miércoles, 29 de febrero de 2012
El primer vuelo perfecto...
El primer vuelo perfecto
Se cumplen 35 años de la gesta de Nadia Comaneci en Montreal: el primer 10,00 de la gimnasia
Hay momentos en la historia del deporte que necesitan poca explicación. Como el gol de Maradona a Inglaterra o los 100m de Usain Bolt en Pekín 2008. Si pensamos en el deporte de la gimnasia, la imagen indiscutible es la de una niña rumana, coleta alta y flequillo y lazos de algodón, mirada seria y movimientos y vuelos precisos y perfectos. Tan perfectos, que el 18 de julio de 1976, en el mejor escenario posible, los Juegos Olímpicos de Montreal, recibieron el primer 10,00 de la historia, la perfección.
"Guau. Es difícil creer que han pasado 35 años desde ese histórico 10,00", reconocía ayer en su Twitter la mejor gimnasta de la historia, hoy afincada en Estados Unidos. "Gracias a mis compañeras de equipo, a mis entrenadores y a mis fans".
Aquel ejercicio de paralelas, tantas veces repetido, era el obligatorio. Hasta 1996 todas las gimnastas debían realizar la misma rutina el primer día de competición (de ahí su nombre). Era un poco aburrido para los espectadores ver a las pequeñas atletas repetir una y otra vez los mismos elementos básicos en potro, paralelas y barra, oír hasta la extenuación la misma música en el suelo. Pero era una forma también de facilitar la expansión de la gimnasia a los países más modestos y, claro, de distinguir a los mejores.
Y ahí estaba Nadia Comaneci, con solo 14 años, cuerpo de niña y cabeza de hielo, al frente del equipo rumano. A pesar de su corta edad no era ninguna desconocida. Venía de arrasar en los Europeos de Skien ese mismo año. Pero en los Juegos de Montreal se dio a conocer al mundo entero, no solo a los locos seguidores de la gimnasia. "Nadia era especial", recuerda Gloria Viseras, por entonces una niña de nueve años que empezaba en la gimnasia y luego coincidiría con la gran campeona en Moscú 1980 y en varios Europeos y Mundiales. "Lo que la hacía diferente es que era perfecta. No eran solo los ejercicios, que también. Era su carisma, cómo saludaba... Era todo". Viseras no recuerda haber visto el ejercicio en directo: "Creo que lo repitieron luego, por lo que supuso. Fue increíble".
La historia de ese primer 10,00 está llena de anécdotas. De cómo las jueces, adiestradas para restar décimas a cada titubeo, a cada duda, no fueron capaces de encontrar ningún fallo. O de ese marcador que no estaba preparado para la perfección y en lugar de mostrar un 10,00, lo que enseñó al mundo, lo que pasó a la historia, fue un 1,00 que hizo sonreír a la gimnasta adusta, a sus entrenadores, a sus compañeras, eclipsadas para siempre. Que la empujó otra vez al podio donde estaban colocadas las paralelas para saludar una y otra vez al público enfervorecido con esa niña que, según su entrenador, Bela Karolyi, nunca había llorado. Que dejó boquiabiertos a todos y taciturnos a los soviéticos, hasta entonces grandes dominadores de la gimnasia. Luego vendrían las lágrimas de Olga Korbut y un 10,00 de Nellie Kim, pero fue Comaneci quien pasó a la historia.
Nadia solo logró un 10,00 ese día en ejercicios obligatorios, pero en la jornada de libres repitió en paralelas -con un ejercicio arriesgado y que parecía de otra época- y sumó la barra; y repitió dieces en la final individual, donde se proclamó campeona olímpica para regocijo del público. Como guinda, el último día de competición, en las finales por aparatos volvió a colapsar los marcadores en las paralelas y la barra. Seis dieces en total, tres oros (individual, paralelas y barra), una plata (equipos) y un bronce (suelo).
Para Viseras, la rumana era "especialmente espectacular" en la barra de equilibrios. "En paralelas era increíble, pero es que en la barra era como un clavo. Tenía un cuerpo de dimensiones perfectas y nunca se le movía un pelo. No era una gimnasta muy fuerte y por eso el suelo le costaba un poco más. Pero fue lo máximo", añade, todavía emocionada.
Los éxitos de la rumana, que llegó a ser portada de la prestigiosa revista Time, llevaron a muchísimas niñas a los gimnasios. Y no solo en Rumanía. "Todas queríamos ser como ella", reconoce hoy la campeona española. Su hija se llama Nadia.
martes, 28 de febrero de 2012
Hombre y mujer...
Eres un hombre y ella un mujer, coño! Leches, eso es lo único que importa!
Las chorradas de mi padre de Justin Halpern
lunes, 27 de febrero de 2012
domingo, 26 de febrero de 2012
Todavía existe: el hilo musical...
Todavía existe: el hilo musical 40 años después
En cuatro décadas, el producto ha pasado de ser un artículo de lujo en los hogares a un elemento imprescindible para crear ambiente en las principales tiendas de moda
Música de ascensor, de dentista... Muchos asocian los términos "hilo musical", de forma peyorativa, con melodías suaves, más bien anodinas, que tratan de crear un ambiente relajado. Otros lo relacionan con unos antiguos aparatos de madera con los que se escuchaba música en casa. Pocos saben que las canciones que suenan en las principales cadenas de moda, supermercados o bancos, desde el último éxito pop hasta el atronador bum bum dance, pasando por Beethoven o un tema de arpa, provienen de este servicio, que cumple 40 años en España, y se escogen con objetivos como crear imagen de marca o que los compradores se muevan a mayor o menor velocidad.
"Al principio, los clientes eran sobre todo residenciales (viviendas particulares) y hoteles", explica Jesús Izquierdo, jefe de instalaciones de Onthespot, nuevo nombre de la filial de Telefónica pionera en este servicio en España. El hilo musical, conocido así por la primera marca con la que se comercializó (al igual que sucede en el mundo anglosajón con el término muzak), entraba a través de la línea de teléfono, y se escuchaba con esos aparatos de madera, que tenían distintos precios según la potencia, el tamaño y la calidad de sonido. La cuota normal era de 425 pesetas al mes, e incluía una revista con la programación mensual.
El antiguo cable solo permitía seis canales: ambiental (la conocida como música "de ascensor", basada en éxitos orquestados), clásica, moderna, romántica, uno de cursos de idiomas y otro a través del cual se escuchaba Radio Nacional de España (RNE). "En los hoteles se anunciaba como algo de lujo", afirma Izquierdo, que lleva 37 años en la empresa. "Cuando empezó, se veía como una cuestión de estatus", como se ve en este anuncio televisivo, "era como tener al principio el Canal +", compara.
Cuatro décadas después, se mantiene el concepto de música ambiental emitida de forma continua, sin interrupciones de locutores o anuncios. Pero el hilo musical ha evolucionado en todo lo demás: tipo de clientes, funciones, tecnología y perfil de las personas encargadas de la selección.
Actualmente, Onthespot cuenta entre sus 130 trabajadores con un equipo de ocho personas -muchos de ellos musicólogos, pero también dos disc jockeys, uno de ellos productor en activo-, encargados de gestionar una base de datos con seis millones de canciones. Con ellas, pueden crear canales personalizados adaptados a las necesidades de un gran cliente con decenas de tiendas, o canales temáticos (pop-rock en español, ambiental, novedades, grandes éxitos, etcétera...), más asequibles para negocios pequeños. Las posibilidades técnicas permiten que los seis canales iniciales en par de cobre ahora sean ilimitados a través del ADSL.
"Esta profesión no se parece a nada", opina Carlos Neila, supervisor del Music Lab, como se conoce al departamento. "Tienes que juntar 500 canciones", más o menos las que componen cada canal, "con coherencia entre ellas, y conseguir crear un ambiente. Eso no hay quien lo estudie", explica este antiguo programador en radios musicales. Lo que se pretende actualmente con el hilo musical es asociar lo que se escucha a sensaciones, experiencias, al igual que los nuevos productos que la empresa ofrece como parte del llamado márketing dinámico, como carteles digitales o probadores de ropa virtuales. "Lo bueno y lo malo de la música es que no puedes huir de ella, forma parte del ambiente", admite Neila.
A veces, la música pasa casi desapercibida, como en hoteles, bancos o agencias de viaje. En otras, como las cadenas de supermercados, que suelen usar novedades o éxitos, te descubres tarareando la canción archiconocida que está sonando. Pero sin duda, donde la música parece omnipresente es en las grandes cadenas de moda.
Imagen de marca
La intención de las gigantes textiles es crear imagen de marca, "la sensación de que, entres en una tienda aquí o en Nueva York, la música es la misma, es como estar en casa", explica Neila. Para reforzarla, se utilizan las mismas canciones en la página web del cliente. Usar idéntica música en todo el mundo juega además con un componente aspiracional: "Se transmite que la tienda de Badajoz es tan cool como la que está en la zona más de moda de Barcelona", añade Neila.
Pero en algunos casos se han tenido que hacer excepciones al concepto de usar idéntica música en todo el mundo. Así, para una empresa textil española líder en el sector, que utiliza el rhythm and blues como seña de identidad, se ha tenido que crear un canal light, eliminando las canciones con referencias sexuales, para algunas zonas de EE UU y países árabes.
"Es un trabajo muy dinámico, los canales cambian constantemente", dice el encargado de este canal, Bernard Fuentes, DJ y productor conocido como Be.lanuit, que compagina el primer trabajo en oficina que ha tenido en sus 37 años de vida con sesiones en clubes como Charada, Weekend o Chicote. Si acaso, lo más parecido es, curiosamente, la labor del disc jockey, asegura Fuentes. "Un DJ no solo hace bailar, sino que crea sensaciones", explica Fuentes. "Estamos acostumbrados a crear ambientes en cualquier espacio, y aquí se hace eso: te imaginas cómo es el ambiente de la tienda, y trabajas con la música para generar sensaciones y que la gente compre más".
Fuentes es experto en música electrónica, quizá la única que, por su especialización, no recibe la empresa directamente de las grandes discográficas y los agregadores musicales (encargados de la distribución digital para las discográficas más pequeñas), que desde 2008 ponen a disposición de la filial de Telefónica todo su catálogo. Uno de los canales que lleva es el de Custo, marca para la que ya había pinchado en desfiles. "Se basa en tendencias electrónicas de ahora; al igual que su ropa, tiene mucha variedad", describe. "Tiene una intensidad no muy alta, da una sensación cálida, agradable, no machaca como en otras tiendas más jóvenes", continúa.
Totalmente distinto es el canal de Adolfo Domínguez, basado en el romanticismo y el clasicismo, con música de cámara muy suave, explica Catalina Vesga, musicóloga de 32 años. Esta profesora de piano colombiana compara este trabajo con la creación de ambientes en el cine a través de la música, tema del que está haciendo la tesis. Lleva varios canales clásicos, pero también alguno de pop-rock, y ha pasado por música latina, electrónica, dance... "Escuchar tanta música cambia tu percepción", afirma.
La parte mala del trabajo, en la que coinciden Neila y Fuentes, es que "no siempre es música que te gusta", y que "cuando oyes una canción fuera, piensas en qué uso profesional le puedes dar". "Los amigos te dicen: 'vaya suerte de trabajo, todo el día con musiquita". Pero aunque te gusten las canciones, después de horas catalogando y clasificándolas en la base de datos, seleccionando las adecuadas para cambiar los canales -se renueva cerca del 10% cada mes-, "cuando sales de aquí, no te apetece escuchar nada", asegura Vesga.
Las primeras grabaciones, en RNE
Los canales contratados llegan directamente al local del cliente a través de ADSL, y de la misma forma se van actualizando. Nada que ver con los inicios. Hasta finales de los años noventa, la programación se realizaba en los estudios de RNE, con su fondo musical, y por trabajadores de la emisora. Se grababa en grandes cintas de bobina de una hora de duración, y una furgoneta las llevaba "en cajas inmensas de plomo para que no se borraran" hasta el centro de emisión, en la calle Alcántara de Madrid, recuerda Jesús Izquierdo. Allí había un técnico encargado de enlazar las cintas para que no se notara el corte entre una y otra.
