domingo, 31 de octubre de 2010

La vida es imposible...


La vida es imposible sin una pizca de consciencia, una copita de autoindulgencia.

- Daniel Davies: La isla de los perros -

viernes, 29 de octubre de 2010

Todos mentimos, lo que cambia es la dosis...


Todos mentimos, lo que cambia es la dosis

Engañamos por cordialidad, por convivencia, por ocultar delitos o por egocentrismo - Hay embustes que crecen demasiado hasta requerir gran cantidad de tiempo y energía para ser mantenidos

Si con mucha ilusión alguien le regala un pastor alemán de porcelana de tamaño natural por su cumpleaños, lo más probable es que diga "muchas gracias" y que sonría como pueda. Aunque le parezca un perro absurdo y esté maquinando que para tirarlo a la basura lo más práctico será romperlo a martillazos. A un cortés "¿qué tal?" en el ascensor de la oficina, poca gente respondería que muy deprimida porque está punto de divorciarse, pese a que sea verdad. Pura socialización. Mark Twain lo tenía claro en su sarcástico La decadencia del arte de mentir: "Nadie podría vivir con alguien que dijera la verdad de forma habitual; por suerte, ninguno de nosotros ha tenido nunca que hacerlo". Lo escribió un siglo antes de que Robert Feldman, profesor de Psicología de la Universidad de Massachusetts, haya establecido en su libro The liar in your life que mentimos entre dos y tres veces en una primera conversación de 10 minutos con un nuevo conocido.

Mentimos porque hay público. Porque están los otros. Las relaciones requieren este tipo de ficciones convenidas, casi siempre balsámicas. El psiquiatra Carlos Castilla del Pino, en su libro póstumo Conductas y actitudes (Tusquets, 2009), sostiene que "la vida social exige adobar, esto es, mejorar a nuestra manera la imagen de nosotros mismos de cara a los demás".

A Nicolas Sarkozy la celebración de la caída del Muro le ha hecho patinar. El 9 de noviembre publicó en su perfil de Facebook sus recuerdos sobre qué hacía ese mismo día de hace 20 años. Decía: "[Aquel día] Por la mañana nos interesamos por las informaciones que venían de Berlín, y que parecían anunciar los cambios en la capital dividida de Alemania. Decidimos dejar París con Alain Juppé... para participar en el evento que se perfilaba".

O bien le traicionó la memoria (no sería extraño: falseamos nuestra propia biografía con relativa facilidad sin intención de engañar) o mintió, como han tratado de demostrar algunos periódicos franceses (Libération, Le Figaro). Sostienen que estuvo en Berlín, sí, pero una semana más tarde.

Tal devoción por protagonizar momentos de la historia no es nueva, según Miguel Catalán, profesor de Ética de la Comunicación de la Universidad Cardenal Herrera-CEU de Valencia y autor del tratado Seudología (editor Mario Muchnik), del que ha publicado tres volúmenes: "En España hubo un momento en el que todo el mundo parecía haber participado in situ en las revueltas de Mayo del 68. Un buen número de escritores e intelectuales españoles parecieron encontrarse casualmente en París justo en ese momento y luego contaban su experiencia personal en artículos y libros", explica.

Hay mentiras, sin embargo, que crecen demasiado y alcanzan el otro extremo de la falsedad, la impostura. Para eso hace falta cálculo, voluntad de engaño, un montón de energía, ingenio, memoria y probablemente mucho tiempo. Es así como se logra ocultar la propia identidad para cimentar una nueva sobre una mentira. Hay grandes diferencias con las mentirijillas, sí, pero lo inquietante es que las orondas y aparatosas bolas siguen, según Castilla del Pino, idénticos mecanismos.

El caso de Enric Marco es ejemplar. El hombre se pasó casi 30 años, desde 1978 hasta 2005, diciendo que había estado en el campo de concentración nazi de Flossenbürg. Recibió la Cruz de Sant Jordi, una de las más altas distinciones que concede la Generalitat catalana. Dio cientos de conferencias. Se inventó un número de deportado, el 6.448. Presidió la asociación Amical de Mauthausen. Cuando un historiador que llevaba tres años rastreando las vidas de españoles víctimas del Holocausto descubrió, demostró y denunció la impostura, Marco dijo a Efe que no lo hizo "por maldad". "Parecía que [cuando empezó a contar esta historia] me prestaban más atención y podía difundir mejor el sufrimiento de quienes pasaron por los campos de concentración".

No es difícil comprender -aunque no se comparta ni se acepte- que un político mienta para ocultar que ha robado dinero público o que recibe un soborno; que un asesino cuente una película más o menos verosímil a la policía para intentar demostrar que no tiene nada que ver con ese cadáver o que alguien invente todo tipo de coartadas para mantener una infidelidad. Son mentiras instrumentales, tienen un objetivo puntual y responden a los tres principales motores de la falsedad, "el poder, el sexo y el dinero", apunta Catalán.

"Hay algo de gratuito e innecesario en esa impostura, y por tanto, de creativo", prosigue.

"Miente sólo para ocupar el centro de atención. Además de natural (en el fondo, pocos prefieren pasar desapercibidos a ser protagonistas), esa motivación retiene algo del egocentrismo asocial de la infancia, y por ello puede hacernos sonreír, porque incumple el primer precepto de la prudencia adulta en estos casos: nunca hay que mentir cuando decir la verdad resulta más ventajoso. El problema surge cuando la impostura es radical o vital; cuando ocupa el centro de la personalidad del sujeto".

¿Qué hay detrás de un impostor? ¿Por qué arriesgarlo todo por una fabulación, en apariencia, innecesaria? "Una insatisfacción sobre la propia personalidad que tiende a compensar de manera simbólica. Al principio hay una recompensa inmediata, se cuenta algo que impresiona a los demás en un ámbito pequeño. Pero después es cada vez más difícil ser convincente, se implica a más personas y se pierde el control", comenta Catalán.

Castilla del Pino explica en el libro que "la impostura es una incongruencia en el proceso permanente de construcción y uso de la identidad lograda. (...) Exige tal memoria de evocación sobre las muchas mentiras impartidas que siempre existe el riesgo de autodescubrirse. El impostor transgrede de manera total los pactos de veracidad que rigen de manera decisiva la interacción que, aparte de la cuestión moral, suponen una economía mental. La tensión es de tal índole que en ocasiones les lleva a la confesión como manera de resolver la angustia".

Una mentira exige otras muchas más. Una gran mentira exige compromiso. Calcularla, elaborarla, elucubrar posibles escenarios peligrosos y respuestas a preguntas incómodas, capacidad de improvisación. Para José María Martínez Selva, profesor de Psicología de la Universidad de Murcia y autor de La gran mentira (Paidós, 2009), hay que distinguir entre el impostor instrumental, lo que él llama "truhanes", y el fabulador. Marco entraría en la primera categoría. Tania Head, en la segunda.

Esta barcelonesa, cuyo nombre real es Alicia Esteve Head, llegó a presidir la asociación de víctimas del World Trade Center. Tania Head entra en escena justo después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, cuando el mundo entero está conmocionado por el desastre. Ella explica a los medios de comunicación, en la zona cero, que estaba en la planta 78 de la torre sur y se cuenta entre la veintena de personas que sobrevivieron aunque se encontraban en plantas superiores a las que afectó el impacto del avión. Decía que trabajaba en las oficinas de Merrill Lynch y que un hombre, poco antes de morir, le dio su anillo de casado para que ella se lo entregara a su esposa. Por si no era suficientemente impactante, su relato incluía la tragedia de su novio, Dave, que murió en la torre norte, con el que estaba a punto de casarse.

Los diarios The New York Times y La Vanguardia, desmontaron la historia en septiembre de 2007. El periódico español recabó datos, además, sobre Alicia Esteve, que ni era hija de diplomáticos, ni había estudiado en Harvard ni en Stanford. "Es la auténtica fabuladora", opina Martínez Selva. "No todo el mundo es capaz de mentir así. Se recrea en los detalles, disfruta siendo el centro de atención e impresionando a los demás a golpe de emoción. Este tipo de persona es capaz de seguir mintiendo, de cambiar de ambiente o de país y reinventarse, a diferencia de Enric Marco, que, una vez descubierto, frenó. Él rehuía contar anécdotas de su paso por el campo y evitaba compartir experiencias con supervivientes".

Cuanta más gente esté implicada en la mentira, mayor riesgo asume el impostor. A algunos les da exactamente lo mismo. La realidad se convierte en un mero estorbo que puede ser modificado. El fabulador, directamente la ignora. Si se le confronta con los datos, improvisa otra versión. Sin embargo, la mayoría hace un cálculo que termina siendo imposible de controlar: la bola tiene vida propia y es difícil de parar. Aunque haya empezado por algo muy pequeño, en un entorno próximo, como le ocurrió a Enric Marco. "Una vez inmerso en las charlas y conferencias, habló en el Congreso de los Diputados y accedió a presidir Amical de Mauthausen, bajarse de esa rueda le hubiera sido casi tan difícil como quitarse la vida", explica Catalán.

Es habitual que una gran mentira, aunque no haya suplantación de la identidad o impostura en el sentido de mentir sobre uno mismo hasta ser otro, conduzca a cometer delitos. Es el caso de la familia Heene, los padres del niño del globo. Ayer admitieron los cargos por denuncia falsa, por movilizar a las autoridades para que rescataran a su hijo de un peligro inexistente, informa la BBC.

Hace 15 días, el científico surcoreano Hwang Woo-suk, experto mundial en clonación, fue condenado a dos años de inhabilitación por falsear el programa de investigación con células madre que dirigía. Hwang tenía un enorme prestigio profesional, una carrera sólida y había logrado clonar un perro (este hallazgo está verificado). En 2005 publicó un estudio que creó falsas expectativas respecto a la curación de enfermedades como el alzhéimer o el cáncer manipulando los datos. Lo hizo en la revista Science, una referencia internacional de rigor y calidad. "Es un impostor, sí, pero en este caso su conducta está condicionada por la enorme presión que conlleva dirigir un laboratorio de investigación puntera, con mucha gente a su cargo. Tuvo la tentación y fue víctima de la fama", explica Martínez Selva.

En las grandes mentiras siempre existe la duda de si, a fuerza de repetírselas y contarlas, el impostor acaba por creérselas. La mayoría de ellos no padece ninguna enfermedad mental, explica Jerónimo Saiz, presidente de la Asociación Española de Psiquiatría. Mentir casi siempre es una elección. Desde el mero maquillaje de la realidad para que se ajuste a la imagen que queremos dar en un momento dado, a la gran mentira, buscamos coherencia. Cuando se cuenta algo falso que produce culpa o intranquilidad, es habitual que se relativice o se sesgue, que no se tenga en cuenta el dato que nos confronta con la realidad. Lo obviamos íntimamente si decidimos continuar con el engaño, explica el psicólogo Pedro Rodríguez.

