sábado, 2 de octubre de 2010
La maldición del conjurado...
LITERATURA - 40 aniversario de su muerte
John Kennedy Toole, la maldición del conjurado
* Se suicidó frustrado por el fracaso de una obra luego convertida en mito
* Su probable homosexualidad pudo influir en su estado depresivo
* La adaptación fílmica de la novela ha sufrido innumerables infortunios
Colocó un extremo de la manguera en el tubo de escape, introdujo el otro por la ventana semicerrada del conductor y giró la llave de contacto. Este jueves se cumplen cuatro décadas desde que John Kennedy Toole decidiera agasajar a sus pulmones con una orgía de monóxido de carbono. Su suicidio a los 32 años, el 26 de marzo de hace 40 años, le impidió conocer el éxito arrollador de su memorable 'La conjura de los necios', publicada póstumamente. Autor maldito, obra maldita.
1976. Walker Percy abre con desgana el manuscrito. Él es un prestigioso filósofo y escritor, y leer la obra de un don nadie cadáver le apetece tanto como afeitarse una almorrana. Pero Thelma Ducoing, la enlutada madre del autor, le ha acorralado con su perseverancia, quizá espoleada por el remordimiento. No había resquicio para negarse. Percy, con cierta desidia, comienza a pasar las páginas. Y se enamora.
'La conjura de los necios', liderada por el patético y colosal Ignatius J. Reilly, es una novela hilarante y mordaz. Toole trazó un mapa caricaturesco, sublime, de esa Nueva Orleans donde confluyen las culturas francesa, española y criolla. Por sus párrafos desfila un carnaval de personajes esperpénticos, marginados que sobreviven hábilmente revolcándose en el desdén de la hipócrita clase dominante.
Una de las cumbres de la literatura norteamericana, el libro se convirtió en un fenómeno tras su publicación en 1980 por la Universidad de Louisiana, gracias a la insistencia de Percy. Un año más tarde recibía el Pulitzer. La figura del difunto Toole despertó tal interés que incluso se hurgó en sus cajones, donde se encontraron los folios de 'La Biblia de neón', una novela que había escrito a los 16 y que luego repudió. La publicación de esta obra en 1989 (y el filme de Terence Davies en 1995) devolvió a la actualidad la pregunta clave: ¿por qué se mató John Kennedy Toole?
Amor de madre
Ken, como todos lo conocían, fue el único hijo de un matrimonio mayor que ya se resignaba a no tener descendencia. Su nacimiento fue una inspiración para la sobreprotectora Thelma. Se volcó con su hijo y le proporcionó una excelente educación, pero su energía también acabaría anulándole la personalidad.
Una beca para estudiar en Nueva York le permitió a Toole escapar de su agobiante madre. Realizó un máster en Literatura Inglesa en Columbia y emprendió una carrera como docente antes de ser llamado a filas. En el ejército trabajó como profesor de inglés para soldados puertorriqueños, una tarea que combinó con la redacción de los primeros borradores de 'Conjura'.
Finalizada su instrucción militar, Toole regresó a su Nueva Orleans natal. Pero ya no era el mismo. Se bebía hasta los peces, era excéntrico al vestir y no había ni rastro de aquel maestro extrovertido que encandilaba a los alumnos. Siempre se ha sospechado de su frustración por no conseguir publicar su obra. No obstante, algunos biógrafos de Toole insinúan que su probable homosexualidad, reprimida a la sombra de su autoritaria madre, fue el factor clave en su mutación y trágico desenlace.
Toole desapareció un 20 de enero de 1969, después de una acalorada trifulca con Thelma. Los recibos de gasolina encontrados en la guantera revelan que viajó a la costa oeste, para luego cruzar el país en dirección a Midgeville, Georgia, donde visitó la tumba de Flannery O'Connor. Se cree que regresaba hacia Nueva Orleans cuando paró en una carretera secundaria a las afueras de Biloxi, Mississippi. Allí encontraron su cuerpo el 26 de marzo.
En el lugar de la tragedia se halló una nota de suicidio, que Thelma destruyó tras leerla. Sus comentarios acerca del contenido de la carta fueron contradictorios. Lo cierto es que tras la muerte de su marido y padre de Ken en 1974, Thelma consagró todos sus esfuerzos a difundir 'La conjura de los necios', una novela vibrante, grotesca, que arranca tantas carcajadas como sonrojos de vergüenza ajena. Una novela, además, en la que pervive la maldición de su autor.
Odisea en Hollywood
1980. Scott Kramer abre con desgana el libro. Él es un joven ejecutivo en la 20th Century Fox, y leer la obra de un don nadie cadáver le apetece tanto como desayunarse sus propios mocos. Pero la editorial de la Universidad de Louisiana, un ente sin presencia en Hollywood, le ha enviado la novela porque él es su único contacto en la meca del cine. Un año antes, fue él quien les pidió un favor: una guía sobre la flora de Louisiana para regalar a su madre, botánica aficionada. Era un ejemplar antiguo y difícil de encontrar, así que Kramer se sentía en deuda. Con cierta desidia, comenzó a pasar las páginas. Y se enamoró.
Desde entonces, Kramer ha vivido una odisea tratando de llevar 'La conjura de los necios' a la gran pantalla. Muchos ejecutivos opinan que se trata de una obra difícil de adaptar: ¿cómo trasladar al celuloide los delirantes soliloquios de Ignatius? ¿Atraería a la audiencia la historia de semejante antihéroe, un intelectual con sobrepeso y virgen empedernido?
En estas tres décadas, el proyecto ha estado lastrado por la incomprensión. Y por la desgracia. Todos los intentos serios de crear un filme han tropezado con funestos acontecimientos. John Belushi fue el primer actor elegido para encarnar a Ignatius. Falleció por sobredosis un día antes de su reunión con directivos de la productora.
Otros intérpretes que se barajaron para el papel fueron John Candy y Chris Farley. Muertos. El último nombre en saltar a la palestra fue el de Will Ferrell, que encabezaría un reparto en el que figurarían además Drew Barrymore, Mos Def y Olympia Dukakis. Kramer y Steven Soderbergh habían escrito un guión meticulosamente fiel a la novela. Incluso se rodaría el filme en Nueva Orleans. Y entonces llegó el Katrina. La empresa continúa actualmente en punto muerto. "Es la película que todo el mundo en Hollywood desea rodar pero nadie quiere financiar", comentó Ferrell en 2007.
Es la maldición interminable de una obra cuyo fracaso inicial consumió a su autor. John Kennedy Toole jamás intuyó que terminaría vendiendo millones de copias y convirtiéndose en un genuino libro de culto. Nunca sospechó que Ignatius J. Reilly y sus necios conjurados acabarían conquistando el mundo.
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