"En RNE teníamos todos los discos del mundo, y nos llegaban las novedades", recuerda José Luis Ramos, coordinador de la programación de los canales entre 1990 y 1994. En su equipo, contaba con expertos como Tomás Fernando Flores, director del programa Siglo XXI en Radio 3, o Claudio Prieto, compositor sinfónico contemporáneo. En esa época, el cliente ya había virado desde los hogares a empresas, sobre todo bancos y hoteles.
Las canciones se elegían "buscando el gusto mayoritario", con "el mismo criterio que pueda tener un programador de radio, en función de su gusto y criterio musical", explica Ramos. Él era el encargado de cuadrar el esquema para que las cintas, que se repetían unas seis u ocho veces a lo largo del mes, rotaran a distintas horas y días de la semana.
Este sistema se mantuvo hasta finales de los años noventa, cuando la filial de Telefónica compró una herramienta informática, muy rudimentaria, empezó a crear una base musical propia y contrató programadores musicales, al principio de forma externa, y después de la propia empresa, como los actuales.
Música improgramable
"Había poquísimos discos, unos 15.000, yo tengo eso en casa", recuerda la crítica y periodista musical Patricia Godes, una de las primeras que desarrollaron esta labor ya fuera de RNE. Recuerda que trabajaba junto a otros especialistas como Carlos Tena, Gernot Dudda o Mercedes Arancibia, la primera mujer que ha dirigido un diario en España. "Había música improgramable, como un disco en directo con 20 minutos de aplausos, que teníamos que depurar del sistema", explica. Por entonces, el departamento de Marketing se encargaba de comprar los discos, con criterios más empresariales que musicales.
Godes recuerda que llevaba dos canales importantes, uno de música suave y otro de pop, y media docena más especializados (brasileña, rhythm and blues...), a los que se dedicaba menos tiempo. "Por la mañana, empezaba suavemente. Cuando la gente comenzaba la jornada, entre las 8.30 y las once, ponía música divertida, alegre, y rápida, hasta las ocho de la tarde, que volvía a la música más suave", cuenta.
Esta periodista musical, colaboradora en el suplemento Babelia, coincide con Fuentes en que lo más parecido es la labor de un disc jockey, mientras que lo diferencia totalmente de la radio, donde ha trabajado también durante años. "En la radio, tienes la voz para ajustar, contextualizar, excusar si hay algún problema. Pero en el hilo musical no, así que podías meter un susto a alguien con jaqueca", bromea. Recordándolo ahora, cree que la tarea de programar en el hilo musical era "un ejercicio de humildad". "Nos sentábamos para unificar criterios, nos escuchábamos los canales unos a otros para criticarnos, porque lo que hacías no tenía que gustar a todo el mundo". Para Godes, la radio especializada es todo lo contrario, "un ejercicio de egocentrismo, de decir, yo he descubierto esto, y te lo doy a conocer".
Godes recuerda el trabajo, que hizo entre 1999 y 2001, como una "experiencia muy interesante", aunque en realidad, se define como "contraria a la música ambiental". Cuando elegía, "lo hacía con muchísimo respeto hacia el oyente, estaba súper meditado, intentaba quitar solos estridentes, lo que pudiera molestar, y que la música fuera de calidad, buena, bonita y reconocida por todo el mundo, para que la gente no se pusiera nerviosa", asegura. "No me gusta eso de que un desconocido te ponga una canción que a lo mejor no te apetece escuchar cuando entras en un sitio", concluye.
Dime qué haces y te diré qué música necesitas
Para averiguar el canal más adecuado a cada empresa, en Onthespot se realizan entrevistas con los clientes. "Normalmente te definen el ambiente de la tienda, el tipo de clientes que tienen... Después de cientos de entrevistas, es como un estudio sociológico, ya sabes quiénes irán a un tipo de música o a otro. Por ejemplo, si quieren exclusividad, no suelen querer nada en castellano, si quieren algo alegre y divertido sí", dice Carlos Neila, responsable del equipo de programadores de esta empresa de hilo musical.
Así, en una cadena de supermercados o un Leroy Merlin suele sonar música más generalista, tipo novedades. "Hay estudios que demuestran que si la música es más lenta, la gente va más lenta; puede interesar que los fines de semana los clientes sean más rápidos, y que una mañana entre semana vayan más despacio y se entretengan más", afirma.
Otros clientes habituales del hilo musical son los hoteles, donde se suele diferenciar la música por zonas (recepción y pasillos, restaurante, spa...), y por tipo de establecimiento. "Un canal de guitarra española o de arpa puede funcionar muy bien en hoteles con encanto, mientras que en un hotel urbano tipo NH, se usa el new jazz, que refuerza la imagen de que es un lugar interesante, atractivo para ejecutivos, moderno y práctico".
En negocios como bancos, agencias de viaje o concesionarios de coches, las necesidades son distintas: se programa más casi para los empleados, pues pasan largos intervalos sin clientes, por lo que se usan canales largos, no muy llamativos y bastante generalistas. La principal función, explica Neila, es "crear barreras acústicas para que la gente no tenga la sensación de que los demás les pueden escuchar". Otros clientes insospechados del hilo musical son jugueterías o guarderías, donde suenan clásicos infantiles, o incluso un zoológico para el que se creó un canal con sonidos de animales.
Los precios de Onthespot, empresa que está presente en 43.000 puntos de venta en 65 países, van desde los 25,9 euros mensuales de un paquete básico de nueve canales, hasta los 6.000 euros que se pagan por crear un canal personalizado, más un mantenimiento mensual de 500 euros y 15 euros más por tienda.
sábado, 25 de febrero de 2012
viernes, 24 de febrero de 2012
World Press Photo... 2011 (08)
jueves, 23 de febrero de 2012
Los hombres son de Wikipedia y las mujeres de Facebook...
Los hombres son de Wikipedia y las mujeres de Facebook
A veces una sola cifra sirve para desatar la polémica. La última ha sido esta: sólo un 13% de los artículos de la Wikipedia han sido escritos por mujeres. La proporcionó The New York Times en un reportaje que ha hecho correr ríos de tinta porque resulta que en la fuente de conocimiento virtual en la que en teoría no debería existir ningún tipo de discriminación (escribe quien quiere y ni siquiera es necesario desvelar el sexo) la participación femenina es menor aún que en otros foros. Por ejemplo el OpEd Project la ha calculado en un 15% para las páginas de opinión de los principales diarios norteamericanos.
¿Significa una tasa tan baja que la enciclopedia (o sus enciclopedistas) son machistas? Simplificando mucho, los bandos se han dividido en dos, los que creen que sí y que es preocupante porque esta desigualdad de género repercute además en sus contenidos, según el NYT menos profundos en el caso de la cultura popular femenina que en la masculina… y los que creen que el hecho de que esté escrita por hombres no quiere decir que sea sexista, sino que puede obedecer a predilecciones innatas femeninas. Es decir, que las chicas usamos Internet de otra forma y si no escribimos en Wikipedia es entre otras cosas porque no nos interesa. En cualquier caso, la fundación responsable de la enciclopedia Wikimedia se ha marcado como objetivo aumentar la participación femenina al 25% para 2015.
El de la baja participación femenina en internet “es el eterno debate”, me explica Tíscar Lara, vicedecana de Cultura Digital de la EOI (Escuela de Organización Industrial), que ha estudiado durante años la blogosfera española. “Por ejemplo, la proporción entre bloggers siempre ha generado polémica, porque cuantitativamente era menor la participación de las mujeres”. Explica que a veces el problema puede estar en la vara de medir, en el sesgo y las metodologías, y que al mirar hacia otro lado nos estemos dejando fuera los ámbitos femeninos. “Hay que tener en cuenta otro elemento, que es el de la visibilidad. En los listados de blogs más leídos o en los participantes de congresos siempre hay una proporción muy baja de mujeres, pero se discute que la visibilidad de las mujeres se rige por otros parámetros. Hay temas como la tecnología que son más masculinos, pero igual otros temas más personales poseen más comunidad alrededor… con no tantos enlaces y sí con más comentarios, por ejemplo”.
Lo cierto es que hombres y mujeres actuamos en la red de forma distinta y por distintas razones, como ocurre en otros muchos ámbitos de la vida. Y no tienen por qué ser usos más básicos o menos 'de moda'. El caso más claro es el de las redes sociales, que las mujeres han abrazado a lo largo de todo el mundo en mayor proporción que los hombres. Un botón: en Tuenti hay una diferencia del 2 ó 3% a favor de las chicas. "Los chicos tienen tendencia a una mayor instrumentalidad y las chicas a una mayor expresividad", resume [Roberto Colom, catedrático de Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid]. Dicho de otra manera, los hombres tienden más a poner su personalidad, su forma de ser, al servicio de un objetivo, mientras que las mujeres dan más valor a la expresión de emociones, a la comunicación, por su propio valor más que por servir para un objetivo", se explicaba hace poco en un reportaje de El País dedicado a las diferencias anatómicas cerebrales de unos y otras que existir, existen.
No sólo se trata de las "femeninas" redes sociales. “Las mujeres de todo el mundo están liderando algunos de los aspectos más populares de la experiencia internauta de hoy, como la web social, el comercio electrónico, las compras exprés o el consumo de contenidos generados por los usuarios vía YouTube”, afirma un interesante estudio de ComScore al que merece la pena echar un vistazo más detenido.
Cuenta por ejemplo que ellas ganan en compras on line (compran más y se gastan más en todo tipo de artículos excepto en en música, electrónica de consumo, informática y artículos deportivos). También lideran los nuevos tipos de comercio ahora en auge: ventas y subastas rápidas, ofertas y cupones locales, etc. Por ejemplo, en el outlet on line Vente-privee tienen un 66% de usuarias españolas. Las chicas también usan más formas de comunicación como el Messenger o el email. Y en todo el mundo, las webs para compartir imágenes son más visitadas por las mujeres. Pasan más tiempo en YouTube. Los motivos para usar las redes también varían. Por ejemplo, en las cifras globales, las usuarias de Twitter están un poco por encima, pero ellos twittean más y las mujeres son más proclives a usarlo para conseguir ofertas, conversar y seguir a famosos.
En España aún existe brecha digital de acceso, aunque según los últimos datos del INE, la diferencia en el último año en el uso de Internet se ha recortado a un 5,7%. Según NetView de Nielsen Online, el 53% de los navegantes nacionales son hombres y el 47%, mujeres. Muchas miradas están puestas ahora en la “brecha digital móvil”, porque aunque ellos poseen un smartphone (móvil inteligente con conexión a la red) en un 63%, ellas en un 37%. Las cifra, europea y de Comscore, es apoyada por un reciente estudio de Nokia sobre los jóvenes españoles: el 45% de los chicos jóvenes se conectan con el móvil a la red al menos una vez a la semana contra un 27% de las chicas. Pero la brecha digital también es cuestión de minutos de conexión. “Existen cuestiones de tiempo, ellos tienen más fuera del trabajo para relacionarse o participar, mientras la mujer está ocupada por otro tipo de cuestiones”, defiende Lara. La mujer sigue haciéndose cargo de las labores domésticas y la familia, y eso afecta a su comportamiento on line.
En cuanto al consumo de contenidos, también hay diferencias entre los “femeninos” y “masculinos”, pero menos de la que podría esperarse. Sí es cierto que en las ediciones digitales de Hola, Telva o Elle más del 60% son lectoras. O que entre los visitantes activos de Menéame sólo hay un 20/25% de mujeres (según un cálculo ‘a ojo’ de su fundador Ricardo Galli). Que ellas consumen más información sobre familia, maternidad, recetas, mascotas y salud, así como contenidos para niños porque navegan con sus hijos. Y que ellos entran más en sitios de automoción, tecnología y descargas. Pero también hay sorpresas, como en la información deportiva –que cada vez interesa más a las chicas- y en la financiera, casi a la par según Comscore.... aunque ellas dedican mucho menos tiempo a estos contenidos. Ojo, como siempre, con las ideas preconcebidas, porque casi empatan en juego y apuestas, y en contenidos para adultos el porcentaje es del 45,6% de hombres y el 34% de mujeres. Pero las cifras son sólo eso, cifras. Las polémicas y las que no.
miércoles, 22 de febrero de 2012
Pensamiento crítico en la 'caja tonta'...
