadas por el uso de las computadoras, para desgracia de los coleccionistas de originales que tendrán que conformarse en el futuro con un misérrimo disco o, peor, con un intangible correo electrónico con adjunto. Por eso sorprende que Paco Roca (Valencia, 1969, www.pacoroca.com) siga dibujando a lápiz, haciendo callo en el dedo y manchándose de tinta con el pincel. Lo hace en su casa, en un pequeño y luminoso recodo del salón de una antigua finca baja, de esas pocas que sobreviven manteniendo la personalidad del barrio de Jesús, aun cuando se sepan casi engullidas por la cercanía futura de eso que será el Parque Central de Valencia. Sobre la mesa, sólo un tablero inclinado sobre el que apoyarse y un bote de cristal lleno de lápices. El ordenador está, sí, pero sin molestar mucho y un poco escondido, como único recordatorio de estar ya en el siglo XXI. "Lo utilizo para dar color y, sobre todo, para buscar documentación gráfica". Las cosas de lo digital, que sustituye a las hileras de libros que llenan sus estanterías: "Antes compraba un libro sólo por ver cómo era el traje de un soldado, ahora lo busco en Internet". Dibuja en casa porque una cosa es el trabajo y otra los cómics. Por desgracia, de las historietas no se come en este país por muchos premios nacionales que se ganen, así que tras varias horas dejándose las pestañas en la pantalla como diseñador gráfico, lo que le pide el cuerpo es dibujar por el placer de dibujar, en la tranquilidad de su hogar. Quizá por eso los tebeos de Paco Roca tienen siempre una impronta personal indefinible, que bien podría ser la que da enfrentarse a la página en blanco con una taza calentita de café y un poco de suave jazz de fondo.

En la mesa quedan un montón de bocetos, anotaciones y los primeros esbozos de una de las páginas de su próximo trabajo, Emotional Tour, que está haciendo mano a mano con Miguel Gallardo, con el que coincidió y compartió en muchas ocasiones esa locura que fue "el año de Arrugas (Premio Nacional del Cómic 2008)".

- El Pais -

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