miércoles, 26 de agosto de 2009
El diseño clásico vuelve...
El diseño clásico vuelve al espacio
La NASA prepara su nueva cápsula Orion, que retoma la idea de las viejas naves
Los viajes al espacio en naves con pinta de avión, los vistosos y complejos transbordadores, se acaban. Si se recupera este tipo de transporte será en un futuro lejano, tanto que hoy no hay planes siquiera. La perspectiva es que los astronautas estadounidenses vuelvan a las cápsulas colocadas en la punta de un cohete que los ponga en órbita. Eso sí, las nuevas se parecerán en poco más que en la forma a las históricas del programa Apollo, en las que una docena de hombres viajaron a la Luna hace 40 años.
El modelo de la nueva cápsula Orion existe ya y se están ensayando sus sistemas, mientras se prepara el primer vuelo de prueba -en el segundo semestre de este año- del cohete Ares I, que la pondrá en órbita. Pero no faltan problemas, retos y críticas a este programa denominado Constellation, el nuevo sistema de transporte de la NASA.
El regreso al diseño clásico de cápsulas parece ser una senda sin vuelta atrás. Lo que no está tan claro es cuándo volarán por última vez las naves actuales. El director de la NASA, Michael Griffin tiene muy claro el plan: el último transbordador despegará en 2010 y en 2015 partirá el primer Ares I. Pero este calendario, y la misma permanencia de Griffin en la NASA, dependen de las decisiones del nuevo presidente Barack Obama, y cuanto antes las tome, mejor, según los expertos.
Orion vuelve a la forma cónica tan experimentada y eficaz para la abrasiva reentrada en la atmósfera terrestre. Así eran las cápsulas del programa Apollo y así siguen siendo las Soyuz rusas. Pero la nueva nave estadounidense es bastante más grande que esas dos. Con un diámetro de cinco metros y 3,3 de altura, pesará 15 toneladas vacía y tendrá 11 metros cúbicos habitables; dará cabida a seis astronautas en tránsito a la Estación Espacial Internacional (ISS) a partir de 2015 y después, en 2020 como pronto, llevaría a cuatro tripulantes de viaje a la Luna. Las Soyuz son de tres plazas, como eran las del Apollo. Estas últimas medían 3,9 metros de diámetro y 3,5 de altura, pesaban 5,8 toneladas y su cabina tenía seis metros cúbicos.
Las diferencias no sólo están en el tamaño. Las Orion incorporarán tecnologías del siglo XXI en electrónica, sistemas de soporte vital, propulsión, protección térmica y, por supuesto, en los ordenadores, ha anunciado la NASA. Para el suministro de energía, las nuevas cápsulas llevarán baterías y pilas de combustible, como las antiguas, pero además, y a diferencia de aquéllas, incorporarán paneles solares para estar en órbita lunar durante períodos prolongados.
Hace 40 años, los astronautas del Apollo partían en un cohete Saturno V con todo el aparataje necesario para el viaje lunar (el módulo de mando, el de servicio y el de descenso). Al llegar a la Luna, dos de ellos pasaban al módulo de descenso y el tercero se quedaba en órbita esperando a sus afortunados colegas.
La estrategia de vuelo en el Constellation es diferente. Primero partirá la Orion con los astronautas en un Ares I. A continuación, con un cohete pesado Ares V, se lanzará la etapa de propulsión para separarse de la Tierra y el módulo de descenso lunar Altair. Todo ello se acoplará a la Orion en órbita y el conjunto emprenderá el viaje lunar de cuatro días. Una vez allí, los cuatro astronautas descenderán al suelo en el Altair y dejarán la Orion, vacía, en órbita, esperándoles para regresar a la Tierra.
Los dos Ares, el I y el V, heredan componentes estructurales de los transbordadores para aprovechar tecnologías y reducir costes. Pero a la vez se heredan problemas. El sobrepeso de la Orion en el Ares I ha dado no pocos quebraderos de cabeza a los ingenieros. Otro problema es el de las excesivas vibraciones del Ares I, pero los especialistas consideran normal las pegas en un programa como éste.
El primer ensayo de Ares I, denominado Ares I-X, cumplirá los dos minutos iniciales de vuelo del cohete, elevándose hasta 45 kilómetros de altura. Estaba previsto para el próximo abril, pero se ha pospuesto al segundo semestre porque hay que modificar una de las dos plataformas de lanzamiento usadas ahora por los transbordadores en la base Kennedy de Florida. El Ares V, concebido para llevar cargas pesadas, va más atrasado: ayer mismo la NASA hizo la convocatoria de propuestas para el diseño detallado de este cohete.
Miles de personas están ya trabajando en el Constellation, defendido con uñas por Griffin frente a algunas propuestas alternativas. Por un lado, un grupo de ingenieros ha diseñado otro sistema de lanzamiento, derivado también de los transbordadores, el Direct 2; tendría un sólo cohete, el Júpiter, con dos versiones, para llevar la cápsula de los astronautas y toda la parafernalia lunar. La NASA ha evaluado esta opción y considera que sería más costosa que el Constellation, tardaría más tiempo en desarrollarse y no cumpliría todas las especificaciones.
Otra propuesta es adaptar los actuales cohetes estadounidenses Atlas y Delta de lanzamiento de satélites. Griffin argumenta en contra que sería muy costoso y laborioso lograr que cumplieran los requisitos de seguridad obligados cuando está en juego la vida de astronautas. De cualquier forma, las cápsulas siempre irían en la punta de un cohete, a salvo de los restos de aislante que sistemáticamente se desprenden en los lanzamientos de los transbordadores y que se han convertido en una pesadilla asociada a estas naves.
Paralelamente, y sin meterse a defender un cohete u otro, se hacen oír en EE UU las voces que reclaman mantener en servicio los tres transbordadores hasta que esté listo el nuevo sistema de transporte espacial. El hecho de que los astronautas de la NASA carezcan de nave propia durante cinco años y tengan que ir a la ISS en las Soyuz es un amargo trago para el orgullo estadounidense.
Griffin aduce que con el dinero que se ahorrará al jubilar los tres transbordadores en 2010, se podrá adelantar a 2014 el lanzamiento de Constellation. Además, está la no despreciable cuestión de la seguridad de los astronautas, siempre muy comprometida en esas veteranas naves.
- El País -
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