martes, 22 de junio de 2010
Hergé y Tintín, piezas de exposición
Hergé y Tintín, piezas de exposición
Tras trece años de trabajos, el dibujante belga contará al fin con su museo
"A fuerza de creer en los sueños, el hombre los convierte en realidad", afirmó una vez George Rémy, Hergé. Algo así ha sucedido con su museo. Proyectado desde 1996 y anunciado ya el 10 de enero de 2001 (Tintín nació tal día como ése en 1929), se inaugurará por fin el 2 de junio en la ciudad belga de Louvain-la-Neuf. Un total de 200.000 visitantes anuales, según los cálculos, lo esperan.
Ingentes brigadas de operarios trabajan estos días a destajo para tener a punto un museo que se intuye moderno, colorido y cargado de simbolismo. Complicado decir más: la irritante rigidez con el que Fanny Rodwell (segunda esposa de Hergé) y su marido Nick dirigen el patrimonio familiar ha blindado la mayor parte de la información sobre el museo.
Lo que no puede ocultarse es la singular construcción. Obra del arquitecto francés Christian de Portzamparc (premio Pritzker, 1994), el edificio en forma de prisma evoca vagamente a la H del apellido del dibujante. Sus diseños de los años 20 han inspirado también el logotipo. La blancura de la fachada refuerza la sensación de ligereza del edificio que emerge atracado en una zona verde (los bosques de esta región valona que Hergé pintó más de una vez). Como una especie de isla que quedará unida al resto de la ciudad por una pasarela.
Los inmensos ventanales laterales se asemejan a viñetas. No hay líneas verticales dentro ni fuera. Cuatro paredes de vivos colores (amarillo, verde, salmón y cuadros en blanco y negro) con motivos abstractos reciben al visitante como homenaje simbólico de las aventuras vividas por Tintín.
Pasarelas ondulantes y techo parcialmente acristalado para absorber la escasa luz belga dan cierta sensación de irrealidad a los visitantes, que empezarán el itinerario por las plantas superiores. "Es un centro dedicado a Hergé, no a Tintín", aclara Laurent de Froberville, director de un recinto donde trabajarán 30 personas. Los ocho ámbitos en que se dividirán sus 3.800 metros cuadrados se podrán leer en tres niveles (de principiante a tintinólogo). Los dos primeros ahondarán en la vida de un amante de los gatos y de un hombre que empezó como diseñador gráfico. Habrá una sala para sus personajes; otra para su pasión cinéfila y periodística, alusiones a su visionaria vocación científica y su búsqueda humanista... Todo sobre un artista que vende dos millones de álbumes al año, según la editorial Casterman.
Las tensiones existentes sobre ese formidable legado afloran "ahora que se acerca la película de Steven Spielberg" sobre el personaje, apunta De Forberville. En juego está que los herederos de Hergé se separen de la editorial que siempre publicó a Tintín.
El museo es posible gracias a la constancia de Fanny Rodwell, que ha aportado los 17 millones de euros del presupuesto. Y sus paredes albergarán una ingente cantidad de material inédito cedido por la familia... fotografías familiares, objetos (entre ellos, su primera mesa de dibujante) y 80 viñetas y 800 bocetos originales. Fondos que rotarán cada cuatro meses.
¿No habrá, pues, censura sobre temas delicados como su labor en revistas colaboracionistas durante la guerra o su visión del colonialismo? "Eso no se ocultará, pero se pondrá en su contexto; un hombre que ha creado a Tintín, un ser tan bueno y perfecto, no puede ser malo", considera De Forberville.
El museo tendrá una macrotienda, que ayudará a mantener la salud mercantil del mundo Tintín, algo alicaído desde finales de los años 70. ¿No favorece el bajón el secuestro de Tintín y Hergé por la rigidez de la gestión? "Los Rockwell han respetado la memoria de Hergé, que no hubiera querido que se dilapidara su obra, como empezaba a ocurrir. Sin ese control, Spielberg nunca se hubiera fijado en Tintín".
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