lunes, 13 de enero de 2014
Viajar al infierno sin pisarlo... 00
Viajar al infierno sin pisarlo
Una monumental edición discográfica rememora la guerra de Vietnam
Woodstock 1969. El rockero psicodélico Country Joe McDonald canta el estribillo de I-feel-like-I'm-fixin'-to-die [Me siento como si me estuviera preparando para morir]: "¿Para qué luchamos? No hay tiempo para preguntas porque, ¡hurra!, todos vamos a morir...". Poco a poco, el público se une a la mordaz crítica a la guerra de Vietnam, envuelta en una melodía de variété, hasta que miles gritan "Fuck" [Joder] junto al artista, conciso resumen de su rabia por una lucha absurda en un país en el que sentían que EE UU no tenía nada que hacer.
"Fue de las primeras canciones que trataban la guerra de manera sarcástica. Y choca porque la letra carece de simbolismo", explica McDonald desde California. Tanto es así que frases como "no dudéis en mandar a vuestros hijos a Vietnam porque podéis ser los primeros de la manzana en verlos volver a casa en una caja" siguen impidiendo que salga por la radio en el país de la libertad. "La gente se siente ofendida aunque es humor negro. Desde el 11-S reina la misma corrección política que en 1960", opina el cantante.
8.774.000 soldados estadounidenses sirvieron -de los cuales 58.220 dejaron su vida- en la guerra de Vietnam (1964-1973), cuya sombra persigue no solo a los supervivientes. Next stop is Vietnam. The war on record 1961-2008, una colección de 13 discos completada por un libro de más de 300 páginas con cientos de fotos y numerosos ensayos, explora aquel trauma que polarizó a la sociedad estadounidense a través de su impacto en la música popular. El equipo de la discográfica alemana Bear Family Records, famosa por sus cuidadas reediciones, seleccionó más de 300 canciones, algunas atemorizantes, otras casposas y muchas capaces de provocar un nudo en la garganta.
"Queríamos abarcar todo el espectro, de la izquierda a la derecha más profundas. Lo que me importa es la documentación", explica Richard Weize, fundador de Bear Family. Escuchar las más de 17 horas de material es como viajar al infierno sin tener que pisarlo. Desde la furia hirviente de Eve of destruction, de Barry McGuire, una de las primeras canciones antiguerra en convertirse en éxito comercial, pasando por la horrible Christmas wish, de Becky Lamb, que pide a Santa Claus que para Navidad mande a casa a su hermano muerto en Vietnam, hasta Universal soldier, de Buffy Sainte-Marie, que llama a los soldados a rebelarse, y la recalcitrante respuesta de Jan Berry, Universal coward, que acusa de cobardía a los disidentes.
No faltan grabaciones de los presidentes Johnson y Nixon, ni de la actriz y activista pacifista Jane Fonda o de Hanoi Hannah, la voz en inglés de la propaganda de los Vietcong, que con sus burlas debía desmoralizar a las tropas enemigas. Están los éxitos de The Doors, Bob Dylan, Marvin Gaye o Yoko Ono, aunque conseguir los derechos fue imposible en el caso de Ohio de Crosby, Stills, Nash and Young, sobre el asesinato de cuatro estudiantes por parte de la Guardia Nacional en Ohio.
Único es el material que los mismos soldados grabaron en los campamentos -allá donde fueran, incluida la jungla, los yanquis se llevaban su música, en vinilo y cinta magnética-, y luego como veteranos, que se estrena en dos discos de la antología. Aunque algunas canciones hablan de conflictos recientes, como Don't give us a reason, de Hank Williams Jr., que después de la invasión de Kuwait por Sadam Husein en 1990 advierte a este que el desierto no es Vietnam, la mayoría de los temas de la posguerra giran alrededor de los viejos fantasmas. Vietnam foreign correspondent, de The Peacemakers Band (2004), recuerda el fotoperiodismo de revistas como Life, Look y Time Magazine, cuyos fotógrafos intentaban "salvar vidas con una Leica en lugar de un M-16". Nunca más los periodistas tendrían ese acceso casi ilimitado a las guerras. "La gente entonces luchaba con armas y guitarras. No escribiría una canción sobre Irak o Afganistán incluso si fueran las últimas guerras en esta tierra. No tienen nada romántico", apunta Tim Otto, cantante de The Peacemakers Band, que era un niño cuando las tropas estadounidenses despejaban el terreno Vietcong con Agent Orange.
EE UU ha vuelto a la polarización, pero no solo sus guerras son distintas. "Nuestra música era rock and roll y eléctrica, controvertida en sí misma: la gente la odiaba", cuenta McDonald, cuya famosa canción, por cierto, es una de las favoritas de los veteranos de Vietnam.
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