Pensamiento crítico en la 'caja tonta'
Los libros que indagan o explican filosofías vitales que laten en las series de televisión se han convertido en complemento para los seguidores
En un corcho de la oficina de los productores de Mad Men han colgado una felicitación. No es la enésima carta anónima, sino una manuscrita del propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Cualquier asesor de imagen -quién sabe si ha sido ocurrencia de uno- apoyaría esta expresión de entusiasmo, porque hoy la pasión por cierta televisión es cool. Algunas series, calificadas por algunos como "la mejor narrativa americana actual", no son un fenómeno nuevo, hay que remontarse al 2002 con el estreno de The Wire. Aunque sí lo es el comportamiento de la audiencia. Han descubierto que hay vida más allá del visionado de un capítulo de cualquiera de estas series. Ellas te ponen a prueba. Hace tiempo que el espectador no aguarda la entrega semanal y se indigesta con un atracón de episodios. Ahora, además, gracias a Facebook y Twitter, disfruta de un contacto directo con los actores, productores y guionistas; intercambia impresiones en los foros cibernéticos y tiene acceso a los detalles más inauditos en unas webs oficiales cada vez más completas. Un caldo de cultivo que ha propiciado una avalancha de libros sobre unas series que invitan a la reflexión.
"Twitter o Facebook son un mundo. Yo me twitteo con los actores o con los guionistas. Hay una revolución desde hace un año en la que tienen cabida los libros y cualquier medio de comunicación. Es muy divertido, pero también un poco loco porque hay mucho y hay que ir descartando", cuenta entusiasmada Mariló García, coordinadora de series Cinemanía y bloguera (yonomeaburro.blogspot.com). "Por ejemplo, después de las nominaciones de los Emmys en Twitter había actores que se quejaban. El periodista está dejando de ser el intermediario". Su blog, centrado en las series, recibe 4.000 visitas diarias con picos de 15.000.
La periodista propuso, sin fortuna, a un sello editorial escribir un libro sobre la moda en las series. "Las editoriales tienen miedo a lo nuevo", dice convencida. "Los productores ahora son también los guionistas y eso es muy importante. Cuando tú haces un producto y pones la pasta, intentas que sea un fenómeno". El resultado es que se adelantan informaciones para caldear el ambiente y se editan, al igual que en las superproducciones juveniles, guías oficiales de las series.
¿Y por qué no antes la reflexión en las series? Las reglas publicitarias generaban espectadores perezosos, vendidos a un entretenimiento tan puro como hueco. Hasta que llegó el canal de pago HBO con su eslogan "esto no es televisión" y rompió los cánones. No estaba obligado a rendir pleitesía a los anunciantes, sino a presentar sus respetos a una audiencia dispuesta a costear un producto vanguardista. "No hay nada que te sirva de paño caliente respecto a una historia triste, una historia airada, una historia subversiva, una historia perturbadora", observa David Simon, productor de The Wire, una serie "sobre la porción de Estados Unidos que hemos desechado".
"La literatura de series no es solo un fenómeno fan que vive del fetichismo, sino que quien se enfrente a estas obras verá que aquí se están dilucidando formas distintas de la narrativa audiovisual contemporánea", sostiene Xavier Pérez, profesor de narrativa audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra. "HBO fue una gran apuesta experimental. Habíamos pasado una época en la que parecía invariable que la serialidad televisiva se basaba en un esquema de un mundo estable que se desequilibra y que al final vuelve a la estabilidad original", agrega Pérez. "Sus guionistas empezaron a declarar que se habían inspirado en series como Berlin Alexanderplatz (basada en la novela de Alfred Döblin), de Rainer Werner Fassbinder, que presentaban un mundo en permanente descomposición", subraya Pérez, coautor con Jordi Balló de Yo ya he estado aquí. Ficciones de la repetición (Anagrama, 2005). Durante muchos años, Pérez pensó que Twin Peaks, de David Lynch, y The Kingdom, de Lars von Trier, serían siempre una excepción en esa concepción desintegradora.
¿Hablamos de las series como si fueran Arte, con mayúsculas? "Es muy complicado, porque el arte es lo que los hombres dicen que lo es y, sobre todo, las instituciones legitimadas para decirlo. Es un producto comercial, pero de calidad máxima intelectual, política y estética", opina Iván de los Ríos, profesor de filosofía contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid. "Apuestan por una nueva forma de narrar, no tan simplista y sensacionalista. Una expresión muy crítica sobre la sociedad que las engendra".
La caja tonta (o lista) y los filósofos de nueva hornada han creado un tándem muy rentable en Estados Unidos, un país de gran tradición en ensayos de cultura popular. Las series son la excusa para explicar conceptos filosóficos -un vade retro para el lector medio- y que, sin embargo, pica el anzuelo por su afinidad televisiva. "Este tipo de libros continuará. Titular con el nombre de la serie y luego añadir "... y la filosofía", es una idea que nació en 1999 con Seinfeld. Ahora hay más de cincuenta libros. Son inteligentes, para fans inteligentes de una cultura popular inteligente. La televisión no es para peleles", sostiene William Irwin, profesor de Filosofía en el King's Collage de Pensilvania, autor de esa primera obra (Seinfeld and Phisosophy: a Book about Everything and Nothing) y coeditor de Los Simpson y la filosofía. La máxima de Homer: "Si lo intentas y fracasas la lección es: nunca lo intentes".
"No se requiere tener un background filosófico. Intentamos que el público sea capaz de pensar de una forma más crítica, y que vea que muchas de las preguntas que se plantea en sus series se han debatido décadas", explica Henry Jacoby, autor de La filosofía de House. Todos mienten. "Sería estupendo si después de leernos alguien se interesa por la filosofía". "Hay muchas cuestiones filosóficas planteadas en House. Como es obvio, algunas relacionadas con la ética médica. House usa la lógica para resolver puzles. Pero no son las únicas", prosigue Jacoby. Al estadounidense le ha salido un competidor en España: el manual de autoayuda Dr. House. Guía para la vida, de Toni de la Torre.
"La tradición de apelar a la cultura popular para explicar y discutir la filosofía nos hace volver a Sócrates. Él hablaba en términos de la mitología popular y analogías agrícolas", compara Irwin. "La mayoría de los filósofos comprenden que con estos libros tratamos de difundir la filosofía como él. A veces me topo con algunos prejuicios, pero no permito que me fastidien".
"La divulgación científica vende. Uno no compra un libro de Aristóteles porque nos resulta un peñazo, pero si ves en la librería Aristóteles en 20 minutos, te engancha", argumenta De los Ríos. "Aunque sí hay filosofía en Los Simpson. Por ejemplo, las paradojas de la omnipotencia de Bart. Nadie me escucha si yo afirmo: 'En la teología medieval se decía: si Dios existe y es omnipotente crearía una piedra que sería incapaz de mover... '. Pero te llega si lo pones en boca de Bart: '¿Podría Jesucristo calentar en el microondas un burrito tanto que fuera incapaz de comérselo?". De los Ríos ha participado en dos libros de factura nacional: The Wire. 10 dosis de la mejor serie de televisión y Los Soprano forever. Antimanual de una serie de culto, ambos en Errata Naturae.
"Estos libros tienen una mezcla de rigor intelectual y humor, a veces con mala leche. Se ha intentado, y creo que conseguido, que los ensayos tuviesen la altura intelectual de los guiones", explica De los Ríos. El editor de Errata Naturae, Rubén Hernández, no tiene intención de publicar muchos más: "No queremos especializarnos en series. Tiene que surgir un libro muy en nuestra línea editorial". The Wire arranca con un prólogo de David Simón. El productor y periodista de sucesos no se anda con chiquitas: "La pauta que sigo para intentar ser verosímil es muy sencilla (la vengo siguiendo desde que empecé a escribir ficción): que se joda el lector medio". Prosigue con una conversión entre Simon y el Nick Horby (Alta fidelidad), que pasaron una tarde en Londres hablando del proceso de escritura, de Baltimore, de la música y del deporte. Le dan el relevo siete ensayos de Rodrigo Fresán, Iván de los Ríos y Margaret Talbot, entre otros. Y el volumen se cierra con El confidente, un inédito de Georges Pelecanos, uno de sus guionistas.
Mientras tanto, Los Soprano forever propone diferentes ángulos de la vida de esta familia mafiosa de Nueva Jersey: su relación con Dios, el sexo, el mal o la obesidad. Ideas que se desgranan de la mano de De los Ríos, Fresán, Fernando Delafuente. Ignacio de Castro Rey y Fernando Castro Flórez. "Los Soprano es un buen producto que está sobredimensionado porque sufrimos aburrimiento doméstico", plantea este último, quien se niega a un "arresto domiciliario" para ver series.
Los Soprano. Temporada dos. Un tipo feliz. Tony (el protagonista): "Tengo el mundo cogido por las pelotas y no dejo de sentirme como si fuera un puto pringado". "¿Qué opinarían Platón, Aristóteles, los estoicos o los epicúreos de la felicidad de este gordo criminal?", se preguntan en Los Soprano y la filosofía (Richard Greene y Peter Vernezze). "No creo que la gente necesite saber más de Los Soprano, pero hay un montón de cuestiones que explorar. Nuestros ensayos versan sobre qué nos puede decir Los Soprano acerca de la filosofía y de nosotros mismos. La gente está interesada en la cultura popular porque no vivieron el pasado. Es algo que hay que estudiar ahora", explica Richard V. Greene, de la Weber State University, coeditor de la obra.
"Está haciendo televisión una generación que ya nació con ella, y eso influye y beneficia", se felicita Rodrigo Fresán, quien participa también en Los Soprano forever. "No escribiría guiones, son un planeta diferente. Bueno sí, si me lo pidiese alguien de quien soy fan, pero seguro que luego me arrepentiría", asegura este forofo de Bob Esponja.
Los enigmas de Perdidos (Lost), la paranoia en la isla del Pacífico, con osos polares y un humo negro asesino, genera mucha literatura. "Es normal porque la serie plantea lo siguiente al espectador: 'Tienes que saber más si quieres entrar en mi mundo'. Es una máquina de producir otras interpretaciones y un complemento son los libros. No podemos ver Perdidos como vemos una película o un sit com", razona Simone Regazzoni, autor de Perdidos. La filosofía. "Tenemos que participar en la creación de ese mundo. Y para hacerlo necesitamos leer y escribir, conocer a otras personas que viven en ese mundo. Mi libro es una forma de participar en el juego narrativo de este mundo. Tiene, como en un videojuego, distintos niveles de dificultad".
"Perdidos no es filosofía popular, pero un filósofo puede hacer filosofía popular con la serie. Hay todavía demasiados prejuicios. El filósofo clásico intelectual (que no sabe qué está ocurriendo en la cultura popular) se resiste a la televisión. Se entiende que no pueda cambiar su paradigma intelectual, pero la nueva generación de filósofos (bad guys para los académicos) está preparada para trabajar con las series, los cómics o la pornografía", prosigue Regazzoni. El profesor de la Universidad Católica de Milán es coautor también de un ensayo sobre House y otro de Harry Potter que Duomo publicará este septiembre.
