viernes, 22 de marzo de 2013

Un mundo sin intermediarios...


Un mundo sin intermediarios

Desde la irrupción del iPod y Napster, llevamos 10 años debatiendo sobre el futuro de las indus-trias culturales sin pararnos demasiado a pensar cómo serían los discos, las películas o los libros sin ellas. ¿Es posible Alejandro Sanz sin Warner? ¿Avatar sin Fox? Los expertos responden.

Cómo el cómo se olvidó del qué. En lo más alto de la montaña se encuentra un gato observando la inmensidad urbana a sus pies. Se le acerca un colega felino y le pregunta: "¿Qué haces?". "Aquí, observando cómo sería la ciudad sin mí". Desde 2001, cuando apareció el iPod y Napster rebasó los 24 millones de usuarios, gran parte del discurso cultural se ha escorado hacia el cómo, desatendiendo las consecuencias que este tendría en el qué. Y así llevamos una década discutiendo sobre el futuro de las industrias culturales sin pararnos demasiado a pensar cómo serían los productos culturales sin ellas. Ningún cambio de paradigma productivo y distributivo se produce sin desembocar también en un cambio de paradigma creativo. ¿Un mundo sin 20th Century Fox es un mundo sin Avatar? ¿Un mundo sin Warner es un mundo sin Alejandro Sanz? ¿Un mundo sin Planeta es un mundo sin Lucía Etxeberría? A continuación planteamos algunas hipótesis a varios actores de dichas industrias.

¿Cómo afectaría la desaparición de los intermediarios al perfil de los discos grabados?

"Hay excelentes discos que fueron grabados como maquetas (Nebraska, de Bruce Springsteen), igual que hay excelentes discos que fueron confeccionados con un enorme despliegue de medios (Pet Sounds, de The Beach Boys). Si desaparecen los sellos, seguramente seguirán saliendo excelentes discos del primer apartado, pero no tantos del segundo". Miguel Martínez, del sello 'indie' Houston Party, en cuyas filas militan artistas como Micah P. Hinson.

"En cuanto a la promoción, sin profesionales se puede recurrir a la prima que escribe guay, o al hermano muy puesto en redes sociales. Ahora todo el mundo puede ser un profesional de casi todo. Muchos de nuestros artistas venden sus productos en plataformas digitales sin nuestra ayuda. Les hemos dicho que cuando quieran, se vayan. Ninguno lo ha hecho aún". Fernando Delgado, socio y fundador de 2Fer Records y ex jefe de prensa de PIAS, Universal o Virgin.

Sin editoriales, ¿quién encargaría y pagaría por la traducciones? ¿Es posible aplicar a la literatura la traducción colectiva?

"Sin editoriales, no creo que nadie pagara ninguna traducción. Una forma de esa traducción colectiva ya existe. Es una práctica cada vez más común en el mundo de la ciencia ficción, la fantasía y el fandom. También hay traducciones piratas de novela gráfica. Por tanto, es una práctica ya vigente y no una simple conjetura. No cuesta mucho imaginar que también se adoptará pronto en el campo de la literatura seria". Javier Calvo, autor de 'Corona de flores' y traductor de Chuck Palahniuk o J. M. Coetzee. Su blog está licenciado por Creative Commons.

"De una primera edición de una novela traducida, la mitad del coste desaparece en la traducción. Será complicado encontrar a alguien que dedique tres meses de su vida a lograr que el texto traducido esté perfecto". Luis Solano, editor de Libros del Asteroide y premio Llibreter 2006 por la publicación en España de 'El quinto en discordia', de Robertson Davies.

¿En qué variaría el panorama de la literatura publicada si desaparecieran las editoriales? ¿El cambio se notaría solo en aspectos industriales, o también en aspectos culturales?

"Solo existirían dos o tres grandes escritores y un totum revolutum. Desaparecería la labor mediadora que ejerce tanto la edición como la crítica. Existe la falsa idea de que el arte también debe ser algo democrático, pero es falso. Que hayamos escogido la democracia como la forma menos mala de negociarnos políticamente no significa que deba ser aplicada a todos los ámbitos de nuestra existencia". L. S.

