domingo, 3 de marzo de 2013

Mi vida dentro de una mochila... 00


Mi vida dentro de una mochila

Estrenan la mayoría de edad y lo expresan con lo puesto. Este es un retrato de las inquietudes de doce nuevos adultos españoles a través de los objetos y prendas con los que quieren presentarse al mundo.

Llegaron a la sesión de fotos tal como son. Con la ropa y los objetos con los que se gustan, con los que quieren presentarse al mundo. Nacho, deportista semiprofesional, modelo ocasional y con fama de ligón, muestra orgulloso su colección de revistas FHM y GQ y su arsenal de cremas y perfumes. No le importa que le llamen metrosexual. A Inés, estudiante de Psicología que lleva en el bolso un libro del neurólogo Oliver Sacks junto a un espray antivioladores, le repatea que la llamen pija. Cristina abomina del exhibicionismo de las redes sociales, carga con la plancha del pelo allá donde va y lleva muy a gala su feminidad. Son seis chicos y seis chicas diversos, cada uno de su padre y de su madre. Acaban de estrenar la mayoría de edad. Y quieren que les conozcamos. Por eso nos cuentan su vida y nos abren su mochila.

Les divierte que les peinen y maquillen. Algunos, incluso, se sienten cómodos ante las cámaras, y casi todos, ante la grabadora. Han crecido documentando su vida online y viendo los medios. Salir en ellos no les impone especialmente. Dieciocho años en el mundo han sido suficientes para plantearse algunas preguntas y darse a sí mismos las respuestas: "Llevo toda la vida esperando llegar a esta edad, ¿y para qué? ¿Para poder beber legalmente? Pues ya me contarás". "Barajo la idea de vivir mantenido por una pareja. Con este panorama, es hasta sensato". "Nos movemos por modas. Es inevitable, aunque sea inconsciente". "No tengo ninguna prisa por irme de casa. No por comodón, sino porque a mis padres les gustaría que estuviera con ellos mucho tiempo. Y, qué coño, a mí también me gusta estar con ellos". "El problema es que hemos estado sobreprotegidos, sedados y faltos de estímulos. Lo que ha ocurrido en la Puerta del Sol ha sido un revulsivo".

Precisamente, una lección del Movimiento 15-M ha sido descubrir que la juventud española no estaba tan aletargada como muchos lamentaban. O como simplifica Inés, que por fin ha despertado. Sin más. La mayoría de los aquí entrevistados lo apoyaron, y un tercio de ellos hasta pernoctaron en alguna de sus acampadas durante varias noches. El individualismo, el exhibicionismo o la afiliación ciega a todo lo tecnológico quizá fueran la música, pero hoy resulta más evidente que no son la letra. La postal en blanco y negro que representó la anquilosada jornada electoral del 22 de mayo hizo que les colocaran el foco encima. Hoy, los jóvenes protagonizan una nueva fotografía borrosa y pixelada, pero de colores saturados y electrizantes.

¿Qué inquieta a los españoles que hoy estrenan la mayoría de edad? La extinción de la patria potestad ejercida por los padres, la plena responsabilidad de sus actos, la capacidad jurídica de obrar o el derecho a votar (o a ser votado) no angustian particularmente a Andrés, un estudiante gallego de Comunicación Audiovisual que lleva novelas nihilistas en la mochila como síntoma de su "natural pesimismo". "Tengo 18 y no quiero imaginar mi futuro. Me da miedo verme en la calle, sin techo. Lo veo negro porque seguiré con mi idealismo de querer vivir de lo que me gusta, me daré de bruces con la realidad y me moriré de hambre".

Con una tasa de paro juvenil superior al 40%, unos estudios devaluados que pierden la relevancia que tuvieron en el pasado, y con una sociedad que escruta cada decisión que toman en búsqueda del error, decidir qué hacer con su vida e integrarse plenamente como adultos en la sociedad es el mayor reto al que se enfrentan en la España actual. Lo cree Lorenzo Navarrete, decano del Colegio de Sociólogos de Madrid, que pone el foco en el exceso de proteccionismo y pedagogismo. "No les hemos dado lo que era realmente necesario: cosas que hacer cuando no están en clase. Algo que modelos educativos más avanzados como Francia, los países nórdicos o EE UU sí han pactado con colegios, museos o fundaciones. Instituciones que en España han olvidado que también son agentes de socialización. Ese vacío también lo cubre un fenómeno como el botellón, que funciona. Vivimos en una sociedad sorda que acuerda con los hijos que salgan de marcha para que los padres también puedan hacerlo".