Se esperaba para estas fechas la edición inglesa, pero la Enciclopedia Lost, tan ansiada por los fans, verá la luz en otoño. Ha trascendido que intentará explicar todos los enigmas y misterios en sus 400 páginas, con más de 1.500 fotos. El final tan abierto de la emisión defraudó a muchos que confían en cerrar muchas incógnitas con su lectura, como han prometido los productores. Grijalbo sacará a la venta la versión en español. Lluís Alba y Miguel Pérez, del blog Zumbarte, sabían que su baza frente a la Enciclopedia Lost era el tiempo. Así que el mismo día de la despedida, tras seis temporadas, entregaron su volumen Perdidos. La guía definitiva a Dolmen, editor desde 2006 de otros cuatro libros sobre la serie. "Tiene 400 páginas, con análisis de cada capítulo. No hacemos elucubraciones personales, ni nos hacemos eco de las teorías de otros", cuenta Alba.
Don Draper, el publicista neoyorquino protagonista de Mad Men, tiene siempre en su escritorio media docena de camisas almidonadas. Todo lo que ve o toca es elegante y, pese a lo que podría parecer, nada es insustancial en la serie favorita de Barack Obama. Se retrata las costumbres sociales y políticas de cambio de los años sesenta en Estados Unidos (la identidad y la autenticidad del feminismo, la libertad o la felicidad) con tal profundidad que Irwin es también editor de otro libro Mad Men and Philosophy: nothing is as it seems (Paperback, 2010). Los niñatos malhablados y corrosivos de South Park han sido también merecedores de tres libros que, como el primero, no han llegado a España. Y de otros irreverentes, la familia animada más conocida del mundo, se acaba de editar El Evangelio según los Simpson. El libro, escrito por Mark A. Pinsky, un periodista judío que sirvió al Ejército israelí, muestra como Bart y compañía se mofan de la religión organizada pero, al mismo tiempo, abrazan la fe para hacer frente a su frustración social.
El tiempo demostrará si la literatura de series ha llegado para quedarse. Por lo pronto, pocos niegan que las series son una compañía un poco adictiva. De los Ríos lo resume: "No sabemos qué hacer con nosotros mismos y necesitamos consumir productos que nos den la ilusión de que queda algo para mañana".
Yo ya he estado aquí. Ficciones de la repetición. Jordi Balló y Xavier Pérez. Anagrama. Barcelona, 2005. 198 páginas. 19 euros. The Wire. 10 dosis de la mejor serie de televisión. VV. AA. Introducción de David Simon. Ilustraciones de David Sánchez. Errata Naturae. Madrid, 2009. 238 páginas. 16,90 euros. Perdidos. La filosofía. Simona Regazzoni. Traducción de María Ángeles Cabré. Duomo Ediciones. 133 páginas. 19,90 euros. Perdidos. La guía definitiva. Dolmen. Lluís Alba y Miguel Pérez. Dolmen. Barcelona, 2010. 460 páginas. 20 euros. El Evangelio según los Simpson. Mark A. Pinsky. Selector. México, 2010. 330 páginas. 19,50 euros. Los Soprano y la filosofía. Richard Greene y Peter Vernezze. Traducción de María Ruiz de Apodaca. Barcelona, 2010. 266 páginas. 19,50 euros. Los Soprano forever. Antimanual de una serie de culto. VV AA. Traducción de Inés Antón. Errata Naturae. Madrid, 2009. 169 páginas, 16,90 euros. Dr. House. Guía para la vida. Toni de la Torre. Now Books. Barcelona, 2010. 7,50 euros. La filosofía de House. Todos mienten. William Irving y Henry Jacoby. Selector. México, 2009. 248 páginas. 15 euros. Los Simpson y la filosofía. William Irwin, Mark T. Conard y Aeon J. Skoble. Traducción de Diana Hernández. Blakie Books. Barcelona, 2009. 415 páginas. 22 euros.
martes, 21 de febrero de 2012
World Press Photo... 2011 (07)
lunes, 20 de febrero de 2012
¿Está usted no-muerto?...
¿Está usted no-muerto?
La respuesta, en 'Filosofía zombi', finalista del Premio Anagrama, de Jorge Fernández Gonzalo. Una reflexión sobre la 'zombificación' posmoderna
La respuesta, en Filosofía zombi, finalista del Premio Anagrama, de Jorge Fernández Gonzalo. Una reflexión sobre la zombificación posmoderna.
En su obra maestra, Las palabras y las cosas, Michel Foucault abordó el problema del lenguaje como signo de identificación. Un signo que había ido mutando a lo largo de los tiempos hasta desmontar el significado de las ideas y los conceptos. Atisbaba así el vacío al que se abocaba el hombre posmoderno. Su publicación, en la Francia de 1966, suponía un revulsivo más frente a una cultura en descomposición que acabaría derivando en las revueltas de Mayo del 68. No es tan casual que justo ese mismo año un joven estadounidense estrenara en supurante blanco y negro La noche de los muertos vivientes. La cinta, por encima del alegato antibelicista, manifestaba ese miedo al otro que ha alimentado tantos estudios filosóficos en el siglo XX.
Con la obra de George A. Romero y de Foucault como puntales indispensables, Jorge Fernández Gonzalo (Madrid, 1982) ha elaborado Filosofía zombi, finalista del Premio Anagrama de Ensayo 2011. A diferencia de la mayoría de compendios sobre el zombi como llamativo habitante de la cultura pop, el autor propone una filosofía-lego "o un contagio de ideas" sobre los mecanismos zombificados de la sociedad actual. "Estoy convencido que tanto los fieles seguidores del Premio Anagrama, que se mostrarán reticentes en un principio, como quienes busquen el zombi en su condición de fenómeno mediático se van a llevar sorpresas. Se puede conectar con su lectura a ambos niveles", garantiza. Y asegura: "Me congratulo de haber escrito un ensayo duro partiendo de un tema popular, porque uno de los modelos con los que tengo que bregar es esa moda de libros donde se habla de filosofía y superhéroes, teleseries, vampiros o los Simpson; en los que, más que interés por desarrollar un concepto filosófico, se cae en un didactismo casi infantil".
Lo que comenzó como un chiste privado acabó en una redacción febril a lo largo de un mes tras presentar su tesis sobre la poesía de Claudio Rodríguez. "En principio, parece que no tiene mucho que ver, pero había tenido que consultar la obra de muchos filósofos del lenguaje, como Derrida, Deleuze o el propio Foucault, cuyos pensamientos resultaban perfectamente aplicables a una teoría de lo zombi".
Para comprender en qué consiste la filosofía zombi basta con asomarnos a nuestra realidad cotidiana. O mejor dicho, a su espejo deformado. "El muerto viviente representa a la horda moderna", clarifica su autor. "Nos plantea, a la vez, cierto miedo y atracción. Yo no parto de la idea del no-muerto como agente pernicioso. Esa es la metáfora de hace unos años: el zombi como ser descerebrado. Yo creo que sirve como representación de todos nosotros".
Y nada mejor para ejemplificar la pandemia que el desarrollo voraz de Internet, ese no-espacio donde "estamos todos conectados y a la vez separados. Eso es la horda zombi: la suma de individuos que no forman una comunidad. De ahí el miedo irracional que puede llegar a despertar la Red, porque representa una especie de plaga bíblica en la que nosotros no somos el personaje, sino parte de la plaga. Maurice Blanchot lo resumía muy bien con el término irrelación: lo que nos une a través de Internet es nuestra falta de relación".
Con todo, la cultura popular reciente nos ofrece abundante material para elaborar nuestra propia lectura zombi del mundo, desde los carnavales de vísceras de serie B hasta la espectacularidad de los videojuegos y películas de Resident Evil, pasando por el cómic de Robert Kirkman The walking dead y su exitosa traslación a la televisión. Su creciente presencia se debe a que, según razona Fernández Gonzalo, "es una figura ficticia que da una cobertura eficaz a un conglomerado de experiencias incómodas reales: el miedo a la masa, a la pérdida de identidad... Transforma nuestro desasosiego en formas de violencia simbólica expresadas a través de la situación conflictiva a la que se ven abocados los supervivientes. Casi siempre vuelven a un cierto estado de animalidad y en algunas ocasiones, como en The walking dead, esa lucha se expresa más de una manera interna que contra los infectados".
Si atendemos a Baudrillard, esas imágenes se construyen para producir una catarsis. La realidad ya no nos sirve de mucho, queremos hiperrealidad. "Por eso en estos tiempos importa el zombi, importa la pornografía -que es una hiperrealidad del sexo- e importa la política como espectáculo televisivo, no como programa electoral. Vivimos una especie de deontología hipermediática que nos desvincula del acontecimiento", concluye.
EL PAIS
domingo, 19 de febrero de 2012
sábado, 18 de febrero de 2012
World Press Photo... 2011 (06)
viernes, 17 de febrero de 2012
¡Comprometeos! – Stéphane Hessel
¡Comprometeos! – Stéphane Hessel
Tras la estela del exitoso ¡Indignaos!, la editorial Destino publica ahora —con excelente criterio comercial. ¡Comprometeos!, un texto que recoge las conversación entre el venerable Stéphane Hessel y Gilles Vanderpooten, un joven activista social y medioambiental.
Concebido como una conversación o entrevista, el texto recoge las preguntas o planteamientos de Gilles Vanderpooten sobre diferentes temas de actualidad (la necesidad de que los ciudadanos nos comprometemos en los problemas de nuestra sociedad, los problemas medioambientales o la crisis institucional, entre otros), junto con las reflexiones que sobre ellos realiza el propio Hessel.
El resultado, no podía ser de otro modo, es un texto interesante, necesario, pero sin la capacidad de incendiar la conciencia del lector que tiene ¡Indignaos! Probablemente esto se deba a que una parte importante del texto se centra especialmente en temas medioambientales. Por supuesto, la resolución de los problemas ambientales que afectan a nuestro planeta es extremadamente importante (cualquiera que lea asiduamente esta página sabe de nuestro interés en este tema); y probablemente la crisis medioambiental, que ahora olvidamos, atentos como estamos a la financiera, sea el reto más importante al que la humanidad se enfrenta. Pero ¡Comprometeos! aborda este asunto vital de manera poco eficaz.
Se puede considerar a Stéphane Hessel un activista social, pero no medioambiental. Su compromiso con la defensa del medioambiente, aunque existe, no trasluce la pasión que derrocha cuando habla de temas sociales, económicos o políticos. El medioambiente no es su campo y la conversación que leemos con Vanderpooten recoge respuestas correctas, pero sin capacidad de apelar al lector, de moverle a actuar, de animarle a cambiar y a exigir un cambio.
Esa capacidad de apelación sí se encuentra, sin embargo, al comienzo del libro. Está en la carta que los autores dirigen conjuntamente a los pueblos de España, donde se nos llama de nuevo a la indignación y avanzar por su sendero un paso más, hasta el compromiso.
Ese llamamiento a comprometerse de manera personal en la consecución de una sociedad mejor, más justa (y por supuesto, más responsable medioambientalmente) se diluye, aunque sin desaparecer, a lo largo del libro. Sobre todo porque —y esto también pasa en ¡Indignaos!— Hessel apuesta demasiado por unas instituciones supranacionales que han demostrado sobradamente su ineficacia.
La apuesta por la creación de una Organización Mundial del Medioambiente, sobre la que se debate en el libro, es lógica para quien, como Hessel, ha desarrollado ese compromiso que aconseja en el marco de las Naciones Unidas. Pero tras sesenta años de fracasos de las distintas Organizaciones Mundiales, cabe preguntarse si nuestro compromiso personal debe ligarse a esos centros de poder, o es mejor desconfiar de su capacidad real para mejorar nuestro mundo.
Pero, a pesar de sus fallos, como se ve la lectura de ¡Comprometeos! incita al lector a hacerse preguntas. Y esa es una de las mejores cualidades que puede tener un libro.
jueves, 16 de febrero de 2012
Decoración..
Elige los muebles como elegirías a tu esposa: deberías sentirte a gusto con ella y debería ser bonita, pero no tanto como para que, si alguien la ve, quiera robartela...
Las chorradas de mi padre de Justin Halpern
miércoles, 15 de febrero de 2012
World Press Photo... 2011 (05)
martes, 14 de febrero de 2012
Matar o morir...
