jueves, 26 de julio de 2012

Meter la pata en twitter...


Meter la pata en twitter

Las redes sociales conceden el derecho a equivocarse. También a los famosos. Con todo, muchos reinciden. Los expertos alertan de los peligros de una cuenta mal llevada.

"Nunca se han visto las pirámides de Egipto tan poco transitadas, ojalá que pronto se acabe la revuelta". Son 102 caracteres, 901 menos que la letra íntegra de Ave María. Pero durante dos semanas han tenido más resonancia que cualquier canción de David Bisbal. Tanto que resulta redundante contar ahora cómo el cantante almeriense publicó esa frase en su Twitter el 31 de enero, para borrarla en cuanto se convirtió, junto a las incontables gracietas que propició ("Nunca se ha visto la luna tan poco transitada, a ver cuándo acaba la guerra de las galaxias", "Qué pena que no puedo ir a Londres porque solo aceptan libras y yo soy acuario"), en trending topic nacional, y cómo más tarde dijo de su público que "el insulto es lo único que os queda; bueno, y también mucho tiempo libre", lo que también borró al poco. Pero hay más que una anécdota en la historia. Hay una lección magistral sobre la integración de Twitter en España.

En los tres últimos meses, las polémicas ocasionadas por los tweets del famoseo español se han convertido en un fenómeno de creciente repercusión. Mientras en EE UU y Latinoamérica el uso de redes sociales ha puesto en el mapa a celebridades de segunda, en España ha servido para que Alejandro Sanz comparara los derechos de autor a los de los niños africanos con sida o para que Alex de la Iglesia dejara la Academia del Cine.

"No creo que sea una conducta típicamente española", opina Mar Chicharro, profesora de sociología y medios de comunicación de la Universidad Complutense; "en todas partes, estos personajes están sujetos a constantes procesos de evaluación por parte del público. La Red ha convertido las conversaciones informales con otros miembros del público en un medio de presión del espectador".

El nuevo fenómeno carga, pues, en los hombros de los propios famosos y en cómo lidian con esta nueva realidad. Y cada uno reacciona de forma diferente a su repentina notoriedad. ¿Será por eso que cada caso da que hablar?

Arturo Pérez-Reverte, que en octubre se vio en el ojo del huracán por decir que Moratinos "ni para irse tuvo huevos", salió bien parado bromeando sobre sí mismo hasta un extremo tan absurdo que la cosa perdió fuelle. En el caso de Bisbal, en cambio, su reacción fue una lección de desconocimiento del medio: "Bisbal se cargó un par de cosas de la cultura 2.0", explica Ángel Álvarez, de una de las principales agencias de social media españolas, Territorio Creativo. "Primero, se negó a reconocer lo desafortunado de su comentario. En un medio tan inmediato como las redes sociales está permitido el derecho a equivocarse. Pero conlleva la obligación de reconocerlo. Y Bisbal lo único que hizo fue borrar el tweet. Después de que se hicieran miles de capturas de pantalla y de que lo vieran docenas de miles de personas. Y segundo, decidió atacar a la audiencia. Peor todavía".

Pero la reacción viene a posteriori, cuando la polémica ya está en marcha. Lo cual obliga a retraerse al origen de los comentarios. La desaparición de un intermediario —que tercie entre un ídolo y el público— ha dejado al descubierto a una élite que, cual realeza, siempre ha hecho de la inaccesibilidad su bandera y se empeña en seguir así en un medio que va justamente de lo contrario.

"Sorprende la de gente famosa que tiene Twitter no porque le guste, sino por hacerse el entendido. Reina el 'No lo entiendo, pero sé que funciona y está de moda", alerta Gaby Castellanos, consejera delegada de la agencia de social media Sra. Burns. "Les dan un medio de comunicación creado para conversar. ¿Y qué hacen? Cuando no es 'Que lo haga un becario' —que termina resultando en publicar noticias del departamento de prensa—, es un 'Ya lo relleno con lo que se me ocurra'. Y así pasa lo que pasa. Esto no es vender una imagen de marca, tío: ¡es enseñar tu imagen personal! No se trata de decir que eres guay, se trata de hablar de tú a tú con el público. Los que te dan de comer. Pero no hay cultura de eso en los famosos españoles".

Desde luego, nadie dijo que dialogar directamente con tu público sea fácil. Andrés Calamaro, que manejaba su propio Twitter hasta el pasado 21 de agosto, lo abandonó porque sus usuarios "no tienen categoría moral".

"Lo bueno que tienen las redes sociales es que nos ponen a todos al mismo nivel, famosos o no", prosigue Castellanos. "Tu cuenta de Twitter es una democracia: no mandas tú, manda la gente que la lee. Y eso cambia las cosas a quienes no están acostumbrados a escuchar a sus fans. Me sorprende que en España haya tanto famoso sordo".

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