Aitor ayuda a pagar el alquiler de casa con lo que gana de relaciones públicas en una discoteca, y acostumbra a llevar fotocopias de su historial laboral en la mochila. "Mi generación está un poco jodida: no hay curro, y la mayoría ni estudian. Cuando voy a repartir currículos para trabajar en vacaciones en Zara o H & M, como mucho me encuentro con cuatro como yo, así que no sé si pasan, pero en apariencia...". El tópico de juventud indolente y vaga -y su máxima expresión, los nini, jovenes que ni estudian ni trabajan- y su amplia difusión en los medios de comunicación tiene un efecto desmoralizante bumerán. Un estudio de este año del Instituto de la Juventud (Injuve) desmonta el cliché: en la actualidad, de los 7.550.163 jóvenes entre 16 y 19 años, solo 80.358 estarían en esa situación de desorientación (56.352 menos que 15 meses antes).

La postura de rebeldía, de oposición aparentemente injustificada al sistema, que se presupone, en mayor o menor grado, a la juventud suele esconder un deseo de autoafirmación, la necesidad de forjar una personalidad a partir de los elementos que encuentran a su alcance. Los padres de Marina, que se autoproclama friki, la creen demasiado mayor para hacer cosplay, disfrazarse de personajes manga. Nuria es ecologista, activista antitaurina y habitual en centros sociales autogestionados, y comprende que a sus padres no les guste su imagen, "pero también creo que ahora son ellos quienes tienen que tratar de entenderme". "Si en la vida de adulto la profesión te define socialmente, al adolescente le definirá su estilo de vida", resume Pilar Cisneros Britto, profesora de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

Con todo, los jóvenes entre 15 y 24 años se llevan "considerablemente mejor" con sus padres que en anteriores generaciones. El modelo democrático de familia está más extendido, el autoritario se ha estancado y el permisivo ha retrocedido "levemente". Lo defiende el informe Jóvenes españoles 2010, de la Fundación Santa María, con encuestas realizadas a 3.513 chicos y chicas. De unas relaciones asimétricas pasamos a otras más horizontales. Andrés admite que la comunicación con sus padres no es todo lo buena que podría ser, pero considera que la culpa es solo suya: "Soy muy reservado. Tengo unos padres que no los merezco". Si Sara no habla de chicos con su padre es porque él la ve "como su princesa". Cristina charla sobre todo, pero nunca con su familia al completo, prefiere hacerlo por separado. A Nuria le gusta discutir sus ideales con su hermana, que estudia Políticas y los cuestiona continuamente.

"Hoy, las cuestiones familiares se negocian entre los miembros de la familia desde una posición mucho más constructiva, pues no solamente se ha modificado el papel de las mujeres (esposas, hijas y hermanas), sino que también se han racionalizado los nexos hasta convertir la familia en una unidad de intereses consensuados y no obligatorios", señala Lorenzo Navarrete.

La política es otro rasgo que acerca gradualmente a padres e hijos, a quienes 20 años después separa muchísimo más la brecha digital que la ideológica tradicional. Marina y Álvaro, de distinto signo, comulgan con lo que votan en casa, aunque se consideran menos radicales que sus padres. Inés conecta más con su madre, y Juan Manuel se declara en un lugar intermedio. En todo caso, las discusiones acaloradas de antaño se transforman cada vez más en debates integradores.

La desafección hacia los políticos es, sin embargo, aplastante. La misma encuesta de la Fundación Santa María muestra que los jóvenes en España creen que los cargos públicos buscan antes sus propios intereses o los de su partido que el bien de los ciudadanos (71%), y anteponen los intereses de las multinacionales, los bancos y los grandes grupos de presión a los intereses de los ciudadanos (66,7%). Solo un 1% de los consultados consideran que sí tienen en cuenta sus ideas e inquietudes. Entre los 12 que participan en este reportaje no hubo ni uno.

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