Matar o morir
Es imposible narrar la guerra desde fuera de la guerra. Es imposible penetrar en los sentimientos de los soldados, en sus miedos, en sus obsesiones si no se vive como ellos durante un tiempo bastante largo
Es imposible narrar la guerra desde fuera de la guerra. Es imposible penetrar en los sentimientos de los soldados, en sus miedos, en sus obsesiones si no se vive como ellos durante un tiempo bastante largo. La guerra es un caos sin certezas, un mundo suspendido. La guerra desnuda la educación y la cultura dejándola en lo esencial, en un único dilema: matar o morir. El libro de Sebastian Junger es el resultado de cinco viajes al valle de Korengal entre junio de 2007 y junio de 2008. En ese tiempo perdieron la vida 404 soldados estadounidenses en Afganistán. La quinta parte de los enfrentamientos del Ejército de EE UU en aquellas fechas los libraron los 150 soldados de la compañía Batalla. De todos ellos, los que más fuego enemigo recibían eran los de la 2ª sección. Con ellos convivió, patrulló y sufrió Junger. El libro conecta con la mejor tradición del reportaje de guerra. Recuerda la mirada humana de Ernie Pyle, el mejor periodista de conflicto de la primera mitad del siglo XX.
"No pasa nada por tener miedo", dijo Moreno en voz alta para que todos lo oyeran, "lo único que hay que hacer es no mostrarlo", escribe el periodista. Junger se gana el respeto de los soldados por vivir tantos meses en la base Restrepo, "una patada en el culo de los talibanes, como la definió el capitán Dan Kearney. "Muy bien, ¿hoy quién la palma?", pregunta un soldado que se dispone a salir de patrulla. Otro pide a sus amigos que borren el porno almacenado en su disco duro antes de que el Ejército lo mande de vuelta a su familia. El humor transformado en un segundo chaleco antibalas. La 2ª sección es una familia; es el regreso a la tribu, con sus propias reglas, como la de dar una paliza al nuevo teniente para comprobar que es de fiar. El equipo siempre antes del individuo. A nadie le importa morir; morir es fácil, es solo un instante, un tránsito, lo que no quieren es vivir con el peso de haber fallado. "Las cuestiones morales de la guerra no parecen despertar gran interés entre los soldados, y el éxito del conflicto a largo plazo, o su fracaso, tampoco revisten la menor importancia para ellos. Sienten tanta preocupación por este tipo de cosas como un peón de granja por la economía global; esto es, pero reconocen la estupidez cuando la tienen delante de sus narices", escribe Junger.
Quince meses en Restrepo, durmiendo en barracones en los que apenas se puede estar de pie, sin agua caliente, sin apenas cambiarse el uniforme, quemando las heces, patrullando en una lotería macabra en la que cada uno piensa que será su último día, no puede pasar por la vida de unos veinteañeros llenos de coraje sin dejar huellas. La muerte de los amigos, no la muerte lejana, filosófica, sino la muerte cercana, a un metro, deja en ellos una tristeza profunda. Nunca serán los mismos. Nadie puede compartir lo vivido porque no hay nadie capaz de entender cómo es el infierno. Están condenados a una brutal soledad interior. Junger viajó a Korengal junto a Tim Hetherington. Filmaron 150 horas. De ellas salió un extraordinario documental, Restrepo, ganador en Sundance, y este gran libro.
lunes, 13 de febrero de 2012
Tu Twitter es una democracia...
Tu Twitter es una democracia: no mandas tú, manda la gente que lo lee
domingo, 12 de febrero de 2012
sábado, 11 de febrero de 2012
viernes, 10 de febrero de 2012
Lego...
Oye, mira, no quiero coartar tu creatividad... Pero eso que has construido es un montón de mierda...
Las chorradas de mi padre de Justin Halpern
jueves, 9 de febrero de 2012
World Press Photo... 2011 (03)
miércoles, 8 de febrero de 2012
2011: El año de la acción directa...
2011: El año de la acción directa
Tras años de individualismo en el mundo del arte, del más refinado al más pop, y del largo reinado de la generación yo al amparo de Internet, vuelve el combate social. Creadores y activistas se enfrentan a políticos, banqueros y leyes. Sigue habiendo teoría, pero manda la práctica. La cultura pasa a la acción.
El periodista Guillem Martínez es el padre de un concepto cada vez más utilizado: la Cultura de la Transición. Resumiendo mucho, viene a significar que desde los años ochenta la izquierda española prefirió evitar cualquier tipo de conflictos (culturales, políticos o generacionales) en favor del consenso y la paz social. Treinta años después, el hechizo parece haberse roto debido al Movimiento 15-M, que cosechó el mes pasado un triunfo arrollador al ocupar las plazas de grandes ciudades con decenas de miles de personas.
Tras años de consumismo narcisista, muchos creadores vuelven a hablar de inteligencia colectiva, se mezclan con los movimientos sociales y huyen de los escaparates artísticos. Los contenidos se difunden mejor desde la calle o Internet que dentro del museo más moderno y prestigioso. Saben que la ciudad no es exactamente suya: hay que disputar el espacio público a la avalancha publicitaria y a los acontecimientos festivos precongelados, ya sea una boda real, La Noche en Blanco o una celebración futbolera. ¿Estamos viviendo el fin de una era?.
Consultamos a la artista gallega María Ruido, que en 2005 sufrió la censura de un conocido banco por una de sus instalaciones. Curiosamente, ocurrió en la misma plaza de Catalunya de Barcelona, donde una multitud de acampados clamaban en 2011 contra los rescates de entidades financieras con dinero público. "La instalación estaba dentro de una sucursal que es como un escaparate. Allí puse un panel que mostraba datos económicos sobre los negocios inmobiliarios del banco. Nada inventado: todo eran cifras sacadas de la propia web del banco o de la prensa económica". La obra fue desmontada. "Una cifra positiva para la junta de accionistas, ya sean sus ganancias o el porcentaje de suelo que poseen, se vuelve incómoda cuando se muestra en un lugar público de paso".
Preguntamos a Ruido si un artista puede aportar a las acampadas algo distinto del resto de personas. "Las cosas no cambian rodando una película, sino con procesos como los del 15-M. Dicho esto, el plano simbólico es muy importante, las imágenes nos ayudan a comprender partes del mundo que no podemos experimentar de manera directa. Ahora noto una debilidad en la representación de las luchas sociales. Antes eran mucho más fuertes, por ejemplo, la iconografía de los Panteras Negras", recuerda. Luego añade que "es pronto para decirlo, pero los lemas y carteles del 15-M pueden acabar pasando a la historia. Su fuerza es que son rotundos y razonables", explica con tono de profesora universitaria, su segundo trabajo.
Otro artista en la órbita de los sublevados es el estadounidense Grey Filastine, un músico nómada que ha pasado mucho tiempo en Barcelona. Sus piezas suenan primitivas y vanguardistas; por ejemplo, hace ritmos golpeando carros de supermercado. Tiene una larga relación con los movimientos sociales: ya en 1999 actuó en Seattle acompañando las protestas contra la Organización Mundial del Comercio. También participó en las manifestaciones de 2009 en la cumbre de Copenhague, haciendo presión para que se alcanzaran acuerdos para frenar el cambio climático. Quien eche un vistazo a la agenda de este músico sabrá que es un artista del siglo XXI, capaz de tocar un martes contra la cumbre del G-8 y dos días después ante miles de modernos en el Sónar de Barcelona.
¿Cuál fue su actitud en la plaza de Catalunya? "Acudí a la mani del 15 de mayo. Al terminar pensé: 'Estuvo bien juntarnos, pero ha resultado inútil'. Como se ha visto, nunca me había equivocado tanto. Luego me preguntaba si debería actuar en alguna plaza. Al final no lo hice porque disfruto el descontrol de las caceroladas. Es música improvisada y realmente horizontal. Paso todos los días por allí y refuerzo con mis ritmos el sonido que hace la multitud. Prefiero que en la plaza no haya escenarios", dice. También asiste a las asambleas, sube información a Twitter y echa una mano en el campamento.
Núria Güell es la coordinadora de Cómo expropiar a los bancos, un libro de enfoque práctico donde se explican tus derechos legales en caso de ruina y cómo evitar abusos de las entidades de crédito. El texto también anima a los lectores a vivir al margen del sistema financiero. "Creo que en España la acción directa es la única vía de generar una acción política realmente transformadora. Los partidos y sindicatos tradicionales son un espejismo que no ofrece alternativas. Hay que asumir nuestra vida como campo de batalla. No delegar nuestros deseos y necesidades", señala.
Las reuniones para coordinar el 15-M madrileño se celebraron en el Patio Maravillas, un centro social ocupado que ofrece clases gratuitas de español para inmigrantes, espacio para que ensayen los jóvenes artistas o una asesoría sobre derechos sociales. Como La Tabacalera de Lavapiés y otros centros en España, es una alternativa a pasar la vida en casa, el centro comercial o los bares de moda.
Los movimientos sociales también cuentan con editoriales próximas como Traficantes de Sueños, que documenta en sus libros las luchas actuales y cuelga todas sus publicaciones gratis en la Red, una forma de hacer afición y futuros clientes. Otros sellos pujantes como Melusina, 451 o Capitán Swing sintonizan también con una cultura más crítica y menos centrada en la celebridad. Por cierto, este año se ha emitido en Televisión Española ¡Copiad, malditos!, un documental de Stéphane M. Grueso que investiga alternativas al copyright que acerquen a la industria cultural a las prácticas del siglo XXI.
Artistas como Banksy o colectivos como Anonymous han demostrado que es posible tener impacto artístico y mediático. La Spanish Revolution se ha puesto a su altura. "En las asambleas hay un diálogo natural y abierto", explica el artista Daniel García Andújar, "la gente está aprendiendo a perder el miedo y negociar con la realidad que les rodea. Para muchos está siendo una escuela política que funciona de manera horizontal. Aquí hablas sobre bancos y nadie te manda callar porque no hayas leído El capital, de Marx. Algo ha cambiado respecto a los viejos modos".
UNA GUERRA CONTRA LA 'LEY SINDE'
Gran éxito en Internet: Manual para la desobediencia a la Ley Sinde (Traficantes de Sueños) lleva ya 80.000 descargas en las tres webs de las asociaciones que lo impulsaron. El folleto utiliza una licencia libre que permite reproducirlo con o sin ánimo de lucro. "También se vende en papel y está colgado en sitios como Megaupload", añade Txarlie, que no quiere dar su apellido, aunque aclara que pertenece al colectivo Hacktivistas (hacktivistas.net). "Tratamos de adelantarnos a los efectos de la ley explicando cómo pueden bloquear el acceso a una web de intercambio del extranjero. Damos soluciones sencillas para saltar esos bloqueos y acceder a contenidos", resume. "Intentamos demostrar que la ley es inútil porque no se puede aplicar. Además, los tribunales han demostrado que las páginas de enlaces no son ilegales", añade. La llamada ley Sinde está aprobada, pero pendiente de la tramitación del reglamento. Se calcula que entrará en vigor en otoño. "La idea de que el proceso iba a estar controlado por un juez ha desaparecido en el reglamento. A él le llega la decisión tomada y solo tiene que firmarla, sin que haya un careo. Parece que el proceso esté hecho para que no haya posibilidad de defensa judicial", opina.
ARTE PARA LIBERAR LA DEMOCRACIA
Daniel García Andújar (danielandujar.org) es uno de los artistas más pendientes de crear un arte conectado con la sociedad. Entre otros muchos proyectos, impulsó las exitosas plataformas de comunicación colectiva e-valencia, e-barcelona o e-sevilla. Tiene máxima sintonía con el Movimiento 15-M, como demuestra la última acción colgada en su blog: una avioneta que pasea por las playas luciendo el lema "Democraticemos la democracia". Andújar resume el estado de ánimo general: "Una revolución hecha con serenidad todavía nos deja perplejos". Se pone a recordar y menciona a un acampado de la plaza de Catalunya diciendo que "lo nuestro no es nada político" mientras ayudaba a dar de comer gratis a 2.000 personas. "Les ponen primero, segundo y postre. Todo manejado con máxima dignidad. ¿Qué puede haber más político que eso? Este proceso es nuevo, incluso naíf, que es algo que puede sonar mal, pero a mí me parece interesante. Me recuerda a las primeras comunidades de software libre a las que no les gustaba el sistema y se pusieron a crear uno nuevo por su cuenta. La actual crisis debe interpretarse como una ocasión para la innovación y las reformas estructurales eficaces", apunta.