Llevar este mecanismo al extremo puede explicar, en parte, la persistencia en la falsedad, hasta que resulta inevitable reconocerla. La propia configuración de la memoria -un proceso activo, que se rehace constantemente- propicia que haya gente capaz de recordar como ciertos hechos que nunca ocurrieron, sobre todo respecto a la infancia, explica el catedrático en Fisiología de la Complutense Francisco José Rubia. "Al almacenar recuerdos comparamos con lo que ya conocemos, y en ese proceso nos servimos de emociones, creencias, expectativas y realidad. Tendemos a embellecerlos y al contarlos una y otra vez así los vamos modificando", asegura. De hecho, el autoengaño es positivo, ya que "nos ayuda a sobrellevar las frustraciones de la vida. Las personas deprimidas manifiestan lo que llamamos el realismo depresivo: la imagen que tienen de sí mismos se parece más a cómo los ven los demás. No hacen lo que el resto, decirse a sí mismo que se es buena persona, que se es inteligente y elevar sus virtudes", cuenta Martínez Selva.

La mentira es una cuestión de dosis: un poco de autoengaño y algo de cortesía para poder salir a la calle. Las demás quedan para quienes prefieren finales con fuegos artificiales.

El abrupto aterrizaje del 'niño del globo'

El globo hinchado con mentiras en el que se elevó el matrimonio Heene, de Colorado, en EE UU, acabó ayer de desinflarse. La BBC informó de que ambos habían aceptado los cargos de denuncia falsa y que, por tanto, se enfrentan a una pena de entre dos y tres meses de prisión. Admitiendo el embuste, han logrado evitar que se les terminara acusando de conspiración y de inducir al delito a un menor, su hijo, por lo que les podrían haber caído seis años.

El matrimonio ya había participado en reality-shows de la televisión. Hace un par de semanas debieron echarlo de menos. Se les ocurrió que si fingían que su hijo de seis años estaba en un globo de helio que se había elevado sin control lograrían pasar a la posteridad. Aunque fuera un rato. Durante horas lo consiguieron. Las televisiones de EE UU emitieron imágenes del globo a la deriva y en medio mundo se extendía la noticia; la policía y los bomberos se preparaban para rescatar al chaval en un radio de 64 kilómetros. Con gran dramatismo los compungidos padres esperaban el milagro, mientras el niño estaba escondido en el trastero de la casa. Ahora admiten que lo sabían.

EL PAIS

jueves, 28 de octubre de 2010

martes, 26 de octubre de 2010

Banksy ya es profeta en su tierra...




Banksy ya es profeta en su tierra

El artista callejero expondrá por primera vez en un museo del Reino Unido



Las obras del grafitero inglés Banksy han llegado por primera vez a un museo del Reino Unido, en una exposición cuya preparación ha estado rodeada del secretismo que siempre acompaña a esta figura internacional cuya identidad sigue siendo un misterio . El museo municipal de Bristol (la ciudad donde se crió) ha sido el lugar elegido por Banksy. Hasta ahora nunca había realizado una exposición de estas características en su país, aunque sus obras, expuestas previamente en museos de Estados Unidos e Israel, son iconos mundiales tras aparecer en las calles de numerosas ciudades, especialmente en Londres.



Un centenar de trabajos ocupan ahora el museo de Bristol, donde muy pocas personas sabían que la razón por la que se habían cerrado sus instalciones era que Banksy preparaba una exposición. Una de ellas era la directora del museo, Kate Brindley, que en declaraiones a la BBC reconoció "la ironía" de que el Ayuntamiento esté sufragando los gastos de la exposición de la persona a la que "persiguió" durante años por sus grafitis en lugares públicos. En una declaración, Banksy destacó que "este es el primer espectáculo que monto en el que el dinero de los contribuyentes se utiliza para colgar mis obras en vez de para borrarlas" . Banksy explicó que "esta muestra es mi visión del futuro, a lo que mucha gente dirá: 'deberías haber ido a Specsavers (una de las principales cadenas de ópticas del Reino Unido)'".



El artista participó y supervisó el montaje de la exposición, que abrirá sus puertas al público este sábado, pero el personal del museo no supo que Banksy estuvo entre el grupo de personas enviadas por el agente del artista para preparar la muestra. La directora del museo dijo haber respirado hoy de alivio al poder hacer pública la exposición y admitió que "corrimos un poco de riesgo" a la hora de mantener el secreto todo el proceso. "Sabíamos que era lo correcto para la ciudad. Hay mucha gente en Bristol, e internacionalmente, a la que le encanta Bansky. Es una mega-estella y nosotros somos una galería que quiere trabajar con artistas contempráneos. Él es nuestro héroe local", dijo.



El trabajo expuesto en Bristol ofrece una amplia visión sobre su obra, que consiste por lo general en piezas sobre política, cultura pop, moralidad y etnias, combinando escritura con grafiti y representaciones gráficas realizadas con plantillas. Desde que empezó a pintar en las paredes de esta ciudad inglesa hasta hoy, Bansky es un nombre asociado a la modernidad y a la reivindicación política, y algunas de sus obras han terminado en manos de celebridades como Brad Pitt y Robbie Williams.




_ El País -


lunes, 25 de octubre de 2010

La gente pierde...


La gente pierde rápidamente el interés por las vidas que no se parecen a la suya.

- Daniel Davies: La isla de los perros -

sábado, 23 de octubre de 2010

El arte de la estafa...


El arte de la estafa

La historia financiera del mundo contemporáneo sitúa a Doña Baldomera, hija de Mariano José de Larra, como la fundadora y creadora del fraude piramidal en los años setenta del siglo XIX.

El martes 24 de marzo hará dos siglos del nacimiento de Mariano José de Larra. La herencia de Fígaro, su más popular seudónimo, no se limita a sus escritos o a su pensamiento progresista. Su hija, Baldomera Larra Wetoret, también tuvo fama, quizás más que su padre, debido a una rocambolesca y piramidal historia de ingeniería financiera.

Pase que de manera cíclica surjan teorías que apuntan a que América no fue descubierta por los españoles, que Don Juan no tiene su origen en la literatura de Tirso de Molina y Juan de la Cueva y, lo que es más sangrante, que Cervantes no era español. Pero lo que no es de recibo, es que pretendan robarle el mérito a Doña Baldomera de ser la auténtica inventora del timo piramidal, lo que la convierte en la primera estafadora moderna de la historia. Y no es poco teniendo en cuenta que era mujer y su negocio funcionó en la década de los setenta, pero del siglo XIX.

El reconocido escritor Juan Eduardo Zúñiga, uno de los mayores conocedores de la vida y obra de Fígaro, estuvo preparando durante años una biografía sobre él que no pudo abordar solo. De aquella inmersión nació Flores de plomo (editorial Alfaguara), que la crítica ensalzó sin ambages y que gira en torno a situaciones y personajes que rodearon a Larra los días anteriores a su suicidio. Zúñiga también está al tanto de las andanzas de la hija de su investigado. La trata como de la familia, apeándole el doña y dejándola en un simple Baldomera. "La vida de ella y sus hermanos es muy tangencial, apenas convivieron con el padre, y no hay ningún estudio en profundidad sobre ella, quizás porque no lo requiere. Su madre, que era un poco simple y se decía que no tenía muchas luces, al enviudar recurrió a la propia reina para solicitar ayuda", dice de Josefa Wetoret, que pudo meter a su hijo en las escuelas pías y dejó a las dos chicas con ella. "Hicieron buenas bodas ya que eran atractivas y elegantes", cuenta Zúñiga.

Doña Baldomera casose con Carlos de Montemayor, médico de la Casa Real. Y su hermana Adela, que también hizo buena boda, tuvo más de un porqué con el mismísimo rey Amadeo de Saboya. Cuando el marido de Baldomera, afrancesado él, se quedó desplazado cuando el rey salió por patas en 1873 y llegó Alfonso XII, terminó yéndose a por tabaco a Cuba y dejó a Baldomera e hijos en situación harto precaria. Ella tuvo que acudir a prestamistas a los que pagaba un interés muy grande. Todo hace suponer que fue ahí cuando le vino la idea e inició sus operaciones prometiendo al que le dejaba una onza de oro que en un mes la devolvería duplicada.

Cumplió y se corrió la voz por Madrid. Cada vez atraía a más clientes y terminó fundando La caja de imposiciones, frente a la cual se formaban largas colas, primero en la calle de la Greda (hoy Los Madrazo), después en la plaza de la Cebada; y cuando el negocio fue boyante, en la plaza de la Paja (donde estuvo el teatro España). Operaba a la vista de todos pagando un 30% mensual, con el dinero que le daban los nuevos impositores. Se dijo que llegó a recaudar 22 millones de reales y Zúñiga cifra los afectados en 5.000. Su fama trascendió fronteras como lo demuestran periódicos de entonces como Le Figaro de Paris y L'Independance Belge de Bruselas.

Su método es el origen de los esquemas de Ponzi (1920), quien tras salir de la cárcel se convirtió en asesor financiero de Mussolini y al que muchos le atribuyen, doblemente equivocados, ser el primero en este tipo de estafas piramidales cuando la pionera es mujer y española, y en cualquier caso William Miller ya hizo una estafa piramidal en 1899. Se conocen otros casos como Gescartera (2001), Patrick Bennett (1996), Haligiannis (2005), Sofico (1974), Fidecaya (1982), Banesto (1993) o el reciente entramado de Madoff, entre otros.

Pero hay que dejar claro que la primera fue Doña Baldomera, a la que sus muchos agradecidos llamaron la madre de los pobres, aunque su apodo más popular era La Patillas por dos extraños tirabuzones que lucía pegados a las orejas. Cuentan que cuando se le preguntaba en qué consistía su negocio ella se limitaba a contestar: "Es tan simple como el huevo de Colón". Si le preguntaba cuál era la garantía de la Caja de imposiciones en caso de quiebra, contestaba impertérrita: "¿Garantía?, una sola: el viaducto", que precisamente desde entonces es elegido por suicidas para llevar a cabo su último acto.

La quiebra sobrevino en diciembre de 1876 cuando ella desapareció, con todo el dinero que pudo. Valle-Inclán en uno de sus últimos capítulos de El ruedo ibérico la sitúa huyendo en un barco, rumbo a Inglaterra, en el que también viajaba la gran leyenda de la anarquía: Mijail Bakunin.