"En relación a la calidad del producto, el establishment editorial siempre esgrime ese argumento: que ellos son necesarios para velar por la calidad de la literatura que se publica. Eso es cuestionable. Por otro lado, el panorama poseditorial estaría mucho menos movido por intereses comerciales, al no haber (tanto) dinero en juego. Y por último, la red ya tiene sus propios mecanismos de selección, descarte y promoción: blogs de referencia, revistas online…". J. C.

¿Cómo sería la cartelera de cine sin la influencia de los grandes estudios?

"Creo que no existiría como tal. Tendría (o tendrá) otro formato, mucho más relacionado con tener acceso a los contenidos en cualquier momento y lugar. Los grandes estudios siempre buscarán una forma de rentabilizar sus grandes producciones, pero los pequeños van a cambiar por completo sus vías de exhibición". Blanca Balanzó, responsable de comunicación de El cosmonauta, proyecto de filme de Riot Cinema Collective, financiado mediante 'crowdfunding'.

"Los grandes estudios representan más del 70% del consumo de cine en España, y su cine es, para bien o para mal, el que busca en su mayoría el público. Sin su presencia, la cartelera quedaría en un reducto de público cinéfilo. Esto acabaría probablemente con los grandes multiplex de salas y el circuito quedaría reducido al cine más autoral. Este entorno convertiría el cine en un ocio mucho más elitista". Simón de Santiago, codirector de Mod Media, productores de 'Ágora', 'El mal ajeno' o 'Mataharis'.

¿Qué tipos de películas dejarían de hacerse si desapareciera la industria tal y como la conocemos?

"Los taquillazos tendrían su lugar siempre. En cambio, creo que la mayoría de películas de cinco millones de dólares [las de presupuesto medio] dejarían de hacerse. Y el cine independiente encontraría su público y podría amortizarse debido al abaratamiento de costes. El gusto por las historias nunca acabará. Lo que sí cambiará, probablemente, sean los formatos. Las nuevas plataformas de distribución permitirán narrar universos más complejos desde varios formatos. A los creadores nos espera una década vertiginosa y emocionante. Pocas veces tienes la oportunidad de vivir un cambio de paradigma narrativo". B. B.

"Casi todas las taquilleras, las que el público en general es capaz de recordar, no se harían. Sin industria no sería posible producir películas con calidad profesional económicamente viables. La desaparición de la película industrial daría paso a infinidad de productos autofinanciados y autoproducidos. Las propuestas de calidad quedarían sepultadas por la avalancha de vídeos amateurs que la democratización digital provoca como efecto perverso". S. de S.

¿Por qué sería conveniente eliminar el intermediario en la cultura más que en la importación de tomates?

"Los tomates, más o menos, están considerados una necesidad básica y mantienen unos precios razonables. Suficiente demanda permite una oferta que, aunque podría ser muchísimo más barata sin intermediarios, es todavía asequible. La cultura no. Los precios son desorbitados y, lo que es peor, ahora que se ha quitado de encima un montón de intermediarios, sigue vendiendo las copias digitales al mismo precio. La oferta no se ajusta al mercado". B. B.

"Los tomates y las naranjas han entrado en el discurso cultural. A los agricultores les pagan menos cuando los precios en el mercado se encarecen. Y deben subvencionarlos. El precio final de un tomate es víctima de una burbuja. Como en la industria cultural. En este ámbito, las subvenciones no deben utilizarse para mantener industrias muertas, sino para fomentar la creación de productos innovadores". Simona Levy, artista y miembro del colectivo EXGae, asesoría jurídica sobre derechos de autor.

"Un intermediario no puede alterar el sabor de un tomate. En cambio, en la industria cultural, un intermediario sí puede alterar el contenido de un discurso". Nacho Vigalondo, cineasta, director de 'Los cronocrímenes' y bloguero.

"Sin sellos, encontrar un disco sería tan difícil como encontrar un dinosaurio en una tienda de mascotas". M. M.

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