MANUAL DE AUTODEFENSA BANCARIA
Acaba de publicarse Cómo expropiar a los bancos (Melusina), un texto colectivo que destapa el funcionamiento de estas entidades, su sistema de sanciones y las grietas legales que permiten la apropiación indebida de fondos, al estilo de lo que hizo el activista Enric Duran en 2008. Este joven explica en el libro cómo fingió ser empresario y obtuvo créditos por casi medio millón de euros, posteriormente entregados a movimientos sociales. La coordinadora del libro, Núria Güell, ya ha recibido comentarios de los lectores: "La primera reacción es la indignación, sobre todo por el capítulo donde el especialista Qmunity explica la Reserva Fraccionaria, un privilegio legal que los políticos y sus leyes otorgan a la banca privada para que pueda crear dinero prestando los depósitos de sus clientes". "En España, la Reserva Fraccionaria está establecida en un 2%: el banco, ante un depósito de 1.000 euros, guarda en su reserva 20 y puede prestar los 980 restantes a un segundo cliente, de modo que de los 1.000 iniciales ya ha conseguido crear 1.980, y así sucesivamente", explica Güell. "En nuestros endeudamientos con el banco estamos obligados a devolverles un dinero que ellos no tenían, que han creado como deuda, aparte de los intereses por su servicio. Me parece un robo que goza de total impunidad", denuncia. También rechaza otra práctica bancaria cuestionable: la dación en pago de las hipotecas. "La ley obliga a los ciudadanos que no pueden hacer frente a las cuotas a entregar su vivienda a los bancos y a seguir pagando una parte de la deuda de esa vivienda que ya no poseen. Es otra versión de esclavitud maquillada y tolerada por nuestro Estado", opina.
HIMMLER SOBRE PAZ VEGA
Si hay un proceso gráfico que defina el 15-M es la colonización de plazas con lemas, dibujos y pancartas. ¿El icono más potente? Un gigantesco anuncio de una marca de cosméticos en la Puerta del Sol. La imagen seductora de Paz Vega terminó totalmente distorsionada, con la marca L'Oréal transformada en "Democracia Real". Entre los distintos tuneados de la valla publicitaria destacaba una tela con la cara de Heinrich Himmler, jefe de las SS, con orejas de Mickey Mouse y el símbolo del euro en la frente. En la mitad inferior se leía "No nos representan". Muchos pensaron que era obra de Noaz, un conocido artista gráfico de la capital. "Me llegaron e-mails diciéndome lo grande que era esa intervención, pero no es mía. Supongo que pensaron en una imagen parecida de Aznar que hice en 1993 como protesta por la invasión de Irak". Poner orejas de Mickey a un político prepotente es un clásico o un tópico, según se mire. En la manifestación del 15-M, Noaz pintó un Zapatero sin orejas de ratón, pero con la sonrisa de Mickey. "Él es otro símbolo de neoliberalismo y arrogancia", señala. Este artista de la calle está convencido de que su trabajo no depende del dinero: "Nunca faltan recursos, solo hay que saber dónde encontrarlos; por ejemplo, en el reciclaje".
martes, 7 de febrero de 2012
lunes, 6 de febrero de 2012
World Press Photo... 2011 (02)
domingo, 5 de febrero de 2012
¿Sabemos lo que nos motiva?
¿Sabemos lo que nos motiva?
Cuanto más aprendemos, más evolucionamos. Cada uno de nosotros se encuentra a sí mismo en su propio proceso evolutivo en el que cambian necesidades y motivaciones.
Para la gran mayoría de culturas milenarias, la mariposa representa la metamorfosis. Lo cierto es que la ciencia contemporánea ha comprobado que es el único ser vivo capaz de modificar totalmente su estructura genética. El ADN de la oruga que se envuelve en la crisálida es diferente al de la mariposa que sale de él. De ahí que este proceso natural se haya convertido en el símbolo del cambio y la transformación.
Y entonces, ¿qué es mejor? ¿La oruga, la crisálida o la mariposa? No hay mejor ni peor. Simplemente son diferentes estadios en el camino de la evolución. Y por estadios nos referimos a "las etapas o fases que forman parte de cualquier proceso de desarrollo o transformación". Lo mismo sucede con la especie humana. Cada uno de nosotros se encuentra en un estadio evolutivo que no es ni mejor ni peor que el del resto de seres humanos.
Como las orugas, estamos llamados a seguir un proceso natural de evolución. Se realiza por medio del aprendizaje que podemos extraer de nuestras experiencias. Consciente o inconscientemente, todos avanzamos a nuestro propio ritmo y siguiendo nuestras propias pautas. Eso sí, muchos solemos quedarnos estancados en alguna fase de este camino de aprendizaje, sin convertirnos en quienes podríamos llegar a ser.
LA ESPIRAL DE LA MADUREZ: "Resistirse al cambio es ir en contra del fluir natural de la vida" (León Tolstói)
Este proceso evolutivo no tiene nada ver con la edad física, sino con la madurez psicológica. Se sabe de individuos que al llegar a la edad adulta siguen adoptando actitudes y conductas infantiles y adolescentes. Y también de jóvenes que han asumido las riendas de su vida, dejando de culpar a los demás por las consecuencias que tienen sus decisiones y sus actos.
Cuanto menor es nuestra evolución, más egocéntricos, victimistas, ignorantes e inconscientes somos. Y como consecuencia, más sufrimos, luchamos y entramos en conflicto con los demás. Por el contrario, cuanto mayor es nuestra evolución, más altruistas, responsables, sabios y conscientes somos. Y por ende, más felices nos sentimos y mayor es nuestra capacidad de amar y de servir a los demás. A este proceso de cambio se le conoce como "la espiral de la madurez". En la medida que aprendemos de nuestros errores, vamos avanzando por el camino que nos permite convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.
LA PIRÁMIDE DE MASLOW: "La satisfacción de una necesidad crea otra" (Abraham Maslow)
Según la pirámide de Maslow -creada por el psicólogo humanista Abraham Maslow-, los seres humanos compartimos necesidades que dan lugar a motivaciones. La principal es nuestra necesidad de "supervivencia física", que incluye motivaciones fisiológicas, de protección y de seguridad. A nivel emocional, también necesitamos mantener "relaciones sociales" con otros seres humanos. En este punto, nuestra motivación consiste en compartir tiempo y espacio con personas cuyas creencias, valores, prioridades y aspiraciones sean similares a las nuestras. Por eso solemos agruparnos en familias, cultivar vínculos de amistad o formar parte de organizaciones sociales, profesionales, políticas, religiosas... Queremos pertenecer a un colectivo con el que sentirnos identificados.
En este sentido, también buscamos ser queridos y aceptados. Está en juego la valoración que los demás tienen de nosotros. Y es precisamente esta necesidad la que nos mueve a diferenciarnos emocionalmente del resto de miembros que componen nuestro grupo social, construyendo nuestra propia personalidad. Y puesto que solemos asociar lo que somos con lo que tenemos, y lo que tenemos con lo que valemos, en general basamos nuestra autoestima en aspectos externos como el estatus, el poder, la riqueza material, el éxito o la belleza.
EL 'CLIC EVOLUTIVO': "Las cosas no cambian, cambiamos nosotros" (Henry David Thoreau)
Todas estas necesidades -de supervivencia física, de relaciones sociales y de valoración- gozan de protagonismo en nuestra existencia cuando nos guiamos por nuestro instinto de conservación físico y emocional. No en vano, la función del egocentrismo es garantizar nuestra preservación como seres humanos. De ahí que nos lleve a fijar el foco de atención en cuestiones externas, orientándonos a saciar nuestro propio interés. Eso sí, en la medida que vamos cubriendo estas necesidades se produce un punto de inflexión. Un clic evolutivo que provoca la aparición de nuevas necesidades y motivaciones. De pronto surge la necesidad de autoconocimiento. Principalmente porque intuimos que más allá de nuestro falso concepto de identidad -la máscara creada con las creencias con las que hemos sido condicionados por la sociedad- podemos reconectar con nuestra esencia.
En base a esta nueva necesidad, nuestra mayor motivación consiste en orientarnos a la transformación. De ahí que empecemos a centrar la mirada en nuestro interior. Así comprendemos que nuestra autoestima no tiene nada que ver con los aspectos externos, sino con la valoración que tenemos de nosotros mismos. Al respetarnos y amarnos, comenzamos a cultivar una serie de fortalezas como la humildad, la confianza y la libertad. El signo más evidente de que vivimos desde nuestra verdadera esencia es que ya no dependemos de lo que piensen los demás ni perdemos el tiempo alimentando miedos e inseguridades. Confiamos en la vida. La pregunta que aparece es: "¿Para qué estamos aquí?".
ORIENTACIÓN AL BIEN COMÚN: "Buscando el bien de nuestros semejantes encontramos el nuestro" (Platón)
Con la finalidad de encontrar nuestro lugar en el mundo, iniciamos una búsqueda personal que nos abre las puertas a lo desconocido. De pronto sentimos la necesidad de entrenar el músculo del altruismo, encaminando nuestra existencia hacia el bien común. Así es como surge la motivación de trascendencia. Ya no pensamos en términos de empleo o de carrera profesional. Lo que buscamos es alinearnos con una misión que vaya más allá de nosotros mismos.
Al habernos resuelto emocionalmente, ya no nos movemos desde la carencia, sino desde la abundancia. Y esta nos inspira a entrar en la vida de los demás con vocación de servicio. Nuestra motivación es ser útiles. Así comprendemos que nosotros no somos lo más importante, sino lo que ocurre a través nuestro. Es entonces cuando amamos lo que hacemos y hacemos lo que amamos. En este estadio evolutivo surge la última de las necesidades humanas: la de unidad. Ya no solo aceptamos y respetamos al resto de seres humanos tal y como son, sino que extendemos este respeto a la naturaleza y al resto de seres vivos. Si bien pensamos de forma global, actuamos localmente. Por medio de esta conciencia ecológica hacemos lo posible para que nuestro paso por la vida deje tras de sí una huella útil, amorosa y sostenible.
El valor de un ser humano
Un joven discípulo preguntó a su maestro: "¿Cuál es el valor de un ser humano?". El sabio sacó un diamante del bolsillo y le dijo: "Ofrece esta piedra a diferentes comerciantes del mercado y me cuentas qué tal te ha ido". Primero entró en una frutería, y el frutero le dijo: "Te lo cambio por un racimo de uvas". Más tarde, un carpintero le dijo: "Te ofrezco tres trozos de madera". Fue a una bisutería, donde le cambiarían cien monedas de oro. Y finalmente, el discípulo visitó la mejor joyería de la ciudad. El joyero afirmó: "Me encantaría poder comprártelo. Pero este diamante es tan valioso que no tiene precio".
El joven regresó con la piedra preciosa y le explicó a su maestro lo que le acababa de ocurrir. Sonriente, el sabio concluyó: "Al igual que sucede con esta piedra, para el que sabe ver, el valor de un ser humano es inconmensurable".
Cuanto más aprendemos, más evolucionamos. Cada uno de nosotros se encuentra a sí mismo en su propio proceso evolutivo en el que cambian necesidades y motivaciones.
Para la gran mayoría de culturas milenarias, la mariposa representa la metamorfosis. Lo cierto es que la ciencia contemporánea ha comprobado que es el único ser vivo capaz de modificar totalmente su estructura genética. El ADN de la oruga que se envuelve en la crisálida es diferente al de la mariposa que sale de él. De ahí que este proceso natural se haya convertido en el símbolo del cambio y la transformación.