A partir de ahí alcanzó su momento de gloria. Dos años después se tuvo noticias de que vivía bajo falsa identidad en Auteuil (Francia). El juez encargado del caso solicitó su detención y extradición, cosa que se hizo. Se celebró un juicio y esgrimió en su defensa que se fue porque terminó con menos ingresos que pagos por culpa de la guerra que le hizo la prensa.

La sentencia se publicó en la portada de El Imparcial y de La Época el 26 de mayo de 1879. Y como las mujeres malas siempre van a la cárcel se la condenó, a sus 42 años, a seis años de prisión. A su colaborador se le absolvió. A ella poco después, parece ser que gracias a una campaña de apoyo en la que firmaron desde gente sencilla hasta grandes aristócratas. Muestra de su popularidad son las canciones El gran camelo y Doña Baldomera.

Lo que pasó realmente tras su salida de la cárcel se pierde entre muchas versiones. Que vivió con su hermano Luis Mariano; que se fue a Cuba con su marido y cuando éste murió regresó a casa de su hermano transformada en "la tía Antonia"; que se fue a Buenos Aires donde murió a comienzos del siglo XX. Según Zúñiga, el hijo mayor de Larra, Luis, libretista de zarzuela, no quería que le relacionaran con el padre ni con las dos hermanas: "Debía tener miedo por el suicidio del padre, el devaneo de la hermana mayor con Amadeo y las estafas de Baldomera", comenta el autor de Largo noviembre de Madrid.

El inolvidable cronista Luis Carandel definió en EL PAÍS en 2001 a Doña Baldomera como "la primera gescarterista de la historia financiera" .

'El arte de la estafa' es un reportaje del suplemento Domingo del 22 de marzo de 2009

El País

viernes, 22 de octubre de 2010

miércoles, 20 de octubre de 2010

¿Te gustaría borrar los malos recuerdos?



¿Te gustaría borrar los malos recuerdos?

Utilizar fármacos 'amnésicos' para eliminar los recuerdos parece posible por primera vez - Una molécula ha demostrado en ratones que es capaz de hacerles olvidar todo: desde experiencias placenteras hasta las desagradables

Tal vez no se pueda cambiar el pasado, pero ¿por qué no negarlo? Todo el mundo lo ha intentado. Los emperadores chinos destruyendo la arquitectura de la anterior dinastía, Newton tachando todas las referencias a Hooke de sus propios libros, los ganadores escribiendo los libros de historia. Utilizar fármacos amnésicos para borrar los recuerdos traumáticos no es una idea nueva, pero nunca hasta ahora hubo una molécula como ZIP.

ZIP es un inhibidor de una enzima (catalizador biológico) cerebral llamada PKM zeta. En las pruebas con ratones, una sola dosis de ZIP se ha mostrado capaz de eliminar por completo el recuerdo concreto que el animal haya reactivado en ese momento. Puede tratarse de una habilidad motora placentera, una asociación emocional desagradable o un conocimiento espacial sin mayores implicaciones emocionales. El ZIP se la borra.

Los últimos trabajos se acaban de publicar (Science 323: 1492 (2009); Learn Mem 29:122 (2009); Phil. Trans. R. Soc. B 364, 1255 (2009)), aunque arrancan de una larga colaboración entre los investigadores de la memoria Todd Sacktor, de la State University de Nueva York, en Brooklyn, y Yadin Dudai, del Instituto Weizmann de Rehovot, Israel. Los científicos creen que el mecanismo es idéntico en el ser humano.

¿Qué borraría usted de su memoria? Tal vez un hecho repulsivo y traumático, como una violación; quizá una asociación inconveniente, como una adicción. Pero entonces, ¿por qué no cortar por lo sano y borrar todo recuerdo desagradable? Los castigos que sufrió de pequeño. Los golpes, los reveses, las decepciones. Los delitos, si es usted un delincuente, y las condenas subsiguientes. O tal vez sería mejor usar el ZIP para borrar los recuerdos de los demás, los del censor irritante y el testigo inoportuno.

"Las memorias maduran con el tiempo como los órganos", afirma Yadin Dudai. Ese proceso se llama consolidación de la traza, y hasta hace poco se ha visto como un fenómeno irreversible. Una vez consolidados, los recuerdos se consideraban estables y muy resistentes a los ataques de todo tipo.

Pero el dogma ha caído en los últimos años bajo el peso de la evidencia. "El punto mayoritario en el campo ahora mismo", dice Dudai, "es que los recuerdos archivados se hacen vulnerables a una variedad de agentes amnésicos al menos en dos momentos muy definidos: inmediatamente después de codificarlos en la memoria a largo plazo, e inmediatamente después de descodificarlos para recuperarlos de ella". Si te atacan en un archivo, seguro que es a la entrada o a la salida.

ZIP es un agente altamente específico. Ataca sólo a la memoria llamada "declarativa", por oposición a "implícita". La memoria declarativa archiva hechos, datos que se pueden referir con una oración declarativa. Es lo que solemos entender por memoria en el lenguaje común. La memoria implícita, por el contrario, se refiere a procedimientos, habilidades, ritmos, emociones, y es por completo inmune al efecto borrador de ZIP.

The New York Times reseñó hace unos días el trabajo de los científicos de Brooklyn, y el experimento recibió algunas críticas curiosas. Los argumentos en contra aducen, por ejemplo, que las causas justas suelen basarse en el sufrimiento común de las personas que las abrazan; si la gente se hace borrar esas memorias del dolor, se acabó la causa. Otros prevén que el borrado se utilizará para la corrupción, el lucro y la manipulación sexual. ¿Sería esto posible?

Una mujer que vio a su hija morir de una enfermedad lenta y penosa se pregunta: "¿Fue traumático? Por supuesto que sí. Me haría borrar esa memoria de mi cerebro? No, por nada del mundo". La mayoría de la gente evitaría el dolor en el presente, pero no necesariamente lo eliminaría de su pasado.

Las experiencias dolorosas son una parte esencial de la formación y la biografía de un individuo. ¿Es una vida la misma tras eliminar su recuerdo? Sin ir más lejos, ¿cómo recordaríamos las experiencias agradables sin disponer de esa referencia? Y otra cosa: al borrar la cara de tu estafador, le das permiso para volver a estafarte. Sobre todo si él también ha tomado ZIP.

Pero el borrado de memorias es algo mucho más habitual de lo que parece. El psiquiatra austriaco Eugen Bleuler en las primeras décadas del siglo, se basó tanto en sus pacientes amnésicos como en los experimentos de la época con animales de laboratorio, para proponer que la gravedad de la pérdida de memoria no dependía del lugar del daño cerebral, sino del tamaño global del daño. Es lo que después se llamó, algo pomposamente, "ley de masas" de la neurología: que la memoria no está localizada en ningún lugar concreto, sino distribuida por amplias zonas del córtex y otras regiones cerebrales.

En un tipo común de amnesia -la retrógada-, el paciente olvida los hechos anteriores al daño cerebral, es decir, unos datos que fueron archivados cuando el cerebro funcionaba bien. La causa de la amnesia, por tanto, no tiene relación alguna con el sistema de almacenado (o codificación) en la memoria, sino con el de recuperación. El mismo al que atacaría ZIP, sólo que estropeado en general, y no para un solo recuerdo.

En realidad, tanto en éste como otros tipos de amnesia se interpretan actualmente como una aceleración del mecanismo natural del olvido. Y el mecanismo natural del olvido ocurre en el mismo punto crítico donde actúa ZIP: en el momento de la descodificación, a la salida del archivo.

Todos hemos experimentado conscientemente esos momentos de descodificación: son cuando tenemos algo "en la punta de la lengua". Son momentos de zozobra. Tenemos la garantía de que nuestro cerebro puede archivar ciertas informaciones durante décadas. Pero no tenemos ninguna de poder retirarla del archivo en el instante preciso.

Que la carpeta se digne o no a salir del archivo depende mucho del contexto, incluido el entorno físico. "¿Pero será posible que no me acuerde del nombre de este tío?" es una situación que suele darse fuera de contexto: dos vecinos que se encuentran en un museo, por ejemplo. Faltan pistas sensoriales, que son las que distinguen un recuerdo concreto de sus miles de competidores, todos hechos de elementos muy parecidos. Esas pistas son las "marcas de recuperación" del recuerdo.

El neurólogo Endel Tulving, de la Universidad de Toronto, ha desarrollado estas ideas estudiando a un famoso paciente de amnesia anterógrada, que no recuerda las cosas que le pasan desde que sufrió el daño cerebral en 1981, por un accidente de moto cuando tenía 30 años.

La memoria es inestable, maleable y mucho más manipulable de lo que tranquilizaría pensar, y de lo que los científicos creían hasta hace pocos años. La líder reconocida en este campo es la psicóloga Elizabeth Loftus, de la Universidad de California en Irvine. Loftus se ha especializado en implantar falsas memorias en la gente: consigue de forma rutinaria que los estudiantes de sus experimentos recuerden que se perdieron de pequeños al ir de compras, fueron ingresados por una infección de oído, hicieron el ridículo en una boda familiar o presenciaron una posesión diabólica. Y sin fármacos.

La técnica es siempre similar. Consiste en reclutar a los estudiantes con alguna excusa, tal vez un estudio sobre la memoria, aunque eso es lo de menos. A veces los psicólogos maniobran para enterarse, a través de los padres de los voluntarios, de un par de datos ciertos sobre su infancia, para luego mezclarlos con los datos falsos y ganar credibilidad. Pero Loftus ha mostrado que tampoco esto es necesario. Basta mezclar las falsedades con datos verosímiles válidos para todo el mundo.

En general, durante una primera entrevista con los experimentadores, todos los estudiantes desmienten los falsos recuerdos, como es natural. Luego los psicólogos les muestran la mezcla de mentira y verdad, o de mentira y trivialidad, con cualquier triquiñuela. Y unos días después les hacen una segunda entrevista. Un porcentaje asombroso, cercano al 30% en muchos experimentos, recuerda la historia falsa en la segunda entrevista. Según Loftus, el secreto para implantar una falsa memoria en una persona es añadirle marcas de tacto, sabor, olor y sonido, las pistas que identifican un recuerdo entre sus competidores.

Loftus también ha analizado la fiabilidad de los testigos en casos judiciales, tanto en los tribunales de California como en situaciones experimentales. Sus datos muestran que la memoria de un testigo se puede distorsionar por el mero hecho de leer un periódico con fotos de un sospechoso.

