lunes, 13 de octubre de 2008
Ha muerto...
Guillaume, el hijo díscolo de Gérard Depardieu.
Suele decirse que el alumno siempre termina por superar al maestro. La cruda realidad, sin embargo, fue bien distinta para Guillaume, primogénito del actor francés Gérard Depardieu y su ex mujer, la también actriz Elisabeth Guignot, quien ha fallecido por una neumonía a los 37 años.
Nacido en 1971 en París, el joven Depardieu creció a la sombra de sus progenitores, y la vocación, siempre obstinada, no hizo sino empeorar el panorama. Guillaume deseaba ser actor, y su luz fue inevitablemente eclipsada por la larga sombra que arrojaba el éxito de su padre, sin duda uno de los intérpretes franceses más reconocidos de las últimas décadas.
El prestigio y los elogios que acaparaba Gérard Depardieu quizá privaran a su hijo de encontrar su propia identidad. "Mi padre siempre ha sido mi ídolo", reconocía Guillaume durante una entrevista concedida a Magazine en 2003. "Mi sueño era llegar a ser tan grande como él, aunque era imposible".
Gérard , que a los 13 años se fugó para vivir con dos prostitutas, carecía de un referente paterno que le sirviera de ejemplo a la hora de tratar a su propio hijo. Además, su auge como actor requería que se ausentase continuamente del hogar. Por otra parte, Elisabeth, procedente de una refinada familia parisina, admitía que ella había sido educada en ese vicio elevado a la categoría de norma consistente en no expresar los sentimientos. Con ese caldo de cultivo, a pocos extrañó que Guillaume tratara de atraer la atención de sus padres haciendo muescas en su certificado de penales.
Ni siquiera su emergente carrera como actor, que por momentos amenazaba con conquistar el estrellato, logró moderar su fuerte temperamento. Tampoco logró aplacar sus célebres arranques de ira. Un botón de muestra es su paso por el Festival de Cine de Gijón de 1999, en el que ganó el galardón al mejor intérprete. Un premio que no pudo recoger porque fue expulsado del certamen, tras lo cual destrozó la habitación de su hotel e incluso trató de agredir al director de la muestra.
Fue un joven rebelde, decidido a vivir a toda velocidad. Desde el nacimiento de su hija Louise, Guillaume había recobrado la compostura, pero su extenso pasado le hacía difícil labrarse un futuro. Los episodios de drogas, violencia y alcohol trufaron una breve existencia que tocaba a su fin este lunes, con su muerte en un hospital de París a causa de una pneumonía fulminante.
Quien más le habrá llorado es precisamente quien mejor lo quería. La tormentosa relación de Guillaume con su padre había recuperado la armonía en los últimos tiempos, a medida que adquirían nitidez los borrosos paralelismos entre padre e hijo.
El uno lamentaba la rebeldía del otro, y el otro le echaba en cara al uno sus repetidas ausencias, la consagración a su carrera cinematográfica en detrimento de sus deberes parentales. Los errores que ambos habían cometido y los daños que se habían infligido mutuamente quedaban perdonados al caer en la cuenta de que la misma sangre corría por sus venas. Y, al fin y al cabo, en ocasiones es necesaria una tragedia para ver las cosas en perspectiva.
En 2003, a Guillaume le amputaron la pierna derecha. Era el mejor remedio para poner fin a largos años de sufrimiento, que se remontaban a aquel octubre de 1995 en que el joven sufrió un accidente de moto. Las heridas le provocaron una infección y le obligaron a pasar por el quirófano hasta en 17 ocasiones. Poco antes de la amputación, los Depardieu parecían haberse reconciliado definitivamente.
Incluso se estrenó la película 'Aime ton père' ('Ama a tu padre'), en la que participaban ambos actores, recreando en la gran pantalla la metáfora de sus propias disensiones y tiranteces.
Era uno de los últimos hitos en la tragicómica vida de este actor con la sensibilidad a flor de piel. Atrás queda su participación en una veintena de largometrajes, entre las que destacan 'De la guerra' de Bertrand Bonello, y 'Versalles', de Pierre Schoeller y recientemente estrenada en la cartelera francesa.
- El Mundo -
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