Y entonces, ¿qué es mejor? ¿La oruga, la crisálida o la mariposa? No hay mejor ni peor. Simplemente son diferentes estadios en el camino de la evolución. Y por estadios nos referimos a "las etapas o fases que forman parte de cualquier proceso de desarrollo o transformación". Lo mismo sucede con la especie humana. Cada uno de nosotros se encuentra en un estadio evolutivo que no es ni mejor ni peor que el del resto de seres humanos.
Como las orugas, estamos llamados a seguir un proceso natural de evolución. Se realiza por medio del aprendizaje que podemos extraer de nuestras experiencias. Consciente o inconscientemente, todos avanzamos a nuestro propio ritmo y siguiendo nuestras propias pautas. Eso sí, muchos solemos quedarnos estancados en alguna fase de este camino de aprendizaje, sin convertirnos en quienes podríamos llegar a ser.
LA ESPIRAL DE LA MADUREZ: "Resistirse al cambio es ir en contra del fluir natural de la vida" (León Tolstói)
Este proceso evolutivo no tiene nada ver con la edad física, sino con la madurez psicológica. Se sabe de individuos que al llegar a la edad adulta siguen adoptando actitudes y conductas infantiles y adolescentes. Y también de jóvenes que han asumido las riendas de su vida, dejando de culpar a los demás por las consecuencias que tienen sus decisiones y sus actos.
Cuanto menor es nuestra evolución, más egocéntricos, victimistas, ignorantes e inconscientes somos. Y como consecuencia, más sufrimos, luchamos y entramos en conflicto con los demás. Por el contrario, cuanto mayor es nuestra evolución, más altruistas, responsables, sabios y conscientes somos. Y por ende, más felices nos sentimos y mayor es nuestra capacidad de amar y de servir a los demás. A este proceso de cambio se le conoce como "la espiral de la madurez". En la medida que aprendemos de nuestros errores, vamos avanzando por el camino que nos permite convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.
LA PIRÁMIDE DE MASLOW: "La satisfacción de una necesidad crea otra" (Abraham Maslow)
Según la pirámide de Maslow -creada por el psicólogo humanista Abraham Maslow-, los seres humanos compartimos necesidades que dan lugar a motivaciones. La principal es nuestra necesidad de "supervivencia física", que incluye motivaciones fisiológicas, de protección y de seguridad. A nivel emocional, también necesitamos mantener "relaciones sociales" con otros seres humanos. En este punto, nuestra motivación consiste en compartir tiempo y espacio con personas cuyas creencias, valores, prioridades y aspiraciones sean similares a las nuestras. Por eso solemos agruparnos en familias, cultivar vínculos de amistad o formar parte de organizaciones sociales, profesionales, políticas, religiosas... Queremos pertenecer a un colectivo con el que sentirnos identificados.
En este sentido, también buscamos ser queridos y aceptados. Está en juego la valoración que los demás tienen de nosotros. Y es precisamente esta necesidad la que nos mueve a diferenciarnos emocionalmente del resto de miembros que componen nuestro grupo social, construyendo nuestra propia personalidad. Y puesto que solemos asociar lo que somos con lo que tenemos, y lo que tenemos con lo que valemos, en general basamos nuestra autoestima en aspectos externos como el estatus, el poder, la riqueza material, el éxito o la belleza.
EL 'CLIC EVOLUTIVO': "Las cosas no cambian, cambiamos nosotros" (Henry David Thoreau)
Todas estas necesidades -de supervivencia física, de relaciones sociales y de valoración- gozan de protagonismo en nuestra existencia cuando nos guiamos por nuestro instinto de conservación físico y emocional. No en vano, la función del egocentrismo es garantizar nuestra preservación como seres humanos. De ahí que nos lleve a fijar el foco de atención en cuestiones externas, orientándonos a saciar nuestro propio interés. Eso sí, en la medida que vamos cubriendo estas necesidades se produce un punto de inflexión. Un clic evolutivo que provoca la aparición de nuevas necesidades y motivaciones. De pronto surge la necesidad de autoconocimiento. Principalmente porque intuimos que más allá de nuestro falso concepto de identidad -la máscara creada con las creencias con las que hemos sido condicionados por la sociedad- podemos reconectar con nuestra esencia.
En base a esta nueva necesidad, nuestra mayor motivación consiste en orientarnos a la transformación. De ahí que empecemos a centrar la mirada en nuestro interior. Así comprendemos que nuestra autoestima no tiene nada que ver con los aspectos externos, sino con la valoración que tenemos de nosotros mismos. Al respetarnos y amarnos, comenzamos a cultivar una serie de fortalezas como la humildad, la confianza y la libertad. El signo más evidente de que vivimos desde nuestra verdadera esencia es que ya no dependemos de lo que piensen los demás ni perdemos el tiempo alimentando miedos e inseguridades. Confiamos en la vida. La pregunta que aparece es: "¿Para qué estamos aquí?".
ORIENTACIÓN AL BIEN COMÚN: "Buscando el bien de nuestros semejantes encontramos el nuestro" (Platón)
Con la finalidad de encontrar nuestro lugar en el mundo, iniciamos una búsqueda personal que nos abre las puertas a lo desconocido. De pronto sentimos la necesidad de entrenar el músculo del altruismo, encaminando nuestra existencia hacia el bien común. Así es como surge la motivación de trascendencia. Ya no pensamos en términos de empleo o de carrera profesional. Lo que buscamos es alinearnos con una misión que vaya más allá de nosotros mismos.
Al habernos resuelto emocionalmente, ya no nos movemos desde la carencia, sino desde la abundancia. Y esta nos inspira a entrar en la vida de los demás con vocación de servicio. Nuestra motivación es ser útiles. Así comprendemos que nosotros no somos lo más importante, sino lo que ocurre a través nuestro. Es entonces cuando amamos lo que hacemos y hacemos lo que amamos. En este estadio evolutivo surge la última de las necesidades humanas: la de unidad. Ya no solo aceptamos y respetamos al resto de seres humanos tal y como son, sino que extendemos este respeto a la naturaleza y al resto de seres vivos. Si bien pensamos de forma global, actuamos localmente. Por medio de esta conciencia ecológica hacemos lo posible para que nuestro paso por la vida deje tras de sí una huella útil, amorosa y sostenible.
El valor de un ser humano
Un joven discípulo preguntó a su maestro: "¿Cuál es el valor de un ser humano?". El sabio sacó un diamante del bolsillo y le dijo: "Ofrece esta piedra a diferentes comerciantes del mercado y me cuentas qué tal te ha ido". Primero entró en una frutería, y el frutero le dijo: "Te lo cambio por un racimo de uvas". Más tarde, un carpintero le dijo: "Te ofrezco tres trozos de madera". Fue a una bisutería, donde le cambiarían cien monedas de oro. Y finalmente, el discípulo visitó la mejor joyería de la ciudad. El joyero afirmó: "Me encantaría poder comprártelo. Pero este diamante es tan valioso que no tiene precio".
El joven regresó con la piedra preciosa y le explicó a su maestro lo que le acababa de ocurrir. Sonriente, el sabio concluyó: "Al igual que sucede con esta piedra, para el que sabe ver, el valor de un ser humano es inconmensurable".
sábado, 4 de febrero de 2012
viernes, 3 de febrero de 2012
World Press Photo... 2011 (01)
Jodi Bieber se alza con el World Press Photo por su fotografía de una joven afgana
La imagen premiada fue portada de la revista TIME.- El español Fernando Moleres, segundo premio en la categoría de reportaje de vida cotidiana por un reportaje publicado en EL PAÍS SEMANAL.- Gustavo Cuevas, de EFE, segundo premio en deporte, por la foto de la cornada a Julio Aparicio
La periodista sudafricana Jodi Bieber se ha alzado con el World Press Photo a la mejor fotografía de 2010 por la instantánea de Aisha Bibi, una joven mujer afgana a la que le fueron amputadas las orejas y la nariz por no obedecer a su marido, que la mantenía en verdaderas condiciones de esclavitud. La fotografía también se ha alzado con el máximo reconocimiento en la categoría de retrato. La imgen fue portada de la revista TIME en agosto pasado.
Jodi Bieber no es una desconocida en la profesión. El máximo galardón otorgado hoy se le suman a otros ocho reconocimientos realizados por esta misma organización en el pasado.
"Esta fotografía podría convertirse en una de esas imágenes, y tal vez sólo recordemos diez en nuestra vida, en la que alguien nos dice 'tú sabes, esa foto de una chica ...', y sabes exactamente de cuál estamos hablando", ha declarado el miembro del jurado David Burnett.
Si el galardón del año pasado - que fue a parar a la imagen de unas protestas nocturnas en las azoteas de Teherán - levantó espinas entre los que demandaban reconocimientos hacia un fotoperiodismo más clásico, el retrato de Aisha Bibi responde a una técnica y un formalismo más usual. Y ha sido una constante a lo largo de las distintas categorías.
Los World Press Photo reconocen el trabajo fotográfico en 12 categorías distintas. El trabajo de Fernando Moleres, publicado por EL PAÍS SEMANAL , ha sido reconocido con el segundo premio en la categoría de reportajes de la vida cotidiana. "Es un premio a la apuesta por el periodismo social comprometido", declara Moleres a EL PAÍS. "Durante cuarenta días estuve metido en esa prisión, con el objetivo de denunciar la situación en la que viven menores encerrados en una cárcel de Sierra Leona", asegura.
El español Gustavo Cuevas, de la agencia EFE, se ha alzado con el segundo puesto en la categoría de deporte, por su fotografía de la cornada de Julio Aparicio en Las Ventas, el 21 de mayo de 2010. Un retrato a un dinka man frente a su casa en Akkach, al sur de Sudán, tomado por el español Guillem Valle, ha sido reconocido con el tercer premio en la categoría de retratos. También destaca la fotografía tomada por el francés Olivier Laban-Mattei en la que se muestra como un hombre arroja un cadáver sobre una pila de cuerpos tras el terremoto de Haití.
Si el año pasado el jurado hizo mención especial al vídeo colgado en Youtube que mostraba a una mujer iraní muerta durante las protestas postelectorales, este año la mención ha ido a parar a la serie de 12 fotografías tomadas por los mineros atrapados en la mina de San José, a 700 metros bajo tierra.
La edición de este año se ha cerrado con un récord de participación, con 108.059 imágenes, tomadas por 5.847 fotógrafos de 125 nacionalidades distintas.
jueves, 2 de febrero de 2012
Julian y yo fuimos los mejores amigos...
"Julian y yo fuimos los mejores amigos"
Liberal, enérgico, genial. La personalidad del fundador de WikiLeaks es descrita en clarooscuro por Daniel Domscheit-Berg, 'Daniel Schmitt'. El que fuera su más cercano colaborador, hoy al frente de Openleaks, revela sus vivencias en la web más peligrosa del mundo
En su día, Julian y yo fuimos los mejores amigos o, como mínimo, algo muy parecido (a fecha de hoy no estoy seguro de que exista una categoría semejante en su mente). En realidad, ya no estoy seguro de nada en lo que a su persona se refiere. A veces le odio, hasta tal punto que tengo miedo de mí mismo, de la posibilidad de ejercer la violencia física en caso de que vuelva a cruzarse en mi camino. En otras ocasiones pienso que necesita mi ayuda, lo cual no deja de ser absurdo después de todo lo ocurrido. En mi vida he conocido a nadie con una personalidad tan fuerte como Julian Assange. Tan liberal. Tan enérgico. Tan genial. Tan paranoico. Tan obsesionado con el poder. Tan megalómano. Creo poder decir que hemos pasado juntos los mejores momentos de nuestras vidas. Y soy consciente de que es algo que no podemos recuperar. Ahora que han transcurrido un par de meses y los sentimientos se han aplacado, pienso que así tenía que suceder. Pero debo admitir abiertamente que no cambiaría estos últimos años por nada en el mundo. Por nada en absoluto. Mucho me temo incluso que, de poder volver atrás, haría lo mismo. (...)