El recuerdo de la noticia y el del hombre al que el testigo había visto se superponen en su mente como un objeto coherente y vívido, con todo el gist de lo real. Incluso la forma en que un testigo es interrogado puede afectar a su memoria de los hechos, según los datos de la psicóloga norteamericana.

El saber ocupa lugar. Parece que recordar "Byron, Bécquer y Baudelaire" debería ser más difícil que recordar "casa, noche y piedra", pero ocurre todo lo contrario. "Poetas que empiezan por la misma letra" es un regalo que nos hace el encuestador para ayudarnos a archivar la lista. Los tres poetas, sin embargo, pierden enseguida esa ventaja si a continuación se nos presentan Coleridge, Cocteau y Cernuda, luego Machado, Marlowe y Mallarmé, después Hugo, Hughes y Hernández... Y no es mero cansancio, porque si de pronto aparecen Chéjov, Chandler y Chesterton, nuestra capacidad de retención recupera todo su poder inicial.

En general, todo nuevo aprendizaje interfiere con la retención de las viejas memorias (inhibición retroactiva). Y las cosas memorizadas en el pasado interfieren con la retención del nuevo aprendizaje (inhibición proactiva). Ambos fenómenos son muy acusados: la capacidad de retención de una lista de nombres, medida al repetir el ejercicio durante 10 días sucesivos, puede llegar a caer del 80% en el día uno hasta el 20% en el día 10.

En el año 471 antes de Cristo, el poeta griego Simónides de Ceos estaba cenando con 30 o 40 personas en casa de un prócer ateniense cuando el edificio se vino abajo. Simónides logró compilar de memoria una lista impecable de las 30 víctimas gracias a un truco: recordar dónde estaba sentada cada una durante la cena. Inventó así la más celebre estrategias nemotécnica: la ruta, o el paseo mental, que consiste en imaginar un trayecto que uno conozca muy bien y colocar cada palabra en uno de sus puntos más llamativos.

Los rasgos asociados a los recuerdos se olvidan a muy distintas velocidades. Los auditivos son los más efímeros, y los visuales los más robustos. Las personas con una memoria excepcional son una ilustración inesperada de este fenómeno. Londres celebra todos los años un Campeonato Mundial de la Memoria, cuyos ganadores podrían perfectamente ganarse la vida en un circo sin ningún problema. Eleanor Maguire, del University College de esa ciudad, aprovechó la circunstancia para analizar a diez de ellos y compararlos con los sujetos del montón.

Los ganadores del concurso no tienen una inteligencia excepcional, ni ninguna capacidad cognitiva extraordinaria, sea o no de tipo verbal. Pero, cuando los científicos registraron el funcionamiento de su cerebro mientras estaban memorizando ristras de palabras, sí pudieron ver una diferencia clara con los individuos control: se activaban tres zonas llamadas córtex parietal medial, córtex retrosplenial e hipocampo posterior derecho. Las tres tienen funciones esenciales en la memoria, pero no en la memoria verbal, sino en la espacial. El paseo mental de Simónides.

Los intríngulis del olvido
- Olvidar ayuda a orientarse en el tiempo, ya que los recuerdos más viejos se debilitan y los nuevos se vuelven más vívidos.
- Comportamientos que fueron correctos en el pasado quizá hayan dejado de serlo. Por este motivo hay personas que olvidan muy poco y cuya vida diaria está llena de confusiones.
- El ritmo al que olvidamos está directamente relacionado con la cantidad aprendida.
- Repetirse una secuencia de memorieta (la lista de los adverbios) sólo vale el día del examen, pero repetir secuencias de movimientos (al aprender mecanografía, piano, baile...) sí es eficaz, ya que interioriza lo que se quiere aprender.
- Para recordar algo es más duradero y eficaz recurrir a una imagen visual.
- Nos cuesta más aprender sílabas sin sentido que palabras comunes. También las olvidamos antes.

En los recuerdos episódicos están unidos a un lugar y a un momento en el tiempo, mientras que uno no suele recordar cuándo aprendió un recuerdo semántico (como el nombre del actual Papa).

- El País -

martes, 19 de octubre de 2010

La energía...


La energía ni se crea ni se destruye sólo se transforma.

- Daniel Davies: La isla de los perros -

domingo, 17 de octubre de 2010

Las leyes del geek...


Las leyes del geek

Algunos me dicen geek, otros me dicen freak xDDD quizá soy un poco de los dos, o un poco de nada, o nada de nada y cosas así. El caso es que estas son las leyes del geek:

1. Nunca hay gadgets de sobra: Todo geek sabe que el PDA, el celular, la laptop, la netbook, el PSP, el DS y el iPod tienen usos diferentes. Uno no remplaza al otro. No prendes el PDA para jugar, no usas el DS para escuchar música y no enciendes el iPod Classic para navegar por internet. Es tan simple como que no usas el horno de microondas para ver televisión y tampoco la plancha para cocinar.

Excepción: Con el avance de la tecnología sabemos que ciertas funciones se han agrupado en lindos aparatos cada vez más pequeños. Mientras el uso sea cómodo, está permitido. Nada de funciones forzadas, nada de botones fuera de lugar o comportamientos inestables. Si dice “no apto para jugar lanzándose como balón de americano”, no lo hagas. Punto.

2. Los gadgets no se tiran:
Sí, que acabas de comprar el ese ultraportátil que necesitabas hace rato. Vale, ya tenías 4 meses con el anterior. Pero no lo tirarás. Se irá directamente a ese lugar que todo geek debe tener: el lugar de los recuerdos, donde yacen nuestra primera computadora, nuestra primera Game Boy, y el reloj Casio que tenía control de tv integrado. Se heredarán a los hijos, de tenerlos luego, si tienes esposa. ¿No hay espacio? Se regala al amigo o familiar geek más cercano, junto con una breve descripción del valor sentimental. El que lo recibe tiene la obligación de conservarlo y cuidarlo como si hubiera sido un gadget propio.

3. Los gadgets se comparten: Tu amigo puedo no tener ese flamante iPod Touch 2G, pero seguro que tú careces de esas bellas bocinas Logitech compatibles con cada modelo de iPod existente, que proporcionan un sonido sin igual. Él no te presumirá mientras tú no le presumas. En lugar de crear disputas sobre el nivel socioeconómico de sus familias, como buenos geeks se reunirán en casa de alguno de los dos y darán rienda suelta a la música almacenada en él. Pueden incluso reunirse en casa de un tercer amigo, para escuchar música mientras juegan Halo 3 o Gears Of War 2 en la 360, haciendo retas en la Play 3 de un cuarto amigo. Sin discusiones, diversión 100% garantizada.

4. El geek juega videojuegos: No importa que le guste Nintendo, Sony o Microsoft, él debe haber usado un control de videoconsola mínimo una vez cada semana. Sin excusas. Sin perdón. Master Chief, Samus Aran y Dante serán figuras de culto y motivo de inspiración para cualquier proyecto. Quien se atreva a decir que Mario Bros. no lo cautiva hoy en día, puede ser excluido ddel círculo de amigos geek por cierto tiempo. Palabras como Atari, Pong, Asteroids, Pacman, Sega y Miyamoto son música, y no serán usadas en vano.

¿Te gustan? Sigue tras el salto :D

5. Un geek ayuda a otro geek: Porque ningún geek tiene la búsqueda definitiva a cada tema, quien necesite ayuda puede pedirla y a quien le sea solicitada, es casi obligatorio prestarla. Desde encontrar la capacidad de procesamiento de la máquina que llevó al Transbordador al espacio, hasta reparar el reloj digital de la abuelita, pasando por reconectar el sistema de sonido 25.2, los geek son hermanos y se ayudarán.

6. Todo es sujeto de experimentación: No compras gadgets para que funcionen a la mitad de lo que esperabas y te habían prometido, del mismo modo que no compras una camisa y te la pones una vez. Cuando sientas que tu accesorio está dejando de ser útil, sea por viejo, sea por que tus necesidades cambiaron, debes ver qué más se le puede exprimir. Esa CPU Intel MMX puede parecer obsoleta, pero quizá si la conectas a tu viejo tostador… no hay límite!

Excepción: Puedes usar una vez la camisa si te la vomitaron, del mismo modo que cuando te vomitan un celular, te da cosa volver a tocarlo.

7. El geek no usa Internet Explorer: Puedes usar Firefox, Opera, Safari, Chrome, Flock, Seamonkey, IceWeasel, pero Internet Explorer jamás!! Es inseguro, es lento, es un dinosaurio.

Excepción 1: Naturalmente, si eres diseñador web, tienes que usarlo. ¡Prohibido tomarle cariño!

Excepción 2: Internet Explorer 8 está en beta. Puedes echarle un vistazo, usarlo como predeterminado un tiempo, pero cuidado, ¡que podrías cruzar el límite!

8. El geek conoce Linux: Punto. Puede ser que no lo haya manejado, pero mientras la respuesta esperada de alguien normal a la pregunta “¿Qué opinas de Linux?” es algo como “¿eh?”, la de un geek debe incluir una opinión más o menos completa sobre el software libre y sus ventajas/desventajas. Ninguna otra cosa es aceptable.

9. Conocerás variedad de música: El geek no puede permitirse estar atrasado en lo último de música, sobre todo con la gran cantidad de herramientas a su disposición. Pero esto no significa que seguirá modas estúpidas. Escuchará lo que le guste, cuando le plazca. Nunca por moda u obligación.

Excepción: El geek debe saber lo mínimo de cada género. Pero engendros como el reggaeton o rancheras, estarán en su repertorio etiquetados como “música exótica”, y el contador de reproducciones de cada pista bajo esa denominación no debe pasar de 3. Sin discusiones.

10. La información está en Internet: Wikipedia primero, luego Google si no se encuentra sufciente información. El geek debe su amplio conocimiento de temas internetiles y de informática en general a la misma red. Una vez que se tenga la idea de lo que se buscaba, si la información es dudosa, se recurrirá a los libros. La frase “No lo encuentro” debe ser pronunciada pocas veces y tomada como pecado cuando se diga. Todo está en Internet. TODO.

11. Lo que se encuentra se comparte: Datos curiosos, el último fail genial de Failblog, la última entrada interesante de Microsiervos, lo que anda en Digg, debe ser compartido. La comunidad de geeks no es enorme, pero sí variada. Cada quien tiene algo que contar y tiene la obligación de darlo a conocer, para beneficio de la humanidad geek. “Porque silicio eres y en silicio te convertirás.”

Aclaración: Si la información será puesta en un sitio personal, deberá ser citada apropiadamente. Un geek no roba.

