jueves, 25 de julio de 2013

Chronic City...


Chronic City – Jonathan Lethem

La utopía desopilante y caótica que es Chronic City puede llegar a obnubilar al lector, pero no oculta el hecho de que esta novela de Jontahan Lethem no está a la altura de otras de sus obras y, desde luego, no marcará ningún hito reseñable.

No hay duda, no obstante, de que el escritor estadounidense mantiene un pulso firme a la hora de afrontar la narración y de que su talento como contador de historias es muy grande. Las desventuras de Chase Insteadman en un Nueva York fantástico y aterradoramente similar al actual son divertidas, frescas, ingeniosas y, por momentos, soberbias. El desparpajo narrativo de Lethem convierte una clásica aventura de iniciación en un descenso surrealista hacia lo más recóndito de la personalidad humana. El protagonista pasa por ser un reflejo (el juego de palabras con su apellido así lo insinúa) del ciudadano occidental de hogaño: solipsista y egocéntrico, desconocedor de lo que le rodea y va más allá de su reducido campo de acción.

En este sentido, el trabajo del autor es encomiable. Manhattan, el lugar donde se mueven Chase y sus acompañantes en el libro, aparece como una isla rodeada de niebla que parece imposible abandonar. No es que en algún momento los personajes quieran marcharse, pero la historia concentra toda su pulsión dramática en ese pequeño enclave geográfico: más allá de sus fronteras físicas sólo hay una guerra de la que apenas se habla y un mundo desordenado que no tiene mayor relevancia en las vidas de los protagonistas. La ciudad crónica a la que hace referencia el título (que en la novela designa a una variedad de marihuana) puede aludir al estado enfermizo y apático de sus habitantes: un mal endémico que imposibilita la comunicación real.

De hecho, la modernidad o el acelerado ritmo de esta sociedad parecen constituirse en un eje del libro, ya que se muestran como elementos que impiden al protagonista acceder a un conocimiento que se le escapa. Una tuneladora que horada el subsuelo de la ciudad y que parece desbocarse se convierte, merced a la imaginativa narración de Lethem, en un símbolo del progreso violento que atemoriza en lugar de contribuir a mejorar la calidad de vida, ya que se habla de ella como un tigre mecánico de proporciones gigantescas. Sólo Perkus Tooth, el otro gran protagonista y verdadero eje de la novela, se sustrae de esa inacción y de esa ignorancia: sus teorías y su mente abierta a todo tipo de relaciones le convierten en un personaje sabio, aunque peligroso, como el último tramo de la obra pone de relieve.

En general se puede afirmar que Chronic City es una novela bien urdida y sólida. Sin embargo, a pesar de que el planteamiento de Jonathan Lethem sea ingenioso y sus personajes hagan gala de un encanto encomiable, la verdad es que el libro no termina de funcionar. La enorme metáfora del texto y su obvia representación formal hacen de la novela un artefacto imaginativo, aunque demasiado evidente. La fantasía que desbordan sus páginas no es suficiente para camuflar el hecho de que el autor apunta muy alto, pero se queda en una narración cuya apariencia de reflexividad desactiva cualquier propósito de tejer algo coherente y profundo. Un texto rutilante y unos protagonistas vivaces no consiguen que el libro pase de ser mero entretenimiento, ya que la seriedad que parece querer imprimir el escritor se diluye en una amalgama de escenas delirantes y en ocasiones confusas.

Chronic City no es una mala novela, pero el talento de Lethem da para mucho más que esto. No pierdan el tiempo con ella.

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