Después del congreso de finales de 2008, Julian regresó conmigo a Wiesbaden (Alemania) y se hospedó dos meses en mi casa. Vivía siempre así: no tenía una residencia fija ni duradera, sino que se instalaba en casa de otras personas. Su equipaje consistía en una mochila, en la que llevaba sus dos portátiles y un sinfín de cables (aunque luego, cuando buscaba uno, no lo encontraba nunca). Iba siempre vestido con varias capas de ropa e incluso cuando se encontraba en espacios cerrados (aunque nunca he logrado comprender por qué) llevaba dos pantalones y a veces varios pares de calcetines. En Berlín habíamos pillado la "peste de los congresos", nombre con el que se conoce la epidemia de gripe que, tradicionalmente, en esa época del año, suele contagiarse en reuniones multitudinarias, cuando los asistentes comparten los teclados y el aire de los congresos. Con el rostro macilento, acatarrados y en silencio, el 1 de enero de 2009 subimos al tren rápido que nos llevó a Wiesbaden. En cuanto llegamos a mi piso la gripe nos obligó a instalarnos de inmediato en nuestros colchones; en realidad, y como yo me encontraba algo mejor que él, le cedí mi cama a Julian y me instalé en un colchón en el suelo. Julian se vistió con toda la ropa que fue capaz de encontrar y aun sacó unos pantalones térmicos de esquí de su mochila. En ese estado se metió bajo el edredón, se cubrió con dos mantas de lana y se deshizo de la fiebre durmiendo y sudando. Cuando al cabo de dos días volvió a levantarse estaba curado. (...)
Por aquel entonces recibíamos ya algunos donativos en nuestra cuenta de PayPal y habíamos adquirido el hábito de enviar regularmente mensajes en los que agradecíamos a nuestros benefactores la importancia de su donativo, que era en realidad una inversión en la libertad de información. Realizábamos esa tarea por turnos y en esa ocasión le tocó a Julian escribir el correo conjunto y añadir las direcciones de nuestros mecenas. Ahí estaba, sentado en mi sofá, bañado por la luz amarillenta y envuelto con dos mantas de lana, escribiendo sus mensajes. Yo oía el tecleo constante, incansable, pero de pronto el aria se interrumpió abruptamente con un "¡maldita sea!". Julian acababa de cometer un error. Como el mensaje iba dirigido a varios destinatarios, las direcciones debían incluirse no en el campo "Para", sino en el "CCO", para que los destinatarios individuales no tuvieran ocasión de ver los nombres del resto de benefactores. Julian se había equivocado precisamente en eso; y ya había enviado el mensaje. El error tuvo lugar en febrero de 2009 y supuso nuestra primera y única filtración propia. Las reacciones a ese correo de agradecimiento no tardaron en llegar. "Por favor, utilice copia oculta (CCO) para mandar correos como este...", o: "A menos que su intención fuera filtrar 106 direcciones de e-mail de personas que les han efectuado donativos, le recomiendo usar el CCO". Uno de los mensajes decía incluso: "Si no conoce la diferencia, no dude en ponerse en contacto conmigo y yo lo guiaré con mucho gusto a través del proceso". Julian escribió una disculpa. ¿Julian? No, lo hizo Jay Lim, nuestro experto legal de WikiLeaks Donor Relations, el departamento de donativos. Pero pronto constatamos que la casualidad es caprichosa. Entre los benefactores a quienes mandamos nuestro agradecimiento se encontraba un tal Adrian Lamo, un exhacker más o menos conocido que más tarde sería el responsable de la detención de nuestro supuesto informador Bradley Manning. "Fíjate tú, qué golfo", dijo Julian al descubrir la coincidencia. Abrí nuestro buzón de entrada y encontré un nuevo "documento secreto": Alguien nos había mandado nuestra propia lista de donativos como filtración oficial, acompañada por una nota bastante desagradable. Normalmente, no sabíamos quiénes eran nuestras fuentes, pero Lamo reconoció más tarde que había sido él quien nos había hecho llegar nuestra propia chapuza. Nos gustara o no, no teníamos más remedio que publicarlo. Aquella era una cuestión interesante. A menudo, filosofábamos sobre qué sucedería si un día debíamos publicar algo sobre nuestra propia organización; estábamos de acuerdo en que, llegado el momento, también debíamos dar a conocer informaciones negativas sobre nosotros. La prensa se hizo eco de la filtración de forma positiva; por lo menos éramos consecuentes. Ninguno de los responsables de los donativos se quejó.
(...) Julian era muy paranoico. Daba por sentado que alguien vigilaba la casa y por ello insistía en que nadie debía vernos salir ni regresar juntos. Yo siempre me preguntaba de qué servía aquello: si alguien se había tomado la molestia de vigilar mi casa, desde luego ya había descubierto que vivíamos juntos. Si salíamos juntos por la ciudad, Julian insistía siempre en que debíamos separarnos antes de llegar a casa. Él se iba por la izquierda, y yo, por la derecha; a menudo, al llegar a casa, debía esperarlo un buen rato porque se había perdido. (...) Julian tenía también una relación muy libre con la verdad; a veces tenía la sensación de que probaba hasta dónde le era posible llegar. En una ocasión, por ejemplo, me contó una historia sobre el origen de su pelo blanco. A los 14 años había construido un reactor en el sótano de su casa, pero había cometido un error de polarización. A consecuencia de ello, el pelo se le había vuelto blanco por culpa de los rayos gamma. (...)
La primera vez que una frase de Julian me dio realmente mala espina fue a principios de 2009, cuando nos estábamos planteando volar a Brasil para asistir al Foro Social Mundial. Un amigo me había dicho que le gustaría acompañarnos. Se lo conté a Julian, aunque en realidad a mí no me parecía muy buena idea; mi amigo no tenía nada que ver con el proyecto y nuestra intención no era ir a Brasil de vacaciones, sino a hacer contactos y a trabajar. A Julian, en cambio, le pareció una idea genial y comentó: "Sí, dile que venga". A continuación, añadió que siempre venía bien tener a alguien que cargara con las maletas. Entonces, por primera vez, me pregunté quién le llevaba las maletas en esos momentos; y no vi a nadie... salvo a mí mismo. Más tarde comprendí que, en numerosas ocasiones, Julian debió de tener la sensación de que yo adoptaba una actitud de subordinación, cuando, en realidad, yo tan solo intentaba mostrarme amable y considerado. Era evidente que a menudo me consideraba mucho más débil de lo que en realidad era. Eso se debía quizá a que yo soy un tipo optimista, que invierte mucho menos tiempo en las críticas que en los hechos concretos. En todo caso, a partir del momento en el que Julian tuvo la sensación de que yo había dejado de subordinarme a él, nuestra amistad empezó a resquebrajarse. En cuanto empecé a sacar a colación problemas concretos (porque esos problemas existían y no porque de pronto yo hubiera empezado a valorar nuestra relación de forma distinta), Julian empezó a referirse a mí como alguien al que había que contener, controlar y mantener a raya.
A principios de 2010 su actitud hacia mí había cambiado ya visiblemente. De hecho, llego a decirme que si cometía un error, me "cazaría" y me "mataría". Nunca nadie me había dicho nada parecido. Y por mucho miedo que tuviera de que algo pudiera salir mal, una amenaza de ese calibre no tiene excusa posible. Yo me limité a preguntarle si se había vuelto loco, solté una carcajada y dejé correr el asunto. ¿Qué otra cosa podía hacer? No recuerdo haber cometido ningún error grave. Solo en una ocasión se me olvidó hacer una copia de seguridad del servidor central. Cuando este se estropeó, Julian me dijo: "WikiLeaks sigue vivo tan solo porque no he confiado en ti". (...)
Conozco tres versiones distintas sobre su pasado y el origen de su apellido. Existen historias sobre, por lo menos, 10 antepasados distintos procedentes de diversos rincones del planeta, desde irlandeses hasta piratas de los mares del Sur, y durante una época en sus tarjetas de visita ponía "Julien d'Assange". Lo cierto es que urdió un verdadero misterio alrededor de su persona, que nunca dejó de añadir nuevos detalles a su pasado y que se alegraba cada vez que un periodista se hacía eco de ello. En cuanto me enteré de que tenía intención de escribir su autobiografía, mi primer pensamiento fue que el libro iba a tener que aparecer en la sección de ficción. Julian se creaba cada día de nuevo, como si fuera un disco duro que se formateara una y otra vez. Deshacer y reiniciar. A lo mejor era simplemente que no sabía ni quién era, ni de dónde venía. O a lo mejor había aprendido que siempre terminaba separándose de todo el mundo, ya fueran mujeres o amigos; entonces, si podía revisar su personalidad y darle al reset, todo era mucho más fácil. (...)
Y después, poco a poco, empezó a llegar el dinero. Habíamos declarado públicamente que íbamos a necesitar 200.000 dólares para cubrir los costes de explotación, e idealmente otros 400.000 dólares para pagar los salarios. En febrero o marzo de 2010 habíamos reunido ya los primeros 200.000 dólares, y estoy hablando tan solo de la cuenta de la WHS que habíamos abierto apenas en octubre de 2009. Había conocido a los responsables de la fundación en el Chaos Computer Club. Wau Holland era uno de los padres fundadores de los clubs de hackers y la fundación se dedicaba a la promoción de proyectos orientados a la libertad de información. Lo bueno de la fundación era que también se encargaba de garantizar que las donaciones se destinaran a causas oficiales. Todo aquel que nos hacía una donación desde Alemania podía desgravársela fiscalmente. Yo mismo organicé el encuentro con la fundación y me encargué de todo el papeleo. La mayor parte de las donaciones procedían de Alemania.
El vídeo titulado Asesinato colateral nos reportó en apenas dos semanas 100.000 dólares más en donativos. En verano de 2010 teníamos ya en nuestra cuenta 600.000 dólares y, según he podido saber, en el momento álgido, la fundación había recogido más de un millón de dólares. Hasta septiembre, es decir, hasta el momento en el que abandoné el proyecto, habíamos gastado 75.000 dólares en hardware y en costes de viaje. Durante los siguientes dos meses se retiró una cantidad varias veces superior a esa, seguramente también porque, finalmente, se encontró la forma de poder pagar salarios. (...)
La presión tuvo como resultado que cada vez cometiéramos más fallos. Y que ya no pudiéramos cumplir con la inmensa responsabilidad que nos habíamos cargado a las espaldas. Julian se limitaba a repetir su frase preferida: "No pongas en duda al líder en tiempo de crisis".
Esta frase casi tenía un potencial cómico. Julian Assange, el revelador de secretos en jefe y el crítico militar más mordaz en misión de paz global, se había acercado también de palabra a los poderosos a los que pretendía combatir. Parecía hallar cada vez mayor satisfacción en el lenguaje técnico extremadamente afilado y desalmado de los documentos, con sus absurdos acrónimos y códigos. Hacía mucho que calificaba a cualquier persona como "activo", concepto que se utiliza en el lenguaje empresarial para denominar el inventario, y en el ejército para referirse a los soldados que componen las tropas. La manera en que Julian utilizaba este término tampoco era simpática, sino que demostraba que para él las personas de nuestro equipo eran simplemente carne de cañón.
Cuando posteriormente quiso echarme, alegó lo siguiente: "Deslealtad, insubordinación y desestabilización en tiempo de crisis", todos ellos conceptos del Espionage Act (Ley del Espionaje) de 1917. Las cláusulas de esta ley se derivaron de la entrada de Estados Unidos en la I Guerra Mundial. Se trataba de lenguaje militar dirigido a traidores. -
Dentro de WikiLeaks. Mi etapa en la web más peligrosa del mundo, de Daniel Domscheit-Berg.
Roca editorial. Precio: 15 euros. A la venta el 21 de marzo.
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