12. El geek viste como sea: El único estándar es traer por lo menos un gadgets encima. Sea celular, mp3… Lo normal es vestir informal, con mezclilla, tenis y una playera de algún personaje de videojuegos, o alusiva a la informática, del estilo de la todopoderosa tienda ThinkGeek.

Excepción 1: En ciertas ocasiones se permite lo formal. Presentaciones nice de nuevas tecnologías, la boda de cierto familiar… situaciones aceptables.
Excepción 2: Se evitarán a toda costa los pantalones ajustados al ombligo, la posición encorvada, pelo grasiento con peinado de lado y zapatos lustrados. ¡Digamos adiós a esa estúpida imagen de nerd que tienen muchos acerca de los geeks!

13. El geek es sociable: De igual manera es contrario a lo que la gente cree. El geek sabe que afuera de internet hay todo un mundo por descubrir de manera que no se use Google Maps o Google Earth. Lo intentará. Conocerá gente, aunque sean otros geeks. Probará nuevas sensaciones sociales, anque parezca que está destinado a fracasar.

14. El geek puede tener novia: ¡Y por Dios que puede! Aunque él mismo lo niegue, tiene un sex-appeal increíble con las mujeres sin prejuicios. Simplemente no debe arruinarlo. Hablará de lo que sabe hablar, pero lo presentará de manera atractiva a la susodicha, sin alardeos ni ego crecido. De manera respetuosa y divertida. Tendrá tarde o temprano una novia, que no necesariamente será geek, pero que deberá respetar sus hobbies. Nada de “deja esa computadora”, “vamos, que internet no se morirá mientras estás fuera”, “¡Quieres más a tu consola que a mí!”. Inaceptable.

15. El geek es pacífico: Siempre hay personas dedicadas a echar a perder la vida de los demás. Y siempre hay de estas personas que se meten con los geeks. El geek de corazón ignorará toda invitación a un intercambio de insultos o agresiones físicas. No sólo porque probablemente pierda, sino porque su manera de ser no va con eso. Se alejará de la zona de peligro en cuanto sea posible. Tarde o temprano el idiota recibirá lo que merece de parte de otro que no sea él.

Excepción: El geek puede contestar a agresiones cuando éstas involucren: insultos a la novia que tanto le costó conseguir, al gadget que más le costo comprar. Pocas situaciones más merecen perder 8 dientes y tener que comprar otros lentes o ropa.

16. El geek está como está: Si es gordo, bien. Si no, también. Las bromas crueles entre geeks sobre la apariencia están terminantemente prohibidas. Si se llegan a hacer, justifican plenamente un ataque DDoS, la infiltración de un rootkit y la posterior introducción de un troyano.

Excepción: El geek cuya complexión un médico perciba como problemática para su salud, se preocupará por arreglar la situación, por más curiosidad que le provoquen los electrocardiogramas, electroencefalogramas y demás máquinas de hospital.

http://eksd.wordpress.com

sábado, 16 de octubre de 2010

En cualquier trío...


En cualquier trío, siempre se prefiere a un miembro antes que a otro.

- Daniel Davies: La isla de los perros -

jueves, 14 de octubre de 2010

¿Es usted pesimista?


¿Es usted pesimista? Siga siéndolo. Es bueno para su vida y para su cartera

En situaciones de estrés, el sistema inmunológico de los pesimistas puede ser más fuerte. Cuando se obliga a los pesimistas a actuar como optimistas rinden menos. Los expertos sugieren incluir a un pesimista en los equipos de trabajo. La crisis ha sido en parte causada por un exceso de optimismo... ¿De verdad es tan malo ver el vaso medio vacío?

Tal vez, empezar uno de los primeros artículos del año citando a un borracho no sea lo más apropiado, pero, vaya, éste es un texto sobre el pesimismo, que tampoco es que sea el mejor tema para uno de los primeros artículos del año. Así que déjenme que empiece contando la historia de Sileno. Sileno era un sátiro de la mitología griega a quien se atribuía el don de la sabiduría cuando estaba ebrio. Una vez el rey Midas le preguntó qué era lo mejor que le podía pasar a un hombre. A lo que el clarividente bebedor respondió: «Lo mejor para todos los hombres y mujeres sería no nacer. Si nace, lo mejor que le puede pasar a un hombre es morir rápido».

No es una reflexión muy reconfortante, la vedad, pero Sileno ha tenido desde entonces un buen puñado de fans. Desde el filósofo griego Hegesias, quien en el siglo III a. C. instaba a sus semejantes a dejarse morir de hambre, a Arthur Schopenhauer («Nuestra vida oscila entre el dolor y el hastío»), Jean-Paul Sartre («El hombre no es feliz y muere») o Woody Allen («Naces, enfermas y mueres. Da igual que no hayas hecho nada malo, enfermas y mueres igual. Y lo mismo le pasa a todos los que te rodean sin que nadie entienda nada»).

Paradójicamente, ese pesimismo les ha podido ayudar en la vida. Suena como el colmo del optimismo, pero un buen número de estudios realizados en los últimos años sugieren que ciertas dosis de pesimismo pueden ser beneficiosas. El optimismo puede ser peligroso. Y, desde luego, lo que resulta absolutamente nocivo es tratar de convertir en optimista a un pesimista.

Julie K. Norem, profesora de Psicología de la Universidad de Wellesley, en EEUU, lleva más de 20 años investigando las virtudes del pesimismo. En 2001 publicó un libro titulado El poder positivo del pensamiento negativo (ed. Paidós).

«Lo de ‘tranquilo, todo saldrá bien’ no siempre es cierto», escribe Norem. «Intentar adoptar una actitud positiva cuando sentimos ansiedad puede ser incluso perjudicial. Una mujer o un hombre de negocios nervioso que niega o ignora la ansiedad que le produce hablar en público puede aumentar así sus probabilidades de encallarse, tartamudear o perder el hilo de lo que está diciendo cuando se ponga detrás del atril. Un anfitrión que no considere la posibilidad de una intoxicación alimentaria puede ser poco cuidadoso con el sushi y acabar enviando realmente a sus invitados al hospital. Los inspectores de las centrales nucleares, esperemos, dejarán siempre atado y bien atado su optimismo y darán rienda suelta a su capacidad para prever posibles problemas».

La psicóloga estadounidense ha identificado lo que ella llama pesimistas defensivos, hombres y mujeres que ante un acontecimiento futuro se marcan expectativas muy bajas y se torturan previendo todas las posibilidades de fracaso para saber cómo reaccionar. A menudo son personas de éxito profesional y social, pero siguen sometiéndose al castigo de los nervios porque es la manera más eficaz que han encontrado de combatir la ansiedad.

En uno de sus experimentos, Norem y su equipo seleccionaron a un grupo de pesimistas defensivos y lo dividieron en dos antes de presentarles un test psicotécnico. A la mitad de los participantes les predispusieron al optimismo comentándoles que habían visto sus currículos y sabían que sus resultados iban a ser buenos. A la otra no les dijeron nada. Como esperaba la investigadora, los pesimistas a los que se había vuelto optimistas obtuvieron peores resultados.

Norem, a quien quizá en un exceso de optimismo este redactor llegó a plantear unas preguntas que no han obtenido respuesta, también apunta en su libro posibles beneficios del pesimismo para la salud. O más exactamente, perjuicios del optimismo. «Hay estudios», se puede leer, «que indican que el optimismo irreal está relacionado con la poca constancia en el seguimiento de dietas por prescripción médica o en la poca atención prestada a la seguridad y prevención de accidentes».

Varias docenas de estudios han sugerido que los optimistas tienen la presión sanguínea más baja o que se recuperan antes tras una operación cardiaca. Una investigación llevada a cabo con jubilados holandeses durante 10 años reveló que los optimistas viven más. Pero frente a esta batería de hiperoptimismo, algunos ensayos apuntan que el pesimismo podría beneficiar nuestro sistema inmunológico.

Según uno de esos estudios, realizado en 1992, cuando se sometía a situaciones de estrés a optimistas y pesimistas (estrés que los investigadores materializaron en forma de un molesto ruido), el número de determinados linfocitos en la sangre tendía a ser mayor en los pesimistas si se negaba a los participantes la posibilidad de controlar la intensidad y duración del ruido. En 1999, otro experimento concluyó que, ante situaciones de estrés, los optimistas presentaban un mayor recuento linfocitario en un primer momento, pero tendían a mostrarlo más bajo que los pesimistas cuando el factor estresante persistía en el tiempo.

OPTIMISMO IRREAL. Con mejor o peor sistema inmunológico, lo cierto es que los pesimistas están en minoría. La tendencia generalizada a esperar lo mejor, incluso con los indicios en contra, está más que documentada. No es que veamos el vaso medio lleno o medio vacío. Es que la mayoría lo vemos completamente lleno incluso cuando está completamente vacío.

Se suele citar el artículo de Neil Weinstein Optimismo irreal sobre el futuro, publicado en 1980. Weinstein pidió a 120 de sus alumnas que contestaran qué probabilidades creían tener de que les ocurrieran 42 cosas en el futuro, desde encontrar trabajo o no engordar en 10 años a padecer cáncer o que les robaran el coche. Luego tenían que evaluar las posibilidades de que lo mismo les ocurriera a sus compañeras de clase. De los 18 acontecimientos positivos hubo 15 que las participantes pensaron que era más probable que les pasara a ellas; de los 24 negativos, sólo dos.

Desde entonces, numerosos investigadores han verificado ese sesgo optimista sobre el futuro, en hombres y en mujeres, y respecto a hechos como tener que usar sonotone o ser feliz en el matrimonio. Este optimismo a ultranza ha permeado también la vida pública. «El optimismo se ha convertido en un valor político», explica el ex ministro de Administraciones Públicas Jordi Sevilla, a quien algunos próximos achacan cierto pesimismo en sus artículos del suplemento Mercados de El Mundo. «Por eso, si el dato de paro es bueno, lo da el ministro y, si es malo, el secretario de Estado».

«El problema está en la dosis», prosigue. «Si, en plena crisis, los líderes del G-20 se saludan sonrientes pueden transmitir confianza, pero si se pasan con la sonrisa mientras sigue la crisis, corren el riesgo de pasar por tontos. Cuando tienes a la aviación alemana bombardeándote Londres, tal vez sea preferible el ‘sangre, sudor y lágrimas’ que una sonrisa y un ‘tranquilos, no pasa nada’. Desde luego, es una forma de liderazgo más madura con la que yo me siento más identificado, aunque no estoy seguro de que sea hacia lo que se tiende».

