En su única visita al psiquiatra, aquel pobre hombre que no era ni mejor ni peor que ningún otro y que hacía seguramente lo que podía con su vida y con las de los demás, le había dicho con gran firmeza que no debía negarse a la felicidad. No te jode, pensó Sebastian al salir, y encima tengo que pagar por esto!
- Ray Loriga: Ya sólo habla de amor -
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