martes, 7 de mayo de 2013
Snuff – Chuck Palahniuk...
Snuff – Chuck Palahniuk
Si hay algo que pueda destacarse en la narrativa de Chuck Palahniuk es la provocación: su especial capacidad para tratar los asuntos más turbios y oscuros del ser humano desde una óptica subversiva es notoria y le ha acarreado buena parte de la fama como escritor de la que disfruta hoy en día. Lo cierto es que uno ha leído con fruición algunos de sus libros, pero es evidente que la repetición de motivos que se aprecia en sus últimas obras y, sobre todo, la impostada conflictividad hacen que su calidad haya caído en picado.
Snuff es su último libro publicado en castellano y ejemplifica este punto a la perfección. Una actriz porno en decadencia, Cassie Wright, decide poner un broche de oro a su carrera batiendo el récord mundial de actos sexuales con una convocatoria de seiscientos hombres; entre ellos se encuentran el señor 72, el 137 y el 600, cada uno relacionado de alguna forma con Cassie. Los tres esperan que ese acontecimiento cambie sus vidas radicalmente, pero en las novelas de Palahniuk nada es lo que parece y nada sucede de acuerdo con lo que los personajes desean.
El planteamiento, como ven, es provocador y atractivo; la novela tiene momentos desopilantes y el estilo del escritor, tan característico, hace que la lectura sea voraz; los acontecimientos se ponen en marcha con una rapidez inusitada y pronto todo el entramado se convierte en una montaña rusa que nos lleva a un final explosivo (aunque no demasiado inesperado).
Sin embargo, Palahniuk abusa de sí mismo. Su peculiar narrativa (frases cortas, interpelaciones al lector, anécdotas singulares) es muy efectiva, pero hace ya bastante tiempo que ha explotado sus recursos y ha alcanzado sus límites; los personajes desnortados y huérfanos que proporcionan un oscuro reflejo de nosotros mismos ya han aparecido en alguna novela anterior; las situaciones límite se han convertido en clichés, en parodias que no provocan sorpresa, repugnancia o reflexión, sino que actúan simplemente como marco inverosímil y prescindible.
Snuff ofrece momentos de humor e incluso de cierta hondura (como las ideas de Sheila, la asistente de Cassie, sobre el papel de la mujer dentro del mundo del porno y las consideraciones morales que puede acarrear esta industria y sus prácticas), pero en general su tensión narrativa se desinfla a las pocas páginas. La reiteración de motivos, tonos y personajes hace que la trama se torne previsible, aun cuando los finales de las obras de Palahniuk siempre ofrecen (y ésta no es una excepción) giros inesperados que sorprenden y revelan aspectos desconocidos de la historia. En este caso, esos descubrimientos son irrelevantes para el texto, ya que lo interesante se condensa en unas cuantas páginas aisladas a lo largo de la novela. El desarrollo de la trama es muy bueno, pero el interés se reduce por la acumulación de remembranzas que cualquier lector asiduo puede tener; el resultado, como es lógico, es una novela de lectura rápida, pero de escasa profundidad.
En pocas palabras: Snuff es un libro sólo para incondicionales; una novela que reincide en estilos y tratamientos, que no aporta nada a la trayectoria narrativa de Palahniuk y que ofrece muy pocos momentos gloriosos.
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