SÍNDROME DEL NECIO. Un fenómeno parecido se observa en las empresas. Cualquier manual de liderazgo defiende la importancia de fomentar el optimismo, con todo su genuino efecto dinamizador. «La realidad es que se prefiere al optimista porque es mucho más cómodo para el empresario», comenta José Enebral, consultor independiente y conferenciante algo escéptico. «Los optimistas dan menos problemas, hacen de mejor gana lo que diga el jefe». A su juicio, lo inteligente sería infiltrar a un pesimista en un equipo de optimistas. «Sin alguien crítico se escapan muchas cosas». Son frecuentes los casos de empresas lastradas por exceso de optimismo.

La actual crisis es un buen ejemplo: las expectativas de revalorizaciones estratosféricas de activos inmobiliarios generó una apertura del grifo de crédito que ha acabado por estrangular a algunos bancos. Aunque ahora sería de agradecer cierto optimismo para reactivar el consumo, en el pasado reciente una dosis de pesimismo respecto a la pretendida revalorización de la vivienda ad infinitum habría sido muy saludable.

«No sé si pesimismo es la palabra adecuada, porque tiene connotaciones negativas», tercia el economista Fernando Trías de Bes, «pero con un poco más de cautela o realismo la situación se habría atajado».

Autor del ensayo ganador del Premio de Hoy 2009, El hombre que cambió su casa por un tulipán (ed. Temas de Hoy), Trías de Bes analiza cómo funcionan las burbujas financieras y describe lo que llama síndrome del necio, uno de cuyos síntomas es dejarse llevar por ese optimismo irracional. «Cuando todo va bien, la gente no quiere malas noticias», añade, «pero muchos emprendedores han triunfado precisamente por estar siempre pendientes de las malas noticias». Célebre es el lema de Andrew Grove, cofundador de Intel, el primer fabricante de procesadores informáticos del planeta:#«Sólo los paranoicos sobreviven».

+ En la web de la profesora Norem: www.wellesley.edu/Psychology/Norem/Quiz/quiz.html

EL MUNDO

miércoles, 13 de octubre de 2010

La gente influyente...


La gente influyente de cualquier organización son los contables y ellos lo saben. Por eso son tan poco pretenciosos: no tienen que hacer el menor esfuerzo para afianzarsu poder.

- Daniel Davies: La isla de los perros -

lunes, 11 de octubre de 2010

Somos la generación Cero...



Somos la generación Cero

Tienen menos de 30 años. Pero están condenados a seguir formándose, a vivir con sus padres aún más tiempo y a esperar. Porque terminan sus estudios en plena crisis. Y sin oportunidades

Una de las primeras cosas en las que se fija un seleccionador de personal tras escudriñar un currículum vitae es en los huecos. En los periodos en blanco, interrumpidos. En lo que no se ha contado de esa más o menos organizada relación de diplomas, títulos, cursos y cargos encabezada por una foto. Si los encuentra, en algún momento de la entrevista preguntará al candidato: "¿y aquí qué pasó?".

Para miles de jóvenes -al menos, 200.000 personas buscan su primer empleo en España-, lo que pasó empezó mientras se consumía, lentamente, el verano de 2008. Entonces, los universitarios hicieron sus últimos exámenes de la carrera, los graduados en FP obtuvieron sus títulos, los becarios recibieron su palmadita en la espalda. Ellos, junto a los que en unos meses acabarán su formación, podrán dar al entrevistador esta, aunque exacta, improbable respuesta: "Hubo una contracción mundial del crédito interbancario. En apenas seis meses, las empresas dejaron de pagar a sus proveedores. Los proveedores y las empresas dejaron de pagar a sus empleados. Se alcanzó la cifra de 3,5 millones de parados; un tercio de ellos, jóvenes. Sin saberlo, yo formé parte de una generación cero, no por perder mi puesto; simplemente, no pude empezar a trabajar".

Jorge Sánchez llega en su bici. Vive en Madrid, tiene 29 años y terminó Arquitectura en mayo de 2008. Los licenciados en esta carrera llevaban tiempo desafiando aquello de que los comienzos siempre son difíciles. Por muy burbuja, o delirante, o insostenible que fuera el crecimiento urbanístico español, lo cierto es que seguía engullendo promociones enteras de arquitectos año tras año. Ahora no. "En nueve meses no me han llamado de ningún sitio, cuando hasta hace poco era terminar, chasquear los dedos y tener ofertas", cuenta perplejo. "Vivo con los ingresos de mi novia y he mandado solicitudes a todos los estudios, constructoras, organizaciones de voluntariado... incluso para trabajar en Dubai, Marruecos, China, Rumania, Argelia... y nada".

Jorge no tiene sólo un título. Dilató sus estudios -la media son siete años, él acabó en 10- para poder vivir un año en Marruecos mientras hacía el proyecto; estuvo seis meses becado en el Illinois Institute of Technology de Chicago; ganó un concurso en la Bienal Iberoamericana; ayudó a instalar programas de ordenador durante un mes en Australia. Eso también es formación. Y hablar inglés y francés. Y ser inquieto. Y participar en programas de desarrollo sostenible con asociaciones de barrio. Pero al mercado le da igual. Comparte la sensación de incredulidad con Bárbara Aguado-Muñoz, también arquitecta, de 27 años. "Ha sido una sorpresa brutal", cuenta ella. "Dejé pasar el verano, confiada en que en un mes como máximo encontraría algo. Pero lo que encontré fue una gran escasez de ofertas, con 300 candidatos para cada una. Me he planteado opositar, pero no salen plazas. Parezco la chica de los cursos. He hecho cinco en seis meses, gratuitos, claro, porque no tengo un euro. Busqué para trabajar con ONG en reconstrucción tras desastres naturales y proyectos, y tampoco. Y en todas partes te piden tres años de experiencia, que no tenemos. Además, para esos puestos ahora compites con gente que tiene 10 años de trabajo, porque lo han perdido".

España es el país de la Unión Europea con mayor número de jóvenes en paro. El último dato oficial, el que proporciona el Instituto Nacional de Estadística (INE), es de octubre a diciembre de 2008. En ese momento ya había 1.206.000 menores de 30 años desempleados, con una tasa del 22,17%. En el caso de menores de 25, que es la horquilla de edad que Eurostat (la agencia estadística europea) utiliza para hablar de paro juvenil, la tasa era del 30,4% en enero. El porcentaje alcanzará el 31,5% ahora en marzo, y para el segundo trimestre de 2009, el 33,2%. Ésta es una proyección del IESE-Adecco, pero la mayoría coincide en que el panorama es así de crudo. El problema es que ahora mismo, lo que más preocupa ya no es cobrar los 762 euros al mes brutos que la Agencia Nacional de Evaluación de Calidad y Acreditación (ANECA) estima que percibe de media un recién titulado; preocupa que ni siquiera vaya a haber la oportunidad de ser el becario del becario. "No va a haber reactivación hasta 2011 o 2012. Los jóvenes ya acusan el problema de la temporalidad y de los bajos sueldos. Pero este año no va a haber puestos de trabajo precarios; es que no va a haber", pronostica José Ramón Pin, experto del IESE.

María José Almarcha se levanta todos los días a las nueve. Tiene 25 años. Con la taza de café aún en la mano, enciende el ordenador e inicia el meticuloso ritual que ocupa sus mañanas desde que acabó la licenciatura en Matemáticas en noviembre. "Tu nueva vida te espera", dice en un portal de empleo. Clic. Buscar puestos: por comunidad autónoma: Madrid (849). Clic. Sin experiencia (94). Con experiencia (438). Va a ser sin experiencia. Clic. Licenciados o ingenieros (6). Clic. "Hasta las 11.30 me dedico a entrar en todas las páginas de ETT y de trabajo que existen. Luego miro en las de cada comunidad autónoma por si sale una bolsa de trabajo o se ofrece algún puesto de profesora, de programadora, de lo que sea. Incluso veo la de AENA, para controlador aéreo, o la del ICEX, para becas de comercio en el extranjero. Resolución por aquí, solicitud por allá... es para volverse loca, no hay un servicio público centralizado, hay que ir mirando casi pueblo a pueblo", critica. "Además, cuando ya llevas tiempo, como yo, casi te las aprendes. Aunque ponga que hay 43 puestos en una categoría, en realidad llevan meses ahí. A la semana salen una o dos nuevas como mucho".

Cero empleo, cero perspectivas. Hace cuatro meses, María José vivía en un piso con otras estudiantes en Alicante y estaba a punto de acabar una carrera con buenas expectativas de empleo. "Es dura, cuesta mucho esfuerzo, pero puedes trabajar en un banco, o en optimizar recursos para grandes empresas, la rama de programación... ofrece versatilidad", cuenta. Ella es la primera licenciada de su familia. Y lo último que se le pasaba por la cabeza entonces era que, en vez de iniciar su vida profesional, se vería a sí misma pidiéndole 20 euros a su madre para salir un sábado. Aún hoy lo encuentra "ridículo". "En poco tiempo cambian tus esperanzas y tus opciones de futuro. Desde que empezó la recesión no sólo no contratan, sino que despiden. Lo que más me agobia es la incertidumbre. ¿Hasta cuándo va a durar esto? ¿Un año, dos, dependiendo de mis padres? ¿Renunciando a irme de vacaciones con mis amigos este verano a Ámsterdam? No sé".

Es mediodía. Empieza la primavera. En medio de la calle, un grupo de chavales celebra algo entre risas y una litrona de cerveza colectiva. "¡Nosotros nos vamos de España!", responden dos de ellos cuando se les pregunta de qué va la fiesta. Hace diez minutos que Cristina Blanco, de 20 años, y su novio, Samuel Sesén, de 25, han terminado sus estudios -FP de grado superior- de fotografía en la Escuela de Arte 10, en Madrid. Samuel explica su renovada y personal versión de Vente a Alemania, Pepe: "Me fui a Hamburgo el 15 de diciembre. La idea era llevar mi book por varias empresas, y allí, a la primera, me contrataron. Voy a cobrar 500 euros a la semana, algo impensable aquí. Antes de Alemania me pateé todas las agencias de publicidad donde pudieran necesitar fotógrafos, he visto todas las ofertas en Internet. Aquí no hay proyección, no se apuesta por la ambición y el talento", comenta. Cristina no va a trabajar como fotógrafa. Ella no habla alemán, como su novio. Pero está convencida de que en Hamburgo va a tener más oportunidades. "Allí ya tengo empleo y me dan cursos gratis de alemán. Voy a trabajar en un hotel. Aquí te pedirían un máster hasta para hacer camas. El trabajo me lo encontró otra española, una mujer que emigró allí por otra crisis, en los setenta. Es bonito, ¿no?", dice.

