martes, 8 de mayo de 2012

La cinefilia 2.0 es... otra película


La cinefilia 2.0 es... otra película

La explosión incesante de nuevas tecnologías, lenguajes y hábitos de consumo influye directamente en las relaciones entre los cineastas, la crítica y el público

Pongamos que el cinéfilo es un surfero y que el cine es la ola. Una imagen ya utilizada por el filósofo Gilles Deleuze a la hora de ilustrar su concepto de mediadores pero que entre las sacudidas digitales del nuevo milenio viene al caso para hablar de la interacción entre esa ola y ese surfero: la cinefilia. Una comunidad que idolatra al cine por encima de cualquier divinidad y que armada de gafas de pasta, libros de André Bazin y abonos a la Filmoteca transitó por la cresta del siglo XX entre los cambios tecnológicos, estéticos, o industriales de este arte que, en su génesis, empezó popular para convertirse, mediante su acción, en el séptimo arte.

Hoy en día, la cinefilia se maneja mejor con los torrents y las cuentas de Twitter que con la filmografía de Ingmar Bergman. El cinéfilo 2.0 consume mucha más cantidad de cine pero cada vez menos en salas y más en su ordenador, en el salón de casa o en su dispositivo de telefonía móvil.

Este cinéfilo puede tener tanta influencia desde su página web -salvando las diferencias- como un crítico desde un periódico de tirada nacional o como el responsable de publicity de una major de Hollywood. Este cinéfilo puede cambiar la forma en la que entendemos, consumimos y, sobre todo, vivimos el cine.

El interrogante, en un principio alarmante pero pertinente al fin y al cabo en los tiempos que corren, sería: ¿se trata del fin del cine tal y cómo lo conocemos? EL PAÍS ha preguntado a periodistas, críticos, blogueros y académicos sobre los vértices que articulan la nueva relación entre el cine y su público.

ACCESIBILIDAD El 'modelo disco duro'

"Ahora, gracias a Internet, disponemos de toda la historia del cine ya sea por vía legal o paralegal". Al habla Carlos F. Heredero, veterano crítico cinematográfico, director de la versión española de la revista francesa Cahiers du Cinéma y observador desde su medio-institución de la transición del modelo Filmoteca al modelo disco duro.

Y es que hoy en día, el cinéfilo dispone vía descarga de pago o pirata, los infames torrents, pero también los canales P2P o los blogs de descarga directa, vía DVD nacionales o de importación, con cuidadas ediciones de cine sin distribución en salas o reediciones y, últimamente, también vía web con contenidos en streaming como Filmin o Mubi, el cinéfilo puede disfrutar de casi todo el cine que se produce pasando, o no, por caja pero, sobre todo, no pasando por sala.

PARTICIPACIÓN Comunidades virtuales

Si la web 2.0 trajo consigo los blogs y las redes sociales haciendo del usuario el centro gravitacional de la Red, la cinefilia ha integrado estas herramientas para desarrollar su actividad principal después de la de ingerir cine, hablar de cine, haciendo del cinéfilo el centro gravitacional de... el cine. El resultado es una comunidad que ha transmutado la tertulia en bares o revistas a discusiones en blogs o web especializadas haciendo de la experiencia de consumir cine menos gregaria pero sí más social con la proliferación de comunidades virtuales en torno a, por ejemplo, el cine de terror (aullidos.com), el cine cutre (cinecutre.com) o cortometrajes (tucorto.net). "Ahora el cine es mucho más promiscuo. Se puede compartir", comenta José Manual López, fundador de Cinexilio, uno de los foros más activos sobre cine en la Red. ¿La consecuencia? "Ya no se puede hablar de un tipo de espectador y un tipo de cine. Ahora son espectadores y cines", asegura Ángel Sala, director del Festival de Cine de Cataluña-Sitges.

CINE (S) Un arte popular y diverso

O, hablando en plata, la explosión del canon. Si antes parecía que el cine formaba parte del capital cultural de una minoría urbana y de clase media alta que decidía lo que valía y lo que no, lo que se veía y lo que no, hoy, por su accesibilidad e interactividad pero también por la democratización de sus medios de producción, el cine es más popular y diverso que nunca. "La cinefilia digital es cada vez menos independiente y está más interconectada", opina el catedrático Román Gubern en referencia a la creciente infección entre cinefilias de todo el mundo a través de Internet que explicarían, por ejemplo, la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes para el realizador tailandés Apichatpong Weerasethakul o el creciente interés en Occidente por las cinematografías de países como Nigeria o India.

Aunque si las sensibilidades están en plena ebullición, también lo está la naturaleza misma de lo que se entiende por cine. En su número de Julio-Agosto, Cahiers du Cinéma en su edición francesa daba su portada a la serie de televisión Mad Men, y en el pasado Festival de Cannes el realizador Olivier Assayas se presentaba en la sección oficial con una serie para Canal + sobre el terrorista Carlos. Películas como Origen, de Christopher Nolan, triunfan en taquilla bebiendo descaradamente de la narrativa de los videojuegos... son síntomas de que si en el siglo XX el cine fue el hijo de la alta cultura, en el siglo XXI el cine será el padre del arte audiovisual.

CRÍTICA ¿Guerra entre papel y Red?

La prestigiosa revista Film Comment del Lincoln Center de Nueva York iniciaba en su anterior número un debate sobre la relación entre la crítica en Internet y la de los medios impresos. ¿Guerra encubierta? Web como Rottentomatoes.com o Metacritic.com se han convertido en referencia mundial al elaborar con las críticas de los medios más influyentes un índice por película que bien puede salvar o hundir su carrera comercial. Eso, mientras la Web está poblada de blogs de mayor o menor calidad en la que se argumenta el interés, o no, de películas de estreno, clásicos o rarezas. Todo, mientras la relación entre cine y palabra impresa se desvanece a favor de otros canales de expresión más participativos, abiertos y globales. ¿Qué papel ocuparía entonces la crítica dentro de la cinefilia? "En estos momentos, no tiene ninguna relevancia. Ahora lo que funciona es el boca a oreja", comenta Román Gubern. "El cinéfilo conoce el 1% de la crítica digital que se realiza. Pero si conoces un crítico que te da confianza, lo sigues", asegura Diego Battle, crítico argentino y responsable de la web OtrosCines.com.

"Se trataría de la democratización de la crítica y eso no puede ser más que interesante", comenta Carlos Heredero. "Los medios tradicionales piden una renovación a gritos. Es verdad que la gente los lee y esos medios crean los referentes. Pero hay que ajustarse a los nuevos medios y a los nuevos tiempos." Dice David López, responsable de la web de cine y ocio inteligente, SeptimoVicio.com.

Lo menos que puede decirse es que el debate está abierto. Y el cine, más que nunca, también.

EL PAIS

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