"La economía del conocimiento se plasma en las personas". Esto es un aula. Pequeña: mesa, tarima y un montón de sillas con reposabrazos para escribir. Al otro lado de la mesa escucha una treintena de chicas. Él, el que habla, es Javier Morales, responsable de proyectos de la Fundación de la Universidad Politécnica de Madrid. Un ingeniero que conoce las exigencias de un mercado global. Ellas son menores de 28 años y tienen poca o ninguna experiencia laboral. Asisten a un programa extraordinario de orientación para el empleo. Extraordinario porque es la primera vez que se pone en marcha específicamente para ingenieras superiores o arquitectas. "Estamos desbordados. La previsión era atender a unas 300 chicas. Pero en sólo 18 días, entre el 22 de enero y el 11 de febrero, se apuntaron 124 más", comenta más tarde Morales. "Los que salen de carreras técnicas no se plantean el paro, y es dramático, porque no lo entienden: han hecho los deberes, han terminado una carrera larga en la que han invertido muchos años", agrega.

Vanesa Iino, de 26 años, es una de las asistentes. Terminó hace cuatro meses, en diciembre, cuando la desaceleración era ya toda una recesión. "No estaba desanimada, los compañeros que se habían licenciado en septiembre se iban colocando, pero sólo hay puestos en los que te piden tres años como mínimo de experiencia. ¿Cómo lo voy a hacer? Ahora he conseguido un empleo como gestora telefónica: llamo a morosos. La gente de mi entorno se sorprende, y me dice: '¿Una ingeniera química trabajando de telefonista?'. Así puedo ahorrar para hacer un máster en energías renovables y estudiar idiomas por las mañanas, para completar currículo", explica.

Puede que a algunas ramas de ingenieros, como los industriales, la precariedad del mercado laboral juvenil no les haya estado afectando demasiado antes de la crisis. Pero en otras carreras, más que sorpresa hay resignación. Aída López, de 22 años, es estudiante de quinto curso de Periodismo en la Universidad Complutense. En enero estaba en su última semana de prácticas después de seis meses en un periódico digital. Descubrió que aquello le gustaba, que estaba aprendiendo. Días después, ADN.es cerró. A la calle. "Ni el jefe lo sabía, porque me había ofrecido renovar", cuenta. Éste fue su primer contacto con el mundo laboral, trabajaba cinco horas diarias por 300 euros mensuales. Ella había decidido rechazar la continuidad en la empresa para poder terminar la carrera sin agobios, antes de saber que, una vez se licenciara, esa posible puerta abierta, "porque ya te conocen", iba a acabar en un portazo.

Una lógica perversa del sistema llevaría a pensar que, en época de brutal destrucción de empleo, los jóvenes sin experiencia constituyen una mano de obra muy barata y cualificada. Esto funciona así sólo en parte. "Junto a los mayores de 55 años, quienes buscan ahora su primer empleo son los más afectados por la crisis", afirma María Benjumea, directora de Infoempleo. "Aunque no hay parálisis, se contrata lo mínimo posible. Y lo que se busca es productividad. A los jóvenes hay que enseñarles, pasa un buen tiempo hasta que empiezas a ser rentable".

Hace un mes hubo una feria del empleo para estudiantes y graduados de formación profesional. Sólo en el primer día, hubo 15.000 visitantes; el año pasado, en los dos días, 16.000. Las empresas han hecho lo contrario, han acudido 70 en vez del centenar del año anterior, y han reducido el número de ofertas.

David Toro, de 19 años, es uno de los miles de chavales que peregrinaban con su currículo por una inmensa sala habitada por stands, rebosantes de lemas como "Queremos gente como tú" y toda variante de futuros, porvenires y mañanas. Está a punto de acabar el grado superior de Administración y Finanzas. "Esto de la crisis lo veía como algo lejano, pero ahora no hacen más que decirme que gracias por venir, que estoy en su base de datos, que más adelante ya se verá y, como mucho, que igual me llaman para un pico de trabajo, para ayudar los fines de semana", explica mientras hace cola para que apilen su currículo en un stand. Él es un pragmático, casi un optimista: "Bien mirado, mejor que mi primera crisis me pille ahora, que vivo con mis padres y no pago piso ni coche". Está haciendo prácticas en unos grandes almacenes, "una oportunidad", dice. Marta Tejero, de la misma edad, está decepcionada. Ha estudiado para ser auxiliar de farmacia, y acabó "en diciembre, en plena crisis". "Nos lo pintaron muy bonito, nos dijeron que había muchas salidas, pero ahora veo que no. Así que casi he dejado de buscar de lo mío, y miro de todo, camarera o lo que sea, pero nada. Si el año que viene sigo igual, me pongo a estudiar otra cosa", cuenta.

La opción de Marta es el gran plan B de toda una generación. La formación se ha convertido en una trinchera que permite evitar el temido socavón en el currículo mientras ahí fuera se refunda el capitalismo. Por eso se ha duplicado el interés por acceder a una carrera universitaria, según datos de Emagister, uno de los principales portales de formación de la Red en España. O en los posgrados, cuya demanda ha subido un 25%, la mayoría de ellos solicitados por recién titulados, con poco más de veinte años.

Como Marta, María José y todos los demás que se plantean seguir estudiando pueden hacerlo porque su familia les apoya. Porque María José depende de sus padres, excepto los 200 o 300 euros que consigue dando clases particulares a niños para sus gastos. Pero otros no van a poder. Porque uno de los efectos de la crisis es que ahondará en las desigualdades sociales. Ya era una tendencia el año pasado que "los hijos de las familias de clases acomodadas, si el mercado no les ofrece unas buenas condiciones laborales, prefieren seguir estudiando. Además tienen contactos, redes de conocidos que les pueden ayudar, y esto sigue siendo muy importante", explica la socióloga Almudena Moreno, coautora del informe Juventud 2008. Un dato de ese estudio: sólo el 8,4% de los hijos de padres sin formación universitaria accede a la Universidad.

-¿Qué tal ha ido hoy?

-Pues me he inscrito en 16 ofertas de trabajo. No me llaman nunca, pero en fin.

-Bueno, paciencia. Iremos tirando. Si hemos salido adelante cuando sólo trabajaba tu padre, ahora con los dos irá mejor. Tú sigue intentándolo.

Ésta es una de las conversaciones estelares en casa de María José a la hora de cenar. Y se repite en la familia de Bárbara, la arquitecta: "A veces te dicen: '¿pero estás buscando, haces lo suficiente?', y otras te comprenden y te apoyan, porque ven lo que hay". O en la de Jorge, el arquitecto: "Los padres están como si volvieras a tener 10 años, en plan 'algo saldrá, hijo, no te preocupes".

En España, la idea de emancipación tiene más que ver con colocarse que con iniciar un proyecto vital de forma autónoma como sí ocurre en los países nórdicos. La crisis va a reforzar la independencia tardía. "Los hijos de clases acomodadas estudian más, se preparan para salir y crean un hogar dentro del hogar. Los demás adelantan las decisiones y se van de casa muy pronto. En una crisis, los que pueden se quedan, pero es que pueden porque la casa es más grande, tienen dos baños, una habitación propia, ADSL. En cambio, en casas más pequeñas hay más conflictos y se sale antes", explica Andreu López, coordinador del informe Juventud 2008.

Muchos no han salido. Pero otros están teniendo que volver a casa. Marta Orihuel, de 24 años, es licenciada en Ciencias Ambientales. El año pasado hizo un máster en Bilbao en cooperación internacional. Al acabar, en noviembre, quería quedarse allí y trabajar. "La crisis me ha machacado, porque mis padres me tienen que pagar ahora el crédito que pedí del máster. Entre vivir allí un año y el precio del curso son más de 10.000 euros. He vuelto a casa, a Madrid, para no gastar más que lo justo". No es derrochadora. Se mueve en bici, cena y come en casa, va a fiestas en casas en vez de a discotecas. "Quiero emanciparme poco a poco y estoy en una cooperativa apostando por el autoempleo, aunque aún no es rentable. Me niego a entrar en la rueda de 'consigo un trabajo, pago una hipoteca, un coche,tengo hijos y 30 días de vacaciones'. Y si eso es lo que está en crisis con esta crisis, pues bienvenida sea".

La previsión es que en 2011 la economía mundial comience a recuperarse. Para entonces, los recién titulados de ahora, o los que van a serlo este año, sabrán mucho de flexibilidad. Tendrán unos cuantos cursos, másteres y posgrados más. Habrán vivido más tiempo con sus padres. Puede que hayan cambiado sus hábitos de consumo. El objetivo final de una entrevista de trabajo es saber quién hay detrás de ese currículo. Está por ver cómo responderán esos miles de jóvenes a aquello de "¿y aquí qué pasó?". Ya no será su primera crisis. Al menos en eso tendrán experiencia. -

España tiene el desempleo juvenil más elevado de la Unión Europea

La letanía de males que aquejan a quien busca su primer empleo, incluso en época de crecimiento económico, no es nueva: salarios mínimos, relaciones laborales disfrazadas de becas, sobrecualificación y contratos provisionales (un 50,8% entre los menores de 30 años, según el Observatorio de Empleo del Consejo de la Juventud). Pero la crisis lo va a agravar. Los que acaben este año se van a encontrar con la herencia, gestada en los últimos diez años, de "un mercado totalmente desregularizado, en el que sí, se ha generado mucho empleo, pero sin valor añadido. Los jóvenes están en puestos de trabajo muy baratos, son los más vulnerables y sustituibles por otras personas. Muchos están en categorías inferiores aunque asuman responsabilidad y cubran puestos de trabajo estructurales", dice Pilar Duce, secretaria de Juventud de UGT. Además, se derrocha talento. "El desajuste entre la formación de los jóvenes y el primer empleo es muy alto, no se aprovecha la inversión educativa para el mercado y crea frustración", comenta Almudena Moreno, coautora del informe Juventud 2008. En el resto de Europa, la situación también es preocupante. En Reino Unido, el Gobierno se propone rescatar, junto a los bancos, a los licenciados de 2009. Ha creado un fondo específico de 149,23 millones de euros para crear puestos de prácticas. En España, el director del Injuve, Gabriel Alconchel, destaca que se ha aumentado la cuantía destinada a becas en un 6%, se ha reformado la FP y se ha ampliado la red de oficinas de empleo y emancipación joven. Porque el paro juvenil "es una de las principales preocupaciones del Gobierno".

- El País -

domingo, 10 de octubre de 2010

Nivel de fluctuaciones asimétricas...


"¡oye, tienes un nivel de fluctuaciones asimétricas muy inferior al promedio!"

Eduard Punset, piropeando a una chica guapa


viernes, 8 de octubre de 2010

Nadie después de los Beatles


Nadie después de los Beatles

Internet y la dispersión de audiencias ha hecho a los grupos pequeños algo más grandes y a los grandes más pequeños - El fenómeno icónico ya es irrepetible

"Esa hipócrita beatlemanía ha mordido el polvo", cantaban The Clash en London calling, un tema de 1979. No podían estar más equivocados: ni antes ni después ha habido una banda tan grande. Nadie ha conseguido igualar su importancia en ningún aspecto ¿Son una cumbre creativa o un producto de marketing tan logrado que resulta imbatible? Desaparecidos los de Liverpool, ¿no hay nada que merezca la pena?

"Hay gente que ha hecho discos mejores que ellos, pero en conjunto, ponderando todos los elementos, musicales y sociológicos, creo que es el grupo que mejor ha definido lo que hoy por hoy entendemos como pop: la popularización absoluta de un producto combinada con un continuo misterio acerca de su éxito; como JFK, el Fairy o Danone. El buen pop siempre tiene algo de juguete religioso", aventura el escritor Agustín Fernández Mayo.

En 2009, The Beatles está a punto de convertirse en la banda más vendedora de esta década. En Estados Unidos, el único lugar del mundo donde se contabilizan realmente las copias vendidas, manda Eminem, con 32 millones. Pero le siguen los Beatles, con más de 28. Y suyo es el disco más exitoso de esta década, 1, antología que lleva casi doce millones sólo en ese país. Si sumamos los cuatro millones de copias fabricadas, 52.000 de ellas para España, de los remasters (complementado por el marketing del videojuego The Beatles: Rock band), "los británicos habrán superado al rapero de Detroit antes de que acabe 2009", aseguraba en estas páginas recientemente el crítico musical Diego A. Manrique.

Es otra de esas cifras impresionantes vinculadas a los de Liverpool. La banda de los "mil millones de discos" vendidos "hasta ayer" según su compañía. "Ayer" es el 9 de septiembre de 2009, día en que se lanzó la anunciada y, según muchos, esperadísima edición remasterizada de sus álbumes. "Es increíble", dice un veterano disquero que prefiere no dar su identidad. "¿Versión remasterizada? Mira, yo me dedico a esto y ni sé muy bien qué es. Y si pregunto en mi oficina, dudo que alguien sea capaz de darme una definición correcta. Así que el público mucho menos". Esto por no hablar de que resulta dudoso que la generación que escucha la música en MP3 y móviles tenga mucho interés en la calidad de sonido.

Tampoco hay que tomarse los números al pie de la letra. Los mil millones esconden que en realidad hace tiempo que se perdió la cuenta. Lo que sí es cierto es que 15 de los nuevos lanzamientos -todos menos Yellow submarine-, están hoy entre los cien más vendidos en España. Hay ya 6.107 unidades despachadas. The Beatles stereo box set ocupa el tercer puesto de la clasificación, con 1.430 ejemplares, 900 menos que el número uno, Aviones, de Pereza. La diferencia es que la caja de los de Liverpool cuesta alrededor de 240 euros. Entre las reediciones de los álbumes originales, Abbey Road es el que más ha vendido. Está en el puesto 13 con 695 copias.

Cifras escuálidas. Y son siempre así. Por eso es una gran semana para la muy dañada multinacional EMI. Más teniendo en cuenta que los discos de los Beatles se siguen vendiendo como si fueran una novedad, a 16 euros los sencillos y 24 los dobles, algo que no es ni mucho menos habitual. "Actualmente el núcleo duro de los compradores de discos está compuesto por mayores de 40 años. Y la marca Beatles es muy atractiva para ese sector. Los grandes fenómenos de ventas se explican bien dentro de ese contexto. No es tan distinto a lo que ha pasado con Miguel Bosé en España. ¿A quién va dirigido Papito, hasta en el título, si no es a ese tramo? Es un público que no descarga, ni usa Internet para la música", razona Ricardo Urias, director de estrategia e innovación de la consultora Havas Media.

"Y a esto hay que unir otra cuestión, los Beatles como marca son producto de una época. Nacen en los sesenta, la era en la que se crean las grandes marcas, Coca-Cola, Marlboro, McDonald's... En aquel momento reinaban los mass media, unos pocos se dirigían a todo el mundo. Con una campaña en una cadena de televisión, dos periódicos y cuatro emisoras de radio estabas en condiciones de crear una marca. Eso ahora es imposible. Es el momento de los social media, muchos se dirigen a muchos. La paradoja es que ahora, si usas los mass media, lejos de crear una marca, lo más seguro es que pongas al producto bajo sospecha de ser algo prefabricado", concluye.

Daniel Hunt miembro del grupo de pop electrónico Ladytron y productor (su último trabajo ha sido grabar tres canciones para el que será el nuevo disco de Cristina Aguilera) insiste en esta idea. "Yo no pertenezco a esa generación, pero he nacido y me he criado en Liverpool y allí se considera a los Beatles más en términos religiosos que musicales. Pero si me preguntas porque esto no volverá a pasar, la explicación natural es que los medios de comunicación están mucho más fragmentados. Incluso en comparación con hace 20 años, es difícil tener ese tipo de impacto. Creo que ya es imposible, al menos que algún cataclismo inesperado sacuda a los medios".

Un ejemplo: la noche en que dio comienzo la beatlemanía en Estados Unidos, el 9 de febrero de 1964, con la aparición del cuarteto en el programa de Ed Sullivan, un 75% de los americanos que veían la televisión sintonizaban aquella cadena. Ahora, el gran momento televisivo del año en ese país es la retransmisión de la Superbowl, que en su última edición consiguió una audiencia del 42,5%. "Y eso que las grandes marcas actuales son básicamente las deportivas. Digamos que gracias a las competiciones, -la Champions, los mundiales de atletismo-, es fácil saber quién es el mejor. En música no hay un Gran slam, como en tenis", explica Urias.

Es un mundo nuevo, distinto a aquel que conocieron generaciones anteriores y que sigue en movimiento. "Los grandes festivales de música tienen problemas para conseguir llenar sus escenarios principales. Cada vez es más difícil encontrar músicos capaces de atraer 50.000 personas. Y, al mismo tiempo, sus carpas menores, aquellas pensadas para 6.000 0 7.000, se les quedan pequeñas. Es uno de los debates más importantes que se están produciendo hoy en día en este negocio. Quizás el modelo del cabeza de cartel y los grupos para completar sea obsoleto y haya que tender a certámenes más horizontales", cuenta Christian Hald Buhl, director de estrategia del festival danés Spot.

Es la teoría de la clase media. En el pop, mientras las multinacionales imponían sus criterios con ayuda de la publicidad era más cómodo y rentable fijar los recursos en unos pocos músicos y convertirlos en estrellas, en aristocracia, condenando al resto a la semiindigencia, al proletariado pop. Pero con la aparición de Internet como herramienta fundamental para la distribución de la música, los pequeños ya no lo son tanto y los grandes lo son menos. "La democratización de la música vía internet y la eclosión de los medios de comunicación alternativos, de los blogs a las webs nicho, han provocado dos cosas: que la gente tenga una oferta ilimitada donde elegir y que uno mismo acaba convirtiéndose en su propio prescriptor", dice Borja Prieto, de la web MySpace. "Los medios tradicionales tienen una audiencia más dispersa y la gente atiende cada vez más a recomendaciones de amigos y a focos de información nicho. Ya nadie te dice qué escuchar y eso afecta directamente a las superestrellas. Hay menos superestrellas con un superéxito y muchas pequeñas con un éxito más medido. Desde luego es mucho más apasionante".

En la actualidad, salvo contadas excepciones motivadas por una avalancha informativa, como la muerte de Michael Jackson, los grandes fenómenos de ventas se reducen a los discos para adolescentes, casi niños, como Jonas Brothers o Hanna Montana. Y en este caso se trata de productos globales fundamentados en series de televisión, películas o merchadising. "Pero, si te fijas, tampoco es tan distinto a lo que hacían entonces The Beatles. Fueron un fenómeno de fans para jovencitas. Lo que pasa es que fueron evolucionando como hicieron pocos. Yo creo que a nivel comercial los productos de la factoría Disney son los que están más cerca de reproducirlo", dice Javier Liñan, director de la discográfica El Volcán.

Todo lo cual no quita un ápice de importancia a The Beatles en ningún plano. "Estos tíos lo inventaron todo. Y además todo lo que inventaron era muy bonito", dice Javier Pintor, jefe de marketing de EMI y encargado de este lanzamiento en España. Una explicación, la de su calidad muy superior a todo lo que hubo antes y todo lo que ha habido después, en la que muchos creen. La música no es en realidad más que matemáticas intuitivas. Todo sería reducible a formulas numéricas. El oyente no tiene que conocerlas pero están ahí. Si nos fiamos de los científicos beatlemaniacos (francamente, sus explicaciones técnicas resultan demasiado complicadas como para incluirlas aquí) las ecuaciones de las canciones de los Beatles son muy especiales.

Pero de esta explicación se desprende un problema. Si todo es reducible a una fórmula, debería ser imitable. Visto entonces que, de momento, ni humanos ni androides han conseguido igualar a los de Liverpool, quizás haya que buscar la respuesta en lo sentimental. En fans como Guillermo Sánchez Vega, periodista canario de 36 años. Con 14, llegó a la final de un concurso televisivo. Su tema, los Beatles. "Perdí, vale, pero al menos me di el gusto de discutir con el rancio del presentador en antena". Su pasión no ha disminuido con el tiempo. "Me emociono cada vez que veo el documental Anthology, la cara b de Abbey Road me parece la cúspide artística del ser humano y preferiría mil veces irme de cañas con Paul McCartney antes que con Megan Fox", dice. Tiene previsto hacerse en cuanto pueda con todos los discos, y si se le pregunta la razón de su amor, se explaya. "Ya se sabe, el primer amor es el primer amor. Sí, te casarás con otra persona y tendrás hijos con ella, pero nunca olvidarás a aquella por quien tanto sufriste. Los Beatles no sólo fueron el primer amor de muchos, sino de casi toda la industria musical. Son aquel instante irrepetible de absoluta felicidad que ha quedado idealizado: los Beatles, la vez que perdiste la virginidad, aquella gran borrachera con los amigos, los Tours de Induráin, el gol de Iniesta ante el Chelsea o el de Zidane ante el Bayer o, la boda de Rocío Jurado y Ortega Cano... Bueno quizás eso ya sería exagerar".

El País